CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Para terminar el tema de Asherah y los árboles, glosaré un artículo del año 1995 que presenta temas de gran interés. El artículo plantea la posible relación entre la diosa Asherah, el candelabro de siete brazos típico del judaísmo y los árboles como símbolo de la vida.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


015. Asherah (y 3): Menorá
Menorá esculpida en el cementerio de Beit She'arim, Israel. Fotografía de Eugenio Gómez.

Joan E. Taylor presentó en 1995 un artículo titulado “The Asherah, the Menorah and the Sacred Tree”, Journal of The Study of the Old Testament 66, pp. 29-54. Su título en español es “Asherah, la menorá y el árbol sagrado”.

Comienza la autora recopilando algunas imágenes que se han relacionado con la diosa consorte de Yahvé, de las cuales hay ilustración en mi último post sobre el tema. Menciona, por supuesto, Kuntillet Ajrud, el soporte de Taanach y las figurillas femeninas de Judea. Además, cita la jarra de Lachish de época cananea que representa un árbol entre íbices. Este árbol tiene, precisamente, la forma de una menorá (se puede ver en
https://3.bp.blogspot.com/_BMoXxC2XKIA/Rak5NYb-EdI/AAAAAAAAAQU/7zuOuiZKNNQ/s320/lachish_ewer.jpg ).

Citando abundante bibliografía, Taylor habla a continuación de las divinidades orientales asociadas a los árboles de la vida y la fertilidad e insiste en que no parece adecuado referir estos árboles a ejemplares de gran porte como cedros, robles, tamarindos, etc. Termina esta sección aportando un interesante dato que ya apuntábamos en la primera entrega de esta serie sobre Asherah: también en Lachish, en un nivel de época israelita, se ha encontrado un resto de un tronco quemado cerca de una estela. El famoso arqueólogo israelí de Lachish, Yohanan Aharoni, propuso identificar el tronco con una asera, con un elemento venerable de los templos y santuarios cananeos e israelitas, como ya he explicado.

Pasa después la autora a repasar la aparición de la palabra asherah en la Biblia hebrea. Entre otras cuestiones se puede destacar que 1 RE 15, 13 (“Incluso llegó a quitar a su abuela Maaká el título de Gran Dama porque había hecho un Horror para Aserá. Asá abatió este Horror y lo quemó en el torrente Cedrón”, traducción Cantera-Iglesias) parece indicar que hubo un ídolo que representaría a la diosa. Ligado a este pasaje Taylor comenta que en 2 Re 23, 7 (Derribó las casas de los consagrados a la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh y donde las mujeres tejían velos para Aserá) habría una referencia a vestidos que se tejerían para cubrir un ídolo, fuera éste una madera, fuera un árbol, lo cual recuerda costumbres griegas e incluso católicas de muchos pueblos: sus vírgenes son en realidad un armazón cuya cabeza y manos son lo único tallado, mientras el armazón queda recubierto por los vestidos.

A propósito de otros pasajes, como Is 1, 29-30. La autora indica que los grandes árboles, en efecto, no deberían identificarse con Asherah sino con Yahvé (trataré esta cuestión en el próximo post). Resume la cuestión afirmando que en los santuarios denominados “lugares altos” podía haber, o había siempre, aunque no fuera mencionado, el siguiente material de culto: altares, estelas, incensarios o soportes cultuales, árbol(es), ídolos (2 Crón 31, 2; Dt 7, 5).

Taylor trata a continuación la posibilidad de que Asherah fuera un árbol sagrado, no sólo un ídolo, no sólo un tronco. Su principal argumento es que siempre se identifica un árbol vivo con una diosa en la iconografía, no un tronco o un ídolo, indicando así la vitalidad evidente del árbol vivo. Aporta ejemplos de la iconografía mesopotámica y levantina desde el año 2350, concretamente una pieza de Mari que presenta una divinidad masculina sobre la montaña y dos femeninas, que son mitad árbol (se puede consultar en https://brill.com/view/book/edcoll/9789004423756/9789004423756_i0001.png ).

Quizá el siguiente apartado sea todavía más interesante. Se trata de la asociación del almendro con la menorá. Para comenzar, Taylor indica que Éx 25, 40 propone encontrar el modelo de la menorá en el monte (“Fíjate para que lo hagas según los modelos que te han sido mostrados en el monte”). En la discusión de fuentes y estudios la autora indica que la estilización del árbol sagrado de Israel, combinado con el motivo de la lámpara, fue parte de la lucha contra el culto al árbol o a las imágenes de Asherah, es decir, que la menorá fue convertida en símbolo de Yahvé: desacralizada como vinculada a Asherah y sacralizada de nuevo como símbolo del dios judío.

En este sentido, Éx 4, 20 indica que la vara o bastón que Aarón portaba como símbolo de Yahvé era una rama de almendro. Y Núm 17, 23 indica que tenía brotes (un indudable efecto divino tratándose de una vara cortada). De hecho, se identifica la imagen de la tinaja A de Kuntillet Ajrud, que aparecía en el primer post sobre Asherah, como un almendro o como el bastón de Yahvé: la imagen, un árbol del que salen varias ramas que despuntan, está coronada por lo que parece ser una almendra medio envuelta todavía en su cáscara exterior.

El almendro como símbolo encaja perfectamente en los procesos naturales: es el primer árbol que florece (en España para el quince de febrero en muchos lugares), lo cual sirve para enlazar las estaciones y simbolizar que la vida sigue incluso antes de presentarse la primavera. Taylor escribe:

“el significado del almendro en relación con Asherah puede haber tenido que ver con su florecimiento temprano. Asherah, como diosa de la fertilidad, parece haber sido asociada con las fuerzas naturales de la vida y la regeneración. El florecer del almendro bastante antes que la primavera haya comenzado realmente puede haber impactado a los cananeos como un signo especial de la actividad de la diosa” (p. 48).

Temas para reflexionar no sólo sobre el pasado, también sobre el presente de nuestras costumbres religiosas populares.

Saludos cordiales.
 
Domingo, 17 de Mayo 2020
“Unos cuantos pasos en la buena dirección. Geza Vermes  y E. P. Sanders entran en escena”  (14-5-2020.- 1123)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Geza Vermes
 
 
Confieso que sonrío cuando James Dunn constata que los investigadores conocían perfectamente lo que debía saberse acerca del carácter judío de Jesús…, pero que “esos estudios se habían mostrado curiosamente ineficaces” en reconocerlo (p. 123). Por otro lado, algún que otro investigador cristiano se quejaba de que los estudiosos judíos solo se preocupan por el Jesús judío y hacen caso omiso del Jesús cristiano. Interesante es la cita –que hace Dunn– de D. A. Hagner,  “The Jewish  Reclamation of Jesus: an Analysis and Critique of the Modern Jewish Study of Jesus”  = La  recuperación judía de Jesús. Análisis y crítica de los estudios modernos judíos sobre Jesús”, donde el autor se queja de que tales estudios “llegan a desvirtuar los evangelios” para conseguir sus objetivos.
 
 
Pienso que lo que Hagner ignoraba –o tenía intención de ignorar– era que los estudiosos judíos habían caído en la cuenta de que el proceso de desjudaización, desescatologización y despolitización de Jesús había comenzado con los Evangelios mismos…, con lo cual era necesario “desvirtuarlos” para llegar al fondo judío del personaje, el Nazoreo. Yo mismo estoy cada vez más convencido de que el escepticismo sobre lo que cuentan los Evangelios sobre Jesús está totalmente justificado, ya que la imagen de Jesús ofrecida por los Evangelios, aunque judía evidentemente, estaba destinada a un mercado no judío, sino del Imperio. Por tanto había que borrar o difuminar aquello de Jesús que fuera demasiado nacionalista, no aceptable en un “mercado religioso internacional” de lengua griega.
 
 
Hace años recibí la dura crítica de mi colega y amigo Josep Montserrat (que ahora, pasado el tiempo, veo justificada) de que “yo era demasiado ingenuo y aceptaba como históricos pasajes –sobre todo– del relato de la Pasión, que tenían –según él– todos los visos de ser, si no legendarios, sí al menos  de estar fuera de una perspectiva histórica razonable. Montserrat se refería a lo que en las pp. 227-231 del libro “La verdadera historia de la Pasión”, de 2008 (EDAF, Madrid), había escrito preguntándome: “En síntesis, qué consideramos posible en los relatos acerca de la pasión de Jesús?”. Y yo respondía con cerca de tres páginas de elementos probables, y aunque afirmaba “Así pues, es poco lo que podemos certificar como histórico del relato de la Pasión de Jesús” (p. 231)…, recibí un duro y merecido varapalo de mi colega, por mi excesiva credulidad.
 
 
Cuenta J. Dunn que la aparición del libro “Jesús el judío”, de Geza Vermes (judío húngaro, nacionalizado británico, convertido al catolicismo, estudiante de teología y luego sacerdote católico pero que luego colgó los hábitos, se casó y volvió a su judaísmo primero) hizo un buen efecto entre los estudiosos. Les hizo pensar más a lo judío. Pero “la actitud mental de quienes consideraban el judaísmo como la religión de la Ley”, puntillosa, legalista,  enfrentada al cristianismo y al Evangelio –como religión de la libertad y la espiritualidad– seguía totalmente vigente en la atmósfera…, reforzando ante los fieles la idea de que Jesús pertenecía al cristianismo y al Evangelio y no a la religión casuística y seca de la ley mosaica. Por eso, muchos pensaban que la única función del judaísmo en la historia era la preparación de la llegada del cristianismo… y con él… la liberación de la angustiosa normativa. Este pensamiento reinaba sobre todo entre los exegetas protestantes, quienes a su vez veían en la Reforma otra liberación de la tiranía del catolicismo corrupto.
 
 
Así que hasta aproximadamente 1977, con la aparición de un libro de un cristiano metodista, norteamericano pero bastante librepensador como era Ed  Parish Sanders, catedrático de Religión en la Universidad de Duke (Durham, Carolina del Norte, EEUU), cuyo título era “Pablo y el judaísmo palestinense” (traducido al castellano por Trotta), el ambiente empezó a cambiar, ya que le motor del cambio estaba en el cristianismo mismo y no procedía “de fuera”, de los investigadores judíos. Pero es una pena que Jacob Neusner (el súper prolífico estudioso y divulgador de estudios judíos, de la Misná y del Talmud, de la rehabilitación de la figura de los fariseos, etc., fallecido en 2016) haya sido durante mucho tiempo un adversario intelectual de Sanders… al considerar que este también tergiversaba el judaísmo… No creo que fuera cierto. Y en vez de colaborar…, hubo oposición. Total: lo que podría haber sido una renovación de perspectivas, se quedó un tanto a medias.
 
 
Y termino hoy con una anécdota sobre Neusner, a quien conocí personalmente en una estancia en Madrid en el CSIC. A una pregunta mía sobre su inmensa bibliografía, explicó cómo producía tantos libros… a veces tres en un año. Respondió: “Trabajo 365 días año (¡no guardaba el Shabbat aparentemente!). Me acuesto muy pronto. Me levanto a las 4 de la mañana; trabajo ininterrumpidamente hasta las 11, momento en que voy a la Facultad –en la Universidad del sur de Florida, Tampa, creo, donde fue hasta Decano– y me ocupo de las clases, alumnos y otras tareas académicas”. Su mujer soportaba esta situación con extrema paciencia.
 
 
Y la anécdota es: “Una vez llamaron al despacho de Neusner desde una de las universidades de Roma. Era la secretaria de un profesor de teología de la Urbe que deseaba hablar con Neusner. Preguntó: “¿Sería posible hablar con el Profesor Neusner? Es de parte del Prof. “Tal”, de la Universidad de La Sapienza. Al otro lado contestó una voz femenina: ‘El Prof. Neusner no puede ponerse porque está ocupado terminado un libro’. Y desde Roma, otra voz femenina respondió: ‘Ah. Bueno. Entonces espero’”.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
 
 
 
 
NOTA:
 
Enlace para el canal de You Tube,  donde hay algunos videos y audios míos con un grupo de interesados en historia de las religiones, en Chile, dirigidos por Carla Díez:

https://www.youtube.com/channel/UCP3JJ_qTEGsgYzN2zNlegiQ
 
 
Y ahora una reseña muy informativa, casi un resumen, con valoración de mi libro, con J. Peláez: “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”.
Este libro fue traducido al inglés en 2003.
 
 
https://librosnocturnidadyalevosia.com/el-nuevo-testamento-introduccion-al-estudio-de-los-primeros-textos-cristianos-antonio-pinero-y-jesus-pelaez/
Jueves, 14 de Mayo 2020

Notas

14votos

El rastro de Asherah es muy difícil de seguir. Hay algunos objetos recobrados en las excavaciones arqueológicas que han provocado mucha discusión sobre su adscripción a una u otra divinidad, entre las que se encuentra esta diosa. He aquí algunos ejemplos.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


014. Asherah (2)
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura

Soporte cultual de Taanach. Fotografía, Eugenio Gómez. Museo de Israel.

La diosa Asherah, considerada por algunas personas como la diosa consorte de Yahvé, podría estar representada en algunos hallazgos arqueológicos.

En la ciudad de Lachish (Laquis), al sur de Jerusalén, una de las ciudades más importantes del sistema defensivo de Judea famosa por los relieves de su conquista en el palacio de Senaquerib, aparecieron en su templo-fosa cananeo dos jarras de gran interés del siglo XIII. Una, con un árbol flanqueado por íbices repetido cuatro veces; la otra, con un pubis flanqueado a su vez por íbices. Esta pieza presenta a la diosa cananea que después seguiría reverenciada en época israelita.

Entre los hallazgos de esta segunda época (Hierro II, siglos X-IX) destaca el llamado “soporte cúltico” (cult stand) de Taanach. Se trata de un soporte que se había considerado en principio oportuno para un incensario (opinión ahora desestimada), fechado en el siglo X en Taanach, localidad muy cercana a Meggido. Se ha pensado que, en el primero de sus cuatro niveles iconográficos, una figura desnuda entre leones podría ser Asherah, aunque recientemente se ha planteado que es Ashtarte. En el tercer nivel (contando desde el inferior) aparece un árbol flanqueado por íbices, lo cual apunta al simbolismo de la planta como representación de la diosa.

También parece que otro soporte, esta vez en forma de altar de cuatro cuernos, hallado en Tel Rehov (situada en la zona de influencia de Bet Shean) también del siglo X y adscrito a la cultura israelita del Hierro II, podría representar el árbol de Asherah, esta vez flanqueado por dos mujeres desnudas. En las esquinas superiores, conformadas como los típicos remates de altares en piedra denominados cuernos, aparecen incisas ramas, lo cual refuerza la asociación.

Quizá el elemento más representativo y que menos problemas (aunque los hay) de adscripción a Asherah presenta, es la serie de figuritas en cerámica en forma de mujer semidesnuda enseñando el pecho. De cintura para abajo su forma es un pilar o tronco. Su extensión por Judea (95 % de los hallazgos) se limita a rincones en alguna dependencia de casas particulares, por lo que se ha relacionado su uso con la religión popular que estaría en el punto de mira de las denuncias de los profetas de Yahvé. Se trataría de la versión cananeo-israelita de la diosa madre de todos los dioses, modelo de gran madre para la humanidad. Sin embargo, ligar la presencia de Asherah a la religión popular exclusivamente no parece correcto. Ya mencioné en el post anterior que se puede relacionar el culto de Asherah con la realeza, concretamente con la reina madre. Esto obliga a pensar en una devoción general.

Muestra de una devoción oficial junto a la popular serían dos hallazgos también de Judea, ambos conjeturas. El primero al que me referiré es el conocido templo de la fortaleza de Tel Arad, cerca de Lachish. Se trata de un templo en toda regla, con patio, altar, sacristía y pequeña cella con nicho, altares de ofrendas y estelas, que sigue las normas constructivas del templo de Jerusalén. Si Asherah fue la consorte de Yahvé, en algún lugar (o muchos) hubo de ser venerada la pareja divina. Un candidato es el templo de Tel Arad. Fechado antes y después de la reforma en favor de un único culto a Yahvé de Ezequías (reinó entre 729 y 686), presenta un notable rasgo en la fachada de su cella: sendos altares a los lados de la puerta, uno más alto que el otro. Además, en el interior apareció una estela caída, supuestamente la propia de Yahvé, y otra más depositada en el suelo y cubierta a propósito de basura durante la época de la reforma mencionada. En la actualidad, la reconstrucción que se puede observar en el yacimiento presenta las dos estelas situadas en la pared del fondo de la cella.

Volviendo a Lachish, en las excavaciones que en los años 2015-16 se han llevado a cabo en la famosa puerta de la ciudad, ha aparecido una capilla de puerta, un pequeño santuario para proteger la entrada a la población, situado en una de las habitaciones de este tipo concreto de portón de muralla. Lo más curioso es que en él, planificado también siguiendo el esquema del templo de Jerusalén, ha aparecido un altar doble geminado, es decir, una sola estructura rematada en forma de dos altares de cuernos pegados uno a otro. Volvemos a encontrar, por tanto, la pareja de altares. Y muy importante también en este caso, la capilla fue destruida y profanada mediante un expeditivo método: se colocó sobre la instalación un retrete en piedra, hecho que se liga, por supuesto, con la reforma cultual de Ezequías por fecha e intención.

Más imágenes al continuar leyendo.

Saludos cordiales.



 
Domingo, 10 de Mayo 2020
Sobre  Jesús y los judíos…  (7-05-2020.- 1122)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Ernest  Renan.
 
 
 
Es verdaderamente increíble, a los ojos de hoy, y apabullante, la lista de grandes estudiosos del pasado reciente que han visto a Jesús como apartado radicalmente del judaísmo, su religión, por no decir adversario enconado de todo lo que fuera judío. Sí, para mí incomprensible hoy día. James Dunn (p. 121 hace una relación breve pero implacable de estudiosos conocidos por los interesados en el tema, como Ernest Renan, Albrecht Ritschl, o Albert Schweitzer.
 
 
Nuestro conocido Renan, citado por algunos hoy día y con gran admiración, llegó a escribir que “en Jesús no había nada judío” o que “fue un destructor del judaísmo”; y Ritschl afirmó que había una línea divisoria entre la enseñanza de Jesús y la de los judíos. A. Schweitzer eludió más bien el tema y en general su pensamiento era que Jesús –aun cuando fuera un apocalíptico judío– liberó al judaísmo de su culto y de sus mitos. Renan, que me toca más de cerca, se equivocó de medio a medio en su enjuiciamiento global de Jesús, aunque presentara en otros aspectos una imagen atrativa  del personaje.
 
 
James Dunn aporta además la mención, y varias citas, de un trabajo interesante de una estudiosa judía, Susanna Heschel, de 1998, sobre la actitud antijudía en los estudiosos del Nuevo Testamento. Su obra “Abraham Geiger y el Jesús judío”, publicado por la Universidad de Chicago, puso el dedo en la llaga al desvelar la actitud casi irracionalmente antijudía de la investigación alemana, europea influida por esta, y norteamericana, cuando se ocupaba de la figura y doctrina  de Jesús.
 
 
Y hay en esta p. 121 de Dunn, que comento, una cita de Wilhem Bousset, muy famoso catedrático de Gotinga en estudios religiosos judíos, neotestamentarios y medio orientales, que me pone los pelos de punta porque yo he utilizado muchísimo su obra –junto con Hans Greßmann–, “Die Religion des Judentums  im Späthellenistischen Zeitalter” (“La religión del judaísmo en la época del helenismo tardío” (4ª edic. en la edit. Mohr de Tubinga)– en el volumen comunal, editado por mí y titulado Biblia y Helenismo, reeditado por Herder, Barcelona, en el 2017, creo). La cita dice así: “En el judaísmo tardío no hay realmente ninguna fuerza viva, ningún espíritu creador…”, por lo que el mensaje de Jesús “debe entenderse ante todo en su oposición al judaísmo”.
 
 
Todas las opiniones mostradas hasta el momento en esta postal están consideradas por la crítica de hoy, incluida la católica, como absolutamente inexactas, por no decir rotundamente falsas. Y añadiré que Charles Guignebert ya había escrito en su obra “Jésus” (creo que existe versión española, aunque no la conozco, de 1933, Paris, reeditada por la edit. Albin Michel en 1966) que, tanto en su doctrina, en especial en su ética  (al final de este apartado de su obra tiene una sección titulada “La originalidad de Jesús” (pp. 415–423), donde sostiene  que toda la enseñanza del Nazoreo Jesús, toda, insisto, en especial sobre el reino de Dios y el fin del mundo presente, no es más que la obra de un profeta judío, con sus característica peculiares naturalmente, perfectamente parangonable a otros profetas. Y afirma que él  no encuentra ni una sola idea en el Nazoreo que sea original, sino que su doctrina pertenece a la sabiduría bíblica general que poseían los “rabinos” de su tiempo (p. 423).
 
 
Naturalmente este libro de Guignebert, de hace casi cien años, de un autor que manejó maravillosamente todo el acervo de la crítica alemana, muy preponderante en su tiempo, no tuvo apenas eco: los alemanes, ingleses y otros colegas lo ignoraron.
 
 
Tenemos que llegar hasta Rudolf Bultmann –ciertamente no muy tarde, hacia 1950– para que de una manera bastante tímida se reconociera una afirmación tan simple como exacta: “La predicación de Jesús debe colocarse bajo la rúbrica «judaísmo»” (Dunn, p. 121, nota 109). En España, en mi opinión, ha habido que esperar hasta el siglo XXI para que se admitiera que Jesús no fue más que un judío… Pero la obtención de las consecuencias de esta afirmación está todavía esperando…, como he indicado en más de una ocasión.
 
 
Y termino esta postal con una observación muy acertada y crítica del mismo Dunn, quien –tras señalar la conocida opinión del famoso erudito Adolf von Harnack, de impresionante sabiduría–que sostenía que el espíritu  del helenismo marcó la diferencia entre la Iglesia y Jesús, escribe “En la historia de la investigación sobre Jesús nada ha puesto más en evidencia el alejamiento de la historia como la persistente omisión del carácter judío de Jesús” (p. 122). ¡Muy bien por Dunn!
 
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
Jueves, 7 de Mayo 2020

Notas

16votos

El problema de la traducción de alsos en LXX lleva directamente a la presencia de Asherah en la religión judía. Esta diosa, aparentemente erradicada del panteón hebreo, se resiste a desaparecer de la arqueología bíblica.
Hoy escribe: Eugenio Gómez Segura.


Dibujo de la tinaja A de Kuntillet Ajrud. Tomado de  https://www.researchgate.net/figure/Painting-on-Pithos-A-Kuntillet-Ajrud-after-BECK-2002-98-fig-4_fig3_274888342
Dibujo de la tinaja A de Kuntillet Ajrud. Tomado de https://www.researchgate.net/figure/Painting-on-Pithos-A-Kuntillet-Ajrud-after-BECK-2002-98-fig-4_fig3_274888342
John Day, en su obra del año 2000 titulada Yahweh and the Gods and Goddesses of Canaan dedica un capítulo a glosar lo que hasta entonces se podía deducir de los textos hebreos y los resultados de las más recientes excavaciones arqueológicas en yacimientos bíblicos. El capítulo se tituló “Yahweh and Asherah”, y ocupó las páginas 42-67. He aquí un resumen de sus propuestas, realmente interesantes.

La etimología de Asherah, según Day, podría ser la raíz semítica ʾṯr, que significa “lugar” y que acabaría por significar “lugar sagrado”, “santuario”, tal como se conserva en acadio, fenicio, arameo y ugarítico. Day comenta que la correspondiente diosa ugarítica Athirat se denominaba Qudshu, que significa “su santidad”. Contra esta última idea S. Jin Park (“Short Notes on the Etymolofy of Asherah”, Ugaritic Forshungen, 2010, pp. 527-534) se decide por un participio de ʾsrt, que significaría “la seguida por los dioses”, es decir, “progenitora”, y lo relaciona con la idea de “Madre de los dioses” que aparece en algunas tablillas de Ugarit.

En cuanto a la palabra según se usa en la Biblia, Day apunta que Jc 3, 7 ; 1 Re 15, 13; 1 Re 18, 19; 2 Re 21, 7; 2 Re 23, 4 son referencias reales a una diosa, no a un objeto o palo. Quizá el texto más interesante sea 1 Re 15, 13, referido al rey Asa, y que se traduce: “Incluso llegó a quitar a su abuela Maaká el título de Gran Dama porque había hecho un Horror para Aserá. Asá abatió este Horror y lo quemó en el torrente Cedrón” (trad. Cantera-Iglesias).

Day interpreta el texto diciendo que el horror debió ser la adoración de la diosa mediante un objeto, pues si Aserá fuera un objeto, se prepararía un objeto para un objeto, cosa improbable para él. Lo interesante de este pasaje es, más bien, que relaciona la realeza de la “reina madre” con el culto de la diosa Asherah. Como ya he indicado, Asherah es el doblete hebreo de Athirat, la madre de los dioses en Ugarit, y en cuatro ocasiones Asherah aparece junto a la expresión “el ejército de los cielos” (2 Re 17, 16; 2 Re 21, 3 (= 2 Cr 33,3); 2 Re 23, 4). Esta expresión se refiere a la generación de dioses que la mitología semítica atribuye a la pareja El – Athirat.

El razonamiento continúa mediante el reconocimiento de que Yahvé fue igualado al dios semítico El. Esta es la razón de que aparezca como sinónimo de Yahvé el nombre Elohim (que significa “los dioses”), y que muchos nombres personales hebreos incluyan la palabra El como uno de sus compuestos: Israel, Daniel, Rafael, Ismael, Manuel, Ariel, Miguel, Raquel; Elías, Eliezer, Eliseo… Ahora bien, puesto que
  1. el dios semítico El tuvo como esposa a Athirat, diosa madre de los dioses, antigua como El y ambos progenitores de los dioses;
  2. El fue asimilado a Yahvé, y concedió a este la apariencia de un personaje barbado, ya maduro y sabio, asociado al toro,
parece lógico que Yahvé tuviera como esposa consorte a Asherah.

Asherah estaba asociada al culto de los árboles, según demuestran diversos textos que ya he comentado en el post anterior y algunos hallazgos arqueológicos. Entre los primeros, Day cita Dt 16, 21: “No plantarás cipo, ni ninguna clase de árbol, junto al altar de Yahveh tu Dios que hayas construido”. Como ya vimos en el anterior post, cipo no es una traducción correcta de Asherah, y el verso debería traducirse, según Day, “no plantarás como Asherah ningún árbol”. Entre los datos arqueológicos destacan unos grabado y unas inscripciones de Kuntillet Ajrut, al sur del desierto del Neguev, en la península del Sinaí, donde se excavó un yacimiento del reino de Judea fechado hacia el año 800 a. C. En la inscripción de la tinaja A se lee: “Te he bendecido mediante Yahvé de Samaria y su Asherah”; en la tinaja B se lee: “Yahvé de Teman y su Asherah”.

Además, en la tinaja A aparece un árbol estilizado flanqueado por dos íbices sobre un león, imágenes universalmente admitidas como propias de la Diosa Madre en todo Oriente.

Hay, por otro lado, indicios de que Yahvé se quedó con esta relación entre la diosa y los árboles: Os 14, 9 se traduce “Efraím... ¿qué tiene aún con los ídolos? Yo le atiendo y le miro. Yo soy como un ciprés siempre verde, y gracias a mí se te halla fruto” (traducción Cantera-Iglesias). Day afirma que esta cualidad de Yahvé árbol es una reminiscencia sincrética del antiguo árbol de su consorte Asherah.

Para terminar, es interesante recoger la noticia sobre Maaká, la reina madre del rey Asa. S. Ackermann escribió en 1993 un artículo (“Queen Mother and the Cult in Ancient Israel”, JBL nº 3, pp. 385_401) en el que describía el trascendental papel de las reinas como legitimadoras del poder real (por ejemplo la madre de Salomón) y su relación con la diosa Asherah, e incluso sugiere que la reina madre sería la representante de la diosa en la corte. Esto parece estar relacionado con la etimología propuesta para Asherah por Jin Park: “progenitora”.

Saludos cordiales.
 
Domingo, 3 de Mayo 2020
“Objetivo: distanciar a Jesús de su ambiente judío” (1121- 30-04-2020)
Escribe Antonio Piñero 


Foto: Werner Georg Kümmel, autor de la más famosa “Introducción al Nuevo Testamento” que conozco.


James Dunn, cuya obra, “Jesús recordado” nos proporciona el hilo para nuestras reflexiones sobre el método de acercamiento al Jesús histórico, tiene muchos puntos de vista que me pareen sinceros y muy ajustados. En la misma p. 120, sobre la que se basaba mi comentario anterior, escribe: 


“Generaciones de estudiosos parecen haberse desentendido del Jesús de la historia. De hecho una de las más chocantes características de doscientos años de antiguas ‘búsquedas’ es el modo sistemático en el que se ha intentado distanciar a Jesús lo más rápido y lejos posible de su ambiente judío”.

Mi comentario espontáneo a esta sentencia es sencillo: 1. No había una búsqueda sincera, sino que se partía de un a priori. 2. Ese a priori estaba movido por un trasfondo teológico que intentaba hacer de Jesús un únicum en su especie, tan genial como inclasificable en su ambiente. 3. Y aunque algunos puedan enarcar las cejas, debe decir que ese a priori es totalmente confesional. 


Ahora bien hay que confesar que partir a la búsqueda de un Jesús  histórico con criterios previos no se da solo en la “búsqueda confesional”. Ha habido otros investigadores que se creían independientes, pero que han intentado “buscar” desde un punto de vista ya predeterminado. Pongo un ejemplo de un método de éxito a principios del siglo pasado: desde el marxismo teórico como método heurístico. Se pensaba, por ejemplo, que se podía encontrar en Jesús un adelantado de la lucha de clases, como K. Kautsky. Y otros, casi en la misma línea, como R. von Pöhlmann, veía en Jesús a un revolucionario que con sus palabras y hechos propugnaba una auténtica destrucción del orden social y económico de su tiempo, más que una construcción positiva.


Otro caso sería la interpretación feminista a ultranza, que comenzó oficialmente en 1970 con Elisabeth Schüsler-Fiorenza.


He dicho muchas  veces que es casi imposible investigar sin prejuicios. Pero debe intentarse a toda costa. 


Algunos, sin embargo, alardean de su pre-sistema cuando anunciarn públicamente que se tiene un programa de investigación que coincide con el una confesión o ideología.

Por esto me parece increíble (y a Dunn creo que también) lo que este escribe este consigna con un cierto estupor en la nota 100 de esta misma página, citando un artículo de C. Marsh (“Quest of the historical Jesus in New Historicist Perspective”, en la revista Biblical Interpretation 5 [1997] 403-437. El autor afirma que  pueden distinguirse nueve “búsquedas de Jesús en total”:

1 La búsqueda positivista de un Jesús escatológico.

2 La búsqueda positivista de un Jesús NO escatológico.

3 La búsqueda “romántica”.

4 La búsqueda crítico-formal.

5 La búsqueda de un Jesús no judío.

6 La búsqueda histórico tradicional (cuidado aquí: “tradicional” no es sinónimo de tradicionalista”, sino de “análisis de las tradiciones” sobre Jesús).

7 La búsqueda existencialista.

8 La búsqueda judeocristiana.

9 La búsqueda postmoderna.

Opino que en el momento mismo en el que añadimos un calificativo a la búsqueda, queda esta prácticamente inhabilitada.


Y otra reflexión: a estas sencillas observaciones –y teniendo en cuenta que nunca se sube al Everest totalmente solo y de primeras, sino que se utilizan los campamentos previos–, pienso que de igual modo que los prejuicios hacen daños los juicios sesgados y casi previos  sobre los resultados o intenciones de historiadores que han pretendido expresamente ser independientes, aunque no lo hayan logrado del todo. Esta posición nos cierra el camino para aprovechar sus hallazgos y n perder el tempo en construir de nuevo lo que ya está construido y es válido.


Pongo algunos ejemplos de estudiosos con los que he tenido contacto personal y a los que he admirado y admiro aunque ya han fallecido. El primero es el de R. Brown  (del que traduje su voluminosa “Introducción al Nuevo Testamento” en dos volúmenes, Trotta, Madrid) cuando escribe sobre Reimarus: “El interés de este en Jesús no iba más allá de sus deseo de reducir la misión de Jesús a un golpe político mesiánico” (“Jesus: God and Man : Modern Biblical Reflections”, McMillan Publishing, Londres, 1967, p. 53). 


O la opinión de Werner Georg Kümmel, del que tengo un libro dedicado, que sostenía sobre el mismo Reimarus que su interés era “indagar el papel que atribuir a Jesús en la emancipación del cristianismo de su matriz judía”… (The New Testament: The History of Investigation of his Problems, Abingdom, Nashville 1972, p. 90) frase que presupone varios juicios no bien fundados (en la versión inglesa de un original alemán menos accesible.


Y otro ejemplo, (pero no sé de momento situarlo expresamente en un libro) de Joaquim Jeremias que dijo de Reimarus que estaba sencillamente “lleno de odio”.


Así que, en síntesis, la investigación histórica ha de proceder intentando no tener prejuicios. De lo contrario, no es investigación.

Saludos cordiales de Antonio Piñero 

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html


NOTA.

La malévola pandemia ha hecho que el número 30 de la revista “Desperta Ferro”, sección de Arqueología &Historia (abri-mayo 2020) hada llegado tarde a los kioskos. El tema monográfico es “Los primeros cristianos”. 

He aquí el índice:

· “La difusión del cristianismo en el Imperio Romano (siglos I y II d. C.)”: Fernando Rivas Rebaque

· “Las primeras heterodoxias y herejías”: Antonio Piñero 

· “El estado romano frente al cristianismo”: Cándida Moss

· “De iglesias a Iglesia. Diversidad y control en los primeros años cristianos”: Eugenio Gómez Segura.

· “El alma del mundo. La vida cotidiana de los cristianos del siglo II”: Fernando Lillo Redonet

· “El cristianismo primitivo desde otra óptica. Los textos apócrifos: Antonio Piñero 

· “Mártires y martirio en los dos primeros siglos del cristianismo”: Paul Middleton.


Me parece que los temas son interesantes. 


Se da la casualidad que Fernando Rivas y Eugenio Gómez Segura (que ahora escribe en los Blogs y FBook) han sido alumnos míos y ahora felizmente colegas.


Saludos de nuevo.
Jueves, 30 de Abril 2020

Los reyes más píos de la historia de Israel se dedicaron a erradicar los bosques sagrados (el alsos) de sus compatriotas, o eso es lo que dice la traducción griega (Los LXX o Septuaginta) de la Biblia hebrea. Este dato supone su existencia, pero no ayuda a entender el significado que se atribuyó al bosque sagrado en Israel y Judá.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


Tel Hazor, Israel. Conjunto sagrado de época israelita (ca. año 1000). Fotografía, Eugenio Gómez.
Tel Hazor, Israel. Conjunto sagrado de época israelita (ca. año 1000). Fotografía, Eugenio Gómez.
Domingo, 26 de Abril 2020
¿Un judío marginal? Investigar a Jesús como judío… y sacar las consecuencias (23-04-2020. 1120)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: J. P. Meier
 
 
Seguimos adelante con nuestras cuestiones de método. Espero que esta palabra no incite al aburrimiento. Creo que es –quizás– lo primero que debe plantearse quien busca “algo”: qué sistema voy a seguir? ¿Voy a leer a tontas y a locas o me regiré por alguna norma? Es tan básica esta pregunta como lo es el  plantearse la definición exacta de loa que busco. No es lo mismo plantearse buscar a Jesús de Nazaret que a Jesucristo. Últimamente he insistido mucho en es planteamiento básico. Si comenzamos por distinguir bien entre Jesús y Jesucristo vamos por el buen camino. Así no tendremos ni la mínima duda (que atenaza amucha más gente de lo que yo pensaba) sobre la existencia histórica del personaje.
 
 
En la p. 119 de su “Jesús recordado”, editado en castellano por Verbo divino, escribe James G. D. Dunn: “En las últimas décadas del siglo XX el más esperanzador avance en la investigación sobre la vida de Jesús fue el reconocimiento de que la búsqueda tenía que estar principalmente dirigida a un judío y afrontar con mayor claridad y firmeza sus consecuencias”.
 
 
Estupendamente claro. Y exactamente lo último es lo que he repetido tantas veces: ¡aceptemos las consecuencias de que Jesús fue un judío! Pero ¿qué tipo de judío? Ciertamente interesado ante todo en su religión. Su objetivo vital era intensamente judío: proclamar que finalmente Dios iba a arreglar el caso del mundo presente instaurando su Reino dentro de Israel y para Israel en primer lugar. ¿Era, por ello, un judío reformista de su religión? No lo parece en ningún momento (entiéndase: en sí no pretendió Jesús “reformar” su religión por reformarla, sino que pretendió esta “religión” –la suya la judía del momento en Galilea– se entendiera bien para captar su mensaje sobre el Reino). ¿Se desentendió del todo de la política para concentrarse en lo religioso? Pero no parece posible, porque en el judaísmo del siglo I lo religioso y lo político iban intrínsecamente unidos.
 
 
Así que poniendo lentamente las bases metódicas llegamos parcialmente a la conclusión de que Jesús fue un judío religioso, que desarrolló su actividad en Israel, que no pudo separar la política de lo religioso. ¿Era por ello “un judío marginal”? Este es el subtítulo de la magna obra de John P. Meier “Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico”, también editada por Verbo Divino. Pero creo que ese título de “marginal” no define bien a Jesús.
 
 
Me pregunto: ¿Es marginal quien fue ejecutado por las autoridades romanas por atribuirse, o porque sus discípulos le empujaron a atribuirse el título de mesías (es decir, el “rey de Israel? Es más, estoy convencido de que Jesús se creyó fundamentalmente el profeta del final de los tiempos que había anunciado Moisés según Deuteronomio 18,15-18: “Yahvé tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis… Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande”.
 
 
Si Jesús se creyó a sí mismo profeta, y hay pocas dudas de ello, no creo que se le pueda llamar marginal.  Y no le creo porque entonces habría que declarar “marginales” a todos los que intentaron una suerte de “reforma” de la situación religiosa o política de Israel en el siglo I. Ya he mencionado más veces que Flavio Josefo nombra a más de una decena de aspirantes a “agente mesiánico” o rey de Israel o “profeta de señales (milagros) de los últimos tiempos” que vivieron en Israel desde la muerte de Herodes el Grande hasta la Gran Guerra contra Roma del 66 al 70. Y entre ellos estaban Jesús y Juan Bautista. Para el pueblo llegaron ser héroes en algún momento. Sólo en ese sentido se les puede calificar de “marginal”.
 
 
Y si no se le puede llamar marginal… eso cambia toda la perspectiva del método, pues si Jesús no es marginal y es un judío religioso, preocupado intensísimamente por la venida del reino de Dios, Jesús es buscable y entendible perfectamente desde el punto de vista histórico y dentro de la coordenadas judías del Israel del siglo I. Y tampoco creo que Jesús tuviera esencialmente un lenguaje “enigmático” (así resume James Dunn la posición de Meier en la nota 100 de la p. 120 de la obra que comentamos)…, porque si era esencialmente marginal y enigmático no hubiera arrastrado a las multitudes tras de sí… por lo menos al principio. Jesús fue sencillamente un orador a veces exagerado a sabiendas para captar la atención (“Si tu ojo te es ocasión de pecar… arráncatelo”: Mt 5,29)
 
 
Así pues, y sintetizando: debemos ser cuidadosos con las definiciones y el método a la hora de “buscar” a Jesús de Nazaret (es imposible buscar históricamente a Jesucristo, porque este personaje es mitad histórico y mitad teológico). Y este Jesús es buscable, no pudo ser marginal, y hay que buscarlo en el Israel religioso-político del siglo I.
 
 
Seguiremos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Jueves, 23 de Abril 2020
Dudas sobre el pensamiento de Pablo. Preguntas de Gabriel Andrade (y II)  (16-04-2020. 1119)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Bart D. Ehrman
 
 
Me pregunta Gabriel Andrade:
 
 
“En nuestros diálogos, Ud. decía que Ud. sentía pena al imaginar qué estaría pensando Pablo mientras esperaba en la cárcel su ejecución, pues se daba cuenta de que aquellas cosas que había anticipado en I Tesalonicenses (y que supuestamente ocurrirían antes de que sus corresponsales y él mismo murieran), no llegaban. Pero, Ehrman dice que, para el momento en que Pablo escribió 2 Corintios y Filipenses, ya él tenía dudas, y ahora anticipaba que él moriría antes de que Cristo regresara. En vista de eso, según Ehrman, él anticipó que habría un estado intermedio entre su propia muerte y la resurrección, durante el cual él estaría en estado incorpóreo al lado de Cristo.
 
 
Él cita Filipenses 1: 21 (admitiendo así que moriría antes de la llegada de Cristo) y 2 Corintios 5: 1-4  (interpretando que el quedar desnudo es como quedar sin cuerpo, un tiempo transitorio incorpóreo antes de la resurrección). ¿Es plausible esto que dice Ehrman?
 
Y mi respuesta fue
 
Respecto a Flp 1,21: “Pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia”.
 
Por supuesto que es posible que el Apóstol contemplara su muerte. Y los especialistas discuten sobre la evolución del pensamiento de Pablo. ¿Por qué no pudo pensar en algún momento que su predicción de 1 Tes 4,13-17 podría no ocurrir?
 
El texto es el siguiente:
 
“Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor.
 
 
Es posible. Pero lo curioso es que la expectativa paulina de una venida inmediata del Mesías (segunda venida) se mantiene clarísimamente durante la primera mitad del siglo II como da a entender 2 Pedro 3,4-16… (compuesta unos 70 años después de la muerte de Pablo) donde alude expresamente a la esperanza del Apóstol de que el final va a ocurrir pronto. El texto más importante es 3,14: “Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha”.
 
 
Así somos los humanos: esperamos, pero nos asaltan continuamente las dudas.
 
 
Respecto al texto de 2 Cor 5,1-4:
 
 
“Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos.  ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida”.
 
 
El “desnudos” del v. 3, puede entenderse sin duda como “sin cuerpo”, pero quizás con más probabilidad como “sin méritos”  (después de la justificación por la fe hay que vivir una vida irreprochable cumpliendo la ley del Mesías de Gal 6,2) para apropiarse de, o mejor entrar en la casa celestial.
 
 
Por tanto, la argumentación completa de Ehrmann,  que todavía no conozco, es posible que sea razonable aportando también el germen de la duda. De todos modos, ojo con Ehrmann, pues su negocio (también cobra por la entrada en el Blog) es decir “cosas nuevas, originales y rompedoras”.
 
 
Con el poco material que tenemos de Pablo muchas interpretaciones alternativas son posibles, sobre todo aquellas sacadas de su  contexto.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
 
NOTA
 
Envíos enlaces de algunas de las entrevistas que me han hecho en Semana Santa:
 
· Gabriel Erdman, profesor de Historia de Instituto en Argentina, publica la siguiente entrevista http://espectros.com.ar/numero-actual/?fbclid=IwAR2M3OEALX05BhnyQOzlWXAcFTeYzjSJGm4zuuH5MUV_5FqswuBn5KpR-H8
  
· Teresa Viejo, en el programa de RNE: https://www.rtve.es/alacarta/audios/la-observadora/observadora-antonio-pinero-11-04-20/5555843/
 
 
· Jesús Ortega, de  “Radio Castilla La Mancha”: iVoox! EDI 4x30 - ¿Resucitó Jesús? (con Antonio Piñero) http://www.ivoox.com/49930948
 
· Fernando Mullor, en Murcia-Alicante:  iVoox! EVANGELIOS APÓCRIFOS con Antonio Piñero (Especial Semana Santa) - El Candelabro 6T 10-04-20 - Prog 33 http://www.ivoox.com/49893512
 
 
Saludos de nuevo
Jueves, 16 de Abril 2020

Alsos es la palabra griega para bosque sagrado, y sin duda en otras culturas apareció ese elemento sacro. Hoy, la curiosidad me lleva a investigar qué posibilidades hay de que la palabra y el concepto aparezcan en la cultura judía.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


Valle de REphaim. Fotografía tomada de https://image.slidesharecdn.com/jerusalemregion-110828190637-phpapp01/95/jerusalem-region-78-728.jpg?cb=1314559003
Valle de REphaim. Fotografía tomada de https://image.slidesharecdn.com/jerusalemregion-110828190637-phpapp01/95/jerusalem-region-78-728.jpg?cb=1314559003
Domingo, 12 de Abril 2020
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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