CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.


4. El cuarto argumento se halla en Gálatas 3,19-29, con tres pasos:

« A. 19 Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de un mediador. 20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno solo.  »

« B. 21 Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley. 22 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo. »

« C. 23 Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. 24 De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. 25 Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. 26 Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: 28 ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa. »

Aclaración:

Este pasaje contiene el cuarto argumento, que tiene tres momentos:

A. 3,19-20:

La función de la Ley –que se sitúa cronológicamente entre Moisés y la venida de Jesús— es meramente provisional: es la de un puente provisorio hacia Cristo. La gente pecaba tanto (contra la ley natural, se entiende) que Dios no tuvo más remedio que promulgar una Ley.

Ésta, sin embargo, es una ordenanza de segundo rango: fue promulgada por medio de ángeles, no por Dios directamente, y a través de un mediador, Moisés. La “promesa” por el contrario fue hecha por Dios directamente y sólo por Él (3,20).

B. 3,21-22:

La Ley y la Promesa no pueden estar en contradicción, porque Dios no puede contradecirse. Si la Ley “justificara”, no lo haría la Promesa. Eso sería contradictorio. La contradicción se evita al caer en la cuenta de que la “justificación” viene sólo por la fe, es decir, por la Promesa (= tercer argumento: 3,21). La línea del penamiento de Pablo es:
· La Ley complementa la Promesa; simplemente demostró que todos los seres humanos eran pecadores;
· Vino Cristo (“la descendencia”) e hizo realidad la Promesa:
· El hombre se salva por la fe en Jesús como se salvó Abrahán (3,22).

C. 3,23-29:

En estos versículos Pablo remacha el cuarto argumento: hay un antes y un después de Cristo. El antes es la esclavitud; el después, la libertad.

La Ley es un mero maestro o pedagogo provisional hacia Cristo. Una vez llegada la fe, sobra el pedagogo. Al ser todos uno en Cristo, todos (gentiles y judíos) forman la descendencia de Abrahán… que se salva por la fe (la “Promesa”). Ya no hay diferencia entre esclavo y libre, ni entre hombre y mujer o entre judío y pagano (3,28).

Es ésta una frase que se ha hecho célebre, pero que no debe entenderse como la proclama de una equiparación social al modo moderno, sino como la expresión de una igualdad religiosa en el terreno de la salvación. A Pablo, que estaba convencido del fin inmediato del mundo, no le importaba de hecho la igualdad social entre hombre y mujer, sólo la espiritual. Era inútil, para tan poco tiempo, intentar cambiar la sociedad.

Seguiremos el próximo día con el quinto argumento.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Todos los Evangelios. Presentación”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo.

Martes, 7 de Abril 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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