CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

(1285 = 25-04-2023)


 
Escribe Antonio Piñero
 
 
A lo largo de mi pausado comentario a las ideas de S. Guijarro en su libro “Los cuatro Evangelios” (Sígueme; Salamanca, 2021) sostenía que durante la actividad pública de Jesús no pudo formarse “tradición” estricta y forma sobra las palabras y hechos de Jesús, sino meros impactos en la memoria de sus seguidores. Argumentaba, además, que tal vida pública debió de ser muy breve, ya que molestaba a Heridos Antipas, al Imperio y al gobernador romano, Poncio Pilato y a las grandes familias sacerdotales de Jerusalén que veían con enojo cómo un sucesor del  Juan Bautista asesinado seguía erre que erre con las ideas de su maestro, a saber que el mundo presente se iba a acabar en un futuro próximo y que (probablemente este podría ser el pensamiento del Jesús histórico) Dios mismo  con sus ángeles instauraría en la tierra de Israel el reino de Dios y luego en el mundo entero.
 
Ahora bien, la “experiencia pascual” (creencia en la resurrección auténtica de Jesús y las apariciones consecuentes) sí dio lugar a una tradición sobre sobre Jesús. Pero lo que ocurre a los ojos de un mero historiador es que la resurrección (para una vida no ya en este mundo sino en el cielo) es un tema de fe y de la teología y que ahí no puede meterse ese historiador, sino respetar las opiniones de los creyentes, declararse incompetente en el tema de la resurrección y afirmar solo dos cosas aparentemente contrapuestas.
 
Una: que los testimonios sobre la resurrección y las apariciones son muy variados, llenos de contradicciones.
 
Segunda: que sin la creencia firme en la resurrección y las apariciones por parte de los seguidores de Jesús no puede explicarse con congruencia histórica el surgimiento de una secta judía que proclamaba que esa resurrección era una prueba evidente de a Jesús había sido el mesías; que Dios lo había confirmado en este cargo de ungido / cristo, que Dios lo había puesto a su derecha, ya sentado o de pie (ahí variaban las tradiciones) y que consecuentemente habría de volver a la tierra para cumplir con su función de mesías truncada por su muerte.
 
Sin duda alguna, la resurrección de Jesús (y no de los que habían muerto con él en la cruz, que probablemente serían parte de sus seguidores, lo cual explica mejor que Jesús no fuera crucificado solo, sino en el centro de dos sediciosos contra al Imperio, según el punto de vista de los romanos) suponía un adelanto en un individuo particular de la creencia general de los judíos influenciados por los fariseos y los esenios de que antes de la llegada del Reino se produciría una resurrección general de los muertos para ser convocados al juicio. Y si un profeta de verdad –según pensaban de él muchos de sus compatriotas– había sido resucitado por Dios era que ese profeta tendría que ser un hombre muy especial.
 
Según afirma S. Guijarro en la p. 130 de su libro “Los recuerdos que se habían conservado sobre Jesús se convirtieron (¡entonces sí; ¡no antes!: Guijarro se precisa a sí mismo y afirma lo contrario a lo que antes había escrito, a saber que en vida de Jesús había “tradición” sobre él) en verdaderas tradiciones”. Y yo añado: desde esos momentos comienza la idealización de la figura del maestro querido ya muerto (y por gracia de Dios resucitado) y comienza la magnificación de su figura.
 
Con otras palabras, como se ha afirmado ya a lo largo y ancho de la investigación, la creencia en la resurrección singular y anticipada de Jesús es un comienzo, quizás, o ciertamente  no de una divinización temprana, pero sí ciertamente de una magnificación y engrandecimiento de su figura. En este sentido S. Guijarro me parece que no precisa claramente que la memoria de los discípulos de Jesús no era una reproducción exacta de las palabras y hechos de Jesús, el Nazoreo, sino una idealización y magnificación –en un proceso que estaba en sus inicios– de  los hechos y palabras de Jesús.
 
Guijarro señala que las tradiciones sobre la llamada (vocación”), seguimiento y el envío a predicar son absolutamente fieles. Pero observo Jesús dijo predicar “solo a los pueblos y villas de Israel”, noción que se transforma relativamente pronto en un envío universal a todas las naciones = Mt 28,18-20:
 
“He recibido plena autoridad en el cielo y en la tierra. Ahora pues, id y enseñad a todas las gentes bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a observar todo lo que os he mandado. Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Obsérvese aquí como en una comunidad de judeocristianos de Siria (probable patria de nacimiento del Evangelio de Mateo) la tradición de dichos y hechos de un Jesús que predicaba la venida del reino de Dios solo “a las ovejas de Israel” (5 A estos doce los envió Jesús impartiéndoles las siguientes instrucciones:  No vayáis por camino de gentiles ni entréis en ciudad alguna de samaritanos, 6 antes bien id a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 7 Una vez llegados, proclamad que se acercó ya el reino de los cielos.
 
La presunta tradición “formalmente controlada” que es uno de los lemas, o mejor, desiderata, de S. Guijarro, se ha transformado radicalmente en otra en unos 55 años (si aceptamos que la muerte de Jesús fue en el año 30 y la escritura del Evangelio de Mateo fue en el año 85). Y no en todos los grupos de cristianos de esa época, sino incluso dentro del mismo grupo.
 
Por ello pongo en duda las palabras de S. Guijarro en la p. 127, del que disiento cortésmente, puesto que nos conocemos desde hace muchos años:
 
“El hecho de que los discípulos de Jesús fueran enviados a anunciar el mismo mensaje que Jesús presupone que habían asimilado sus enseñanzas y que daban razón de ellas. Todos estos datos demuestran que existió una tradición prepascual (antes de su muerte y resurrección, concepto que acabo de criticar: no era tradición, sino recuerdos) en el grupo de los discípulos, sino también una adhesión a él y la fe en él. Estas desempeñaron un papel determinante en este proceso (de guardar una tradición prepascual y postpascual desde el comienzo” (p. 127).
 
Juzguen los lectores de esta postal.
 
En resumen: me parece que S. Guijarro está idealizando el concepto de “tradición absolutamente fiel” de las palabras, hechos, y misión de Jesús. Es una idealización que, en mi opinión, no se corresponde a la más que posible realidad histórica.
 
Opino que Guijarro olvida que la memoria humana es selectiva y cambiante –por mucho que el impacto de Jesús en sus discípulos fuera muy fuere– y que eso que se denomina en la psicología de los grupos  “disonancia cognitiva” (en nuestro caso: “¿Cómo es posible resolver el enigma de un Jesús tan excelente y maravilloso, pero que fue crucificado por los romanos como un insurrecto con la ayuda de los jefes de los judíos?”).
 
No estoy seguro de que S. Guijarro y su grupo  dará razón de estas dificultades, ya que suele responder con el silencio.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
NOTA:
 
Enlace a una entrevista, sobre "Jesús de Nazaret y las mujeres", grabada por Jordi Fortiá (Gerona)  hace un par de meses está editada con fotografías y vídeos sobre los puntos que se van  tratando en la charla:
 
https://www.youtube.com/watch?v=bDYs5ySdjSI
 
Martes, 25 de Abril 2023
Rellenar los huecos que faltan en nuestras bibliotecas. El Apocalipsis de Esdras en antiguo eslavo
Escribe Antonio Piñero
 
Hoy deseo comentar la edición bilingüe (antiguo eslavo / español) del “Apocalipsis de Esdras”, publicado por la Editorial Académica Española, Madrid,  con Introducción, traducción y notas aclaratorias. Su autor es Salustio Alvarado, Doctor en Filología Semítica por la Universidad Complutense de Madrid, y Profesor titular de Filología Eslava en la misma Universidad hasta su jubilación hace relativamente poco tiempo. Si ISBN es 978-83-8417-5859-0. Lo publica la Editorial Académica Española, lo cual es ya un signo de garantía. Tiene 215 pp. con más de 700 notas filológicas para aclarar o complementar con citas bíblicas al aclaración del texto.
 
El libro está impreso en la página par en eslavo eclesiástico (antiguo búlgaro) y presenta una impecable traducción española en la página impar, con notas filológicas aclarativas.  La impresión es clara, nítida y de fácil lectura.
 
Salustio Alvarado es también el editor y traductor del “Apocalipsis de Abrahán”, en las pp 61-106 del volumen VI de la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” de editorial Cristiandad, cuyo volumen VII y último está ya maquetándose para que vea la luz en este año de 2023, posiblemente..
 
En mi opinión el interés del libro “Apocalipsis de Esdras” es doble.
 
I. Por un lado, el texto en sí, un apocalipsis apócrifo del ciclo del profeta, político del siglo V a. C. que organizó el pueblo judío en Israel tras la vuelta del exilio de Babilonia. En la Introducción, El Dr. Alvarado explica la complicada historia de este ciclo que dio origen por lo menos a seis libros distintos, de los cuales dos, Esdras y Nehemías, están dentro de la Biblia hebrea y por tanto, también dentro del canon de libros sagrados del cristianismo. Como ocurre con otros libros de la Biblia hebrea, un primitivo original semítico fue traducido al griego, o al latín, y mucho más tarde a otras lenguas “cristianizadas” como el copto (la lengua egipcia de los faraones, pero desarrolladas durante siglos), siríaco, etíope clásico y sobre todo al eslavo eclesiástico. Esta lengua ha conservado un notabilísimo número de manuscritos  de textos apócrifos cristianos, en número mayor que el de cualquier otra lengua europea.
 
 
La hipótesis más aceptada hoy día es que esta obra, “El Apocalipsis de Esdras” al igual que ocurre con el libro del profeta Daniel, con el que tanta relación tiene, fue escrita en hebreo con quizá algunas partes en arameo. Posteriormente, como el original semítico fue traducido al griego, y de éste al latín, al siriaco, al árabe, al etíope y al copto. La versión griega es también la base de las reelaboraciones armenia y georgiana.   
 
Explica el autor del libro que comento, en su Introducción:
 
«Dado que el autor de los capítulos III-XIV, fue un judío piadoso versado en las Sagradas Escrituras, son muy numerosos los pasajes dependientes de los libros canónicos del Antiguo Testamento, siendo de señalar la relación con el Libro de Daniel. También son abundantes y notables los paralelismos con el Nuevo Testamento, en especial con los evangelios, las epístolas paulinas y el Apocalipsis de San Juan, no obviamente por influencia directa, sino más bien, como reflejo del hervidero de ideas que fue Tierra Santa en los años anteriores y posteriores a la destrucción de Jerusalén por los romanos.
 
»Esta misma circunstancia explica las coincidencias con la literatura intertestamentaria, especialmente con el Libro I de Henoc, el Libro II de Baruc y el Libro III de Baruc. Estas afinidades, como ya se ha repetido, se señalan en las notas a pie de página». 
 
 
II. El segundo punto de interés, relacionado con el título de esta “postal” (no es necesario el anglicismo latino “post”) es el de rellenar huecos, escandalosos desde el punto de vista histórico-crítico-literario de la “Biblioteca de apócrifos bíblicos en lengua española. Muchas veces he pensado que si un lector tuviera el poder virtual de contemplar los plúteos dedicados a Apócrifos del Antiguo Testamento (ojo, del Antiguo, no del Nuevo) en la biblioteca nacional de países de lengua no hispana, como Italia, Francia, Alemania, Inglaterra y EEUU, verían que esos plúteos están llenos. Pero  si contemplara virtualmente los estantes correspondientes en la Biblioteca hispana de los mismo temas, tales plúteos /estantes están vacíos.
 
Pero alguien dirá “¡Qué importa!”. Yo respondería “Pue sí, importa y mucho porque toda la tradición apocalíptica que nace en la Biblia hebrea y se prolonga en los Apócrifos de Antiguo Testamento y otra literatura judía de la denominada época del Segundo Templo (desde el siglo V a. C. hasta el 70 d. C. y un poco más) es la verdadera matriz de esa parte apocalíptica tan fundamental en la teología cristiana.
 
Por tanto, desde ese doble punto de vista yo me congratulo (¡y mucho1) de que alguien, muy bien preparado filológicamente como Salustio Alvarado, presente un libro bilingüe –antiguo eslavo y español– una de las piezas de ese complejo titulado “Literatura del ciclo de Esdras·” que tiene por lo menos seis libros distintos y que importa para comprender la teología cristiana de los primeros siglos
 
No me resisto a copiar de nuevo lo que dice Salustio Alvarado en su Introducción a propósito tanto del Libro IV de Esdras como de este Apocalipsis de Esdras que presento ahora  sobre la influencia literaria de estos libros:
 
«Debido a su privilegiada situación de “para canonicidad”, este apócrifo ha ejercido, abundando en la opinión de Muñoz León, una “influencia profunda en el cristianismo” y muy en especial, debido a su presencia en Vulgata, aunque fuera en los apéndices, en la Iglesia de Roma, de lo que dan testimonio, por un lado, las citas que de él hacen los santos padres y, por otro, su empleo en la liturgia, el ejemplo más conocido del cual es el del Introito de la Misa de Difuntos: Requiem aeternam dona eis, Domine, et lux perpetua luceat eis, que está tomado de los versículos 34 y 35 del capítulo II.
 
»Los siguientes versículos 36 y 37 son parafraseados en el Introito de la misa del martes de Pentecostés: Accipite jucunditatem gloriae vestrae, alleluia, gratias agentes Deo, alleluia, qui vos ad caelestia regna vocavit, alleluia. Y como estos ejemplos, hay otros varios.
 
»Por otro lado, cuenta la historia que del versículo 42 del capítulo VI (et tertio die imperasti aquis congregari in septima parte terrae, sex vero partes siccasti et conservasti, ut ex his sint coram te ministrantia seminata adeo et culta), Cristóbal Colón tomó uno de los principales argumentos (aunque la ciencia luego demostrara que ocurre justo al revés) para convencer a los Reyes Católicos y conseguir que financiaran su empresa». 
 
En síntesis, enhorabuena al Prof. Alvarado y a la Editorial Académica española por haber puesto en nuestras manos, con todo lujo de detalles, eta pequeña e importante obra del “Ciclo de Esdras” que rellena uno de los huecos de nuestra Biblioteca de lengua hispana, un hueco que nos distancia de la bibliotecas de otros países.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
NOTA
 
Enlace a un diálogo / entrevista con la Escuela de Formación Humana y Teológica San Juan Crisóstomo. Sobre religión y religiosidad
 
https://www.facebook.com/EscuelaSanJuanCrisostomo/videos/179814514911348  
 
Martes, 18 de Abril 2023
Por si fuere de interés.
 
Hoy jueves 13-04-2023
 
Debate entre Eugenio Gómez Segura y Irving Gatell
 
Hora 19.00 hs españolas
 
He aquí el enlace de Youtube:
 
https://www.youtube.com/live/rBFdsxkJEUo?feature=share
 
Saludos de Eugenio Gómez Segura
y subsidiariamente Antonio Piñero
 
Jueves, 13 de Abril 2023

Quizás esta hipótesis ya añeja se acerque más a la presunta verdad histórica



 
Escribe Antonio Piñero
 
Se cree que Jesús probablemente murió en abril del año 30. Dos décadas más tarde, hacia el año 50, un avispado discípulo que vivía en Jerusalén pensó que los seguidores del Maestro hablaban mucho de sus sufrimientos finales, su muerte y resurrección, pero que a nadie se le había ocurrido poner por escrito lo sucedido. Así que este personaje, cuyo nombre ignoramos, compuso una historia de esos hechos y, al parecer, concentró en una semana acontecimientos que posiblemente habían sucedido a lo largo de meses; semana que coincidiría con la Pascua judía, que se celebra en el mes de nisán, correspondiente a marzo / abril.
 
Esta primera historia de la Pasión de Jesús hubo de ser la base del relato que aparece en el primer Evangelio que se compuso: el de Marcos (escrito hacia los años 71-75). Los investigadores están de acuerdo en que el evangelista tuvo como modelo un texto anterior, pero este relato se ha perdido, de manera que sólo nos queda la narración de Marcos. Los otros evangelios aceptados por la Iglesia presentan variaciones, divergencias y contradicciones respecto al de Marcos. Son los de Mateo (compuesto hacia 85-90), Lucas (escrito en torno a 90-95) y Juan (redactado sobre el año 100). Quizás en septiembre.
 
 Debemos tener presente que una tradición antigua no siempre es verdadera. Un ejemplo conocido y flagrante: , debido al prestigio de Aristóteles se sostuvo durante más de veinte siglos que la Tierra era el centro del universo y que el sol giraba en torno a ella; sólo gracias a Copérnico y Galileo se pudo caer en la cuenta de que esa «verdad», ya tradicional, no era tal. Puede que suceda algo parecido con algunas partes del relato de Marcos a pesar de su antigüedad, pues tenemos indicios de que las acciones y dichos de Jesús pudieron ocurrir de un modo diferente y en un tiempo más dilatado –de hasta seis meses– no precisamente en la semana escasa al término de la cual murió Jesús
 
El primer indicio de estas diferencias aparece en la entrada triunfal en Jerusalén. El Evangelio de Juan pinta a Jesús rodeado de gentes que portaban palmas, pero la mera presencia de las palmas apunta a septiembre, a la fiesta de los Tabernáculos, pues sólo en ella eran típicas esas ramas: las palmeras no eran propias de la zona de Jerusalén, sino que sus palmas se traían siempre de fuera, de Jericó, justo para esa fiesta.
 
El segundo indicio es el episodio en el que Jesús está hambriento y busca algo de comer: «A la mañana siguiente [...] sintió hambre. Viendo una higuera junto al camino, se acercó, pero no encontró nada más que hojas. Entonces le dijo: “Nunca jamás brote fruto de ti”. Y la higuera se secó de repente» (Mateo 21,18-21). So pena de tener a Jesús por un ignorante que desconocía lo más elemental. Lo cual es más que dudoso.
 
Y el tercer indicio es la inverosímil acumulación, de acontecimientos en un espacio tan breve de tiempo: apenas una semana. Desde el domingo, día de la solemne entrada de Jesús en Jerusalén aclamado como mesías, hasta su muerte en un viernes 14/15 del mes de nisán se suceden los siguientes hechos:
 
- Ingreso triunfal en Jerusalén
- Jesús llora por el trágico destino de la ciudad
- La denominada “Purificación del Templo”
- Maldición de la higuera
- Insidias de las autoridades judías contra Jesús
- Unos griegos quieren ver a Jesús
- Unción en Betania
- Traición de Judas
- Preparación de la Pascua
- Última Cena
- Tránsito al Monte de los Olivos
- Episodio de Getsemaní
- Traición de Jesús
-  Jesús es apresado
- Jesús ante el Sanedrín (“proceso judío”), más las negaciones de Pedro, más los episodios de burlas
- Entrega a Pilato más la muerte de Judas
- “Proceso romano”
- Episodio de Barrabás
- Episodio del “Ecce Homo”
- Burlas romanas a Jesús
- Camino del Gólgota
- Episodio del Cireneo
- Crucifixión
- Episodio de los dos ladrones crucificados con Jesús
- Muerte de Jesús
- Sepultura
 
Añádase a esto que desde la Última Cena hasta la sepultura transcurren solamente horas. Hay que sumar a estas acciones una dilatada tarea de enseñanza de Jesús en el Templo –y posiblemente en otros lugares– con los episodios didáctico-polémicos siguientes:
 
- Disputa sobre el poder de Jesús y el bautismo de Juan
- Discursos diversos en los que van incluidos las parábolas siguientes: de los dos hijos; de los malos viñadores; de los invitados a las bodas reales. En un segundo momento, discursos que contienen las siguientes parábolas: sobre los días del Diluvio y exhortación a la vigilancia; sobre los siervos fiel e infiel; sobre las diez vírgenes; sobre los talentos/minas; sobre el juicio final.
- La disputa pública con los fariseos sobre la cuestión del pago del tributo al César
- Disputa pública con los saduceos sobre la resurrección
- Enseñanza sobre el primer y más importante mandamiento
- Disputa sobre la filiación davídica del mesías
- Discurso general contra fariseos y doctores de la Ley
- Lamentos sobre la ciudad de Jerusalén
- Episodio del óbolo de la viuda
- Largo discurso de Jesús sobre las señales del tiempo final (el denominado “Apocalipsis sinóptico”)
- Largos discursos de Jesús en la Última Cena según el Evangelio de Juan.
 
 
Esta hipótesis de la compresión en una semana de hechos y dichos de Jesús que ocurrieron en más tiempo, siguiendo la doctrina aristotélica –en su “Poética”: libros V, VII y VIII– de la unidad de tiempo, lugar  y acción (en realidad Aristóteles habla solo explícitamente de la unidad de acción, pero la de tiempo y lugar han sido deducidas de sus palabras , como presupuestos poéticos, retóricos  de un relato dramático convincente (desde el punto de visa teatral y literario en general) es muy antigua y nada original. Pero creo que la investigación la rechaza con demasiada facilidad.
 
He tomado esta nota de mi libro, editado junto con Eugenio Gómez Segura, “La Verdadera historia de la Pasión", EDAF, Madrid, 2008. En más de un par de ocasiones me han preguntado si este libro estaba descatalogado, Y respondo así que no lo está
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
Miércoles, 5 de Abril 2023


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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