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Después de Cristo Juan Antonio Martínez de la Fe , 05/09/2012
Después de Cristo
Ficha Técnica

Título: Después de Cristo
Autor: Alfredo Fierro
Edita: Editorial Trotta
Colección: Estructuras y Procesos
Serie: Religión
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 560
ISBN: 978-84-9879-328-4
Precio: 28 euros

Cuando se discute la inserción del influjo del cristianismo en el proyecto de constitución europea es que se trata de algo vivo, a simple vista, no superado. Es entonces cuando cobra sentido la aparición de un libro como éste. La lectura de su prólogo no aparece como prescindible, pues, en él, el autor estable el marco en el que se desarrolla su planteamiento de las más de quinientas páginas de apretada lectura. Se trata de un ensayo, con todas las ventajas e inconvenientes que el género plantea.

Como tema de arranque, necesario, figura la existencia o no del propio Jesús, tema en el que no entra el autor, para detenerse, eso sí, en la huella que la figura de Cristo ha dejado; huella indudable, pues hay pruebas evidentes de su vestigio, como es, por ejemplo, el cómputo del tiempo, que divide a la historia en antes y después de Cristo. Los siglos, desde la desaparición de Jesús de Nazaret, han ido elaborando sesudas disquisiciones sobre su figura, su naturaleza, su doctrina, que han configurado lo que se ha entendido por cristianismo.

¿Cuál es la salud de ese cristianismo? Siendo fenómeno principalmente occidental, en la actualidad se vive una época de poscristianismo. Y, en este libro, Alfredo Fierro pretende examinar cómo llegó a constituirse una cristología (o teología del Cristo) y una cristiandad europea y su posterior lento e inexorable declive, hasta alcanzar hoy un proceso de descristianización. No parece tratarse de una caída temporal; al contrario: Occidente ya no es lo que era, no es cristiandad; y ha empezado a desistir del cristianismo y de la religión en general, pese a que es lo que es justamente por haber sido una cultura, una sociedad cristiana.

El autor pretende con esta obra saldar una deuda personal, que no desvela pero que se intuye, contraponiendo su pensamiento actual al que sostuvo con anterioridad. Y ese ajuste de cuentas lo formaliza a través de esta historia del cristianismo, de sus hechos, “pero, más que eso y sobre todo, de las ideas y creencias acerca del Cristo y, a través de él, también acerca del Dios del que dio testimonio”. En el libro interesan, por supuesto, los sucesos, pero más aún los procesos de los que emergen y que, a largo plazo, los sustentan.

Eso sí: Fierro tiene muy claro que la historia se escribe desde el presente, de ahí que su obra se haya de considerar como un examen del presente, aunque buscando sus raíces en el pasado. ¿Es, pues, un libro de historia? Como él dice, es “una historia de autor, ensayo narrativo desde posiciones críticas, con intención confesada de desmontar tópicos eclesiásticos y teológicos (…) Pertenece la obra al dominio de la historia, pero, a medida que avanza, se inclina más y más al género del ensayo y la discusión ideológica”. Y, ¿qué objetivo persigue? Pues “buscar no tanto una reconstrucción positiva del cristianismo cuanto una deconstrucción crítica de la invención eclesiástica”.

Se estructura el libro en cuatro partes: edad antigua, Medievo, tiempos modernos y postrimerías; y cada una de ellas se subdivide en capítulos, encabezados por un año determinado, lo que no implica que se circunscriba a él, sino que en torno suyo se desarrolla el proceso que el autor pretende analizar.

Comienza con una aproximación a la figura histórica de Jesús y las dudas que plantea y considera que su huella no es nada portentosa, sino que se debe, más bien, a lo acontecido dos siglos después de su muerte y el posterior desarrollo en Europa, dando, eso sí, un papel más destacado al que califica como egocéntrico Pablo de Tarso. Fue él quien transformó al Jesús de la historia en el excelso Cristo de la fe y en un tiempo muy corto. Para Fierro, “de no haber sido por Pablo, Jesús probablemente ni siquiera hubiera pasado a la historia”; cree que Pablo se inventa a Cristo como figura conceptual, como una idea que supo vender muy bien. Y concluye: “Jesús de Nazaret murió crucificado. Quien resucitó no fue ya Jesús: fue, nada más y nada menos, el Cristo, el mito”.

Los evangelios son también sometidos a análisis. La religión, apunta el autor, convierte en leyenda o en mito todo lo que toca. Así, el Cristo salvador de Pablo es diferente al de los evangelios; sus autores han debido traducir el abstracto mito paulino a relatos concretos a la altura del héroe mesiánico y, pese a su aparente ingenuidad, son narraciones muy trabajadas; dadas sus diferencias, solo cabría fijar media docena de sucesos, actos y rasgos de Jesús, plausibles, probables o en el borde de la certeza. Es, pues, el análisis de estos evangelios el núcleo de este capítulo.

Un paso más: el evangelio de Juan difiere del de los otros tres sinópticos. Estos tratan de hacer próximo el Cristo que tanto ha elevado Pablo; pero Juan va aún más lejos al introducir el concepto de Logos, que da origen a la divinización de Jesús y las consecuencias que ello ha traído. Y llega el momento en que el cristianismo irrumpe en la sociedad helenorromana y se confronta con ella.

Inicialmente, los cristianos forman un grupo perfectamente identificable, pero detestado por la sociedad; se les confunde con los judíos, ya que como tales se consideraban ellos mismos. Defiende Fierro que se extiende, no entre los pobres y desheredados, sino, más bien, entre las clases media y alta. Y no superó su condición de grupito marginal hasta bien entrado el siglo III. Tuvo que enfrentarse a múltiples dioses, religiones, ritos, creencias, etc. de muy variadas procedencias; tuvo, incluso, serias confrontaciones internas. Y, al adquirir una presencia tangible, dotada de influencia, comienza a ser percibido como una amenaza que da pie a las persecuciones y martirios. El autor concluye que la iglesia católica, “de la ideología martirial y el victimismo ha hecho su propia seña de identidad, descriptor útil para su autoimagen y lavado de cara que contribuya a hacer olvidar sus propias actuaciones sangrientas”. En el plano de las ideas, surgen los apologistas que cumplieron con éxito la función de crearle un espacio cultural e ideológico al cristianismo.

La principal controversia interna llega con la necesidad de definir la divinidad de Jesús, negada por Arrio y defendida por Atanasio de Alejandría. Cuestión que resuelve Constantino convocando el concilio de Nicea, que afirma la igualdad Jesús=Dios, con lo que se abre la era de los dogmas y se cierra la de controversias y dudas. El concilio de Calcedonia constituye otro punto culminante para aclarar la naturaleza divina y/o humana de Jesús.

Para concluir esta primera parte de la obra, analiza el autor la ascensión del cristianismo dentro del imperio, desde Constantino a Teodosio, pasando por el parvo reinado de Juliano, personaje bien novelado por Gore Vidal, un cristianismo que comienza a copiar sistemas administrativos del imperio.

La segunda parte de este libro se dedica al Medievo y arranca con el capítulo titulado Ciudades de Dios, con el año 534 como punto de partida. Dos conceptos puntualiza Fierro: la invasión de los bárbaros (que no fue tan bárbara) y la caída del Imperio Romano. Se apunta él, más bien, a la tesis de una transición social y cultural de la civilización clásica helenorromana, absorbida y gradualmente eclipsada por el cristianismo, a la europea medieval. Ante un mundo que se hundía, San Agustín propone La ciudad de Dios, que se plantea en el ámbito celestial y en el terrenal, en este caso, como la comunidad de los creyentes. Pero la ciudad como tal comienza a decaer sociopolíticamente y, como alternativa, surgen los monasterios, lugar de refugio de la cultura; otro tipo de ciudad se establece en Latinoamérica, las repúblicas de indios o reducciones, mientras que, en la actualidad, la idea de ciudad de Dios solo tiene cabida como un colectivo microsocial. Es este un interesantísimo capítulo, con un bien planteado análisis de de este concepto, ciudad de Dios, a través de los siglos, con especial detenimiento en el monacato.

“Tres siglos tras su muerte, Jesús, el Cristo, es todo o casi todo lo que un hombre o superhombre puede llegar a ser en la historia y en la fantasía”, escribe Alfredo Fierro; y continúa: “En el siglo IV lo único que a Jesús le falta todavía es convertirse en imagen. La plasmación icónica del Cristo tarda más tiempo en producirse que su ensalzamiento a un rango divino”. Seguidamente, dedica un capítulo, muy interesante por lo demás, a recorrer el tema de la iconografía de Jesús a lo largo de los siglos.

Llega el turno al concepto de cristiandad. Cristiandad no es lo mismo que cristianismo. Aquella no es sino una de las posibles formas por las que éste, el cristianismo, manifiesta su presencia en los ámbitos político y social. “El dosel político de la cristiandad lo constituye la adopción del cristianismo como culto oficial impuesto desde el poder y que confiere unidad, primero, al Imperio romano, al bizantino y, después, ya en la Alta Edad Media, y de manera progresiva, a toda Europa”. Este es el ámbito en que se mueve el capítulo titulado Cristiandad: un recorrido a través de los siglos de esa simbiosis entre poder y cristianismo hasta llegar a la actual separación entre Iglesia y estado.

Alfredo Fierro coloca en el año 1078 el arranque para su análisis del devenir de la teología a lo largo de los siglos. Y lo hace a partir del Proslogion de Anselmo de Canterbury, que se aplica a razonar la existencia de Dios frente a insensatos que la niegan, una cuestión que, hasta ese momento, nadie se planteaba, pues se daba por descontada. Y este empeño se sitúa en la línea que ya se había iniciado en el islam, buscando la relación entre fe (el texto sagrado) y la razón. La teología formó parte de las disciplinas académicas, más que como ideario o doctrina de la religión, como su discurso razonado y sistematizado, hasta su ocaso en el significado social y cultural que tuvo. El autor finaliza este capítulo con las siguientes palabras: “Las teologías son interpretaciones del mito de Cristo y de las leyendas de un Jesús, que desde siempre ondea como banderín al viento, al aire que más sopla y al acomodo de quien se envuelva en tal bandera. Caen ellas del mismo lado que las distintas recreaciones del Ulises, del don Juan o de Fausto, no más verdaderas, por tanto, unas que otras”.

¿Y qué ocurre con el evangelio de los pobres? Sin poder constatar que Jesús pronunciara las bienaventuranzas y sin conocer el sentido exacto del concepto “pobre”, el autor sí afirma que Jesús fue lo que socialmente se conoce como pobre, tal y como lo era la mayor parte de la población entre la que vivió; pero hay un gran trecho entre ser una persona sin caudales y el considerar la pobreza como un valor apreciable. Es ahí, en lo absoluto, donde lo que pudiera haber de real en la condición social de Jesús se muda en mito, en pretensión cristológica infundada, que, una vez más, Fierro considera necesario desarticular. Y, en la tónica de toda la obra, hace un recorrido por los cristianos pobres, en sentido evangélico, a lo largo de los siglos, con especial detenimiento en la figura de Francisco de Asís.

1274, año de la muerte de Tomás de Aquino y de Buenaventura, es como un mojón de una época en la que una generación sobresale por haber explorado la entera gama de posibilidades del legado cristiano. Con Joaquín de Fiore, nace la llamada era del espíritu y, con ella, la manifestación de las corrientes místicas, no siempre aceptadas por la autoridad eclesiástica que actúa con brutalidad contra muchas de ellas. Siendo un fenómeno no exclusivo del cristianismo, es transversal a las religiones y los credos, contribuyendo a la internacionalización de la religiosidad y favoreciendo la tolerancia y el entendimiento entre las religiones. La siguiente cita de Rumi, cierra este capítulo, bien titulado Itinerario de la mente a Dios: “El hombre de Dios está más allá de la impiedad y la religión”.

El libro La imitación de Cristo, escrito hacia 1418 por Tomás de Kempis, centra otro capítulo de esta interesante obra. No se trata de un libro de mística, que no son abundantes, sino de un devocionario perfectamente adaptado a la religiosidad de la época en que hizo su aparición y no solo destinado a almas consagradas, sino también de laicos; aunque hay que tener presente que la idea de la imitación de Cristo es anterior, con el nacimiento de patrones de conducta, como el ascetismo y la pobreza voluntaria, encaminados, precisamente a imitar al Señor. Aunque aquí se hace especial hincapié en la devoción a la cruz, que lleva hasta la aparición de los estigmas de la pasión en algunos místicos. Hay que especificar, además, que esta idea de imitación no es exclusiva del cristianismo, sino que otras religiones buscan, igualmente, el imitar el ejemplo de sus fundadores.

Hereje y mártir es el título del último capítulo de la segunda parte de la obra. Aborda el lado más negro de la historia de la Iglesia en particular y del cristianismo en general. Si la muerte de Jesús en la cruz fue cruel e injusta, no lo es menos la de tantos cristianos que, como consecuencia de sus ideas sobre ese mismo Jesús, fueron conducidos a la hoguera. Fierro toma como punto de arranque un ejemplo muy ilustrativo de lo que pretende demostrar, la muerte de Juana de Arco, en la hoguera, en 1431. Y es llamativo que, precisamente, una cruz esté delante de los ajusticiados por orden de la Iglesia, en el momento de arder pasto de las llamas “purificadoras”; son ellos, igualmente, mártires. Y tras la Doncella de Orleans, vinieron los cátaros, Jan Huss, Savonarola, la Inquisición.

Se llega así a la tercera parte de la obra, Tiempos modernos, que se abre con el capítulo La dignidad del hombre. Como se sabe, es este el título de un libro de Pico della Mirandola, aparecido en 1487. Es esta la fecha que el autor propone como arranque de la Modernidad, aun reconociendo la existencia de precursores de ella, como Nicolás de Cusa, o posteriores, como Maquiavelo, con su obra El Príncipe. Es el momento del Renacimiento, que no es solo una recuperación de los clásicos, sino que supone la introducción de elementos ideológicos y culturales paganos que ponen fin al monopolio de la teología en la definición de la realidad; se trata del nacimiento de una Europa poscristiana, en la que el hombre comienza a ocupar el centro del pensamiento y de la cultura y en la que humanismo significa colocar lo humano y la humanidad como noble medida de todas las cosas. Partiendo de aquí, Alfredo Fierro recorre los siglos a través de la Ilustración, el Romanticismo para culminar, en la época contemporánea, con el humanismo cristiano y la declaración Dignitatis humanae del Concilio Vaticano II. A estos últimos, el autor les reprocha su idealismo y falta de realidad.

El siguiente movimiento que analiza Fierro es el catolicismo. Constata cómo, en torno a 1500, surgen diversas tensiones que permiten hablar de un cambio de era, que llega no de forma precipitada, sino lentamente. Y, en esas proximidades a 1500, figura como emblemático el año 1492, cuando los Reyes Católicas conquistan el reino moro de Granada y expulsan a los judíos, a la par que acometen la expansión católica en América. Se trata de un catolicismo expansivo y excluyente, que da origen a las misiones evangelizadoras y a un repliegue acentuador de exclusión de cuanto no se doblegue a sus planteamientos. Tras recorrer la historia, llega el autor a la contemporaneidad, donde católico y moderno son términos que se repelen mutuamente.

Capítulo destacable es el que dedica al Libre examen, sola fe, o lo que es lo mismo, a la Reforma. La Reforma no es un hecho aislado y cerrado, sino que engloba el conjunto de disidencias religiosas frente al catolicismo. Por supuesto que hay que situarla en Lutero, pero aún se discute sobre los factores determinantes de los hechos que la provocaron. Lutero no surge de la nada, ya antes que él ha habido movimientos que claman por una profunda renovación de la Iglesia. Y, si bien se considera su detonante las tesis de Lutero, una vez sobrepasados los temas iniciales de la protesta, el genio creador de este monje introduce elementos innovadores y modernos, tales como la reducción de cristianismo a la pura fe y el libre examen individual en la lectura de la Biblia. La propia Reforma tiene, interiormente, escisiones diversas. Mientras que la generalización de la lectura del texto bíblico, con la traducción de Lutero y su multiplicación mediante el uso de la imprenta, lleva a una lectura crítica, a la investigación para el conocimiento del Libro Sagrado y, a la postre, a la ciencia de la Biblia; una ciencia que es deudora, eso sí, no solo de Lutero, sino también del racionalismo y de la Ilustración. Dice Fierro en las postreras líneas de este capítulo: “En la actualidad, parece difícil inventar algo en el cristianismo que no esté ya ahí, en la tradición reformada, en su extraordinaria capacidad de innovación. Cualquier alternativa imaginable al catolicismo existe ya: es el protestantismo en alguna de sus tendencias”.

Aun a falta de Dios es el título del capítulo para el que autor coloca el año 1625 como punto de arranque. Aborda el tema de la violencia religiosa, la lucha de religiones dentro del cristianismo, la falta de paz y la intolerancia. Y plantea el problema de Dios como respaldo y sostén de la moral y la ética. Es un capítulo con abundancia de datos y consideración de diferentes pensadores, que cierra con las siguientes palabras: “Innecesarios para la paz, Dios y Cristo lo son también para la moral, para la vida. No les necesitan las naciones para convivir, ni los hombres para ser buenos, decentes. Por ahora, lo políticamente correcto es ver el ateísmo todavía como negador de principios morales y la religión como sola instancia capaz de sustentar la moral de las clases populares. Pero, de momento, al menos, están sentadas las ideas; y se dan por firmes los principios de tolerancia y de separación de lo moral respecto de lo religioso. Solo queda pendiente la cuestión de si Dios o Jesús es necesario para el corazón, para la vida privada y el consuelo moral”. Palabras que resumen la conclusión del examen al que somete a las turbulencias de religión a lo largo de los siglos.

Y, justamente, sobre esa cuestión pendiente, es el análisis que realiza el autor en el capítulo Razones del corazón. Parte de la afirmación de que Europa ha aprendido con sangre que Dios o, más bien, la religión no hace falta para ordenar la vida pública, sino que, todo lo contrario, la perturba. Y se detiene en su posible papel en la sabiduría, la filosofía y en la vida personal de cada cual. Arrancando de los escépticos, llega a los intelectuales del siglo XVII que se plantean la pregunta clave: ¿y si no hubiera Dios? Se detiene, fundamentalmente, en Pascal y en su apuesta, resumida así: Dios es o no es, ¿hacia qué lado nos inclinaremos? Él se inclina por la existencia de Dios, pues se trata de una apuesta en la que hay todo por ganar y nada por perder. Es el corazón el que toma decisiones ante los límites de la razón.

Abundando en el tema, La religión de la razón es el título del siguiente capítulo. Aunque los procesos históricos de larga duración no son monocausados ni unilineales, sí se pueden señalar algunas causas destacadas; en el caso de la decadencia de la religión, Fierro apunta a la razón, a la ciencia y a la tecnología. Dedica especialmente su atención a la primera, a la razón, deteniéndose en autores como Spinoza, Kant, Hegel, etc. Y aporta como aspecto emergente la aparición de una religión y teología naturales y racionales, que prospera en el siglo XVIII, con la Ilustración. Tal proceso, apunta Fierro, cuando llega el momento de las revoluciones, busca la emancipación del poder, del monárquico y del eclesiástico, pero apunta, en última instancia, a la autoridad que los respalda, que es la que reside en Dios.

Toca ahora el turno a la liberación revolucionaria. Y, por supuesto, el año que escoge Fierro como eje y principio de su análisis es el de 1789, con la Revolución cuasi por antonomasia, la francesa. Con ella, el hombre sale de su minoría de edad conquistando una libertad que arrebata por la fuerza a quienes le oprimían hasta ese momento. Se trata de liberación política, civil, ideológica y religiosa: libertad de ideas, derecho al pensamiento libre, liberación de las cadenas de la religión, de sus administradores, emancipación respecto a Dios y, sobre todo, a sus delegados terrenales. Profundiza el autor en la Revolución francesa, para considerar, a continuación, cómo se produce ese fenómeno al otro lado del Atlántico, que ha seguido diferentes vías en el Norte y en la América latina; y se detiene incidentalmente en la teología de la liberación, a la que reprocha haber construido un Jesús o Cristo a su medida, a las de sus necesidades, negando que el cristianismo comenzara como movimiento hacia la libertad. Y con este capítulo se cierra la tercera parte de la obra, dando paso a la cuarta y última que denomina Postrimerías.

El primer capítulo de este apartado se titula Sin vestigios de Dios. Uno de sus primeros párrafos dice así: “en la exploración del universo y del planeta en que vivimos, o del organismo humano y del cerebro, a Dios no se le encuentra por ninguna parte. Que no se le encuentre no equivale, desde luego, a que no exista; pero, caso de existir, se hurta no solo a la percepción, también a la inteligencia humana. No hay indicios de Dios, no hay rastro suyo”. Admite que la filosofía se ha llevado más o menos bien con la religión y la teología, pero no sucede así con la ciencia. Analiza este proceso por el que la ciencia ha ido conquistando terreno a la religión, con especial detenimiento en la evolución y el evolucionismo y del Cristo Omega de Teilhard de Chardin, dice que en él “el Jesús de los evangelios y sus leyendas se han desvanecido por completo. Ese omega es simplemente un nuevo mito”. Admite que hay científicos teístas, aunque queda por determinar cómo es ese Dios en el que creen, al que llegan, dice, más por una intuición que por un razonamiento: “pero ellas [las actitudes] no les vienen de la ciencia, sino, más bien, de una intuición o sentimiento, un blik se ha dicho en inglés –una perspectiva significativa-, de un golpe de vista o, más bien del corazón, de una corazonada, subsiguiente tal vez a una experiencia”, con lo que deja la puerta abierta al siguiente capítulo, La religión del sentimiento y la experiencia.

Afirma que dos almas han animado al siglo XX: una, la de la ciencia positivista y empirista; otra, romántica, recelosa respecto a la razón, alternativa al cientificismo; y es en esta última donde se ha refugiado la religión. A partir de aquí, hace un recorrido por personalidades que han arrojado luz sobre el tema: Kant, Novalis, Chateaubriand, Schleiermacher, Le Roy, Wittgenstein, Bergson y muchos más hasta los de fechas más recientes. Y afirma Fierro: “El refugio de la fe en el sentimiento la deja a buen recaudo, envuelta en coraza protectora frente al acoso de la ciencia”.

Y, en el siguiente capítulo, En agonía, escribe: “Lo que (…) ciertamente se halla en agonía, y desde el siglo de Pascal, es el cristianismo, la fe de los cristianos. Jesús se está extinguiendo en los corazones”. Y va más lejos, afirmando que es Dios mismo quien se halla en agonía. Evidentemente, habla de Heine y de Nietzsche y alude también a los sacerdotes que aparecen en la literatura como ejemplos de quien quiere transmitir a la grey a su cargo una fe de la que ellos carecen o que viven angustiosamente.

No podía faltar el problema del mal. No de cualquier mal, que también, sino del mal originado por las fuerzas de la naturaleza o por el propio hombre. Aquí, el autor escoge el año 1945. Simplemente porque recoge la mayor barbarie gestada por los humanos; pero cuentan, también, otros genocidios, como el armenio, el ocurrido en el Congo, Camboya, Vietnam, … ; y, por descontado, las catástrofes naturales, como el terremoto de Lisboa, el tsunami, tifones, … Ante tal panorama desolador, Dios guarda silencio, especialmente, el Dios cristiano. Y llega la pregunta definitiva: ¿Queda lugar para algún otro Dios? “Cabe decir con confianza suficiente que ninguno de los dioses que se han descrito o intentado describir hasta la fecha, en Occidente o en Oriente, tiene trazas de existir”, escribe Fierro. Ni siquiera ese Dios que finalmente haga justicia para compensar a los perjudicados de este mundo.

Da un paso más Alfredo Fierro en el capítulo Ateísmo en fe jesuádica. Su planteamiento se puede resumir en estas líneas: “la última osadía del teólogo cristiano, que lo fía todo a Pablo, se apalanca en pretender que Cristo ofrece respuesta suficiente al problema no ya solo del mal y de la muerte, sino también del horror, de lo más siniestro de la naturaleza y la historia”. Es decir: callar acerca de Dios y hablar solo de Cristo, inocente Él mismo de cualquier mal. Y lo hace arrancando de las afirmaciones de Dostoievski en Los hermanos Karamazov. Analiza más detalladamente a Dietrich Bonhoeffer y al obispo anglicano John Robinson (cuya obra tilda de mosaico sincretista), entre otros pensadores que han dado paso a esta postura de fe jesuádica y a otras ideologías poscristianas o poscristológicas, ateas, aconfesionales y no teológicas.

Y llega el fin de un milenio y el arranque de otro nuevo. El cristianismo llega, según Alfredo Fierro, a esta cumbre temporal, de manera muy diferente a como lo hiciera en los dos primeros milenios de su historia, cuando inició y consolidó su expansión; hoy está en declive. Aunque no igual en todas partes, ya que es un proceso que se da más rápido en Europa que en América; y tampoco igual desde todas las perspectivas. Así, por ejemplo, desde la sociología, el cristianismo no pasa de ser un fenómeno social más; desde la antropología, se constata que las fiestas cristianas se asientan en festividades anteriores, en ocasiones, ancestrales; la descristianización afecta al pensamiento y a la cultura, produciéndose fenómenos más o menos potentes en diferentes partes, como, por ejemplo, la reaparición popular de prácticas religiosas en países donde estuvieron prohibidas, o la inclinación hacia el fundamentalismo en América. Ante este panorama, Fierro advierte de que teólogos y clérigos recurren a apaños léxicos y un completo arsenal de metáforas y argucias para hacer frente a la situación. Finalmente, aun reconociendo la deuda occidental al cristianismo, afirma que ésta no existe en temas como la libertad, igualdad, justicia o derechos humanos.

Y se alcanza así el último capítulo de la obra, Últimas noticias de Cristo. Un capítulo que merece una lectura pausada y reflexiva, ya que en él el autor vuelca los planteamientos que, a lo largo de más de quinientas páginas, ha venido exponiendo. Prácticamente, relativiza el concepto de Dios y la figura de Cristo, situándolos a la altura de otros conceptos y otras figuras sobresalientes de la humanidad. Un par de párrafos nos señalarán las vías a las conclusiones de Alfredo Fierro: “Queda en pie Jesús como icono con duradera vigencia, merecedor de atención y de respeto, pero un icono entre otros iconos, una imagen entre las incontables imágenes que pueblan la sociedad de la imagen”. O este otro, contundente, con el que cierra su exposición: “Pero a fecha de hoy, para quien haya revisado con mente cuidadosa y crítica su historia, decir Dios y Cristo es, en sustancia, aproximadamente igual que decir ‘¡om!’”.

De todo lo expuesto, cabe deducir que nos encontramos ante un libro inteligente, metodológicamente muy bien planteado y desarrollado, con un lenguaje muy claro y accesible y que alcanza ese objetivo que se planteó el autor al concebirlo como un ensayo para la discusión ideológica. Evidentemente, no todos estarán de acuerdo con él ni en las premisas desde las que parte ni, más ampliamente, en las conclusiones, no siempre nuevas, que de ellas extrae. Pero no cabe duda de que su análisis de los hechos, de su influencia en la historia y de la realidad actual que propone, obedecen a un impecable análisis, perfectamente resumido y sólidamente construido, para poder enfrentarse con seriedad y rigor a quienes, con idénticas virtudes, sostienen tesis diferentes y contrarias a las aquí expuestas.


Índice

Prólogo
Nota preliminar bibliográfica

I. Edad Antigua

1. En aquel tiempo (año 30)
2. El mito del Cristo (50)
3. Leyendas de evangelios (70)
4. “Logos” (100)
5. Confrontaciones (250)
6. Dios es Cristo (325)
7. La religión del príncipe (391)

II. Medievo

8. Ciudades de Dios (534)
9. Iconos (787)
10. Cristiandad (1000)
11. Teología (1078)
12. El evangelio de los pobres (1206)
13. Itinerarios de la mente a Dios (1274)
14. Imitación de Cristo (1418)
15. Hereje y mártir (1431)

III. Tiempos modernos

16. La dignidad del hombre (1487)
17. Catolicismo (1492)
18. Libre examen, sola fe (1521)
19. Aun a falta de Dios (1625)
20. Razones del corazón (1670)
21. La religión de la razón (1751)
22. Ciudadanía y emancipación (1789)

IV. Postrimerías

23. Sin vestigios de Dios (1859)
24. La religión del sentimiento y la experiencia (1907)
25. En agonía (1931)
26. Después del horror (1945)
27. Ateísmo en fe jesuádica (1968)
28. Fin de milenio (2000)
29. Últimas noticias del Cristo (d.C.)

Índice de nombres

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05/09/2012 Comentarios

Reseñas

El cuidado necesario Juan Antonio Martínez de la Fe , 05/09/2012

La Tierra puede vivir sin nosotros, como vivió miles de millones de años, pero nosotros no podemos vivir sin ella


El cuidado necesario
Ficha Técnica

Título: El cuidado necesario
Autor: Leonardo Boff
Edita: Editorial Trotta, S.A., 2012
Colección: Estructura y Procesos
Serie: Religión
Traducción: María José Gavito Milano
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 169
ISBN: 978-84-9879-301-7
Precio: 16 euros

A quien lea o haya leído con cierta asiduidad a Leonardo Boff, no le resultará ajeno el concepto de “cuidado” que tanto se ha esforzado en clarificar y en difundir. Sin ir más lejos, ya Editorial Trotta publicó, en 2002, su El cuidado esencial, del que este nuevo título es una prolongación y una profundización. En esta década transcurrida, el autor no ha dejado de proclamar su mensaje que, a la vista del desarrollo de los acontecimientos, parece que no ha tenido la atención que se merece; aun así, Boff no ceja en su empeño y ojalá que no se rinda, pues testimonios como el suyo son cada día más angustiosamente necesarios.

Comienza esta obra con una introducción en la que concreta la idea de sostenibilidad, a veces entendida de manera adjetiva (sin modificar la naturaleza de la cosa que califica) y otras veces en sentido sustantivo, que exige un cambio de relación con el sistema-naturaleza, el sistema-vida y el sistema Tierra.

Estamos llegando a los límites de nuestro planeta, tan esquilmado y tan empobrecido; pero, también, nos hemos empobrecido en gente solidaria, compasiva, respetuosa con cuidado y amor hacia todos. Ante esta situación, “tenemos que reinventar un nuevo modo de estar en el mundo con los otros, con la naturaleza, con la Tierra y con la Última Realidad. Aprender a ser más con menos y a satisfacer nuestras necesidades con sentido de solidaridad con los millones de personas que pasan hambre y con el futuro de nuestros hijos y nietos”.

La solución la resume en dos palabras: cuidado y sostenibilidad, objetivo que no podrá alcanzarse si ambos no vienen acompañados de una revolución espiritual, una espiritualidad que, desde luego, no es monopolio de las religiones. “Ser espiritual es despertar a la dimensión más profunda que hay en nosotros, que nos hace sensibles a la solidaridad, a la justicia para todos, a la cooperación, a la fraternidad universal, a la veneración y al amor incondicional. Y controlar sus contrarios”. Es la espiritualidad la que nos conecta y re-conecta con todas las cosas, la que nos abre la experiencia de pertenecer al gran Todo y que nos hace crecer en esperanza de que el sentido es más fuerte que el absurdo.

Tras esta importante introducción, necesaria para la comprensión de la obra, Boff destina un capítulo a la definición de ese concepto tan querido por él, el cuidado, un cuidado que, de no practicarlo, puede borrar a la especie humana de la Tierra. Ya lo dice la Carta de la Tierra, asumida por la Unesco en 2003: “o hacemos una alianza global para cuidar unos de otros y de la Tierra o corremos el riesgo de autodestrucción y de destrucción de la diversidad de vida”. Y, tras un corto recorrido sobre la idea del cuidado a través de la historia, nos conduce hasta cuatro sentidos de este concepto, complementarios entre sí.

Este cuidado no es algo sobrevenido, sino que está implícito en el proceso evolutivo. Desde el Big-Bang inicial, con un delicado equilibrio de fuerzas, hasta su culminación con la aparición del ser humano que, ya conscientemente, se propone cuidar de otro. Un cuidado que requiere un tipo de inteligencia y de razón, inscrito en el mundo de los fines, las excelencias y de los valores. Y concluye: “En la situación actual en la que vivimos se hace urgente recuperar la razón sensible y cordial, dejada de lado por la razón científica e, incluso, difamada como obstáculo para la objetividad de la razón. Con esto, hemos permitido que surgiese un mundo frío, calculador, abarrotado de objetos, pero sin corazón, sin sueños y sin compasión”. De haber actuado conforme a este criterio, no tendríamos los millones y millones de personas que sufren, los ecosistemas devastados y un planeta amenazado por el calentamiento global.

Expuesto todo lo anterior, Leonardo Boff busca los fundamentos filosóficos y antropológicos del cuidado, al que considera, no un aditamento a la naturaleza humana, sino como parte esencial de ella. Y lo hace apoyándose en Heidegger y en la fábula de aquel bibliotecario egipcio de César Augusto, Higinio, ampliamente detallada en su obra anterior El cuidado esencial. Su argumentación va en la línea de que el cuidado forma parte de la esencia del ser humano: sin él, no se darían las condiciones para su existencia. Y solo porque el ser humano recibió cuidado puede cuidar de sí mismo y de los otros. Este cuidado presupone, evidentemente, que el hombre es vulnerable, por lo que ha de ser amoroso, a la par que preocupado por la necesidad de evitar lo que amenace su vida, así como cauto y precavido. La tarea de la vida ha de consistir en cuidar del ser. Y concluye: “El ser humano, para superar las contingencias de la condition humaine, precisa ser cuidado y así garantizar su humanidad. Y tiene también que cuidar del otro para humanizarse, mostrar sus posibilidades en el ejercicio de su libertad y expandir su humanidad”. Y, de la comprensión del cuidado como naturaleza del ser humano, surge la ética.

Se llega, así, a uno de los capítulos troncales de la obra: El paradigma del cuidado. Un nuevo modo de habitar la tierra. Ya se ha visto cómo el cuidado no es algo adjetivo, añadido, sino que lo es sustantivo, esencial y necesario. Y, en esta línea, surge la necesidad de plantear un nuevo paradigma. ¿Qué se entiende por paradigma? Para Boff, “toda una constelación de visiones de mundo, de valores, de conceptos clave, de ciencias, de saberes, de sueños, de utopías colectivas, de prácticas espirituales y religiosas y de hábitos asumidos colectivamente, factores que orientan a una determinada sociedad y le confieren sentido y la necesaria cohesión interna”. Y proclama el autor que el paradigma del cuidado y de la sostenibilidad son los dos pilares estructuradores de la nueva civilización que ha de venir. Y su implantación ha de sustituir al actual paradigma vigente, que denomina de dominación y conquista, en contraposición al emergente que es el de la transformación y la liberación.

Tras un breve recorrido histórico sobre este paradigma vigente, analiza las exigencias del nuevo, basándose en un texto de la Carta de la Tierra: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos convoca a un nuevo comienzo, que requiere un cambio de las mentes y los corazones, un nuevo sentido de interdependencia global y de responsabilidad universal”. Reclama una refundación del pacto natural, porque, si la Tierra está viva y nosotros somos su parte consciente e inteligente, entonces los lazos de mutua pertenencia y de profunda reciprocidad son fuertes; también, respeto y veneración a la Madre Tierra, ya que, siendo un organismo vivo, tiene sus derechos y nosotros, deber de respetarlos; igualmente, la justa medida, como una exigencia del cuidado, evitando los excesos depredadores; no falta la autocontención, como una demanda del cuidado. Aporta su propia experiencia para transmitir la oportunidad de revisitar la sabiduría indígena ancestral y propone formas alternativas de producción a partir del cuidado, incorporando el concepto de florestanía, como ciudadanía en y de la floresta-selva. Apuesta por el buen vivir, como una ética de lo suficiente y de lo decente para toda la comunidad y no solamente para el individuo, como otro modo de habitar la Tierra. Y aborda, finalmente, la cuestión de la ecología interior, como sentimiento profundo de conexión con la Tierra y la totalidad de los seres, necesaria para alimentar el cuidado. Se trata, en definitiva, de un capítulo que merece una lectura reflexiva.

En el apartado siguiente, aborda Boff la ética del cuidado necesario. Plantea que todo paradigma moldea una forma de estar-en-el-mundo-con-otros, lo que, necesariamente, implica una ética. A continuación, deduce que los discursos éticos dominantes están marcados por las culturas en las que se han formado, hecho que, ante un paradigma de ámbito universal, requiere una superación de tales planteamientos culturales de espacios más reducidos; es decir: requieren un discurso ético fundamentado en algo realmente universal. Y ese algo es, justamente, el cuidado, ya que pertenece a la esencia concreta del ser humano. Y ¿cuál es el discurso ético del actual paradigma? Pues el de la justicia. Esto no supone que ambos conceptos, justicia y cuidado, sean opuestos, sino que tienen lógicas diferentes que los hacen complementarios. Para el autor, la ética de la justicia tiene un sustrato masculino, basado en la razón analítica, preponderante en el hombre, mientras que en la del cuidado, el sustrato es femenino, donde el acceso a lo real se produce más con el corazón que con la razón; no habla de hombre y mujer, sino de lo masculino y lo femenino, presentes tanto en varones como en las féminas. De ahí que la ética integral, la de justicia y cuidado, sea fruto de la complementariedad y reciprocidad de lo femenino y lo masculino.

Con todo lo expuesto, el autor desciende a concretar el cuidado, comenzando por el de uno mismo, el de los otros y el de la tierra. En un capítulo de gran belleza, comienza buscando la definición de qué somos como humanos, para explicarnos que cuidar de sí mismo es acogerse jovialmente tal como se es, sabiendo combinar las aptitudes con las motivaciones, sabiendo y aprendiendo a convivir con la paradoja de nuestra vida (tener pulsiones de bondad, solidaridad y compasión simultáneamente con las llamadas del egoísmo), sabiendo renunciar y yendo contra ciertas tendencias en nosotros; y finaliza: “cuidar de sí mismo es amarse, acogerse, reconocer nuestra vulnerabilidad, saberse perdonar y desarrollar la resiliencia, que es la capacidad de dar la vuelta y aprender de los errores y contradicciones”. Hay que preocuparse por el modo de ser y ejercer el cuidado como precaución con nuestros actos y actitudes. Acude luego el cuidado de nuestra relación principal, que es la de la amistad y la del amor y finaliza este apartado con una serie de anotaciones sobre cómo cuidar nuestra Casa Común, el planeta Tierra, considerándola como un todo vivo y orgánico, al que hemos de cuidar en su integridad y vitalidad, mimando los bienes y servicios que nos facilita gratuitamente, cuidando su belleza, su mejor producción y los sueños que ella suscita en nosotros. Porque cuidar la tierra es, finalmente, cuidar de nosotros mismos que somos Tierra que siente, piensa, ama, cuida y venera.

Cuidar el cuerpo, el propio, el de los otros y el de la Tierra. Éste es el objetivo. Pero, cuidado, por cuerpo se entiende que no es algo que tenemos, sino algo que somos. Biológicamente, somos seres carentes, al no estar dotados de órganos especializados que nos garanticen la supervivencia o nos defiendan de los peligros. En consecuencia, necesitamos del cuidado, que viene de dos fuerzas, una de autoafirmación (instinto de conservación) y otra de integración, por la que nos descubrimos integrados en una red de relaciones sin las cuales, como individuo solo, no viviríamos ni sobreviviríamos. Nuestro cuidado ha de pivotar en el equilibrio entre ambas fuerzas. Y ¿cómo cuidar el propio cuerpo? Aquí se nos presenta una serie de reflexiones; por ejemplo, sobre el esfuerzo por mantener nuestra integridad y unidad compleja, oponiéndonos conscientemente a los dualismos que se nos pretende imponer, con un culto al cuerpo, al vestuario, y otras sugerencias para centrarse únicamente en este componente de nuestro ser. Y, además, por la fuerza de la integración, hemos de cuidar de tantos cuerpos humanos enfermos, delgados y deformados por demasiadas carencias; y del cuerpo de la Tierra, nuestra madre, marcado por heridas que no se cierran.

Y a la par que cuidamos del ser humano-cuerpo, también hemos de cuidar del ser humano-psique, tanto propio como el de los otros; porque aquel posee interioridad y subjetividad; él, todo entero, es un ser de interioridad (vida psíquica y mental), entretejida de emociones, sentimientos, pasiones, sueños y utopías. Y Boff propone un viaje hacia el propio centro, un viaje que, según C.G. Jung, puede ser más largo y peligroso que el viaje a la luna y a las estrellas. Y se pregunta: ¿cuál es la estructura de base de nuestra interioridad, de nuestro ser psíquico? Cuestión nada baladí y para la que hay muy variadas propuestas de respuesta; pero, para Boff, el estatuto de base del ser humano no reside en el cogito cartesiano (cogito, ergo sum), sino en el sentio (sentio, ergo sum), en el sentimiento profundo. Es el sentir lo que nos pone en contacto vivo con las cosas, haciendo que nos sintamos parte de un todo mayor, siendo afectados por el mundo circundante y afectándolo por nuestra parte. De ahí que, para él, lo primero es la razón cordial, sensible, emocional, pues sus bases biológicas son las más antiguas; lo que contradice no poco al pensamiento clásico occidental, que relega el sentimiento a un segundo plano, llegando, incluso, a considerarlo una amenaza para la objetividad exigida por el conocimiento científico. De ahí la defensa apasionada del autor de esta razón cordial que, para la exposición de la obra, la concreta en un apartado que dedica a la estructura del deseo del ser humano.

Y, lógicamente, aborda el cuidado del propio espíritu y del espíritu de los otros. Es este otro de los capítulos troncales de la obra. Comienza con un intento de definir el concepto de espíritu, con la ayuda de las ciencias de la vida y la nueva cosmología que, en el proceso evolutivo, no solo toman en consideración sus aspectos físicos y determinísticos, sino que incluyen lo que es más importante, como la vida, la subjetividad y la conciencia. En efecto, la idea de que el espíritu tiene la misma ancestralidad que la energía y la materia originaria se volvió más convincente cuando se descubrió que la materia no posee solamente masa y energía, sino que tiene también una tercera dimensión: es portadora de información. Una información que, a nivel humano, alcanza un elevadísimo estadio de complejidad hasta el punto de aparecer tal información como conciencia refleja. Y se pregunta Boff: ¿qué es el ser humano-espíritu o el espíritu humano? “Es aquel momento de la conciencia en que él se da cuenta de sí mismo, se siente parte de un todo mayor y se abre al Infinito. El espíritu es el ápice de la autoconciencia”. Y continúa: “Y cuál es la singularidad del espíritu? Reside en su capacidad de crear unidad, de hacer una síntesis de las informaciones y formar un cuadro coherente; es la capacidad de discernir en las partes el Todo y en el Todo las partes”. Se detiene, seguidamente, en las características del ser humano-espíritu, que sintetiza en un constituir un ser de trascendencia, en su conexión con el Todo, en un ser de libertad como autodeterminación, en su capacidad de amar y de perdonar, en su capacidad de compasión, en ser un eterno buscador, y un ser capaz de una gran Síntesis. Es este espíritu una realidad tan sutil y sujeta a tantos percances que debemos cuidarlo celosamente y preocuparnos de preservarlo con todo su carácter infinito; y da una serie de orientaciones para llevar a cabo tal cuidado: considerar la espiritualidad más allá de la religión, la importancia de la meditación, la comunión con el Misterio y con Dios y el cuidado del ambiente social. Y finaliza taxativamente: el nuevo mundo será espiritual o no será.

¿Cómo ha de ser el cuidado en la medicina y en la enfermería? Hay que comenzar ampliando los conceptos de salud, enfermedad y curación, a la luz de la perspectiva venida de la ecología integral y de la nueva cosmología, que ve una conexión entre la Tierra y la humanidad y entre la salud de la Tierra y la salud humana. Para ello, hay que superar el antropocentrismo, que considera la salud, la enfermedad y la curación como cuestiones que conciernen solamente al ser humano, sin tener en cuenta su realidad concreta, relacionada siempre con la sociedad y con la naturaleza; y superar también el sociocentrismo que considera la sociedad como si existiera aparte, fuera de la naturaleza y sin ella. La salud es equilibrio de cuerpo-mente-espíritu-naturaleza; lo que supone ir algo más allá de la definición de la OMS: “Es un estado de total bienestar, corporal, espiritual y social y no solo la ausencia de enfermedad y debilidad”, que no incluye la naturaleza y la muerte. Junto a la vida sana hay que integrar la muerte, con su complejidad, cuidando el luto y las pérdidas y reconociendo la importancia de la espiritualidad para la salud. Algo muy a tener en cuenta a la hora de aportar el cuidado en la medicina y la enfermería, pues este cuidado es la ética natural de los trabajadores de la salud. ¿Qué cuidados requiere un enfermo de quien le atiende? Pues compasión, el toque de la caricia esencial, la asistencia sensata, el que pueda recuperar la confianza en la vida, la ayuda para acoger la condición humana y el acompañamiento en la gran travesía. Y cabe preguntarse por quién cuida al cuidador, que ha de ser la comunidad en la que se halla inserto por su actividad. Es este un capítulo muy cargado de humanidad, muy a tener en cuenta y que merece reposada reflexión.

Y “siendo el cuidado un paradigma que propone un nuevo modo de habitar la Tierra y de organizar las relaciones del sistema-vida, del sistema-sociedad y del sistema-Tierra, es natural que presente también su propia propuesta de educación y de métodos pedagógicos”. Boff distingue, de manera resumida, cuatro momentos en el proceso educativo de nuestra cultura occidental: a) La educación en la edad de la razón: la crítica; b) La educación en la edad de la Técnica: la creatividad; c) La educación en la edad de las opresiones: la liberación; y d) La educación en la edad de la Tierra: el cuidado; en este último bloque es en el que más se detiene, añadiendo el “aprender a cuidar” como uno de los pilares básicos a los que proponía el informe de Jacques Delors de la UNESCO: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a vivir juntos. Y cierra el capítulo con el apartado dedicado a las exigencias de una educación para el cuidado y a la celebración de la vida humana individual.

La obra culmina con una conclusión: una utopía necesaria. Sí, porque, aunque puedan parecer sus propuestas una utopía, hemos de hacerla topía, porque, de lo contrario, nuestro futuro peligra. Y concluye con una nueva génesis, redactada por Robert Müller, el “ciudadano del mundo”; no podía proponer un final más hermoso.

Se trata, en definitiva, de un libro que, como los de Leonardo Boff, no decepciona, nos invita a la reflexión y nos propone pautas de acción encaminada a evitar la destrucción de la Tierra que nos sostiene.


Índice

Introducción

1. El cuidado: la construcción del concepto
1. La urgencia del cuidado
2. La emergencia del cuidado en tiempos de crisis
3. En busca de un concepto de cuidado
4. Dos expresiones del mismo cuidado

2. El cuidado en el proceso evolutivo
1. El cuidado como constante cosmológica
2. Recuperar la razón sensible y cordial

3. Fundamentos filosóficos-antropológicos del cuidado
1. El cuidado en Martin Heidegger: origen y evolución
2. La fábula del cuidado
3. El cuidado como esencia de lo humano
4. El cuidado como precaución y prevención
5. La tarea de la vida: cuidar del Ser

4. El paradigma del cuidado: un nuevo modo de habitar la tierra
1. El cuidado: ¿adjetivo o sustantivo?
2. El cuidado como nuevo paradigma de civilización
a) Los impasses del viejo paradigma de la conquista
b) las ventajas del nuevo paradigma del cuidado
3. Exigencias nuevas del paradigma del cuidado
a) El rescate de la razón cordial
b) La reciprocidad: refundar el pacto natural
c) Los derechos de la Madre Tierra, el respeto y la veneración
d) La justa medida como exigencia del cuidado
e) La autocontención como demanda del cuidado
4. Revisitar la sabiduría indígena ancestral
5. Formas alternativas de producción a partir del cuidado
6. El buen vivir: otro modo de habitar la Tierra
7. El alimento del cuidado: la ecología interior

5. Hacia una ética del cuidado necesario
1. La ética de la justicia y su sustrato masculino
2. La ética del cuidado y su sustrato femenino
3. Justicia y cuidado: una ética integral

6. Cuidar de sí mismo, de los otros, de la Tierra
1. ¿Qué somos como humanos?
2. Cuidar de sí mismo: acogerse jovialmente
3. Cuidar de sí mismo: preocuparse del modo de ser
4. Cuidado como precaución con nuestros actos y actitudes
5. Cuidado de nuestra relación principal: la amistad y el amor
6. Cómo cuidar de nuestra Casa Común, el planeta Tierra

7. Cuidar el propio cuerpo y del cuerpo de los otros
1. La unidad compleja cuerpo-espíritu
2. Las fuerzas de autoafirmación y de integración
3. Los desafíos del cuidado del propio cuerpo
4. El cuidado del cuerpo de los otros, de los pobres y de la Tierra

8. Cuidar de la propia psique y de la psique de los otros
1. El viaje hacia el propio Centro
2. Siento, luego existo
3. La estructura del deseo del ser humano
a) La acogida de la condición humana
b) La construcción de la síntesis personal
c) Cuidado como precaución contra las asechanzas de la vida
d) Cuidado como precaución por la salud social

9. Cuidar del propio espíritu y del espíritu de los otros
1. Qué es el espíritu en la nueva cosmología
2. Características del ser humano-espíritu
a) Un ser de trascendencia
b) La conexión con el Todo
c) Un ser de libertad como autodeterminación
d) La capacidad de amar y de perdonar
e) La capacidad de compasión
f) El eterno buscador
g) Un ser capaz de una gran Síntesis
3. Cuidar del espíritu: vivir la espiritualidad
a) La espiritualidad más allá de la religión
b) La importancia de la meditación
c) La comunión con el Misterio y con Dios
d) El cuidado del ambiente social

10. El cuidado en la medicina y en la enfermería
1. Superación del antropocentrismo y del sociocentrismo
2. Salud: equilibrio de cuerpo-mente-espíritu-naturaleza
3. Vida sana e integración de la muerte
4. Cuidar el luto y las pérdidas
5. La importancia de la espiritualidad para la salud
6. El lugar del cuidado en la medicina y en la enfermería
7. Las actitudes de cuidado
8. ¿Quién cuida al cuidador?

11. El cuidado y la educación en la era planetaria
1. La educación en la edad de la Razón: la crítica
2. La educación en la edad de la Técnica: la creatividad
3. La educación en la edad de las Opresiones: la liberación
4. ¿Dónde quedó el cuidado?
5. La educación en la edad de la Tierra: el cuidado
a) El cuidado: admiración por la belleza y la complejidad de la Tierra
b) El cuidado: fruto de los peligros para la Tierra y para la vida
c) El cuidado: un imperativo categórico ético
6. Exigencias de una educación para el cuidado
7. La celebración de la vida humana individual

12. Conclusión: Una utopía necesaria

Bibliografía

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05/09/2012 Comentarios

Reseñas

The Global Economics of Forestry Yeray Martínez Montesdeoca , 03/09/2012
The Global Economics of Forestry
Ficha Técnica

Título: The Global Economics of Forestry
Autor: William F. Hyde
Edita: RFF Press (Resources For The Future Press)
Colección: Environment/Forestry/Economics
Materia: Economía Forestal
Número de páginas: 476
Encuadernación: Tapa dura
ISBN13: 978-0-415-51828-4 (hbk)
ISBN13: 978-0-203-12269-3 (ebk)
PVP: 99,95 USD (Amazon.com)


En este libro William F. Hyde define el patrón ecológico y económico del desarrollo humano en zonas forestales, desde los primeros asentamientos y talas en la frontera con los bosques prístinos hasta las plantaciones industriales modernas.

A través de sus diagramas Hyde identifica tres estados del llamado “desarrollo forestal”, evalúa el impacto de la gestión y las políticas asociado a cada uno de ellos, apoyando sus observaciones con ejemplos y datos de seis continentes. Tanto de países desarrollados como de aquellos en vías de desarrollo.

Su disertación muestra que las diferencias existentes en estos tres diferentes estados hacen a la selvicultura un caso único en gestión de recursos naturales y que las políticas efectivas requieren de decisiones diferentes o incluso contrarias en cada uno de estos estados.

El análisis realizado por Hyde aporta un amplio abanico de temas tanto a nivel específico, como la fiscalidad o la definición de incentivos a la actividad forestal, como a nivel global global, como las políticas macroeconómicas. También aborda los temas de actualidad: el calentamiento global, la biodiversidad, el turismo y la complejidad de las distintas industrias de productos forestales.

Los capítulos de conclusión revisan el rol de los propietarios forestales públicos, los pequeños y medianos propietarios y las administraciones.

Esta obra alcanza además un especial valor que trasciende la ciencia económica forestal: explica qué puede aportar la selvicultura al mundo del desarrollo y a la conservación del medio ambiente y cómo las políticas diseñadas para otros sectores y la macro-economía pueden ayudar a la selvicultura.


Índice

List of figures
List of tables
Foreword
Preface

1 Introduction

2 The Pattern of Forestry in the Course of Economic Development

3 Forest Development in the Long Run

4 Forest Policy

5 Forest Concessions: A Specialized Topic in Forest Policy

6 The Effects of Trade, Macroeconomics, Growth and Development

7 Industrial Forestry

8 Institutional Investors

9 Non-Industrial Private Landowners

10 Public Landowners

11 Forests and Local Human Communities

12 Summary, Conclusions, Policy Implications

Index


Sobre el autor
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03/09/2012 Comentarios

Reseñas

Preguntas fundamentales de la enseñanza Redacción T21 , 09/07/2012
Preguntas fundamentales de la enseñanza
Ficha Técnica

Título: Preguntas fundamentales de la enseñanza
Autores-Coordinadores: A. de la Herrán, J. Paredes, C. Moral Santaella y T. Muñoz
Edita: Editorial Universitas. Primera edición, Madrid, 2012
Colección: Universitaria
Materia: Educación
Número de páginas: 722 págs.
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-7991-362-5
PVP: 39,50 €


¿Qué pueden aportar destacados representantes de Movimientos de Renovación Pedagógica (MRPs) a la enseñanza actual? ¿En qué coinciden los testimonios de los Catedráticos de Universidad del área Didáctica y Organización Escolar (DOE), los inspectores, los profesionales de la escuela y los representantes de MRPs entrevistados? ¿Hay diferencias entre sus testimonios? ¿Cómo puede haber tanta diferencia en la percepción de algunos investigadores de prestigio del área DOE? ¿Qué piensan los profesionales de la Educación Infantil, Primaria y Secundaria sobre el potencial del área de DOE de cara a su trabajo?

Éste es un texto para la escucha. Da voz y materia a 39 miradas diferentes de transformadores de la enseñanza comprometidos con la educación. Sus casi 500 respuestas pueden ser de utilidad para:

• La docencia de estudiantes del Grado de Maestro de Educación Infantil, de Educación Primaria, del Master de Secundaria, de Pedagogía y Psicopedagogía.
• La formación propia, mediante la reflexión crítica, autocrítica y transformadora de nuestro conocimiento y lo que hacemos quienes tenemos el privilegio de trabajar en la enseñanza.
• La cohesión entre la escuela y la universidad.
• Una mejor vertebración del duro pasado y un futuro pedagógicamente más consciente.

La estructura de la obra permite apreciar los testimonios por preguntas o por autores. Las respuestas forman un collage de conocimiento profundamente cooperativo que orbita, en diferentes planos, alrededor de la enseñanza, el aprendizaje formativo, el currículo, las TICs, la formación, la escuela, la dialéctica sociedad-educación y otros temas perennes como el autoconocimiento, la humanidad y la conciencia, o emergentes, como el conocimiento del cerebro como una base médica de la enseñanza.

Expresan problemas que preocupan, alternativas, sensibilidades y modos diferentes de ver el mismo fenómeno, erudiciones, ignorancias, etc. Lo hacen desde la permanente -aunque insuficiente- necesidad de reflexionar e investigar sobre la práctica. Reflejan el carácter complejo y vivo de la Didáctica y Organización Escolar, reconocida como área científica de referencia.


Índice

Introducción
Listado de Participantes

Primera parte: Preguntas fundamentales de la enseñanza

Pregunta 1. ¿Qué es para ti la educación?
Pregunta 2. ¿Cuáles son a tu juicio las preguntas fundamentales de la Didáctica y la Organización Social?
Pregunta 3. ¿Cuál crees que es el papel que deben jugar las TIC en la enseñanza?
Pregunta 4. ¿Cómo valoras una enseñanza basada en competencias?
Pregunta 5. ¿Para qué enseñar, para qué formar?
Pregunta 6. ¿La enseñanza está evolucionando?
Pregunta 7. ¿Hay aprendizaje formativo sin enseñanza?
Pregunta 8. ¿Entiendes que es suficiente la formación inicial del profesorado que se desarrolla para los distintos niveles educativos?
Pregunta 9. ¿Cuáles son las claves para favorecer el desarrollo profesional de los docentes de los distintos niveles educativos?
Pregunta 10. ¿Por qué el autoconocimiento, la conciencia, la evolución humana, la humanidad (como fuente de identidad, etc. apenas se trata en la formación inicial del profesorado?
Pregunta 11. ¿Por qué el conocimiento del cerebro –como órgano de la razón y de la formación-no forma parte de la formación inicial del profesorado o de la educación?
Pregunta 12. ¿Cuál es el mayor error que los profesores/MRPs/Investigadores [se pidió a cada participante que se identificara con su colectivo de referencia, previamente definido] están cometiendo con la educación?
Pregunta 13. Por favor, ofrece un titular (periodístico) para la Didáctica y Organización Escolar actual, con la mirada puesta en el futuro

Segunda parte. Los protagonistas

A) Respuesta de profesionales de la Educación Infantil, Primaria y Secundaria
Almudena Montesinos Guerrero
Estefanía Rodríguez Manso
Amparo Romero
María del Carmen Díaz Navarro
Isabel Parejo Vázquez
María Isabel González Sánchez
Ana Vanessa Huerta Soria
Paula Belmonte Martín
Jesús Ruiz Gávez
Milagrosa Borrego Vçazquez
Mar Cortina Selva
Francisco Menchén Bellón
Fernando Nuñez Partido
Eduardo Soler Fiérrez

B) Respuestas de representantes de Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP)
Miguel Ángel Aragón Salinas
José Domínguez Rodríguez
Cristina Elorza Ibáñez de Gauna
Felipa García García
Mª Ángeles Llorente Cortés
Andrés Nuñez de Lemus
Julio Rogero Anaya
Pere Torres López

C) Respuestas de investigadores del Área de Didáctica y Organización Escolar
Tania Muñoz Álvarez
Nivia Álvarez Aguilar
Jesús Asensi Díaz
Juan Bautista martínez Rodríguez
Antonio Bolivar Botia
Agustín de la Herran Gascón
Araceli Estebaranz García y Pilar Mingorance Díaz
Manuel Fernández Cruz
Félix Eugenio González Jiménez
Joan Mallart Navarra
Antonio Meina Rivilla
Cristina Moral Santaella
Wolfgan Müeller-Commichau
Joaquín Paredes Labra
Miguel Ángel Santos Guerra

Conclusión


Datos de los Coordinadores

Agustín de la Herrán Gascón www.uam.es/personal_pdi/fprofesorado/agustind/. Pedagogo. Profesor Titular de Universidad (UAM). Investiga en estas líneas: Educación, Formación y sus Sentidos; Antecedentes dela Enseñanza Actual y de la Enseñanza Posible; Formación del Profesorado; Formación para la Inclusión Laboral; Metodología Didáctica; Didáctica de la Creatividad, de la Motivación y del Trabajo Intelectual; Educación para el Descondicionamiento, el Autoconocimiento, la Evolución de la Conciencia Humana, la Humanidad, la Universalidad; Pedagogía de la Muerte, etc. Ha recibido varios premios y reconocimiento por su trayectoria académica, docente e investigadora.

Joaquín Paredes Labra www.uam.es/joaquin.paredes. Doctor en Pedagogía. Profesor Titular de Universidad (Universidad Autónoma de Madrid, España) Fue Vicedecano de la Facultad de Educación, Director del Departamento de Didáctica y del Posgrado de Educación de la UAM. Investiga y enseña sobre alfabetización digital, los usos de las TIC en Educación Primaria y Educación Secundaria y la contribución de las TIC a la docencia universitaria. Sus últimos libros son Didáctica General (2008, McGrawHill), La innovación educativa (2009, Síntesis, y Cómo enseñar en el aula universitaria (2010, Pirámide).

Cristina Morán Santaella. Profesora Titular del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Ciencias de la Educación (Universidad de Granada) Dedicada a la investigación sobre formación del profesorado y autora de varias publicaciones relacionadas con esta temática como Formación para la Profesión Docente, Fundamentos para una Práctica Reflexiva en la Formación Inicial del Profesorado, o Didáctica, Teoría y Práctica de la Enseñanza.

Tania Muñoz Álvarez. Doctoranda en Ciencias de la Educación. Profesora de Educación Primaria (especialidad: Educación Física). Nutricionista. Máster en Calidad y Mejora de la Educación. Máster en Innovación, Evaluación y Calidad en Educación Física. Experiencia profesional relacionada con la actividad física. Maestra de Yoga e instructora de Pilates suelo y máquinas. Su interés investigador está enfocado a la dialéctica conciencia-formación en Pedagogía. Es autora y coautora de artículos sobre educación y ha participado en diversos congresos internacionales. Actualmente es miembro del grupo de investigación FORPROICE (UAM)







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09/07/2012 Comentarios

Reseñas

Biotecnología… ¿Qué te cuento? Redacción T21 , 05/07/2012
Biotecnología… ¿Qué te cuento?
Ficha Técnica

Título: Biotecnología… ¿Qué te cuento?
Autora: María Fabiana Malacarne
Edita: Editorial Hélice. Madrid. Primera edición, 2012
Ilustraciones: María del Puy Jiménez
Serie: Tangente/Qué
Materia: Cuento
Número de páginas: 56 págs.
Encuadernación: Rústica, cosida al hilo
ISBN: 978-84-92914-11-1
PVP: 18,00 €



Este libro de cuentos, que tiene de extraordinario que es “cuento y es científico”, su autora se lo dedica a su papá que siempre apoyó su emprendimiento. Gracias a ese apoyo generoso y desinteresado que hacen los papás y las mamás, los niños y las niñas crecen aprendiendo lo esencial de la vida. Esa es la verdadera misión de los adultos, acompañar a los recién llegados, dejando que se adentren en la aventura de vivir, para que descubran sus talentos y, en una mágica cadena instintiva, enseñen, a sí mimo, a los nuevos que se incorporan a la vida, lo que ellos han aprendido. Así lo hace Maria Fabiana Malacarne con esta historia verdadera llamada “Biotecnología… ¿Qué te cuento? que se acerca a los “novatos” en su lenguaje. Lenguaje que también sabe interpretar, con sus ilustraciones, María del Puy Jiménez.

Nuevos personajes de historias cotidianas se presentan en estas páginas, que reúnen trece cuentos, provocando las capacidades de los niños para darles vida y asimilar la información abstracta que ocultan. Son la reina Recapo, Pepe Eritrocito, los ARNitos, Zeíta, la familia Estreptococo, Doña Penicilina, John Thiobacilo, Algodoncita, el Sr. Jabonoso, Manuelita Bacterita, el profesor Bigotín, Yuquita...etc. etc.

Los conceptos científicos ofrecidos en el contexto de un cuento, se lee en la contraportada, son más fácilmente comprendidos y recordados. Un cuento representa un formato que impregna la experiencia humana desde los primeros días de nuestra existencia, mostrándonos héroes y villanos, vocabulario, conceptos y hasta razones para la esperanza.

Con este libro dedicado a los más pequeños, se quiere facilitar la comprensión de la Biotecnología a través de cuentos cortos, divertidos e ilustrados, que parten de situaciones conocidas o cotidianas, como el hecho de lavar la ropa o de la correcta alimentación, y explican, en dos o tres páginas, aplicaciones actuales de la ciencia y de la tecnología, por ejemplo cómo se usan enzimas para quitar las manchas o cómo se produce el arroz dorado reforzado con provitamina A y hierro, respectivamente.

Es primordial despertar la curiosidad científica de los niños de una manera natural para que aprendan a preguntarse sobre las cosas que les rodean, desarrollando su capacidad de análisis y comprensión. Asimismo estos cuentos darán al adulto un punto de partida para un sinnúmero de actividades complementarias.


Índice

Los tres ARNitos
Érase una vez en el reino Copión
¡Guerra a la Mafia!
¡Bacterias unidas, fermentan la comida!
Los descubrimientos de Pepe Eritrocito
Algodoncita y los gusanos
¿Qué desayunamos hoy?
¿Palomitas o gasolina?
Lavando, lavando y con las enzimas a la mugre dando
No todo lo que brilla es oro… puede ser arroz
Las muelas de Manuelita
Y mi padre… ¿dónde está?
La vaca Sifrina


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05/07/2012 Comentarios

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Redacción T21
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