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Diccionario de los símbolos Juan Antonio Martínez de la Fe , 21/02/2023
Diccionario de los símbolos
Ficha Técnica

Título: Diccionario de los símbolos
Autores: Mircea Eliade y Ioan Petru Couliano
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2022
Colección: Fragmentos
Traducción: Roser Homar
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 936
ISBN: 978-84-17796-71-6
Precio: 39,50 euros

Ernst Cassirer caracterizó al ser humano como homo symbolicus y que, para comprenderlo, era necesario analizar su mundo simbólico. De ahí que Jacques Vidal, en la introducción a esta obra, afirme “que la experiencia simbólica atañe profundamente al hombre, le permite abrirse, contraer una alianza, descubrir el misterio y la contemplación”.

Este capítulo introductorio, que Vidal titula Descubriendo el símbolo, constituye un preámbulo más que conveniente para introducirse en el contenido de esta obra, que recorre, de manera detallada, una importante selección de conceptos, elevados a la categoría de símbolos, que nos hace más asequible el alto número de volúmenes que constituye el diccionario de Mircea Eliade.

Definir el símbolo

Son varias las definiciones que, tomadas de diferentes autores que han profundizado en el tema, nos ofrece Vidal. De cada una de ellas destaca algún aspecto que nos ayuda a mejor comprender el alcance de lo que constituye el símbolo.

Así, por ejemplo, aporta la definición dada por André Lalande: “El símbolo es cualquier signo concreto que evoque, en una relación natural, algo ausente o que es imposible percibir”.

Se trata de una definición sencilla y, sobre todo, clara, que nos permite deducir que todo símbolo es un signo concreto, no abstracto, no una alegoría: es una realidad. Es un signo que se abre para conducir a otra cosa, pues señala a una ausencia que, paradójicamente, connota una experiencia de presencia. Y más aún: el símbolo llega a sobrepasar al signo, pues no trata solo de un significado, sino que también es un camino hacia lo que señala.

Otra definición de símbolo es la que nos ofrece Gilbert Durand y que trae Vidal a estas páginas: “El símbolo es una representación simbólica que hace emerger un significado secreto, es la epifanía de un misterio”. Es decir, encierra el símbolo un contenido en un más allá.

Enlaza así con la mística, pues esta no puede vivir sin un lenguaje que supere el lenguaje racional, como es el lenguaje simbólico.

Símbolo dinámico

Analiza seguidamente Vidal la dinámica del símbolo, confrontándolo en primer lugar con la imagen; a este respecto, y siguiendo a Mircea Eliade, afirma que el símbolo no funciona en objetos, sino en imágenes. Utiliza el ejemplo aportado por Nietzsche: Cuando Zaratustra tenía treinta años, dejó su patria y el lago de su patria y se dirigió a la cima de la montaña.

Y analiza las imágenes y los símbolos. Así, la patria es el lugar de su tranquilidad, como lo es la superficie quieta del lago. La patria y el lago de su patria remiten a aquello que resulta familiar; así, pues, las palabras se transforman en imágenes y símbolos.

Analiza, también, las imágenes primordiales o arquetipos, explicando cómo estas conducen a los arquetipos, utilizando el lenguaje de la profunda psicología de Jung. Según esto, todos los objetos, convertidos en imágenes de la conciencia, serían atraídos hacia nosotros “por alguna fuente fundamental, por alguna impronta, algún arquetipo”.

Aborda seguidamente el significado de las imágenes, su funcionamiento. Habla de la correlación existente entre el mundo externo que estas nos ofrecen y nuestro mundo interior; dos mundos que se conjugan en una especie de relación por la que se revela el sentido creador del hombre, un sentido que realizan los grandes místicos y religiosos.

Pone el ejemplo de quien pinta un árbol. Lo que el artista ha querido comunicar va más allá del árbol; es luego el espectador, el hombre, quien crea esa unidad entre esa imagen y su propio mundo interior. “Esta unidad y esta totalidad, si se combinan, realizan una experiencia de trascendencia, una trascendencia de creación”.

Voces del Diccionario

Tratándose de un diccionario, es evidente que se trata, fundamentalmente, de una obra de consulta, visitando sus diferentes entradas. Es imposible, pues, reseñar, siquiera someramente, todas y cada una de las voces que contiene. Eso sí: cada una de ellas mantiene una similar estructura; comienza con una descripción del concepto seguida de un análisis con las manifestaciones en diferentes culturas y tiempos, para finalizar con una bibliografía selecta que ayude al lector a profundizar en ese campo concreto. Aquí ofrecemos unos pocos ejemplos que sirvan de orientación a quien pretenda indagar en esta obra.

Águilas, halcones y serpientes

Los dos primeros términos aparecen juntos en el diccionario, mientras que las serpientes cuentan con su propia entrada, aunque aquí las comentamos unidas por la contraposición que suele haber entre estos animales.

El valor simbólico de águilas y halcones es el de la rapidez, habilidad en el vuelo y saña, por lo que se asocian a diferentes divinidades y principios religiosos. Aquí el autor hace un recorrido por las culturas de iroqueses, sirio-babilonios, olmecas, etc. Un símbolo adicional viene referido a la muerte, pues se las considera aves que transportan los muertos hacia el cielo; al que se puede añadir el de mensajeros y enviados de los dioses o, entre los cristianos, como oración que se eleva a las alturas de la divinidad. No faltan quienes las asocian con la guerra, la majestad divina, la superioridad del intelecto por encima de lo físico o de la fuerza espiritual. Como se puede apreciar, gozan de un amplísimo contenido simbólico.

De donde nace la oposición entre estas aves y la serpiente. Desde luego, la naturaleza enigmática y ambivalente de estos reptiles ha impulsado a los seres humanos a juicios contradictorios, ya que se los considera malvados y capaces de provocar la muerte, por un lado, mientras que por otro encarnan poderes benéficos e, incluso, divinos. Como ejemplo de ello, se aporta la Biblia, donde simbolizan la muerte en el Génesis, consecuencia de su tentación a Eva, y como símbolo de vida, como ocurre con la serpiente de bronce en Números.

En muchas culturas, se asocia la serpiente al principio del mundo o, incluso, conectada con los antepasados, como se aprecia en los monolitos del Neolítico francés, mientras que en África, Asia y Oceanía se la asocia con el alma.

Otro aspecto interesante es la consideración de la serpiente como conocedora de todos los misterios e, incluso, con la astucia, como cuando Jesús recomienda ser astutos como ella, o con la prudencia, tal y como ocurre en los báculos de los obispos coptos y bizantinos. Por su parte, Mircea Eliade le atribuye un significado lunar, como una epifanía de nuestro satélite, mientras que, en algunas culturas, se le imputa un significado fálico. No podemos olvidar que la profesión médica utiliza como símbolo un báculo con serpientes enroscadas a su alrededor, fruto de la atribución de poderes curativos que se transmitió de Siria a Grecia y Roma.

Cánidos

Es el perro, o a veces otros cánidos como el chacal o el lobo, otro animal al que se le otorgan características simbólicas en los mitos y tradiciones de pueblos de todo el mundo.

Por lo general, es ambivalente la función de símbolo que presenta el perro; como compañero de pastores y cazadores, significa fidelidad y vigilancia; pero, al ser consumidor de restos, se le considera un animal peligroso e impuro. Esto ocurre, especialmente, en la tradición islámica, donde, cuando se presentan de color negro, se les considera símbolo del diablo o del alma carnal.

También se le asocia con el sol y con la luna. Incluso, se le considera una divinidad, como ocurre entre los aztecas. Sin embargo, más que encarnar una divinidad, es más frecuente que se le asocie como acompañantes de diversas divinidades para el desempeño de sus funciones. Se llega, incluso, a considerarlo como un héroe cultural en la cultura maya.

Pero hay quienes van más lejos incluyendo al perro entre los ancestros de algunos pueblos, que se consideran descendientes de la unión de una divinidad con uno de estos animales.

También ha sido utilizado el perro como elemento esencial en algún sacrificio ritual, como, por ejemplo para obtener la pureza, para la expiación de determinadas conductas como el adulterio o el incesto; o, incluso, para satisfacer la responsabilidad adquirida por la muerte de un ser humano o como intermediario para evitar catástrofes.

Se destaca generalmente su papel de acompañante, especialmente para el viaje al más allá tras la muerte, por lo que no era raro que fueran enterrados junto con el difunto al que, no solo le servía de acompañamiento en su tránsito, sino que, además, cumplía una función de guía o de guardián.

Tanta es su carga simbólica que no siempre se hace uso de la totalidad de su cuerpo, sino que algunas partes suyas sirven para realzar simbólicamente alguna cualidad; tal es el caso, por ejemplo, del dios Anubis, cuya cabeza pertenece a un perro o a otro cánido, el chacal.

Destacar, finalmente, cómo entre los celtas el perro no está conectado solo con la muerte, sino que juega un destacado papel en los cultos de curación y fertilidad, o cómo en los misterios helenísticos el perro de la diosa señalaba el camino hacia la vida eterna.

Concluyendo

Aquí se ha recogido, sucintamente, el contenido de tres voces del diccionario, únicamente como ejemplo de lo que se puede encontrar el lector al introducirse en la obra.

Pese a que su presencia como diccionario invita a ser utilizado como libro de consulta en momentos determinados, su lectura completa no debe de ser menospreciada. El importante acceso a aspectos simbólicos de representaciones o realidades que nos rodean continuamente unido a una lectura muy accesible y amena, hacen de esta obra una fuente de grata lectura.

La selección de ítems que componen su contenido, evidentemente, por muy cuidadosa y esmerada que sea, no exime de la consulta a la extensa obra de Mircea Eliade; pero sí hace del libro una excelente aproximación capaz de satisfacer la curiosidad más inmediata de un lector interesado en esta temática. A tal fin, se aporta seguidamente el conjunto de entradas de tan interesante diccionario.

Índice

Descubriendo el símbolo, por Jacques Vidal
Mensaje del símbolo
Símbolo y apertura
Símbolo y alianza
Símbolo y misterio
Símbolo y contemplación
La dinámica del símbolo
Símbolo e imagen
Imágenes corrientes
Imágenes primordiales: los arquetipos
El significado de las imágenes
Bibliografía

Agua.- Águilas y halcones.- Alimentación.- Ancla.- Animales.- Árbol.- Astrología.- Axis mundo

Bebida.- Bendición.- Búhos y lechuzas.

Caballo.- Cabellos.- Casa.- Cerveza.- Cenizas.- Centro del mundo.- Cielo (hierofanías celestes).- Cielo (mitos y símbolos).- Círculo.- Cisne.- Colores.- Corazón.- Corona.- Cruz.- Cuernos.- Cuerpo humano.

Danza.- Derecha e izquierda.- Desierto.- Diamante.- Don.- Dragón.- Duplicidad.

Elefante.- Elixir.- Enigmas y paradojas.- Erizos y puercoespines.- Espada.- Espejo.- Esputo.- Estrellas.

Flor.- Fuego.- Fuente.

Gallo.- Gato.

Hada.- Huesos.- Huevos.

Incienso.- Insectos.

Jade.- Jaguar.- Jardín.- Joyas.- Juego y competición.

Laberinto.- Lágrimas.- León.- Levadura.- Llave.- Lluvia.- Lobo.- Luz y tiniebla.- Luna.

Mano.- Mono.- Montaña.- Muchacho.

Números

Oro y plata.- Ovejas y cabras.

Pájaros.- Peces.- Peregrinación.- Perla.- Perro.- Piedras.- Pies.- Portal.- Puente.

Ranas y sapos.- Redes y velos.- Ruido y percusión.

Sal.- Señales y alteraciones corporales.- Serpiente.- Sol.- Sueño.

Tabú.- Tejidos.- Tierra.- Torres.- Tortugas.- Tótem.

Vegetación.- Voto y juramento.- Vuelo.


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21/02/2023 Comentarios

Reseñas

Tentativas sobre el vacío. Ensayos de estética y religión Juan Antonio Martínez de la Fe , 27/01/2023
Tentativas sobre el vacío. Ensayos de estética y religión
Ficha Técnica

Título: Tentativas sobre el vacío. Ensayos de estética y religión
Autor: Amador Vega
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2022
Colección: Fragmentos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 720
ISBN: 978-84-17796-63-1
Precio: 39 euros

“Los excesos de silencio son los pasos dados en el vacío cuando se intenta abandonar el silencio como forma extrema de expresión, sea lingüística o plástica”; y, más adelante: “Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo: esto es lo místico”.

Estos textos, insertos en la introducción que Amador Vega hace a su libro, nos pueden apuntar la idea del contenido de este conjunto de ensayos, publicados de la larga trayectoria intelectual del autor.

En efecto, reunir estos textos le ha servido para construir un relato que imponga algún significado a su trayectoria; aparte de que no constituyen unos documentos que para él tengan un significado unívoco y conclusivo, sino que continúan interrogándole.

Así, pues, el libro se presenta como una reunión y selección de estudios sobre estética y religión, asunto al que Amador Vega ha dedicado una gran parte de su actividad intelectual, desde su tesis doctoral y al que no ha dejado de prestar atención.

Estos materiales, inicialmente dispersos, se presentan ahora convertidos en capítulos de este libro, sin conservar un estricto orden cronológico, pero mostrando una íntima ligazón entre sí. Es de advertir que sí han sido revisados y que han sufrido pequeñas modificaciones estilísticas, ortográficas o gramaticales que no alteran su contenido; a lo que se suman algunos cambios de tipo formal que el autor justifica adecuadamente.

Sería muy prolijo para el espacio de una sencilla reseña poder analizar y detallar todos y cada uno de los profundos capítulos que constituyen la obra; de ahí que se procurará ofrecer unas pinceladas de algunos de ellos que sirvan de invitación a sumergirse en una lectura a fondo de sus contenidos.

La Escuela de Kioto

Así, en el primer capítulo, dedicado a los Jardines de Kioto, de camino a la filosofía, asistimos a los fundamentos de la Escuela de Kioto, partiendo de la trayectoria de Kitaro Nishida, el primero de los filósofos del Japón moderno.

Nishida intentó una aproximación a la vida religiosa partiendo de algunas de las categorías de la filosofía occidental; eso sí: teniendo siempre presente el contexto budista en el que creció.

Núcleo central de su obra es el yo, al que no se trata de aniquilar, sino de desplazarlo de su propio centro y llevarlo hacia una unidad objetiva: “la necesidad de religión es la necesidad de la unidad de la conciencia y, además, la necesidad de unirse con el universo”, dice Nishida.

¿De dónde nos llega la pregunta por la religión?, se cuestiona el filósofo japonés. A lo que se responde que de una confrontación con nuestra conciencia, cuando esta manifiesta la absoluta contradicción que se da en la base de nuestra existencia. De ahí, volviendo al yo, que la esencia de la religión resida en una problematización del yo, más que en un sentimiento de creatura, que radica en la autopercepción de la muerte.

El vaciamiento del yo alude al nihilismo; un nihilismo que no es exactamente igual en un planteamiento de la filosofía occidental que en el budismo. El nihilismo europeo sería el resultado de sustituir a Dios por un yo autónomo y racional sostenido sobre el vacío de la existencia; desde una perspectiva budista, ese vacío en la base se identificaría con la divinidad, es decir “con el despertar de un yo real, un sí mismo que sacrifica al yo perceptivo, pasivo, para convertirse en un yo activo”.

Este nihilismo místico y filosófico fue retomado con algunas variantes por sus discípulos, como es el caso de Ueda. Tema que es recogido y estudiado ampliamente por el autor.

La experiencia religiosa

Un segundo capítulo lleva por título La tumba vacía o el fundamento de la experiencia religiosa, que arranca con el siguiente párrafo: “La ausencia de revelación aparece como la expresión más peculiar de una hermenéutica de la experiencia religiosa en el siglo XX y, en general, de la Modernidad”.

La aproximación al tema que hace Amador Vega parte de la negatividad como una característica cultural de nuestra actual conducta reflexiva; pero eso no significa que haga concesiones a las corrientes de pensamiento sobre la muerte de Dios, tan propias de la Modernidad.

Incide el autor en el pensamiento de Nishitani, haciendo hincapié en la diferencia entre el nihilismo europeo y el asiático, relativo el primero y absoluto el segundo que se asienta sobre la nada entendida como vacío y principio de toda realidad subjetiva y objetiva.

Afirma que, respecto a un diálogo de las religiones, se hace más urgente establecer los fundamentos de una hermenéutica de las religiones que “integre más que supere, tanto el principio ontológico de la realidad como el fundamento nihilista de esta realidad”.

Dedica el autor varios párrafos a comparar características del cristianismo y del budismo, partiendo de la imagen de la tumba vacía que encontraron las mujeres que acudieron al sepulcro de Jesús, una imagen estrechamente vinculada con la experiencia de auto-vaciado y autorrebajamiento de la divinidad. Una imagen que refleja un estado de normal ausencia de Dios con la que tiene que vivir el hombre en la historia, pues ha dejado de ser presente.

Y afirma: “Esta ausencia voluntaria parece haber abierto la posibilidad de un discurso sobre lo sagrado en el mundo moderno, que soslaya el religioso, más incierto”.

También estima que, para una comprensión satisfactoria del fenómeno religioso en nuestro mundo, es necesario desentrañar la relación entre Creador, creatura y mundo creado (incluso, pese a la ausencia del Creador en el pensamiento del siglo XX), a la luz de los modelos de la propia tradición.

Entra aquí en juego el arte. La historia de la abstracción en el siglo XX ofrece una comprensión de los procesos religiosos al margen de las elucubraciones tanto de teólogos como de filósofos de las religiones; si estos encuentran dificultades para definir el tipo de aproximación a lo sagrado, tanto la poesía como el arte del pasado siglo muestran la situación de ausencia y ocultación de lo sagrado en lo profano y no parecen alejarse de la herencia medieval cristiana.

Y concluye este capítulo con el siguiente párrafo: “Es la negatividad de la mística, que incluye lo revelado ocultado, la que puede mostrar el camino de una hermenéutica de la imagen de Dios, pues, lejos de buscar nuevos modelos, vuelve sobre la propia tradición religiosa, a la espera de seguir balanceándose entre sus extremos más creativos”.

Un poema del Maestro Eckhart

Sobre estos aspectos profundiza el autor en el capítulo tres de la obra, que sería prolijo comentar en el corto espacio de una reseña. Razón por la que, aleatoriamente, optamos, para cerrarla, por comentar el capítulo quince, El grano de mostaza: una poética del nacimiento.

En él, se alude a la literatura alternativa a la teología de la Iglesia, para detenerse y profundizar en un poema en ocho estrofas atribuido al Maestro Eckhart, titulado Granum sinapis de divinitate pulcherrima, que, evidentemente, remite a la parábola evangélica del grano de mostaza. Es un poema que busca, al parecer, provocar la conversión del alma mediante el estado de abandono: es la pobreza o desnudez espiritual el lugar de encuentro y unión del alma con Dios.

Amador Vega va desgranando estrofa a estrofa este profundo poema. Así, señala cómo la primera de ellas indica el modo en el que el lenguaje encuentra su expresión y sentido; la comprensión de qué sea la divinidad encuentra su más adecuada formulación en la teología distintiva que es característica de la gramática trinitaria.

Por su parte, la segunda estrofa es el contrapunto de la primera: la teología, ya no distintiva, sino unitiva de la divinidad. La tercera nos presenta a la Trinidad, anudada por el amor, como el aspecto pasional; también aquí se aborda el problema del mal.

La cuarta está dedicada a la inteligencia espiritual, destinada a diluir cualquier tentativa deductiva y lógica, superando la actividad de las facultades racionales. Concepto que amplía la quinta estrofa donde se expone que “la inteligencia racional no opone ni enfrenta los conceptos, porque ya han dejado de ser conceptos y de tener sentido, para presentarse en su realidad inmediata en la experiencia”.

La paradoja ocupa el tema central dela sexta estrofa, centrada en los aparentemente contrarios lejos-cerca y luz-tinieblas; concretamente, la primera de estas dos produce inquietud, ya que excita la salida de nosotros mismos para encontrarnos en nosotros mismos.

En la séptima estrofa se nos muestra cómo la pobreza es la sabiduría que nos lleva a la ignorancia, entendida como una nacer de nuevo desconociendo todo lo aprendido hasta ahora, desformando y descreando, dice el autor, todo aquello en lo que hemos sido formados y creados.

Finalmente, la última estrofa del poema nos señala el rastro de Dios que nos conduce a la unión mística; una unión en la que no hay encuentro, pues este consiste en un desencuentro como expresión de la muerte definitiva del alma; así, ya pobres de todo ser, podemos hundirnos, pobres de todo ser, en Dios, en la nada, en el abismo.

Concluyendo

Nos encontramos ante un libro profundo, como corresponde al largo período experiencial de su autor. Lo que explica la imposibilidad de plasmar su contenido en unos pocos párrafos. Las líneas que preceden no dejan de ser unas simples pinceladas que dejan de lado muchos temas abordados por Amador Vega, tales como el misticismo, el arte, la filosofía japonesa y budista, etc., que son magistralmente expuestos.

El lector hallará en estas páginas motivos más que sobrados para su reflexión sobre aspectos muy variados del objeto de la obra: los ensayos sobre estética y religión. Y, por supuesto, los acertados comentarios sobre artistas y escritores.

Cuenta el libro con varias ilustraciones, algunas de ellas en color, que se encuentran en un cuadernillo aparte en el centro de la obra; ilustraciones que ayudan, indudablemente, a completar los contenidos expuestos.

Con toda seguridad, el lector no saldrá defraudado de las expectativas que se alumbran ya en el título del libro.

Índice

Introducción. La tentación de lo negativo

1. En los jardines de Kioto. De camino a la filosofía
2. La tumba vacía o el fundamento de la experiencia religiosa
3. Ambigüedades de lo sagrado en el arte: nuevos elementos de estética y religión
4. Hacia una hermenéutica de la negatividad
5. La irrupción de la invisibilidad en la pintura de Rothko
6. Desnudar la imagen: materiales para una estética apofática en el Maestro Eckhart
7. Anish Kapoor y la herida que cura
8. Mark Rothko y Pierre Soulages; escenarios de lo invisible
9. Imaginación nocturna y contemplación estética: Bill Viola, lector de San Juan de la Cruz
10. Jorge Oteiza con las manos vacías
11. Imperceptible analogía en el arte: las metáforas forestales de Ramón Llull y Perejaume
12. Conversaciones extáticas: Llull con Dalí
13. Lenguaje y destrucción
14. Miguel de Molinos: post scriptum
15. El grano de mostaza: una poética del nacimiento
16. El lenguaje excesivo de Angelus Silesius
17. Paul Celan. Lección de tinieblas
18. Rilke y el final de la Elegía
19. El teatro de Valère Novarina: vías negativas.
Parte I: La reversabilidad del espíritu
Parte II: Dramaturgia del hálito en seis actos
20. Epílogo bizantino

Nota de la edición, por Sergi Castellà Martínez
Bibliograafía
Índice de autores
Índice de figuras


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27/01/2023 Comentarios

Reseñas

La memoria de los peces y otras historias científicas sobre los seres del mar
Ficha Técnica

Título: La memoria de los peces y otras historias científicas sobre los seres del mar
Autor: Jorge Bolívar
Edita: Guadalmazán, Madrid, 2022
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 382
ISBN: 978-84-17547-84-4
Precio: 20,85 euros

La editorial Guadalmazán viene desarrollando una interesantísima, a la par que importante, labor de divulgación científica. Sus libros cuentan con un extenso panel de especialistas en diversos temas, capaces, a la vez, de llevar al gran público los contenidos de conocimientos propios de los profesionales.

Aquí hemos tenido la oportunidad de dar cuenta de varios de esos títulos, entre otros: el delicioso Eso no estaba en mi libro de botánica; la oportuna Historia de los volcanes, cuando las imágenes de la erupción de Cumbre Vieja en La Palma inundaban los informativos del país; la Historia de las telecomunicaciones, tan fundamentales en nuestra historia desde aquellos tiempos en que usábamos las señales luminosas de las hogueras para dar noticia de destacados sucesos.

En esta ocasión, de la mano de Jorge Bolívar, nos sumergimos, nunca mejor dicho, en variadas historias científicas sobre los seres del mar. Un libro que no se aleja de los objetivos divulgadores que se marca el sello editorial.

El agua

Y antes de bucear junto a las maravillas que nos ofrecen los habitantes del mundo acuático, el autor nos ofrece una interesante introducción sobre el medio que los acoge: el agua. Un elemento que nos es tan familiar y del que, habitualmente, desconocemos muchas peculiaridades.

Por ejemplo, es un gran disolvente, como lo califica el autor, el disolvente definitivo. Por otro lado, constituye uno de los pocos elementos más densos en estado líquido que en estado sólido. Y, estando compuesta por hidrógeno, uno de los elementos más inflamables que existen, y oxígeno, el mayor facilitador de explosiones, sin embargo no solo no explota, sino que sirve para apagar el fuego. Y, en esta línea, Jorge Bolívar nos va desentrañando aspectos singularísimos de este elemento en el que nació la vida.

La memoria de los peces

Cuando observamos los peces en el fondo del mar, pocos podríamos pensar que esos seres que nos parecen carentes de inteligencia, tienen, en muchos casos, una sorprendente memoria, al menos, en la instintiva; un fenómeno que no debería de sorprendernos, ya que los peces existen mucho antes que los mamíferos, a los que atribuimos algún grado de inteligencia. Por ejemplo, recuerdan dónde esconderse ante los depredadores, cómo encontrar comida o cuál es el mejor sitio para el apareamiento. Y un caso especial lo vemos en los salmones, capaces de recordar su lugar de nacimiento para, abandonando su medio salino, atravesar agua dulce remontando los ríos: tienen claro adónde dirigirse.

¿Y qué decir de los tiburones? Pues que tienen un cerebro de gran tamaño en relación con el cuerpo y que, por otro lado, tiene una forma especial de Y al extenderlo; y, además de los cinco sentidos que tenemos los humanos, cuentan con sensores de electrorrecepción y detectores de presión: son capaces de captar, localizar e identificar los diminutos campos eléctricos que producimos los seres vivos al movernos.

Plancton y medusas

Y si descendemos al microcosmos imperceptible a nuestra vista, podemos asombrarnos de su riquísima existencia y de la importancia que tiene, no solo para los animales que pueblan los mares, sino, también, para el resto del planeta. Nos estamos refiriendo al plancton

Si con un dedal recogemos más o menos un centímetro cúbico de agua de mar, ahí habrá, aproximadamente, medio millón de seres vivos; se trata de organismos diminutos, herederos directos de las células primitivas que dieron origen a la vida. Eso es el plancton: “un conjunto de organismos acuáticos que no tienen capacidad de moverse por sí mismos y flotan arrastrados por las corrientes”. Constituye la base de la pirámide alimenticia. Pero no se queda aquí; el autor nos descubre las muchas propiedades, fundamentalmente necesarias, para la vida en el planeta que abriga este abigarrado conjunto de diminutos seres.

Y del plancton nos lleva Bolívar a esos hermosos estómagos flotantes que son las medusas. Unos organismos de los que nos alejamos por las consecuencias que nos puede acarrear sufrir el roce con alguno de sus rejos. Son unos seres tan simples que pueden ser considerados como unos fósiles vivientes. Su anatomía es muy sencilla: se reduce a un estómago enorme que alcanza el noventa por ciento de su volumen corporal. De ellas existen unas dos mil especies diferentes, de las que unas cincuenta son letales para los seres humanos.

Las profundidades oceánicas

También, guiados por las páginas de este libro, nos sumergimos a profundidades a las que hasta tiempos recientes no se había podido descender. Ellas han dado pie a numerosos documentales, reportajes gráficos e, incluso, películas donde la imaginación nos arrastra a peligrosas aventuras.

Esas profundidades abisales constituyen un mundo aún muy desconocido para nosotros. En ellas hemos podido ver seres muy variados, algunos cuya imagen nos despierta miedosos horrores, mientras que otros nos admiran por su singular belleza. Allí desarrollan su existencia más de 17.500 especies diferentes, muy difíciles de poder observar en nuestro medio, ya que no pueden sobrevivir en nuestras condiciones ambientales. Es un capítulo que merece una detenida lectura.

Bancos de peces

Uno de los espectáculos más armoniosos que podemos observar lo constituyen los cardúmenes de peces que nos deslumbran con los plateados reflejos de su permanente danza marina. Tienen un curioso comportamiento social que los lleva a agruparse en bancos, que tienen una doble característica: ser, por un lado, las presas de peces más grandes (por lo que se hallan muy abajo en la escala alimenticia) y contar con una exagerada cantidad de huevos en sus puestas. Y una tendencia curiosa, que actúa como mecanismo de defensa: los individuos se agrupan por tamaños; en un banco de peces, todos los individuos tienen las mismas dimensiones y se mueven coordinadamente a una distancia milimétrica que mantienen durante sus evoluciones.

Mamíferos y gigantes marinos

Ya es de todos conocido que no solo los peces habitan los mares. También el agua marina es el hábitat de algunos mamíferos como nosotros. Plantea el autor que se trata de seres que, evolutivamente, tras un período de vida fuera del mar, optaron por regresar a él, adaptándose de nuevo a su originario medio.

Existen en la actualidad unas ciento treinta especies de mamíferos marinos en las que se puede observar los diferentes grados de adaptación evolutiva a la vida en el mar. Algunas, como las nutrias, pocas diferencias presentan con animales terrestres, mientras que otras, como acontece con los delfines, nos parecen auténticos peces.

Y si hemos podido saber algo más de los diminutos seres que habitan los océanos, también hay que hablar de los gigantes que con ellos comparten hábitat. Por ejemplo, el autor nos habla del calamar gigante, cuya existencia era considerada casi como una leyenda hasta que ejemplares pudieron ser vistos y sometidos a investigación; aunque nunca se ha podido capturar un adulto vivo, sino, a lo sumo, crías enfermas nadando en las costas. El mayor del que hay constancia debió de medir veintiún metros de largo, con un peso de unos doscientos setenta y cinco kilos.

También el autor nos lleva a contemplar las ballenas, de las que las hay de diferentes tamaños; y con ellas, delfines, rorcuales, cachalotes, etc. Son especies sometidas a una enorme presión de capturas, sin tener en cuenta que estas ballenas desempeñan un papel esencial en los ecosistemas marinos; por ejemplo, al consumir tantos crustáceos consiguen prevenir excesivas proliferaciones, manteniendo el equilibrio ecológico de los océanos; sus heces son ricas en nutrientes sin los que los microorganismos no pueden desarrollarse; sus cadáveres sirven de sustento a muchísimas especies; en fin: que juegan un destacado papel en el mantenimiento de nuestros mares.

Cefalópodos

Y si hay una especie que despierta nuestra curiosidad y admiración esa es la de los pulpos, sepias y calamares; especialmente los primeros. Son de los animales más antiguos del planeta y se conocen unas ochocientas especies de cefalópodos.

Tienen los pulpos una flexibilidad increíble, ya que su única parte dura es su pico; por ello, pueden expandirse o contraerse a voluntad; también cuentan con la capacidad de mimetismo, con lo que toman formas o colores diferentes según sus necesidades de defensa o caza. Además, es uno de los pocos animales capaz de reconocer su imagen en un espejo, aparte de contar con nueve cerebros, cada uno de ellos especializado en una función; cuentan, también, con una enorme cantidad de neuronas, más de quinientos millones, repartidas por todo el cuerpo, no concentradas en un cerebro; disponen de una buena memoria… Sería prolijo detallar aquí todas sus peculiaridades que se encuentran magníficamente expuestas en las páginas de este libro.

Oasis submarinos, parásitos y corales

También en él podemos encontrar los tres tipos de oasis submarinos: los producidos en torno a naufragios, tanto de barcos como de aviones; los arrecifes de corales y, finalmente, las chimeneas hidrotermales.

Nos encontramos también con los parásitos en todas sus diferentes posibilidades, entre las que destacan las simbiosis, unos fenómenos de estos seres vivos que les ayudan en su supervivencia, llegando incluso a la unión en un solo ser de dos individuos que mutuamente se prestan ayuda.

Y, hablando de los corales, Bolívar nos llama la atención, no solo sobre su enorme belleza, de cuyo colorido nos da amplias explicaciones, sino, también, de su enorme fragilidad que está llevando a su rápida desaparición en lugares que hasta hace bien poco eran focos de atracción para contemplar su cromático esplendor.

Remedios marinos

Interesante capítulo es el referido a la enorme capacidad que tienen los recursos marinos para ofrecernos muy variados remedios para una buena cantidad de dolencias que padecemos los humanos. Así, hay productos que constituyen un eficaz remedio para algunos tipos de cáncer. Y nos explica la dificultad que entraña su obtención, pues son precisas enormes cantidades de material para poder obtener unos pocos gramos del producto apetecido.

También ocupan su espacio en esta obra los mares helados del Ártico y de la Antártida. El primero se erige sobre una capa de hielo que descansa sobre un fondo de agua, mientras que en la Antártida esa zona helada se apoya sobre terreno firme. Explica Bolívar la razón de tales bajas temperaturas en los polos, así como el papel que juega la temperatura del mar para la biodiversidad que se da en tan duros entornos.

Pero la riqueza de vida que encontramos en el mar no solo se halla en sus diferentes niveles de profundidad. La línea de costa, tanto la arenosa como la de rocas, cuenta con una abundante manifestación vital, que es preciso cuidar y conservar.

El libro se cierra con un epílogo que constituye una encendida explicación sobre la unidad de toda la biodiversidad del planeta. Una biodiversidad que se sostiene en el equilibrio, frágil equilibrio, entre todos sus componentes. Si tal equilibrio se resquebraja en alguno de ellos, el daño que se hace al conjunto es inconmensurable. Es lo que está ocurriendo con el calentamiento global, que arrastra una serie de consecuencias que ya son perceptibles sobre la vida en la tierra y en el mar.

Concluyendo

El libro hace honor a su subtítulo: otras historias científicas sobre los seres del mar. En efecto: Jorge Bolívar ha sabido rebuscar y entresacar aquellos aspectos del mar y de la vida que en él se desarrolla, para ofrecernos un atractivo collage.

En cada capítulo, encuentra esa historia de la que tirar para atraer la atención del lector. Que es un gran divulgador, no cabe duda. Porque todo lo que nos cuenta tiene su fundamento científico; pero de tal manera expuesto, que resulta una atractiva y atrayente sucesión de estampas que no deja de despertar nuestra admiración.

El estilo es muy narrativo. De hecho, el autor se esconde tras la figura de un imaginario capitán de navío, imaginario también, que recorre los mares y sus fondos, narrándonos sus aventuras y descubrimientos.

Es, en definitiva, una obra que se lee con suma facilidad, con una proximidad muy de agradecer y que hará de ella, de la obra, una lectura amena y entretenida, dejando el poso de un conocimiento científico al alcance de la mano.

Índice

Introducción: el líquido más misterioso del universo

El capitán Baca y la memoria
El cerebro de los tiburones
El mundo interminable del plancton
Bellos estómagos flotantes
En el abismo
Bancos (de peces)
Mamíferos como nosotros
Gigantes
La sabiduría del superviviente
Tres oasis
Parásitos y amigos
Cuidado con los corales
La gran farmacia
Aquí hace mucho frío
El pez más hermoso
Línea de costa

Epílogo: unidad
Bibliografía recomendada


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19/12/2022 Comentarios

Reseñas

Filosofía de la religión. Historia, contenidos, perspectivas Juan Antonio Martínez de la Fe , 14/12/2022
Filosofía de la religión. Historia, contenidos, perspectivas
Ficha técnica

Título: Filosofía de la religión. Historia, contenidos, perspectivas
Autor: Manuel Fraijó
Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2022
Colección: Estructuras y Procesos
Encuadernación: Tapa dura
Número de páginas: 584
ISBN: 978-84-1364-076-1
Precio: 22,99 euros

¿Es posible hablar de una filosofía de la religión? En otras palabras, ¿filosofía y religión no son términos incompatibles entre sí? El enfrentamiento, quizás innecesariamente fabricado, entre razón y fe no ha dejado de conjugar el presente de indicativo, pese a la cantidad de pretéritos de todo tipo que acumula.

Este libro, este extenso y profundo libro de Manuel Fraijó, trata de ello. La denominación Filosofía de la religión nos resulta novedosa, ciertamente. Pero es que, a lo largo de los siglos ha circulado con apelativos diversos e, incluso, sin un nombre propio con el que poder invocarla.

Según los tiempos que circularan en cada momento de la historia, el peso ha recaído veces en el campo de la religión, veces en el de la razón, hasta alcanzar esa necesaria y fructífera convivencia que nos propone Manuel Fraijó en su libro.

Para él es esta una obra necesaria. Necesitaba escribirla, para fortuna de los que hemos podido acceder a su contenido. Filosofía y religión ocuparon su mente desde sus primeras incursiones estudiantiles en estos temas. Durante tres décadas ha dedicado su docencia a esta materia; es lógico que se preguntara por un texto del que pudieran echar mano sus alumnos como guía y método durante su aprendizaje.

Hace ya varios lustros, cuando inició su camino docente de Filosofía de la religión, ya se preocupó por hallar ese texto básico y fundamental. Se encontró con un campo yermo, al menos en lo que se refería a sus objetivos docentes. Fue así como recurrió a quienes, ya destacados pensadores, fuesen capaces de contribuir con sus aportaciones a la siembra de un primer texto sobre este particular.

Ahora, el autor se lanza a una obra personal, fruto de su larga experiencia, de sus prolongadas indagaciones y reflexiones. Piensa él que, con ello, extingue una deuda de gratitud hacia la universidad y hacia la sociedad, por haberle permitido desarrollar esta actividad suya. Actitud que le honra, desde luego. Pero también los interesados en la Filosofía de la religión quedamos en deuda con él por esta obra. Ha condensado su larga trayectoria y amplios saberes en quinientas páginas que son pura esencia de su pensamiento. Probablemente, se le pueda aplicar la afirmación hegeliana de que los grandes hombres no son solo los grandes inventores, sino aquellos que cobraron conciencia de lo que era necesario.

Se abre el libro con un prólogo de Fraijó en el que expone qué le motivo a escribirlo y qué pretendía al hacerlo: “El principal objetivo es ofrecer información sobre los avatares de esta nueva disciplina […] El libro es, en este sentido, una pormenorizada narración de las peripecias de la reflexión filosófica sobre la religión”.

Seguidamente, en el mismo Prólogo, el autor nos explica sucintamente el contenido de cada capítulo del libro; algo importante ya que, antes de proceder a la lectura de cada uno de ellos, se puede contar con una visión de conjunto sobre sus contenidos. A este le sigue un estudio introductorio, a fin de poder escudriñar los prolegómenos de lo que ha devenido en filosofía de la religión.

Los precursores

Recorre el autor el pensamiento de precursores de la nueva disciplina, justificando la ausencia de varios de ellos: fundamentalmente, porque ya figuran en aquellos lejanos textos de los inicios en la docencia de Fraijó o en alguna de sus obras posteriores, singularmente en Semblanzas de grandes pensadores.

Pero inician su aparición en el texto tres autores que, reiteradamente, podemos encontrar a lo largo de este libro y que suponen tres modelos de filosofía de la religión: Kant, Hegel y Hume. Parte Hegel de lo Absoluto, mientras que Kant lo hace de la finitud humana y Hume muestra cierta conformidad con lo que hay, no está dispuesto a ver nada más que lo que observa.

La filosofía de la religión no hizo su aparición de manera espontánea o abrupta en un momento dado. Más bien surge como resultado del esfuerzo intelectual de muchos pensadores que fueron los precursores e iniciadores de esta disciplina, ya que el contenido de la realidad expresada sí era conocido por los primeros filósofos.

¿Quiénes desfilan por estas páginas en su calidad de precursores? Pues Ramón Sabunde, médico y teólogo catalán gracias a quien la filosofía medieval dejó de ser un todo compacto ya que fue quien primero separó el tratado filosófico de Dios del resto de las disciplinas escolásticas.

No menor importancia reclama Nicolás de Cusa, que plantea el tema de la pluralidad de religiones, colaborando en separar la teología natural de la revelada. Y no se puede desdeñar la obra de Leibniz quien, sin atacar la revelación, buscó compaginar revelación y razón. Más allá de Leibniz llegó su discípulo Christian Wolff que, lejos de conformarse con buscar la concordia entre fe y razón, osó a absolutizar la razón.

Asumen estas tendencias los neólogos protestantes, cuyas innovaciones afectaron a la práctica totalidad del universo cristiano, y los ilustrados alemanes, destacando la figura de Baumgarten, autor de una metafísica apoyada por completo en la filosofía de Wolff y que culmina en la teología natural.

Finalmente, nos encontramos con Lessing, crítico con la teología de su época y a la revelación cristiana, pero sin apartarse de la religión. También incluye esta nómina a Herder, batallador contra los excesos racionalistas como intento para suscitar el sentimiento religioso. Y aparece, finalmente, el creador del término Filosofía de la religión, Von Storchenau, defensor de la teología natural y autor de una ingente obra en doce tomos Die Philosophie der Religion.

A la búsqueda de una definición

¿Qué es, pues, Filosofía de la religión? A esta pregunta pretende dar respuesta el tercer capítulo de la obra, aunque, ya desde su arranque, nos advierte Fraijó de que “no pretendemos la imposible tarea de definir la Filosofía de la religión. Intentaremos, más bien, aproximarnos a ella mencionando acontecimientos y personas que influyeron en su nacimiento”.

Se detiene, seguidamente, en cuatro acontecimientos históricos y culturales de decisiva importancia para el surgir de la nueva disciplina. A cada uno de ellos, dedica merecida atención a lo largo de las varias páginas que ocupan la obra. El primero de ellos es el giro antropológico. De los dos polos de los que consta el universo religioso, Dios y el hombre, era aquel quien ocupaba el centro de la reflexión; pero ahora llega una basculación polar y es el hombre el que se adueña del espacio.

Es el segundo hecho el descubrimiento de otras religiones; la misión de la filosofía pasó a ser la reflexión sobre la inquietante realidad de la pluralidad de religiones. Y el tercer hecho es la quiebra del pensamiento dogmático: con la llegada de la Modernidad, la Biblia deja de ser un conjunto de libros claros y coherentes, quedando atorado el único canal de comunicación con Dios. Por último, el cuarto y trascendental hecho es el debilitamiento de la fe en Dios; Dios era el centro de todo, pero Dios ha muerto; y si los teólogos del siglo pasado reflexionaron ampliamente sobre él, la filosofía enmudeció y dejó de ocuparse del asunto y no parece claro, en opinión del autor, que vuelva a hacerlo en el futuro; máxime si se tiene en cuenta que la barbarie vivida en el siglo XX hace tambalearse la fe en Él.

¿Cómo definir, pues, la filosofía de la religión, emanada de las circunstancias históricas y culturales examinadas? Hay que echar mano de otras ramas del saber y, por supuesto, de grandes pensadores: Kant, Kolakowski, Rahner, Bloch… Todo ello para concluir que no es un gran temario lo que define a la filosofía de la religión, sino, más bien, un estilo, una manera de aproximarse al tema religión: libre, crítico, abierto, riguroso, sin ninguna atadura dogmática a ninguna religión revelada. Y se le asigna la tarea de la respuesta a las grandes preguntas, especialmente el sentido último de la vida y de la muerte.

Y, aunque todo lo expuesto no es reducible a una definición de la Filosofía de la religión, ensaya Fraijó la siguiente: “es una reflexión crítica, libre, abierta, rigurosa y no confesional sobre los temas relacionados con la religión”.

El hecho religioso

Entramos así en un capítulo, el cuarto, de no fácil elaboración: Estudio positivo del hecho religioso. Un estudio que es el que llevan a cabo las ciencias de las religiones. Se trata de indagar en el dónde, el cuándo y el cómo del fenómeno religioso. En otras palabras, las ciencias de las religiones estudian ordenada y sistemáticamente el hecho religioso en su propia estructura, aislándolo de cualquier otro fenómeno humano. Como se puede apreciar, se abarca una gran variedad de terminología y se sitúa a las ciencias de las religiones en la confluencia de varias disciplinas.

De ahí que el autor nos ofrezca, primeramente, una visión panorámica a través de la historia, incidiendo en las primeras elaboraciones para alcanzar las tendencias actuales que, siguiendo a Duch, sitúa en tres líneas, la fenomenológica, la estructurológica y la historiológica. Y termina diciendo que “se puede concluir que no existe [en el estudio de la ciencia de las religiones] una metodología uniforme; lo que puede lograrse, ateniéndose a los distintos presupuestos metodológicos, es una cierta sistematización que permita determinar el ámbito de la ciencia de las religiones como base para una ulterior Filosofía de la religión”.

Historia de las religiones

Discurre luego la obra por los avatares históricos, es decir, la historia de las religiones como el devenir del hecho religioso a través de los tiempos. Se detiene así en los inicios de la moderna historia de las religiones, a las que divide en místicas, proféticas y sapienciales, tras haber soslayado aquella tipología de religiones nacionales y mundiales o universales.

Echando mano a otras ciencias que colaboran en la comprensión del tema, Fraijó se detiene en la mirada sociológica y la mirada psicológica, incidiendo en las figuras de Freud, Jung, Adler y Fromm.

Además de estas miradas, aborda, en el capítulo quinto una Aproximación fenomenológica al hecho religioso. Se pretende analizar el hecho religioso desde dentro, descubriendo las situaciones humanas en que se manifiesta; es lo que se ha dado en llamar hierofanías o manifestaciones de lo sagrado, dado que tienen un indudable interés antropológico.

Por supuesto que el autor se detiene a esbozar algunas de tales manifestaciones, tal y como se nos presentan, por ejemplo, en la sexualidad, el nacimiento, las comidas, la comunidad y la soledad, la muerte, la felicidad, la violencia, los vínculos sociales, la naturaleza, lo gratuito, el lenguaje o lo simbólico.

Fenomenología. Otras religiones

Este capítulo quinto encuentra su continuación lógica en el sexto, donde se aborda la fenomenología aplicada. Es decir: se pasa de las situaciones religiosas a las personas que las encarnaron, sus testigos y estudiosos.

Estas personas aquí analizadas son William James (Variedades de la experiencia religiosa), Rudolf Otto (Lo Santo), el Maestro Eckhart (Mística especulativa), Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. De cada uno de ellos, podemos encontrar algunos apuntes biográficos y un amplio resumen de sus fundamentales postulados, que evidencia en profundo conocimiento del autor de la obra de cada uno de ellos.

Es evidente que la mística no es patrimonio exclusivo del cristianismo, ni tan siquiera de Occidente. Es un fenómeno también localizado en Oriente, donde hay otras religiones místicas además de las sapienciales. Se trata de religiones sin afán de proselitismo, de procurar la conversión a ellas de los cristianos; su objetivo principal es compartir sus vidas y ayudar a salvar sus religiones de la amenaza del secularismo que recorre imparable el mundo occidental.

Sin pretender abordar el tema de la verdad en otras religiones, el autor se detiene a explicar su historia y características, teniendo en cuenta que es lógico que todas y cada una defienda ser verdadera y tener validez universal; el problema surge si alguna de ellas pretende tener la única validez.

Desde aquí, Fraijó distingue tres grandes grupos o familias de religiones: las proféticas (cristianismo, judaísmo e islam), las místicas (hinduismo y budismo) y las sapienciales (confucianismo y taoísmo), aunque, por su importancia, dedica un especial apartado al zoroastrismo.

A cada una de estas religiones ofrece Fraijó unos extensos y profundos resúmenes, pese a su modesto reconocimiento de no ser un especialista en ellas. Las religiones místicas y sapienciales ocupan el capítulo séptimo mientras que el octavo es exclusivo de las proféticas y monoteístas, es decir, islam y judaísmo y cristianismo, estas dos últimas analizadas conjuntamente dadas sus evidentes vínculos.

Grandes filósofos de la religión

En el capítulo nueve se produce el reencuentro con los tres grandes filósofos de la religión que ya nos habían aparecido en momentos iniciales del libro. Se trata de Kant, Hegel y Hume. Efectivamente, aquellas primeras páginas a ellos dedicadas solo eran un anticipo de lo que aquí nos ofrece Fraijó. Kant ya fue objeto de estudio en otra de sus obras a la que ya se ha aludido, las Semblanzas de grandes pensadores, no así Hegel y Hume que encuentran ahora su momento. Además del perfil biográfico de cada uno de ellos, Fraijó nos brinda una extraordinaria síntesis de su pensamiento, pese a la dificultad que entraña reducir a unas pocas páginas la importante obra de estos filósofos.

Y, como continuación y extensión de estos tres pilares básicos, sale a nuestro encuentro una selección de otros filósofos de la religión: Karl Jaspers (La fe filosófica), Miguel de Unamuno (tensión y duda ante lo religioso), José Ortega y Gasset (Filosofía y creencias), Xavier Zubiri (Religión y filosofía), María Zambrano (la razón poética), Leszer Kolakowski (Si Dios no existe), Ernst Bloch (Religión y esperanza) y José Gómez Caffarena (de la metafísica a la filosofía de la religión).

Qué duda cabe de que una ayuda fundamental para reflexionar sobre el hecho religioso la constituyen quienes lo critican. Y, entre ellos, prácticamente todos se alinean en sus objeciones en torno al cristianismo. Fueron estos unos interlocutores de lujo, como los califica Fraijó.

Entre ellos, figura Karl Marx, a quien no le interesaba qué es la religión, sino para qué servía, cómo actuaba sobre los individuos y la sociedad. Por su parte Feuerbah plantea una crítica radical a la religión, trasladando la centralidad de Dios hacia el hombre: que sea este su propio Dios. A ellos, tanto la teología como la filosofía han ensayado lo que se pudiera considerar una adecuada respuesta. Y concluye el autor que “resultaría arriesgado aventurar si Dios volverá a tener en Occidente oportunidades filosóficas como las que le brindaron sus grandes críticos”. Otros pensadores, también críticos, como es el caso de Nietzsche o Freud no concurren en este capítulo, por haber sido considerados en otro lugar.

Fundamentalismos

Sin cambiar de registro, se llega al duodécimo capítulo que, a modo de epílogo, se expresa contra los fundamentalismos. En breve, de lo que trata es de la alianza que ha existido entre la religión y el fundamentalismo, considerando aquella gozar de la necesaria universalidad y patrimonio de la verdad absoluta. A desactivar esta vinculación contribuye, sin duda, la filosofía de la religión. “Su defensa de una religión pensada, aunque sin marginación de la religión sentida, es un gran desaire a la tentación fundamentalista”.

Se cierra el libro con un Apéndice, dedicado a la Filosofía de la religión en España. Ya reconoce Fraijó que no cubre todo el amplio espectro, por lo que quedarán fuera del texto nombres que con toda justicia podían figurar aquí. De manera más detenida, analiza el impacto de tres libros en la sociedad: Catolicismo y protestantismo como formas de existencia, de José Luis L. Aranguren; Sobre la religión. Descripción y teoría, de Alfredo Fierro; y, por último, El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión, de Gustavo Bueno.

Y se añaden algunas reflexiones acerca de otros cultivadores actuales de la Filosofía de la religión: Reyes Mate, Javier Sádaba, AndrésTorres Queiruga y Juan Antonio Estrada.

Concluyendo

Nos encontramos ante una obra importante. Bien concebida, bien planificada y bien desarrollada, haciendo honor al subtítulo que la encabeza: historia, contenidos, perspectivas.

Cuenta Fraijó con la ventaja, casi condición, si no imprescindible, sí bastante necesaria, de haber pasado por las aulas de la teología para conseguir una panorámica fiable de la filosofía de la religión.

Tiene varios alicientes. Entre ellos, las excelentes síntesis del pensamiento y la obra de los pensadores que aparecen en sus páginas. Ello hace de este libro una herramienta muy útil para quien desee acercarse a cualquiera de estos personajes buscando una guía para acometer lecturas más profundas.

Otro aliciente es el de poder acceder a lo que se puede considerar la esencia de la larga docencia de Manuel Fraijó en el campo de la Filosofía de la religión. Ha realizado un ejemplar esfuerzo para condensar en quinientas páginas el fruto de muchos años de reflexión, muchas horas de lecturas, y muchos días de diálogos con figuras destacadas del mundo de la filosofía y la teología. El selecto aparato crítico y la escogida bibliografía dan fe de lo titánico de ese esfuerzo.

Y no menos importante es el lenguaje del autor. Más que una lección magistral, más bien parece que el lector entabla un diálogo con Fraijó, quien le va desentrañando de manera asequible y cuasi amena los entresijos de algo tan denso como es el tema abordado.

Todo ello hace que Filosofía de la religión, de Manuel Fraijó, sea un muy recomendable libro.

Índice

Contenido
Prólogo

1. Estudio introductorio
2. Precursores e iniciadores de la Filosofía de la religión
3. A la búsqueda de una definición
4. Estudio positivo del hecho religioso
5. Aproximación fenomenológica al hecho religioso
6. Fenomenología aplicada
7. Religiones místicas y sapienciales
8. Religiones monoteístas
9. Los tres grandes filósofos de la religión
10. Otros filósofos de la religión (selección)
11. La religión ante sus críticos. Reflexión de conjunto
12. A modo de epílogo: contra los fundamentalismos
Apéndice. La Filosofía de la religión en España

Índice de nombres
Índice de materias
Índice general


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14/12/2022 Comentarios

Reseñas

Historia de los papas Juan Antonio Martínez de la Fe , 31/10/2022
Historia de los papas
Ficha Técnica

Título: Historia de los Papas
Autor: Diego Sola García
Edita: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2022
Colección: Fragmentos
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 232
ISBN: 978-84-17796-54-9
Precio: 18,50 euros

La bibliografía sobre los Papas de Roma es amplia, por lo que una nueva obra que trate el tema puede despertar suspicacias en cuanto a su valor. Pese a ello, este libro que comentamos, de Diego Sola, se hace un hueco con todos los honores en ese extenso campo.

Y lo hace de una manera sumamente atractiva. Trata, fundamentalmente, de la influencia del papado en la cultura y la civilización occidental, destacando el papel desempeñado por muchos sumos pontífices a lo largo de los siglos, ofreciendo, además, el marco histórico, político y social en el que desarrollaron su pontificado.

Por otro lado, se vale de un estilo narrativo que engancha al lector desde las primeras líneas, haciendo costoso el tener que interrumpir la lectura. Y todo ello en un número de páginas que parecerían insuficientes para desarrollar el tema con la amplitud buscada y que merece. No recorre el autor vías secundarias, ni se distrae en circunstancias paralelas y probablemente curiosas: va a la esencia de su mensaje, con lo que consigue una obra bien estructurada y condensada.

Junto a la casa imperial japonesa, el papado es, quizás, la institución vigente más antigua del mundo, una institución humana con una finalidad trascendente.

Los inicios

Tras las persecuciones a que se vio sometido el cristianismo, pasó a ser una pieza clave en la estructura sociopolítica del imperio romano, lo que lleva al papado a ostentar un poder temporal que no siempre se conciliará bien con el poder espiritual. El responsable principal de tal relevancia social y política fue el emperador Constantino I, quien supo leer el momento histórico y “renovó la auctoritas imperial vinculándola al influyente papel del cristianismo”.

Sigue un proceso progresivo de afirmación de la primacía de los papas sobre otros líderes cristianos que miraban a Roma con recelos a veces o como una guía por la que discurrir aquellos tiempos de incertidumbre doctrinal. Un proceso en el que jugó un importante papel un falso documento , La donación de Constantino, en el que se refería el supuesto testamento imperial que hacía heredero al obispo de Roma de la ciudad, la provincia entera de Italia y las provincias occidentales del Imperio.

Basándose en ese documento, los obispos de Roma ejercerán un papel tutelar sobre las monarquías de Europa Occidental, que culminó en su conversión como autoridad indiscutible ante los débiles príncipes incapaces de contener a los países germánicos. Así las cosas, fue León I el primer obispo de Roma que firmaba como papa.

En sus primeros tiempos, los papas tuvieron que enfrentarse a dos cuestiones primordiales: la convivencia con los monarcas de origen germánico y la defensa de su primacía frente a Constantinopla.

Esta convivencia con los monarcas germánicos no fue siempre fácil, ya que estos pretendieron arrogarse la potestad de designar a los nuevos pontífices e, incluso, a los obispos de las diócesis nacionales, lo que dio origen a la conocida como querella de las investiduras.

Situación que desembocó en la reforma gregoriana, emprendida por Gregorio VII, quien emitió el documento conocido como Dictatus Papae, fundamento de la doctrina del papado hasta la Edad Moderna. En ese documento, se fijaba el origen divino de la autoridad y misión del papa y la infalibilidad del magisterio de la Iglesia: “que todos los príncipes tienen que besar los pies del Papa”, a quien “le es lícito deponer a los emperadores”; o “que la Iglesia romana no ha errado y no errará nunca”.

Poder terrenal

Supo el papado aprovechar las debilidades en el afianzamiento de los poderes políticos europeos, para asegurar su supremacía, pues era él, el vicario de Cristo, quien los legitimaba en sus aspiraciones.

Pero las naciones no siempre aceptaban de buen grado esa supremacía papal y no cejaron en su empeño de sacudirse ese dominio por diferentes vías; una de ellas fue la intervención en los cónclaves, de manera que el sumo pontífice que saliera elegio fuera proclive a los deseos de sus comendadores. Lo que derivó en el traslado de la sede petrina de Roma a Avignon; una crisis que emprendió una senda de empeoramiento hasta desembocar en la existencia simultánea de tres papas que se proclamaban, no sin razones, ser el auténtico sucesor de Pedro. Pero aun así, entre ellos no existían diferencias doctrinales, como sí sucedería con el paso del tiempo.

Llega así la época del Renacimiento y de la Ilustración. Pese a la decadencia moral por la que atravesaba la Iglesia, aún se le concedía al Papado el privilegio de una especie de arbitraje entre los países que pudieran estar en conflicto.

Sin embargo, esta situación de degradación promueve los movimientos reformistas en su seno, que culminan con las propuestas de Martín Lutero, que revientan con la polémica venta de las indulgencias.

Crisis doctrinal

Si hasta ahora el dominio temporal del Papa era el que se encontraba en declive, con los reformistas se precipita el cisma doctrinal y las guerras de religión. Por otro lado, el surgimiento del pensamiento humanista inspiró anhelos de libertad, que fueron creciendo pese a los esfuerzos por ahogarlos.

La reacción pontificia fue la de impulsar un absolutismo doctrinal, ante su pérdida de influencia global y el creciente menoscabo de su autoridad dentro de las iglesias nacionales. “En el siglo XVIII, el papado, consolidado como institución absoluta, tuvo que hacer frente a nuevos desafíos que ya no solo provenían del poder monárquico de los estados europeos católicos, sino también del ámbito de las ideas”.

Es la Ilustración la que, con su racionalismo y principios secularizadores, la que provoca un cuestionamiento interno, desde la propia sociedad civil católica e, incluso, posteriormente, de la propia religión. La Iglesia reacciona con su lucha contra el liberalismo y, posteriormente, el modernismo.

Así las cosas, al final de la Edad Moderna, el concepto de soberanía era claramente discutido y es un hecho la desacralización de la política. Ante el derrumbe de su poder terrenal, culminado con la pérdida de los Estados Vaticanos, en el mundo contemporáneo los papas centran sus esfuerzos en la misión religiosa.

Ello no implica una renuncia a exponer su doctrina en asuntos sociales que considera que deben de ser considerados a la luz de su propia visión. Una actitud que se manifiesta especialmente en tres fenómenos de la época: el liberalismo, la revolución industrial y los nacionalismos. Unos fenómenos que marcarán un nuevo papel del papado en el mundo, especialmente en lo que afecta a su doctrina social.

Finalmente, la constitución del Estado Vaticano dentro de Italia, culmina todo un largo proceso en el que el Papa mantiene su independencia de los poderes nacionales a la vez que conserva su supremacía en el campo que podríamos denominar espiritual.

Concluyendo

De manera magistral, Diego Sola recoge en esta obra la ascensión del papado desde los modestos orígenes de un cristianismo primitivo a un dominio en el mundo de la política internacional y de la pureza doctrinal, para comenzar un declive, primero en su poderío terrenal, para llegar a la actual situación de un debilitamiento de sus postulados tanto doctrinales como del propio hecho religioso.

El autor va describiendo, con el detalle necesario, cada uno de los pasos recorridos por el pontificado a lo largo de los siglos, significando aquellos papas que protagonizaron las diferentes etapas históricas. Luchas, injerencias, manipulaciones, desfilan por estas páginas, magníficamente entrelazadas y narradas con un estilo que atrapa al lector.

Dos apéndices cierran el texto, ambos del mayor interés. Uno es el listado de los obispos de Roma hasta la actualidad, con detalle de su nombre antes de asumir su importante misión. El segundo refiere, de forma cronológica, el papel jugado por diferentes sumos pontífices en los principales acontecimientos históricos. Todo ello hace de este libro un excelente manual al que acudir para contextualizar la presencia papal a lo largo de veinte siglos de historia.

Índice

Prefacio. Crisis

I. DE LOS ORÍGENES AL AUGE Y LA CRISIS MEDIEVAL
Origen de la primacía papal
El primitivo papado medieval
Primera gran crisis: los siglos IX y X
La reforma gregoriana
“Dios lo quiere”: hacia el dominio de la política europea
Los papas de Aviñón y la segunda gran crisis

II. DEL RENACIMIENTO A LOS TIEMPOS DE LA ILUSTRACIÓN
La crisis moral y espiritual de la Iglesia
El papado y el inicio de la Reforma
La respuesta de Roma
Los tiempos barrocos
La Ilustración
Revolución y persecución

III. EL PAPADO EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO
El rehén de Napoleón
Pío IX: ¿de papa “bueno” a papa reaccionario?
La doctrina de la infalibilidad papal
León XIII y la doctrina social. Diálogo con la Modernidad
Las dos guerras mundiales y la recuperación de la independencia papal
Juan XXIII y la necesidad de aggiornamento
El papado durante y después del Concilio Vaticano II

Epílogo. Sin problemas no hay historia, no hay historia sin crisis

Anexos
Obispos de Roma y pontificados
Tabla cronológica: el papado en la historia





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31/10/2022 Comentarios

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