CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Cómo fue la autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo de los Evangelios. ¿Incluía el mesianismo de Jesús la idea de que él era divino?


Si Jesús fue visto y reconocido como mesías, al menos al final de su vida, tanto por sus discípulos como por la turba (entrada triunfal en Jerusalén que ya hemos cimentado), es lógico suponer que su mesianismo se acomodara al que era usual en su Palestina natal del siglo I. Los dos discípulos que caminaban a Emaús, según el Evangelio de Lucas) después de la muerte de Jesús, lo expresan con extrema claridad:


"Jesús, el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; ¡Nosotros esperábamos que era él el que iba a librar a Israel!" (Lc 24,19.21).


No es sensato pensar que Jesús se proclamara mesías entrando en Jerusalén, y que la plebe lo aclamara como tal, a la vez que ese mismo Jesús lo hacía en un sentido totalmente distinto al de su época. Al no explicarlo y dejándose aclamar, Jesús habría cometido un acto de falsía que no encaja en absoluto con su personalidad. Así pues, según esta escena: Jesús concintió, sin más explicaciones a ser aclamado como un mesías de acuerdo con las concepciones "normales" (el sentir medio) que hemos visto a lo largo de la serie.

Ser mesías implicaba acomodarse a un cierto esquema y a unas exigencias que se habían formando en el pueblo a base de una reflexión sobre las Escrituras, y gracias a la teología –prolongación de éstas- que se expresaba en escritos que circulaban entre los piadosos. en concreto se han conservadon los denominados "Apócrifos del Antiguo Testamento" y los "manuscritos de Qumrán" y quizás algunos comentarios y traducciones al arameo judíos a la Biblia cercanos en su composición al siglo I (llamados "midrasim", los comentarios y "targumim", las traducciones). De no ser así, nadie le hubiera reconocido en Jerusalén.

Añadamos que si Jesús hubiera albergado la idea de ser él un mesías nuevo, inaudito en el judaísmo, cuya muerte vicaria y auténticamente expiatoria habría de borrar los pecados del mundo, esta idea habría formado parte tan esencial de su pensamiento que los discípulos habrían acabado por entenderla.

Hay otros indicios directos o indirectos de la aceptación de Jesús por el pueblo apuntados por los evangelios. El primero puede ser las noticias de Marcos de lo que sucedía entre Jesús y las autoridades de Jerusalén después de la denominada “purificación del Templo (Mc 11,15-17 + 14,1-2)


"Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina […] Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarle.
Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo.»

y de Lucas:


“Y buscaban los sacerdotes y los escribas cómo acabar con él, pero temían al pueblo” (Lc 22,2).


Este favor del pueblo no sólo se debía a la fama de su predicación y obras portentosas (sanaciones y exorcismnos), a la entrada mesiánica en Jerusalén y al hecho de la “purificación” del Templo, sin también –probablemente- a que Jesús dijo en realidad, oscura y sibilinamente, que no había que pagar el tributo al César (Jesús afirma “devolved [así el texto griego; no dice “dad”] al César lo que es del César”, es decir entregadle si queréis su impura moneda [nosotros tenemos las nuestras], pero a “Dios lo que es de Dios”, es decir, hay que devolver a Dios la soberanía real sobre la tierra de Israel y sus frutos (simbólicamente representados por las ofrendas en el Templo) porque Él es el único Señor.

La razón de esta exégesis, para muchos extraña, de este famoso pasaje es simple: aparte de así lo interpreta el texto de Lucas 23,2, es absolutamente imposible que un personaje público judío hubiera mantenido –como se afirma- que había que pagar el tributo al César, y al mismo tiempo gozara de tanto favor entre el pueblo, tanto que las autoridades no se atrevían a “ponerle la mano encima”. El que piense en las circunstancias de la época en Jerusalén, y la mentalidad de los judíos respecto a los romanos, percibirá que son imposibles las dos cosas a la vez: gozar del favor del pueblo y ser de hecho un prorromano, abonando el pago de la capitación o tributo al César.

Por añadidura,

· la agonía en Getsemaní (véase Lc 22,39ss y paralelos),
· más la terrible expresión: "Por qué me has abandonado", dirigida por Jesús a Dios en el momento cumbre de su muerte (Mt 27,46 = Mc 15,34; Lc dulcifica la escena eliminando la queja),
· y la huída y desbandada general de los discípulos tras el fracaso de Jesús

hacen muy improbable la suposición de que Jesús y sus discípulos hubiese contado realmente con la absoluta realidad de su muerte ignominiosa (otra cosa es que Jesús, en momentos de lucidez, hubiese percibido en cuán grande peligro estaba y cuán reales eran las ocasiones de que pudieran acabar con él sus enemigos).

Debemos concluir, por tanto, que tiene razón la mayoría de los intérpretes, incluidos algunos notables católicos, cuando estima la segunda concepción mesiánica –la de un mesías sufriente, cuyo sufrimiento es un plan divino y cuya muerte es vicaria por toda la humanidad- como una reconstrucción/reinterpretación del mesianismo de Jesús por parte de la comunidad primitiva (representada por la tradición transmitida por los evangelistas) a la nueva luz de la exégesis nueva de las profecías.

Esta reinterpretación del mesianismo de Jesús sólo se logró tras los eventos de Pascua, es decir, la creencia de que Jesús había resucitado.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Literatura apócrifa del Nuevo Testamento”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.





Lunes, 5 de Octubre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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