CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

En poco menos de un año el libro se ha vendido muy bien


Tercera edición de "Los Libros del Nuevo Testamento"
Escribe Antonio Piñero
 
“Blog 12”, nº 1272. 30-12-2022
 
 
Una noticia ya confirmada es la aparición en el mercado de la tercera edición de “Los Libros del Nuevo Testamento", que es un volumen “gordito”, de 1664 páginas y que supone una buena base para  los lectores aficionados al Nuevo Testamento en general, a la vida de Jesús de Nazaret y a la historia del cristianismo primitivo. En efecto, me parece que este volumen ofrece una perspectiva, en opinión de muchos bastante completa de los estudios estrictamente académicos sobre el Nuevo Testamento, pero sin tecnicismos al nivel del público general, en una perspectiva laica, no confesional, no sujeto a Iglesia alguna.
 
 
"Los Libros del Nuevo Testamento" es un libro “laico”. Ahora bien, como he repetido muchas veces, este vocablo no significa antieclesiástico, el clero, ni anti iglesia alguna, sino que viene del griego laós, que significa “pueblo”. Un libro escrito desde el “pueblo” que no perteneciente a ninguna institución eclesiástica, y “para el pueblo”, que desea entender qué es el Nuevo Testamento desde una perspectiva histórica.
 
 
Como editor y autor de una buena parte de este volumen, "Los Libros del Nuevo Testamento" no es un libro para leer seguido, sino sobre todo de cabecera. Por ejemplo: si un lector/lectora va a misa los domingos y oye la lectura de una epístola del Nuevo Testamento, o bien una sección de los Evangelios, puede ir al libro que estoy recomendando y ver qué dice sobre el sentido del texto en cuestión, es decir, cómo hay que entenderlo no solo hoy día, sino ante todo desde la perspectiva de cómo se escribió, si hay, o no, algún problema de historicidad en torno a lo leído y si puede aplicarse, o no, al pie de la letra al mundo de hoy.
 
 
Y volviendo al tema de lo que se oído en la iglesia, una sección evangélica o de una epístola de san Pablo, opino que es interesante conocer qué opiniones tienen al respeto las diversas ramas de  la investigación de modo que el lector pueda escoger la que le parezca más conveniente.
 
 
La responsable de la edición de "Los Libros del Nuevo Testamento" es la editorial Trotta, de Madrid. La primera edición fue de 3.000 ejemplares, y salió en noviembre de 2021, aunque los primeros 900 ejemplares se vendieron ya en octubre de ese mismo año, en una suerte de promoción, que fue enviada por correo. En marzo, o por ahí, de 2022 salió la segunda edición de 1.500 ejemplares (es decir, apenas seis meses después). Y ahora la tercera edición de otros 1.500 ejemplares en noviembre de 2021… en total en un año justo.
 
 
Como el precio del papel es una locura (el papel ahora es el primer enemigo del libro) y es papel “semibiblia”, y viene desde Finlandia, es lógico que este volumen haya subido el precio. Hay que consultar lo que cuesta en Internet, porque yo no lo sé con exactitud. De todos modos, el volumen me parece muy barato, en torno al 40 %, en comparación con los precios que tienen los libros de unas mil páginas de tema religioso en España… y este tiene 664 páginas más.
 
 
Además, el contenido de cada página (lo que creo que se denomina “mancha tipográfica”) es muy grande, sin márgenes amplios, ni nada de eso, que se hace a veces para aumentar el número de páginas. Todo lo contrario: se trató de hacer un volumen manejable dentro de la amplitud del tema: ¡el Nuevo Testamento completo con una nueva traducción al español y comentarios creemos los autores más más importante dentro de la sección. Naturalmente no a todos los versículo, ya que si se hiciera eso, el libro debería tener el doble de páginas, por lo menos.
 
 
Existe, además una versión “libro electrónico” / “digital” o “Kindle”, que es unas diez veces más barata, esto sí lo sé, de lo que vale un libro electrónico en el mercado religioso alemán. El que lo desee lo puede comprobar en Internet.
 
 
Saludos cordiales de parte de los cinco que hemos hecho este libro y en especial del editor fáctico, Alejandro Sierra y del editor literario, Antonio Piñero
 
 
Viernes, 30 de Diciembre 2022

Blog 12, nº 1271 22-12-22


Escribe Antonio Piñero
 
 
Hoy mi comentario al libro de Mar Pérez i Díaz, “Fue Marcos discípulo de Pedro o de Pablo” (Verbo Divino 2022), será relativamente breve: me parece una obra absolutamente necesaria y conveniente, aunque no esté de acuerdo con algunas de sus conclusiones, debidas, como escribí, a que la autora no está al día en los estudios sobre Pablo de investigadores judíos (véase M. Zetterholm, “Approaches to Paul. A Students’Guide to Recent Scholarship, Fortress Press, Minneapolis 2009) y en el mercado español mismo la obra de Pamela Eisenbaum, “Paul was not a Christian” del 2009, cuya traducción al castellano publicó Verbo Divino “Pablo no fue un cristiano”, y que a pesar de algún defectillo, es como la popularización de los nuevos estudios paulinos.
 
 
En mi opinión, Mar Pérez se queda en la postura de James Dunn (“La nueva perspectiva” en los estudios paulino abanderada por N. T Wright, Paul in Fresh Perspective” de Fortress Press, Minneapoilis 2009). Y ocurre que ahora existe –también según creo– una nueva y verdadera perspectiva sobre el pensamiento de Pablo, como ha indicado  Carlos A. Segovia, Pablo de Tarso, ¿judío o cristiano?, del 2013 de Atanor Ediciones, encontrable, por ejemplo, en Amazon. En fin que la investigación ha cambiado mucho.
 
 
Por otro lado reconozco que el tema planteado por el libro es “necesario para la exégesis actual”. Es prudente su afirmación de que no todo lo que leemos en el Evangelio de Marcos es paulino “sino que el evangelista “retoca y cambia las fuentes de lo que recibe para que esté en consonancia con Pablo” (p. 17). Creo que esto es decir bastante. Y también es acertado el juicio de que el Evangelio de Lucas es “demasiado tardío para transmitir la frescura, radicalidad y la convicción del propio Pablo (p. 18).
 
 
Suscribo también la idea de que “Marcos presentaba a Jesús a su comunidad, por lo que no podemos encontrar vocablos o expresiones típicamente paulinas en la narración marcana, porque Marcos no quiere presentar a Pablo, sino la interpretación que se hace de Jesús cuando está en sintonía con Pablo” (en la misma p. 18). Suscribo, pues, esta idea, que ha sido presentada por mí desde hace muchos años: Jesús de Nazaret es un judío radical; Pablo reinterpreta a Jesús y en realidad lo convierte en Jesús – Cristo celestial, y Marcos, al presentar a Jesús de Nazaret (¡nombre griego no israelita)  a su comunidad lo hace reinterpretando a Pablo.
 
 
Así surgirá el cristianismo que no es más que un fenómeno exegético, reinterpretación de un Jesús histórico, puramente judío, radicalmente judío (Daniel Boyarin, “A Radical Jew”, libro de 1997, cito de memoria) que será transformado en Jesucristo (sin guion alguno), comenzando por la reinterpretación de la vida de Jesús hijo de José (nombre judío) con una exégesis nueva de pasajes seleccionados de la Biblia hebrea interpretados mesiánicamente.
 
De este modo, Mar Pérez abre un camino muy fructífero dentro de la exégesis confesional, aunque sin sacar todas sus consecuencias.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
 
Jueves, 22 de Diciembre 2022
¿Fue Marcos discípulo de Pedro o de Pablo? (II)

 
Blog 12, nº 1270. 15-12-22
 
 
Escribe Antonio Piñero
 
Olvidé hacer hincapié en mi primera entrega / comentario, la semana pasada, al libro de Mar Marcos, en su Introducción (en la que justifica y delimita el tema), olvidé, repito, señalar lo que supone un cambio de paradigma para el pueblo cristiano que es creyente practicante. A saber, es un cambio de paradigma para el pueblo declarar en un libro sobre la teología de Marcos que ella, la autora, solo acepta siete cartas auténticas de Pablo y rechaza como espurias, secundarias, aunque canónicas, otras siete atribuidas a Pablo, pero que fueron escritas por sus discípulos.
 
En efecto ese creyente sigue oyendo decir en las lecturas de la misa dominical:  “Lectura de la Primera carta de san Pablo a Timoteo”…, e ignora que sus teólogos saben que esa formulación no es correcta. Opino que hay un gran desfase en la práctica entre lo que los exegetas católicos enseñan en las universidades e institutos de teología y lo que siguen manteniendo en los oficios litúrgicos, que es lo que verdaderamente llega al pueblo. Quizás se debería ir animando a los responsables de las homilías dominicales que instruyan al pueblo sobre lo que piensan de verdad sus teólogos. En este caso y en otros.
 
 
José Montserrat en la Introducción del volumen "Los Libros del Nuevo Testamento" (del que anuncié ya la tercera edición en doce meses) escribe a propósito del problema de la pseudonimia en el corpus de escritos cristianos que la “pseudonimia supone en muchos casos, la intención de defraudar se deduce de los términos en los que el suplantador se presenta explícitamente como el suplantado”.  Y luego añade: “Términos eufemísticos como «relectura» o «presentificación» –para pasar de largo por el problema de pseudonimia–  no son más que recursos desesperados para intentar soslayar el problema teológico de un inspirador divino que se comunica a través de falsificadores”. Teológicamente, sostengo, este problema debe abordarse y explicarse al pueblo cristiano.
 
 
También quisiera insistir en lo que ya escribí comentando la contracubierta del libro…, a saber que estoy profundamente de acuerdo con el enfoque de Mar Pérez u Díaz en su obra. Ciertamente el primer evangelista es un discípulo intelectual de la teología paulina. Y no puedo menos que estar de acuerdo porque es una tesis que he defendido desde siempre, y que he puesto de manifiesto hace ya suficientes años. Por ejemplo, en mi “Guía para entender el Nuevo Testamento”, sexta edición desde 2006 (si se cuenta también la digital); en mi obra “Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación (no una introducción, que también lo es, sino un poco más) del pensamiento paulino de 2019 y que va por la segunda edición.
 
Y tanto más debo defender la posición de Mar Pérez, porque es la base del volumen  “Los Libros del Nuevo Testamento", la edición del Nuevo Testamento no denominada así porque no sigue el orden usual de los libros que en este corpus se contiene. No comienza esta obra, edición /comentario del Nuevo Testamento,  por el Evangelio de Mateo y lo demás, sino que sitúa en primer lugar la Primera Carta de Pablo a los tesalonicenses escrita probablemente en año 51 de la era común al judaísmo y el cristianismo. Igualmente defiendo la misma postura básica que Mar Pérez i Díaz en mi libro “Aproximación al Jesús histórico”, de 2019 y que va por la cuarta edición. Creo que la idea ha tenido por mi parte suficiencia presencia pública en lengua española.
 
Escribí en mi comentario de la semana pasada lo siguiente:

Todo estupendo (en este libro)…; pero para una edición española podría haber recurrido a bibliografía española… ¡también! Pero la ignora. Con ello contribuye animosamente al proverbio Hispanicum est non legitur “Está escrito en español. ¡No se lee!”; o no se cita ni por los españoles mismos. Naturalmente en esto no estoy de acuerdo. Y en la próxima entrega espero poder demostrarlo. 
 
Naturalmente, estas obras que acabo de mencionar no están recogidas en el pensamiento (lo veremos) y en bibliografía de Mar Pérez i Díaz (“Sección 3. Estudios paulinos”). Y lo mismo le sucede a otros trabajos de autores independientes en lengua española como los de José Montserrat, G. Puente Ojea y F. Bermejo, que parten del mismo presupuesto (el evangelio de Marcos depende teológicamente de la concepción paulina de Jesús de Nazaret) al que llega Mar Pérez tras un sesudo estudio. ¿Debo agradecer esta no mención bibliográfica, al igual que agradecí a Mercedes Navarro Puerto, que en su bibliografía sobre las mujeres y la Biblia no recogiera en el listado mi obra, puramente filológica e histórica, “Jesús y las mujeres”, que va por la segunda edición? Reflexiono…
 
 
Pues a lo mejor sí debo agradecerlo, porque estas ausencias demuestran un cierto sesgo por parte de autores confesionales y que sus opiniones deben ser comentadas y criticadas con crítica positiva y constructora.
 
Por el contrario, parece que los autores independientes en lengua española no tenemos empacho en leer y comentar cortés y educadamente en la mayoría de las ocasiones la bibliografía española al respecto de lo que tratamos. Yo, al menos, no dejo de alabarla en todo lo que tiene de bueno. Y fíjense en un hecho curioso e instructivo, el artículo de unas 30 páginas de C. Gil sobre el fracaso del proyecto de Pablo y su reconstrucción sí aparece en la p. 276, de la bibliografía…, pero no las obras citadas arriba. Hay un sesgo claro.
 
 
Por tanto y he demostrado hasta aquí lo que dije en mi postal anterior.
 
Y ahora volviendo al libro de Mar Pérez i Díaz: creo que es estupendo en líneas generales, y necesario, aunque yo pueda tener otras perspectivas.
 
Y concluyo con una cita de la autora en la p. 17 sobre las cuestiones  teológicas “recogidas en el mundo de la exégesis” (añado confesional) “como características de la teología de Pablo”. Son las siguientes:
 
· Importancia de la teología de la cruz
 
· La libertad cristiana
 
· La crítica a la Ley
 
· El amor al prójimo
 
· La apertura a los paganos
 
· El no patriarcalismo
 
· La relación con el poder romano
 
· El concepto de Evangelio
 
· Jesús presentado como un nuevo Adán
 
· Debate sobre la pureza
 
· La justificación (es decir, preciso, la absolución de los pecados de cada ser humano ante el tribunal de Dios) por la fe
 
· La importancia del Templo
 
· La relación con los discípulos y la victoria sobre los demonios.
 
Con ello pretende la autora contrastar el fondo teológico del Evangelio de Marcos y encontrar en él las huellas del pensamiento paulino.
 
Con el devenir de los días discutiré /dialogaré con el texto de la autora sobre aquellos pasajes cuya interpretación no me parece oportuna o muy dudosa, al menos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
NOTA
 
Enlace a una entrevista que me hizo Alonso Naranjo Arias, en su canal “Indagando la Biblia”:
 
https://youtu.be/xhmbzd-3hDI
 
Viernes, 16 de Diciembre 2022

Notas

Un repaso a la vigencia que la Ley de Moisés tuvo y a cuándo y por qué se aplicó como norma para la vida judía ofrece resultados verdaderamente sorprendentes. Nuevos estudios han llegado a conclusiones que enriquecen nuestro conocimiento sobre el judaísmo y coinciden en retrasar notablemente su aparición y confirmación.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


Baño ritual en Magdala, s. I.
Baño ritual en Magdala, s. I.
Un artículo recién publicado en la Biblical Archaeological Review, en su número de este invierno, firmado por Yonatan Adler, profesor de la Ariel University, presenta brevemente las conclusiones de su libro The Origins of Judaism: An Archaeological-Historical Reappraisal (2022).

El libro (que aún no he leído) promete una exhaustividad y un rigor dignos de elogio en una materia tan problemática como definir los orígenes del judaísmo. Si ya la percepción del politeísmo judío se va extendiendo poco a poco gracias a los hallazgos arqueológicos de los últimos cincuenta años, y al nuevo estudio que obligan a hacer los mismos de los antiguos textos bíblicos, un pormenor de tanta enjundia como la Ley de Moisés (imposible hallar un documento que se acerque a su supuesta antigüedad) requería nuevas atenciones.

En cuanto al registro bíblico sobre la primera aplicación de la Ley, Adler considera que la narración de Esdras 7, 1-26 es cuando menos dudosa. El texto informa de que el escriba Esdras fue enviado a Jerusalén por Artajerjes, el rey de Persia, con la misión de hacer cumplir los preceptos de Moisés entre los habitantes de Yehud (nombre persa para la antigua Judá). En Nehemías 5 se cuenta cómo Esdras leyó, comentó y enseñó la Ley.
Pero Adler observa dos problemas en este relato: a) la propia Biblia concede muy poco éxito, y efímero, a Esdras (Nehemías 13, 25-30); b) no es nada fácil deducir de los textos bíblicos qué comportamiento mantenía la población en general (ya hemos aludido al politeísmo).

Dado que la principal fuente de información hasta la fecha resulta controvertida, Adler propone una alternativa sencilla y ahora mismo a mano: a) buscar referencias en textos ajenos a la Biblia del uso de la Ley; b) buscar restos arqueológicos del uso de la Ley.
En la literatura extrabíblica sólo tenemos referencias a la aplicación de la Ley entre los judíos desde el siglo I a. C. Concretamente una referencia de pasada de Plutarco en su Vida de Cicerón, cuando hace decir a éste un juego de palabras a propósito de un supuesto judío que evita el cerdo (Plutarco, Cicerón 7, 5-6) y algunos pasajes de Flavio Josefo hablan de gobernadores romanos que, aquí y allá, se refieren a las prácticas judías. Pero nada anterior.

Si nos centramos en la ausencia de huesos de cerdo, la cuestión es aún más delicada, pues sólo podemos encontrar evidencias a partir de Filón de Alejandría, Nuevo Testamento y Flavio Josefo, es decir, el s. I d. C. Los hallazgos arqueológicos son sorprendentes, pues durante el siglo VIII se consumía abundantemente en Israel pero no en Judá, Filiste o cananeos más al norte, es decir, nada exclusivo.

En cuanto a las normas de pureza ritual, una buena medida para estudiar el caso son los llamados mikbaot o baños rituales, que son muy frecuentes desde finales del siglo II a. C. en Judea pero inexistentes antes de esa fecha. En cuanto a la vajilla determinada por estas leyes, también encontramos la fecha de su aparición a finales del s. II a. C.

En cuanto a otras marcas materiales sobre el uso de la Ley, las filacterias o tefilim, aparecen en Qumran también hacia el 125 a. C., como ocurre con las mezuzot, los cartuchos con un texto de la Ley incorporados a las jambas de las puertas.

A propósito de la prohibición de hacer imágenes de animales u hombres, incluso de Yahvé, tenemos material con estas representaciones hasta mitad del s. II a. C.  Así, tenemos una moneda con un cierto sacerdote Yohanan de época persa; incluso hay una moneda persa que representa a Yahvé sentado en su trono. A partir nuevamente de esa fecha, no hay rastro de ellas, pues son sustituidas por motivos florales o largos textos.

Se han planteado algunas ideas de por qué es esta fecha (hacia 125 a. C.) la que parece imponerse según los datos. Lo primero que se piensa es que, en realidad, la Ley no tuvo vigencia real y extensiva hasta entonces. Después se busca un contexto histórico que facilitara su imposición. Se supone que los reyes Tolomeos, que impusieron tribunales diferentes para griegos y pueblos conquistados en las diversas zonas que abarcaban, llevaron a profundizar en el caso judío en las costumbres que los exiliados en Babilonia habían exacerbado. Por otra parte, la independencia de Judá como reino macabeo a partir del año 167 sin duda permitió que la Ley fuera sentida como propia y necesaria. E incluso se propone que fueron los reyes Asmoneos los que realmente impulsaron la aplicación de la Torah. En este sentido, el propio Adler apunta que quizá los Asmoneos encontraron en la Ley una forma de ratificar la antigüedad de su apuesta nacional (una justificación de su independencia) y un medio de conseguir una mayor realidad para su poder: al adoptar el Pentateuco como fundamento formal, legal y constitucional del nuevo y emergente reino asmoneo, los reyes habrían logrado ofrecer a su pueblo una idea unificadora. En ese momento habría nacido el judaísmo.
 
Sobre el politeísmo en Israel y Judá, dos entrevistas del canal Fe hebrea en contexto:

https://www.youtube.com/watch?v=Lzx_AU_qfBE

https://www.youtube.com/watch?v=sakRguSZBEg
 
 
Saludos cordiales.
Domingo, 11 de Diciembre 2022
¿Fue el evangelista Marcos discípulo de Pedro o de Pablo?
Escribe Antonio Piñero
 
Blog 12- 1269 8-12- 2022
 
El título de este comentario es el de un libro de Mar Pérez Díaz, publicado hace muy poco por Verbo Divino, de Estella, que lleva por subtítulo “La teología paulina del evangelio de Marcos”. 16x24cms. 277 páginas, con bibliografía, pero sin índices, ni onomástico ni de materias. Tapa blanda. ISBN:
978-84-9073814-6. Precio 27 euros. Hay versión electrónica por escasos 13 euros.
 
 
La contracubierta del libro expone que  
 
 
“El evangelista Marcos fue el primero en escribir un evangelio. Es el texto más antiguo que tenemos junto a las cartas de Pablo. La tradición afirmaba que Marcos era un discípulo de Pedro que había escrito un resumen del evangelio de Mateo. Los resultados de la investigación de la exegesis mostraron lo contrario. En este estudio, Mar Pérez sostiene que Marcos es un discípulo teológico de Pablo.
 
 
La autora muestra que la teología de Pablo mejora nuestra comprensión de la narración de Marcos, porque completa el sentido del evangelio y complementa su intencionalidad. El amplio abanico de coincidencias del evangelio con la teología paulina no puede ser fruto de la casualidad, sino de la voluntad del evangelista de escribir su obra en consonancia con el pensamiento del apóstol Pablo”.
 
Como resumen del libro me parece que las frases anteriores son acertadas, y no creo que yo pudiera hacerlo mejor.
 
Debo añadir, y lo hace la autora que el volumen es la traducción y adaptación al español de su libro publicado previamente, en inglés, con el título  Mark, a Pauline Theologian. A Re-reading of the Traditions of Jesus in the Light of Paul's Theology “Marcos teólogo paulino. Una relectura de las tradiciones de Jesús a la luz de la teología paulina”, por la editorial alemana Mohr-Siebeck, de Tubinga, como número 521, en una serie prestigiada (Wissenschaftliche Untersuchungen zum Neuen Testament 2. Reihe  = “Estudios /Investigaciones sobre el Nuevo Testamento”). Es cosa sabida que esta editorial no publica libros de poca calidad.
 
Comentaré en esta entrega parte de la “Introducción”, pp. 15-21. Critica la autora, con razón, la tradición de la Iglesia antigua, siglo II, que afirmaba –creemos– por boca de Papías (citado por Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica III 39,15 + II 15, 1-2 y VI 14, 5-7, como opinión igualmente de Clemente de Alejandría) que “el evangelio de Marcos fue un evangelio petrino, es decir, un evangelio en consonancia (con el pensamiento teológico) de los miembros de la Iglesia de Jerusalén”, pero que esta idea es hoy comúnmente rechazada por ser un mero medio de consolidar la autoridad del evangelio (pp. 15-16).
 
Estoy de acuerdo con la autora en que la investigación actual no ha afrontado debidamente la cuestión del pensamiento de fondo, teológico, del Evangelio de Marcos, nada menos que desde 1923 con la obra de Martin Werner, Der  Einfluß paulinsicher Theologie im Markusevangelium (“El influjo de la teología paulina en el Evangelio de Marcos”; editorial Alfred Töpelemnn, de Gießen; con una famosa universidad en tiempos, precisamente donde pasé unos seis meses de mi vida, cuando de estudiante trabajaba de enfermero en su Hospital antituberculoso, y lo que ganaba me ayudaba para casi subsistir durante un años académico). M. Werner defendía la tesis de que la coincidencia de Pablo y de Marcos en su teología no era el resultado del influjo del Apóstol sobre el Evangelista, sino mera coincidencia en temas teológicos propios del cristianismo primitivo.
 
Según la autora, con razón, los trabajos a modo de artículos técnicos que contradecían la tesis de M. Werner se limitaban a abordar en profundidad un dicho de Jesús, o una escena del Evangelio sin hacer un estudio del conjunto de la teología marcana. Y sostiene Mar Pérez que su libro se enfrenta al tema en conjunto, y que no se trata de estudiar uno o dos aspectos / “indicios” en Marcos (es decir, de similitudes en el evangelista) de teología paulina, sino todo el conjunto de aspectos / indicios. Este intento de universalidad tiene el propósito de “dilucidar si el evangelista, cuando compuso, organizó y escribió su narración, tenía presente, o no, la teología (en conjunto también) del apóstol Pablo como clave de interpretación de las palabras de Jesús de Nazaret” (p. 16).
 
 
Y para realizar esta empresa –sostiene la autora– hay que entender qué entendemos por “teología paulina”. Por ello, con buen criterio, se ciñe a las cartas que hoy considera auténticas el común de la investigación, que son solo siete 1 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses y Filemón.
 
 
Con razón también rechaza Mar Pérez 1 2 Timoteo más Tito, como obras de discípulos de Pablo, no de este propiamente. Y luego, en un acto de valentía y de sentido común afirma que tampoco utiliza Efesios ni Colosenses, porque hay dudas razonables sobre si pertenecen a Pablo, sobre todo la segunda, y porque la investigación (¡confesional, naturalmente!) no se pone de acuerdo a este respecto.
 
Para hacer un resumen de la teología paulina, recurre la autora a diez páginas del artículo de Heike Omerzu, “Paul and Mark–Mark and Paul”, contenido en una obra conjunta que con el título: Mark and Paul. Comparative Essays Part II. For and Against Pauline Influence en Mark, (publicada por la editorial de Gruyter, de Berlín, también en una colección prestigiada: "Beihefte zur Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft. “Suplementos de la Revista de Estudios sobre el Nuevo Testamento”). Los responsables de esta colección de artículos sobre el tema de las relaciones entre Pablo y el V de Marcos son Eve-Marie Becker y Troels Engber-Pedersen.
 
Todo estupendo…; pero para una edición española podría haber recurrido a bibliografía española… ¡también! Pero la ignora. Con ello contribuye animosamente al proverbio Hispanicum est non legitur “Está escrito en español. ¡No se lee!”; o no se cita ni por los españoles mismos. Naturalmente en esto no estoy de acuerdo.
 
Y en la próxima entrega espero poder demostrarlo.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
 
¡Salió ya a principios de noviembre la tercera edición de "Los Libros del Nuevo Testamento"! Justo al cumplirse un año. Es para estar muy contento y muy agradecido a los lectores que han apoyado esta obra… y a la Editorial Trotta que asumió el riesgo de publicar una obra con tantas páginas… y bien llenitas.
Jueves, 8 de Diciembre 2022

Blog 12- 1268 1-12-2022


 Escribe Antonio Piñero
 
 
Seguimos con el análisis menudo y pausado del libro de S. Guijarro, “Los cuatro Evangelios (edit. Sígueme). El autor sitúa muy bien la etapa de esta pesquisa: desde la muerte de Jesús (el 30 o el 33 e.c.) hasta la destrucción de Jerusalén en el 70. Señala también nuestro autor que es muy probable que durante esa etapa desapareciera la mayor parte de los discípulos de Jesús, de modo que la tradición sobre este empieza a conservarse en un segundo grado o estadio, en donde –sin lugar a dudas empiezan a afectar los efectos de cambio y distorsión propios de toda tradición oral. En general se tiende a olvidar lo molesto o desagradable y se magnifica y ensalza lo agradable.
 
 
Función básica y fundamental en este período es la firme creencia en la resurrección de Jesús. Y afirma Guijarro con toda la fe pascual, que Dios lo resucitó; no fue Jesús mismo el que se resucitó a sí mismo, lo cual sería esperable en una concepción como la del Evangelio de Juan, según la cual en la persona física de Jesús se había encarnado el Verbo, la Palabra (arameo “Memrá” cargada de una gran teología del judaísmo de la época, muy similar a la de la Sabiduría), es decir, que –según Juan– Jesús es dios desde el principio. Pero en realidad Guijarro no admite la teología johánica y acepta, pues, que Jesús durante su vida en la tierra nunca se consideró dios. Creo que es un punto importante. Léase el discurso de Pedro en Hechos 2 y el inicio de la Carta  los Romanos de Pablo.
 
Segundo: acepta Guijarro que la tradición sobre Jesús se cultivó y se enriqueció. No dice nuestro autor cómo, pero probablemente en la línea señalada arriba: olvido de lo negativo (en general; no siempre ni mucho menos; y magnificación de lo positivo).
 
Opino que aquí debió señalar nuestro autor la opinión común entre los investigadores acerca de donde se congregaron y formaron grupo dentro del judaísmo los seguidores íntimos de Jesús. Si en Jerusalén o en Galilea (¿algunos en Samaría?). En este momento se puede hablar ya de verdadera “tradición” –recogida de hechos y dichos de Jesús para transmitir a otros y con fines concretos– y no meros “recuerdos” de Jesús. Tampoco alude Guijarro al gran inconveniente que supone la gran cantidad de variantes, e incluso contradicciones, que encuentra un análisis objetivo, enumerativo e imparcial de esas tradiciones acerca de la resurrección.
 
Creo que en otra ocasión ya cité a Javier Alonso, que en un libro titulado “Resurrección” (edit. Arzalia, Madrid) reúne las tradiciones dispares sobre la resurrección en el movimiento más primitivo de seguidores de Jesús, que son brevemente las siguientes:
 
· Solo el Evangelio de Mateo indica que no fueron los romanos sino los sumos sacerdotes los que apostaron soldados para vigilar la tumba.
 
 
· Respecto a las personas fueron las primeras en ir a la tumba...: 1. Tres mujeres: María de Magdala, María la de Jacobo y Salomé (Marcos); 2. Solo dos: María Magdalena y la otra María: Mateo); 3. Al menos cinco, según Lucas; y según Juan–sólo fue María Magdalena. Y de los varones sólo Pedro y Juan.
 
 · A qué fueron las mujeres a la tumba la mañana del “domingo”: Mateo y Juan no saben nada de lo que hicieron; según Marcos y Lucas, a ungir el cadáver.
 
· ¿Cómo se abrió la tumba? Por un terremoto, según Mateo, hecho ignorado por Marcos, Lucas y Juan a pesar de que se enteraron todos los de Jerusalén.
 
· Se produjo una visión de un ser angelical en torno a la resurrección... Pero…¿Era sólo un ángel? ¿Dónde estaba? Sólo uno, según Marcos, y estaba dentro de la tumba. Mateo afirma, por el contrario, que el ángel estaba fuera, sentado sobre la piedra que cerraba la tumba; según Lucas y Juan, eran dos ángeles Sí, dos –confirma Juan– y estaban dentro de la tumba.
 
· ¿Qué personas y en qué orden vieron a Jesús? Según Pablo, Jesús se apareció a Cefas y después a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos de una sola vez; después a todos los apóstoles, y al final de todos, se apareció también a él mí. Marcos ignora estas visiones directas de Jesús. Y Mateo contradice a Pablo ya que Jesús se apareció a las dos Marías.
 
· ¿Contaron las mujeres lo que habían visto y oído acerca de Jesús resucitado, ya por medio de ángeles o por Jesús mismo, a sus colegas los apóstoles? Mateo asegura que sí lo hicieron. Marcos sostiene que las mujeres no contaron lo que habían visto a los discípulos, porque tenían miedo. Y hay también una variante de Lucas. Las mujeres fueron las primeras en ver a Jesús, sino que fueron otros discípulos secundarios que iban a Emaús quienes lo vieron y simultáneamente o un poco después, Pedro. Juan, por su parte, apostilla que Jesús sólo se le apareció a María Magdalena. Luego ya se les apareció a los discípulos varias veces, tanto en Jerusalén como en Galilea. Pero de estas apariciones en Galilea solo escribe Juan; los demás evangelistas las ignoran (Mateo alude a ellas, pero lo que cuenta se refiere a la potestad celeste de Jesús y el envío a predicar a todas las naciones, algo que no se le habría ocurrido al Jesús terreno.
 
Sostendría por mi parte en este momento que –aunque el que nuestro autor recalca con toda razón que sin la creencia firme en la resurrección de Jesús no habría habido cristianismo–, habría convenido manifestar claramente que la creencia en la resurrección de Jesús se basa en las apariciones, y que cada uno de los evangelistas y Pablo las cuentan según han oído. Todo es muy subjetivo.
 
Así pues, sostengo que algo tan importante como la resurrección de Jesús debería estar atestiguado con una mayor solidez. Y dejo aparte, lo que muchos críticos independientes han señalado como inverosímil desde un punto de vista meramente histórico, que una creencia en la resurrección de Jesús, destinada a ser universal, para toda la humanidad (ya que de ella depende la fe cristiana en la salvación de todos los hombres, y que la resurrección de Jesús fue solo la primicia de la resurrección general de todos los seres humanos antes del Juicio Final, unos para condenación; otros, para salvación), esta resurrección, digo,  y sus hechos y anuncios se circunscribiera a los poquísimo discípulos de Jesús, de lo que se desprende que toda la humanidad ha de creer en el testimonio de estos seguidores del Nazareno, testimonio –como he señalado– que es contradictorio.
 
Ahora bien, este terreno es el de la fe, no de la historia. Y he afirmado mil veces que sin la firme creencia en la resurrección de Jesús, por la cual estarían dispuestos los primero discípulos a dar su vida, no se explicaría el surgimiento del cristianismo. Y ahí se detiene el historiador, sin juzgar más.
 
Finalmente señala Guijarro (p. 129), que por esta creencia en la resurrección del Maestro “la tradición sobre Jesús no solo se cultivó, sino que se enriqueció. A ello debió contribuir la espectacular difusión del naciente movimiento cristiano, que en pocos años hizo llegar su mensaje a diversas regiones del Imperio Romano”.
 
A este respecto debe tenerse en cuenta el estudio de Rodney Starck, “La expansión del cristianismo”, Madrid, Trotta, 2009. Starck afirma que el cristianismo creció un 40% por década (¡un crecimiento tremendo ciertamente, aunque no todos los estudios están de acuerdo), desde los teóricos 120 discípulos reunidos en Jerusalén según Hechos 1,14, hasta mediados del siglo IV. Pero sostiene Starck que no es preciso postular una ayuda especialísima del Espíritu Santo, ya que esta expansión fue igual a la de los mormones en el estado norteamericano de Utah en el siglo XIX, e igual a la del Islam en los siglos VII y VIII.
 
Seguiremos porque hay mucho que comentar.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
 
Jueves, 1 de Diciembre 2022


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile