CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Aprenda a leer el griego del Nuevo Testamento
Hoy escribe Antonio Piñero

Para los que estén interesado en aprender griego les será interesante saber que ya ha aparecido la traducción al español de la "Gramática" de David Alan Black cuyo título es

Aprenda a leer el griego del Nuevo Testamento

He aquí los primeros párrafos de la sección titulada "Acerca de este libro."

"La lengua griega ha ejercido siempre una atracción peculiar para los lectores y expositores del Nuevo Testamento. En inglés se han publicado más de un centenar de gramáticas introductorias al griego del Nuevo Testamento, muchas de ellas compuestas por eruditos de primera clase. Sería muy raro, por tanto, que la gramática actual no hubiera sufrido la influencia de las anteriores, pero estoy seguro de que la aparición de este libro no es el mero producto de las deficiencias de sus precursores. Sin embargo, es satisfactorio saber que cualquier tema aumenta su interés, aunque sea en un grado pequeño, gracias al tratamiento independiente de la misma materia a la luz de las investigaciones más recientes.

"Por tanto, el objetivo del presente volumen — escrito por la amable invitación de los editores —" es satisfacer la necesidad de hoy día acerca de esta materia, aplicar una metodología lingüística bien informada y hacer hincapié en los modelos contemporáneos del aprendizaje de idiomas. La simplicidad de las explicaciones, el uso de un vocabulario básico, y los abundantes ejercicios de traducción están diseñados para preparar al estudiante para futuros cursos 'prácticos' en exégesis. Además, el hincapié en la lengua proporciona la base para cursos más avanzados de gramática. Albergo la esperanza de que este libro no sea indigno de las gramáticas que lo han precedido, y que la naturaleza de las lecciones lo signifique como una introducción útil a la lingüística griega, un campo especialmente preparado para proyectar una luz nueva sobre las palabras de las Escrituras.

"El texto está dividido en 26 lecciones, la mayoría de las cuales se organiza de acuerdo a la siguiente distribución: presentación de los conceptos gramaticales y de las formas que deben ser aprendidos, dividida en unidades manejables; una lista de vocablos esenciales que han de aprenderse de memoria; y ejercicios basados en el material que se ha tratado en la lección. El libro es adecuado para el estudio o para el repaso, para el trabajo individual o de grupo, como parte de un curso de actualización, o como guía útil de referencia. Está pensado para ser utilizado durante un año completo de estudio con una clase a la semana, con tiempo suficiente para pruebas complementarias, y para el repaso".

Ya está disponible actualmente en la edición impresa y también en PDF. La edición impresa cuesta $19,99, y la de PDF cuesta $0.99. Todas las ediciones digitales cuestan solamente $0.99. Además de estos formatos, tendremos el libro al menos en los siguientes formatos: Nook, Kindle, y Google Play. Logos Bible Software también está añadiendo este libro a su biblioteca de recursos, aunque todavía no está disponible.

Se puede comprar directamente de la casa editorial aquí:

Impresa (http://direct.energion.co/aprenda-a-leer-el-griego-del-nuevo-testamento);
PDF (http://direct.energion.co/Aprenda-a-leer-el-griego-del-nuevo-testamento-pdf ).

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Saludos


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Otra noticia:


He aquí el enlace de la primera parte de una entrevista, centrada en la novela El Trono Maldito publicado ayer en ABC.es. El autor de la entrevista es César Cervera Moreno


http://www.abc.es/…/abci-entrevista-antonio-pinero-trono-20…

Saludos


Jueves, 2 de Abril 2015
Hoy escribe Fernando Bermejo

Poner en relación a Jesús con Herodes llamado “el Grande” tiene sentido tanto cronológicamente como en función de ciertos elementos legendarios desarrollados al respecto en la literatura cristiana primitiva. La relación de Jesús con Herodes Antipas es demasiado obvia para cualquier lector de los evangelios. Pero la del predicador galileo con Arquelao, desterrado a las Galias por Augusto en el 6 e.c. –es decir, cuando Jesús debía de ser un mozalbete– resultará a algunos lectores algo más incierto. No obstante, quien recuerde que el nombre de Arquelao es citado en Mt 2, 22 no se sorprenderá tanto. Hay, por lo demás, otro modo posible de relacionar a ambos personajes.

La parábola de las minas (Lc 19, 11-27) presenta un conjunto de problemas propio. El evangelio de Mateo tiene una parábola similar, la de los talentos (Mt 25, 14-30). Una mera comparación entre las dos parábolas revela que, aparte de sus diferentes contextos, la versión lucana contiene otra peculiaridad: la de poseer un elemento extra, referido a un “pretendiente al trono” (Lc 19, 12.14-15a.27). Este elemento, en apariencia añadido, presenta sus propios problemas.

Desde hace tiempo se ha llamado la atención sobre los aparentes paralelismos entre la sección de la parábola lucana referida al “pretendiente al trono” y algunos episodios decisivos relativos a la vida de Arquelao, uno de los hijos de Herodes llamado “el Grande” y de la samaritana Maltace, nacido ca. 23 a.e.c. En efecto, el material entreverado en la parábola de las minas contiene los siguientes elementos:

Lc 19, 12: un hombre de noble linaje parte hacia un país lejano con el fin de asegurarse la posesión de su reino;

Lc 19, 14: sus ciudadanos le aborrecían y envían una embajada tras él, diciendo: “No queremos que este reine sobre nosotros”;

Lc 19, 15a: una vez que el hombre ha recibido el reino, vuelve;

Lc 19, 27: a los adversarios que no quisieron aceptarlo como rey, manda traerlos y degollarlos en su presencia.

Pues bien, sabemos por Flavio Josefo que Arquelao:

A la muerte de su padre Herodes, viajó a Roma con el objeto de obtener del emperador Augusto la concesión del título de rey

A la vez, una embajada de cincuenta judíos fue también a Roma para oponerse al nombramiento de Arquelao. Este había hecho intervenir a las tropas con ocasión de la Pascua, en una intervención que costó la vida a unos tres mil judíos (II 13)

A su vuelta siguió comportándose de modo torpe y cruel

Los paralelismos son por tanto estrechos, aunque haya también variaciones. Así, por ejemplo, Arquelao, en rigor, no recibió el reino, sino que fue hecho “etnarca” (de Judea, Samaria e Idumea). Aun así, numerosos exegetas y comentaristas del evangelio de Lucas han conjeturado que el material relativo al “pretendiente al trono” en el capítulo 19 se hace inteligible a la luz de acontecimientos históricos bien conocidos, referidos a este hijo de Herodes.

Una objeción elemental que se presenta aquí es la de que Herodes Arquelao fue un gobernante recordado sobre todo por su torpeza y su brutalidad –de hecho, como uno de los dirigentes más incapaces y aborrecidos del pueblo judío–. ¿Habría Jesús –o el autor del evangelio de Lucas– tomado como modelo de la actuación de Dios –o del Mesías– a una figura tan ominosa? ¿Tiene esto algún sentido? Esta es la cuestión que abordaremos en nuestra próxima entrega.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 1 de Abril 2015
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

HOMILÏA XI

La mayor ingratitud

Dejábamos a Pedro la pasada semana proclamando la solidaridad de la Creación con su Creador. El mundo creado manifiesta su disgusto frente a la ingratitud de la humanidad y su correspondiente conducta. Según su criterio, la impiedad es mayor cuando la ingratitud se comete contra una persona mayor. Y no hay persona mayor que Dios, contra quien los impíos cometen sus gestos de ingratitud. Lo razona desde su particular punto de vista: “Como Dios es mayor que todos, así sufrirá mayor castigo el que es impío con él, como el que peca contra un superior. No porque Dios se defienda a sí mismo, sino porque toda la creación se irrita contra el impío y naturalmente se venga de él” (Hom XI 10,2).

Inmortalidad del alma

Toda la creación, dice Pedro, está irritada con vosotros los que deshonráis al creador del universo. Y aunque con la disolución de vuestro cuerpo escapéis del castigo, ¿cómo podréis huir, por la corrupción, de vuestra alma, que es incorruptible? Porque es inmortal incluso el alma de los impíos, para quienes sería mejor que no fuera incorruptible. Pues castigada con un interminable suplicio por el fuego inextinguible, y siendo inmortal, su desgracia no tiene fin. Estas realidades no pueden ocultarse al que busca la verdad de su vida futura de ultratumba. No sería lícito ni razonable dejar a los hombres en le ignorancia. Las cosas son como son, y no como a los hombres les gustaría que fueran. Cada acción del hombre va necesariamente ligada a su libre albedrío y a responsabilidad personal.

La serpiente malvada, oculta en vuestro corazón, siembra astutamente en vosotros ficciones hostiles a Dios, bajo el pretexto de la amistad con Dios. Reconciliaos con vosotros mismos, pues por vuestra salvación se promueve mediante las buenas obras el refugio en él. El hombre debe volver a su primitiva y original vida de inocencia, de felicidad y de amistad con Dios su Creador. Pues “la realidad actual es que vuestro deseo irracional es una cierta hostilidad con Dios, pues so pretexto de prudencia fortalecéis vuestra ignorancia”. Una vez más sale a la luz de los textos el concepto y las consecuencias de la ignorancia, fuente y raíz de todos los errores de la humanidad.

Inutilidad de los ídolos

Pedro discute opiniones peregrinas de sus oyentes. Algunos dicen: “Dios no se preocupa de nosotros. También esto es falso. Pues si realmente no se preocupara, tampoco haría salir el sol sobre buenos y malos ni enviaría su lluvia sobre justos e injustos . Y otros dicen: “Somos más piadosos puesto que veneramos tanto a Dios como a las imágenes”. No lo creo. Pues si quien esto afirma dijera a un rey: “Te doy el mismo honor que a los muertos y al estiércol arrojado”, no creo que saldría bien parado. Pero alguien dirá: “¿Es que llamas estiércol a nuestros objetos de culto?” Pues sí que lo afirmo. Porque los habéis convertido en inútiles para vosotros al ponerlos entre los objetos de culto, cuya materia posiblemente no sirve para otra cosa que para estiércol (Hom XI 12,1-3).

Pero ahora ni siquiera valen para esto, cuando los adoráis después de transformarlos. ¿Cómo decís que sois incluso más piadosos cuando sois los más impíos de todos y merecéis ante el Dios verdadero la ruina del alma por aquel mismo pecado incomparable, si en él perseveráis? Una vez más Pedro recurre a la semejanza de los hijos frente a sus obligaciones. En consecuencia proclama: “Si un hijo, que ha recibido muchos favores de su padre, da a otro que no es su padre el honor debido al padre, es seguramente desheredado. Pero si viviendo según el criterio del padre, le da las gracias por sus favores, con razón es nombrado heredero” Los idólatras pierden lógicamente su categoría de herederos del reino eterno cuando dan culto a ídolos sin vida ni poder.

Argumentos contra la idolatría

Es tan importante el tema que el Apóstol insiste con reiteración en sus razones y en las consecuencias de la idolatría. Algunos idólatras dicen: “Viviremos impíamente si abandonamos los cultos que nos transmitieron nuestros padres; pues es lo mismo que guardar un depósito”. Por este razonamiento, si uno es hijo de un padre ladrón o de mala vida, no debe ser sobrio ni elegir una vida mejor, para no ser impío ni pecar por no hacer lo mismo que sus padres. Otros idólatras son necios cuando dicen: “Adoramos estas cosas para no ser molestos a Dios”. Como si Dios se molestara con aquellas cosas con las que es alabado, y no se molestara con las ingratitudes y las blasfemias. ¿Por qué, pues, cuando se produce una escasez de lluvia, mirando continuamente hacia el cielo, ofrecéis oraciones y súplicas; y cuando llueve, os olvidáis inmediatamente?
Otrosí, cuando habéis recogido la cosecha o habéis vendimiado, al punto ofrecéis las primicias a los ídolos, que no son nada, y os olvidáis en seguida del Dios bienhechor. Y así os dirigís a los bosques y a los templos y os divertís ofreciendo sacrificios. Por eso, algunos de vosotros dicen: “Con razón se han organizado estos actos para consuelo y diversión”. Muchos idólatras buscan bienestar y diversión mejor en los ríos, en los bosques y en las selvas, donde hay banquetes, simposios y lugares umbrosos. Pero otros buscan el bienestar donde se da la locura de los demonios, amputaciones de manos, emasculaciones, furores, manías, cabellos hirsutos, jactancias, entusiasmos, gritos y todas aquellas cosas que suceden con hipocresía para pasmo de los insensatos, a fin de que presentéis a los que son más muertos que los muertos las oraciones y acciones de gracias a las que estáis obligados.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro









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Domingo, 29 de Marzo 2015
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:




Mi pregunta es en relación a Mateo 24:15 y el famoso (para alguno) paréntesis:

"Por tanto, cuando veáis la abominación de la desolación, de que se habló por medio del profeta Daniel, colocada en el lugar santo (el que lea, que entienda)"

¿Esa expresión sale en el texto griego? Porque en mi opinión el redactor de esta parte de Mateo evidentemente no cita palabras de Jesús sino que pareciera ser una especie de mensaje en clave para los lectores del evangelio sin mencionar directamente a los romanos...

Se cree que fué escrito después de 80 (quizás por la imposibilidad racional de que recoja una profecía).

Pero, ¿por que Lucas sin pelos en la lengua se refiere a los romanos en la versión paralela de Lucas? :

"Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado".

De aquí mi pregunta del famoso parentisis de Mateo, el cual si aparece en el texto original sería una especie de aviso al lector de que entienda a quién significaría la abominación, sin mencionar directamente a los romanos. Pues para Lucas, ya no tendría sentido puesto que la destrucción habría pasado.



R.:


1: Naturalmente que este paréntesis se halla en el texto griego y sin variantes de importancia. Los manuscritos son unánimes casi. Para el evangelista, que está siguiendo a Marcos, las palabras (menos el paréntesis) fueron pronunciadas por Jesús. El paréntesis está tomado de Marcos por Mateo sin variación sustancial.

El paréntesis parece ser una alusión a un recuerdo ilustrado del pasado remoto de los lectores de Mateo (profanación del Templo en tiempo de Antíoco Iv Epífanes) que fue parecido al reciente pasado de los mismo lectores (reino de Calígula 37-41, por tanto 40 años antes = este emperador que se pusiera una estatua suya en el templo de Jerusalén, y una incitación al lector para que lea el libro de Daniel que presagiaba lo que ha ocurrido hace poco) o bien a la huida de los judeocristianos de Jerusalén, hacia Transjordania (ciudad de Pella) en el invierno del 67, o 68. Luego el Templo fue profanado por la consagración como sumo sacerdote de Phanni, un personaje indigno, en el 67.



2: ¿Por qué Lucas varía y se refiere más claramente a los romanos? No podemos introducirnos totalmente en la mentalidad de Lucas. Pero siempre que hay una variación respecto a Marcos se trata de una aclaración, o bien una precisión o corrección en la línea de su propia teología lucana. Este cambio lucano se debe a ver en el signo dela destrucción de Jerusalén y su Templo una acción general de los romanos como ejecutores de la ira de Dios contra los judíos por haber matado al justo Jesús.

3. Por tanto en Mateo, sin mencionar directamente a los romanos, el paréntesis se refiere a algo que ha ocurrido en el pasado –como he dicho más arriba—, que los lectores conocen, y que fue un signo de que se cumpliría la palabra de Jesús, a saber que el Templo sería destruido.

Para Jesús esta destrucción era el paso previo a la construcción de otro templo nuevo. El judaísmo seguiría pero purificado y acabaría pronto en la instauración del reino de Dios sobre la tierra de Israel.

Para los lectores de Mateo y de Lucas, esta destrucción del Templo era ya perpetua. No seguiría el judaísmo igual, sino que los judíos debían aceptar al Mesías Jesús y, por tanto –siguiendo la idea de Pablo—, los judeocristianos habían que vivir el judaísmo de otra manera “en Cristo”, “en el mesías”. Y los paganos vivirían su nueva fe también “en Cristo”, pero sin hacerse judíos.



Estoy interesado en el griego del Nuevo Testamento. ¿Me puede indicar qué gramáticas hay?




Respuesta:



Se las enumero por los autores, pero para completar los datos, busque por favor en Internet


• Inmaculada Delgado Jara

• D. A. Black

• Moulton Milligan- Howard –Turner

• Blass-Debrunner-Funk y la versión española de Max Zerwick en Verbo Divino,

• Dana-Mantey

• Murray J. Harris, Prepositions and Theology

• Daniel B. Wallace, Greek Grammar beyond the Basics, an Exegetical syntax of the New Testament

A esas hay que sumar las de griego e historia de la lengua griega de

• Goodwin,

• Humbert,

• Jannaris,

• I. Rodríguez Alfageme,

• una muy interesante Gramática funcional-cognitiva del griego antiguo de Martínez Vázquez, Ruiz Yamuza y Fernández Garrido,

• F. Rodriguez Adrados, y alguna más que no recuerdo.



Pr.:



1: Si la frase de la "abominación desoladora" es un recuerdo del pasado remoto de eventos que afectaron a los judíos, ¿por que se dice que el Evangelio de Marcos (que es la "fuente") fue escrito para la "comunidad cristiana helenística de lengua griega" ?

¿Por que Marcos habría de utilizar una expresión que entendería más naturalmente un judecristiano? ¿O era Marcos también un escrito para los judíos en la Diáspora?

2: Y unas preguntas que me hago y que me inquietan (abusando de su tiempo), ¿cuanto cree usted que están alterados de los Evangelios Canónicos? (en términos generales y en el sentido que hubiese un fuente anterior de contraste, algo así parecido como la teoría de la llamada fuente Q ).

3: ¿O son los Evangelios que tenemos hoy en las Biblias una creación medieval (o de los Códices de los siglos III) ya que no hay muchas pruebas de contraste con los manuscritos más antiguos (como el P 52) ?

4: ¿Al tomar esos varios fragmentos, notáis alteraciones claras en los textos modernos?

5: ¿Hasta que grado es real esta afirmación Robert Funk?:



Respuestas:

En general:

Se ha estimado que hay más de 70.000 variantes significativas (las totales suman más de 500.000) en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento. Tal montaña de variaciones ha sido reducida a un número manejable por las ediciones críticas modernas que ordenan, evalúan y eligen entre la miríada de posibilidades. Las ediciones críticas del Nuevo Testamento griego utilizadas por eruditos son, de hecho, creaciones de los críticos textuales y editores. No son idénticas a ninguno de los manuscritos antiguos sobrevivientes. Son una composición de muchas versiones distintas.



1: Los lectores eran gentiles eran “temerosos de Dios” que frecuentaban las sinagogas antes de convertirse y conocían bien la Biblia. Y otros lectores, menos, eran judeocristianos.

2: No tenemos ninguna fuente primitiva con las que poder contrastarlos. Por tanto no lo sabemos. La Fuente Q está sacada de los Evangelios, de las concordancias entre Mt y Lc cuando no copian de Marcos (vea un diccionario de la Biblia).


3: Una cosa son las copias de copias y otras es que sean creaciones del siglo III o IV. Antes de esa época tenemos citas del Nuevo Testamento en diversos autores y coinciden los textos.

4: Supongo que se refiere a las traducciones. No hay allterciones claras. Las traducciones suelen ser fieles. La divergencias están en cómo entender uno y un mismo texto y las notas con las que se aclaran.

5: Es totalmente real. Sólo es exagerado que las 70.000 afecten al dogma. Pero sí pueden afectar al dogma unas 200 o menos. Pero según la fe tradicional, también existe la Tradición, que las interpreta y para los católicos está el Magisterio de la Iglesia que escoge la interpretación.


Pr.:

El pasado día 15 de marzo, hizo usted alusión al capítulo 13 versículo 29 de los Hechos de los Apóstoles, y comentó textualmente “Jesús fue bajado de la cruz por las autoridades judías, es decir, se supone que no ellas, si no por medio de sus esbirros, y llevado a una fosa “. He buscado ese versículo, tanto en un Nuevo Testamento que tengo por casa, como en su publicación “Todos los Evangelios “ editado por Edaf, y en él, Pablo siguiendo el hilo de lo que anteriormente ha dicho dice “Y así se cumplió todo lo escrito sobre él, después de bajarlo del madero, lo pusieron en el sepulcro”. Le rogaría por favor me explicara si usted se refiere al hablar de ese versículo, a una interpretación que usted hace de él, o por el contrario, yo he confundido mi búsqueda, pues como vera, en el versículo al que usted hace alusión, no aparece para nada las autoridades judías, y no hay ninguna referencia a fosa alguna.


R.:


Usted ha leído solo el v. 29. Pero se le ha pasado por alto leer el contexto.


El texto completo dice así:


27 Pues los habitantes de Jerusalén y sus jefes, que no lo conocían ni a él ni las Escrituras de los profetas que se leen cada sábado, las cumplieron al condenarlo. 28 Y aunque no encontraron ninguna causa de muerte, pidieron a Pilato que lo eliminara. 29 Y cuando cumplieron todo lo que estaba escrito acerca de él, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro.


Como verá, habla de los jefes de los sacerdotes como sujeto de todas las frases. Y respecto a la “fosa común”. El texto griego de Lucas/Hechos dice “mnemeion”, es decir sepulcro/memorial”. Pero si los sumos sacerdotes mataron a Jesús, según los evangelios como blasfemo, autor de escándalo público (Evangelio de Juan cap. 11), y los romanos, por su parte, lo mataron como sedicioso, reo de un delito contra la majestad del emperador Tiberio ¿lo iban a colocar en un “sepulcro/memorial”?

Lo que ocurre es que Lucas embellece las cosas todo lo que puede. Es conocido Lucas por los comentaristas por su tremendo sesgo en casi todo y cómo hay que tener eso muy en cuenta. Por ello, la estimación común de los historiadores es que Lucas llama “sepulcro” a la fosa común que –sabemos por otras fuentes— había en Jerusalén para delincuentes comunes que morían en la capital.



Pregunta:

1- Segun su juicio ¿donde cree que con toda probabilidad fue sepultado jesús, en una fosa comun o en el sepulcro cedido por josé de arimatea como indican los evangelios?

2- estoy leyendo la saga de libros "caballo de troya" de JJ Benitez, este autor afirma que dejando a un lado la ficciòn, la raiz de la historia es el resultado de varios años de su investigaciòn sobre la vida y figura de Jesús, quisiera preguntarle si ha leido algunos de estos libros y si piensa que ciertamente contienen algunos datos veridicos centrandonos en la vida de jesus y en la palestina del siglo I o de lo contrario se trata de de una novela sin datos historicos?


Respuesta:


La pregunta 1 puede responderse, creo con la anterior.

La segunda: Estimo mucho a J.J. Benítez como periodista. Y sí he leído el tomo I de “El caballo de Troya”. Pero nada más. Ese volumen I tiene muchísimas cosas copiadas de un libro de revelaciones norteamericano, escrito hacia 1910, si no me equivoco, que se llama el “Libro de Urantia”, que es pura fantasía. Igualmente, todo lo que dice J.J. Benítez carece de la menor credibilidad científica. No tenemos fuentes creíbles, ningunas, para esa reconstrucción de la vida oculta de Jesús.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com



Domingo, 29 de Marzo 2015
“¿Quién mató a Jesús? La patraña del pueblo deicida” (571)
Escribe Antonio Piñero

Presento hoy un nuevo libro de José Montserrat, que despertará sin duda una acerada pero útil polémica. El título del libro es el de esta postal. Vio la luz a finales de 2014 en la editorial de DStoria Ediciones, de Sabadell; tiene 251 pp., y su ISBN es 978-84-941455-2-0. Precio, en torno a 19 euros. En las páginas centrales, con coloración diferente aparece una sinopsis en castellano de los cuatro evangelios en los capítulos que afectan al tema (Mc 14-15; Mt 26-27; Lc 23; Jn 18-19).

Me parece una decisión más que discutible que, por deseo de ofrecer un texto limpio y de fácil lectura, esta sinopsis carezca de la numeración interior de los versículos, y de que no aparezca en el encabezado de las correspondientes páginas la también útil mención del capítulo de cada evangelista y de los versículos que contiene cada columna. A efectos de la argumentación no afecta ciertamente esta carencia, ni tampoco a la posibilidad de que el lector vaya comprobando los textos evangélicos y contrastándolos entre sí. Pero luego no podrá controlar con comodidad en qué versículo se encuentra tal o cual dato de cada evangelista.

El propósito del libro es argumentar razonadamente que los textos evangélicos que hablan de la gran culpa moral de las autoridades judías y del pueblo de Jerusalén, que entregó a Jesús en manos de Poncio Pilato (¡no Pilatos!) y luego pidió su muerte y por crucifixión, se basa en textos evangélicos que no resisten la crítica racional histórica y que por tanto no son “atendibles”, en palabras del autor, es decir, no son fiables. Consecuentemente, la base de un antijudaísmo de siglos y siglos, que aún pesa entre el pueblo cristiano contra las judíos actuales, a saber el estigma atribuido a ese pueblo como deicida --que aún pende sobre su cabeza-- carece de cualquier fiabilidad histórica, y es probabilísimamente falso.

Añade el autor que las autoridades eclesiásticas de hoy deberían analizar serenamente los evangelios y poner coto a lo que él denomina “patraña” (apoyándose en el diccionario de la Real Academia, urdida por los evangelistas Marcos y Mateo sobre todo, y afirmar públicamente que la Iglesia de hoy se desdice de cualquier tipo de afirmación negativa al respecto. Por ejemplo, deberían declarar que es falso que los judíos hubieran gritado “(Caiga) Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mt 27,25) y que su deseo ahora no es en absoluto mantener ese estigma sobre los judíos.

El libro tiene dos partes claras. La primera argumenta razonadamente qué es lo que NO ocurrió, a saber que las autoridades juzgaran a Jesús y lo condenaran ya muerte, previamente al juicio romano; y que los habitantes judíos de Jerusalén participaran activamente en la petición de pena de muerte para Jesús y por último que exigieran en concreto que fuera crucificado. El autor insiste que la tarea normal de un historiador es establecer los hechos y sus causas. Por ello –sostiene-- comenzar un libro por la prueba de “lo que no ocurrió” es tremendamente difícil. Opina que la única manera de poner en duda hechos, que comúnmente se afirman como históricos pero que probablemente no sucedieron jamás, es analizar las fuentes que presentan esos hechos y demostrar que tales fuentes no son fiables. Y esto se logra solo mostrando sus carencias, su ignorancia y sus contradicciones en puntos esenciales.

Las siete contradicciones o ignorancias esenciales de los evangelistas son:

1: Las noticias sobre la Última Cena y el regreso al Monte de los Olivos (de noche; normalmente con las puertas de la ciudad cerradas y vigiladas por los romanos) son inverosímiles.

2: Los evangelios ignoran algo tan elemental como el año de la muerte de Jesús .

3: Los evangelios ignoran el día en el que murió Jesús. Los cuatro afirman que murió un viernes. Pero los tres primeros sostienen que ese viernes, unas tres horas después de la muerte de Jesús (hacia las seis de la tarde) comenzaba la Pascua de ese año. El evangelio de Juan, por el contrario, afirma que en ese viernes, hacia las seis de la tarde, comenzaba la víspera de la Pascua, y que era el momento en el que se degollaban los corderos para la Pascua. La muerte del “Cordero de Dios” coincidió temporalmente con el momento de la degollación de los corderos pascuales. Ambas construcciones son puramente teológicas.

4: Los evangelistas no se ponen de acuerdo sobre quiénes prendieron a Jesús: si la policía del Templo y otros, una turbamulta (Sinópticos) o una cohorte romana (Juan). Las noticias de Lucas sobre la actuación de “sumos sacerdotes” en el prendimiento son inverosímiles.

5: Los Evangelios no se ponen de acuerdo si hubo o no “juicio judío”, nocturno, contra Jesús.

6: Es inverosímil desde el punto de vista histórico que las autoridades judías entregaran a Jesús, o a cualquier “nacionalista” judío, en manos de Poncio Pilato, gobernador romano. No se conoce ni un solo caso de tal tipo de entrega. Es inverosímil que Pilato aceptara presiones, por ejemplo, sus indicaciones sobre el tipo de muerte al que debía condenar a Jesús.

7: Es inverosímil que las autoridades y el pueblo judío pidieran como sistema de muerte la crucifixión porque era desde hacía más de un par de decenas absolutamente insólita en Palestina y, además, contravenía el derecho legal y consuetudinario sobre las penas de muerte de la tradición judía.

La conclusión que obtiene J. Montserrat es que este conjunto de ignorancias y contradicciones hacen a los evangelios documentos no fiables. Por tanto no se les puede prestar crédito en sus acusaciones contra las autoridades judías y el pueblo de Jerusalén en cuanto a la muerte de Jesús.

La segunda parte del libro consiste en probar lo que probablemente ocurrió (aquí resume Montserrat su tesis de “El galileo armado” que puede sintetizarse con sus propias palabras: Jesús y su partida de insurrectos se concentraron en el Monte de los Olivos y pretendían asaltar el Templo como simple ocasión de una intervención divina posterior. Los romanos los atacaron y los desbarataron en una acción diurna. Jesús y algunos más de sus seguidores fueron capturados, y quizás a esto contribuyó la casualidad de que fueran precisamente ellos. Fueron condenados a muerte por el Procurador en un proceso extra ordinem, e inmediatamente crucificados. Sus cuerpos fueron arrojados a una fosa común. El resto de los conjurados huyó a Galilea (p. 111).

La segunda parte está destinada a dar verosimilitud a lo que probablemente ocurrió por medio de un estudio de las fuentes disponibles. Se divide así: cómo interpretar el nacimiento y el estado del cristianismo durante los siglos I y II y cómo influye en la interpretación de la muerte de Jesús; la persecución y los perseguidores; los historiadores romanos y Jesús. Luego concluye con una breves páginas sobre “Jesús, el Nazoreo, como mártir de Israel”. En síntesis, afirma el Prof. Montserrat: “Jesús fue un ferviente judío que se levantó en armas contra la dominación romana que oprimía a su pueblo. Al ser capturado y ejecutado por el gobernador de Judea, fue un mártir del pueblo de Israel, y este fue el primer motivo de su exaltación. La muerte martirial de Juan Bautista y de Jesús fue entendida por sus adeptos como el inicio de la acción liberadora de Dios que culminaría con el envío del mesías” (p. 233).

Mi valoración de este libro es muy positiva, porque presenta textos, análisis y crítica más que razonable. Los resultados serán extremos para muchos, y algunos dirán que son precisas ulteriores matizaciones. De acuerdo. Pero necesitamos tesis sólidas y sencillas para poder reflexionar con mayor facilidad. Tenemos los textos evangélicos y los que el Dr. Montserrat ofrece en la segunda parte de su libro, que son iluminadores y mucha gente los desconoce. Otra cosa es si de la prueba crítica de que los evangelios no son “atendibles” / fiables en su intento de cargar sobre los hombros de los judíos la responsabilidad moral de la muerte de Jesús, se puede deducir, como se escribe en la solapa y alguna vez en el libro, “que los judíos (de Jerusalén en ese año concreto) no tuvieron responsabilidad alguna en su muerte”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Jueves, 26 de Marzo 2015
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

Permítame molestarle para preguntarle si conoce la obra de Kennet Humphreys \"Jesús never existed\" y si es así su opinión sobre ella y el autor. Muchas gracias


Respuesta:

No la conozco. Lo siento. Pero sí puedo decirle que he publicado un libro conjunto con otros autores: "¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate". Editorial Raíces, Madrid 2011, que le recomiendo vivamente.

Se ha publicado recientemente un libro de Bart D. Ehrmann sobre la existencia histórica de Jesús —“Did Jesus exist. The historical Argument for Jesus of Nazaret”, HarperOne, San Francisco 2012 así como otro de unas 700 pp., de Richard Carrier, “On the Historicity of Jesus”, de Sheffield Pheonix Press de 2014.

Solo he ojeado por encima los dos, a falta de una revisión más calmada, que por ahora no me es posible. El primero defiende la misma posición que mis colegas y yo en “¿Existió Jesús realmente?. El Jesús de la historia a debate, de Editorial Raíces, Madrid, 2011. Y el segundo, de unas 600 pp. de textos, con muchos índices, referencias y bibliografía, que no cita nuestro libro en español, es un mitista testarudo y a la vez muy sistemático, que ha intentado rebatir a Ehrman en su blog. Su libro –repito a falta de una lectura más profunda— está lleno de hipótesis tras hipótesis, lo cual lo hace altamente improbable, a priori.

Me atrevo a escribir, sin embargo, un juicio sobre Carrier, a vuelapluma, tras lo brevísimamente examinado:

Prácticamente solo cita bibliografía en inglés. Debo investigar concienzudamente en este libro si examina seriamente separar con toda claridad a Jesús del Cristo celeste que se le superpoine desde Pablo de Tarso.


Opino que, naturalmente, "Jesu/Cristo" nunca existió. Nadie podría discutirlo ya que se trata de la unión o amalgama, o superposición, de una figura histórica con una construcción teológica judía, que es un producto mental humano (Pablo, despectivamente desprecia el conocimiento del Jesús katà sárka, “según la carne”). Pero si se separan, empiezan a solucionarse todos los problemas históricos.


¿Qué inconveniente hay en admitir la existencia de un carpintero (Hillel era zapatero) fanático y de fuerte carácter, rodeado y amigo, de celadores de las tradiciones de los Padres y de la Ley, "maestro" de la Ley, exorcista y sanador, rotundamente fracasado en sus propósitos, liquidado por los romanos como uno más de la docena de sediciosos reconocidos entre la muerte de Herodes el Grande y el estallido del 66?


Y ¿cuántos casos hay de idealización, incluso apoteosis en la historia antigua? A priori la negativa a considerar la división de los dos referentes de los evangelios, como hacen los mitistas supone escoger la solución más difícil, antieconómica y estúpida para un historiador moderno. Son ganas de enredar y enredarse en mil hipótesis conjuntadas un castillo de naipes.



Pr.:



La pregunta que le formulo esta vez es, ¿qué quiere decir Jesús, cuando le dice a la mujer Cananea, \"no está bien echar el pan de los hijos a los perros\"?. ¿Tiene connotaciones peyorativas lo de \"echar el pan de los hijos a los perros\"... o simplemente, Jesús quiere poner a prueba a la Cananea, para poder ver si realmente tiene fe?. Gracias,saludos cordiales.


R.:



En absoluto parece una prueba más o menos cortés, sino una demostración del poco aprecio de los judíos por los gentiles y de que Jesús no era un predicador universalista



Le transcribo lo que digo al respecto en mi libro “Jesús y las mujeres”, reedic. Madrid, Trotta, 2014: "La mujer sirofenicia y su hija: Mc 7,24-30 = Mt 15,21-28"


»Para muchos investigadores es este pasaje auténtico en su núcleo básico, pues presenta a un Jesús como un nacionalista religioso que afirma que su misión salvadora, es decir, la predicación de la venida del reino de Dios, es en primer lugar para Israel (los “hijos”), y en todo caso solo de un modo muy secundario para los paganos (los “perritos”). La versión del evangelista Mateo, que depende de Marcos, expande secundariamente este extremo para mayor claridad del lector, y en el lugar paralelo hace decir a Jesús: “He sido enviado solo a las ovejas perdidas de Israel” (Mt 15,24). Esta actitud de Jesús contrasta radicalmente con la que presenta la Iglesia primitiva, y también moderna, de un Jesús / Señor salvador universal, pues se afirma que la perícopa supone la misión de Jesús a los gentiles. Por tanto, la perícopa parece ser histórica y concorde con la actitud de Jesús.

»Para otros, sin embargo, aunque el espíritu y la frase de Jesús puedan ser auténticas por el llamado “criterio de dificultad” y de “desemejanza”, y no parezca verosímil que la Iglesia primitiva se haya inventado un dicho semejante del Maestro que contraría gravemente sus ideas sobre él…, todo el conjunto, sin embargo, de la escena les parece no histórico.

»O más bien surgen dudas serias sobre su historicidad, ya que el relato parece ser una construcción secundaria, dispuesta para presentar a un Jesús que –a pesar de su reparo inicial- acaba aceptando la petición de la mujer pagana y curando a su hija. Consecuentemente, la narración debe interpretarse –se dice- como un reflejo de la pugna entre las primeras comunidades cristianas sobre la conveniencia y el modo de la misión a los paganos en la que vence la facción que aboga por la misión a los gentiles. Se argumenta así: Jesús no dejó claro este extremo; por tanto, la facción cristiana favorable a la misión a los paganos compuso secundariamente esta escena para demostrar que Jesús era en el fondo favorable a tal misión a los paganos. Sería un nuevo caso de un relato compuesto a partir de una noción teológica, aprovechando sin duda como base alguna sentencia de Jesús que se prestara a ello.

»Estos son los argumentos, y a la verdad la mayoría de los investigadores se mantiene en la duda sobre si el relato cuenta un hecho histórico o no. En nuestra opinión, el relato puede transmitir un cierto trasfondo histórico, a saber un exorcismo de Jesús, cuya beneficiaria fue la hija de una mujer sirofenicia, pagana, que aceptaba la superioridad religiosa del rabino galileo (Fenicia y Galilea son vecinas y no había ningún impedimento en pasar de una zona a otra: el tránsito de gentes era muy frecuente), y que le pidió como tantos otros un exorcismo. Si este se practicó a distancia ya es harina de otro costal y es difícil saberlo”.



Pr.:



Mi consulta viene a raíz de que en uno de dichos podcast, creo que le entendí decir que Jesús era uno más entre diversos profetas que aspiraban al trono de los judíos y liberarlos del yugo romano. No sé si lo entendí bien. Intenté buscar de nuevo dicho programa pero no lo encontré o quizás entendí mal. Creo que dijo que la situación en la zona en dichos momentos (invadidos por los romanos, la complicidad del sanedrín, un rey títere a manos romanas...) provocó la aparición de diversos aspirantes a liberar al pueblo de aquella circunstancia.
¿Era algo así o entendí mal? ¿Podría explicármelo?



R.:


Si Usted lee a Flavio Josefo desde la muerte de Herodes el Grande (con una excepción en la vida de éste: el “bandido” Ezequías al que un joven Herodes liquida en Galilea era probablemente un luchador por la libertad política-religiosa de Galilea y Judea, es decir una figura premesiánica al menos) verá que va haciendo una lista de gentes que se sublevaron contra el poder, sobre todo el de los romanos, y que se atribuyeron títulos reales. En esta época declararse rey de Israel era una suerte de proclamación mesiánica.


Un adjetivo de este estilo es apropiado, ya que hasta la aparición del cristianismo con su nueva noción de un mesías sufriente --no político ni guerrero, un ser divino de algún modo que sufre muerte por el pueblo--, el mesías que todo Israel esperaba era sólo un ser sólo humano, y sobre todo de carácter político y guerrero. Según la opinión mayoritaria, el mesías habría de ser un experto militar cuya misión –apoyada por la divinidad ciertamente-- era liberar a Israel del yugo extranjero, de modo que estando el país libre y puro de contaminaciones ajenas pudiera cumplir perfectamente los requisitos de la ley de Dios. Así, éste bendeciría a Israel con toda suerte de prosperidades. Estos personajes son –y los digo de memoria— los siguientes:


1: Un tal Judas, galileo de nacimiento, hijo de Ezequías --el famoso y antiguo rebelde antes mencionado al que había combatido con éxito Herodes el Grande cuando era joven y jefe militar del norte del país bajo el mando de Hircano II--, se levantó contra Arquelao y los romanos en Galilea manifestando su esperanza de liberar al pueblo judío de los extranjeros, si alcanzaba la corona real. Con un grupo de incondi¬cio¬nales, asaltó en la ciudad de Séforis un arsenal real y, tras distribuir las armas entre los suyos, gobernó en la práctica como un reyezuelo durante unos meses en toda Galilea.

2: Algo parecido debió de ocurrir en la región de Perea, en la Transjordania, donde un tal Simón se alzó también en armas y pretendió igualmente ceñirse la corona real. Estos dos pretendientes fueron pronto liquidados por los romanos.

3: Un antiguo pastor de gran fortaleza física, llamado Atronges, formó una banda de resistentes junto con sus cuatro hermanos, se impuso a sí mismo la corona real y mantuvo en jaque a los romanos durante largo tiempo. Al parecer, en todos estos casos existía en el pueblo que secundaba a estos revoltosos la esperanza mesiánica de liberación del yugo extranjero sobre Israel.

4: Puede considerarse como mesiánico el movimiento de Juan Bautista

5: Jesús de Nazaret, que murió acusado de sedición contra el Imperio. Crucificado entre dos “bandidos” dos revolucionarios que probablemente pertenecían a su grupo de galileos

6: Inmediatamente, tras la muerte de Jesús, aumentaron las protestas antirromanas y la aparición de movimientos mesiánicos en Judea y Galilea. ¿Sería posible que la injusta muerte de Jesús a manos de los romanos –-a los ojos de muchos piadosos judíos, elementos de esas “muchedumbres” que lo habían seguido en su vida pública—hubiera dado alas a tales manifestaciones o hubiera generado una atmósfera aún más propicia para que se produjeran? Así opinan algunos investigadores. Pero otros piensan que pudo ser histórico el apartamiento de las masas que acabaron despreciando a Jesús (elección de Barrabás; exigencia de su crucifixión) precisamente porque sintieron que era un falso mesías: ¡había fracasado al ser prendido y a punto de ser condenado a muerte por los romanos…! ¡Y el mesías, si lo era de verdad, era un vencedor junto con Dios!). En este caso habría ocurrido lo contrario los ánimos populares antirromanos se habrían enfriados. Sea de ello como fuere lo cierto es que de hecho aumentaron las algaradas y revueltas. Como la de un gran jefe de “bandidos” = revolucionarios antirromnos, anónimo, fue capturado en el 44 d.C. y su banda disuelta.

7: Poco después apareció un tal Teudas, también otro mesías que congregó a grandes masas antirromanas en las riberas del Jordán. Como muestra de que Dios estaba con ellos prometió dividir las aguas del río como lo había hecho Moisés con el “Mar de las cañas”. Pero Dios no lo secundó. El gobernador Cuspio Fado envió un destacamento de caballería que lo prendió y decapitó; dispersó también a sus seguidores matando a bastantes.

8: Un motín antirromano de graves consecuencias se produjo en Jerusalén en la Pascua del 50 d.C. tras observar la multitud que un soldado romano de los que vigilaban el entorno del Templo se mofó del santuario y del pueblo elegido dirigiendo estentórea y públicamente sus ventosidades naturales contra los fervorosos peregrinos. Hubo revuelta, contraataque de romanos, huida atropellada de la multitud y más de tres mil muertos.

9: En el 52 d.C. hubo una revuelta casi general dirigida por un tal Eleazar hijo de Dineo. Éste era un “bandido” que llevaba más de veinte años en las montañas. Esta mera noticia indica el sustento popular de los “bandidos” puesto que por lo general sus víctimas eran los romanos o los prorromanos. Cumano logró matar a muchos de los seguidores de Eleazar, pero la revuelta se extendió por toda Judea. Hubo de intervenir el legado de Siria, con nuevas ejecuciones y crucifixiones (signo de que se consideraban los delitos como de “lesa majestad contra el Estado y el Emperador”). El gobernador que sustituyó a Cumano, Félix (el que según los Hechos de los apóstoles, presidió en Cesarea varias audiencias contra Pablo y que lo envió a Roma) acabó finalmente con la rebelión: capturó a Eleazar, lo envió a Roma para escarmiento, y siguió la política de crucifixiones y otros castigos.

10: Aparte de otros movimientos más pequeños pero constantes, en el año 55 apareció un judío, profeta, que habitaba en Egipto, denominado enseguida “el profeta egipcio”; congregó a varios millares en el desierto y luego se dirigió para atacar a Jerusalén. Fue naturalmente liquidado por los romanos, junto con muchos de sus seguidores.

11: Si siguiéramos ahora, nos adentraríamos en los años 60-66 inmediatamente previos a la Primera Gran Revuelta, donde por lo menos otros dos, como Juan de Giscala y un Menahén fueron pretendientes mesiánicos

Lo importante es que, según Josefo, en los años sucesivos a la muerte de Jesús aparecieron gentes pseudo inspiradas por Dios, que prometían un cambio casi repentino de las condiciones económicas y sociales, con otras palabra la liberadora venida del reino de Dios sobre la tierra de Israel con la expulsión de los romanos, que congregaban a grandes muchedumbres, no precisamente en Jerusalén sino en regiones desérticas o alrededor del río Jordán, ambos lugares típicos del encuentro del pueblo de Israel con su Dios.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Miércoles, 25 de Marzo 2015
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

HOMILÍA XI

Urgencia del tiempo

Una de las obsesiones de Pedro en su magisterio en Trípolis es la importancia de aprovechar el tiempo, porque la vida es breve. Nadie sabe cuándo llegará el final de su vida. Lo que debe tener en cuenta es que cuando llegue el final, se encuentre preparado para el encuentro con Dios. Otra de las preocupaciones de Pedro es la importancia de la nueva vida cristiana, que comienza con el bautismo. El agua es el gran regalo de Dios a la humanidad. La trascendencia del agua tiene su realización en el bautismo y sus consecuencias. El bautismo debe ir acompañado de buenas obras. Eso es el cristiano, un bautizado para el perdón de los pecados, practicante de obras buenas según los criterios de Dios y su justicia.

Existencia del mal

Lo que es una realidad en la vida del hombre es la existencia del mal. El hombre, creado para la felicidad, se desvió hacia caminos equivocados. Muchos hombres piensan en la necesidad de que el mal esté por sistema fuera de la esfera del hombre libre. Querrían que Dios lo eliminara sin otras razones. Pero es también una realidad que el mal tiene alguna misión que Dios reconoce y hasta protege. Lo que la Biblia más censura y critica es la idolatría. Pero Dios la permite bajo muchas formas. Recuerda Pedro que “algunos adoran al sol, otros a la luna, otros al agua, otros a la tierra, otros a las montañas, otros a los árboles, otros a las semillas, y otros incluso al hombre, como en Egipto” (Hom XI 6,3). Dios es testigo de estos sucesos y los soporta.

La paciencia de Dios

La idolatría es una conducta errónea, merecedora de un castigo ejemplar. Pero Dios tiene paciencia para esperar la conversión del impío. Frente a los que exigirían a Dios la destrucción de los idólatras, Dios sabe perfectamente lo que hace. Tiene paciencia con todos los que viven en la impiedad, como padre compasivo y filántropo, pues sabe que los impíos se vuelven piadosos. Y muchos de los que veneran a los seres infames e insensibles, volviéndose moderados, cesan de venerarlos y de pecar; y acudiendo al Dios verdadero con oraciones obtienen la salvación, incluidos los de mentalidad pagana, como los griegos.

El libre albedrío

Otro de los principios fundamentales de la doctrina de Pedro es la creencia en la libertad humana. Es uno de los dones con los que Dios ha distinguido al ser humano. El libre albedrío es la base de su conducta responsable. Una responsabilidad que lo convierte en dueño de sus actos y en sus consecuencias naturales y lógicas. Detrás de esa responsabilidad está la seguridad de un juicio justo de parte de Dios. Pues el libre albedrío es para los hombres la simple posibilidad de ser realmente buenos. “Porque el que es bueno por propia decisión es realmente bueno; pero el que lo es por imposición de otro, no es bueno en realidad, porque no es lo que es por decisión propia” (Hom XI 8,2). Sin libre albedrío no hay posibilidad de responsabilidad personal.

Dios es un Dios celoso

Pedro sigue afirmando que Dios es un Dios celoso. Pero al ser autosuficiente, no necesita nada de nadie ni es capaz de sufrir daño. Propio del ser humano es el poder ser ayudado y dañado. Pues de la misma manera que el César, ni cuando se habla mal de él, sufre daño, ni cuando es objeto de gratitud, reporta utilidad, sino que el que es agradecido se libra de peligro, y el que habla mal de él, perece, así también los que hablan bien de Dios en nada le favorecen, sino que se salvan a sí mismos, igualmente también los que blasfeman de él no le causan daño, sino que perecen. Como autosuficiente, Dios no necesita ser alabado, pero exige que se le atribuyan los honores que merece.

Solidaridad de la creación con Dios

Y ello no porque Dios se defienda a sí mismo, sino porque toda la creación se irrita contra el impío y naturalmente se venga de él. La creación adopta una actitud de solidaridad con su Creador. Por esa razón, el sol no dará su luz al blasfemo, ni la tierra sus frutos, ni la fuente su agua, ni en el Hades concederá descanso al alma el que allí está constituido gobernador; incluso ahora mientras subsiste la constitución del mundo, toda la creación está indignada. Por eso, ni el cielo proporciona en absoluto lluvias, ni la tierra frutos, con lo que los hombres en su mayoría perecen. Incluso el aire mismo, sobrecalentado de cólera, se convierte en mezcla pestilente. Es la forma de reaccionar la creación frente a los desvíos ingratos de la humanidad.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro
Domingo, 22 de Marzo 2015
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:


Me dirijo a usted para plantearle una duda con respecto al Nuevo Testamento: siempre se ha dicho en el mismo que Jesús resucitaría al tercer día. Pero hace unos años escuché en un conocido programa de radio que en realidad Jesús resucitó a las 36 horas de su muerte (aproximadamente), ni siquiera habían pasado 48 horas.

Sé perfectamente su opinión respecto a la resurrección, ya que como historiador no se puede opinar sobre la misma, pues pertenece al ámbito de la fe.

Pero mi pregunta es si usted alguna vez ha oído algo parecido a esto de las 36 horas (aproximadas), o alguna posible alusión al no cumplimiento de este período de 3 días dado por el nuevo testamento, ya que en realidad no llegó a las 48 horas. Nunca he oído ninguna objeción al respecto.


Respuesta:

Le transcribo lo que dice Joel Marcus (El Evangelio según Marcos, vols. I y II, Sígueme, Salamanca, 2011 y 2012) en su nota a Mc 8,2 y 8,32. Traduje este comentario y confieso que en muchos aspectos es muy novedoso y me gusta mucho en su conjunto

Nota a Mc 8,2:

“En la literatura bíblica y en el judaísmo, la frase «tres días» no se utiliza de un modo temporal exacto, sino que puede indicar simplemente un período corto de extensión indeterminada (cf. por ejemplo Os 6, 2; Josefo, Ant. 8, 408; Antigüedades Bíblicas 56, 7; Hch 28, 7.12.17) ”

Nota a 8,31:

“Después de tres días [meta treis hēmeras]. Como hemos señalado en la nota a “tres días” en 8, 2, esta expresión en las tradiciones bíblicas y judías es a veces un término general para dar a entender un período corto de duración indeterminada. Este uso impreciso aumenta las posibilidades de que Jesús pueda haber utilizado en realidad tal frase en una predicción de su sufrimiento y de su consecuente vindicación . Pero incluso si, contrariamente a este uso idiomático, Marcos hubiere utilizado “tres días” en sentido literal, como probablemente fue entendido por sus lectores, no habría necesariamente discrepancia entre el “después de tres días” de nuestro pasaje y la resurrección de Jesús “al tercer día” de la historia general evangélica más la fórmula prepaulina de 1 Cor 15, 4.

Hay varios pasajes del Antiguo Testamento en los que una actividad prosigue “durante tres días” y luego concluye “al tercer día” (cf. Gn 42, 17-18; Ex 19, 11-16 LXX; Est 4, 16--5, 1); por tanto, “después de tres días” y “al tercer día” pueden ser frases equivalentes . Esta capacidad de intercambio continúa en textos judíos posteriores; por ejemplo, en Esth. Rab. 9, 2 --que comenta Est 5, 1 (“y esto ocurrió al tercer día”)-- leemos: “(Dios) nunca deja a Israel en una angustia horrible más de tres días…”. De Jonás dice el mismo escrito: “Y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches (Jon 2, 1). Los muertos cobrarán vida sólo después de tres días, pues se dice que ‘al tercer día nos levantará, para que podamos vivir en su presencia’” (Os 6, 2). Esta y otras tradiciones rabínicas (por ejemplo, Gn Rab. 56, 1; Midr. Salmos 22, 5; Yal. Šim. Josué 12 [sobre Jos 2, 16]) interpretan Os 6, 2 como una profecía escatológica de la resurrección “al tercer día” y sugieren que este versículo veterotestamentario pudo proporcionar parte de la base bíblica para el dei (“era necesario que”) en nuestra predicción de la Pasión .

Este transfondo bíblico, sin embargo, no significa necesariamente que Marcos, o un precursor cristiano, hayan creado 8, 31 a partir de Os 6, 2. Si lo hubieran hecho así, probablemente habrían hecho decir a Jesús “al tercer día” más que “después de tres días”. El empleo de esta última formula es otra indicación de que alguna forma del dicho se retrotrae probablemente a Jesús.


Pr.:

Le escribo para que me ayude con un dato ¿cómo o dónde busco las fechas de la muerte de Pablo de tarso respecto de las tardías glosas añadidas a la biblia, GRACIAS,


R.:

Siento decepcionarle, pero es imposible saber nada cierto de la muerte de Pablo. No hay más fuentes que los Hechos apócrifos. Y son tardíos y poco fiables. Por tanto, no se sabe nada del lugar, de la condena y de la fecha. En verdad se pierde de vista a Pablo desde el final de los Hechos canónicos que lo sitúan en prisión de semi libertad en Roma a espera de juicio.


Pr.:

Acabo de escuchar la entrevista que le hizo a usted la filóloga Ester Belaire, y en un momento de la misma usted afirma que tanto el Rey de los Judíos como el Sumo Sacerdote eran considerados "hijo de Dios"...

Quisiera saber en qué parte de la Biblia se afirma o se puede deducir eso, o si lo dedujo o leyó en algún otro libro...


R.:

El sintagma expreso “hijo de Dios”, por el inmenso respeto hacia la divinidad mostrado por los judíos no aparece como tal en el Antiguo Testamento, aunque está muy claro el concepto de filiación respecto a Israel en su conjunto, el sumo sacerdote, el profeta, y sobre todo el rey, a quien Dios dice en su entronización “Hoy te he engendrado” (Salmo 2,7: Voy a anunciar el decreto de Yahveh: Él me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy). Toda la teología judía lo extiende esas dos figuras en especial = especialísimo relación con Dios y nada más.

La diferencia con el Nuevo Testamento es que ese sintagma aparece ya más de cuarenta veces. Pero la filiación, incluso la de Jesús con Dios, nada tiene que ver con lo que se entiende después del Concilio de Nicea, 325), Éfeso, 380, hasta el de Calcedonia en el 451 y sus afirmaciones trinitarias.


Pr.:

Hola profesor. Este mensaje es para realizarle una consulta acerca de una cuestión suscitada en un debate con varios compañeros historiadores. Uno de ellos realizó un curso con el teólogo Rahner en los años 90, al que asistió tb la reina Sofía. En ese curso, Rahner hizo la polémica afirmación de que la Iglesia no tendría ningún problema en admitir la no divinidad de Jesús a nivel teológico. Me sorprendió mucho y no sé cómo encajar esa afirmación. Me gustaría saber su opinión al respecto: existe en la iglesia hoy una corriente que proclame la no divinidad de Jesús? Muchas gracias.


R.: Realmente puede sorprender un poco, dadas las declaraciones de los Concilios de Nicea hasta Calcedonia/Constantinopla.

Pero Rahner tiene razón en el sentido de que los cristianos primitivos, salvo al parecer los johánicos, al final del siglo I, estaban muy divididos sobre las ideas de cómo y cuándo Jesús fue constituido “hijo de Dios”. Para Marcos, Jesús era probabilísimamente un hombre normal, adoptado como hijo de Dios en el Bautismo. Igualmente así para Pedro en sus discursos de Hechos cap. 2 y 3.

La postura de Mateo y Lucas es incompatible con Nicea y Calcedonia ya que Jesús es hijo de Dios solo desde su concepción maravillosa. No hay preexistencia ni encarnación.

La posición de Pablo es muy compleja (la estudio en el libro “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, que sale en abril o mayo en la Editorial Trotta, Madrid), pero en líneas generales parece que Pablo sólo afirma como preexistente el concepto divino de Mesías (al igual que el concepto divino de la Ley de Moisés: ambos existen antes de la creación) y que Jesús fue un hombre deificado por Dios mismo tras su muerte por extrema obediencia y por medio de su resurrección.

Así que, como se ve, la cristología del cristianismo primitivo es muy variada y Roma tendría donde escoger ahora. Pero, en realidad, son posibilidades meramente teóricas ya que el edificio dogmático está ya construido, la revelación se piensa progresiva y no puede echarse atrás un edificio dogmático construido durante siglos y de creencias que tales dogmas formados lentamente son absolutamente verdaderos.


P.:



Sobre su artículo : "El cerebro espiritual". Un libro de Francisco J. Rubia (563)

A mi entender, espíritu y materia son dos opuestos absolutos. Los opuestos
absolutos son de por sí tan imposibles de aprehender que el intelecto puede
divertirse en subordinar uno en el otro sin, sin embargo, cerrar todos los
resquicios de duda. Son también opuestos absolutos el Bien y el Mal. Es sabido
cómo la Iglesia ha intentado subordinar el primero al segundo diciendo que
“el Mal es ausencia del Bien”.

Es curioso el ejercicio intelectual, cuando nos encontramos ante la subordinación de un opuesto absoluto en el otro, enintentar hacer lo opuesto, subordinar el otro en el uno. Como ejemplo, sabemos que procede de la expresión “el Mal es ausencia del Bien” esta otra popular
que dice “No hay Mal que por Bien no venga”, pues igualmente subordina el
Mal a un producto del Bien. Si postulamos el juego intelectual de reducir el
otro en el uno sería decir: “El Mal es la ausencia del Bien”. O bien “No
hay Bien que por Mal no venga”, o dicho de otro modo: “El fin justifica los
medios”. ¡Cuánto mal no ha hecho la Iglesia en la historia con el fin
sublime de hacer brillar con más fuerza la luz del Bien y de la Verdad! Con
los opuestos absolutos Espíritu y Materia, podemos hacer el mismo juego. El
libro postula que el Espíritu procede de la Materia (Cerebro), pero como toda
subordinación de este tipo, nunca es posible cerrar todos los resquicios de
duda. Entreguémonos al juego intelectual de intentar subordinar el otro en el
uno, es decir: la Materia procede del Espíritu.

Esta afirmación, si la pensamos bien, no es tan extraña. De hecho personalmente me parece de lo más
común. Por ejemplo, cuando yo toco con las yemas de mis dedos el respaldo de
una silla, en seguida adivino que se trata de una silla, con su respaldo, que
toco, su asiento, patas, clavos que unen las maderas… Todo imaginación: Mi
espíritu está (re)creando la silla. En el fondo, no estamos seguros que esté
ahí todo lo que vemos y tocamos. Todo puede ser producto de mi imaginación,
como en un sueño. En definitiva, Cuando yo muera ¿seguirá existiendo el
mundo?. Este juego intelectual de reducir el uno en el otro, y viceversa, y no
llegar finalmente a ninguna conclusión oclusiva de todo resquicio de duda, es
prueba de que estamos ante opuestos absolutos, irreductibles entre sí, porque
en el fondo, ni sabemos que es el uno, ni sabemos qué es el otro.


R.:


Lea, por favor, el libro; no sólo mi modesta e incompleta (necesariamente) reseña.

Sí sabemos que espíritu y materia no son más que ondas electroquímicas y que LAS DOS son generadas por el cerebro. y sí podemos distinguirlas y provocar efectos místicos y espirituales por medios químicos y eléctricos.



Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 22 de Marzo 2015
Escribe Raúl González Salinero


La última idea de nuestra comunicación del viernes pasado fue “que el número de actas de cuya historicidad no se duda es --según la crítica histórica y hagiológica (“estudio científico de la vidas de santos) moderna-- realmente reducido.


Con el triunfo de la Iglesia comienzan a proliferar textos hagiográficos en los que se recrea falsamente la época de las persecuciones con martirios inventados o con fraudulentas intervenciones sobre textos antiguos que quedan casi irreconocibles respecto de su estado original y que resultan casi imposibles de recuperar. Y en igual medida prolifera a partir de estos momentos la veneración de las reliquias de los santos y mártires cristianos. Sobre el particular, ha escrito G. Noga-Banai, The Trophies of the Martyrs. An Art Study of Early Christian Silver Reliquaries, Oxford University Press, Oxford, 2008, esp. pp. 130ss.


Es cierto que no debe desestimarse de plano la información prosopográfica (del griego “prósopon”, “rostro”, y de ahí “persona” = ciencia que estudia los nombres en la Antigüedad, por ejemplo, en las inscripciones funerarias y de ellos obtiene datos históricos y sociológicos) que contienen las Actas de los Mártires como ha escrito el Prof. Gonzalo Bravo, a quien citamos la semana pasada, pero resulta infructuoso todo intento de incorporar a la prosopografía de la época el nombre de muchos personajes que hacen su aparición en este tipo de textos de dudosa autenticidad. De hecho, como ha demostrado recientemente T. D. Barnes, el estudio de los Acta Martyrum con rigurosos criterios historicistas revela en muchos casos la invención de personajes que en realidad nunca existieron (Early Christian Hagiography..., pp. 316ss). Esto es lo que sucede, por ejemplo, con algunas «leyendas» como la de los mártires de Palestina, los cuales fueron en su mayoría producto de la imaginación o exageración admirativa y propagandística de Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica, VIII, 7, 1.).

Debe tenerse presente, en efecto, que las narraciones hagiográficas (tanto los acta propiamente dichos como las passiones) no dejan de ser textos literarios cuya construcción retórica altera considerablemente el sustrato histórico subyacente y condiciona el modo de pensar de los fieles cristianos en la dirección de la sublimación espiritual. Así lo sostiene N. Kelly, en un artículo titulado «Philosophy as Training for Death. Reading the Ancient Christian Martyr Acts as Spiritual Exercises», en la revista Church History, 75, 2006, pp. 730-731 y 734. Mostrando como ejemplo las actas de Perpetua y Felicidad, A. Carfora, a quien citamos también la semana pasada, sitúa la dimensión mediática –propagandística-- del martirio no solo a nivel de los documentos o a nivel literario, sino también en el estrato previo del acontecimiento mismo del martirio, es decir, en los momento previos en los que presentan actuando a los protagonistas históricos. Este hecho complica la reconstrucción de los sucesos históricos, pues dependemos en todo momento del andamiaje retórico para poder reconstruir históricamente, con mayor o menor fortuna, lo que verdaderamente ocurrió.


Por ello, incluso aquellos documentos cuya primera redacción se encuentra más cercana a los acontecimientos históricos, tales como las actas del martirio de Policarpo, las de los mártires escilitanos o la carta de las iglesias de Lyon y Vienne (que según Daniel Boyarin, Dying for God. Martyrdom and the Making of Chistian and Judaism, Stanford University Press, Stanford, 1999, p. 115, en estos casos, no debe cuestionarse la autenticidad en esencia de los acontecimientos, sino el propio discurso de la narración (p. 120), adolecen de alteraciones condicionadas por el éthos (en este caso las circunstancias pasionales del momento) y el lenguaje metafórico propios de este género literario Tales visiones servían, como en el caso de las actas del martirio de Perpetua, como “antiguos ejemplos de la fe”…, por tanto se ensalzaban todo lo posible.


Ningún texto hagiográfico carece, en mayor o menor medida, de los elementos subjetivos e incluso fantásticos que caracterizan a este tipo de literatura: sueños y visiones, milagros y revelaciones divinas, conversiones en masa, sádicas y exquisitas torturas, etc. No cabe duda que todos estos recursos retóricos propiciaban la creación de una atmósfera dramática que, asentada en la memoria colectiva, contribuía supuestamente al fortalecimiento de la fe e identidad cristianas y constituyen así una literatura de “incitación a la fe”. Por medio de tales prodigios, los cristianos debían comprender que la divinidad estaba de su lado. Es más, la «preciosista» descripción de las escenas de martirio pretendía provocar en igual medida horror y esperanza en los fieles cristianos.


El primer sentimiento parecía sustentarse en la recreación de las más crueles y espectaculares formas de ejecución, entre las que figuraban principalmente las condenas a la hoguera o a las fieras; el segundo quedaba reflejado, a modo de la imitación de Cristo, que ya aparece en las Cartas de san Pablo, en la fortaleza misma de la fe del mártir, amparada en la promesa de la resurrección y de la gracia divina. Este tipo de propaganda no es un invento de los cristianos, sino que se utilizó ya en los escritos en defensa del judaísmo: así la promesa de la vida eterna para los mártires aparecía ya en el contexto de la revuelta macabea (4 Macabeos 16, 25; 17, 15ss).


No ha de extrañar, por tanto, que, en su construcción literaria, la figura del «héroe» cristiano reaccione con valentía ante la pavorosa perspectiva de tanto sufrimiento; de hecho, el mártir que, según la truculenta narración, debería estar padeciendo una agonía atroz, parece quedar como «anestesiado» e insensible, percibiéndose en no pocas ocasiones una actitud inexplicable de alegría y placer, como parece en el Martirio de Policarpo 2 (edición y traducción de D. Ruiz Bueno, Actas de los Mártires, BAC, Madrid, 20035, pp. 266-267) o en Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, VIII, 3, 1; 6, 2-3; 7, 1; 9, 5; 10, 5; 12, 1-2; 12, 6; etc.



Un pasaje de las actas del martirio de Policarpo resulta, en este sentido, revelador:


b[Pues ¿quién no se llenará de admiración de que les fueran dulces los azotes de los terribles látigos, gratas las llamas bajo el caballete, amable la espada del verdugo, suaves los tormentos de hoguera crepitante? Corríales la sangre por ambos costados y, descubiertas sus entrañas, estaban de manifiesto todos los miembros internos, de suerte que el pueblo mismo que los rodeaba en corro lloraba ante el horror de tanta crueldad y no podía contemplar sin lágrimas lo mismo que él había querido se hiciera. Sin embargo, los mártires que sufrían no exhalaban un gemido, ni la fuerza del dolor lograba arrancarles un quejido; antes bien, pues cada tormento era de buena gana aceptado, todos lo soportaban con paciencia. Y en efecto, presente con ellos el Señor, aceptada tan fiel obligación de sus siervos, no solo los encendía en el amor de la vida eterna, sino que templaba la violencia de aquel dolor de manera que el sufrimiento del cuerpo no quebrantara la resistencia del alma. Y es que el Señor conversaba con ellos y Él era espectador y fortalecedor de sus ánimos y con su presencia moderaba los sufrimientos y les prometía, si perseveraban hasta lo último, los imperios de la celeste paciencia [...] : (ed. y trad. D. Ruiz Bueno arriba mencionada).]b


En las actas del martirio de Carpo, Papilo y Agatónica, el primer mártir protagonista se muestra incluso irónico al responder a los que le habían visto sonreír en tan dramático trance:
Clavado seguidamente Carpo, se le vio sonreír. Los circunstantes, sorprendidos, le preguntaron:


―¿Qué te pasa que ríes?
Y el bienaventurado respondió:
―He visto la gloria del Señor y me he alegrado, y no menos porque me voy a ver libre de vosotros y no tendré parte en vuestras maldades (38-39 ed. y trad. D. Ruiz Bueno, Actas..., p. 381).



Fue tal el valor que la literatura apologética concedió al martirio como medio de fortalecimiento y difusión de una doctrina cristiana sustentada cada vez más por el testimonio de fe a través del heroico sacrificio (según escribe Tertuliano en su Apologético 50, 13) y el salvífico sufrimiento (De hecho, el martirio fue considerado como una especie de segundo bautismo con el que se alcanzaba la corona en el Paraíso (Martirio de Perpetua y Felicidad, XVIII, 3), que autores como Tertuliano no dudaron en afirmar que, en contra del ánimo de los perseguidores, la muerte de los mártires suscitaba un gran número de conversiones:


Y no sirve de nada vuestra más refinada crueldad: es más bien un acicate para la comunidad. Es más: crecemos en número cada vez que nos segáis: ¡semilla es la sangre de los cristianos! (Traducción de C. Castillo García, Tertuliano. Apologético. A los gentiles, Gredos (BCG 285), Madrid, 2001, p. 190).


En opinión de A. Carfora, esta afirmación tertulianea tiene poca credibilidad desde el momento en que, situada al final de su obra, constituye el cenit retórico dentro de una argumentación a partir de la cual trata de voltear artificiosamente la situación, es decir, que los cristianos perseguidos y aparentemente derrotados por las autoridades paganas han de ser considerados en realidad como los auténticos vencedores (para una época muy posterior se puede consultar a san Basilio, en su Epistola, 164). Haciéndose eco de estas y otras palabras parecidas que surgían de la pluma de los apologistas cristianos, la historiografía tradicional sostuvo también que el comportamiento heroico de los mártires había propiciado la conversión de muchos paganos y, por tanto, constituía una vía de extraordinaria importancia para la difusión de la creencia cristiana en el Imperio romano a partir del siglo II A. D. Nock, en su famoso libro Conversion. The Old and the New in Religion from Alexander the Great to Augustine of Hippo, University Press of America, Lanham/London, 1988 (orig. Oxford, 1933), passim, y Gustav Bardy, La conversión al cristianismo durante los primeros siglos (trad. L. Aguirre), Cristiandad, Madrid, 1990 (orig. Paris, 1961), pp. 151-153.

Sin embargo, esta hipótesis no encuentra corroboración suficiente en las fuentes conservadas, las cuales, salvo muy escasas y controvertidas excepciones (Justino, II Apología, XII, 1; Pasión de Perpetua et Felicidad, IX, 1; XVI, 4; XXI, 1-5; Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, II, 9, 2-3), no hacen referencia a conversiones motivadas por la supuesta admiración que despertaba el martirio entre los paganos. Será la propia Iglesia, una vez que logró unirse al poder, la que divulgaría y promocionaría la idea del mártir como sujeto de propaganda de la doctrina cristiana.

Muy al contrario, hubo filósofos, según afirma Clemente de Alejandría, que habían rehusado convertirse en cristianos por temor a ser condenados a muerte (Stromata o “Tapices”, VI, 67). De hecho, el mismo temor al castigo provocó numerosas apostasías en el seno de las comunidades cristianas, incluso mucho antes de la persecución de Decio, como sostienen historiadores modernos de esta época como K. Hopkins, J. Mélèze-Modrzejewski, G. Clark, y R. Carcano y A. Orioli. Fueron estos los tiempos en que los “lapsi” (los errados”, los que abjuraron de la fe cristiana) proliferaron de forma tan alarmante que este emperador habría tenido éxito en su propósito de erradicación de la religión cristiana si no hubiera sido porque le faltó tiempo antes de morir.


En efecto, ya en época de Trajano, Plinio el Joven (Epistola, X, 96, 10) informaba al emperador sobre los benéficos resultados para la recuperación de la religión tradicional en Bitinia que se obtenían gracias al temor de los cristianos a la pena capital:


Ciertamente, es un hecho comprobado que los templos, que ya se encontraban prácticamente abandonados, han comenzado a ser frecuentados de nuevo, que las ceremonias sagradas, interrumpidas durante largo tiempo, vuelven a ser celebradas, y que por todas partes se vende la carne de las víctimas sacrificiales, para la que hasta hace poco se encontraban muy escasos compradores. De ello se deduce fácilmente qué gran cantidad de personas podrían ser alejadas de esa superstición, si se les ofreciese el perdón en el caso de que se arrepintiesen.


Ahora, en nuestros días, está ocurriendo exactamente al revés, pues los asesinatos de cristianos, muy numerosos a cargo del fanatismo islámico del Daesh no recibe en la mayoría de las ocasiones, el eco y la respuesta que se merece.


Saludos cordiales de Raúl González Salinero

y de A. Piñero
Viernes, 20 de Marzo 2015
Hoy escribe Fernando Bermejo

No es uno de los menores hallazgos de la investigación histórica sobre la figura de Jesús el de que una parte considerable de quienes se dedican a y se interesan por ella en realidad parecen estar, en última instancia, interesados en no comprenderla.

Ante la inminente llegada de la así llamada Semana Santa, un período en el que siempre se encuentra a quien desea meditar en la pasión de Jesús, ofrezco a continuación una miniguía con el objeto de que aquellos que no desean entender los sucesos del Gólgota puedan lograr adecuadamente su objetivo. Para ello solo se necesita seguir una serie de pequeños y sencillos pasos:

1) Olvídese de los miles de crucifixiones que los prefectos, procuradores, gobernadores y demás llevaron a cabo en Palestina bajo dominación romana, y concéntrese en lo único que a usted realmente le importa: la crucifixión de Jesús.

2) Borre de su mente la idea de que los evangelios son obras de propaganda, y de que los fallos de la memoria, las necesidades psicológicas y los intereses ideológicos han jugado en su génesis un papel fundamental. Así pues, acepte como histórico, al menos, un ochenta o un noventa por ciento del contenido de los relatos de la pasión.

3) Imite a los propios evangelistas, que para eso vivieron en el s. I: no preste usted apenas atención a los tipos que, a todas luces, fueron crucificados con Jesús. Al fin y al cabo, ellos no tenían nada que ver con él. Centre sus esfuerzos, de nuevo, en Jesús y en su cruz.

4) Descuide los diversos pasajes en los evangelios que se refieren al carácter también tangible, material y concreto de la existencia en el reino de Dios anunciado por Jesús. Dedíquese a reflexionar en la frase del evangelio de Juan: “Mi reino no es de este mundo”.

5) Dado que los evangelistas tampoco lo hacen, no se le ocurra a usted establecer relación alguna entre el titulus crucis “rey de los judíos” y aquellos pasajes –al fin y al cabo, aislados– en los que Jesús y/o los otros personajes suponen su carácter regio. Repítase usted lo que otros muchos, más sabios que usted, han repetido antes: “Cuando en el Evangelio de Juan a Jesús quisieron hacerle rey, él se alejó de la multitud”.

6) No piense en la relación entre el pasaje en que Jesús ordena a sus discípulos comprar espadas y las descripciones evangélicas del uso de una espada en la pasión. Los evangelios no establecen una conexión entre ambos, así que tampoco usted debe hacerlo. No medite en los aspectos extraños de los pasajes en los que se habla de esas armas. Todo lo que necesita saber al respecto lo hallará usted tanto en los autores patrísticos como en numerosísimos estudiosos modernos.

7) Siga pensando que aquello de “dar al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios” significa lo que casi todo el mundo dice, y que Jesús fue un revolucionario precursor de la separación de la Iglesia y el Estado, que legitimó el pago del tributo al Imperio Romano.

Creo poder asegurar a aquellos de ustedes que no aspiran a entender los sucesos del Gólgota, que si siguen fielmente estos pasos, lograrán su objetivo con toda seguridad. Al fin y al cabo, nadie puede negar que otros muchos, siguiendo exactamente la misma receta, lo han logrado antes que usted.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 18 de Marzo 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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