CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Cuando Pablo de Tarso predicó entre los gentiles pensaba en el resto bueno. Si no en todos los lugares en los que se presentó, sí, al menos, en el único al que dirigió una carta sin haber estado presente antes: Roma. La comunidad judía de la capital leyó su razonamiento sobre el resto bueno.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


083. El resto bueno (2).
Estatua de Pablo ante la basílica de San Pablo Extramuros en Roma.

Y dijo (Isaías) a Israel: Durante todo el día extendí mis manos a un pueblo que desconfiaba y replicaba. Digo entonces: ¿abandonó Dios a su pueblo? No. Pues también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No abandonó Dios a su pueblo, al que de principio conoció. ¿Acaso no sabéis qué dice la escritura en Elías, cómo se dirige a Dios contra Israel? Señor, mataron a tus profetas, destruyeron tus altares y yo quedé solo y buscan mi vida. ¿Pero qué le dijo la revelación? Me dejó siete mil hombres que no doblaron la rodilla a Baal. Entonces, pues, también ahora surgió un resto según elección por merced. Y si lo es por merced, ya no procede de las obras (de la ley), ya que entonces la merced no sería merced. ¿Qué, pues? Que lo que Israel busca no lo encontró, pero el grupo de los elegidos sí. (Rom. desde 10, 21 hasta 11, 7)
El pasaje es relevante para desdecir la falsa idea de que Pablo abandonó el judaísmo: es evidente que Pablo trabajó el concepto de resto bueno en sí mismo. Pero hace falta concretar de qué modo se sirvió de él atendiendo a la historia que anunciaba de la restauración del reino de Yahvé.
Esos siete mil mencionados por Isaías (número, por otra parte, simbólico pues es múltiplo de siete y permite conjeturar una gran cantidad total) serían sólo los judíos aceptados, los absueltos el día del juicio final como cumplidores de la Ley (tal como lo entendía Pablo). Y, a la hora de incorporar a los nuevos elementos paganos, que no podían dejar de ser paganos, Pablo se sirvió de una metáfora también muy simbólica. En la misma carta a los romanos se incluye el siguiente pasaje:
 
Os digo a vosotras las naciones: en cuanto se refiere a que yo soy el apóstol de las naciones, daré gloria a mi ministerio, ¡Si por un casual despertara el celo de los de mi carne y salvara a alguno de ellos! Pues si su rechazo es la reconciliación del mundo, ¿qué será su readmisión sino la vida de los muertos?  Y si la primicia es santa, también la masa; y si la raíz es santa, también las ramas. Y si algunas de las ramas fueron arrancadas, tú que eres acebuche, fuiste injertado entre ellas y llegaste a ser copartícipe de la raíz (que da la) sabia del olivo, no desprecies las ramas. Y si las desprecias, no sostienes tú la raíz sino la raíz a ti. Dirás entonces: “Las ramas fueron cortadas para que yo fuera injertado”. Correcto. Fueron cortadas por su falta de confianza, y tú te mantienes en pie por tu confianza. No pienses grandezas, al contrario, teme; pues si Dios no perdonó a las ramas naturales, no sea que a ti tampoco te perdone (Rom 11, 13-24).
 
Los de su religión entendidos como raza (“los de mi carne”) no siguen la idea de un Jesús Mesías ni la aceptación de gentiles sin circuncidar en el pueblo elegido. Pablo había de luchar contra esa idea y lo hizo mediante el razonamiento de la adopción. El razonamiento pudo ser el siguiente:
a)           los gentiles no son judíos, y no pueden serlo;
b)           son gentiles y no dejarán de serlo (no deben circuncidarse), pues las profecías incluyen a gentiles dentro del reino;
c)            pueden ser adoptados como hijos de Yahvé: pertenecen a otra familia pero los admitimos según cierta lectura de los criterios legales.
Esto es lo que Pablo, recogiendo un término del derecho, denominó hyiothesía. La adopción antigua incluía costumbres que en la actualidad no son exactamente iguales: presentación a la familia y también al culto distintivo de la misma, incorporación al clan, a la fratría y a la tribu a la que se perteneciera según el caso, siempre con la ineludible aceptación de los restantes miembros de estas instituciones sociales. En general se acompañaba de la redacción de un testamento. Desde el punto de vista religioso era una ceremonia bastante importante, pues, como ya se ha visto, la religión era una forma de integración y participación de la sociedad y de certificación de los derechos de ciudadanía.
En la mitología clásica sólo hay un caso de adopción divina, pero parece que realmente importante como modelo cultural que permitiera la aceptación de Jesús como hijo de Yahvé para un pagano. Se trata del mortal Heracles, hijo natural de Zeus, que, una vez muerto en la pira funeraria, ascendió al Olimpo y allí fue recibido por los dioses. Tras esta recepción, Zeus persuadió a Hera, su esposa, de que aceptara al bastardo Heracles en la familia olímpica, lo cual ocurrió.
Por otro lado, esta costumbre era común en el mundo romano. Quizá el ejemplo más importante por trascendencia histórica y por frecuentemente comentado, es el de Octavio, el futuro primer emperador, que fue adoptado como hijo por Julio César. Una vez muerto éste y decretada su divinización , la adopción permitió al joven acuñar moneda con la inscripción F. DIVI IVLI, “hijo del divino Julio”, lo cual abrió el camino para su declaración como Augusto.
Así, mediante la adopción, los gentiles entrarían a ser ciudadanos del reino sin dejar de ser de otra nación y podrían ser incorporados al olivo que representaba el resto bueno: un olivo que podía ser podado de las ramas que no daban fruto (aquella imagen del Bautista que aceptó el Galileo) e injertado con ramas de olivo silvestre, emparentadas por haber sido creadas también por Yahvé, pero no iguales al olivo agrícola, el pueblo elegido. Un olivo que proporcionaba el aceite para ungir al primero y a los restantes hijos de Yahvé.
 
Saludos cordiales.
 
Domingo, 21 de Agosto 2022

Notas

082.


El “resto bueno” (1)
El “resto bueno” es un concepto muy presente en las predicaciones de Jesús y Pablo tal como las reconstruye la crítica independiente. Veámoslo aplicado al primero y a su maestro, el Bautista.
 
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.
 
Imagen: Jesús proclamando las bienaventuranzas.
https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcS-yhStLtwBQH5bQavHJ0AaCIiwHE_223DdTA&usqp=CAU
 
La situación religiosa de los creyentes hebreos en el Mediterráneo del s. I de nuestra era resultaba compleja. Las distintas corrientes pensaban poseer en exclusiva la verdad y continuamente disputaban para hacerlo ver a sus contrarios. La idea que basaba estas disputas era la de que sólo algunos (precisamente los integrantes de cada grupo) tenían razón. Esto significaba que quienes aceptaran los planteamientos ofrecidos por cada una de las ramas judías, en términos suyos “volver a los caminos de la Justicia (de Yahvé)”, acabaría por contarse en las filas del verdadero Israel (verus Israel). Esta idea permite entender algunas alusiones a la estirpe de Abraham que podemos leer en las fuentes neotestamentarias. De Juan el Bautista se nos incluye el siguiente anuncio:
 
Así pues, decía a las multitudes que salían a bautizarse por él: "Crías de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Dad en consecuencia frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir entre vosotros: “tenemos como padre a Abraham”. Pues os digo que Dios es capaz de hacer surgir de estas piedras hijos de Abraham. Y el hacha ya se encuentra junto a la raíz del árbol; es más, todo árbol que no da fruto bueno es talado y arrojado al fuego” (Lc 3, 7-11).
 
El aviso es contundente: quienes huyeran del arrepentimiento se enfrentarían a la cercanía del final en las peores condiciones, pues ya estaría todo preparado: el árbol que no dé fruto bueno (el judío que no cumpla la Ley) no será absuelto el día del juicio aunque sea judío. Habría, por tanto, un resto de judíos buenos. Dicho en términos coloquiales, el Bautista avisó: no iba a valer “genio y figura hasta la sepultura”. El discurso aparece, también en boca del Bautista, en Mt 3, 9-10 con palabras muy parecidas.
 
Este “ser hijo de Abraham no basta” se explica muy bien atendiendo al “resto bueno”: hay un resto bueno que merecerá la absolución el día del juicio final. El resto bueno será el verdadero hijo de Abraham, el verdadero hijo de Yahvé. Este resto (lemma en griego) aparece con frecuencia en los manuscritos de Qumrán y la literatura de la época de Jesús. En algunos casos se asocia a la pureza exigida por el ritual (1QSa 2.3-10 y 1QM 7.5); en otros es la idea de justicia mosaica en general lo que predomina a la hora de seleccionar ese resto bueno (Salmos  de Salomón. 17, 26). La idea es antigua, como demuestra Miqueas 4, 6-7: “Aquel día –oráculo de Yahvé– yo recogeré a la oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la que yo había maltratado. De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará Yahvé sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre”.
 
Casa con esta idea el ejemplo de Mt 22, 1-14, el gran banquete de bodas al que muchos no quisieron asistir y que termina con la frase “pues muchos son los llamados pero pocos los elegidos”, ejemplo para el que parece preferible un escenario puramente judío más que universal.
 
A esto hay que añadir que el fragmento de Miqueas alude a la reinstauración del reino de Yahvé, es decir, otra idea plenamente judía. Si atendemos a los hechos que acompañarían esa reinstauración del reino de Yahvé, hay que mencionar que los hijos auténticos de Israel verían desfilar a las naciones ante Jerusalén, tal como anuncia, entre otros, Isaías:
 
“Caminarán las naciones a tu luz… Acudirán a ti encorvados los hijos de quienes te humillaban… Mamarás la leche de las naciones, mamarás la riqueza de los reyes… Llamarás a tus murallas Victoria y a tus puertas Alabanza” (Is 60, 3-18).
 
Y parece coincidir con el tema del poder de Israel, el resto bueno y la llegada de gentiles, este pasaje de Mateo, respuesta de Jesús a la petición de un centurión en favor de un criado:
 
Al oírle, Jesús se admiró y dijo a quienes le seguían: “Con seguridad os digo, de nadie encontré semejante confianza en Israel. Y os digo que muchos procedentes de oriente y occidente llegarán y serán sentados a la mesa junto a Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, pero los hijos del reino serán arrojados a la tiniebla exterior; allí estará el llanto y el rechinar de dientes” (Mt 8, 10-12).
 
Esta exclusión de los israelitas parece un motivo de los seguidores paganos de Pablo o de la comunidad judía que está detrás del texto conocido como Mateo, es decir, unos judíos creyentes en Jesús como mesías opinarían que sólo ellos eran el resto bueno.
 
Si aplicamos a Jesús lo visto hasta ahora parece que éste fue de la opinión de que el reino de Dios era cosa de judíos, de que algún pagano, como mucho, demostraría el poder de Yahvé entrando a formar parte del Reino.
 
En efecto, una lectura somera de las Bienaventuranzas las refiere a los pobres, los que sufren y los hambrientos, los temas básicos del Padre Nuestro, que son, además, la predicación básica sobre el reino de Yahvé por instaurar sobre la Tierra. En efecto, la pobreza aparece mencionada en el tema de las deudas; el hambre, en la referencia al pan necesario; el sufrimiento es una suerte de conjunto entre estos dos temas y el general de quiénes son el resto bueno que sufre a manos de los impíos, tema muy querido, por ejemplo, para Isaías, entre otros profetas. Jesús el Galileo parece haber sido un judío más que pensó el futuro de su pueblo en términos correspondientes a la idea del “resto bueno”.
 
Saludos cordiales
Eugenio Gómez Segura

 
Martes, 9 de Agosto 2022

Notas

El “resto bueno” es un concepto muy presente en las predicaciones de Jesús y Pablo tal como las reconstruye la crítica independiente. Veámoslo aplicado al primero y a su maestro, el Bautista.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


082. El “resto bueno” (1).

Jesús proclamando las bienaventuranzas.

La situación religiosa de los creyentes hebreos en el Mediterráneo del s. I de nuestra era resultaba sumamente compleja. Las distintas corrientes pensaban poseer en exclusiva la verdad y continuamente disputaban para hacerlo ver a sus contrarios. La idea que basaba estas disputas era la de que sólo algunos (precisamente los integrantes de cada grupo) tenían razón. Esto significaba que quienes aceptaran los planteamientos ofrecidos por cada una de las ramas judías, en términos suyos “volver a los caminos de la Justicia (de Yahvé)”, acabaría por contarse en el verdadero Israel (
verus Israel). Esta idea permite entender algunas alusiones a la estirpe de Abraham que podemos leer en las fuentes neotestamentarias. De Juan el Bautista se nos incluye el siguiente anuncio:

Así pues, decía a las multitudes que salían a bautizarse por él: "Crías de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Dad en consecuencia frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir entre vosotros: “tenemos como padre a Abraham”. Pues os digo que Dios es capaz de hacer surgir de estas piedras hijos de Abraham. Y el hacha ya se encuentra junto a la raíz del árbol; es más, todo árbol que no da fruto bueno es talado y arrojado al fuego” (Lc 3, 7-11).

El aviso es contundente: quienes huyeran del arrepentimiento se enfrentarían a la cercanía del final en las peores condiciones, pues ya estaría todo preparado: el árbol que no dé fruto bueno (el judío que no cumpla la Ley) no será absuelto el día del juicio aunque sea judío. Habría, por tanto, un resto de judíos buenos. Dicho en términos coloquiales, el Bautista avisó: no iba a valer “genio y figura hasta la sepultura”.

El discurso aparece, también en boca del Bautista, en Mt 3, 9-10.

Este “ser hijo de Abraham no basta” se explica muy bien atendiendo al “resto bueno”: hay un resto bueno que merecerá la absolución el día del juicio final. El resto bueno será el verdadero hijo de Abraham, el verdadero hijo de Yahvé. Este resto (lemma en griego) aparece con frecuencia en los manuscritos de Qumrán y la literatura de la época de Jesús. En algunos casos se asocia a la pureza exigida por el ritual (1QSa 2.3-10 y 1QM 7.5); en otros es la idea de justicia mosaica en general lo que predomina a la hora de seleccionar ese resto bueno (Salmos de Salomón. 17, 26). La idea es antigua, como demuestra Miqueas 4, 6-7: “Aquel día - oráculo de Yahvé - yo recogeré a la oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la que yo había maltratado. De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará Yahvé sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por siempre”. Casa con esta idea el ejemplo de Mt 22, 1-14, el gran banquete de bodas al que muchos no quisieron asistir y que termina con la frase “pues muchos son los llamados pero pocos los elegidos”, ejemplo para el que parece preferible un escenario puramente judío más que universal.


A esto hay que añadir que el fragmento de Miqueas alude a la reinstauración del reino de Yahvé, es decir, otra idea plenamente judía. Si atendemos a los hechos que acompañarían esa reinstauración del reino de Yahvé, hay que mencionar que los hijos auténticos de Israel verían desfilar a las naciones ante Jerusalén, tal como anuncia, entre otros, Isaías: “caminarán las naciones a tu luz… Acudirán a ti encorvados los hijos de quienes te humillaban… Mamarás la leche de las naciones, mamarás la riqueza de los reyes… Llamarás a tus murallas Victoria y a tus puertas Alabanza” (Is 60, 3-18). Y parece coincidir con el tema del poder de Israel, el resto bueno y la llegada de gentiles, este pasaje de Mateo, respuesta de Jesús a la petición de un centurión en favor de un criado:

Al oírle, Jesús se admiró y dijo a quienes le seguían: “Con seguridad os digo, de nadie encontré semejante confianza en Israel. Y os digo que muchos procedentes de oriente y occidente llegarán y serán sentados a la mesa junto a Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, pero los hijos del reino serán arrojados a la tiniebla exterior; allí estará el llanto y el rechinar de dientes” (Mt 8, 10-12).

Esta exclusión de los israelitas parece un motivo de los seguidores paganos de Pablo o de la comunidad judía que está detrás del texto conocido como Mateo, es decir, unos judíos creyentes en Jesús como mesías opinarían que sólo ellos eran el resto bueno.

Si aplicamos a Jesús lo visto hasta ahora parece que éste fue de la opinión de que el reino era cosa de judíos, de que algún pagano, como mucho, demostraría el poder de Yahvé entrando a formar parte del reino.

En efecto, una lectura somera de las Bienaventuranzas las refiere a los pobres, los que sufren y los hambrientos, los temas básicos del Padre Nuestro, que son, además, la predicación básica sobre el reino de Yahvé por instaurar otra vez en la Tierra. En efecto, la pobreza aparece mencionada en el tema de las deudas; el hambre, en la referencia al pan necesario; el sufrimiento es una suerte de conjunto entre estos dos temas y el general de quiénes son el resto bueno que sufre a manos de los impíos, tema muy querido, por ejemplo, para Isaías, entre otros profetas. Jesús el Galileo parece haber sido un judío más que pensó el futuro de su pueblo en términos correspondientes a la idea del “resto bueno”.

Saludos cordiales.

 

Saludos cordiales.

Lunes, 8 de Agosto 2022

1254- 05/08/2022


Escribe Antonio Piñero
 
 
En mi “postal” del día 29/07/22 deseaba que la comunidad científica confesional fuera consecuente con la imagen que –debido al consenso general– propalan sobre Jesús, a saber que fue un judío íntegro, por lo que jamás quebrantó la Ley y no pretendió nunca fundar religión nueva alguna.
 
Otra idea de la crítica neotestamentaria confesional respecto a Jesús que no me parece consecuente es mantener a la vez el judaísmo total de Jesús y defender que estableció o instituyó la eucaristía. Es bien sabido que el primer testimonio al respecto es el de Pablo en 1 Corintios 11,23-26:
 
23 Porque yo recibí del Señor lo que os transmití: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, 24 y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Éste es mi cuerpo por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 25 Asimismo también la copa después de cenar diciendo: «Esta copa es la nueva alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío.» 26 Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga”.
 
En el v. 24 que el pan pueda entenderse como el cuerpo del mesías es bastante inverosímil desde el punto de vista histórico en un judío integral.  Igualmente la idea paulina de un acto de comunión con la divinidad, o con el mesías es insólita dentro del judaísmo, aunque desde luego y también según Pablo, no hay que subentender ninguna idea de transubstanciación de las especies de pan y vino. Para Pablo también el pan y el vino simbolizan meramente el cuerpo de quien ha sido sacrificado o libado en honra de Dios.
 
Por último, me parece inverosímil dentro del judaísmo de Jesús que la interpretación habitual de la última cena pueda ser achacada al Jesús histórico y no a Pablo mismo, pues roza continuamente el tabú judío de la ingestión de la sangre, aunque sea simbólicamente. Dentro del contexto judío palestinense no puede entenderse fácilmente –como sostiene la exégesis confesional– que Jesús instituyera una celebración repetida (“en memoria suya”) que aniquila una de las funciones principales del Templo, como lugar de la purificación de los pecados de Israel. Según los evangelio sinópticos Jesús  acababa de presentarse triunfalmente en la capital como el mesías de Israel y había «purificado» a continuación el Templo, dando muestra sobrada, por un lado, de su interés político-religioso por Israel, y por otro, de que estimaba en extremo la función de la institución del Santuario dentro de su judaísmo, aunque de momento la considerara corrupta por el mal uso del Templo por los israelitas mismos.
 
En síntesis, pues, no casa en absoluto con la imagen de un Jesús judío cabal la institución de la eucaristía como mantiene la exégesis tradicional católica: tal institución, de ser cierta, implicaría:
 
A) Romper con el tabú de la ingestión de sangre aunque fuera simbólicamente;
 
B) Daría por supuesta dentro del judaísmo una teología de comunión simbólica con el mesías,  algo sumamente improbable;
 
C) Aniquilaría la función expiatoria de los pecados por parte del Templo: de hecho acabaría con el santuario mismo;
 
D) Supondría un cambio repentino de la mentalidad de Jesús: de ser el mesías del Israel al modo tradicional un domingo y de asumir la importancia del Templo purificándolo (un lunes, según Marcos), a destruir un jueves por la noche la función principal del Templo por medio del sacrificio redentor de su sangre;
 
E) Supondría igual y finalmente que Jesús fue a Jerusalén no para triunfar, convencer a sus conciudadanos llevándolos al arrepentimiento, y esperar allí la venida del Reino, sino para aceptar fácticamente su muerte como designio misterioso divino, como sacrificio para le eliminación/perdón de los pecados potencialmente de la humanidad entera, no solo de los judíos.
Creo que ninguno de estos supuestos se corresponde con la imagen de Jesús de Nazaret como judío que nunca abandonó su religión, idea abrazada también por quienes escribieron “¿Qué se sabe… de Jesús de Nazaret?”
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
Viernes, 5 de Agosto 2022

Me han formulado la pregunta que aparece como título de esta postal


Escribe Antonio Piñero
 
Leamos primero el texto completo que corresponde al Evangelio de Marcos 5,35-43:
 
35 Estaba todavía hablando, cuando llegaron algunos de la casa del jefe de la sinagoga y dijeron:
–Tu hija ha muerto ¿por qué molestas aún al Maestro?
 36 Pero Jesús, sin hacer caso de las palabras que decían, dijo al jefe de la sinagoga:
–No temas; cree solamente.
37 Y no permitió que lo acompañara nadie, salvo Pedro, Jacobo y Juan, el hermano de Jacobo. 38 Fueron a casa del jefe de la sinagoga y vio el alboroto y a gente llorando y dando grandes alaridos. 39 Y entrando les dijo:
–¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto, sino que duerme.
40 Y se burlaban de él. Pero él, expulsando a todos, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a los que iban con él, y entraron donde estaba la niña. 41 Entonces, tomando la mano de la niña, le dijo:
Talitha koum,
 
que significa: “Muchacha, a ti te digo, levántate.” 42 E inmediatamente la muchacha se puso en pie y echó a andar; pues tenía doce años. Al momento quedaron fuera de sí totalmente. 43 Y les ordenó repetidamente que nadie lo supiera, y dijo que se le diera de comer.
 
Parece evidente por la mera lectura del pasaje completo y el talante del Evangelio que el evangelista trata de mostrar un hecho milagroso, que va unido con la curación, también milagrosa, tras el contacto con la ropa de Jesús, de una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años y luego el hecho milagroso de resucitar a una jovencita.
 
Se discute la historicidad de esta escena de resurrección; hay quienes defienden que es una narración totalmente inventada por la comunidad cristiana para mostrar el poder de Jesús incluso sobre la muerte. Otros, que aceptan una cierta base histórica, suelen rebajar el milagro a una “resucitación” desde un estado cataléptico, lo que sirve para no atribuir a Jesús un milagro contra las leyes naturales (explicación creyente pero racionalista). La mano del evangelista se observa en el añadido que presenta a Jesús, después de realizar un prodigio portentoso ante mucha gente, ordenando «que no se entere nadie», lo que se corresponde con el artificio del «secreto mesiánico» (no revelar a nadie que Jesús es el mesías hasta después de su resurrección).
 
Talitha koum: [esta expresión aparece como koumí en otros manuscritos importantes]. La transcripción de las palabras en una lengua ininteligible (arameo; ininteligible para los lectores griegos, lengua del evangelio, por tanto paganos, ex pagano o judíos de lengua griega) aumenta la solemnidad del milagro. Por tanto, soy de los que creen que el evangelista pretende mostrar que se trata de una resurrección auténtica. Pero que Jesús, modesta y retóricamente, le quita importancia diciendo que está “dormida”. Piénsese, sin embargo, que en el ámbito de la metáfora, el “sueño” equivale a menudo a la muerte (por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 4,15: “los que durmieron” = los miembros de la comunidad que han muerto ya). El Jesús del evangelista hace, quizás, un cierto juego de palabra.
 
Respecto al sintagma Talitha koum: puesto que el autor lo traduce,  creo que este pretende evitar el efecto de que se entiendan como un conjuro mágico. Algunos estudiosos piensan que, siendo el milagro legendario, las palabras han sido colocadas ahí por Marcos mismo, que es también el inventor del «secreto mesiánico», relacionado con el milagro en el v. 43.
 
En síntesis: la frase en arameo como tal no es prueba ninguna de un hecho realmente milagroso. Todo depende de la fe que otorgue el lector al evangelista. Para el intérprete independiente o agnóstico se trata de una leyenda que aumenta la fe en un Jesús sanador. Para un creyente, sin embargo, es un hecho más que demuestra el carácter especial de Jesús, bien como profeta de los últimos días, bien como “hijo de Dios”. Y esto último lo puede entender como hijo real y físico, óntico, de Dios (creencia compartida con la religión pagana) o bien como un “hijo” metafórico, al igual que otros cristianos, cuya filiación divina, espiritual, es más intensa que la de un increyente, el cual es hijo de Dios también aunque no lo sepa o lo crea.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
Martes, 2 de Agosto 2022


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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