RESEÑAS

Reseñas

La ética de la redistribución Alicia Montesdeoca , 05/05/2010
Ficha Técnica

Título: “La ética de la redistribución”
Autor: Bertrand de Jouvenel
Edita: Katz editores. Madrid. Mayo de 2010


La economía política del siglo XX ha estado sometida a la tensión entre las teorías de la igualdad y las teorías de la eficiencia. Si unas proponen que la riqueza se redistribuya por la acción de los gobiernos, las otras sugieren que la presión fiscal que obtiene recursos de algunos para asignarlos a otros genera importantes desincentivos para el trabajo, el ahorro y la inversión. Suponiendo que la redistribución no introdujera desincentivos para la creación de riqueza, ¿se convertiría entonces en un objetivo deseable, y no habría por tanto ningún argumento en su contra? Estas preguntas de Bertrand de Jouvenel encuentran respuesta en “La ética de la redistribución”.

Al aislar la discusión de la objeción práctica más fuerte y habitual (la "ineficiencia" que introduce en la economía), De Jouvenel crea las condiciones para tratar la cuestión en sus bases éticas mismas. Y sus conclusiones no son alentadoras: según el filósofo francés, el principal efecto de las políticas gubernamentales no radica en obtener ingresos de la población rica para asignarlos a la población más pobre, sino en transferir el poder de la población -y especialmente el de la población más pobre- al Estado: cuando es el Estado el que asigna recursos, los individuos pierden su capacidad de decidir y de planificar sus propias vidas. Ante el hecho de que las burocracias públicas no dejan de crecer a expensas de la sociedad civil, “La ética de la redistribución” recrea las bases para una discusión que debe ser renovada en nuestro tiempo". (Introducción de John Gray)


Datos del Autor

Bertrand de Jouvenel (París, 1903-1987), fue hijo de un miembro de la antigua nobleza francesa de la región de Champaña y de una mujer de origen judío procedente de una familia de industriales. Luego de divorciarse, en 1912 el padre contrajo matrimonio con la escritora Colette, con quien en 1920 Bertrand comenzó un romance. El affaire, que provocó un escándalo y terminó con el matrimonio de su padre, duró hasta 1924. En 1930, De Jouvenel participó en los Cahiers Blues, la revista del Partido Republicano Sindicalista de Georges Valois. Desilusionado con la política de los partidos tradicionales, en 1934 abandona el Partido Radical y comienza a frecuentar círculos realistas y nacionalistas, en los que conoce a Henri de Man y a Pierre Drieu la Rochelle. En 1936 se unió al Partido Popular Francés de Jacques Doriot. Luego de la guerra, e influido por la proximidad de su madre con el grupo de la Monte Pelerin Society (fundado por Friedrich Hayek, Jacques Rueff y Milton Friedman, entre otros), se dedicó a la teoría económica, poniendo especial atención en las teorías del bienestar económico. De Jouvenel fue acusado de germanófilo primero, y luego perseguido por los nazis; fue un agudo detractor del socialismo, pero también un crítico tenaz del liberalismo à la Hayek. Sin embargo, el carácter controvertido de su trayectoria no ha empañado la claridad de su pensamiento.

Fragmento de la obra

Conferencia I. El ideal socialista

Me propongo examinar una preocupación predominante de nuestros días: la redistribución del ingreso.

El proceso de redistribución

En la duración de una vida, las ideas corrientes acerca de lo que se puede hacer en una sociedad por decisión política han sufrido un cambio radical. Hoy en general se considera como parte de la esfera de acción legítima del Estado, y en realidad como una de sus principales funciones, transferir riqueza de sus miembros más ricos a los más pobres. "Una maquinaria sumamente compleja se ha ido construyendo de a trocitos" para proveer beneficios monetarios, servicios gratuitos, bienes y servicios por debajo de su costo. Esa maquinaria es más voluminosa que la de la hacienda pública, por mucho que ésta se haya ampliado, como en la operación de control de la renta. Su propósito es redistribuir ingresos y en especial, según se supone generalmente, los ingresos de los ricos, reducidos por impuestos progresivos y a la vez afectados por el control de las rentas, la limitación de dividendos y la confiscación de activos.

Todo el proceso parece haber tomado impulso en este país hace exactamente cuarenta años, con el presupuesto de Lloyd George para 1909-1910, que al introducir la tributación progresiva abandonó la idea de que, para fines tributarios, igualdad implica proporcionalidad. Ese mismo canciller introdujo los primeros planes de beneficios por enfermedad y empleo. Es preciso observar que "la política de poner en práctica una distribución más igualitaria del ingreso a través de la hacienda pública" y medios complementarios, que ahora se expresa con tanta claridad como una regla de conducta, surgió del proceso mismo. No parece haber empezado como un designio grandioso. Las circunstancias, sobre todo las dos grandes guerras, y las presiones sociales, apoyadas por una fuerte emoción moral, nos han llevado gradualmente al punto en que se puede formular un propósito ético: en contra de los ideales anteriores o extra occidentales, el Occidente está adoptando rápidamente el ideal de la igualación de las rentas por acción estatal.

Nuestro tema: el aspecto ético

Hoy se está desarrollando una encendida polémica acerca de lo que se llama "el efecto desincentivador de la redistribución excesiva". Sabemos por experiencia que en la mayoría de los casos, aunque de ninguna manera en todos, los hombres son estimulados por retribuciones materiales proporcionales o incluso más que proporcionales a su esfuerzo, como por ejemplo en el caso de las horas extraordinarias que se pagan doble. Se podría afirmar que si se hace que cada aumento de esfuerzo sea menos remunerado que los que lo precedieron, y a la vez se reduce -mediante la provisión de beneficios- el esfuerzo básico necesario para sostener la existencia, el ritmo de la producción y el progreso económico se verán afectados. Por esa razón, la política de redistribución está recibiendo fuertes ataques. Sin embargo ese ataque se hace en términos de conveniencia. La crítica actual de la redistribución no se basa en que sea indeseable sino en que, más allá de cierto punto, es imprudente. Los defensores de la redistribución no niegan que hay límites a lo que se puede alcanzar si se quiere, como ellos quieren, mantener el progreso económico. Pero todo ese conflicto al que tanta importancia se da hoy es una disputa fronteriza, que no afecta a nada fundamental.

Me propongo dejar de lado ese campo de combate y aquí daré por sentado que la redistribución, por muy lejos que pueda llevarse, no ejerce ninguna influencia desincentivadora y no afecta en absoluto al volumen y al crecimiento de la producción. Lo hago para concentrar la atención en otros aspectos de la redistribución. Para algunos, esa premisa parecería eliminar la necesidad de discusión. Si no va a afectar a la producción, dirán ellos, la redistribución debe avanzar hasta su extremo de igualdad total de los ingresos. Eso sería bueno y deseable. Pero ¿lo sería? ¿Por qué lo sería? ¿Y hasta dónde lo sería? Ése es mi punto de partida.

Ocupándonos de la redistribución exclusivamente en el terreno ético, nuestra primera preocupación debe ser distinguir claramente entre el ideal social de igualación del ingreso y otros con los que está asociado a nivel sentimental, pero no lógico. Es común, pero errado, creer que los ideales de reforma social de alguna manera descienden uno de otro en forma lineal. No es así: el redistribucionismo no desciende del socialismo, y no es posible descubrir ningún vínculo, salvo el puramente verbal, entre éste y el igualitarismo agrario. Destacar los contrastes entre esos ideales servirá para aclarar mucho el problema.

La redistribución de la tierra en perspectiva

Durante miles de años, lo que se reclamaba en nombre de la justicia social era la redistribución de la tierra. Se puede decir que eso pertenece a una fase pasada de la historia, cuando la agricultura era con mucho la mayor actividad económica. Sin embargo el reclamo agrario llega directamente hasta nuestros días: ¿acaso el fin de la Primera Guerra Mundial no trajo consigo una amplia redistribución de tierras en toda Europa oriental? ¿Acaso el grito por la redistribución de la tierra no fue el principal slogan de Lenin en Rusia, aunque fue utilizado para impulsar una revolución muy diferente? Y de nuevo: ¿no deberíamos recordar que en Prusia oriental la redistribución de la tierra fue un problema importante al final de la república de Weimar, y que Brüning cayó por la misma razón que el primer Graco? Por lo tanto, no debemos ver la idea como una curiosidad arqueológica. Está con nosotros hasta hoy, en estos momentos agita a Italia y, como veremos, su fuerza surge de un sentimiento básico de ética social.

Es la idea de que todos los hombres deberían estar igualmente dotados de recursos naturales con los cuales producir (por ejemplo, ingresos) en proporción a su esfuerzo.

Se encuentra mencionada en la Biblia. En el primer caso, la tierra debe ser distribuida por parcelas y cualquier desigualdad que surja entre las propiedades deberá ser corregida en el jubileo, cuando cada persona que haya vendido tierra será restaurada en la posesión de la parte que enajenó. Ese retorno a la posición inicial cada cuarenta y nueve años impide la formación de latifundios y restaura la igualdad de las propiedades agrarias entre las familias. El ideal de las propiedades vinculadas para miembros de la familia unidos por la sangre o por el nombre, como quiera que se explique, es fundamental en la sociedad indoeuropea antigua. Con él va generalmente la práctica de la redistribución frecuente de parcelas, de acuerdo con la cantidad de miembros del grupo. Así, los reclamos de los reformadores agrarios parecen apoyarse en tradiciones muy antiguas y apelar a un sentimiento de rectitud ancestral.

La redistribución de la tierra no equivale a la redistribución del ingreso

Hay un contraste claro entre la redistribución de la tierra y la redistribución del ingreso. El agrarismo no aboga por la igualación de lo producido, sino de los recursos naturales en base a los cuales las distintas unidades se autoproveerán de productos en forma autónoma. Eso es justicia, en el sentido de que la desigualdad de las retribuciones entre unidades igualmente provistas de recursos naturales reflejará la desigualdad de sus esfuerzos. En otras palabras, así se anula el papel que desempeña la desigualdad de "capital" en la generación de retribuciones desiguales. Lo que se iguala es la provisión de "capital".

Ahora bien: la idea de eliminar la influencia del capital de las funciones que determinan el ingreso no es arcaica: corre a lo largo del pensamiento social en todos los tiempos. Cuando Marx decía que el único productor de valor es el trabajo, en realidad hacía referencia, en forma voluntarista, a un estado de cosas que parece ser intrínsecamente justo. Está bastante claro que la idea de retribuciones proporcionales a la contribución hecha era básica para los economistas clásicos. Ellos querían demostrar que ése sería el resultado de un sistema competitivo perfecto, y para ellos la distribución inicial de la propiedad siempre fue un factor perturbador.

Los socialistas con frecuencia mencionan a los reformadores agrarios como precursores suyos. No lo son, pero los dos grupos tienen en común una preocupación: ambos quieren eliminar los efectos de una distribución desigual de la propiedad.

Eso, por supuesto, no implica -ni siquiera suponiendo una dotación inicial de capital estrictamente igual- ninguna igualdad de ingresos. De todos modos las desigualdades seguirían las leyes bien conocidas de la dispersión. Si representamos en el eje de las abscisas la cantidad de ingresos, y en el de las ordenadas las unidades económicas correspondientes, deberíamos obtener la famosa campana de Gauss pero, como señala el profesor Pigou, sin la asimetría que da a esa curva la distribución desigual de la propiedad. Así, el principio agrario no es la igualdad de ingresos sino la retribución justa.
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05/05/2010 Comentarios

Reseñas

Antropología: horizontes estéticos Alicia Montesdeoca , 05/05/2010
Ficha Técnica

Título: “Antropología: horizontes estéticos”
Autor: Carmelo Lisón Tolosana (Ed.)
Edita: Anthropos en Colaboración del Institut de Creativitat i Innovacions Educatives (Universitat. de València) / Dirección General de Política Científica (Generalitat Valenciana. Conselleria d'Educació)


El arte puede decir verdades sobre la humana naturaleza. Pero ¿podemos decir algo relevante desde nuestra naturaleza cultural sobre el arte en cualquiera de sus manifestaciones y formulaciones? Enfrentamos un problema cultural: el arte como goce en distintas culturas pero desde estéticas posiblemente diferentes.

También, una obra de arte aún distante en tiempo, espacio e intención, podemos estimarla en varias de sus dimensiones al participar de la posibilidad humana de apreciar lo bello. Levantamos puentes culturales y encontramos experiencia de «belleza» o «esteticidad» en toda cultura, aunque esos objetos testimonian la distancia cultural. El arte nos presenta registros de significación simbólica, objetos y formas que una cultura impone a la expresión y producción de sentido, desde el indispensable diálogo personal con la obra.

Se trata de un misterioso modo de comunicación que expresa un significado elusivo a finalizar por el observador pero dentro de un cuadro de vida regido por representaciones mentales, resultado de categorías peculiares al grupo. Las obras marcan la textura de una visión del mundo y de la vida, y celebran un nuevo horizonte cultural, son una indicación sensible de valores y de cambio en valores culturales que inducen a penetrar en su mensaje, a evocar en exploración coetánea las tendencias del espíritu.

Nada en el arte es ajeno a una forma de vida y sus producciones objetivadas que es lo que en esta obra se trata de investigar en su especificidad. Asimismo ofrece al lector adentrarse en lo estético y el arte de la mano de autores consagrados.

Índice

Prólogo. Carmelo Lisón Tolosana
Cap. Primero. “Goyescas (desde mi atalaya)”. Carmelo Lisón Tolosana
Cap. Segundo. “Un filósofo en el museo. Nuevas experiencias museísticas". Román de la Calle
Cap. Tercero. “i[El paisaje o la mirada del «otro»”. ]iGaspar Mairal
Cap. Cuarto. i[“El gusto estético. El sentido del «gusto» en la moda infantil”. ]iPetra M.ª Pérez Alonso-Geta.
Cap. Quinto. Ai[“Aproximación educativa a la antropología del consumo cultural”. ]Antoni J. Colom Cañellas
Cap. Sexto. “Claves estéticas para una antropología androide y biónica”. M.ª Jesús Buxó Rey
Cap. Séptimo. “Luz de los mitos, sombras modernas. El cine y la complejidad antropológica”. Ricardo Sanmartín Arce
Cap. Octavo. “Los verbos transitivos del teatro. Mirar teatro”. Piergiorgio Giacchè
Cap. Noveno. “Las artesanías en la invención del estilo hispanomorisco. Una mirada intersticial sobre el arte”. José Antonio González Alcantud
Cap. Décimo. i[“Revoluciones modernas, culpas posmodernas”. ]iCarles Granés Maya

Datos del Autor-editor

Carmelo Lisón Tolosana es doctor en Antropología Social y académico de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas



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05/05/2010 Comentarios

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Sobre el cuerpo Alicia Montesdeoca , 04/05/2010

Apuntes para una filosofía de la fragilidad


Ficha Técnica

Título: “Sobre el Cuerpo
Autor: André Comte-Sponville
Edita: Paidós. Madrid, febrero de 2010

“¡Extraña e incómoda situación la de releer por primera vez, y prologar, en las cercanías de la vejez, el libro del joven que uno fue y que ya no es!”. Con esta frase inicia el autor el prólogo a este libro, el cual nos sumerge en la mirada del joven filósofo que fue y nos descubre su manera de pasearse por el pensamiento de los clásicos y los contemporáneos. La obra recoge sus inicios en lo que hoy se presenta como los primeros pasos que le ayudaron a descubrir lo que pensaba y cómo lo pensaba.

Esta colección de aforismo, como define el autor a esta creación, fue escrita entre 1978 y 1980 cuando André Comte-Sponville estaba entre los 26 y los 28 años. En ese tiempo en el que el autor no se sentía capaz de emprender un trabajo continuo, es atraído por la práctica de un género del cual ya gozaba como lector. “Como lector, dice, me gustaban, sobre todo, los textos discontinuos (Nietzsche, desde luego, pero también y, sobre todo, los fragmentos conservados de Epicuro, los “Pensamientos” de Pascal, e incluso, a su manera geométrica, la Ética de Spinoza)”.

La maduración del pensamiento de Comte-Sponville busca inspiración a través de las obras fundamentales, que son casi inevitablemente los textos más antiguos, dejando a los lados del camino las creaciones más en boga. “No sentía ninguna atracción por la novedad, que pasa tan rápido, ni mucho menos por las pretendidas vanguardias”(…) “Una sabiduría para nuestra época, eso era lo que yo buscaba, y una sabiduría que debía incluir evidentemente una moral”.

Perteneciente a una generación de post guerra, el autor trata de construirse un espacio en medio de las grandes polarizaciones que afectan al mundo y teniendo cercanas las cruciales experiencias humanas que las poblaciones sufrieron mientras duró el conflicto y tras el mismo. Todas esas circunstancias le llevan a concluir “que no todo es falso, que no todo está permitido y, en definitiva, que no todo vale, y que hay ideas que, en efecto, merecen que se viva –y a veces se muera- por ellas” (…) “Por tanto, ni dogmatismo ni sofística. Ni idealismo ni nihilismo. Estos dobles rechazos trazaban como una línea de cresta, todavía indistinta, sobre la que habría que intentar avanzar”.

“Yo quería más bien reconstruir, y encontrar, si estaba a mi alcance, razones para vivir y para luchar” (…) "Y a ello me entregué, dice más adelante. Había que refutar la sofística (“todo es falso”) y el nihilismo (“todo está permitido”), sin recaer en la religión, el idealismo o el dogmatismo, aunque fuera marxista. A esta línea de cresta es a lo que llamaba “materialismo ascendente”.


Datos del autor

André Comte-Sponville (París, 1952) es uno de los filósofos franceses contemporáneos más brillantes y apreciados, no sólo en su país, sino también por los lectores de habla hispana. Su pensamiento se entronca con las corrientes materialista, racionalista y humanista. Antiguo alumno de la Escuela Normal Superior de París fue durante mucho tiempo profesor y conferenciante en al Universidad París I (Panteón-Sorbona). En 1998 deja su actividad universitaria para dedicarse exclusivamente a la escritura y a otras conferencias y seminarios ajenos a la universidad. Sus filósofos de influencia son Epicuro, los estoicistas, Montaigne y Spinoza. Entre los contemporáneos, está próximo sobre todo a Claude Lévi-Strauss, Marcel Conche y Clément Rosset.

Sus obras

“La felicidad desesperadamente”; “El amor, la soledad”; “Invitación a la filosofía”; “Diccionario filosófico”; “El capitalismo, ¿Es moral?”; “Pequeño tratado de las grandes virtudes”; “Impromptus”; “El alma del ateismo”; “La vida humana”( con Sylvie Thybert; “La feliz desesperanza” y “Lucrecio, la miel y la absenta” ".

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04/05/2010 Comentarios

Reseñas

Ciencia y religión Alicia Montesdeoca , 20/04/2010

Dos visiones del mundo


Ficha Técnica

Título: “Ciencia y religión. Dos visiones del mundo”
Autor: Agustín Udías Vallina
Edita: Sal Térrea. Santander, 2010

Cada día que pasa adquiere mayor interés la relación entre religión y ciencia. Prueba de ello es la aparición como disciplina académica en muchas universidades y la edición de libros que plantean este debate. Un debate que se entabla a partir de cuestiones como: ¿“Son ciencia y religión incompatibles y opuestas? ¿Ha perseguido la iglesia a los científicos? ¿Murió Galileo en la hoguera condenado por la Inquisición? ¿Han condenado los papas la teoría de la evolución? ¿Son la mayoría de los científicos materialistas y ateos?” ¿Podemos compaginar la explicación científica del origen del universo con la idea de un Dios creado de origen judeo-cristiano?


Muestra de este interés es esta misma obra la cual surge a partir de la experiencia que el autor desarrolla en las clases impartidas a sus alumnos de la Facultad de Ciencias físicas de la Universidad Complutense de Madrid, a lo largo de ocho años y en una asignatura de libre configuración.

En la presente obra, Agustín Udías Vallina utiliza un enfoque histórico, epistemológico y sociológico para plantear una visión general sobre dicha relación.

Considera el autor “la religión y la ciencia como dos visiones del mundo y como fenómenos culturales presentes desde el origen de la humanidad” (...) “Dos visiones autónomas e independientes que no son incompatibles, que necesitan estar en diálogo entre sí y que se complementan”.

La temática de los contenidos que incluye esta obra se desarrolla en doce capítulos que incluyen: El materialismo científico y el fundamentalismo religioso como ideologías que dificultan la relación ciencia religión; las relaciones entre el pensamiento cristiano, la ciencia y la filosofía en la antigüedad y en la Edad Media, con los capítulos específicos dedicados al caso Galileos y a la teoría sobre la evolución de las especies de Darwin; la naturaleza del conocimiento científico y del conocimiento religioso: la naturaleza de la materia, el origen del universo y el origen de la vida y del hombre. Para finalizar, con dos últimos capítulos dedicados al problema de la ética en la práctica científica y su incidencia en la religión, así como al caso particular de la ética ambiental y los problemas del desarrollo.

Índice

1. Introducción: la ciencia y la religión
2. Conocimiento científico y conocimiento religioso
3. Relaciones entre ciencia y religión
4. Materialismo científico
5. Ciencia y fe cristiana. Santos Padres y Edad Media
6. El nacimiento de la ciencia moderna. El caso Galileo
7. Cosmología y creación. Origen del universo
8. Darwin y la teoría de la evolución
9. El origen de la vida y del hombre
10. Los científicos modernos y la pregunta sobre Dios
11. Ciencia y ética
12 Ciencia, religión y medio ambiente

Datos del autor

Agustín Udias Vallina, jesuita, catedrático emérito de geofísica de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Academia Europea, es autor de “Principles of Seismology” (Cambridge University Press, 1999);: “Fundamentos de Geofísica” (en colaboración, 1997); “Historia de la Física, de Arquímedes a Einstein (2004); “El universo, la ciencia y Dios” ( 2001) y “Searching the Heavens and the Earth: The History of Jesuit Observatorios” (2003). Desde 2001 imparte un curso sobre Ciencia y Religión en la facultad de Ciencias Físicas. Desde su experiencia como religioso, científico y profesor universitario, ofrece sus reflexiones sobre el apasionante tema de las relaciones entre ciencia y religión.



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20/04/2010 Comentarios

Reseñas

Despacio, despacio… Alicia Montesdeoca , 16/04/2010

20 Razones para ir más lentos por la vida


Ficha Técnica

Título: “Despacio, despacio…"
Autora: María Novo
Edita: Ediciones Obelisco. Barcelona, febrero 2010

María Novo con su obra “Despacio, despacio” nos introduce suavemente, con dulzura, con humor y con conocimientos, en la relatividad de lo que consideramos valores y retos de “nuestro tiempo”. Paso a paso nos descubre que cualquier objetivo que se persiga culminará si se acompasan los ritmos, si se considera el lugar que ocupa y la importancia que tiene en su entorno, si se respetan los procesos que necesita para surgir, desarrollarse, florecer y yo diría que incluso para morir; que el afán por poseer oculta al Ser, el cual sólo se manifiesta cuando nos damos tiempo para contemplar lo que vivimos y el cómo lo vivimos, gozando de esta manera de cada instante de una existencia que es temporal y que sólo en la intensidad de las vivencias se puede realmente valorar y gozar. Una intensidad que podemos percibir cuando nos centramos en el presente, nos recreamos en la riqueza de lo cotidiano y hacemos posible la sostenibilidad, acoplando el andar de nuestro existir al latido de la Vida.

“Debo advertir, dice la autora que los problemas que se plantean en estas páginas son propios de las gentes que vivimos en el Norte rico de este mundo desigual, que somos la excepción y no la norma”. (…) “El problema de los ritmos rápidos, de la aceleración, es típicamente un problema ligado a nuestro estilo de vida y al despilfarro”.

La necesidad de reflexionar sobre estas cuestiones no es un asunto de tipo individual, o regional, solamente es la necesidad de alcanzar un “verdadero bienestar colectivo que se asiente en el equilibrio ecológico y la equidad social. Comenzar por los asuntos temporales de la vida diaria no nos garantiza los resultados, pero es, sin duda, una buena forma de iniciar cambios personales que pueden producir, a medio plazo, importantes transformaciones sociales”.

El contenido de este libro está estructurado en dos partes. “En la primera, se aportan algunas ideas acerca del tiempo y los problemas asociados a su uso”. “La segunda parte presenta historias concretas, modelos para el cambio que ya se están poniendo en práctica. En todos ellos, la lentitud es un referente, no un objetivo en sí misma”.

María Novo pone en evidencia, a lo largo de la primera parte, que a fuerza de organizar la vida, de programarla con obligaciones y rutinas dejamos escapar las mejores ocasiones y oportunidades para vivirla, para gozarla y para compartirla con los seres queridos: “vamos situando nuestra vida en los productos y nos perdemos los procesos, el gusto por lo que estamos haciendo en cada momento, la posibilidad de vivir, con el ritmo apropiado, cada hora del día”.

“Hemos perdido, dice más adelante, el gusto por las cosas sencillas”. (…) “La conversación sosegada, la escucha compartida o solidaria de una buena música, los paseos al aire libre”…

La autora nos incita a deleitarnos viviendo la vida a otro ritmo más reposado, más consciente. “Entonces, el tiempo se ensancha, se convierte en nuestro cómplice, nos hace regalos impensables, como la serenidad, la paz, el bienestar personal y una mejor relación con la gente de nuestro entorno”.

El problema de nuestra cultura, apunta la autora, es que se basa en el principio de que “más” parece ser siempre “mejor” y, “fascinados por lo grande, corremos velozmente en la aventura ilimitada de crecer, sin percatarnos de que ese crecimiento cuando supera cierto umbral de tolerancia se convierte en nuestro enemigo”.

¿Qué hace alguna gente con su tiempo? se pregunta María en la segunda parte de su libro. Con esa cuestión, la ensayista nos va desgranando algunas experiencias en las que está implicada o que conoce porque en ellas están algunos de los muchos amigos que tiene por el mundo.

María Novo no sólo nos acerca al conocimiento de la historia del tiempo, también nos muestra el tiempo a vivir, o formas de vivir el tiempo, con historias de personajes cercanos, sus amigos, aquellos que han optado por vivir al ritmo de la vida, mostrando experiencias cotidianas llenas de sabiduría y serenidad:

Los Bancos del tiempo, restauradores de los intercambios personales y comunitarios con sus prestaciones de servicios, dónde el tiempo es la unidad de cambio; el movimiento Show Food, de origen italiano, como casi todas las iniciativas que nos describe la autora, que propone “el derecho a una alimentación buena, sana y placentera y que va más allá de la degustación de una buena comida; las Cittaslow, o ciudades lentas, inventadas también por los italianos, como Orvieto, Bra, Positano y tantas otras pequeñas urbes que están adheridas a este movimiento y que han consolidado una red de ciudades lentas por todo el mundo, incluido nuestro país; las ciudades de la bicicleta, como Ferrara en la región de Regio-Emilia, cuyos habitantes la recorren a ritmo de pedaleo y con todo tipo de bicicletas; las ciudades de los niños y de las niñas que tratan de restituirles a los menores de edad la autonomía de movimiento, perdida a causa del automóvil y a veces de la inseguridad ciudadana.

Por último la recién nacida Asociación de gente que quiere ir más lenta por la vida, a la que pertenece nuestra autora, denominada Show People y cuyo objetivos es vivir más pausadamente.

Con estas ideas y con estos recursos, María Novo nos viene a decir que: “Si queremos acompasar nuestro ritmo a la naturaleza, si de verdad deseamos consolidar y cuidar nuestros vínculos afectivos y sociales, dejar de destruir este planeta y empezar a construir un modelo de vida saludable, necesitamos cambiar nuestros ritmos, desarrollar una actitud interior de calma. Y, cuando a usted o a mí nos increpen porque no hemos llegado los primeros en la carrera de la productividad, ya sabemos la receta: paciencia.”


Índice

Presentación: por qué hablar de lentitud

Primera parte: a vueltas con el tiempo

Breve historia del tiempo
Kairós, el momento oportuno
La prisa nos está matando. ¿qué hacer?
Acompasar nuestro ritmo a la naturaleza
Lentitud y sostenibilidad
Hay un tirano instalado en su vida: el reloj
Construir una nueva normalidad: el factor “S”
Si usted va despacio vivirá mejor (y más tiempo)
El amor es un deporte para lentos

Segunda Parte: qué hace alguna gente con su tiempo

Los Bancos del Tiempo le están esperando
Por qué me hice miembro de Show Food
Cuando la inteligencia se sosiega, o cómo aprender de los amigos
Vivir en una ciudad lenta, recuperar el bienestar
Ferrara, ciudad de la bicicleta
Cada mañana, Elena da las gracias
La ciudad también es de los niños
De “Festina lente a “Slow Peaplo”

Epílogo: lentitud y belleza


Datos de la autora

María Novo, Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación, escritora y artista, ha desarrollado su trayectoria profesional, en los últimos veinticinco años, en el campo de la educación ambiental, el medio ambiente y el desarrollo sostenible, habiendo dirigido varias tesis doctorales y proyectos de investigación e innovación en estas materias. Además, ha publicado 22 libros y numerosos artículos, algunos de los cuales han sido traducidos a otros idiomas.

Su actividad científica la realiza fundamentalmente como Directora de la Cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la UNED. También, bajo su dirección, se imparte desde 1990 un amplio Programa Internacional de Postgrado sobre Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible, dirigido a profesionales de distintos sectores.
La autora, además, creó hace años el Proyecto ECOARTE (Ciencia, Arte y Medio Ambiente), con el objetivo de articular los saberes científicos, con los artísticos, para la construcción de un modelo de interpretación de la realidad complejo e integrador. En el proyecto, de carácter transdisciplinario, participan científicos y artistas de reconocido prestigio; se realizan Seminarios monográficos; se han publicado varios libros, y se ha presentado un manifiesto por la Sostenibilidad. Es conferenciante asidua en foros españoles, europeos y latinoamericanos


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16/04/2010 Comentarios

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