CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo de los Evangelios.


A juzgar por las palabras que presumimos auténticas y que de él conservamos, Jesús apenas se mostró claramente como el mesías. Puede decirse que casi nunca.

Algunos investigadores intentan rellenar esta laguna del pensamiento de Jesús apoyándose en los títulos cristológicos ("hijo de dios"; "hijo del hombre") que encontramos en el Nuevo Testamento, y en la teología que a ellos subyace, para responder a la pregunta de la autoconciencia de Jesús.

Pero esta postura no me parece correcta, puesto que cuando se le aplica a Jesús el título de “hijo de Dios” o “hijo del hombre” en pasajes de los Evangelios, la inmensa mayoría de los críticos –incluidos los católicos- afirman que no proceden de Jesús, sino de la pluma de los evangelistas, que muestran ahí más su teología que los que Jesús dijo en verdad.

Sin embargo, la postura de los investigadores no es unánime referida a la exégesis de ciertos pasajes concretos.

Pongo un ejemplo: el interrogatorio ante el Sanedrín de Mc 14, 53-64, tal como está en el Evangelio de Marcos representa una reunión del supremo tribunal (compuesto de príncipes de los sacerdotes, ancianos y escribas = el Sanedrín: Mc 14, 55) por la noche, cosa que es insólita en toda la historia del tribunal y que estaba totalmente prohibido por las leyes judías del momento. Muchos investigadores piensan que ahí está la mano del evangelista que cuenta las cosas como le han llegado por tradición, y no ha comprobado si es posible históricamente o no. Se inclinan entonces a pensar que toda la escena puede ser una ficción del Evangelista Marcos o de sus "fuentes".

En esa comparecencia le pregunta el pontífice a Jesús: “¿Eres tú el mesías, el Hijo del Bendito. Y Jesús dijo: Yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo” (Mc 14,61-62).

Otra razón por la cual, en estas cortas frases, dudan muchos intérpretes que representen las palabras exactas de Jesús, es la siguiente: nunca antes se había manifestado así, con tanta rotunda claridad, ni ante sus discípulos, diciendo “yo soy el mesías”. Su estilo de manifestarse –aunque hipotéticamente lo creyera en su fuero interno- era otro, mucho más modesto.

Para otros investigadores, por el contrario, es posible que Jesús manifestara su mesianismo. Pero cosa diferente es ccómo se interpretan exactamente sus palabras.

Así, para Gonzalo Puente Ojea, Fe cristiana, Iglesia y poder, p. 35, el pasaje de Mc 14,62 y paralelo puede ser una prueba de la admisión explícita de su mesianidad por parte de Jesús ante el Sanedrín. Es posible -dice- aunque este textos se halla trufado de añadidos y perspectivas secundarias, tardías, ya cristianas.

Según Ch. Rowland, Christian Origins. An Account of the Setting and Character of the most Important Messianic Sect of Judaism. ("Los orígenes cristianos. Relación del contexto y carácter de la secta mesiánica más importante del judaísmo) Londres, 1985, 181 (citado por el mismo G. Puente Ojea ) "parece probable que Jesús mismo expresara [ante el Sanedrín] alguna clase de pronunciamiento que llevó a sus acusadores a suponer que él había aceptado ser un pretendiente mesiánico; de lo contrario no podríamos explicarnos el cargo contra Jesús de ser rey de los judíos".

Para otros (recogidos por Leivestad, en su artículo "Jesus - Messias - Menschensohn. Die jüdischen Heilandserwartungen zur Zeit der ersten römischen Kaiser und die Frage nach dem messiansichen Selbsbewußtsein Jesu" ("Jesús, mesías, hijo del hombre. Las expectativas mesiánicas judías en la época de los primerosemperadores y la autoconciencia mesiánica de Jesús") no queda claro el que la tradición sinóptica estuviera segura de si en este momento Jesús aceptó, o no, el título de mesías.

Si el pasaje del Evangelio de Marcos que comentamos se hubiera detenido en el “Yo soy”, es decir, en una confesión de su mesianidad ante quizá el momento más crucial de su vida, creo aceptable que Jesús hubiese manifestado así claramente su mesianidad.

El problema está en que –en el Evangelio de Marcos que citamos- la expresión “mesías” va unida a “Hijo del Hombre” y este sintagma, en ese contexto, significa juez supremo, en el Juicio final, de todos los hombres. Esa es una función sólo divina, y jamás Jesús -en sus palabras que pueden considerarse auténticas- se arrogó semejante prerrogativa (discutiremos de ellos cuando nos toque tratar del difícil tema del “Hijo del Hombre”).

Para otros estudiosos, incluidos los católicos, la no utilización para probar el mesianismo de Jesús, de textos dudosos en su autenticidad histórica, es cosa aceptada. Se refieren a pasajes sobre todo en los se titula a Jesús “hijo de Dios” e “Hijo del Hombre” como si fueran títulos complementarios al de mesías y entendidos como proclamación simultánea de la divinidad de Jesús.

Por otro lado, el desarrollo del cristianismo no se entiende ni se explica de modo conveniente si el Nazareno careció totalmente de conciencia mesiánica, aunque fuera un tanto imprecisa.

Muchos investigadores lo aceptan, pero sostienen precisamente este punto de vista: esa imprecisión de concepto en el Jesús histórico fue luego explicitada por los cristianos, sus seguidores y no siempre se puede asegurar que lo hicieran conforme al pensamiento del Jesús histórico.

Creo que por este camino va la solución: me parece personalmente peligrosa la teoría llevada hasta el extremo de que todo lo que los evangelistas ponen en boca de Jesús es absolutamente histórico.

Se puede admitir que Jesús empleara los vocablos "mesías" e "hijo del hombre" en la comparecencia ante el Sanedrín, si se matiza que la hipótesis de la existencia de una conciencia mesiánica tradicional en Jesús no excluye el que luego ésta pudiera ser completada y remodelada por los Sinópticos.

Desde luego, los evangelistas la suponen, aunque posteriormente pudieran presentarla a la luz de la fe postpascual, es decir, desde la fe en que Jesús había ya resucitado y que Dios lo había colocado “a su diestra”, es decir, había hecho de él, por su cualidades y obediencia a la voluntad de Dios, un ser de algún modo perteneciente ya al estrato de la divinidad.

En síntesis:

Me parece sumamente probable que aunque hubiera una época de su vida, al principio, en la que Jesús no pensara de sí mismo que era el mesías, o que no debía manifestarse como tal, al final de su carrera terrestre sí opinó que era conveniente una clarificación. Una serie de pasajes evangélicos complementarios a otros citados apuntan en esta dirección, a saber que Jesús se consideró a sí mismo al menos al final de su vida el mesías de Israel.

En primer lugar, Jesús fue auténticamente un discípulo del Bautista, y la misión de éste debe caracterizarse como cercana a las pretensiones mesiánicas,en el sentido al menos de "anunciador del juicio de dios que viene como paso previo a la instauración del Reino". Así lo apunta claramente Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos XVIII 5,2: el tetrarca Herodes Antipas manda asesinar a Juan Bautista no por una intriga de amores (Herodías), sino porque el Bautista es un peligro público: las multitudes se congregaban para oír sus palabra. Por tanto podía moverlas con gran peligro para la autoridad.


Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Síntesis de resultados: el cristianismo paulino como un producto de la religiosidad mediterránea oriental del siglo I d.C.”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.







Viernes, 25 de Septiembre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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