CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Para entender lo que sigue sobre el llamado “concilio de Jerusalén” téngase en cuenta el pasaje de Gálatas 2,1-10 que volvemos a transcribir:


« Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. 2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles - tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano. 3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. 4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud, 5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la verdad del Evangelio... 6 Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay acepción de personas - en todo caso, los notables nada nuevo me impusieron.

7 Antes al contrario, viendo que me había sido confiada la evangelización de los incircuncisos, al igual que a Pedro la de los circuncisos, 8 - pues el que actuó en Pedro para hacer de él un apóstol de los circuncisos, actuó también en mí para hacerme apóstol de los gentiles - 9 y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos; 10 sólo que nosotros debíamos tener presentes a los pobres, cosa que he procurado cumplir con todo esmero. »

Aclaración:


En este "concilio" se dilucidaba, pues, nada meno si los paganso, convertidos por Pablo a la fe de Jesús, tenían que circuncidarse -es decir, hacerse judíos por completo- si deseaban salvarse, o por el contrario les bastaba simplemente con tener fe en que Jesús era el mesías y que sus sacrificio en cruz suponía la salvación para el que se convertía.

Pablo da menos detalles de este “concilio” que el relato paralelo de Hechos de los apóstoles en el capítulo 15 (al final del comentario tendremos ocasión de ver un cuadro de diferencias) y cuenta que este episodio de Jerusalén ocurrió así:

• En la ciudad se celebró una especie de reunión solemne de creyentes en Jesús (la misma que describe Hch 15, aunque con detalles divergentes). Por un lado estaban Santiago, el “hermano del Señor”, Cefas ( = Pedro) y Juan, hijo del Zebedeo, las consideradas “columnas de la Iglesia”. Por otro, los representantes de la iglesia de Antioquía ( = Pablo y Bernabé) que representaban a los paganos convertidos a la fe de Jesús.

Se llegó a un acuerdo:

• Los jefes o notables (literalmente las “columnas”: 2,9) de la Iglesia no modificaron su “evangelio” (“Nada nuevo me impusieron”: 2,6).

• Se admitió que la autoridad de Pedro y la de Pablo eran iguales; pero cada uno en su campo de trabajo (2,8).

• Las “columnas” de la Iglesia estrecharon su mano y “reconocieron la gracia a él concedida” (2,9): aprobaron que predicara a los gentiles con las condiciones de libertad por él propuestas frente a las exigencias de la ley de Moisés (2,8-10).

• El que los paganos no tuvieran obligación ninguna de circuncidarse se ejemplificó con el caso de su discípulo Tito, que era griego (2,3), que no fue obligado a someterse a la circuncisión.

• Parece ser por el contrario que en el caso de Timoteo, de madre judía, transigió el Apóstol y lo hizo circuncidar aunque de mala gana, achacando este hecho a la presión sobre él de hermanos en la fe, que en realidad eran “falsos hermanos” (2,4-5, texto oscuro que puede referirse a lo que complementa Hch 16,3 y 1 Cor 9,20).

Estos hermanos falsos eran probablemente una facción radical de Jerusalén que en el fondo no estaban de acuerdo con el pacto. Probablemente estaban liderados por el que aparentemente lo había firmado, Santiago, el “hermano del Señor”.

Luego veremos en la Carta a los Romanos cómo Pablo parece admitir sin dificultad, finalmente, la posibilidad de que los cristianos procedentes del judaísmo sigan guardando la Ley…, pero de ningún modo será ésta obligatoria para los cristianos que proceden del paganismo.

Así queda redondeado el argumento completo: el apostolado de Pablo no sólo no depende de la Iglesia de Jerusalén (hombres al fin y al cabo), sino que el consiguió allí que los jefes aceptaran su modo de entender el evangelio; éste es correcto respecto a no exigir a los gentiles convertidos ni la circuncisión ni la observancia de otras partes de la Ley.

Hoy día estamos ya muy acostumbrados a esta conclusión, pero en su momento era una radical novedad. Los gentiles la saludaron con gozo, pero para los judíos y muchos judeocristianos era una verdadera blasfemia que merecía la muerte: ¡negar la validez de la ley de Moisés...!


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“La imagen de Jesús al comienzo de la vida pública”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo


Martes, 31 de Marzo 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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