CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero



Hoy escribe Antonio Piñero

Es muy probable que los orígenes históricos del mesianismo, o más bien de las esperanzas “mesiánicas” en sentido amplio en Israel, se remonten a un texto del Primer Isaías, por tanto del siglo VIII: Isaías 11,1-6:

« “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. 2 Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. 3 Y le inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. 4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. 5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. 6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.” »

Señala Paolo Sacchi:

“El profeta afirma en este pasaje que vendrá un tiempo feliz vinculado a la figura de un descendiente de David dotado de carismas particulares. Tenemos, por tanto, los dos elementos fundamentales del mesianismo: un mundo feliz en el futuro y el instrumento humano, en este caso un descendiente de la casa de David. Se dice por ello que este mesianismo es davídico: en sus orígenes el mesianismo fue real y davídico.

“La función de este rey futuro será juzgar con justicia a los dallim, los “pobres o débiles” (Is 11,4), los que hoy llamaríamos marginados. Implantará por tanto un reino donde existirá la justicia, entendida en términos humanos todavía lejanos del mundo feliz de la apocalíptica, un reino caracterizado por la perfección y por la ausencia absoluta del mal.

“Posteriormente, hacia finales del siglo VII a.C., encontramos afirmaciones mesiánicas en Jeremías, de un mesianismo aún davídico. En Jr 23,5 se lee:

« He aquí que vendrán días, oráculo de Yahvé, en los que haré surgir de David un germen justo. Gobernará como rey (hebreo umalak melek); será sabio y practicará la justicia y el derecho sobre la tierra. En sus días Judá estará a salvo e Israel vivirá seguro. »

En este pasaje encontramos también los dos elementos fundamentales de la categoría mesiánica: un futuro radiante y el personaje que lo instaurará sobre la tierra.

El mesías será un rey de Israel y de Judá, y su función consistirá en procurar la salvación con ayuda de Dios. Sin embargo, la salvación que Jeremías tiene en mente, al menos en este pasaje, es poca cosa respecto a otras interpretaciones en las que el mesías salvará en el futuro a todos los pueblos. Para otros, la salvación se ampliará desde este pequeño mundo hasta comprender todo el reino de Dios, es decir Dios mismo, como en la famosa expresión de Pablo en Rom 8, 17: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios”. El pasaje de Jeremías que hemos leído muestra una concepción mesiánica estrictamente ligada a la casa de David, pues menciona la salvación de Judá y mantiene aún una esperanza para Israel.

Con Ezequiel comienzan ya una serie de reinterpretaciones y de relecturas de las primeras profecías mesiánicas: el elemento real del mesianismo permanece, pero no el davídico. Ezequiel creía, y ciertamente deseaba, que la monarquía davídica terminara definitivamente. Él, o su escuela, pensaba para el futuro en un Israel gobernado por dos jefes, el nasi’, es decir el rey (vasallo), y el sacerdote. De la dinastía de este rey nada dice”.

Ezequiel es reticente en defender la monarquía davídica quizá porque allá en el exilio había aprendido a pensar el concepto de Dios único de una manera más absoluta, un monoteísmo estricto: no hay más Dios que Yahvé y éste es Dios no sólo de Israel, sino del mundo entero. Igualmente debió de aprender que la historia de Israel debía contemplarse desde una perspectiva más universalista: Israel insertado en el mundo, no aislado, y la religión de Yahvé como posible religión del mundo entero. Por ello, probablemente, insistir en una monarquía con tanto sabor nacionalista judío como la davídica le debió de parecer poco coherente con estas expectativas más universalistas.

“El David histórico se convierte así en una simple figura del rey ideal que vendrá un día a salvar a Israel: este monarca será el verdadero David. En Ez, 34,23-24 se lee: “Haré surgir sobre ellos un pastor que los apacentará, mi siervo David, el verdadero: los apacentará y será su pastor”. Por tanto, David, el verdadero, vendrá en el futuro y será el pastor de Israel. Antes David era el antepasado del rey-mesías. Ahora se ha convertido en su figura.

En Ezequiel 37,24-26 leemos también:


« Mi siervo David será rey sobre ellos y será para todos un solo pastor; seguirán mis mandamientos, observarán mis leyes y las pondrán en práctica… David, mi siervo, será su príncipe por siempre. Haré con ellos una alianza de paz que será un pacto eterno…  »

De la dinastía davídica no se hace ya mención alguna, pues Ezequiel espera un nuevo David que habrá de materializar las esperanzas antaño depositadas en un descendiente histórico de la dinastía davídica. La espera mesiánica comienza así a transformarse. Este primer paso va del descendiente de David a un David ideal, no necesariamente heredero del David histórico. Los siguientes pasos serán más audaces.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Los episodios de Felipe y Juan ilustran la formación de los recuerdos sobre Jesús"

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo.


Viernes, 12 de Junio 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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