CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


En síntesis: esta vista de pájaro en seis puntos de los documentos del Nuevo Testamento que afectan a la Eucaristía, más el de la Didaché, o “Doctrina de los Doce Apóstoles”, de los inicios del siglo I, un documento del judeocristianismo, nos demuestra que la tradición sobre la Última Cena es más confusa y menos firme de lo que parece:

• En ella hay un claro estrato escatológico, es decir referido al futuro, a la venida del reino de Dios (en Mc/Mt; en Lucas), que no tiene nada que ver con la institución de la Eucaristía, pero ese estrato no está presente en el Evangelio de Juan y apenas tampoco (sólo en la frase “hasta que vuelva el Señor”) en la descripción paulina de 1 Corintios.

• El estrato de la “institución” está bien representado en Pablo y Lucas. Pero está ausente del Evangelio de Mc/Mt, del Evangelio de Juan y del texto breve de Lucas.

• El tema de la Última Cena como Cena pascual está sólo claramente presente en el Evangelio de Lucas; está ausente/semiolvidado en los evangelios de Mc/Mt, en el de Juan y en la descripción paulina.

• En Hechos (en cuanto sus primero capítulos reflejan el judeocristianismo de la comunidad o grupo de primeros discípulos de Jesús en Jerusalén) y en la Didaché (como documento del judeocristianismo primitivo en general):

- Se desconoce por completo la institución y la práctica de la Eucaristía como aparece con claridad en 1 Corintios 10 y 11.

- En la “fracción del pan” se alude a una comida en común, muy judía, y con sentido escatológico: se espera la pronta venida de Jesús y con ella el reino de Dios definitivo.

De todo ello hay que obtener las consecuencias y antes de ello tratar de explicar este estado de los textos.

Así, en primer lugar: ¿es posible formular una hipótesis sobre lo que ocurrió en verdad y que explique pasablemente bien el origen de estos textos, con sus notables diferencias?

Tal hipótesis puede ser la siguiente:

"Lo que pudo ocurrir en verdad podría explicar pasablemente bien el origen de los textos".

· Es muy probable que Jesús -convencido de la inminente venida del reino de Dios- pero imaginándose que su enfrentamiento con las autoridades podía costarle caro, se reunió con sus discípulos en una cena más bien solemne, un qiddush, cerca temporalmente de la festividad de Pascua, y les dijo que, si pasaba algo, no volvería a comer y beber con ellos hasta que viniera el Reino de Dios, que sería de inmediato. Si a él le pasara algo, y de acuerdo con la común fe y esperanza de los judíos piadosos, contaba con su resurrección inmediata para participar del Reino (para esta concepción, véase 1 Tesalonicenses 4, 13-18).

· O bien, si la hipótesis de que Jesús se imaginaba un final trágico para su vida de profeta no es correcta, el Nazareno pensó que el Reino de Dios estaba tan cercano que el siguiente banquete con sus discípulos sería muy pronto, ya instaurado el Reino divino en la tierrra de Israel.

En cualquiera de las dos hipótesis no se trataba de una cena pascual, sino de una cena de “despedida”. Hubo una copa de inicio solemne, y luego una bendición sobre un fragmento de pan antes de la comida usual, más bien de fiesta.

Pablo añadió a esa Cena una interpretación especial que él había recibido por revelación: allí Jesús instituyó la Eucaristía. Esta revelación interpreta en profundidad, según Pablo, el significado profundo, para algunos no visible a primera vista, de la bendición sobre la copa (quiddush) y la bendición sobre la fracción del pan. Se trataba por parte de Jesús de una acción de profundo contenido simbólico y real, gracias al cual, al tomar alimentos en pareiencia normales, el fiel creyente entra en comunión con Jesús, que es la cabeza del cuerpo de sus seguidores.

Pablo está tan convencido de que esta interpretación es la correcta que la difunde -como liturgia de los domingos, es decir, el día en el que se reúnen litúrgicamente los seguidores de Jesús- entre las comunidades por él fundadas o por sus discípulos.

Más tarde, la interpretación judeocristiana (Hechos y Didaché: comida solemene de despedida, no pascual) se pierde porque los evangelios que acabarán siendo sagrados, Mt, Mx, Lc y Jn son todos “paulinos” de alguna manera. De la liturgia judeocristiana nos quedan sólo fragmentos.

Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

En el otro blog de “Religión Digital” el tema es:

“Andrés de Betsaida en la literatura apócrifa”.

De nuevo saludos


Lunes, 21 de Diciembre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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