CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Link del programa Ágora, de Maracaibo, Venezuela, sobre la Carta a los Gálatas: Qué pretendía Pablo. Qué temía: https://www.youtube.com/watch?v=bD0u1cXKqas&feature=youtu.be

Saludos cordiales, de
Antonio Piñero
Miércoles, 21 de Octubre 2015


Conferencia: “¿UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DE PABLO DE TARSO?"
Presentación del libro “Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamientoç paulino”, de Editorial Trotta, Madrid, 2015.

Habla: Antonio PIÑERO. Universidad Complutense de Madrid

Preside la mesa: Prof. Dr. Fernando García de Cortázar, director de la “Fundación Vocento”

Presenta: Prof. Dr. Francisco Ramírez, catedrático de Nuevo Testamento de la “Universidad Comillas” de Madrid.

Día: martes 20 de octubre 2015

Hora: 20.00 hs.

Lugar: ESPACIO BERTELSMANN, c/ O’Donnel 10. MADRID.

Entrada libre hasta agotar aforo.
Lunes, 19 de Octubre 2015
Paralelismo falsos: MITRA, el dios que vino de oriente (596)
Hoy escribe el Prof. Dr. Jaime Alvar,

Catedrático de Historia Antigua
Universidad Carlos III Madrid

Nota previa: en marzo de este año se publicó en National Geographic Historia el trabajo que reproduzco a continuación. Le pedía al Dr. Alvar que me diera permiso para divulgarlo también a través de este Blog, pues muchísima gente cree que el cristianismo copió directamente de la religión mitraica nociones religiosas y ritos propios de esta religión. Pero la verdad es que de la religión mitraica antigua y del dios Mitra sabemos muy poco. De lo que sí sabemos, aunque también poco para lo que desearíamos, en especial textos, es del Mitra que se difunde en el Imperio romano, desde época del emperador Adriano, sobre todo a partir aproximadamente del 130 d.C. Por tanto, muy posterior a las cartas de Pablo de Tarso (escritas desde el 51 al 58 d.C. aproximadamente). Hay estudiosos que sostienen que es exactamente al revés, el mitraísmo del siglo II en adelante se inspiró en el cristianismo.


La “verdad” está, sin embargo, como ha sostenido José Montserrat repetidas veces, en ese ambiente de misteriosofía común que había en el siglo I en la religiosidad del Mediterráneo oriental del siglo I, que sin duda debe algunas concepciones a la religión persa antigua, sobre todo en el ámbito de ángeles y demonios, inmortalidad del alma, juicio futuro y retribución después de la muerte.

TEXTO:



Súbitamente, a finales del siglo I de la Era, un dios nuevo irrumpe en el Imperio Romano con una pujanza extraordinaria. Desde ese momento se manifiesta como un dios invicto, capaz de ofrecer a sus seguidores un nuevo marco para la expresión de sus inquietudes religiosas. Para ello requiere espacios sacros distintos a los que eran habituales en la religión tradicional, el culto se organiza con unos rituales novedosos, las corporaciones de fieles se constituyen en hermandades cerradas, poco expuestas a la comunidad, y fuertemente jerarquizadas. Para participar en esas corporaciones resulta imprescindible superar unas pruebas iniciáticas de las que las mujeres están radicalmente excluidas. Las legiones son el principal vehículo difusor del nuevo culto; el favor imperial, el estímulo imprescindible para su repentino éxito. La paradoja más llamativa, que el dios procede del enemigo más acérrimo del mundo grecorromano: el Imperio Persa.

Por las mismas, con menor ímpetu, comienza a difundirse el culto a otra deidad de naturaleza bien distinta, pero con la que comparte una paradoja no menos llamativa, la aceptación de un hombre hecho dios por el pueblo más despreciado: los judíos.

Las vicisitudes históricas de los cultos de Mitra y Cristo han suscitado, desde la propia Antigüedad un interés singular por sus presuntas o verdaderas concomitancias. Las analogías son más resultado de los intereses de los autores clásicos y modernos que de la realidad tal y como la conocemos hoy tras más de un siglo de estudios rigurosos sobre los contenidos conceptuales y las prácticas rituales de ambos cultos.

Una de las patrañas más extendidas es que el nacimiento de Jesús se sitúa en el solsticio de invierno para ocupar en el calendario la fecha de nacimiento de Mitra. En realidad, no hay fecha de nacimiento del dios persa, por lo que esa supuesta usurpación es un falseamiento de la realidad. Lo que sí es cierto es que el nacimiento de Jesús se desplazó, en Occidente, desde la Epifanía al solsticio para cristianizar la fecha de celebración del nacimiento del Sol. Mitra es una deidad solar, como tantas otras, pero nada hay en su culto que sitúe una fiesta específica en el solsticio de invierno. Que los mitraístas celebraban una comida ritual está constatado, como en la mayoría de los cultos politeístas, pero nada indica que ese banquete sea una celebración eucarística en la que se ingiere a la propia divinidad. Y si volvemos la mirada al fenómeno del sacrificio, central en los rituales del politeísmo, observamos que la víctima es una ofrenda que hacen los mortales a los dioses; en el mitraísmo es el dios el que celebra el sacrificio, mientras que en el cristianismo es dios la víctima sacrificada. Los contenidos conceptuales en cada una de esas prácticas hacen radicalmente distintos sus mensajes y sus creencias.

Podríamos continuar con el listado de falsas analogías, pero no hay espacio para entrar en más detalles. Merece quizá la pena insistir en el hecho de que la composición social de las comunidades de uno y otro culto son asimismo profundamente divergentes, de modo que nada indica en el conocimiento actual que, frente a lo que dijo en el siglo XIX Renan, si no hubiera triunfado el cristianismo, el Imperio Romano se habría hecho mitraico.

Para los investigadores continúa siendo un misterio cómo se produjo el desplazamiento de Mitra desde Persia a Roma. El gran historiador de los cultos orientales, el belga Franz Cumont, propuso un relato coherente no solo sobre los mecanismos de difusión y propagación, sino también sobre el contenido mítico y conceptual del mitraísmo, elaborado a partir de la iconografía. En ausencia de textos literarios antiguos que nos ayuden en la explicación de los contenidos religioso, Cumont elaboró una narrativa basada en la continuidad desde Oriente hasta Occidente, de modo que supuso que el culto de Mitra, escasamente conocido por falta de documentación en Irán, fue difundido por la labor predicadora de sus sacerdotes, los magos, que se habrían desplazado más allá de los fronteras del Imperio Persa, tras la conquista de Alejandro Magno.

Esos magos helenizados serían, pues, los responsables de la difusión del culto hasta su llegada a Roma, donde encontraría las condiciones óptimas para su renovación y definitiva expansión por todas las provincias del Imperio.

El conocimiento actual rechaza las propuestas de Cumont. En realidad, esos magos helenizados no aparecen por ningún lugar en Occidente. Por ello, se ha propuesto como alternativa que el culto difundido por el Imperio es una creación de nuevo cuño, que usa un teónimo persa y algunos elementos léxicos para darle exotismo y verosimilitud (como el uso de palabras japonesas entre los yudocas), como instrumento adicional para la cohesión, primero de los soldados y de la población civil después, de ese conglomerado etnocultural en el que se había convertido el Imperio Romano. Un culto basado en la autoridad de la jerarquía, en la sumisión de los seguidores, en la creación de potentes lazos horizontales y verticales a través de las hermandades, a través del cual individuos de distinta procedencia pudieran encontrar fuertes lazos de identidad y solidaridad.

Se discute si esa renovación tuvo lugar en alguno de los reinos tardohelenísticos de Anatolia o en la propia Roma. En el santuario dinástico de Antioco I de Comagene, en Nemrut Dagh, entre las numerosas divinidades allí representadas, aparece Mitra-Helios-Apolo, en una manifestación de sincretismo que podría vincularse a la propia helenización del dios y, quizá, de su culto. La popularidad del teónimo se pone, además, de manifiesto en la onomástica de los reyes del Ponto, los Mitrídates.

En cualquier caso, el culto del Mitra romano tiene una complejidad desconocida en sus manifestaciones precedentes, por lo que se acepta la sustancial desconexión entre el dios persa original y la entidad venerada en el Imperio Romano, resultado de una auténtica refundación que afecta a los contenidos religiosos, al mensaje iconográfico y a su función sociocultural.
Cumont supuso que los iconos relacionados con el culto hacían referencia a un relato en el que se narrarían las vicisitudes vivenciales del dios, serían las ilustraciones de un mito cuyo texto no se nos ha conservado. Frente a esa interpretación se ha abierto camino otra radicalmente distinta, según la cual el icono central, la tauroctonía, representaría un mapa astral, cuya descodificación permitiría entender el significado religioso de las representaciones.

El santuario mitraico consiste en una nave flanqueada por dos bancos en los que se reclinaban los fieles. Al fondo se encontraba la escultura de la tauroctonía y el techo, abovedado para simular la gruta en la que el dios realiza el sacrificio primordial y la propia bóveda celeste, estaba decorado con estrellas. Así pues, el mitreo, llamado caverna, antro o gruta, constituía una miniaturización del cosmos. Sin duda, el culto del Mitra romano está altamente intelectualizado y contiene un sofisticado conocimiento astronómico.

En esas cavernas, habitualmente construidas aprovechando estructuras abovedadas de otros edificios, se reunían quienes habían seguido el rito de iniciación tras haber aprendido los secretos del misterio desvelado por el mistagogo. Según los frescos del mitreo de Capua, las pruebas parecen, haber consistido en sufrimientos físicos mediante los cuales el neófito mostraba su sumisión y su renovación espiritual. No sabemos si en todo el Imperio el culto se organizaba de la misma manera. Por la información procedente de Ostia parece que había siete grados iniciáticos que comenzaban por el corax, cuervo, y culminaban en el pater. El cuarto grado, leo, debía ser muy importante a tenor de su frecuencia. Los seguidores que accedían a él dejaban de ser servidores para convertirse en receptores de los servicios. Cada grado estaba bajo la advocación de un planeta, con su equivalencia en una deidad del panteón tradicional. Las mujeres estaban excluidas del culto y se les daba el nombre genérico de “hienas”. Sin duda esto está relacionado con la implicación militar del culto romano en sus orígenes.

La mayor parte de la documentación arqueológica procede de las zonas fronterizas, con fuerte presencia de legionarios. En el interior del Imperio el culto solo aparece en ámbitos militares y en algunas ciudades, donde su densidad es muy inferior, a excepción de la propia Roma y de Ostia.
Por todo ello podemos afirmar que su implantación social no fue demasiado importante. Grandes zonas del Imperio no proporcionan materiales a partir de finales del siglo III d.C. Sin embargo, las referencias de los Padres de la Iglesia al culto, como rival del cristianismo, le ha conferido una notoriedad mucho mayor de la que tuvo en su época de esplendor. A finales del siglo IV no era más que un culto residual añorado, como el resto del politeísmo, por un puñado de aristócratas nostálgicos.

Un texto importante

"Como dice Eubulo, Zoroastro fue el primero que consagró, en los montes próximos a Persia, en honor de Mitra, autor y padre de todas las cosas, una cueva natural florida y con manantiales, porque ésta representaba para él la imagen del universo, del que Mitra era su demiurgo, mientras que lo que había en su interior representaba, en intervalos simétricos, los símbolos de los elementos y zonas del universo. Después del tal Zoroastro se consolidó la costumbre también entre los demás de celebrar los misterios en las grutas y cuevas, ya fueran naturales ya artificiales" (Porfirio, La gruta de las ninfas 6. Trad. M. Periago).


Más sobre el culto a Mitra

A unos 15 km al norte de Apamea (Siria) se descubrió un mitreo con insólitos frescos, completamente ajenos a lo que conocemos del resto del Imperio, lo que ha derivado en nuevas especulaciones sobre el funcionamiento del culto, a propósito de peculiaridades locales como pudiera ser este caso. De entre las sorprendentes representaciones desearía destacar en esta ocasión las pinturas de la pared norte a la izquierda del ábside, fechadas en el s. IV d.C. Aparece representada una muralla con una puerta que cierra en arco de medio punto. Sobre la muralla se ve seis cabezas, horripilantes y macabras, en bastante mal estado de conservación. Su aspecto repelente está motivado por las greñas desaliñadas, las bocas medio desdentadas y los ojos vacíos. Sobre cada una de ellas cae una línea oblicua de color amarillo, representación, probablemente, de los rayos del sol. Una séptima cabeza ha caído desde la muralla al exterior, abatida por uno de los rayos. Se trata, presumiblemente, de una escena de la lucha del Bien y de la Luz contra las fuerzas demónicas del mal.

Cronología

Inicios del siglo XIV a.C. primera mención del teónimo Mitra en el tratado firmado entre los reyes de Mitanni, Mitawaza, y el de Hatti, Supiluliuma.

En torno al siglo V a.C., durante el Imperio Aqueménida, se documenta la vinculación de Mitra con el Sol en el Yasht X del Avesta.

Segunda mitad del siglo I d.C.: el culto relaborado inicia su expansión en Roma.
155 d.C. Fundación del gran mitreo de Mérida.

Siglo IV d.C. desaparición del culto de Mitra en el Imperio Romano.

Recomendaciones de lectura

J. Alvar, Los misterios. Religiones “orientales” en el Imperio Romano, Barcelona, Crítica, 2001.
C. Martínez Maza, Los misterios y el cristianismo. Anejos ARYS 2. Huelva, 2010.

http://www.uhu.es/ejms/faq.htm
http://www.mithraeum.eu/


Saludos cordiales de Jaime Alvar,
y de Antonio Piñero
s[
Lunes, 19 de Octubre 2015
Sobre la concepción del “Tercer cielo” en Pablo de Tarso “Compartir” (122)  de  16 de octubre de 2015. Preguntas y respuestas
Escribe Antonio Piñero:

Hoy he escogido esta pregunta, que tenía guardada entre otras en mi “reservorio”, porque me da excelente ocasión para un anuncio de una conferencia sobre Pablo de Tarso, que puede interesar a los que vivan en Madrid y alrededores , y de la que doy noticia al final

PREGUNTA:

Le escribo por un pasaje del apostol Pablo, en la segunda epistola a los corintios 12:2-5,donde Pablo menciona a un hermano que fue arrebatado al "tercer" cielo (biblia jerusalen ultima edicion),yo como Catolico sé por lo que nos enseñan que hay diferentes grados de santidad en el cielo (mas o menos),y el comentario en la Biblia por parte de A.Ma. Artola dice asi:"es decir,hasta lo mas alto del cielo"...Me gustaria,si es posible profesor,que me arrojase un poco de luz sobre esta mencion por parte del apostol,y si es posible (todavia no he comprado ningun libro suyo para aprender mas de Pablo) como se infundio esta creencia o "punto de vista" en Pablo,y a que se debia.

RESPUESTA:

Le explico utilizando unas páginas de una obra mía que le transcribo abajo:

El pensamiento de Pablo estuvo naturalmente condicionado por las concepciones y la cosmovisión de su tiempo, en concreto por unas ideas de Dios y del mundo veterotestamentarias que a su vez reflejaban en líneas generales la concepción del universo de los asirios y babilonios; estos eran deudores por su parte de una cosmovisión más antigua aún, la acadia, plasmada ya hacia el 1700 a.C. Expondremos brevemente esta manera de concebir el universo y extraeremos algunas consecuencias. La cosmovisión acadio-babilónica ha sido resumida por B. Miessner en la siguiente imagen

(Tomada del volumen III del Biblisch-Historisches Handwörterbuch, editado por B. Reicke y L. Rost, Vandenhoeck & Ruprecht, Gottingen, 1955, col. 2161, “Weltbild”; igualmente la leyenda, que traduzco):
E 1: Montaña terráquea (Babilonia ocupa el centro)
E 2-3: Ámbito del mundo subterráneo o reino de los muertos con el palacio del reino de los muertos con sus siete murallas
H 1-3: Ámbito celeste
HO : Océano celeste
O: Océano terrestre
G: Base del océano terrestre
D: Círculo de contención
M: La mañana. Montañas desde donde sale el sol
A: La tarde. Montañas de la puesta del sol.

Como puede observarse, para los babilonios la tierra era plana, de forma circular normalmente, pero con cuatro puntos cardinales bien diferenciados, los “cuatro confines” de la tierra. El centro de esta era Babilonia. La zona seca y elevada de la tierra estaba rodeada por todas partes por el océano, limitado por un muro de contención. Encima de la superficie plana, o rugosa –montañas-, y acuosa estaban las esferas celestes, en número de tres. En la cúspide de estas esferas se hallaba el trono de los dioses que formaba como una corte celestial en la que había una divinidad dominante. En una de esas esferas, supra lunar, se hallaban el sol y los planetas y, más arriba, las estrellas fijas que giraban como un bloque sobre la tierra, que era el centro natural de todo.
En la parte inferior de la superficie de las aguas y de la tierra plana o rugosa se hallaba el reino de los muertos, que cumplía además la función de base o sustento de aguas y tierra. El ámbito de este reino estaba igualmente dividido por esferas subterráneas, más pequeñas que las celestes. En una de ellas tenía su palacio el guardián de los muertos, divinidad también, aunque inferior. En la zona exterior a todo este conjunto se pensaba que estaba una suerte de océano de aguas finísimas, que es el aire.
La antigua concepción hebrea del mundo se basa fundamentalmente en esta imagen, a la que añadían algunas pequeñas precisiones, que intentaban formar un sistema más unitario. A partir de un caos originario e informe, que se corresponde con las aguas subterráneas de la imagen (G: base del océano terrestre) Dios era quien había creado el cielo, la tierra y los abismos: las tres entidades formaban el “todo”, el universo, concebido generalmente con las mismas tres partes: el cielo arriba; la tierra abajo, y por debajo de ella el mundo subterráneo, constituido en parte por esas aguas caóticas primordiales y por el reino de los muertos. Los israelitas modificaron el número de esferas celestes hasta siete, número que indica la perfección. El cielo, en su esfera superior, la séptima, es la morada del Dios único y de su corte celestial, ángeles. Estos espíritus sustituyen a los dioses secundarios de los acadios y babilonios. Los astros entre el cielo y la tierra estaban gobernados por delegados de Dios, ángeles también o arcontes celestes. Unos astros eran buenos y otros perversos, según el gobierno de sus ángeles que hacían variar sus órbitas. La tierra se concebía unas veces como un cuadrado, y otras como una especie de rodaja redonda cuyos límites coincidían con el fin de los cielos en su parte inferior. Según los hebreos, las esferas celestes estaban sustentadas por unas enormes columnas, alejadas entre sí, pensadas como montañas grandes y estilizadas; el mundo subterráneo tenía también sus columnas sustentantes proyectadas hacia abajo.
Con el paso del tiempo, el judaísmo helenizado subordinó esta cosmovisión:
a) A una fe monoteísta en un Dios único. Los dioses secundarios se transforman en ángeles y demonios, siendo los primeros los cortesanos del Rey único. Como gema preciosa de la creación este Dios único había plasmado el ser humano;
b) A una concepción apocalíptica muy extendida en círculos de piadosos: fuera de Dios todo está sujeto a una ley divina: el tiempo inexorable es el que conforma una historia del universo y del ser humano diseñada desde siempre por la divinidad. La historia avanza en línea recta desde los orígenes (creación y el paraíso para el ser humano) hasta la consumación final con peripecias diversas. El universo era al principio bueno y perfecto, pero luego resultó tremendamente desordenado por los pecados y la mala inclinación del hombre. Finalmente Dios volverá a poner orden en su creación, y volverá a generarse un nuevo todo, un mundo futuro, similar al del principio, probablemente unos cielos nuevos, o renovados, y una tierra nueva, o renovada, en donde los seres humanos justos (israelitas o convertidos) vivirán felices por siempre jamás.
Este universo semita coincide en parte con la del otro mundo al que pertenece Pablo, el helenismo. Aunque para los griegos el cielo y la tierra existen desde siempre –la materia es eterna--, el primero es como la mitad de una esfera, sólida. Este “cuenco” celeste cubre una tierra que es plana. La parte del espacio entre la tierra y el cielo hasta las nubes contiene aire o éter. Bajo la tierra, y hacia abajo, hay un espacio amplio, en cuyo final hunde sus raíces el Tártaro. La tierra está circundada por un río inmenso, el Océano.
Es importante para nuestro propósito caer en la cuenta de que en esta imagen del universo se basa una buena parte de la estructura mental de Jesús y de Pablo de Tarso, obtenida fundamentalmente de la lectura de los libros sagrados: tanto Jesús como Pablo dependen de la Biblia hebrea, o griega, de la que se desprende esta cosmovisión; y ambos son pensadores apocalípticos, cuyas ideas básicas encajan perfectamente en ella. En el caso de Pablo, el hecho de que concebía el mundo según esta cosmovisión se confirma por 2 Cor 12,1-2: Vendré a las visiones y revelaciones del Señor. 2 Sé de un hombre en Cristo de hace catorce años, si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe…; ese tal fue arrebatado hasta el tercer cielo…
En esta imagen del universo asumida por Pablo, Dios, por muy alejado que se lo presente y a pesar de la distancia entre el cielo y la tierra, está relativamente cerca. El universo es en sí muy pequeño; la divinidad es una entidad muy próxima, y se concibe además antropomórficamente. Sus rasgos básicos son como los humanos, aunque su pensamiento sea siempre muy superior. La tierra es el centro preferente de la creación divina, y hacia ella dirige siempre sus ojos el Dios único, pues en ella ha creado, a su imagen y semejanza, al ser humano. Ángeles y demonios, además de cortesanos, tienen la función de emisarios buenos, los ángeles, ya de sus contrapartidas perversas, los demonios, cuya misión es a veces poco explicable. Pero ambas clases rellenan el hueco entre el cielo y la tierra, actuando constantemente en la esfera de los hombres y salvando así la distancia entre Dios y el hombre. Pero Dios dirige, consiente o permite todo, arriba y abajo, con designios muchas veces misteriosos.
Mi comentario en “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”, Edit. Trotta, Madrid, 2015, es el siguiente, que es muy breve:

1. hasta el tercer cielo: para esta cosmovisión que determina mucho del pensamiento paulino (véase II 3 A.: lo que le he transcrito). PERO: no es el lugar más alto del cielo, que es el séptimo, sino el lugar donde está esperando a los seres humanos después del Juicio Final el paraíso antiguo, transformado en celeste, que será el lugar de la bienaventuranza celestial, cuando todo se termine. Que el paraíso está en este lugar es idea judía de la época; véase 2 Henoc 5,9 (Apócrifos del Antiguo Testamento, Edit. Cristiandad, Madrid, 1984. vol. IV 162-164).
Y para comprender el Nuevo Testamento, ya que dice que no conoce ninguna obra mía (están todas en mi Página web), le sugiero que lea, si le es posible, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, de la misma Edit. Trotta, Madrid 4ª edic. 2011.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


PARA LOS QUE VIVAN EN MADRID Y ALREDEDORES

Conferencia: “¿UNA NUEVA INTERPRETACIÓN DE PABLO DE TARSO?

Presentación del libro “Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino”, de Editorial Trotta, Madrid, 2015.
Habla: Antonio PIÑERO. Universidad Complutense de Madrid
Preside la mesa: Prof. Dr. Fernando García de Cortázar, director de la “Fundación Vocento”
Presenta: Prof. Dr. Francisco Ramírez, catedrático de Nuevo Testamento de la “Universidad Comillas” de Madrid.
Día: martes 20 de octubre 2015
Hora: 20.00 hs.
Lugar: ESPACIO BERTELSMANN, c/ O’Donnel 10. MADRID.
Entrada libre hasta agotar aforo.
Viernes, 16 de Octubre 2015
Escribe Antonio Piñero

Pregunta:


Por qué el autor de Lucas se sitúa a sí mismo en distintas escenas y eventos que el mismo narra en el libro de Hechos si sabemos que él no fue testigo ocular de estos eventos. Por ejemplo en Hec. 16:9-10 donde utiliza el plural inclusivo. Gracias anticipadas por su respuesta.


RESPUESTA:

Este es uno de los muchos problemas que tiene la investigación e interpretación de los Hechos de los Apóstoles. Hay diversas propuestas de intelección desde finales del siglo XIX. En mi opinión, una de las más plausibles es que el autor de Lucas/Hechos utiliza fuentes escritas para redactar su obra y que las sigue con cierta exactitud a pesar de que a veces incurra en incoherencias e incluso en contradicciones (una de las más famosas es la diferencia en el recuento de los días entre la resurrección (1 día al final del Evangelio) y la ascensión (40 días en Hch 1). En esta línea, la hipótesis es que el autor ha seguido en ciertas ocasiones, sobre todo a partir del cap. 16 (cito de memoria) una fuente de alguien que viajó y navegó de hecho con Pablo, por lo cual utiliza el “nosotros”. Pero ese “alguien” no es el autor de la obra, sino el redactor del relato anterior que el autor de Lucas/Hechos emplea.



PREGUNTA:



Existe alguna versión histórica de los evangelios o algún libro específico en donde se detalle qué secciones se aceptan generalmente como históricas dentro de estos libros y cuales no? De no existir, podría usted brevemente esbozarlas? Muchas gracias.




RESPUESTA:


Ese libro como tal es muy posible que no exista aunque hay cientos parecidos, en el sentido de que son comentarios serios a cada uno de los Evangelios canónicos.

No puedo ni siquiera brevemente esbozar qué partes son históricas y qué no, pues es el objeto también de las innumerables "vidas" y estudios de Jesús de Nazaret.


Como vía de adentrarse en esta cuestión, le sugiero que lea los diversos volúmenes de "Un judío marginal", de John P. Meier, publicados por la Editorial Verbo Divino. Entre, por favor , en la página Web de esta editorial.




Pregunta:


Quisiera preguntarle que opina de la siguiente cita de Juan. Es el capítulo 9 versículos del 1 al 5. Que dice. MIENTRAS CAMINABA JESÚS, VIO A UN CIEGO DE NACIMIENTO...LOS APÓSTOLES LE PREGUNTAN SI ERA CIEGO POR UN PECADO DE SUS PADRES O SUYO. Como ve no es literal. A mí lo que me llamó la atención es que dudaran si nació ciego por un pecado de sus padres o suyo. Había pecado antes de nacer? Es prueba esto de que creyeran en la reencarnación. Gracias de antemano.


RESPUESTA:


No se trata de ningún modo de un pecado del propio ciego incurrido en su mismo nacimiento (algo así como “un pecado original”). No es esa la doctrina judía, sino en todo caso un pecado de los padres que se transmite a los hijos.

Pero de hecho ya desde los profetas exílicos y postexílicos (Jeremías 31,29-30; Ezequiel 18,2) se había abandonado esa doctrinaba, pero... ¡aún perduraba entre el pueblo!



Pregunta:



Asunto:
1 Tes 3:11 y gramática griega.

Mensaje:

¿Es κατευθύναι en este pasaje la forma adoptada por el verbo por cuestiones gramaticales o habla de alguna suerte de binidad al estilo de Hurtado o Dunn? Gracias por todo como siempre y un abrazo.



RESPUESTA:



En mi opinión está aquí apuntando el binitarismo paulino.

Le ruego que lea, si le es posible, el apartado correspondiente (se ve en el índice) de mi "Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino", de Trotta, Madrid 2015.



Pregunta:


De qué época es la tradición del descenso de Cristo a los Infiernos que figura en el Credo de los Apóstoles? Me imagino que, como mínimo, ha de ser contemporánea al Evangelio Apócrifo de Pedro (corríjame si me equivoco), ya que el de Nicodemo es muy posterior..


RESPUESTA:


Es un poco anterior o en todo caso contemporánea al Evangelio de Pedro (130¿?), pues aparece en 1 Pedro 3,19.



PREGUNTA:


De qué época es el "Credo de los Apóstoles" anterior al de Nicea?



RESPUESTA:


Se va formando poco a poco desde finales del siglo II hasta el 325 d.C.




Pregunta:



El pasaje de San Mateo relativo a la apertura de sepulcros, resurrección de "Santos" y aparición de los mismos que tiene lugar después de la muerte de Cristo, cómo cree usted se ha de interpretar?




RESPUESTA:



Es pura leyenda hagiográfica; inverosímil y además una resurrección no es históricamente comprobable.



Pregunta:



1a.- Cuáles son los fundamentos de la teología judaico-cristiana, más allá de considerar a Jesús de Nazareth el Mesías prometido por las escrituras.



2a.- Cómo interpretan los judeo-cristianos la muerte de Cristo (en contraste con la formulación paulina de sacrificio vicario).


RESPUESTA: Este tema ha sido tratado por mí en el “Blog de Antonio Piñero” número 109-O en adelante “Teología básica del judeocristianismo”. Léalo por favor. Utilice el buscador.



Pregunta:


¿Me podría dar información sobre EL EVANGELIO DE LOS DOCE SANTOS?. ¿Merece la pena leerlo?. ¿Tiene alguna credibilidad?



RESPUESTA:


Ninguna. En absoluto. No merece la pena leerlo. No existe ningún fragmento en arameo que sea la base de nuestros evangelios canónicos. Es la obra de un individuo sin la menor credibilidad.
Le aconsejaría que leyera la obra colectiva, que yo he editado, “Todos los Evangelios” de Editorial Edaf, Madrid 2010, con múltiples reediciones. Ahí encontrará los 83 evangelios que se conservan, la mayoría apócrifos y tardíos, anónimos en absoluto, pero que han transmitido por tradición. Ninguno es arameo.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Miércoles, 14 de Octubre 2015
Hoy escribe Antonio Piñero



Pregunta:


Me dirijo a usted, pues anhelo saber su posición objetiva e independiente, acerca de la diferencia que existe entre el canon formado por la Iglesia Católica, y el canon elaborado a raíz de la reforma protestante. Desde el magisterio de la Iglesia católica hacen mención de siete escritos que formaban parte de la Septuaginta, formado antes de nuestra era cristiana. Por otro lado, desde la postura protestante, estos siete libros fueron introducidos posteriormente, para defender los dogmas tales como la intersección de los muertos, etc. Así mismo aluden al hecho de que el canon judío nunca tuvo estos libros como inspirados por Dios. Doctor Piñero: mis preguntas son dos; 1) ¿Era la versión de los \"setenta\" los rollos que eran leídos en las sinagogas del mundo paulino; por estar traducidos al griego; 2) Fue la Septuaginta el conjunto de libros sagrados en toda su totalidad en los tiempos de Jesús?


RESPUESTA:




1. En líneas generales sí. Algunos judeocristianos, raros, podrían leer en hebreo. Pero incluso estos utilizaban la versión griega porque creían que estaba inspirada


2. En tiempos de Jesús aún no se había promulgado ningún decreto rabínico sobre la lista oficial de libros sagrados del judaísmo. Además el texto de la Biblia era relativamente fluido como lo demuestran las distintas versiones de los libros bíblicos hallados en Qumrán. Ahora bien, el pueblo creía firmemente desde un siglo al menos antes de Jesús que el Pentateuco, los Profetas y los Salmos estaban estrictamente inspirados y eran palabra de Dios. Además pensaban que desde el reino de Artajerjes II (más o menos a principios siglo IV a.C.) Dios había decidido que se había acabado la inspiración profética estricta y que Él había dicho ya todo. Sólo había que estudiar la «Biblia» e interpretarla correctamente

La historia del canon hebreo es muy complicada porque no hay documentos al respecto, pero sí muchas leyendas. Probablemente a raíz del auge del judeocristianismo a finales del siglo I, y tras la dispersión del pueblo judío por los fracasos de las dos guerras contra Roma (66-70 / 132-135), es posible que para sobrevivir como pueblo en la Diáspora se hicieran ya listas de libros sagrados dentro del judaísmo


Le añado los complementos de mi libro Literatura judía de época helenística en lengua griega. Desde la versión de la Biblia en griego hasta el Nuevo Testamento. Síntesis 2007 (Serie: Historia Universal de la literatura griega. Volumen 26. En Historia de la Literatura Universal vol. 70), Madrid, 300 pp., ISBN: 84-9756-443-X. Y le recomiendo la lectura del capítulo sobre el canon hebreo, del Prof. Julio Trebolle que está den mi libro (editado junto con J. Peláez), cuyos datos le paso (también sobre mi capítulo del canon del Nuevo Testamento): Los libros sagrados en las grandes religiones: judaísmo, cristianismo, islam, hinduismo y budismo. Los fundamentalismos, El Almendro, Córdoba, 2007, 298 pp. ISBN 978-84-8005-107-1. Editor junto con J. Peláez. Autor del capítulo “Cómo y porqué se formó el canon del Nuevo Testamento”, pp. 177-210.

Aquí van los complementos:

LA VERSIÓN AL GRIEGO DE LA BIBLIA HEBREA (LXX, SETENTA, SEPTUAGINTA): SU IMPACTO CULTURAL Y RELIGIOSO


El hecho cultural y literario, y el documento más importante del judaísmo de la época helenística, en lo que a este volumen respecta, es la traducción de la Torá hebrea (la Ley) al griego, la llamada versión de los Setenta (latín, Septuaginta). La tarea de traducción comenzó en fecha temprana, hacia principios del s. III a.C., en Alejandría, durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a.C.), y su completa ejecución habría de durar siglos. Algo tan aparen¬temente simple hoy como verter un corpus de textos sagrados de una lengua a otra fue en la antigüedad un fenómeno sin precedentes, en especial porque se trataba de literatura legal, histórica y poética de un pueblo y lengua semíticos trasladados al lenguaje de la superior cultura griega. Por ello, el acceso al tesoro religioso de los judíos por medio de una traducción a la lengua universal del momento habría de tener notables consecuen¬cias en el ámbito de lo cultural y lo religio¬so. Pasado el tiempo, esta versión influiría decisivamente en la conforma¬ción teológica del cristianismo --será la Biblia adoptada por los cristianos-- y en las relaciones de éste con el judaísmo. La Biblia hebrea en ropaje griego es un testimonio importante de la unión entre helenismo y religión judía, pues quienes compusieron algunos de sus libros o los que utilizaron tal versión daban testimonio de que su judaísmo podía plasmarse con toda propiedad en una lengua distinta a la “sagrada”, el hebreo, la lengua de la creación, en opinión general de los “sabios”, los rabinos.

Sin embargo, vista desde la distancia de los siglos, esta empresa de traducción parecía inevitable y necesaria por la nutrida presencia de judíos en toda la Diáspora controlada por los griegos (especialmente en Egipto), para quienes el hebreo, por falta de práctica, había llegado a ser una lengua difícilmente comprensible.

2.1. El origen de la traducción al griego de la Biblia (Los Setenta)

Como se ha apuntado, la traducción al griego del texto hebreo de la Biblia no se hizo en un acto, sino en varios y con diversas escenas. En realidad no se sabe exactamente cómo empezó, aunque sobre sus orígenes circularon ya en la antigüedad algunas leyendas. La más importante es la recogida en la llamada Carta de Aristeas a Filócrates (escrita —según la opinión común— entre el 200-150 a.C.; cf. 4.7.2). En síntesis la historia que transmite este escrito es la siguiente: el bibliotecario del rey Ptolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.), Demetrio de Fálero, propone al monarca la traducción de la ley de los judíos para enriquecer con ella la biblioteca real. El monarca accede y ordena escribir al sumo sacerdote de Jerusalén pidiéndole el envío de varones cualificados para verter las Escrituras (al principio sólo el Pentateuco: los cinco primeros libros de la Biblia) al griego. Notemos de pasada cómo la “Carta” supone que ya en Palestina había gente que sabía tan bien la lengua helénica como para efectuar una versión nada fácil (cf. 1.2) La respuesta del sumo sacerdote es afirmativa. Inme¬diatamente envía a Alejandría a 72 varones expertos en ambas lenguas. El rey los acoge, y los somete a una serie de pruebas de sabiduría, de las que los futuros traductores salen airosos. Reunidos en un cierto lugar, probablemente la isla de Faros, los 72 varones hacen una traducción colectiva que se concluye precisamente en 72 días. Más tarde se añadirá a la leyenda el hecho milagroso de que los traductores, trabajando separada-mente, produjeron cada uno una versión que por singular inspiración divina coincidía al pie de la letra con la de los demás. Una vez vertida, la Ley es leída en público en griego, y recibe de todos grandes alabanzas. Se hacen de ella dos copias: una va a la biblioteca del Rey, y otra pasa a manos de los judíos.

Esta versión del origen de los Setenta ha suscitado desde la antigüe¬dad numerosas dudas y cuestiones. Muchos investigadores no han prestado crédi¬to a los datos de la Epís-tola de Aristeas y han propuesto teorías para el origen de esta traducción bíblica distintas de las que presenta el anónimo autor de tal “carta”. Las más interesantes suponen que la versión de los Setenta se debió: A) a las necesidades litúrgicas de la comunidad judía de Alejandría que había olvidado el hebreo y precisaba una versión inteligible del texto sacro para ser leída durante los oficios litúrgicos sabatinos, o privadamente; B) A conveniencias y exigencias culturales, ya personales o del conjunto de la comunidad hebrea: si los griegos se educaban literariamente con la lectura de Homero, los judíos de Alejandría lo hacían con la lectura y estudio de la Ley; C) A afanes de proselitismo: difundir el texto sacro entre los griegos; D) A razones de orden jurídico o relacionadas con la comunidad judía de Alejandría, a saber, la posesión en griego de un ejemplar de la Torá que fuese el código de los tribunales judíos de justicia.

Estas teorías sobre las causas que motivaron la versión de los LXX están erizadas de dificultades, aunque quizás la última sea la menos improbable de todas. En primer lugar, las fuentes no mencionan nunca una iniciativa judía, alejandrina o no, como inicio de la tarea de traducción. Sabemos, más bien, que los judíos de Alejandría mantenían continuos contactos con la metrópoli y se hallaban siempre subordinados y dependientes del sumo sacerdote de Jerusalén. En consecuencia, éste tendría que haber autorizado la versión. Pero este hecho es bastante inverosímil, ya que en el propio Israel por aquella época estaba terminantemente prohibido que las traducciones orales de textos bíblicos del hebreo al arameo (que debían hacerse corrien¬temente en las sinagogas, ya que el común del pueblo en Israel mismo era arameo hablante y no entendía bien el hebreo) se plasmaran por escrito. Mucho menos permitirían las autoridades de Jerusalén una versión al griego.


En segundo lugar, no se ve claro lo de las necesidades litúrgicas, pues no consta de ningún modo que en el s. III a.C. se leyeran en las sinagogas alejandrinas de un modo sistemático la Ley y los Profetas, y en grandes secciones. Parece ser que el establecimiento rígido de esta costumbre es mucho más tardío, quizás en el primer siglo de la era cristiana, como deducimos de Lc 4,16-20. En el s. III a.C., en sábados y festividades, se leían tan sólo probablemente unos pocos versículos bíblicos. Si en la liturgia se necesitaba una versión en lengua vernácula (griego), bastaba con que se hiciera oralmente en cada ocasión, al igual que se obraba en Israel cuando un trujamán (traductor) vertía sobre la marcha del hebreo al arameo (targum). Por otro lado, la Epístola a Aristeas no dice que de la Ley traducida se hicieran copias para distribuirlas en las sinagogas. De hecho sólo menciona dos: una se depositó en la biblioteca real, y la otra fue entregada a los jefes de la comunidad judía en Alejandría a petición propia.

En tercero, no son verosímiles las motivaciones culturales privadas o públicas, ya que razones de lectura personal (o en bibliotecas semiprivadas) no parecen que justificaran una empresa tan costosa como la traducción de toda la Ley y otros libros de la Biblia a la lengua griega.

Hoy día los investigadores tienden a aceptar las líneas generales de la versión de la Epístola de Aristeas, pero despojando a este escrito de los rasgos inverosímiles o legendarios. Así, unos piensan que es muy probable que la iniciativa de la traducción partiera del Rey. Y esto no por un mero afán literario, sino por razones de tipo jurídico. Los judíos pretendían siempre, aun en la Diáspora, atenerse a las costumbres patrias (la ley de Moisés), por lo que luchaban por conseguir de los monarcas un régimen jurídico especial. Por ello, a la administración ptolemaica en Alejandría le pudo muy bien interesar tener a su disposición un ejemplar en griego de esa famosa ley que tanto invocaban los judíos y por la que regían sus vidas. Hemos afirmado que en la antigüedad apenas se hacían traducciones, pero sí eran usuales en el Oriente (por ejemplo, el imperio persa) desde tiempos antiguos la versión de decretos y leyes reales. No es extraño, por tanto, que la Ley, como código jurídico que afectaba a una parte importante de la población de Alejandría, fuera vertida al griego al igual que, por ejemplo, se tradujo el derecho consuetudinario egipcio, que afectaba a la pobla¬ción subyugada del país en aquellos ámbitos no contemplados por leyes griegas más generales.

Otros estudiosos, sin embargo, niegan que la ley especí¬fica por la que se regía la comunidad de los judíos alejandrinos hubiera de ser precisamente el Pentateuco, por lo que no ven claras las razones de tipo jurídico para la versión. Más bien, se inclinan a considerar que tras la indicación de la Epístola a Aristeas del interés del bibliotecario real por poseer la Ley en la Biblioteca se escondió en realidad un propósito cultural por parte del monarca.

2.2 Fecha de la traducción


Sea exactamente como fuere el motivo último de la versión de los LXX, al principio, s. III a.C. como se apuntaba más arriba, sólo se tradujeron los cinco primeros libros de la Biblia. La base textual de esta versión era la forma alejandrina del texto hebreo, a su vez una variante de la palestinense.


Sólo más tarde les tocó el turno a otros escritos, hasta el último, el Eclesiastés, que fue vertido por un judío llamado Áquila hacia el año 125 de nuestra era. En el intermedio se tradujeron los Salmos (hacia 210 a.C.), luego Ezequiel, Isaías, Reyes, Jueces (ya concluida su traducción a mediados del s. II a.C., pues ya en esos momentos Eupólemo, historiador judío, emplea los LXX para su Crónica). Los libros de Daniel, Esdras, Macabeos, Job, Proverbios estaban ya vertidos a finales del s. II a.C. Parece que Ester estaba ya traducido poco después del 114 a.C. El nieto de Jesús ben Sira (el autor del Eclesiástico), llegado a Egipto el 132 a.C., menciona la existencia de una traducción, evidentemente completa, de la Torá, de los Profetas y de los restantes escritos, que debía ser la de los LXX (Eclo, Prólogo). Finalmente, Ester, Rut, Cantar de los Cantares fueron trasladados al griego bien un poco antes, o ya en tiempos de la era cristiana.


La leyenda de la versión milagrosa se amplió, aplicándose a todos los libros del texto vetero¬tes¬tamentario, y se supuso que gozaba de la misma inspiración divina. Finalmente se añadieron a la colección algunos escritos de fecha más re¬ciente, compuestos ya originariamente en griego (ciclo de los Maca¬beos y la Sabiduría de Salomón).


2.3. Calidad de la traducción


La Biblia griega de los LXX recoge, pues, versiones de diferentes traductores, de muy variada calidad y de épocas distintas. Las traducciones de los diferentes libros de la Biblia, y a menudo también las de las diversas partes de un mismo libro, son diferentes en lengua, estilo y técnica de traducción, aunque se encuentran también marcadas coincidencias y rasgos comunes. En general la calidad de las versiones es buena y tendente a la fidelidad literal. Cada libro presenta características propias. La versión de Proverbios y Job se aparta considerablemente del texto hebreo que conocemos, pero su griego es excelente. La traducción del Eclesiastés es, por el contrario, de una literalidad extremada y servil. A veces aparecen traslaciones de frases hebreas difícilmente inteligibles para un griego nativo. En ocasiones los traductores proceden más libremente con el original hebreo, como quizás suceda con el libro de Job (el Job de los LXX es una sexta parte más breve que el texto masorético), o con los Proverbios, donde los LXX se apartan considerablemente del original hebreo, quizás por tener un texto base distinto al que conocemos. Así, por poner un ejemplo, en Prov 8,22-31 la Sabiduría aparece más claramente que en el texto hebreo como figura divina personificada, engendrada por Dios y garante de una perfecta creación. Las expresiones filosóficas griegas no tuvieron relevancia en la traducción de los Setenta más que en casos excepcionales (cf. 2.5). Pero ya se trate de una versión literal o de una más libre, los Setenta llegaron a ser la fuente del lenguaje teológico del judaísmo helenístico y, por tanto, del cristianismo primitivo.


2.4 Lugares de procedencia de la traducción de algunos libros en particular

Por medio del estudio de las técnicas de traducción (véase, Fernández Marcos 1998, 34ss), del agrupamiento de vocablos típicos de un lugar con un sentido determinado, por alusiones históricas, por ciertas expresiones características o incluso por alguna leve tendencia teológica en la traducción, los expertos han llegado también a afinar ciertos criterios internos para dilucidar en qué zona geográfica se tradujo cada uno de los libros. Ciertamente, en Egipto se tradujeron —además del Pentateuco— Jueces, 1-4 Reyes, 1-2 Crónicas (Paralipómenos), Proverbios, Job, Isaías, Jeremías, Baruc, Ezequiel. Lo más sor-prendente es la afirmación común de los investigadores de que no fue Alejandría la cuna de todas las versiones; muchos libros se tradujeron al griego en la misma Palestina. Así, vieron la luz en Judea probablemente Rut, Ester, Cantar, Lamentaciones, Judit, 1 Macabeos. De origen palestino, aunque moraran en Alejan¬dría, era el traductor del Eclesiástico. Sobre el resto de los libros (por ejemplo los “profetas menores”) se albergan dudas casi inso¬lubles respecto a su lugar geográfico de procedencia.



2.5 Interés de la versión de los Setenta


Ya se ha hablado al principio de este capítulo de la trascendencia religiosa y cultural de esta versión. Como a finales del siglo II a.C. se había completado la traducción de los libros bíblicos más importantes del luego llamado canon hebreo, y puesto que los manuscritos a partir de los cuales se imprime hoy el texto hebreo son muy tardíos --del s. X d.C. en adelante, con la excepción de los manuscritos hebreos bíblicos hallado en Qumrán--, la versión de los LXX, realizada sobre manuscritos mucho más antiguos, ofrece además un doble interés. A unos investigadores interesa las lecturas de los textos hebreos que subyacen a la traducción y que pueden reconstruirse, ya que la versión es por lo general muy literal. Así pues, los LXX pueden servir para restaurar críticamente el texto hebreo del Antiguo Testamento. A otros estudiosos les atraen los LXX por el carácter griego mismo de la versión, como fuente para el conocimiento de la lengua, ideas y religión del judaísmo helenístico, que se expresó en griego.

3.1 La cuestión del llamado "canon alejandrino de las Escrituras"

La amplia difusión de la versión de los Setenta al griego en la época helenística tardía indica que ésta fue sin duda la traducción más importante de la Biblia hebrea. Pero ello no significa que no hubiera por entonces otras en uso como se apuntaba al final de 2.6. Parece que en Palestina y en Antioquía de Siria se emplearon entre judíos que sabían poco hebreo traducciones al griego diferentes de la de los LXX, de suerte que ésta debe considerarse en principio como una versión local alejandrina. En esta ciudad, sin embargo, fue donde pronto consiguieron los Setenta la misma autoridad que tuvo el texto hebreo en Palestina. Testimonio de ello es Filón de Alejandría, quien en su expo¬sición e interpretación total de la “Torá” (así se expresa en hebreo “ley”, griego nómos) emplea esta traduc¬ción, y no el texto hebreo.

Es bien sabido que al comparar los Setenta con la Biblia hebrea hallamos que la versión griega contiene un número mayor de libros, además de ciertos comple¬mentos o añadiduras. Las adiciones más importantes de los LXX son las siguientes: a los Salmos (el 151; la llamada Oración de Manasés); a Daniel (3,24-90: oración de Azarías e himno de los tres jóvenes; más la historia de Susana, y Bel y el dragón: caps. 13 y 14); a Ester (1,1a-1s; 3,13a-13g; 4,17a-17s; 5,1a-1f; 5,2ab; 8,12a-12x; 10,3a-31).

Libros presentes en los LXX pero ausentes del canon hebreo son: 1 y 2 Macabeos; Eclesiástico; Judit; Tobías; Sabi¬du¬ría; Baruc; Epístola de Jeremías. Estos libros son considerados canónicos de segunda clase ("deuterocanónicos") por los católi¬cos; los judíos y las confesiones protestantes, por el contrario, los consideran senci¬lla¬mente "apócrifos", en el sentido no de “falsos” sin más, sino de “no admitidos en el canon”.

Hay otros libros en los LXX que no son estimados como canónicos ni siquiera por los católicos (éstos suelen designarlos unas veces como "pseudoepígrafos", y otras como "apócrifos"): Salmos de Salomón; 1 (3) Esdras; 3 y 4 Macabeos; 9 Cantos de la Iglesia griega (Plegarias de Moisés; de Ana; de Habacuc; de Isaías; de Jonás; de María, madre de Jesús; de Zacarías; de Ezequías; de Simeón).
Por si tales diferencias fueran pocas, en algunos libros como en Jeremías, Job o Ezequiel, la diversidad de orden y contenido de los capítulos entre los LXX y la Biblia hebrea es muy notable.


Tabla 1


Adiciones más importantes de los LXX a la Biblia hebrea:

A los Salmos: el 151; la llamada Oración de Manasés.
A Daniel: 3,24-90 (oración de Azarías e himno de los tres jóvenes)
13-14 (historia de Susana, y Bel y el dragón)
A Ester (1,1a-1s; 3,13a-13g; 4,17a-17s; 5,1a-1f; 5,2ab; 8,12a-12x; 10,3a-31).


Libros añadidos a la Biblia hebrea (considerados apócrifos por judíos y protestantes; considerados canónicos de segunda clase por los católicos):

1 2 Macabeos
Eclesiástico
Judit
Tobías
Sabiduría
Baruc, + Epístola de Jeremías


Libros añadidos a la Biblia hebrea (considerados apócrifos por judíos y protestantes y católicos):

Salmos de Salomón
1 (3) Esdras
3 y 4 Macabeos
9 Cantos de la Iglesia griega (Plegarias de Moisés; de Ana; de Habacuc; de Isaías; de Jonás; de María, madre de Jesús; de Zacarías; de Ezequías; de Simeón


Todas estas divergencias han sustentado recurrentemente la hipótesis de que los judíos de Alejandría tuvieron un canon propio de escritos sagrados —diferente del hebreo—, heredado luego por los cristianos junto con la Biblia en griego. Este supuesto ha estado en vigor hasta tiempos recientes en los que ha sufrido severas críticas. En general a partir de 1964, año de aparición de la obra de A.C. Sundberg (The Old Testament in the Early Church. Londres), no se admite ya fácilmente la hipótesis del canon alejandrino por tres razones principales:
A) Alejandría no fue nunca un centro religioso independiente de Jerusalén de modo que pudiera formular su canon propio.
B) Las citas que hacen el Nuevo Testamento y los Padres apostólicos de libros sagrados no se corresponden con lo que abarcaría el canon alejandrino, ya que el canon particular de esos cristianos primitivos contenía también diversos apócrifos o pseudoepí-grafos, no presentes en los LXX. Así, Mateo cita como Escritura a 4 Esdras y a la Asunción de Moisés; la Epístola de Judas cita 1 Henoc y la Asunción de Isaías como canónicos. Los Padres apostólicos reconocían también como tales 4 Esdras, Henoc y Eldad y Modad (libro hoy perdido). De este modo el número de libros bíblicos utilizados por la Iglesia antigua no sólo excede el canon hebreo, sino también el presunto canon alejandrino tal.
C) Por último, no es cierta tampoco la característica principal del llamado canon alejandrino: la presencia en él de libros compuestos exclusivamente en griego. Sabemos hoy día que parte de esos presuntos libros en griego fueron redactados en Palestina en hebreo o arameo y luego traducidos a la lengua helénica.
De estas críticas se obtiene en general la conclusión siguiente: no existía de ningún modo un canon especial en Alejandría, sino que tanto el cristianismo como el judaísmo antes del llamado sínodo de rabinos de Yabne/Yamnia (hacia el 90 d.C.) mantenían un canon bíblico fluido, cuyas fronteras no estaban aún estrictamente delimitadas.
Los cristianos se separaron formalmente de la disciplina de la Sinagoga antes de ese Sínodo, por lo que a partir de ese estado de indeterminación de la lista de Escrituras sagradas tuvo el cristianismo que asumir la tarea de fijar su propio canon. A la postre, los cristianos, ya independientes de la Sinagoga, aceptaron un canon distinto del judío, el cual se atuvo a las decisiones de los “sabios” en el Concilio de Yabne/Yamnia. Después de la reforma protestante, las diversas confesiones evangélicas volvieron sus ojos a la antigua normativa judía, no aceptando como canónico ninguno de los libros que sólo se hallaban en los LXX. Los católicos, por su parte, en el Concilio de Trento, sancionaron la costumbre tradicional de la Iglesia antigua declarando canónicos a los siete libros arriba mencionados, más el de Baruc. Hoy día, sin embargo, se ha impuesto la denominación de "deuterocanónicos", es decir, “canónicos de segunda clase”, lo que supone de hecho un acercamiento al punto de vista judío y protestante.

Tabla 2

DIVERSO USO DE VOCABULARIO PARA DESIGNAR OBRAS CANÓNICAS Y NO CANÓNICAS


Deuterocanónicos: para los protestantes y judíos son simplemente “apócrifos”

Apócrifos: los católicos reservan este vocablo para los escritos que los judíos y protestantes denominan “pseudoepígrafos”

Pseudoepígrafos: los católicos denominan a los escritos “pseudoepígrafos” unas veces así (como los protestantes) y otras “apócrifos”.


Saludos cordiales de Antonio Piñero

Universidad Complutense de Madrid

www.antoniopinero.com
Lunes, 12 de Octubre 2015
Escribe Antonio Piñero


Pregunta


En algunos salmos hay referencias que nos encontramos en los evangelios que no son apócrifos; por ejemplo Sl 22,1 en Mt 27,46 y Mc 15 ,34; Sl 22,16 en Lc 24, 39, Lc 24, 44, Jn 20, 20, Jn 25, 27; Sl 22, 18 en Mt 27,35, Mc 15, 24, Lc 23, 34, Lc 24, 39, Lc 24, 44, Jn 19, 23-24; Sl 31, 5 en Lc 23, 46,.... mi duda es que si los salmos son anteriores a estos evangelios, cómo pueden tener las referencias que aparecieron por ejemplo en un posible S. I/II d.C? ¿Puede que tengan una fuente común?



RESPUESTA


Esos salmos son en su mayoría muy antiguos, aunque sus autores sean anónimos, sin duda no lo fueron ni David ni Salomón. Pertenecen a un grupo que los estudiosos llaman “Salmos del justo perseguido”. Lo que ocurre es que los evangelistas, al narrar la pasión de Jesús, o bien moldean los sucedido de modo que se parezca a lo que está escrito en los salmos, o bien creen sinceramente que lo escrito en esos almos se cumplió en la pasión de Jesús porque así estaba profetizado. Dios gobernó lo ocurrido en la pasión del mesías y así se cumplieron las Escrituras. El acto de la redención, la cruz, estaba predicho por las Escritura sagradas. Este es el pensamiento de los evangelistas.

Si le es posible, lea mi libro (junto con Eugenio Gómez Segura, “La verdadera historia de la pasión”, de Edit. EDAF, Madrid, de 2011.



Pregunta:


Le rogaría que me aclarara algo con respecto a Jesús, ¿podríamos inferir que su ministerio fue exclusivo para los gentiles y por qué? Espero no quitarle mucho tiempo y si me da alguna referencia de un escrito que haya hecho y que esté en su blog, le agradecería me lo haga saber.
Gracias.


RESPUESTA


El ministerio público de Jesús no fue en modo alguno dirigido a los gentiles, sino exclusivamente a las “ovejas perdidas de Israel” (Mateo 10,6 y 15,24). Naturalmente, encontrará otros que argumenten que el episodio de la curación de la hija de la mujer sirofenicia (Mc 7,24-30) o el ministerio de Jesús en el inicio del capítulo 8 de Marcos, incluida la segunda multiplicación de los panes, etc., es un indicio de la “apertura” de Jesús a los gentiles. Perro en mi opinión no hay estrictamente una predicación de Jesús a los gentiles sobre el reino de Dios, que es el núcleo, casi exclusivo, de la proclamación de Jesús.


Si le es posible, lea mi “Guía para entender el Nuevo Testamento”, capítulo “Jesús histórico”, Edit. Trotta, Madrid, 4ª edic. 2011.





Pregunta


Hola, profesor. Sinceramente, creo que he descubierto mi pasión un poco tarde. Pero estoy realmente interesado en conocer la religión cristiana y me encantaría poder profundizar en los primeros años de vida de ésta. Debido a mi poca formación humanística nunca he sabido por dónde empezar a la hora de buscar bibliografía: siempre que tengo tiempo veo documentales o conferencias. Y creo que ya estoy preparado para dar un paso adelante y para sacar la información directamente de los libros. Mi pregunta sería si me podría aconsejar sobre qué empezar a leer, qué títulos buscar y cómo enfocarlo para poder buscar mi propia bibliografía. Muchas gracias. Atentamente


RESPUESTA


Si su pasión es la Biblia en general, debe comenzar por una buena introducción al Antiguo Testamento. Lo mejor que puede hacer es leer una en castellano. Busque en las páginas Web de las editoriales “Sígueme” y “Verbo Divino” y le orientarán.

Y respecto al Nuevo Testamento, que es propiamente mi campo de trabajo, yo le recomendaría, aunque sea barrer pro domo mea, mi obra “Guía para entender el Nuevo Testamento” de Edit. Trotta, 4ª edic. de 2011, que al final tiene bibliografía. Pienso que la materia de esta introducción le apasionará.


Pregunta


Pregunta 1: Por que el nuevo testamento no fue creado en primera persona? Esto va en contra \"el arte de la persuacion\" de Aristoteles. Hubiera mas impresionante decir algo asi como \"Yo conoci a Jesus personalmente\" o simplemente \"Cuando yo, Alejandro estaba con Jesus.....\" Pregunta 2: En la biblia se dice que Herodes mando a matar a los ninos menores de dos anhos. Cual fue el proposito relatar ese hecho? Le quiero agradecer por dar pie a discusiones mas academicas acerca de CRISTO. Tambien por el efecto que su dedicado trabajo esta teneindo. Gracias por encender ese deseo de conocer mejor a ese CRISTO, que es mas independiente de lo que me gustaria que el fuese. Un abrazo, y gran trabajo.


RESPUESTA:


Primero: porque los autores de los evangelios, en contra de lo que cree la gente, no fueron testigos visuales de lo que ocurrió. Además, después de Marcos, el resto copia de él la estructura básica. Segundo porque intentan hacer historia objetiva, aunque de hecho sean escritos de propaganda de una fe.


Segundo: el propósito fue indicar que Jesús, lo mismo que otros héroes de la Antigüedad, empezando por Moisés o Hércules, por ejemplo, superó ya desde pequeño todas las acechanzas y maquinaciones contra él, gracias al poder de la mano divina que lo guiaba. Pero en concreto esa “historia” es pura leyenda, aunque teológica, con ese fin.

Pregunta:


Le otorga alguna validez a la hipotesis flaviana ? La verdad es que el primer historiador que habla de Jesus, Flavio Josefo, estaba al servicio del emperador de Roma, con lo cual tampoco suena tan descabellado.


RESPUESTA:
Sí se lo otorgo, con las debidas consideraciones científicas. El texto de Flavio Josefo está ciertamente interpolado por los cristianos, pero tiene –eliminada estas—altas probabilidades de que sirvan para probar la existencia histórica de Jesús.

Le ruego que consulte en el Blog, utilizando el Buscador, la serie de postales que el Prof. Dr. Fernando Bermejo ha dedicado a este tema.


Pr:

Buenas profesor, recientemente he terminado su libro Año 1, me ha parecido muy interesante y descriptivo, si puede responderme me gustaría saber ¿Qué pregunta le formularía a Jesús si hoy día estuviera vivo?, me refiero haciendo un ejercicio de imaginación y trasladando al personaje tal cual del siglo I al actual siglo XXI. Saludos cordiales.


RESPUESTA:


Creo que lo que con más urgencia le haría no una, sino dos preguntas. Primera, si realmente se creyó a sí mismo, al menos al final de su vida, el mesías/rey de Israel; y, segunda, si estaría de acuerdo con los cuatro evangelistas, uno a uno, acerca de la imagen que de él mismo hacen en sus respectivos evangelios.


Pregunta:


Escribo para hacerle una consulta simple:

El apóstol Pablo afirma en su carta a los Romanos capítulo 1, que Jesús es pariente de José "según la carne". Pero según los evangelios nace de una virgen. Y la verdad no noto interés alguno das iglesias en debatir este asunto.

¿Podría por favor arrojar un poco de luz sobre este tema? ¿Existe consenso en las iglesias sobre este punto?


RESPUESTA:


Lo primero que debo decirle es que su cita no es del todo correcta. Lea de nuevo Romanos 1,3, donde se dice que Jesús como mesías es descendiente de David. Sí es verdad que luego las dos genealogía de Mateo 1 y Lucas 3, tratan de justificar que su padre (putativo) según la fe católica, José, es descendiente de David.

A ese respecto respondo: hay un consenso general entre los historiadores independientes en que esas dos genealogías son ficticias. Por tanto nada prueban de que José (o María como se ha pretendido) fueran descendientes de David.

Hay textos en los Evangelios como Marcos 12,35 y Jn 1,46 + 7,41 que ponen en duda la necesaria ascendencia davídica del mesías.

Lo más probable, pero probabilidad no es certeza, es que tras la muerte de Jesús, la creencia en su resurrección y su mesianismo (véase Hch 2,36), se “inventara” teológicamente el nacimiento de Jesús en Belén y con ello se confirmara la creencia común judía del momento de que el mesías era descendiente de David y por tanto tendría que haber nacido en Belén y no en Nazaret, de acuerdo con la profecía de Miqueas 5,1. Esta creencia debió de ser muy temprana porque ya Pablo la recoge.

Así mismo, la idea de la virginidad de María, firme en parte del Nuevo Testamento (Mateo y Lucas) sólo para el nacimiento de Jesús, es una creencia tardía y de parte solo de los cristianos primitivos.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 9 de Octubre 2015
Para entender fácilmente qué son los esenios y los manuscritos del Mar Muerto
Escribe Antonio Piñero

Me escribe mi amigo Adolfo Roitman --que es el Director del “Templo del libro”, una parte del Museo de Israel, en donde se conservan y se exponen los manuscritos del Mar Muerto, sobre todo en copias perfectas, para no dañar los originales—sobre la producción de una película en inglés, donde con una cierta trama personal, interesante, que hace del documental una verdadera película, se explica muy bien qué son los esenios y qué los manuscritos del Mar Muerto.

No hay versión al español, pero está subtitulada en inglés y al margen tiene notaas, en esa misma lengua, sobre los manuscritos, textos y acciones que se comentan. ¡Muy recomendable!.

Os transcribo la nota que me ha enviado el Prof. Roitman:
COPIA
Estimados amigos y colegas:

Por la presente quiero ponerlos al tanto del lanzamiento de un nuevo proyecto educacional innovador en el Santuario del Libro, a saber: una versión anotada de la película "A Human Sanctuary" (versión en inglés) (http://www.imj.org.il/human-sanctuary/).

Es mi esperanza, que este proyecto sirva para difundir más conocimiento sobre los rollos del mar Muerto, la secta de Qumrán y el judaísmo del Segundo Templo.

FIN DE COPIA

Recomiendo que le echéis una ojeada, porque sirve incluso para perfeccionar el inglés, ya que está subtitulada.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
Jueves, 8 de Octubre 2015
Hoy escribe Fernando Bermejo


Continuamos hoy nuestra reseña de la obra de Franco Tommasi Non c’è Cristo che tenga. Silenzi, invenzioni e imbarazzi alle origini del cristianesimo: Qual è il Gesù storico più credibile?, Manni Editore, Lecce, 2014, una obra de un no especialista que pretende ofrecer una panorámica de las posiciones sobre la figura histórica de Jesús.

El autor no oculta que Non c’è Cristo che tenga (en adelante, NCCCT) es un libro cuyos materiales surgieron de forma fragmentaria, y que su intención no es la de efectuar una exposición del todo sistemática. Sin embargo, la obra está ordenada y claramente estructurada en tres partes. La primera se titula “I Problemi aperti”, y está dedicada a los hechos básicos que deberían ser el punto de partida de toda investigación crítica. Tommasi identifica tres problemas:

1: Las fuentes no cristianas, con alguna excepción, apenas tienen referencias a Jesús; y las fuentes cristianas más antiguas (Pablo y la denominada Q) no contienen precisamente mucho del material biográfico aportado por los evangelios

2: Una parte conspicua de los datos contenidos en las fuentes cristianas del s. I es el resultado de creatividad teológica y fantasía piadosa

3: La tradición cristiana ha conservado varios elementos (material embarazoso) que contradicen claramente la imagen de Jesús que esas mismas fuentes intentan construir.

La segunda parte está dedicada a las reconstrucciones de Jesús, y al mismo tiempo a las explicaciones que se han ofrecido de los llamativos hechos reseñados en la primera parte.

El autor identifica cinco posiciones:

1) La fundamentalista;

2) Las cristianas moderadas, que intentan salvar el núcleo de la imagen tradicional, confesional;

3) Las concepciones sobre la personalidad de Jesús –que el autor califica como “no confesionales”– como un profeta apocalíptico o como un innovador religioso y ético;

4) La reconstrucción de un Jesús implicado en ideología y/o actividad antirromana;

5) La visión mitista, según la cual Jesús no existió.

La tercera parte es la más breve, y contiene un conjunto heterogéneo de reflexiones sobre el cristianismo y sobre los modos en que los autores cristianos defienden su tradición. La obra se cierra con dos largos Apéndices:

• Uno de ellos contiene información útil acerca de cuestiones básicas relacionadas con el tema del libro (un glosario, información sobre las fuentes, criterios de historicidad…);

• El otro está dedicado a poner sobre la mesa, con toda sinceridad, la posición personal del autor con respecto a las creencias religiosas y al cristianismo en particular.

Aunque la posición fundamentalista es resumida en un par de páginas –no parece, en realidad, haber mucho más que decir sobre ella –, NCCCT examina y evalúa cuidadosamente cada una de las restantes posiciones identificadas por el autor, dedicando a cada una un capítulo.

Prueba de la independencia de juicio y apertura de miras de Tommasi es que, mientras la mayor parte de autores descarta de antemano la posición mitista como obsoleta y descabellada, Tommasi dedica a esta posición, y especialmente a la obra de Robert Price, más de una veintena de páginas. Es una pena que la obra de Richard Carrier, On the Historicity of Jesus. Why We Might Have Reason for Doubt, publicada en 2014, y que entretanto se ha convertido en la obra de referencia para las posiciones mitistas, no haya podido ser examinada por Tommasi.

Lo que es aún más interesante, Tommasi dedica algunas (pocas) páginas a intentar detectar la existencia de cierto espacio de posible convergencia entre el mitismo, las posiciones mayoritarias y la obra de los defensores de un Jesús antirromano. Esta propuesta parecerá discutible, pero el hecho mismo de formularla prueba la falta de prejuicios del autor.

Continuará.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
b[
Miércoles, 7 de Octubre 2015
Escribe Antonio Piñero:


Pregunta:


Shalom, qué tanta veracidad hay en los escritos llamados "nuevo testamento" la
mayoría de judíos que conozco no aceptan tales escritos por sus aparentes
oposiciones a la Toráh, son escritos judíos? Podrían haberse escrito primero
en idioma hebreo?


Respuesta:

Su pregunta es demasiado general y no puede responderse como tal. El Nuevo Testamento, aparentemente tan pequeño en comparación con el Antiguo, es una mina de información no solo sobre Jesús sino sobre cientos de personajes del siglo I de nuestra era. Contiene pequeñas narraciones, historias, leyendas, dichos y sentencias, consejos morales, citas del Antiguo Testamento. y mil cosas más. Por tanto no se puede globalizar. Hay que tomar pasaje por pasaje y aplicarle las mismas reglas y normas que el historiador y el crítico literario usa para averiguar el grado de historicidad de cualquier texto de la Antigüedad. Con esto le digo que hay que ir uno por uno., y hay que estudiar mucho para aplicar esas reglas con todo sentido.

Pero el argumento de que los judíos no acepten el Nuevo Testamento no vale para nada. Es lo mismo que si me preguntara qué veracidad tienen los escritos del budismo pali porque los cristianos no lo aceptan como Escritura sagrada. Tampoco aceptamos el Corán…, etc. Hay que buscar otros argumentos.


Tampoco tiene sentido preguntar si los escritos del Nuevo Testamento podrían haberse escrito en hebreo. En primer lugar porque no se hablaba hebreo, sino arameo en el Israel del siglo I. Y, en segundo, porque los escritos del Nuevo Testamento pertenecen a una época en la que la mayoría de los creyentes y los posibles conversos a la fe en Jesús como mesías hablaban griego, que era el idioma común en el Mediterráneo oriental en el siglo I.



Pregunta:



Si bien la costumbre de ayunar en el pueblo judío ha quedado aligerada solo a 24 horas al año durante de su fiesta sagrada del Yom Kipur o «día de la humillación», me gustaría saber si en tiempos de Jesús ¿se ayunaba más veces al año por motivos religiosos, si había grupos o sectores religiosos concretos que lo hacían habitualmente y si esta costumbre la llevaban a cabo una vez por semana o una vez al mes, etc.?


RESPUESTA:


En tiempos de Jesús las costumbres eran eso, hábitos no fijos. Pero sabemos que los fariseos ayunaban normalmente los lunes y jueves de todas las semanas del año. Además del ayuno del Yom Kippur, y muchos otros ayunos voluntarios por peticiones a la divinidad y festividades religiosas, los esenios ayunaban más veces aún y con cualquier pretexto.


No tengo tiempo ahora de ofrecerle referencias concretas. Pero las puede encontrar en los múltiples libros que tratan del tema “el judaísmo en tiempos del Segundo Templo”, “En tiempos de Jesús”, “En el siglo I”, como las obras de E. Schürer, ante todo, y E. Sanders, F. Abel, Ch. Guignebert, M.-J. Lagrange, etc. Busque por favor
en Internet.

El ayuno, la limosna, la oración, el enterrar convenientemente a los difuntos, eran las virtudes capitales del judaísmo del Segundo Templo.


Pregunta:



Dice 1Pedro 5:13 la cuidad "Babilonia". Será cierto que se esta refiriendo a Roma?



RESPUESTA:


Sin duda alguna, puesto que ya existía –como se ve por el Apocalipsis 14,8 y 16,19-- la tradición cristina de designar a Roma como la corrupción completa, imaginada como la Babilonia antigua




Pregunta:



Pedro murió crucificado. Algunos autores dicen que cabeza abajo puede ser que encuentre ecos en Juan 21:18-19. Usted creer que Pedro murió con la cabeza abajo como dicen algunos autores?




RESPUESTA:


Que Pedro murió crucificado es un dato de la tradición, quizás legendaria. “Algunos autores” se refiere –supongo-- a los que recogen la tradición de los Hechos apócrifos de Pedro 37 (anteriores al 197 d.C., ya que aparecen citados en el De baptismo, de Tertuliano, de esa fecha. Vea la edición española de Piñero-del Cerro, Hechos apócrifos de los Apóstoles, vol. I, p. 659, Madrid, Editorial “Biblioteca de autores cristianos”, 2004.



Pregunta:



¿Por qué Jesús de Nazaret no le aplicaron la ley judía, sino, la romana. A Esteban si le aplicaron la ley judía?




RESPUESTA:


Esta pregunta puede ser resuelta por uno mismo, reflexionando un poco sobre el texto del Nuevo Testamento

Porque la condena de Jesús, por los romanos, fue por sedición contra el Imperio, por un delito de leda majestad contra el emperador Tiberio. Además, los judíos no tenían derecho a condenar a nadie a pena de muerte (el denominado ius gladii). Hemos tratado este tema en el Blog. Búsquelo por favor.

El caso de Esteban (Hechos 7), si es que es estrictamente histórico –y muchas dudas al respecto--, fue un linchamiento de la plebe por presunta blasfemia contra el Templo y Moisés. Ahí había hechos consumados, y la autoridad romana no intervino.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Lunes, 5 de Octubre 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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