CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo de los Evangelios.


Después de los dicho en la postal anterior sobre la verdera naturaleza del mesianismo de Jesús, tan diferente de lo que se piensa entre los cristianos hoy, quedaría, sin embargo, la posibilidad de que realmente el genio religioso de Jesús concibiera un nuevo mesianismo tal como lo pintan los Sinópticos, al menos implícitamente. Así se argumenta la mayoría de las veces en la teología cristiana actual tras una lectura no crítica de los relatos evangélicos.

“Implícitamente” quiere decir en este caso: Jesús lo pensaba así: él albergaba en su interior un concepto del mesianismo radicalmente nuevo en el judaísmo…, pero nunca se atrevió a decirlo…, o si lo dijo, no lo entendieron sus discípulos…, y -además- era voluntad de Dios que sólo saliera a la luz tal concepto mesiánico nuevo y "revolucionario" tras su resurrección…; lo que hicieron los evangelistas no fue más que explicitar, hacer evidente lo que estaba oculto…, pero en realidad siempre fue así en el pensamiento de Jesús.

Es ésta un teoría muy en boga hoy día, pero creo que no es más que una escapatoria dialéctica y apologética para huir de los argumentos presentados en contrario, y que hemos intentado resumir.

Por otro lado, me parece inverosímil desde el punto de vista histórico que el plan divino respecto al mesianismo de Jesús hubiese sido el que los discípulos de éste y los judíos en general cayeran en un error invencible: el mesianismo de Jesús era tan “implícito” que sólo los creyentes en la resurrección de Jesús pueden comprenderlo... y a posteriori, ¡no en vida de Jesús!

Tampoco encaja esta teoría con los argumentos desarrollados hasta ahora en esta larga serie sobre la divinización de Jesús, que va concluyendo en cada uno de sus apartados que Jesús no fue otra cosa que un judío piadoso, que jamás se creyó ser algo más allá de un ser humano. Aunque ciertamente un judío que en materias de ética y religiosidad pudo ser –y lo fue- un auténtico impacto que rompió ciertos moldes éticos y de comportamiento en general para su época. Pero de ahí a considerarse divino, hay un abismo que -creo- Jesús nunca franqueó.

La “doctrina” del “mesianismo implícito” implica –lo hemos indicado- la aceptación por parte de Jesús de que su muerte era vicario-expiatoria por los pecados de todos los seres humanos. Me he manifestado ya aquí, en este blog, que la idea de “muerte vicaria-expiatoria” no es un concepto judío más que de un modo rudimentario y apenas explícito (“siervo de Yahvé” en Isaías 40-53 y la noción de “mártir” en 2 Macabeos). Quedaría para toda una serie tratar a fondo este tema, pues es una de las características del pensamiento greco-romano que han influido poderosamente en la teología paulina). Lo haremos en el futuro.

Se opina, en el ámbito católico sobre todo, que quizás haya nacido la idea de la muerte vicario-expiatoria en el mismo Nazareno (palabras de la institución eucarística: 1 Cor 11,23-27 = Mc 14,22-25: "su sangre derramada por muchos"); que Jesús pudo haber presentido su muerte violenta (Mc 11,15-19.27-33), ya que tenía a la jerarquía judía y a los romanos en contra como algo querido por Dios; Jesús, si había sentido su misión a tenor del texto de Is 61 (cf. Lc 4,18ss), también podría haber interpretado su muerte según Isaías 53 "siervo sufriente sde Yahvé"), lo que implica una muerte expiatoria.

En realidad,

a) cómo fue en verdad la institución de la eucaristía es muy dudoso, pues no aparece en el Evangelio de Juan (aunque sí sus consecuencias como la ingestión del “pan de vida/ pan del cielo del capítulo 6), tampoco en los Hechos de los Apóstoles y tampoco en la Didaché, o “Doctrina de los 12 apóstoles”, obra judeocristiana de aproximadamente el 110 d.C., que tiene un capítulo sobre la eucaristía con un sentido absolutamente distinto. Así pues, no estamos seguros de lo ocurrido históricamente en la Última cena, pues existen sólidos argumentos para pensar que los acontecimientos y el sentido general se hallan remodelados por los intereses del culto cristiano.
alejándose de lo que pensó el Jesús histórico.

b) No sabemos nada cierto históricamente sobre si Jesús preveía su muerte de ese modo teológico, ya que los textos que lo afirman son dudosos históricamente (dichos del “Hijo del Hombre” sobre su muerte y resurrección que estudiaremos en la próxima serie).

c) La noción expresa de la muerte vicaria es postpascual, es decir, es ciertamente adscribible a la teología de la Iglesia primitiva. Es posible que la especulación sobre la muerte vicaria partiera de:

· 1 Corintios 15,3 (“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; pero ¡no dice dónde!”), texto en el que la creencia en la resurrección de los muertos, atribuida al poder de Jesús.

·Esta noción debió de unirse pronto -en suelo palestino, después de Pascua, pero sin distinguir demasiado entre judeocristianos o helenistas- con la creencia en la virtud de la muerte de Cristo que borra los pecados, ya que fue el ejemplo de hombre/divino de algún modo, que fue absolutamente obediente a Dios…,

· y del mismo que la desobediencia de Adán implantó el pecado en el mundo, igualmente la obediencia absoluta del segundo Adán, lo borró…

Pero todo esto son especulaciones teológicas que poco o nada tienen que ver con el Jesús de la historia.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.



Miércoles, 7 de Octubre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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