CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Catábasis. El viaje infernal en la Antigüedad
Escribe Antonio Piñero
 
19-09-2023
 
Excelente libro, muy recomendable, cuyo título encabeza esa postal. Su autor es Miguel Herrero de Jáuregui, catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, y su obra es el futo de una década de investigación sobre el descenso a los infiernos en la Antigüedad grecorromana desde Homero hasta el asentamiento del cristianismo en torno a los siglos IV y V.
 
Casi espontáneamente cualquier lector medianamente cultivado sabe que este tema del descensus ad inferiora (infierno es un vocablo estrechamente emparentado con lo que está “abajo”, inferior) ha sido profusamente tratado en la literatura antigua, en el arte en general y en la música en particular, pero tras leer este libro cae en la cuenta que por mucho que hubiera imaginado la extensión de su tratamiento en la historia de la literatura antigua se queda corto en su apreciación.
 
En mi opinión son tres las razones por las que este libro es digno de elogio: la primera el interés que suscita el tema en sí: verdaderamente atrayente; la segunda: el tema está elaborado en toda su amplitud: prácticamente todos los autores y obras relevantes al respecto, desde todas las perspectivas posibles, tienen cabida en él. Y, tercera, su claridad y amenidad expositiva. Esta última hace que una verdadera obra de investigación no quede recargada de detalles o notas meramente eruditos se modo que la lectura pudiera resultar fatigosa.
 
El autor afirma en su Prólogo una idea importante en pro de la cual vengo bregando sin descanso desde hace mucho tiempo: es falsa la idea de la incompatibilidad entre investigación y elevada divulgación, redactada esta ante todo con un afán claro de inteligibilidad. Siguen algunos creyendo que el investigador que escribe sencilla y claramente no desempeña más que la tarea de divulgador. Es falsa esta porque detrás de la claridad y la sencillez se esconde a menudo un buen monto de interpretaciones propias, originales, lo cual es propio de la investigación pura. Hay que hacer juicios caso por caso.
 
Por otro lado, el autor se une a una línea de trabajo en lengua castellana que une la historia antigua en general con la literatura grecorromana y la historia de las religiones y que ha producido muchas y muy buenas obras. Desgraciadamente el ubicuo predomino del inglés, no solo en las ciencias naturales y experimentales sino también en el ámbito de las humanidades, hace que tales obras no tengan el reconocimiento que se les debe fuera de nuestras fronteras lingüísticas. Así que, por de pronto, ya en este campo nuestra enhorabuena al autor por producir en nuestra lengua una obra de mérito.
 
No pretende Miguel Herrero abordar temas estrictamente religiosos relacionados con los infiernos, como alguien podría esperar leyendo apresuradamente el título; ni tampoco exponer cómo en la Antigüedad se abordaron filosóficamente las cuestiones básicas y eternas sobre el destino de la vida en el más allá, sino que el autor pretende mostrar dentro de un ámbito meramente literario que el descenso al Hades / Infierno era un modo extendido, común en la Antigüedad, de enfrentarse con el hecho ineluctable de la muerte y sus aledaños, una veces en serio y otras en broma, a menudo con ironía y un cierto despego que rechaza el temor.
 
Desde Homero hasta la antigüedad cristiana no hay un solo autor importante cuya obra no aparezca citada y analizada con la amplitud que su importancia merece en el impacto posterior en este libro que comento. No es posible hacer una lista de los autores importantes: están todos…, aunque son Homero y Virgilio, en especial, los que ocupan un lugar predominante. Por poner un ejemplo simple: no en vano alguien dijo que el mejor retrato del infierno cristiano lo escribió Virgilio decenas de años antes de que se concretara nítidamente en la teología cristiana.
 
Además de nuevas perspectivas en el descenso a los infiernos en el mundo clásico, el último capítulo que trata breve y condensadamente de la concepción de la gehenna / infierno / hades / sheol –denominaciones judías y cristianas de la zona inferior de la tierra (¿?) a la que van los condenados– me ha parecido muy interesante porque abre los ojos al lector sobre la prolongación del viaja a los infiernos desde un punto de vita nuevo:  poco va a importar a los judíos piadosos y sobre todo a los cristianos viajar al infierno por sí mismo y explorar sus potencialidades para enfrentarse a la nada de la muerte. No va a ser así, sino que el interés de una presunta catábasis al infierno solo servirá para obtener la consecuencia de que es ese un lugar horrible, espantoso terribilísimo que hay que evitar como sea para conseguir el paraíso. Las descripciones del sheol o del hades / infierno están contempladas desde el cielo, que es la única meta. El siempre posible tema del descenso en sí se trueca en un interés por el asunto capital de la salvación del alma y del cuerpo, y no por otros múltiples intereses es como podrían tener los antecesores del mundo clásico.
 
En síntesis: un libro que me ha gustado mucho; además no es demasiado amplio, 453 pp. de texto. Es sumamente ilustrativo, de lectura amena, de placer literario, y de contenido riquísimo en datos sabiamente administrados. La editora es Alianza Editorial. Libro de bolsillo. ISBN 978-84-1148-208-0. Precio: 16,60 euros.
 
Haría al autor una doble, mínima y quizás no importante sugerencia. En primer lugar: creo que deberíamos escribir Henoc (tradición venerable hispana) y no Enoc (tradición inglesa); no escribiría Pilatos, sino Pilato. En segundo: en las abundantes transcripciones de griego es loable la señalización de largas y breves en vocablos con eta y épsilon, pero ante todo señalaría el acento en cada vocablo. Me parece más importante la acentuación que cualquier otro signo para la correcta pronunciación. Esto para la segunda edición, que deseo sea pronto.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
Martes, 19 de Septiembre 2023
Filón de Alejandría. Obras completas. Tomo VI

 
Escribe Antonio Piñero
 
 
Filón de Alejandría es probablemente, tanto desde el punto de vista filosófico / teológico como literario, el autor judío helenístico que más ha influido en la civilización religiosa occidental, después de Flavio Josefo. Este filósofo alejandrino, que murió unos veinte años después de Jesús de Nazaret, fue el escritor más sabio y prolífico del judaísmo en esta época.
 
Con paso lento y pausado, como requieren las obras de envergadura, acaba de ver la luz el vol. VI de las obras completas de Filón, pensada en ocho volúmenes. El VII estará dedicado a las Cuestiones sobre el libro del Éxodo 1-2, más la correspondiente Cuestiones a Génesis 1-6. El vol. VIII y último contiene cinco obras, entre las que se halla la interesante Apología de los judíos y los esperados índices. Depende del tiempo que se dedique a estos últimos, saldrán índices con mayor o menor utilidad. Es tarea ardua, pero que ayuda muchísimo a la investigación, por lo que desde aquí animo a los editores que no se arredren ante esta tarea titánica en ocasiones, pero utilísima. No estaría de más un buen índice analítico de materias.
 
No todas las obras de Filón han llegado hasta hoy. Las que se han salvado del olvido, salvo algunos escritos circunstanciales, se centran en torno al estudio y comentario de las Escrituras judías, y en concreto de los primeros cinco libros, el Pentateuco. Filón aborda este estudio a distintos niveles de profundidad.
 
A) En un primer nivel se hallan los comentarios sencillos y seguidos al Pentateuco. Escribió cinco, pero sólo se conservan los Comentarios o Cuestiones al Génesis y al Éxodo. En ellos el autor explicaba sucesiva y brevemente, frase por frase, tanto el sentido literal como el alegórico de los textos. Según los estudiosos de Filón, esta serie de obras refleja los guiones o resúmenes de las aclaraciones o prédicas que Filón hacía en la sinagoga, tras la lectura de los pasajes determinados para el día.
 
B) En un segundo nivel, más profundo, están compuestos los comentarios apologéticos al Pentateuco, denominados también “exposición de las leyes”. Estas aclaraciones siguen un esquema que se acomoda al tenor de la alianza entre Israel y Yahvé, según la Biblia: la creación y los patriarcas; el decálogo; las prescripciones legales, rituales y de pureza; la vida moral o las virtudes; premios y castigos; personajes importantes de Israel. El comentario da lugar a diversos libros que llevan el título correspondiente al tema principal sobre el que versan: De la creación del mundo; Sobre Abrahán, Sobre José, el patriarca; Vida de Moisés; El decálogo; De las virtudes; Sobre los premios y castigos.
 
La obra de Filón tiene como lector ideal al judío culto, helenizado, que quiere entender y vivir el texto sacro, pero también –y de un modo apologético— al pagano respetuoso que desea conocer a fondo el judaísmo. No supone Filón en su lector un conocimiento especial de las Escrituras, salvo haber leído los textos correspondientes.
 
Las obras de Filón recogidas en este vol. VI son: Sobre el Decálogo y Las leyes particulares (De specialibus legibus) que es más amplio: cuatro libros.
 
El tratado sobre el Decálogo se centra fundamentalmente en comentar los diez mandamientos, aunque Filón se refiere de pasada también a otras leyes de menor importancia. Añade Filón que hay también “leyes no escritas” que se deducen de la vida y hechos de hombres sabios e importantes de la Biblia, como Abrahán, Moisés mismo y el patriarca José, o Isaac y Jacob, entre los cuales hay algunos que destacan por su importancia como Moisés mismo y José.
 
Moisés representa el culmen de todos los personajes anteriores a él, ya que es el dechado de todas las virtudes: legislador y “rey”, es decir, dirigente del pueblo, profeta, taumaturgo, sabio. A él dedica Filón el doble de espacio que a sus antecesores tanto en un tratado particular (publicado en el vol. V: Sobre Moisés I y II) como en sus continuas alusiones. Quizás esta “biografía” tenga por lectores sobre todo a gentiles, ante quienes el autor desea presentar al mejor hombre de todos los tiempos.
 
En general Filón procura un orden sistemático en su comentario al Decálogo: el núcleo de la norma, los preceptos particulares que se desprenden de las leyes generales, distribuidos por géneros amplios y especies particulares. Pero no lo consigue, ya que el texto tiene también sus amplias digresiones, que parecen referirse a sucesos ocurridos en su tiempo, por lo que los comentarios al respecto son de tono homilético y moral. Esos asuntos diarios de la comunidad judía de Alejandría donde vive Filón sirven al lector para hacerse un retrato de ese grupo de judíos en una ciudad cosmopolita del siglo I.
 
El lector debe tener en cuenta que el sistema interpretativo de Filón no logra formar un cuerpo de doctrina consistente, aunque parte, en verdad, de unos presupuestos muy claros. Éstos son: la Sagrada Escritura está divinamente inspirada; en concreto el Pentateuco fue escrito por el profeta Moisés; el texto sacro posee varios sentidos. No siempre, ni mucho menos, el sentido literal será el más interesante. Hay pasajes, sin embargo, que deben tomarse al pie de la letra, como los Diez Mandamientos, o las leyes de pureza ritual o alimentaria. El que estudia la Ley con devoción será iluminado por el Espíritu y alcanzará tarde o temprano una intelección suficiente de ella.
 
Filón sostiene que la Escritura no puede decir banalidades y que no es lógico que cuente historias poco creíbles o míticas. Si, en apariencia, éstas ocurren, hay que explicarlas. Así, por ejemplo, la creación no pudo tener lugar realmente en “seis días”, sencillamente porque los días se cuentan con el sol y éste astro es un objeto mismo de la creación (Alegoría de las leyes I 2). Tampoco es admisible al pie de la letra que Eva haya sido creada de la costilla de Adán: (Alegoría de las leyes II 19). El lector ha de pensar que en tales casos debe buscarse otro sentido, oculto, espiritual y profundo, que solo la intuición de la alegoría puede descubrir. Para Filón ese sentido coincide de uno u otro modo con lo mejor y más espiritual de la filosofía griega, en especial de la platónica y la estoica, y el lector bien preparado lo hallará iluminado por el Espíritu divino.
 
La intención de la obra del Alejandrino es clara y meridiana: por un lado, ofrecer a sus connacionales judíos un fundamento filosófico serio y al día de su religión y confirmarles en su orgullo de ser nación elegida, pues sólo en ella se había desarrollado el auténtico culto al Dios verdadero y la riqueza moral y religiosa inherente a ese culto. Por otro, y a la vez, realzar ante los ojos de los paganos la racionabilidad y venerabilidad del judaísmo.
 
Todo ello va orientado si no hacia una conversión al judaísmo, sí al menos hacia el logro de un respeto hacia él, de modo que “los de fuera” puedan formar también una suerte de “religión universal” en la que se observen las normas de la ley natural (que coincide con la mosaica). Al hacer del documento santo de la comunidad religiosa judía, es decir el Pentateuco, un libro también griego y universal se cumplía lo que en todo el helenismo había ya pretendido la anterior literatura sapiencial judía: unir sabiduría religiosa con el Logos filosófico.
 
 Centrándonos ahora en la segunda parte de este volumen, Sobre algunas leyes particulares, se observa cómo el autor trata de cuestiones de ética judía aunque en el marco jurídico grecorromano. Los estudiosos creen con razón que Filón de Alejandría escribe aquí sobre casos concretos, de conductas permitidas o no en su comunidad. Sabemos que, sobre todo respecto a los judíos, el Imperio tenía una permisividad amplia para que las comunidades étnicas se rigieran por sus normas particulares en delitos penales o civiles de envergadura común. Era claro que en casos importantes la comunidad judía, como cualquier otra, debía regirse estrictamente por el derecho romano vigente. Los temas tratados por Filón, aunque se adelantan en dos siglos los temas de la Misná, o cinco en los del Talmud son muy interesantes para estudiar el desarrollo del código civil y religioso judío que se expresa en esas dos obras.
 
Marta Alesso en su introducción a este volumen recoge como muy interesantes las discusiones de Filón sobre la excesiva presión fiscal a la que se ve sometido su grupo en Alejandría, y lo compara con la alegría que muestran los judíos cuando han de hacer contribuciones para el mantenimiento de Templo de Jerusalén (muy inferiores en monto dinerario). Señala también el interés de los temas que se tratan bajo la denominación del sexto mandamiento, relaciones sexuales prohibidas, adulterios, incestos y matrimonios mixtos. Filón aumenta en estos temas su virulencia condenatoria, lo que da una idea de que esas situaciones debían de ser habituales en su grupo.
 
En fin: creo que el empeño, casi a punto de concluirse, de publicar la obra completa de Filón en cuanto ha llegado a nuestras manos, es totalmente encomiable. De un modo indirecto sirve para entender mucho mejor el judaísmo de la Diáspora en el tiempo de Jesús. No cabe duda de que arroja luz, y grande, sobre temas tratados en el Nuevo Testamento, que se hallan en los libros de este corpus que son también judíos sin duda alguna.
 
Para concluir, una nota sobre el griego y el estilo de Filón que hace más meritoria la versión castellana: el estilo literario de Filón es elevado y culto, en muchas ocasiones elocuente y poético. En general aparece el entusiasmo del autor, lo que le lleva a una redacción vigorosa y enfática. Los vocablos y expresiones utilizadas por Filón no son las del hombre de la calle, sino las propias de la filosofía y del individuo literariamente cultivado.  El que sabe traducir bien a Filón al castellano demuestra que es un maestro en el conocimiento de la lengua griega.
 
Ahora bien esta tarea no es en absoluto fácil, ya que a veces el lenguaje de Filón es confuso, oscuro y farragoso. A veces también puede nuestro autor cansar a su lector con un tono excesivamente retórico, que se muestra sobre todo en el uso acumulado de comparaciones o ejemplos, o también en el tono de los diálogos y discursos que pone en boca de sus personajes en las obras de carácter biográfico. En ellas, en los abundantes discursos, el uso de la retórica es abrumador para el gusto moderno, aunque algún comentarista ha sospechado que para los antiguos podía ser un placer deleitarse con esas construcciones artificiosas, sobre todo cuando antes había leído un griego de peor calidad como la del texto bíblico en la versión de los Setenta.
 
Enhorabuena, pues, a los editores y traductores –Marta Alesso, Paola Druile; Marco Antonio Santamaría (a quien recuerdo por su contribución a la magnífica obra Reencarnación, de la editorial Abada, Madrid, 2011), Laura Pérez, Rocío Saitúa, Estefanía Sottocorno y José Pablo Martín– de este volumen VI de la notable obra de Filón de Alejandría, y a la editorial, con buen sentido cultural, que la acoge, Trotta.
 
 
Ficha de la obra: 528 pp. 14,5x23 cms. ISBN 978-84-9879-064-1. 2023. Precio 32 euros.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
Martes, 12 de Septiembre 2023

05 / 09 / 2023


Nuevos enigmas de la Biblia (6), de Ariel Álvarez Valdés
Escribe Antonio Piñero
 
Hace unas semanas publiqué mi reseña al volumen 5 de la colección “Nuevos enigmas de la Biblia” publicada en la editorial PPC, de Madrid, 2023. Y lo que escribí en mi reseña vuelvo a repetirlo y confirmarlo ahora que presento y comento el número 6. Tiene 182 pp., en formato de bolsillo 19 x 12 cms. ISBN: 978 84 2884 001 9. Precio: 16,48 euros.
 
Es un placer leer estos libritos, densos a la vez que muy claros, con un buen monto de información sobre cuestiones, o problemas de interpretación surgidos al leer la Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento. Confirmo, pues, lo que escribí animando a su lectura.
 
Hay que tener en cuenta que la Biblia contiene textos de notabilísima antigüedad, algunos con un fondo legendario de más de tres mil años, escritos con una mentalidad que difiere notablemente de la del lector de hoy. No es extraño en absoluto que no se entiendan correctamente y que se necesita la ayuda del especialista para comprenderlos. A menudo la mala interpretación llega a afirmar que el texto dice lo contrario de lo que una investigación a fondo descubre.
 
Por tanto, es necesaria la ayuda de quien ha dedicado su vida al estudio de la Biblia y de su entorno histórico, social y teológico. El investigador de esta materias, como ocurre con cualquier especialización científica, no se forma en poco tiempo, sin en una labor de años y años. En primer lugar, el estudioso debe situarse en la perspectiva del lector e indagar qué textos, libros o partes de ellos no se entienden bien y necesitan de una aclaración introductoria.
 
En segundo, ha de pasar mucho tiempo leyendo a otros especialistas que han desbrozado el camino para la correcta intelección de ellos. Ha de leer muchas obras no solo en castellano, sino en inglés, francés e italiano, como mínimo…; y a ser posible también en alemán, para estar al día en la investigación bíblica.
 
Luego ha de extractar de cada una ellos aquellas ideas o perspectivas que le ayuden a la exposición u aclaración de la cuestión que se propone explicar. Finalmente ha de hacer en cada capítulo dedicado a una sola idea o cuestión una correcta, encilla, y bien trabada exposición que conduzca al lector a la conclusión a la que ha llegado previamente el investigador. No es labor de un día y no tos están capacitados, ni mucho menos, por mucha imaginación que tengan, para dar una explicación conveniente de los textos bíblicos.
 
Pues bien, todo estos pasos de la investigación se perciben en cada uno de los capítulos / cuestiones que aborda esta entrega número 6 de “Nuevos enigmas de la Biblia”.
 
Me han interesado todos los temas tratados en este volumen por nuestro autor. Destaco los más importantes para mí (elección naturalmente subjetiva).
 
1. Una exposición de cómo puede entenderse la figura de Abrahán que se oculta tras leyendas inverosímiles del libro del Génesis. Aquí indica el autor cómo es imposible entender este libro; de ningún modo al pie de la letra y apresuradamente, con poca reflexión, como todavía se sigue enseñando en algunos centros de estudio de la Biblia.
 
2. La exposición de conjunto de una lectura e imputación del profeta Nahún, el vate más criticado de la Biblia.
 
3. ¿Qué quiso decir Jesús con la comparación del camello y el ojo de una aguja?
 
4. La aclaración de cómo debe entenderse una parte de la figura global de Jesús, aquella que lo presenta como un profeta apocalíptico –es decir, aquel que por revelación divina, propia del profeta y de su íntimo contacto con Dios– que habla del fin inminente del mundo actual y de su renovación por medio de la implantación del reino de Dios.
 
5. ¿Cómo debe entenderse la Epístola a los efesios? ¿Procede la pluma de Pablo? ¿Fue una carta Dios verdad o más bien un tratadito disfrazado de epístola?
 
6. Y finalmente la estupenda iluminación de la misteriosa figura de los presuntos herejes nicolaítas, del inicio del Apocalipsis de Juan 2,15, sobre cuyas ideas se han expresado las más variadas y contradictorias interpretaciones.
 
Insisto en que la búsqueda selectiva de pasajes difíciles de comprender de la Biblia; el planteamiento literario, didáctico de la cuestión; la exposición de diversas soluciones según otros autores actuales y por último la aclaración y defensa de la interpretación propia expuesta por nuestro autor de cada cuestión enigmática. Repito que es muy fácil leer estos libros, que son muy informativos; que la mayoría de las veces tienen soluciones innovadoras y sorprendentes a cuestiones curiosas o importantes de la Biblia. Un conjunto de virtudes literarias que hace de su lectura muy recomendable.
 
Así que en síntesis, y de nuevo, enhorabuena una vez más al autor; a la editorial que edita la serie y la expresión de mi deseo de que siga Ariel siga ilustrándonos con la solución de nuevos enigmas… que son muchos. Esperamos con avidez sus explicaciones.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
 
Martes, 5 de Septiembre 2023


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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