CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Jesús y el fariseísmo (III). Educación de Jesús (23-11-2016)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Hay otros casos en la tradición sinóptica en el crítico tiene toda la impresión de que la presencia de los fariseos en determinados textos se ve forzada, secundaria, añadida, no se justifica por la situación que presenta la escena que el evangelista está dibujando. Así en Mc 2,15-16:
 
 
“Y sucedió que estando él (Jesús) a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían. Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos: «¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?».
 
 
El sintagma “escribas de los fariseos” es considerado por muchos críticos como incomprensible en sí y como un elemento secundario añadido a la escena. En realidad no sabemos qué significa esta precisión de escribas propios de los fariseos. En sí, además,  la celebración del discipulado en una escena de comensalidad en casa del nuevo seguidor de Jesús se convierte en una crítica por parte de los fariseos. Da toda la impresión de que el redactor ha introducido aquí a los fariseos para concretizar una crítica general que se habría hecho a Jesús.
 
 
Otro caso se observa también en el mismo Marcos. Por ejemplo, 2,18:
 
 
“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: «¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?». Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar”.
 
 
El transfondo probable de esta perícopa es una disputa entre los discípulos de Jesús y los de Juan Bautista. Los fariseos han sido añadidos secundariamente.
 
 
Otro caso: Mc 10,2:
 
 
“Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?»”
 
 
Pero el famoso manuscrito D (el Códice Beza, testigo del texto denominado occidental en Evangelios y Hechos) omite “fariseos”.  Estimo que esta ausencia es probablemente original.
 
 
En Mc 7,1-3: los fariseos vienen expresamente desde Jerusalén para disputar con Jesús. Esto es muy notable y para muchos críticos un tanto sospechoso:
 
 
“Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas –es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos”.
 
 
En mi opinión, el texto es ambivalente. Ciertamente se ve una insistencia en citar a los fariseos como los principales enemigos de Jesús Mas, por otro lado, quizás la escena no sea tan irreal. Supone que Jesús tuvo un momento de atracción de masas en Galilea hasta que le sobrevino la sensación de fracaso y decidió “subir a Jerusalén”. Y los fariseos de Jerusalén tomaron nota de ese prestigio y quisieron intervenir. Y a la vez –y lo digo respecto a los que creen que Jesús no pudo ser un fariseo– se puede mantener que los fariseos eran tan poco sociables con los ajenos…, que jamás habrían hecho caso a Jesús y se habrían trasladado expresamente de Jerusalén a Galilea si Jesús no fuera uno de los suyos. De algún modo. Si no lo fuera, no le habrían hecho ni el menor caso.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 
Miércoles, 23 de Noviembre 2016
Escribe Antonio Piñero
 
La perspectiva atenta y comparativa sobre el tema “Jesús y los fariseos” ayudará, y mucho, a ver el comportamiento de la tradición evangélica: se percibirá, sobre todo al final del análisis de variados textos y en una vista de conjunto, cómo son erróneas ciertas percepciones que se nos ofrecen como seguras en lecturas rápidas de los Evangelios, lecturas no comparativas, es decir, no teniendo en cuenta los paralelos de los otros evangelistas.
 
Es interesante –opino– comprobar cómo la tradición aumenta el papel negativo de los fariseos en las discusiones que Jesús mantuvo según los textos con diversos tipos de personajes. Este hecho es muy perceptible: basta con comparar sinópticamente los textos en los que en alguno de ellos aparecen los fariseos como enemigos de Jesús y cómo en otros no hay nada. A veces es tan perceptible que se nota en un mismo y único texto sin recurrir a la comparación. Así:
 
 
Mc 3,1-8: “Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. 2 Estaban  (¡obsérvese el impersonal!:varios e indeterminados) al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle…Y luego, de repente, en el v. 6, que es claramente secundario, ya aparecen los fariseos como añadidos –muy probablemente por Marcos mismo–– a una historia que la tradición había transmitido como propia de adversarios o dialogantes anónimos. Escribe Marcos sin haberlo justificado antes: “En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle.”
 
Otro caso en el que basta igualmente con analizar el texto de un solo evangelista para observar el añadido, por parte del evangelista del vocablo “fariseos” a una tradición previa. Así Mc 8,10-13:
 
“Subió a continuación (Jesús) a la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanutá. 11 Y salieron los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba. 12 Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice (Jesús): «¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» 13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta.
 
 
Parece bastante claro que “los fariseos” fueron aquí añadidos por Marcos para crear una situación concreta para un dicho de Jesús que en principio no estaba dirigido solo a los fariseos, sino a “esta generación”.
 
Otro ejemplo de añadido, opino que malicioso, observable en este caso por comparación sinóptica, es el siguiente:
 
· Lc 11,15 (Q): “Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.»
 
· Mc 3,22: Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.
 
· Mt 12,24: “Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios.»
 
Obsérvese que Lucas recoge por su parte una tradición también indeterminada. Marcos añade que los oponentes son los escribas. Pero Mateo –cuya comunidad está aún dentro del ámbito sinagogal, después del 70 d.C. por supuesto, con el Templo ya destruido–  y que tiene grandes problemas con los dirigentes de esa comunidad por su fe en Jesús como Mesías rechazada por la mayoría,  añade, o cambia, para afirmar que los oponentes de Jesús eran fariseos.
 
Téngase en cuenta que los dirigentes de la comunidad judía a la que pertenecía el grupo de judeocristianos en los que estaba integrado Mateo eran ya fariseos declarados, prácticamente todos, pues eran los únicos supervivientes de la catástrofe de la lucha contra Roma (esenios y saduceos habían desaparecido y los celotas extremos también), y que estos fariseos empezaban ya a recomponer el judaísmo buscando una ortodoxia. A estos dirigentes les fastidiaba que un grupo de judeocristianos siguiera defendiendo y creyendo en un Mesías sedicioso a los ojos del Imperio Romano, ajusticiado en una cruz. En estas circunstancias de ataque a su comunidad por parte de los dirigentes, fariseos o filo fariseos, no es extraño que Mateo cargue las tintas contra los fariseos e intente “demostrar” en lo que es posible que el Maestro, Jesús, ya en vida había tenido graves problemas con los fariseos. Y así demostraba que no era extraño que ellos, sus seguidores los tuvieran también con el mismo grupo.
 
Y otra nota: un análisis de la “Fuente Q” nos muestra que no hay disputas con los fariseos estrictamente. Y es natural ya que los fariseos estrictos apenas existían en Galilea, como hemos indicado en una postal anterior.
 
Por tanto, primera conclusión:
 
Se constata una tendencia de la tradición, que pasa por escrito en los Evangelios: Allá donde hay dudas de quién se oponía a Jesús, o era indeterminado, los fariseos y los escribas aparecen en la tradición posterior sustituyendo a esos personajes indeterminados (algunos, la gente, etc.)”.
 
Seguiremos mañana con esta argumentación.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
 
Martes, 22 de Noviembre 2016
Escribe Antonio Piñero
 
Del fariseísmo de Jesús hablaremos en su momento detenidamente. Ahora me interesa poner en cuestión la imagen antifarisea de los Evangelios. Para ello me voy a servir de un  análisis, lúcido en extremo, de Rudolf Bultmann en su Historia de la tradición sinóptica (pp.  54-56: son de la 7ª edición alemana de 1967; no tengo la española, que sé que existe y que creo publicó la Editorial Sígueme).
 
Hay unas veinte escenas de los tres primeros evangelios (Marcos - Mateo - Lucas) que nos pintan a Jesús disputando agriamente contra los fariseos. Estos episodios nos llevan de modo espontáneo a considerar a Jesús como adversario acérrimo de este grupo, y en general ésta es la opinión de los cristianos de hoy. Sin embargo, esta tradición es muy insegura y por lo menos exagerada. En general, un examen detenido de los textos nos lleva a sostener que la tradición evangélica tiende a convertir en una disputa, a veces agria, lo que primero podría ser en Jesús un simple “diálogo didáctico”, es decir una explicación de la Ley ante un auditorio más menos restringido.
 
Veamos algunos casos. Así por ejemplo, Mc 12,28-34:
 
 
“28 Uno de los escribas, tras acercarse y oír que estaban disputando, y al ver que les respondía correctamente le preguntó:
–¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
29 Le contestó Jesús:
–El primero es: «Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor, 30 y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu vida, toda tu mente, toda tu fuerza». 31 El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Mayor que éstos no hay otro mandamiento.
32 El escriba le dijo:
–Bien dicho, maestro, hablas según la verdad, porque «es uno y no hay otro excepto él».33 Y «amarlo con todo el corazón, todo el entendimiento, toda la fuerza», y «amar al prójimo como a uno mismo» es mucho más importante que todos los holocaustos y sacrificios.
34 Jesús, al ver que respondía inteligentemente, le dijo:
–No estás lejos del reino de Dios.
Y nadie se atrevía ya a preguntarle”.
 
 
Obsérvese el contraste con el paralelo de Mt 22,34-40:
 
34 Al enterarse de que Jesús había hecho enmudecer a los saduceos, los fariseos se juntaron y volvieron a la carga. 35 Uno de ellos, que era escriba, le puso una pregunta mal intencionada:
             36 –Maestro ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?
             37 Él le contestó:
             –«Amarás al Señor tu Dios”
 
 
El contraste está entre Mc 12,28 (“uno de los escribas”) que   Mateo en 22,34 sustituye por fariseos que vuelven a cargar contra Jesús y le hacen una pregunta mal intencionada, es decir “para tentarlo”.
 
Y Lucas, por su parte, sigue la tendencia de empeorar la relación Jesús – fariseos:
 
 
“Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?” (Lc 10,25).
 
Obsérvese de nuevo la anotación: el legista no obra inocentemente sino que lo hizo "para ponerle a prueba" = tentarlo.
 
 
Otro caso es cuando la tradición más primitiva  recoge una pregunta de “alguien”, no especificado,  y la misma tradición en otro evangelista sustituye ese “alguien” ignoto por fariseos o "escribas y fariseos".
 
Un ejemplo  claro es:
 
Lc 11,16:  “Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo”.
 
En el paralelo de Mateo se recoge la misma tradición, pero el evangelista la modifica  negativamente:
 
Mt 12,38: “Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti.
 
 
Otro ejemplo de la tradición sinóptica se halla en un famoso texto, aunque no canónico, el Papiro de Oxirrinco 840 que amplifica la perversidad de los fariseos:  
 
 
(Verso): “Tomando Jesús a sus discípulos, los introdujo en el mismo lugar de las purificaciones. Y él se paseaba por el Templo. Entonces se acercó cierto pontífice fariseo, de nombre Leví, les salió el encuentro y dijo al Salvador: “¿Quién te ha dado permiso para poner los pies en este lugar de las purificaciones y contemplar estos vasos sagrados sin haberte lavado y sin que se hayan lavado los pies tus discípulos? Más bien, estando contaminado, has pisado este templo, lugar sagrado, que nadie que no esté lavado y haya cambiado sus vestidos, puede pisar ni se atreve a contemplar los vasos sagrados”. Pero poniéndose al instante el Salvador al lado de sus discípulos, le respondió:
 
(Recto) 23-45: “Entonces tú, que estás en el templo, ¿eres puro?”. Aquél le dijo: “Sí, estoy puro, pues me he lavado en la piscina de David, y he subido por una escalera distinta de la de bajada; y me he puesto vestidos blancos y limpios. Así he venido y contemplado estos vasos sagrados”. El Salvador le respondió diciendo: “¡Ay de los ciegos que no ven! Tú te has bañado en corrientes en las que se han metido perros y puercos de noche y de día. Te has lavado y te has enjugado la piel exterior, lo que también las meretrices y las flautistas perfuman, lavan, enjugan y atavían para excitar la concupiscencia de los hombres. Pero su interior está lleno de escorpiones y de toda clase de maldad. En cambio yo y mis discípulos, de quienes dices que no nos hemos purificado, nos hemos lavado en aguas de vida eterna”
 
Hay que fijarse cómo exagera la importancia del fariseísmo como opositor de Jesús haciendo que el fariseo sea un pontífice (algo insólito). Y amplificando la respuesta de Jesús en tonos totalmente ofensivo. Es un caso claro cómo una tradición apócrifa posterior a los evangelios canónicos sigue una tendencia inaugurada por estos.
 
Seguiremos porque lo creo interesante. Está en juego la credibilidad de la tradición… que no es aséptica.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
 
Lunes, 21 de Noviembre 2016
Escribe Antonio Piñero
 
En líneas generales opina la mayoría de los investigadores que el pensamiento global judío de Jesús –si es que le puede incardinar con total seguridad dentro de las denominadas “sectas judías” por Flavio Josefo, saduceos, fariseos, esenios y celotas– se parece bastante al sistema fariseo.
 
Y aquí, en cuanto a la formación de Jesús, surge la pregunta: ¿cómo es posible que Jesús adquiriera –de cualquier forma– una formación farisea? Por lo que sabemos, apenas había fariseos en Galilea (según los evangelios algunos fariseos subían desde Jerusalén para discutir con Jesús), ya que sus ideario de llevar a la vida ordinaria el sistema de pureza sacerdotal era
 
a) muy difícil en un entorno lleno de paganos (recordemos que los fariseos no eran escribas profesionales, por tanto vivían de su trabajo; he repetido varias veces que Hillel era zapatero y en Galilea no era nada fácil no tener contactos con clientes)
 
b) tenía poco sentido procurar un estado tal de pureza si el Templo estaba tan alejado
 
Por otro lado, lo que sabemos de la piedad galilea en general tampoco favorecía precisamente el fariseísmo. Aunque cumplidores de lo más importante de la ley de Moisés, los galileos tenían fama de un tanto “laxos” o relajados en sus interpretaciones de la Ley entre los fariseos, cuyas opiniones al respecto son recogidas por la Misná. Según este corpus, ensamblado a finales del siglo II o comienzos del III d.C., los fariseos acusaban a los galileos de ignorantes en materias legales-religiosas.
 
Esta opinión antigalilea, recogida en tiempos posteriores a la época de Jesús, quería probablemente indicar en Jerusalén que los galileos no daban tanta importancia al espíritu puntilloso y minimalista en la observancia de la ley de Moisés que imperaba en círculos capitalinos. Los galileos rodeados de gentiles tenían que concentrarse en lo más esencial de la religión judía -la circuncisión, la observancia del sábado, el respeto general por la Ley y la Alianza, el sustento económico del Templo y las peregrinaciones anuales a él- y quizá no hicieran tanto caso a cuestiones exteriores del ámbito de la pureza ritual que se podían observar mejor en un ambiente donde no había tantos gentiles.
 
Galilea tenía respecto a Jerusalén sus peculiaridades –fomentadas por la distancia geográfica- que forjaron ciertos detalles de la personalidad de sus gentes que explican algunos de los rasgos del Jesús histórico y de sus seguidores. Así, el carácter marcadamente rural, campesino, del ministerio y predicación de Jesús visible en sus parábolas, llenas de comparaciones de la agricultura y, segundo, el vivo sentido de que su misión estaba orientada preferentemente a los israelitas y no a los paganos (Mt 10,6 y 15,24). Jesús realizó sus viajes de predicación sólo por las aldeas de Galilea y no por las ciudades importantes de la región, como Séforis y Tiberíades, plenas de gentiles y a las que nunca rindió visita.
 
Respecto al fenómeno de la oposición antiextranjera, y antirromana en particular en Galilea, puede hacerse una observación. A) Por un lado, es cierto que el levantamiento más importante de los años de la infancia de Jesús –exactamente en el año 6 d.C.–  fue el de Judas de Gamala, por tanto un “revolucionario” que no había surgido precisamente en el corazón de Judea. Es claro que en la región galilea había suelo y base para un sentimiento antirromano.
 
Pero, por otro lado, B)  es cierto también que en la patria de Jesús, en el momento en el que Jesús se lanza a predicar el reino de Dios, el ambiente no era tan revolucionario y antirromano como el de Judas. Salvo la revuelta de este, no hubo otras de importancia hasta pasados más de sesenta años en el siglo I.
 
Por consiguiente, al estar los galileos físicamente alejados del Templo, era lógico que su espiritualidad estuviera más centrada en la sinagoga –que significaba ante todo la lectura y el estudio de la Ley y la oración en común– que en los sacrificios. Aunque hay sobradas muestras en los evangelios de la lealtad de Jesús al santuario central de Jerusalén (sobre todo el Evangelio de Juan presenta a Jesús asistiendo con asiduidad a las festividades del Templo) la lejanía de este hubo de generar una piedad más interiorizada que compensaba la imposibilidad de asistir con asiduidad a los oficios del santuario de Jerusalén.
 
Quedaría, por tanto, la conclusión hipotética de que el tono y sentido francamente fariseo de la teología de Jesús hubo de generarse en el contacto con la sinagoga: lo que allí se leía y explicaba en torno a las Escrituras era de tonalidad farisea, pues no en vano sostenía Flavio Josefo que los fariseos habían influido con sus doctrinas (en tiempos de Jesús es probable que la secta tuviera unos 170 o 180 años: de Antígono de Soco, fariseo de esa época, se recoge un sentencia en la Misná, cuya síntesis es nada merecemos si cumplimos la Ley; siervos inútiles somos y no hacemos más que cumplir con nuestro deber) en la población de todo Israel y no solo en Judea. Y como Nazaret era tan minúsculo, no sería extraño que Jesús frecuentara algunas otras sinagogas más importantes: Séforis que estaba al lado y la de Cafarnaún, donde más tarde implantaría su residencia (Mc 2,1).
 

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 
Domingo, 20 de Noviembre 2016
Educación de Jesús. Revisión crítica. ¿Sabía Jesús hebreo y griego? (V) 18-11-2016)

Escribe Antonio Piñero
 
¿Conocía Jesús el hebreo? Sabemos que aunque toda la nación israelita hablaba normalmente arameo occidental, como herencia de los doscientos años en los que Israel estuvo bajo el dominio persa (desde la vuelta del exilio de Babilonia hacia finales del siglo VI o comienzos del V a.C.), ya que esta lengua era la oficial del Imperio persa para su parte occidental, las discusiones entre los eruditos sobre la Biblia eran a menudo en hebreo convertido en Israel en lengua erudita y “clásica”. Por tanto, si Jesús discutía a menudo de la “Ley y los Profetas”, es bien posible que Jesús supiera hebreo, ya que lo había oído desde pequeño en la sinagoga. No era tan difícil, y pues el arameo y el hebreo son lenguas estrechamente emparentadas la Biblia se aprendía en hebreo.

Los estudiosos han querido ver en algunos casos cómo Jesús hace un juego de palabras en hebreo. Así el juego entre ben (“hijo”) y eben (“piedra”:
 
Mc 12,10 cuenta que Jesús , dentro de la parábola de los viñadores homicidas que matan al “hijo”, cita el Salmo 118,22::
 “¿No habéis leído esta Escritura: «La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido»”. Aquí se habla del hijo, ben, asesinado por los viñadores que se convierte en eben, piedra angular 
 
Otro juego de palabras en hebreo pudo haber hecho Jesús entre qais (“verano”) / qes (“fin”)   en el pasaje traído por  Mc 13,28-29:
 
“«De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el (el final = qes; así en Lc 21,31; el reino de Dios; Mt 13,49 “final de los tiempos: qes ha-olamin) está cerca, a las puertas”.
 
¿Sabía Jesús griego? Muchos críticos lo niegan… Pero creo que hay argumentos suficientes para pensar que es probable al menos que Jesús hubiese manejado el griego, al menos para desenvolverse en su oficio de carpintero cuando le encargaban trabajos (en Séforis y Tiberíades) gente que solo hablaba griego. Es este un argumento de mera plausibilidad histórica, una hipótesis razonable, pero nada más.
 
A este argumento puede añadirse un par de textos de apoyo.
 
A. En una ocasión unos griegos quisieren ver a Jesús, como relata Jn 12,20-21:
 
“Había algunos griegos de los que subían a adorar en la fiesta. Estos se dirigieron a Felipe, el de Betsaida de Galilea, y le rogaron: «Señor, queremos ver a Jesús»”.
 
Naturalmente querían verlo porque podían comunicarse con él fácilmente: es probable que se hubieran expresado en su lengua al hablar con Jesús. Pero este no quiso recibirlos no porque no la supiera, sino porque posiblemente en paganos. Este rechazo encaja bien (criterio de  
 
B. Los adversarios de Jesús suponen que puede predicar a los griegos:
 
Se dice en Jn 7,34-35:
 
“Me buscaréis y no me encontraréis; y adonde yo esté, vosotros no podéis venir.» Se decían entre sí los judíos: «¿A dónde se irá éste que nosotros no le podamos encontrar? ¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?”.
 
A pesar de estos posibles datos, una lectura aun rápida del Evangelio nos indica que Jesús no parece tener una influencia clara de la mentalidad del helenismo. Lo que se respira en los evangelios es Israel puro y duro. Por eso su uso de la Biblia tendría que ser en hebreo o arameo. Parece muy poco probable que Jesús usara en su predicación y discusiones la traducción de los Setenta al griego
 
Y desde luego, sin duda algina,  su lengua materna era el arameo. en  momentos claves de su vida los Evangelios  transcriben algunas palabras suyas en esa lengua:

Así en Mc 5,41: “Y tomando la mano de la niña, le dice: «= Talitá kum =», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate»”, 

Mc 15,34: “A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz:  «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», – que quiere decir– «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?»”.
 
 Otra cuestión: ¿en qué habla con el prefecto durante su juicio? No lo sabemos, ya que toda la peripecia de Pilato y Jesús está llena de fantasía y leyenda sobre todo en Mateo, Lucas y Juan.

Y por último:
 
¿Viajó Jesús a la India? ¿Hay influencias ciertas y comprobables del budismo en las palabras de Jesús ? ¿Hay influjo directo de la religión del Irán en sus dichos?

La respuesta es: No tenemos datos y no lo podemos suponer. Son hipótesis altamente inverosímiles.
Nuestras fuentes nos muestran un Jesús judío al cien por cien, y un Jesús campesino y galileo también al cien por cien.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 
Viernes, 18 de Noviembre 2016

 
Escribe Antonio Piñero
 
Sobre la educación de Jesús los críticos han discutido todo, hasta si sabía leer y escribir, cosa que extraña normalmente a la gente, la cual considera que los estudiosos “sacan punta” a todo y ponen todo en cuestión. John P. Meier, en el primer volumen de su obra, “Un judío marginal”, discute el tema tanto en cuanto permiten las fuentes Señala tres pasajes de los Evangelios al respecto. Cita tres textos:
 
1. Lc 4,16-17: “Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.  17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:”

2. Jn 7,15: “Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin haber estudiado?»”.

3. Jn 8,6: “Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra”.
 
La opinión de J. P. Meier al respecto es:
 
“Los distintos textos de los evangelios prueban muy poco sobre la alfabetización de Jesús. Sin embargo, la argumentación indirecta basada en la convergencia de varias líneas de probabilidad nos lleva a pensar que Jesús de hecho sabía leer y escribir. Las consideraciones generales sobre el judaísmo palestino del siglo I (es decir, la idea general de la investigación (aunque recientemente con muchas dudas, es que los varones en Israel en el siglo I estaban alfabetizados al 90%,) más el testimonio coincidente de las distintas corrientes de la tradición evangélica, junto con la aportación indirecta de Jn 7,15, hacen plausible que Jesús supiera leer las Escrituras hebreas y mantener debates sobre su significado” (I 289).
 
Yo estoy de acuerdo Parece que el conjunto de sus discusiones con sus semi colegas (al menos) fariseos y sus intervenciones en las sinagogas, dato corriente en los evangelios, apuntan a que Jesús sabía leer y escribir. Respecto al texto 2 (Jn 7,15), lo que se preguntaban las gentes se refería solamente a si Jesús había sido alumno de algún maestro de la Ley de alguna fama en Galilea. Y la respuesta era que no. Formulado en términos modernos ¿tuvo estudios superiores a los que podía enseñar un “hazán”, un cuidador (“sacristán”) de la sinagoga de un pueblo pequeño?
 
Tales estudios se reducían a ser un talmid, “alumno” de un rabino. El aprendizaje era memorístico: sanáh en hebreo significa “repetir”  y el libro, a partir del incio del siglo III d.C. el sustantivo derivado de sanáh es Misnáh, que no significa sino “aprendizaje por repetición”. No lo sabemos ni podemos saberlo; sencillamente porque no hay fuentes.
 
La mayoría de los estudiosos responden negativamente: casi seguro que no, que Jesús no frecuentó a ningún rabino. Y se basan en el texto de  Mc 6,2 donde se dice:
 
“La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joseto, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él”. Por eso Jesús no fue nunca un “maestro de Israel”. Igualmente Jn 7,15, más arriba.
 
No hay que extrañarse, sin embargo, de que Jesús pudiera discutir con los maestros de la Ley sin haber estudiado especialmente. La historia está llena de gente más o menos superdotada en algún aspecto del conocimiento que aprenden solos, únicamente oyendo lo que se dice en su casa y en la escuela. Jesús, que fue un pensador potente en lo religioso, y bien pudo ser uno de estos personajes que brillan con luz propia en una disciplina intelectual. Le bastó probablemente leer su Biblia y asistir regularmente y aclaraciones de los texto sacros de la Ley y los Profetas que se hacían entre todos los asistentes a los oficios sinagogales de los sábados para luego reflexionar por su cuenta. Adviértase que cuando Jesús discute con fariseos y otros maestros de la Ley tiene en torno a los 30 años. Suficientes como para haber aprendido solo.
 
Relacionado con el tema de los “estudios superiores”, otros estudiosos se han preguntado si en realidad conocía bien la Biblia Jesús, o por el contrario si fueron los evangelistas, y la tradición que recogen, los que han embellecido y engrandecido los conocimientos escriturísticos de Jesús en las discusiones de este con los fariseos y doctores de la Ley. Creo que aquí la crítica puede ser ya un tanto exagerada en su escepticismo respecto a las fuentes evangélicas. A tenor de los evangelistas, Jesús dominaba la Escritura como un fariseo. Aunque teóricamente es posible que hayan “mejorado” su conocimiento, ya que la cristología se formó sobre el estudio e interpretación de las Escrituras. Los evangelistas pudieron retroproyectar a Jesús el material que ellos empleaban en las discusiones con otros judíos sobre Jesús como mesías.  Mi opinión no es sin embargo, escéptica. Creo que es más que posible que Jesús conociera bien el Génesis, los  Profetas (Isaías; Zacarías, Oseas), y los Salmos. Esto pertenecía al fondo común de la espiritualidad de todo israelita que se preciara.
También es probable que Jesús conociera el desarrollo de la teología veterotestamentaria que conlleva la lectura de algunos de los que hoy conocemos como “Apócrifos del Antiguo Testamento”. Pero aquí no podemos precisar. Ni siquiera si conocía I Henoc y el libro de Daniel (que al final entró en el canon, gracias al feliz resultado del engaño de su autor que se hizo pasar por Daniel, un personaje de la corte del monarca babilonio Nabucodonosor). Creo también posible que así fuera, ya que afectaba a la espera mesiánica que era común en ese momento.
 
De lo contrario, no se explicaría cómo pudo hablar de “el Hijo del Hombre” como una figura distinta, sin duda, de sí mismo y que sería la mano derecha de Dios como ejecutora del Juicio Final y la instauración del Reino por ejemplo, en Mc 14,62:
“El sumo sacerdote poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?». Y dijo Jesús: «Sí, yo soy, y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo»” (Dn 7,13).
 
No entramos aquí en una exégesis detallada, ni siquiera si este interrogatorio ocurrió así como lo pinta el evangelista, pero sí parece cierto que Jesús está citando el libro de Daniel en su respuesta –en ese momento o en otro de su vida– a si él se consideraba el mesías.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com 
Martes, 15 de Noviembre 2016
Hoy escribe Antonio Piñero

Posibles estudios de Jesús.
 
Según Flavio Josefo, Contra Apión, II 16ss, lo normal en la Judea de su tiempo (aunque probablemente se refiera solo a Jerusalén y a los ricos) era:
 
a) Que la educación paterno/materna tratara exclusivamente sobre la Ley y sus preceptos como indican los textos siguientes Dt 4,9 (“Cuídate con todo cuidado de no olvidarte de cuantos tus ojos han visto… y enséñaselo a tus hijos y a los hijos de tus hijos…); 6,7s; 6,20s; 11,19sss; Pr 22,6.
 
b) Que los niños (no las niñas, que quedaban excluidas y condenadas al analfabetismo) fueran a la escuela elemental en la sinagoga. Según los evangelios (Lc 4,16) la educación elemental se reducía a aprender a leer la Biblia, y de ahí a leer en general, a escribir, y las matemáticas esenciales para la vida de los negocios, los números esenciales.
La organización de estas escuelas primarias, que se llamaban “Bet ha-sépher” (“Casa del libro”) es atribuida por el Talmud de Babilonia, tratado Baba-Bathra 21 A, a Joseph ben Gamba hacia los años 63-65… o a Joshua ben Gamala instituyendo escuelas elementales donde debían estudiar todos los niños desde los seis o siete años. En el anexo de la sinagoga instruidos por el hassán.
 
Se ha discutido hasta si sabía leer y escribir. Tres pasajes al respecto:
1: Lc 4,16-17: “Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. 17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:”
2. Jn 7,15: “Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin haber estudiado?»”.
3. Jn 8,6: “Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra”.
Opinión de J. P. Meier:
“”Los distintos textos de los evangelios prueban muy poco sobre la alfabetización de Jesús. Sin embargo, la argumentación indirecta basada en la convergencia de varias líneas de probabilidad nos lleva a pensar que Jesús de hecho sabía leer y escribir. Las consideraciones generales sobre el judaísmo palestino del siglo I, más el testimonio coincidente de las distintas corrientes de la tradición evangélica, junto con la aportación indirecta de Jn 7,15, hacen plausible que Jesús supiera leer las Escrituras hebreas y mantener debates sobre su significado” (I 289).
 
Acerca de su oficio: los evangelios lo denominan “tékton”, en griego, es decir, “carpintero en todo aquello que concierne a una casa”, o incluso constructor de ellas. No veo razón alguna seria para rechazar el dato evangélico sobre el oficio de Jesús, aunque el dato no esté atestiguado por múltiples fuentes (“Criterio de autenticiodad: “atestiguación múltiple: más de una fuente independiente, o la menos que la noticia esté eatestiguada en géneros literarios de transmisión independiente). En todo caso podría dudarse el que este fuera el oficio del padre de Jesús, pero no el suyo, según un análisis fino de los textos. Son los siguientes:
 
Mc 6,3: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joseto, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.”.
 
Mt 13,55: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?”.
 
Lc 4,21-22: “Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»
 
 
 
La base de esta noticia es indudablemente del texto de Marcos. Por tanto se trata de un testimonio único.
 
 
Pero se puede dudar si en el texto primitivo (1ª edición de Marcos; la que leemos nosotros es muy probablemente una segunda edición) se decía literalmente: “¿No es éste el carpintero, el hijo de María…”
 
 
Ahora bien, se supone que Marcos lo toma de una tradición en griego a la que subyace una noticia que primitivamente se transmitió en arameo. Y en esta lengua, por la falta de adjetivos, “hijo del carpintero” podría significar simplemente “carpintero” (del mismo modo que “hijo de la iniquidad” significa inicuo; “hijo de hombre” = hombre.; “hijo de Satanás = “satánico”). Por tanto, “hijo de carpintero” podría ser el primer resultado de un original “hijo de la carpintería” que podría significar no que su padre (José) fuese en sí carpintero, sino que él, Jesús, era un carpintero.
 
 
En síntesis: podemos aceptar que de cualquier modo lo que quiere decir tanto marcos como su noticia subyacente es que Jesús trabajaba la madera, era un carpintero (recordemos que el famoso rabino Hillel era zapatero).
 
 
La única duda –puesto que Nazaret, según los restos arqueológicos actuales— era una aldea muy pequeñita, es si realmente tendría trabajo en ella para vivir, o si le era necesario buscarlo en las ciudades vecinas como Séforis o Tiberíades. Probablemente esto último, lo que pudo suponer para Jesús un abrirle los ojos a la vida y tener una mentalidad más abierta que la de un mero aldeano.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
Www.antoniopinero.com
Domingo, 13 de Noviembre 2016
Como historiadores, tenemos que confesar casi de antemano que no tenemos datos fiables en los evangelios canónicos y menos en los Apócrifos. Casi nos vemos reducidos a formular ciertas hipótesis y generalidades sin más.

Marcos y Juan nada saben de esta infancia. Mateo solo cuenta que estuvo en Egipto, lo cual, en medio de la narración maravillosa de los magos, la estrella y la matanza de los inocentes es un hecho que no se puede comprobar y dudoso en sí. Luego vuelve Jesús de Egipto, no se albergan en la antigua casa de José en Belén, sino que se asientan en Nazaret.

Lucas nos cuenta algo más, pero muy escaso y poco fiable. Toda la infancia se comprime en una frase:

“Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. 40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él” (2,39-40).
Y al final:

“Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (2,52)

Y un segundo episodio que es el del niño perdido y hallado en el Templo que todos conocemos. Es verosímil el marco. Las mujeres no tenían obligación de ir a Jerusalén pero también era verosímil que lo hicieran. Que el niño fuera también es posible. No sabemos a qué edad se entendía por lo general que un jovencito estaba obligado a cumplir la Ley. Más tarde a los 13 años. Es posible que los piadosos de la época opinaran que a los 12. No sabemos.

La historia en sí es, o parece, fantasiosa. Pero uno puede creerla ciertamente ya que Flavio Josefo cuenta de sí mismo que a los catorce años los doctores de la Ley ya le preguntaban sus dificultades en Jerusalén y que él las resolvía.

Surgen dudas respecto a los números 3 (días de viaje y para el reencuentro) y 12 (años). Los tres días es la cifra de a salvación según Oseas 6,2:

“Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y en su presencia viviremos”.

Y doce son los años que tenía Salomón cuando fue nombrado rey y comenzó a ser cantor y profeta, según Flavio Josefo (Antigüedades de los judíos V 10,4; el mismo año en el que Daniel comenzó a profetizar y denunció a los ancianos que acechaban a la casta Susana (Ignacio a los magnesios III 5,4. Y según un midrás al Éxodo la tradición era que Moisés abandonó la familia del Faraón a los 12 años. Por tanto cifras sospechosas.

La reacción de María y José da a entender que esta anécdota se creó antes de que se extendiera la creencia de la concepción y nacimiento virginales: “Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: 48«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando»”. Y además: 49 El les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?»50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.

Y no se entiende nada el texto de Mc 3,20 (su familia cree que Jesús está más o menos loco) si “María, Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón”: 2,51.

No sabemos las fuentes de este episodio. Pero historias parecidas se cuentan de Moisés, Alejandro Magno, Buda, Samuel (indicaciones al respecto se encuentran en los “Comentarios”. Por ejemplo, pueden consultarse los Comentarios de Ulrich Luz a Mateo de cuatro volúmenes y el de François Bovon a Lucas: otros cuatro volúmenes; los dos editados por la Editorial “Sígueme” de Salamanca. Véase página web).

Otros detalles de su infancia serán considerados el próximo día, brevemente.
Jueves, 10 de Noviembre 2016
Hoy escribe Antonio Piñero

He aquí el texto de Isaías 7,14 que anunciábamos ayer en su contexto:


1 En tiempo de Ajaz, hijo de Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá, subió Rasón, rey de Aram, con Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén para atacarla, más no pudieron hacerlo. 2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque por el viento…Aram, Efraím y el hijo de Remalías han maquinado tu ruina diciendo:6 Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y pongamos allí por rey al hijo de Tabel.” 7 Así ha dicho el Señor Yahveh: No se mantendrá, ni será así; 9…Si no os afirmáis en mí no seréis firmes.» Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto.»12 Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.» 13 Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis también a mi Dios? 14 Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel. 15 Cuajada y miel comerá hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno. 16 Porque antes que sepa el niño rehusar lo malo y elegir lo bueno, será abandonado el territorio cuyos dos reyes te dan miedo. Y sigue la descripción de la ruina de Siria (Aram) y de Israel (Samaria) por medio del rey de Asiria.

Observemos que no hay este texto anuncio de ningún mesías (ni siquiera el concepto se había inventado convenientemente), sino la expresión por parte del profeta de una ayuda de un rey extranjero al monarca de Israel en apuros. Y el profeta Isaías dice que el tiempo que tardará en venir la ayuda será lo que se tarda en concebir y dar a luz un hijo una mujer joven, casader, que pasa de ser doncella a madre = unos diez meses.

Que sepamos, pues, a partir del texto hebreo no surgió ninguna interpretación mesiánica entre los judíos antes de la época de Jesús. Pero, como es sabido, el texto hebreo sufrió una súbita transformación al ser traducido al griego ya cerca de nuestra era. El texto hebreo cuando habla del nacimiento del nuevo niño, quizás un hijo del rey Ajaz y de alguna de sus concubinas, y mencionan a su madre, una “doncella” jovencita, utiliza el vocablo almá’ que significa “mujer joven, o jovencita” que al casarse se convierte en mujer, término que los Setenta (LXX) deberían haber traducido por neanís (neós, nuevo), o en todo caso por nýmpha. Pero, misteriosamente, los Setenta traducen por parthénos, que significa “virgen” en su primera acepción

Pero, aparte de este cambio, el sentido en sí del texto es el mismo… y así se entendió también en el Israel de la diáspora, a saber que una jovencita que era doncella, virgen, se casa, deja de serlo, concibe, va a dar a luz y tiene un hijo. Por lo que sabemos, para los judíos de lengua griega no había aquí milagro alguno, sino el curso de la naturaleza. Por ello no se veía sentido mesiánico alguno…. Sin embargo, sí lo vieron los cristianos.

Ahora bien, ¿lo dedujeron de la traducción del hebreo almá’ por parthénos “virgen”? Es posible. Pero también es posible que tuvieran de antemano la idea del milagro, a saber el nacimiento prodigioso del héroe Jesús y que hallaran que la versión parthénos (una traducción inspirada, porque según el judío Filón de Alejandría la versión griega de la Biblia había sido inspirada directamente por Dios) les ofrecía un texto bíblico en el que apoyarse para difundir la idea de que la Biblia (griega) les daba un gran apoyo para sostener que Jesús no podía ser menos que otros personajes ilustres: había tenido también un nacimiento maravilloso y divino. No en vano ya Marcos afirma que Jesús es Hijo de Dios al inicio de su evangelio (Mc 1,1, si aceptamos que esta lectura es la original… de lo que hay dudas)

Pero aun así para personajes como Pablo de Tarso y el evangelista Marcos, tan judíos, afirmar que Jesús es el hijo de Dios no significaba automáticamente que su nacimiento fuera extraordinario. Para un israelita de pura cepa un “hijo de Dios” es un ser humano (el rey, el profeta, el sumo sacerdote son “hijos de Dios”). “Hijo de Dios” es la manera de expresar para Pablo y Marcos una relación íntima entre esos personajes (sobre todo el profeta) y Dios; entre judíos jamás se pensaría en una relación física de parentesco entre Dios “Padre” y el “hijo”, el mesías / profeta, sobre todo porque el monarca mesiánico era ante todo en Israel el siervo (hebreo ébed) de Yahvé. Los judíos, según Orígenes en el “Contra Celso”, decían no conocer ninguna profecía que hable del mesías como Hijo de Dios.

Pero dentro de un cristiano que procediera del paganismo, que tuviera otra mentalidad desde su nacimiento, es otra cosa. Ahí encontraban en el ambiente la idea de que los dioses tienen hijos físicos entre los hombres, que los héroes, como Hércules, son parte hijos de un dios, Zeus en concreto, y una mujer mortal. Además en la propaganda de la fe cristiana a los paganos se evitaban los términos “Hijo del Hombre” y “Mesías” (transliterado del hebreo), porque eran demasiado judíos. En vez de ellos se prefería los de “Hijo de Dios” y Cristo = Ungido.

Por tanto, el nacimiento de esta idea de que el nacimiento del héroe Jesús como Hijo de Dios, que procede una madre mortal pero de un padre divino estaba perfectamente a la mano y era perfectamente pensable. Pero nunca se pretendía que Dios fuera el padre “de verdad”, físicamente (Dios era demasiado trascendente) sino Dios como Espíritu = Dios como viento, pro ejemplo. Ahora bien, esta concepción de Dios como viento = Dios como espíritu que deja embarazada del Ungido por antonomasia a la virgen María no está muy lejana de Zeus como lluvia dorada que deja embarazada a Dánae y ésta alumbra a Perseo

Y puede añadirse otra consideración a favor de esta posibilidad de que el concepto de Hijo de Dios como hijo real naciera en el ambiente cristiano griego: la expresión israelita para el mesías, ébed Yahvé, “siervo de Yahvé, se podía traducir en griego por páis tou theoú = “siervo de Dios”… pero que significaba a la vez “hijo de Dio”s porque páis es “siervo/esclavo” y también “hijo”, como niño pequeño.

Todo encaja. Así los cristianos de lengua griega y tardíamente, a finales del siglo I ya pudieron decir que “Jesús era el Hijo de Dios y ha nacido del Espíritu Santo = Dios como viento o espíritu ”. Luego su nacimiento –afirmaron– fue extraordinario y su madre no tuvo contacto con hombre alguno. Luego fue virgen.

Pero, como puede observarse, la generación de esta concepción teológica poco tiene que ver con la mera realidad histórica, de la que no el cristianismo no sabía nada, de esos años oscuros del nacimiento y de la infancia de Jesús. Todos estos solo pueden llegar a generarse cuando la vida material de Jesús es cosa del pasado y su figura ha sido idealizada y magnificada… en una palabra, el personaje ha sido divinizado… y al modo griego.

En síntesis: ¿qué podemos decir del nacimiento de Jesús históricamente? Poco, pero algo más que los mitólogos que pretenden que Jesús nunca existió: Jesús nació en algún lugar de Galilea, en tiempos del emperador Augusto, de una familia muy religiosa, muy judía, probablemente de clase media-baja y que tuvo además al menos otros seis hijos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Miércoles, 9 de Noviembre 2016
¿De dónde puede proceder la idea del nacimiento virginal del Mesías? (08.11-2016) (En torno al nacimiento de Jesús, XX).

Escribe Antonio Piñero

¿De dónde puede proceder esta idea tan propia del cristianismo? Ciertamente, no del ámbito judío en la época de Jesús. El judaísmo en el siglo I defendía en todo momento el nacimiento normal, carnal, del Mesías y en general que la figura humana del Mesías sería la de un monarca político guerrero que defendiera la independencia de la tierra de Dios, Israel, del poder de cualquier potencia extranjera. Es esta una idea tan común que casi no hace falta insistir en ella. En los Salmos de Salomón, apócrifos, en torno al 60-50 a.C.; y en el diálogo de Justino Mártir con el Judío Trifón (Diálogo 49. 68) se ve con toda claridad.

Los posibles milagros judíos que podían atribuirse al nacimiento de algún personaje relevante en Israel, incluido el del Mesías, son siempre del mismo estilo: el nacimiento normal de un varón pero una mujer estéril, la cual milagrosamente concibe –de modo normal– de su marido. Este es el caso de Isaac, de Sansón, de Samuel… y de Juan Bautista. No se conoce, pues, en la biblia el nacimiento virginal de Mesías.

Tampoco es posible rastrearlo en el sustrato cananeo de la religión de Israel, un sustrato que hubiera retenido algunas ideas de este estilo. La Historia de las religiones ha aducido como posible paralelo el de la diosa de los cielos, Istar, de la que se decía que había concebido a alguno de sus hijos por intervención de otro dios, sin la cooperación de su marido… Pero en sí la concepción se debía a una cópula carnal. Además, Istar es Astarté, la cónyuge de Yahvé (Papiros judíos de Elefantina del s. V a.C., que presentan un judaísmo muy arcaico en el que Yahvé aparece con su pareja) y era t la diosa del amor sensual, pues el pueblo cananeo veía que los paganos la adoraban igual, solo que con nombre diferente, Afrodita / Venus.

SE podrían buscar paralelos posibles en la religión egipcia antigua o en las religiones sumeria o acádico-babilónica. pero a priori parece bastante raro que estos ámbitos puedan haber influido en los evangelistas que están pensando en griego al menos como lengua comaterna. Por tanto, si no se encuentra un paralelo seguro en el ámbito semítico cercano a Israel, habría que buscar en el ámbito grecorromano que es donde nacen los Evangelios, los cuales –como sabemos– se componen directamente en lengua griega.

Y en este terreno sí encontramos al menos casos muy parecidos. Me parece que el más claro es el nacimiento de Perseo, nacido de la Virgen Dánae y de Zeus transformado en lluvia de oro. Atis, un dios de los cultos de misterios, hijo de Nana, que al comer una granada queda encinta. Y luego encontramos los casos de “héroes” o personajes muy célebres cuyo nacimiento es hasta cierto punto virginal como los consabidos Pitágoras, Platón Alejandro Magno, Augusto y su madre Octavia. Además, la religiosidad mediterránea dice con claridad que los dioses tienen hijos entre los hombres.

¿Nació esa concepción – de todos modos en suelo griego– pero de la interpretación de un texto judío en concreto Isaías 7,14?

Seguimos mañana, y concluimos, con la discusión de este pasaje muy conocido, pero sobre el que hay opiniones diversas.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 8 de Noviembre 2016
1 ... « 88 89 90 91 92 93 94 » ... 299


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile