CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Escribe Antonio Piñero

Pregunta:


¿Por qué el hombre siente necesidad de formular conjeturas esotéricas o paranormales para explicarse fenómenos que no comprende, por ejemplo, las espirales de Nazca? ¿Por qué no espera a que la historia y la ciencia indaguen y averigüen? ¿Por qué no aguarda a que alguien formule una propuesta lógica y sensata?


RESPUESTA:


Las preguntas que Usted formula encajan perfectamente en el ámbito en el que el ser humano se ha cuestionado siempre y lo ha formulado en ciertas preguntas fundamentales acerca de su existencia en la tierra, tan limitada, tan sujeta a constantes peligros, tan inestable, necesitada de ayuda… lo que le lleva a buscar la seguridad en alguna fuerza superior a él que le proporcione cobijo. Esta búsqueda de la seguridad y del cobijo, y en concreto la respuesta al miedo a la muerte y a lo que pueda haber detrás de ella lleva –según opiniones de muchos expertos, como Edward Burnett Tylor, el miedo a la muerte está en el origen de la religión (véase la obra de Gonzalo Puente Ojea, Crítica antropológica de la religión. Las sendas equivocadas del conocimiento humano, editado por Signifer Libros, colección Thema, Mundi/4, Salamanca - Madrid 2013. Segunda edición revisada y ampliada por el autor; 258 pp. ISBN 978-84-941137-6-5).


Y una vez que el hombre religioso acepta –sobre todo por la observación de fenómenos incomprensibles y aterrorizadores de la naturaleza–¬ la existencia de una fuerza superior a él, incluso todopoderosa, está perfectamente equipado mentalmente para formularse estas preguntas que Usted ha recogido. El homo religiosus opina que los fenómenos paranormales exigen respuestas paranormales y no “científicas”.


En ese sentido no tiene por qué esperar a que le respondan a ellas los “científicos” que estén a su lado, entre otras razones porque en el fondo los cree ignorantes de esa o esas fuerzas superiores que tienen las verdaderas respuestas a los interrogantes que le angustian. Opina, por lo general, que el científico solo sabe responder, y poco, de las fuerzas de “acá abajo”, pero nada de lo de “arriba”, de lo sustancial, de lo que verdaderamente preocupa. Esas preguntas deben ser respondidas por los que están en contacto con lo de “arriba”.

De este modo, el sacerdote, el chamán o el gurú religioso, que le ponen en contacto con esas fuerzas superiores, es decir, hacen de intermediario e intercesor ante ellas, le ofrecen la respuesta totalmente a mano sin necesidad de esperar a la lenta observación científica: seres superiores a nosotros son los causantes de lo que veo; “ellos han hecho eso”.


Y su necesidad lógica de formularse preguntas y respuestas ha sido satisfecha con ese proceso. ¿Para qué esperar a los científicos, a veces tan presuntuosos y que tanto se equivocan?


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 26 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:


Dice usted que “tenemos pruebas claras” en 1 Cor de que los "espirituales" de Corinto profesaban ya una escatología presentista del tipo que luego desarrollaría el cristianismo joánico.


En primer lugar querría saber si en su opinión los "espirituales" de 1 Cor son las mismas personas a quienes Pablo tachará de "pseudoapóstoles" en 2 Cor.


En segundo lugar querría pedirle que expusiera - siquiera someramente - los indicios que ofrece 1 Cor para atribuir una escatología presentista a los "espirituales" de la comunidad de Corinto.





RESPUESTA:


1. No, en absoluto. Los pseudo o súper apóstoles, como los denomina en 2 Corintios 11,5 (“No me juzgo en nada inferior a esos «superapóstoles»”) son unos misioneros judeocristianos venidos de fuera (parecidos a los que perturbaron la comunidad de Galacia y la levantaron contra Pablo) de los que se defiende en la llamada Carta A, la primera de las varias cartas, unas cuatro o cinco, de las que se compone 2 Corintios.


De mi obra “Guía para entender Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino” (Trotta, Madrid 2015) entresaco lo que le interesa acera de estos pseudo apóstoles:


Al parecer llegaron a la comunidad misioneros seguidores de Jesús de fuera (11,4.13), con cartas de recomendación (deducido de 3,1) y comenzaron a predicar un evangelio distinto al de Pablo (11,4).


¿Qué predicaban? En 2 Cor no queda tan claro como desearíamos. En líneas generales sus características más importantes eran las siguientes:


• La tradición judía y la Alianza seguían siendo importantes, aunque no insistían en la circuncisión y los preceptos rituales de la Ley.


• La renovación de la tradición judía y de la Alianza se había realizado en Jesús y continuado por el Espíritu. Prueba de ello eran los prodigios y manifestaciones espirituales que acompañaban a los nuevos misioneros.


• El Cristo que predicaban era más un Cristo victorioso que el Cristo sufriente, y prestaban poca atención a la necesaria imitación cristiana de esos sufrimientos, a través de los cuales viene la gloria y la resurrección.


Pablo recibió noticias de todo ello y le informaron además de que los misioneros nuevos le atacaban personalmente. Insistían en especial en que él no era un verdadero apóstol. Entonces escribió una primera carta para contrarrestar los efectos de la predicación de esos advenedizos. Una parte de esta misiva se ha conservado en 2,14-7,4 = que denominamos Carta A. Esta carta es una defensa o apología en toda regla de Pablo mismo como apóstol. En ella Pablo parece persuadido de que sus argumentos tendrán éxito.


2. De la misma obra, entresaco información al respecto de los espirituales:


Los espirituales de Corinto parecían negar la realidad de la resurrección corporal futura (15,12), probablemente porque creían haber alcanzado ya la salvación que afectaba solo al alma/espíritu. La “resurrección” habría empezado ya en el presente (“escatología realizada”). La posesión del Espíritu unía al perfecto directamente con Cristo resucitado elevándolo sobre todo el mundo de lo terrenal. En una mentalidad helénica (y “proto-“ o “pregnóstica”) no es raro que surgiera la idea de una “resurrección” ya comenzada en esta vida: si el alma es ya espiritual, la revelación la hace aún más espiritual, menos apta para morir. La idea de la “resurrección adelantada” explica también por qué los espirituales pensaban que podían hacer lo que quisieran con el cuerpo (6,14): el alma ya había resucitado y el cuerpo no era más que materia sin interés destinada, quizás –queda obscuro-- a la aniquilación. Nada importaba.


Es exagerado etiquetar a los de este grupo de espirituales corintios como “gnósticos”. Pero es verdad que sus ideas se asemejan notablemente a las que tendrán los gnósticos cristianos un siglo más tarde.



Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Lunes, 25 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

Profesor encuentro curioso que usted comente que la creencia en la resurrección de Jesús sea lo que conserve o justifique la existencia del cristianismo, mas sin embargo no fue necesario para Cerinto ya que este creía que Jesús habia muerto y resucitaría despues al final de los tiempos junto con los demas hombres. ¿Como se explica esto?


RESPUESTA:


No son ideas contradictorias. De Cerinto sabemos poquísimo, porque todo se ha perdido; sólo a partir de Ireneo de Lyon (Refutación de las herejías I 26 y III 3.11. Ni quiera es seguro, sino muy probable, de él eso que Usted dice. Cerinto suele considerarse un gnóstico de finales del siglo I o principios del segundo, en cuanto a su doctrina de la creación no por medio de Dios sino por el Demiurgo… y en su idea de que el Jesús real es celeste que se encarnó en un Jesús humano al que abandonó en el momento de la crucifixión. Y es totalmente ebionita en sus creencias de que este Jesús humano no tuvo un nacimiento sobrenatural, que sí tuvo una muerte natural en la crucifixión (pero que no valió de nada de hecho para la salvación), y de que resucitará en el último día..

Al ser un gnóstico, el Jesús apariencial o terreno no le vale en realidad, sino el Jesús celeste como revelador de la gnosis, conocimiento, que es lo único que salva, no el sacrificio de la cruz. Y la resurrección la tiene el Jesús Revelador “desde siempre”, pues nunca murió. Y el creyente ha resucitado ya desde el momento en el que cree en el Revelador.

Pero yo no hablo de este cristianismo, sino del de Pablo, interpretado sobre todo por los Evangelios, por el autor de la Carta a los hebreos y por otros discípulos como el autor de Colosenses, etc. Esta es la base del cristianismo actual y para él es absolutamente básico que Jesús fuera el mesías, un hombre auténtico, pero luego elevado por Dios (cada uno lo explica como puede) al ámbito de lo divino, y que resucitó realmente. Sin esto, no hay el cristianismo de hoy… no existiría.

Pregunta:


Entendiendo que considerar y dogmatizar al Espíritu Santo como Deidad y parte de la Trinidad fue un asunto del cristianismo dominante y los Concilios, ¿cómo el pueblo hebreo entendía la figura del Espíritu Santo o Espíritu de Dios en el AT, y luego en el Judaísmo del Segundo Templo, por ejemplo, en la Apócrifa y Pseudoepígrafa?


¿Algunos libros de referencia?



RESPUESTA:


Su pregunta es vastísima. No es posible resumirle en unas líneas lo que pregunta Usted porque se han escrito libros enteros solo para responder a una parte de ella.


Le ruego que consulte grandes diccionarios de la Biblia y de los Apócrifos en alguna buena Biblioteca de Teología y allí encontrará bibliografía abundante. Puede usted consultar la revista “Old Testament Abstracts” y el “Elenchus Bibliographicus Biblicus”, publicado anualmente por la revista “Biblica”. Si se lee bien inglés, hay que buscar la versión inglesa del Theologisches Wörterbuch zum neuen Testament”, diccionario maravilloso y completísimo, que siempre he usado en alemán para enterarme de lo sustancial de cada vocablo y familia de ellos, y el artículo Heiliger Geist de la “Theologische Realenzyklopädie”. Busque también en la Jewish Encyclopedia.



De mis tiempos de estudiante recuerdo que leí un libro muy bueno, de Peter Volz, Der Heilige Geist im Altem Testament”, pero no recuerdo más sobre la editorial. El libro era de 1929, pero totalmente completo y magnífico.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Domingo, 24 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:


Quisiera hacerle unas preguntas, si me permite. Voy al lío: se dice que Pablo se inventa una reinterpretación fantástica de la crucifixión de Jesús, convirtiendo la condena por sedición del Maestro en un sacrificio por la humanidad entera, ya que Jesús no tenía ninguna intención de "sacrificarse" sino de vencer a los romanos.


1. ¿No es posible que Jesús se imaginase a sí mismo como sacrificio de Israel? Es decir, tuvo que ser consciente, si no estaba realmente perturbado, de que lo más probable en sus circunstancias era acabar como su maestro Juan el Bautista. Los evangelios parecen dar la imagen de un Jesús empujado por sus seguidores a que se presentase como aspirante al trono. Y si era lo suficientemente cabal como así se desprende de su judaísmo, ¿por qué no pensar que, ciertamente, creía que podría enfrentarse a Roma y al mismo tiempo, si no lo conseguía, ser un mártir nacional que tampoco estaba tan mal? Sacrificarse por la nación es algo muy valorado incluso entre sociedades no religiosas, quienes lo hacen pasan a convertirse en héroes del pueblo. ¿No pudo ser esa la inspiración de la redención de la humanidad mediante la muerte en la cruz de Jesús de Pablo? Quiero decir que las dos opciones eran válidas, tanto triunfar frente a Roma como convertirse en un mártir de Israel por defender el Reino de Dios que, en última instancia, tendría que ser universal. Por lo tanto la idea de que Cristo se inmoló conscientemente como cordero de Dios no tiene por qué ser una invención fantástica de Pablo sacada de la nada, sino la realidad implícita al hecho de intentar rebelarse contra Roma. Sinceramente, me cuesta mucho imaginar a Pablo inventando de la nada teorías fantásticas sobre un personaje que ni conoció. ¿No tiene más sentido pensar en un Pablo exponiendo tras el dogma de la redención que, sí, hubiese estado bien que Jesús destruyese Roma, pero al no conseguirlo su muerte como mártir de Dios es un ejemplo para todo Israel y por extensión toda la humanidad al mostrar Valor y Sacrificio? Si Jesús fue el “fracasado” del que habla Usted y Monclús, Ojea, etc. ¿por qué iba Pablo a intentar justificar su fracaso a no ser que viese en su muerte precisamente a un mártir de Israel, de su causa contra el pagano?


2. Mi última pregunta está relacionada con la concepción que tenían los judíos de sí mismos como pueblo. ¿Eran los judíos más nacionalistas que griegos, romanos o cualquier otro pueblo conocido de la antigüedad? ¿El concepto de bárbaro que los griegos aplicaban a los extranjeros no es equiparable al de gentil?


RESPUESTA:


Estas dos preguntas están respondidas de una manera implícita y explícita en mi libro o “Guía” sobre Pablo (Trotta, Madrid, 2015) que a estas alturas es ya bien conocido.


1. En realidad, es imposible saber que pasó en realidad por la cabeza de Jesús, ya que nuestras fuentes no lo permiten. Las biografías antiguas –y los evangelios son una suerte de biografía– se interesaban poco por aspectos de psicología exterior, y mucho por las virtudes y el impacto de un individuo, o por su relaciones con el estado o con la sabiduría en general.


Pero Jesús se creía ante todo un profeta. Y si Usted lee la Biblia hebrea verá que a ningún profeta se le ocurrió morir como mártir por Israel. Eso es una idea (la “muerte vicaria”) grecorromana, no judía. Es cosa comprobada que no existe en la Biblia, tampoco en Jesús y sólo aparece en Pablo. Y es muy probable que Pablo tomara la idea de este ámbito, ya que la muerte vicaria no aparece en la Biblia hebrea, ni siquiera en los deuterocanónicos como 2 Macabeos 6,28; 7,9.37-38 (único texto citado en favor de que sí existe ese concepto en la Biblia), pues el pasaje no dice que el anciano Eleazar y los siete hermanos murieran voluntariamente en vez de otros, o para que otros judíos no murieran, sino que aceptaron la muerte “en pro de las leyes patrias”.


2. Los judíos eran aún peor: dividían las naciones del mundo entre ellos, los elegidos, y los demás, las otras “naciones”, condenadas por Dios al exterminio si no se convierten al Dios de Israel, o al menos lo reconocen lo respetan y cumplen el Decálogo que está impreso en sus corazones. Sobre esta última idea lea atentamente el capítulo 2 de la Carta a los romanos de Pablo sobre todo a partir del v. 12.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Viernes, 22 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

¿La escatología presente del Cuarto Evangelio nace tras la destrucción del Templo del 70 ?


RESPUESTA:


La escatología presente (es decir, la resurrección y el Juicio se están viviendo ya en el mundo presente, tras creer o no a Jesús como Revelador, sin necesidad esperar a ese Juicio Final, tiene su máximo exponente ciertamente en el Cuarto Evangelio, y su texto más significativo es 5,24: “En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida”. Aunque en el Evangelio, tal como está ahora, después de pasar por mucho trabajo de edición por diversas manos, también presenta la opinión normal, a saber, que el Juicio será al final del mundo y no en esta vida presente.

Y como creemos que el Evangelio de Juan se compuso entre el 95-105, y eso está detrás de la destrucción del Templo en el 70, debemos concluir al menos la formulación clara de esta escatología solo aparece después de esa fecha en los Evangelios.

Ahora bien, tenemos pruebas claras por la carta 1 Corintios, escrita por Pablo en el 56-58 probablemente que los “espirituales” de Corinto cuyas doctrinas un tanto exaltadas trata de precisar y contener Pablo, tenían ya esa doctrina.

Por favor, consulte si le es posible, ni obra “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino. Trotta, Madrid, 2015. He procurado ahí explicar, en la “Aclaración” dedicada a la escatología paulina y al reino de Dios en Pablo todas estas ideas.

Pregunta:

Entendiendo que considerar y dogmatizar al Espíritu Santo como Deidad y parte de la Trinidad fue un asunto del cristianismo dominante y los Concilios, ¿cómo el pueblo hebreo entendía la figura del Espíritu Santo o Espíritu de Dios en el AT, y luego en el Judaísmo del Segundo Templo, por ejemplo, en la Apócrifa y Pseudoepígrafa?

¿Algunos libros de referencia?



RESPUESTA:


Su pregunta es vastísima. ¿Cómo cree usted que puedo resumirle en unas líneas todo lo que pregunta Usted cuando se han escrito libros enteros solo para responder a una parte de ella?

Sólo le diré en breves pinceladas, que habría que distinguir épocas y épocas en el judaísmo. En el tiempo primitivo la concepción del Espíritu era probablemente un fluido que salía de Dios… y se materializaba para ser accesible al hombre: el inspirador de los profetas, por ejemplo. Ese fluido podía pasar desde Elías a Eliseo = 2 Re 2,9, o desde Moisés a los ancianos; vea el libro de los Números 11,17). Pero con la llegada del pensamiento griego a Israel, en plena potencia ideológica desde el siglo III a.C. la concepción del Espíritu se fue refinando. Era Dios pero como actuante hacia fuera de él mismo, es decir, simplemente Dios, pero como aire divino y sutil hacia fuera… Dios como si tuviera una mano derecha especializada para controlar el universo cuando le interesaba, Esa exteriorización podía ser su Palabra o su Sabiduría o su mera Presencia. Un tanto tautológicamente lo podríamos “definir” del modo siguiente: Dios… como Espíritu/viento silencioso, actuante y animante.

Le ruego que consulte grandes diccionarios de la Biblia y de los Apócrifos en alguna buena Biblioteca de Teología y allí encontrará libors sobre el tema en gran abundancia. Puede usted consultar la revista “Old Testament Abstracts” y el “Elenchus Bibliographicus Biblicus”, publicado anualmente por la revista “Biblica”. Si lee bien inglés, como supongo, busque la versión inglesa del Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament”, maravilloso, que siempre he usado en alemán y el artículo Heiliger Geist de la “Theologische Realenzyklopädie”. Busque también en la Jewish Encyclopedia. Sobre bibliografía específica acerca del tema “Espíritu” quiero indicarlo una publicación que a mí personalmente me impactó : de mis tiempos de estudiante recuerdo que leí un libro muy bueno, de Peter Volz, Der heilige Geist im Altem Testament”, pero no recuerdo más sobre la editorial. El libro era de 1929, pero totalmente completo y magnífico. Siento que esté en alemán y no sé si le será accesible. Y luego me permito insistirle que sobre estas preguntas tan generales no tiene más que consultar otro buen diccionario de teología en español y tendrá bibliografía para inundar su biblioteca.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Jueves, 21 de Abril 2016

Notas

Hoy escribe Fernando Bermejo

Los cuatro evangelios canónicos presentan a Jesús como alguien que citaba y comentaba las Escrituras de Israel. Si este retrato se remonta a la figura histórica de Jesús ha sido un asunto debatido en la historia de la investigación.

En los congresos internacionales de la EABS (European Association of Biblical Studies) celebrados entre 2012 y 2014 en Amsterdam, Leipzig y Viena un grupo de especialistas abordó esta cuestión centrando su atención cada año en una sección de las Escrituras y el impacto que parece haber tenido sobre Jesús. En Amsterdam el tema fue Jesús y los libros históricos; en Leipzig, Jesús y los profetas; y en Viena, Jesús y los Salmos y la literatura sapiencial.

Una selección de los trabajos presentados ha sido publicada ahora en el volumen editado por el profesor de Nuevo Testamento en la Universidad de Lund (Suecia) Tobias Hägerland, Jesus and the Scriptures. Problems, Passages and Patterns (Library of New Testament Studies 552), Bloomsbury T & T Clark, London – New York, 2016, 246 pp.

Ofrezco a continuación el índice de la obra, por si a algún lector puede interesarle.

Part A: Problems of Method for Studying Jesus and the Scriptures

Jesus and the Scriptures: Problems of Authentication and Interpretation (Tobias Hägerland, Suecia)

Part B: Passages of Scripture in the Jesus Tradition

Genesis 2:24 and the Jesus Tradition (William Loader, Australia)

The Queen of Sheba and the Jesus Traditions (Kim Huat Tan, Singapur)

Jesus' Exorcistic Identity Reconsidered: The Demise of a Solomonic Typology (Jennifer Nyström, Suecia)

Being 'God-Taught': Isaiah 54:13 as Prolegomenon to the Teaching Ministry of Jesus (Jonathan A. Blanke, USA)

The Day of the Lord is Coming: Jesus and the Book of Zechariah (Fernando Bermejo Rubio, España)

Jesus and the Devout Psalmist of Psalm 22 (Ville Auvinen, Finlandia)

Part C: Patterns in Jesus' Use of Scripture

A Servant Like the Master: A Jewish Christian Hermeneutic for the Practice of the Torah (Edwin K. Broadhead, USA)

Jesus the Sage and His Provocative Parables (Ben Witherington, USA)

A Sign from Heaven and the Word of Scripture: Jesus' Miracles at Stake (Jan Roskovec, Chequia)

Re-examining the Last Supper Sayings in Light of the Hebrew Scriptures (Mary J. Marshall, Australia)


Saludos cordiales de Fernando Bermejo

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Premio TRITHEMIUS Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO

“Gnosis, cristianismo primitivo y manuscritos del mar Muerto”

Autor: Antonio Piñero

Editado por Tritemio, Madrid

Hoy 20 abril, miércoles, de 2016 a las 19.30 horas (perdón: ayer escribí por error a las siete)

Lugar: Ateneo de Madrid c/ Prado 21. Calle Prado 21, Salón Úbeda

Saludos de

Antonio Piñero
Miércoles, 20 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero

Pregunta

Le quería preguntar si la figura de Cristo puede considerarse la de un profesional religioso, veo en otras escuelas que la profesionalización es una forma de desvirtuar el mensaje de las tradiciones.


REPUESTA:


No creo que lo fuera. Como otros fariseos (y ay que admitir que Jesús lo era al menos sui generis) tenía ante todo un oficio al que atender, y no hay razón para dudar que fuera maestro de obra/carpintero. Pero como otros profetas de Israel, Jesús se creyó llamado por Dios para recibir el bautismo de Juan Bautista y ser su discípulo durante un cierto tiempo; y luego, formando un grupo propio, probablemente, sintió la llamada de Dios que le decía a debía entregar por un tiempo limitado su vida a la proclamación de la venida inminente del reino de Dios en el suelo de Israel. Y como todo eso ocurrió en su vida adulta y por muy poco tiempo, quizás menos de un año = duración de su vida pública, no puede decirse que él fuera un profesional de la religión, al menos en la opinión común.

Respecto a la desvirtuación de su mensaje o que él desvirtuara un mensaje tradicional:
A: como Jesús no es escribió nada, todo lo que de él sabemos lo dijeron y escribieron otros. Se formó así una suerte de tradición. Pero –tras muchos estudios y minuciosas deducciones– estamos totalmente seguros de que la tal tradición sobre Jesús no fue simplemente tal , es decir, tradición pura y simple, sino /tradición/ remodelación, engrandecimiento, mejoramiento, etc., no solo de su figura sino también de sus palabras.

Por tanto, si hay alguna tergiversación, y la hubo, casi siempre fue con la buena voluntad de acomodar su mensaje al tiempo que se vivía. Por tanto, fue cosa de los discípulos, no de Jesús. Si él creía que el reino de Dios iba a venir enseguida, no hizo otra cosa que predicar y predicar lo que en su tiempo se creía que era el mensaje de los profetas de Israel acerca del Reino.

No parece, pues, que Jesús tuviera interés ni tiempo para “dedicarse a tergiversar” las tradiciones por él recibidas. Sin embargo, sí las sometió a riguroso examen (Sermón de la Montaña y las famosas “antítesis” (“Se ha dicho, pero yo os digo…) no significan otra cosa (hay consenso en ello entre los historiadores) que el intento de ir a lo más profundo, a lo esencial de la ley de Moisés y de su espíritu sobre el que se habían formado las tradiciones judías antiguas. Además al hombre de hoy, que no sea judío, le interesan poco esas tradiciones.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Para los residentes en Madrid y alrededores:

Premio TRITHEMIUS Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO

“Gnosis, cristianismo primitivo y manuscritos del mar Muerto”

Autor: Antonio Piñero

Editado por Tritemio, Madrid

Día 20 abril, miércoles, de 2016 a las 19 horas:

Lugar: Ateneo de Madrid c/ Prado 21. Calle Prado 21, Salón Úbeda

Saludos de nuevo.
Martes, 19 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

¿Estuvo Jesucristo en Egipto? ¿Emanuel fue el primer nombre dado a Jesús? y, es verdad que José se sorprendió cuando María le dijo que iba a dar a luz? Y la pregunta más complicada... es Antonio Piñero cristiano? Por lo que sé, no es creyente.


RESPUESTA:

Son muchas preguntas. Intentaré responder desde el punto de vista del historiador:

1. Estrictamente no lo sabemos. Probablemente no. No encaja con los otros datos de su vida y lo que aparece en el Evangelio de Mateo es mero material legendario.

2. No, sino Jesús (vea un buen diccionario bíblico). Pero sí es casi seguro de que para los cristianos primitivos Emmanuel y Jesús eran como sinónimos.

3. Todo eso es mítico. No lo sabemos.

4. Soy filólogo, escéptico, racionalista, agnóstico. Pero sin duda soy cristiano cultural. Soy hijo de Atenas, de Roma y de Jerusalén, quiera o no quiera.

Pregunta:


¿Existió Jesús realmente?


RESPUESTA:


Estoy realmente asombrado por la pregunta que se me ha formulado cientos de veces a lo largo de mi vida académica. Creí que estaba resuelta, Pero por lo visto, la cuestión acucia a mucha más gente de lo que me imaginaba.

Aquí tiene un elenco (tomado del índice realizado por la Dra. Carmen Padilla, y publicado aquí mismo) de lo que ya he respondido sobre este tema
Evangelios: qué se puede saber sobre la existencia de Jesús en ellos (7 agosto 2014, Blog)
Jesús, existencia histórica (Pr y Resp, 27 abril 2014, FBook y Blog)
Jesús, existencia histórica (PyR, 29 julio 2014, FB y Blog)
Jesús, existencia histórica (PyR. 7 mayo 2014, FB y Blog)
Jesús, existencia histórica a través de los evangelios (PyR, 3 agosto 2014, FB y Blog)
Jesús, existencia real (7 octubre 2014, Blog/FB)

En mi obra, recientemente publicada en tercera edición “Ciudadano Jesús” (www.ciudadanojesus.com). Tiene todos los argumentos en una buena síntesis.


Haría hincapié solo en dos cosas:

1. La mejor prueba de la existencia de Jesús son las cartas de Pablo. Comenta Gonzalo Puente Ojea: Pablo de Tarso, de cuya existencia real nadie ha podido seriamente dudar, afirma que «Santiago, Pedro y Juan, tenidos por columnas de la iglesia, nos dieron la mano a mí y a Bernabé en señal de comunión» (Gál 2,8). Si Pablo pudiese creer que estaba negociando con personas no tenidas por él como testigos y fedatarios auténticos del mesías Jesús, cuando todavía no se habían escrito los cuatro Evangelios canónicos, habría que pensar de él que era un personaje irreal y fantástico creado por algún escritor esquizofrénico. Pero a nadie se le ha ocurrido aún plantear esta hipótesis de un Pablo chiflado. No se le ocultará al lector que el vínculo de sangre entre un individuo realmente existente como Santiago -que ni siquiera los «mitólogos» ponen en cuestión- con otro cuya existencia tiene que estar realmente «implicada» en la fe y en el parentesco con el sujeto de la noticia en discusión, suministrada incuestionablemente por Josefo, representa una referencia segura en cuanto a la existencia necesaria de ambos.

2. Otra prueba excelente que he explotado poco es el de las discusiones entre judíos y cristianos desde finales del siglo I. Por los Evangelios de Mateo y de Juan en general intuimos que detrás de las discusiones de Jesús y los fariseos y los judíos están las discusiones entre judeocristianos y judíos “normales” sobre cómo entender un buen monto de pasajes de las Escrituras comunes (la Bibllia hebrea o traducida al griego) que los cristianos aplicaban a Jesús (por ejemplo, lo del Siervo Doliente/Sufriente de Isaías 53) como profecías de que el Maestro Jesús era el mesías, y la negación de sus argumentos por parte de los judíos.

Estas discusiones siguieron por todo los inicios del siglo II (Epístola de Bernabé y de Ignacio de Antioquía) y tenemos una muestra estupenda de ellas hacia el 150 en el “Diálogo con Trifón” de Justino Mártir.

Ahora bien, si Jesús no hubiera existido y fuera solo un mito literario, cómo no se le ocurrió a ningún judío negarse a discutir con “unos locos”, como eran los judeocristianos desde su punto de vista y argumentar simplemente: “¿Para qué discutir? ¡Ese Jesús no existió nunca! ¡E un mito literario!”. Pues bien: jamás se les ocurrió eso… sino que siguieron y siguieron discutiendo –como digo desde el último cuarto del siglo I durante toda la mitad del siglo II– sobre si se le podían aplicar a Jesús tales o cuales pasajes de la Escritura o no. Por tanto, discutían sobre un personaje real, cuya tradición se mantenía viva!

Es un argumento súper contundente, según creo.


3. Y, por último: léase el Nuevo Testamento de cabo a rabo, especialmente si les fuere posible en griego, y verá que es una obra complejísima, hecha por la mano de múltiples autores, con opiniones a veces contradictorias sobre cristología, moral, o cómo entender la Iglesia… Una obra así, tan larga (cerca de quinientas páginas en formato bolsillo, sin nota alguna) es absolutamente imposible de falsificar y de ningún modo se explica sobre meras especulaciones o creaciones acerca de un “mito literario”. Me parece imposible y sencillamente increíble que pueda mantenerse tal idea.


4. Y en general respecto a las tesis de los “mitistas” (Jesús nunca existió; es un puro mito literario), creo que debe tenerse como probablemente seguro lo siguiente: como norma general debe adoptarse el argumento más “económico”, sencillo y que explique a la vez el mayor número de datos posibles, aunque quizá no todos. Así: se puede explicar más fácilmente la existencia real de Jesús que probar la existencia histórica de un fraude masivo por quienes lo han inventado a partir de una fusión y concentración en su persona de mitos religiosos previamente existentes. En otras palabras: para un historiador independiente del mundo antiguo plantea muchos menos problemas partir del supuesto de la existencia histórica de Jesús –independientemente de las reinterpretaciones posteriores- que de lo contrario.


La existencia misma del cristianismo, con sus episodios inmediatos de cierta persecución de sus adherentes por parte de las autoridades, que implicaba sufrimientos por parte de quienes daban testimonio, se explica mucho más fácilmente -desde el punto de vista del historiador profesional de la Antigüedad- presuponiendo la existencia de Jesús, que imaginando ésta como una pura invención…, y además reciente.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
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Lunes, 18 de Abril 2016
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:


¿Realmente Pedro murió crucificado como dicen muchos historiadores con la cruz invertida, ya que los evangelios no aparece la crucifixión de Pedro. Luego, será verdad o falso que Pedro, también murió en la que ahora es la Basílica (San Pedro) que tiene su nombre actualmente o es simplemente leyenda la muerte de San Pedro?

¿Por qué, la sede de la iglesia Católica es en Roma y no en Israel, en donde Jesús de Nazaret anduvo predicando el evangelio?



RESPUESTA:


Que Pedro estuviera fuera de Jerusalén, en concreto en Antioquía de Siria y en Corinto lo sabemos por Pablo de Tarso (Gal 2,11-14 y 1 Cor 1,12. Pero que Pedro estuviera en Roma y muriera crucificado cabeza abajo es una leyenda que se recoge por primera vez, que yo sepa, en los Hechos apócrifos de Pedro. En español los tiene Usted editados en griego, latín y castellano, con amplia introducción y muchas notas explicativas en la Biblioteca de Autores Cristianos, cuya nota bibliográfica le paso, por si pudiera serle útil:


Hechos apócrifos de los Apóstoles. Texto multilingüe. Edición crítica. Introducción, traducción y notas (con Gonzalo del Cerro). Vol. I (Hechos de Andrés, Juan y de Pedro), B.A.C. 646, Madrid 2004. ISBN 847914716-4, pp. XIX + 682;


Hechos apócrifos de los Apóstoles. Texto multilingüe. Edición crítica. Introducción, traducción y notas (con Gonzalo del Cerro) Volumen II, Madrid 2005 (Hechos de Pablo; de Pablo y Tecla Hechos de Tomás. Índices), ISBN 84-7914-804-7, pp. XVII + 683-1601.


Hechos apócrifos de los apóstoles (I) (Hechos de Andrés, Juan, Pedro Pablo y Tomás). Edición preparada por Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro, B.A.C., Madrid, 2013. ISBN 978-84-220-1637-3. 417 pp. Edición popular de los vols. I y II de la edición multilingüe.


Respecto al valor histórico le transcribo lo que sostenemos del Cerro y yo respecto a los Hechos apócrifos de Pedro:


Lo que hemos afirmado en la Introducción General sobre el género literario de los Hechos nos obliga a ponernos automáticamente en guardia contra la pretensión de conceder valor histórico a cualquier dato de los HchPedro que no pueda ser verificado por medio de otras fuentes. Si los Evangelios y los Hechos canónicos nos ofrecen ya escasos datos sobre los Apóstoles, no parece razonable a priori suponer una mayor riqueza de ellos a finales del s. II o en el s. III. Incluso la firme tradición, recogida también en el Kerigma de Pedro (Clemente de Alejandría, Stromata VI 5, 43) y Pistis Sophia (edición de C. Schmidt, p. 7) sobre los doce años de estancia en Jerusalén, ha de ser necesariamente falsa, ya que contradice los datos expresamente contenidos en los Hechos canónicos (cf. 8, 4ss).


Los datos cronológicos de nuestro autor tampoco son fiables, pues claramente se advierte en las inverosimilitudes de la acción el poco aprecio que por la cronología debía de sentir quien compusiera los HchPedro.


Otras aportaciones de nuestra obra, como la custodia de S. Pedro en Roma, su lucha contra Simón y su martirio en la Urbe, nos son también conocidos por otros autores , pero el detalle preciso de la crucifixión cabeza abajo es en sí sospechoso, ya que no encontramos antes ninguna noticia al respecto independientemente de estos Hechos .


En cuanto a la figura de Simón, de rasgos relativamente simples en nuestro escrito y bien alejada de ese fundador de todas las herejías que aparece en otras fuentes , podemos afirmar que presenta ciertas características esenciales, como su pretensión de ser la "Gran fuerza" de la divinidad y poseer la inmutabilidad, que aparecen confirmadas por autores alejandrinos , pero también otras muchas que contrastan radicalmente con lo que sobre Simón nos relatan Ireneo e Hipólito .


De los treinta y dos personajes que aparecen en los Actus Vercellenses (el manuscrito griego de los Hechos de Pedro), contados por Schmidt , sólo cuatro -Narciso, Cuarto, Berenice y Agripa- aparecen en el Nuevo Testamento , pero los nombres no recubren de hecho a los mismos personajes. El resto nos es desconocido, y no hay posibilidades serias de identificación .


En conclusión, pues, debemos afirmar con Vouaux que los datos históricos proporcionados por los Hechos de Pedro se podrían reducir, con muchísimas dudas también, insisto en esto, a los siguientes: Pedro predicó también en Roma, se opuso allí a un cierto personaje, Simón Mago, y murió mártir (es decir, testigo) por su fe, crucificado durante el reinado de Nerón en la persecución contra los cristianos después del incendio de Roma en el año 64. Pablo tenía intención de viajar a España. El resto es sospechoso y probablemente falso.


Otra cosa muy distinta es la posibilidad de utilizar estos Hechos como un reflejo de la situación de una determinada comunidad dentro de la Iglesia de finales del s. II y comienzos del III. En este ámbito sí que adquiere plenitud de sentido el libro de los HchPe como posible fuente histórica. Pero este detalle tiene lugar a pesar del autor, quien en realidad quiso trasladarnos, sin conseguirlo, a un ambiente eclesiástico 150 años anterior al suyo. (Vol. I pp. 22-523).



Y así respondo a la segunda pregunta: fue decisión de la Iglesia que donde la tradición afirmaba que había muerte el primer papa, san Pedro, allí estuviera su sede principal. Y cuando se decidió, Roma era el centro del mundo, con infinidad de contactos por todo el Mediterráneo e Israel era una ínfima y alejada de todo, tierra ocupada solo por unos pocos judíos y tribus árabes…, tras la derrota del pueblo judío ante las tropas de Adriano en el 135.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 17 de Abril 2016
Queridos amigos:

Os envío estas tres noticias

1. Radio Voz (propiedad del periódico La Voz de Galicia). Santiago Pahzín.

“Preguntas candentes acerca de Jesús de Nazaret”

https://www.youtube.com/watch?v=PkvTeYxM6co


2. Entrevista al Dr. Antonio Piñero 04-10-16

El Profe Morales de Miami entrevista al Doctor Antonio Piñero.

Nos habla de Poncio Pilato. Poco se sabe acerca de la vida de Poncio Pilato posteriores al episodio evangélico de la crucifixión. Históricamente se pueden encontrar textos de que atestiguan sus peripecias como prefecto de Judea, su relación con Tiberio y sus continuados esfuerzos por sofocar las rebeliones en Palestina. Sin embargo ninguno de ellos hace referencia a su muerte en relación al encuentro con Jesús. Para encontrar este hecho hemos de buscar en los textos que componen el llamado Ciclo de Pilato y sus anexos como parte integrante de los Evangelios Apócrifos. Si bien en los Evangelios Canónicos la figura de Poncio Pilato no ha sido empañada de connotaciones negativas no puede decirse lo mismo echando un vistazo a los textos apócrifos. En la Carta de Tiberio a Pilato, escrita en la época medieval (s. X/XI según los Estudios de Antonio Piñero) basándose en tradiciones más antiguas, el emperador ordena a Pilato que comparezca ante él en Roma.

http://www.ivoox.com/entrevista-al-dr-antonio-pinero-04-10-16_rf_11109088_1.html


3. Premio TRITHEMIUS Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO

“Gnosis, cristianismo primitivo y manuscritos del mar Muerto”

Autor: Antonio Piñero

de Editorial Tritemio, Madrid

Día 20 abril 2016 a las 19 horas: Ateneo de Madrid c/ Prado 21.

Calle Prado 21,
Salón Úbeda

Saludos cordiales

Antonio Piñero
Sábado, 16 de Abril 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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