CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Continuamos con el resumen de la teología de los judeocristianos, según GPO


En segundo lugar: a partir de los datos proporcionados por los Hechos de los Apóstoles, sobre todo en sus primeros capítulos, sabemos que los judeocristianos seguían siendo judíos piadosos, observantes irreprochables de la ley mosaica, visitantes asiduos al Templo, y que seguían predicando la necesidad de la circuncisión para salvarse.

En síntesis, eran los seguidores del Jesús asesinado en la cruz un grupo judío que sólo se distinguía de los demás por su creencia en que el mesías había llegado ya y que era el crucificado Jesús de Nazaret.

Tercero: aparte de lo dicho, sólo era novedosa también la consecuencia obtenida de la creencia en su resurrección: este mesías volvería de nuevo a la tierra (parusía = “presencia” -- > nueva presencia de Jesús) para cumplir su misión mesiánica de instaurar el Reino de Dios, truncada por su inesperada muerte a manos de inicuos enemigos de Dios. No era extraño que un buen número de sacerdotes, del clero bajo probablemente, y de fariseos, deseosos de la venida del Reino divino, engrosaran pronto las filas de la secta.

Cuarto: estos judeocristianos no mostraron en principio ningún interés hacer proselitismo entre los gentiles (cf. Mc 7,24-30 y Mt 15,21-28, en el sentido de exponentes también de una mentalidad judeocristiana que conservó estas perícopas).

He aquí los textos:

Mc 7,24-30: “24 Y levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón; y entrando en una casa, quiso que nadie lo supiese; pero no pudo esconderse. 25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, oyendo de Él, vino y se postró a sus pies. 26 Y la mujer era griega, sirofenicia de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio. 27 Pero Jesús le dijo: Deja que primero se sacien los hijos, porque no está bien quitar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Y ella respondió y le dijo: Sí, Señor, pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando ella llegó a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama.”


Paralelo de Mt 15,21-28 con algunas variantes:

“Y saliendo Jesús de allí, se fue a las costas de Tiro y de Sidón. 22 Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí, mi hija es gravemente atormentada por un demonio. 23 Pero Él no le respondió palabra. Y sus discípulos vinieron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. 24 Y Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. 25 Entonces ella vino y le adoró, diciendo: ¡Señor, socórreme! 26 Mas Él respondió, y dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. 27 Y ella dijo: Sí, Señor, mas los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores. 28 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Sea hecho contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.”


Sí mostraron los judeocristianos de Jerusalén el deseo de comunicar sus creencias a otros judíos, incluidos los de la Diáspora. Por ejemplo, Roma, Alejandría y Corinto fueron ciudades en las que Pedro creó probablemente comunidades cristianas entre los judíos que allí residían.

• Quinto: los judeocristianos jerusalemitas mantuvieron al principio un conato de compromiso con el “evangelio” de Pablo, quizás porque debían sentirse agradecidos al apoyo económico que éste mostraba hacia ellos. Pero finalmente rechazaron drásticamente el “evangelio” paulino.

Sexto: su organización interna tuvo también probablemente un carácter mesianista. Aunque al principio los dirigentes de esta comunidad primigenia (había otra en Galilea, y probablemente en Samaría, pero tenemos de ellas pocas noticias, salvo las obtenidas de modo indirecto de la “Fuente de los dichos”) constituyeran una tríada, Pedro, Juan y Santiago, pronto quedó este último -hermano natural de Jesús- como dirigente exclusivo.

Además de otras razones, este hecho lleva a pensar en el carácter mesiánico de este grupo jerusalemita, pues era típico en grupos de esta característica la sucesión familiar, como en el caso del “bandido” Ezequías o en el de Judas de Gamala; la sucesión entre la familia de Jesús continuó: tras el asesinato de Santiago en el 62, dirigió la comunidad de Jerusalén Simeón, primo carnal del Nazareno. La actitud de la comunidad primitiva hacia los romanos no podía ser, por consiguiente, muy diferente a la de los activistas celotas.

Séptimo: además resulta claro que el carácter del Reino divino que el mesías vuelto a la tierra iba a instaurar por fin definitivamente era incompatible del todo con una ocupación romana. Restos de esta actitud pueden verse en el hecho de que Jesús y el Nuevo Testamento, que recoge también en los Hechos la teología de estos judeocristianos, no condenan jamás a los celotas y su concepción del señorío absoluto de Yahvé.

Para desgracia suya y, para bien de las iglesias paulinas que quedaron dueñas de todo el terreno, la Comunidad primitiva jerusalemita debió de perecer en el asalto y destrucción de la ciudad santa en el 70 d.C. No quedaron restos de ella apenas en la historia posterior. La tradición recogida por Eusebio de Cesarea de una huida previa del grupo completo a la ciudad transjordana de Pella, gracias a la temprana recomendación de un oráculo divino, no deja de ser una clara leyenda. En el 135, tras la derrota de los judíos en la Segunda Gran Revuelta contra Roma, en la Jerusalén devastada y reconstruida como ciudad helenística con el nombre de Aelia Capitolina, había una iglesia cristiana compuesta por gentiles que nunca se proclamó heredera de la de Jerusalén.

Los siete rasgos --enumerados en las postales de hoy y el día anterior-- del judeocristianismo jerusalemita, que giran todos en torno a una acendrada piedad y mesianismo judíos, sirven, retroproyectándolos hacia atrás, para pensar la figura de Jesús en un marco judío y mesianista semejante.

Por poner un ejemplo claro y suficiente: si Jesús hubiese quebrantado el sábado, despreciado el Templo o predicado que las leyes relativas a los alimentos puros o impuros no tenían ya valor, sería absolutamente inexplicable el comportamiento de sus seguidores de Jerusalén… ¡que hacían exactamente lo contrario!


(Ideología e historia, 140ss).


Concluiremos pronto
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Domingo, 14 de Agosto 2011
Hoy escribe Antonio Piñero



Continuamos con la reconstrucción de la figura y misión de Jesús según G, Puente Ojea.


Antes de exponer sucintamente los rasgos característicos de la figura y misión de Jesús según GPO, conviene detenerse un instante en el análisis del pensamiento sobre el Nazareno de sus más inmediatos seguidores reunidos en Jerusalén tras su muerte, porque nos ayudará a enmarcar y comprender la figura de Jesús.

Por esta razón parece razonable hacerlo, aunque las fuentes sean escasas y a veces muy oscuras. Éstas son fundamentalmente escenas, sumarios, alusiones y detalles del Nuevo Testamento, especialmente de los Hechos, algunas indicaciones de Pablo en sus cartas auténticas y las Homilías Pseudoclementinas, junto con otras sucintas noticias entre los restos de evangelios judeocristianos.

No cabe duda de que para reconstruir el pensamiento del Jesús histórico tiene valor metodológico (en una marcha hacia atrás desde el pensamiento de los discípulos hacia el del Maestro), aunque indirecta y referencial, las actitudes e ideas de aquellos que convivieron con Jesús durante mucho tiempo frente a las visiones de un discípulo tardío y lejano, procedente de un ambiente ideológico muy diverso al del Nazareno, y del que algunos dudan que conociese si quiera a Jesús, como fue Pablo de Tarso.

A partir de datos irrefutables del Apóstol, sabemos que la comunidad jerusalemita enseñaba un “evangelio diferente” y presentaba a otro Jesús. Así lo dice Pablo en Gálatas 1,6-12:


“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó a la gracia de Cristo, a otro evangelio: 7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 8 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo os predicare otro evangelio del que os hemos predicado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, así ahora digo otra vez: Si alguno os predicare otro evangelio del que habéis recibido, sea anatema. 10 Qué, ¿persuado yo ahora a los hombres, o a Dios? ¿Acaso busco agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. 11 Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio predicado por mí, no es según hombre; 12 pues yo ni lo recibí de hombre, ni tampoco me fue enseñado, sino por revelación de Jesucristo.”

Era radicalmente un evangelio de la circuncisión el de la comunidad de Jerusalén frente al paulino de la incircuncisión. La proclamación paulina de Jesús chocaba directamente contra la mentalidad de éste, puesto que anunciaba –entre otras cosas de no menor importancia- la carencia de valor salvífico de la ley mosaica, y hacía del anunciador del reino de Dios un objeto de proclamación en sí: el Nazareno “pasaba de proclamador a proclamado” con lo que cambiaba sustancialmente su naturaleza.

Los rasgos fundamentales del pensamiento del judeocristianismo jerusalemita acerca de Jesús son los siguientes, según G.P.O:


• En primer lugar, la solución del problema teológico de la muerte del “mesías verdadero”.

El inesperado suplicio en la cruz de Jesús había sido el obstáculo principal para la continuación de un discipulado basado en su memoria, pues había provocado la huida de los discípulos.

Sin embargo, posteriormente, la creencia firme en que Jesús había sido resucitado por Dios comenzó a arreglar las cosas. Por medio del recurso a una nueva exégesis de pasajes de la Escritura, que se interpretaron radicalmente de nuevo en la creencia de que se referían proféticamente a Jesús, llegaron los discípulos reunidos en Jerusalén a la solución de que la muerte en cruz se inscribía en un misterioso designio divino que exigía el sufrimiento del Justo.


Así, según Hch 1,12-15:

“12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén camino de un sábado. 13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo/Santiago, y Juan y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo/Santiago hijo de Alfeo, y Simón Celota, y Judas hermano de Jacobo/Santiago. 14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos. 15 Y en aquellos días Pedro se levantó en medio de los discípulos (el número de las personas allí reunidas, era como de ciento veinte)….”



Contrariamente a Pablo, no creían los judeocristianos jerusalemitas que esa muerte del Maestro fuera un sacrificio universal y vicario de expiación de los pecados de la humanidad toda, entre otras razones porque los pecados se expiaban continua y fácilmente en el judaísmo sin necesidad de que la divinidad sacrificara a su hijo.

Además, el supplicium servile (el suplicio o condena a muerte propia de los siervos), la muerte en cruz, pudo llegar a ser para ellos incluso un título honroso, pues Jesús había muerto como mártir de Israel a manos de los ocupantes romanos.


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Sábado, 13 de Agosto 2011
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el pensamiento de Gonzalo Puente Ojea sobre Jesús de Nazaret, en concreto estamos dilucidando el carácter de su mesianismo.

Según GPO, muertos los dos dirigentes, Juan Bautista y Jesús, sus respectivos discípulos siguieron manteniendo cierta rivalidad, como se intuye por dos pasajes de los Hechos de los apóstoles:

18,25:

“Apolo había sido instruido en el camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque sólo conocía el bautismo de Juan.”

y 19,1-7:

“Y aconteció que mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo, habiendo pasado por las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído que hay Espíritu Santo. 3 Entonces les dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Y Pablo les dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto es, en Cristo Jesús.
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Y eran por todos unos doce hombres”.

Al encuadrar a Jesús en el discipulado de Juan, tan judío y tan escatológico-apocalíptico, la mesianidad posterior de Jesús se entiende perfectamente. Así si leemos Mc 11,27-33:

“Y vinieron de nuevo a Jerusalén; y andando Él por el templo, vienen a Él los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los ancianos, 28 y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio la autoridad para hacer estas cosas? 29 Y Jesús, respondiendo, les dijo: Yo también os haré una pregunta; y respondedme, y os diré con qué autoridad hago estas cosas: 30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme. 31 Y ellos discutían entre sí, diciendo: Si dijéremos: Del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? 32 Y si dijéremos: De los hombres, tememos al pueblo; porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta. 33 Y ellos, respondiendo, dijeron a Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.”

Este pasaje corrobora el aprecio de Jesús hacia Juan, la autoridad y legitimidad del mensaje de aquel y la coincidencia de vocación con la suya. El mesianismo de Juan Bautista apuntaba ya hacia la instauración del reino de Dios que ejercería la justicia a favor de los pobres y oprimidos, como exigía la gran tradición profética de Israel… y ¡el de Jesús igualmente!

La “mesianidad” de este último, Jesús, comienza a aparecer a medida que se va filtrando y analizando el texto marcano, si se aplican criterios objetivos de exégesis. Así, Mc 1,15:

“El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y creed el evangelio”

Este pasaje señala que el punto de partida y el objetivo de Jesús es el mismo que el del Bautista.

El texto de Mt 11,8-11 no es un pasaje del todo fiable críticamente, pero contiene una autodeclaración de mesianidad de Jesús y una negación (cristiana) de la pretensión mesianista de Juan Bautista:

8 ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de ropas delicadas? He aquí, los que visten ropas delicadas, en las casas de los reyes están. 9 Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10 Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. 11 De cierto os digo: Entre los nacidos de mujer jamás se levantó otro mayor que Juan el Bautista; pero el que es menor en el reino de los cielos, mayor es que él”.

Lo mismo ocurre con el siguiente pasaje del Evangelio de Juan:

Jn 1,20: “Y el Bautista confesó, y no negó; sino confesó: Yo no soy el Cristo.”

y Jn 3,27-31;

“27 Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada si no le es dado del cielo. 28 Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. 29 El que tiene la esposa, es el esposo, mas el amigo del esposo, que está en pie y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo. Así pues, este mi gozo es cumplido. 30 Es necesario que Él crezca, y que yo mengüe. 31 El que viene de arriba, sobre todos es; el que es de la tierra, es terrenal, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, sobre todos es.”


El asesinato del Bautista decidió a Jesús a actuar más enérgicamente en su proclamación del Reino. GPO endosa es decir, acepta, la opinión de Hyam Maccoby (Revolution in Judaea, 115-116) de que la desaparición de Juan y el crecimiento explosivo del movimiento propio de Jesús hicieron que éste no pudiera contentarse sólo con esperar.

“Sus seguidores, convencidos de su grandeza, esperaban de él algunos audaces progresos. Lo presionaron para que él mismo se revelase y emprendiese abiertamente el camino a Jerusalén”.

Y allí tienen lugar acciones de Jesús –entrada en la ciudad y purificación del templo en Jerusalén-- que son ya abiertamente mesiánicas


(Ideología e historia, 179; Mito de Cristo, 26s; Vivir la realidad, 301ss; Existencia histórica de Jesús, 66).


Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Viernes, 12 de Agosto 2011
Hoy escribe Antonio Piñero

Lo que sigue va de acuerdo con el pensamiento de la obra de Gonzalo Puente Ojea. El primer tema es la comparación con la figura de Juan Bautista e inserción de Jesús dentro de su movimiento

Que Jesús fue discípulo de Juan Bautista es un bien firme adquirido por la investigación, aunque no pueda precisarse con total exactitud su relación exacta, entre otras razones porque tal relación aparece desfigurada en los Evangelios canónicos.

Sin embargo, en los evangelios se pone en duda esta realidad: Juan Bautista llega incluso a dudar si Jesús es el mesías. Esta afirmación es incomprensible para quien había visto el cielo abierto sobre Jesús y oído la voz celeste de la teofanía del bautismo. No casa una noticia con la otra.

Dice Marcos 1,9s

“9 Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, subiendo del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre Él. 11 Y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo contentamiento”,

La duda de Juan Bautista es aprovechada por el Jesús sinóptico para hacer constar su mesianidad y eliminar las pretensiones al mismo título del Bautista. Así Mt 11,7-14:

“7 Y yéndose ellos, comenzó Jesús a decir a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? 8 ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre cubierto de ropas delicadas? He aquí, los que visten ropas delicadas, en las casas de los reyes están. 9 Mas, ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10 Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. 11 De cierto os digo: Entre los nacidos de mujer jamás se levantó otro mayor que Juan el Bautista; pero el que es menor en el reino de los cielos, mayor es que él. 12 Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. 13 Porque todos los profetas y la ley, hasta Juan profetizaron. 14 Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.”

Aparte de lo que pueda haber del pensamiento de Jesús en este texto, toda la situación es inverosímil.

Así pues, da toda la impresión de que en contra de la verdad histórica, Juan Bautista aparece en los evangelios en una situación inversa a lo que hubo de ser en la realidad: como el de menor importancia, el precursor, y Jesús como el superior, "el que viene, el mesías".

En consecuencia, GPO insiste en que dilucidar el verdadero carácter de la figura del Bautista ayuda por inferencia deductiva a la indagación del Jesús histórico, puesto que los inicios y la enseñanza de este último se enmarcan, según los evangelistas mismos, en el cuadro ideo-teológico del Bautista.

Por las indicaciones de Flavio Josefo (Antigüedades de los judíos XVIII 5,2 = # 116-119, y por el dicho recogido en Mt 11,12, sobre los violentos que conquistan el Reino se prueba que los judeocristianos consideraban revolucionario el movimiento del Bautista y veían al suyo como continuación de aquél. Leamos los textos

1. Flavio Josefo:

“Herodes Antipas empezó a temer que la gran capacidad de Juan para persuadir a la gente podría conducir a algún tipo de revuelta, ya que la gente parecía animada a hacer cualquier cosa que él aconsejase”,

2. Mateo 11,12:

“Y desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”,

Por tanto, se deduce críticamente de los Evangelios que no puede caber duda de que Juan Bautista era un mesianista radical, de tono apocalíptico, que predicaba una pronta venida de un terrible juicio divino, unido al reinado posterior de Dios en Israel, un personaje que arrastraba grandes multitudes con el consiguiente pánico de las autoridades.

Una última idea: aunque discípulo y maestro, Jesús y Juan condujeron durante algún tiempo tras su separación un ministerio paralelo pero un tanto antagónico, precisamente por la proximidad real de sus ideas, como muestran sobre todo los primeros capítulos del Cuarto Evangelio (cap. 4º sobre todo).


Seguiremos.
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Jueves, 11 de Agosto 2011
Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con el tema “El Jesús histórico según la obra de Gonzalo Puente Ojea”


Si se llega a la conclusión invencible --una vez examinado el conjunto del Evangelio de Marcos -y el resto de los evangelios canónicos--, de que Jesús profesaba una estricta fe monoteísta judía y que de ningún modo podía aceptar aquello que pudiera llevarlo a la idolatría, tal convencimiento ha de conducir al historiador a mostrarse a priori escéptico al menos, o más bien contrario, a las siguientes afirmaciones del evangelista Marcos de carácter sobrenaturalista, y por tanto imposibles de probar históricamente. Son las siguientes:


• Jesús no fue el Hijo de Dios óntico y real (Mc 1,1). Pensarlo así sería para él un acto de idolatría

• Jesús no bautizó “en el Espíritu” (Mc 1,8). En todo caso hubo unos momentos de su vida pública que bautizó, él o sus discípulos, en cierta competencia con Jesús, como afirma el Evangelio de Juan (4,1-2).

• No experimentó la teofanía del bautismo (Mc 1,9-11). Sólo queda el hecho del bautismo en sí por Juan Bautista, lo que enmarca a Jesús dentro del pensamiento judío de este último.

• No enseñó a sus discípulos que era necesario que el Hijo del Hombre (como figura mesiánica) padeciera, muriera y resucitara (Mc 8,31). Por tanto no instauró un mesianismo nuevo.

• No declaró que fuera lícito pagar el tributo al César (Mc 12,12-17). Por tanto, como otros judíos mantuvo una suerte de “insumisión fiscal”, sólo que expresada con prudencia.

• No instituyó la eucaristía (Mc 14,22s). Era imposible porque hubiera destrozado el sistema sacrificial del Templo y el sistema de expiación propio de su religión judía.

• No resucitó, ni ascendió finalmente a los cielos (Mc 16,9ss más Evangelio de Lucas). No son materia de historia, sino de pura fe.


Con otras palabras: según GPO, no vale aceptar como históricos los contenidos de estas afirmaciones marcanas aunque parezcan ir avaladas por lo que se he denominado el “criterio de disimilitud”, es decir, que la doctrina de Jesús no se deriva de premisas anteriores, en distinta de la que profesaba el judaísmo de su época y de la que mantendrán luego los seguidores de Jesús en los siglos I y II.

Y no se puede aceptar porque esas propuestas, o afirmaciones sobre Jesús del evangelista Marcos acerca de cómo era Jesús, son tan dispares y contradictorias con lo que podría pensar y sostener teológicamente un judío verdadero (y por hipótesis se parte de esta propuesta, afirmada por la historia antigua hoy casi unánimemente) que no pueden admitirse.

Por consiguiente también, según Puente Ojea, esas proposiciones del Evangelista Marcos proceden de la teología paulina y del constructo que GPO ha denominado “El Cristo celeste”, propagado por Pablo de Tarso como el producto de una revelación particular a él otorgada después de su llamada a predicar lo qu el Padre le había revelado de su Hijo (Gálatas 1).

Naturalmente la negación de estas premisas del Evangelio marcano, que hemos enumerado, tiene consecuencias enormes para la interpretación de la figura de Jesús en los evangelios que le siguen Mateo/Lucas, y también Juan:

(Ideología e historia, 163-175; Fe cristiana, 29ss; Evangelio de Marcos VII y passim; El mito de Cristo , 1ss, passim; u[Vivir la realidad, 306ss; La existencia histórica de Jesús, 74ss).


Seguiremos.

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Miércoles, 10 de Agosto 2011
La Torre de Babel. Historia y mito (196)
Hoy escribe Antonio Piñero


El libro que presentamos esta semana es en realidad un catálogo, maravillosamente confeccionado, de una exposición que se celebró en el Museo Arqueológico de Murcia del 9 de diciembre del 2010 al 20 de marzo de 2011. Pero hay que decir que más que catálogo es una publicación monográfica, en verdad muy interesante.

Y una prueba de ello es que parte de los estudios sobre la Torre de Babel presentados en este catálogo fueron galardonados en el 2004 con el IV Premio de Investigación “Concepción Arenal”, de Humanidades, que concede la Universidad de La Coruña y el Ayuntamiento de El Ferrol. El equipo de investigación estaba formado por Juan Luis Montero, Fernando Vegas, Camilla Mileto, José Antonio Hidalgo, Pasquale de Dato, Francisco Bescós, Jesús Busto y Eloy Taboada. La ficha del libro es:

Juan Luis Montero Fenollós (coordinador científico), Torre de Babel. Historia y mito. Ediciones Tres Fronteras (Editorial de la Consejería de Cultura de Murcia), 2010. 228 pp. Fotografías, planos, dibujos y esquemas. ISBN 978-84-7564-578-0

El libro del Génesis narra en su capítulo 11 la historia de la Torre, un relato mítico –que tiene una base histórica y arqueológica en monumentos religiosos de Babilonia- muy conocido del Antiguo Testamento, que trata de explicar como fruto de la decisión divina la confusión que surge en la tierra entre los hombres por la diversidad inmensa de su lenguaje. En torno a este mito ha especulado la religión, la literatura y el arte, y han trabajado en serio la arqueología y la historia antigua.


He aquí el texto del Génesis, 11, 1-9:

Tenía entonces toda la tierra un solo lenguaje y unas mismas palabras. 2 Y aconteció que, cuando partieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y asentaron allí. 3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les fue el ladrillo en lugar de piedra, y el betún en lugar de mezcla. 4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. 5 Y descendió Yahvé para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6 Y dijo Yahvé: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado a obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensado hacer. 7 Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8 Así los esparció Yahvé desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9 Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Yahvé el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra”.

Comenta Juan Luis Montero que “los restos de lo que fue la Torre de Babel se encuentran actualmente a unos 90 kms al sur de la actual Bagdad, en Iraq. Babel no es otra que la antigua ciudad de Babilonia, en cuyo centro neurálgico se levantó hace más de 2.500 años una gran torre escalonada, un zigurat, de adobe y de ladrillo,. Los babilonios llamaron a esta torre ‘Etemenanki’, que significa ‘Casa –que es el- fundamento del cielo y de la tierra’. Los judíos, que la conocían perfectamente la denominaron ‘Torre de Babilonia/Babel’”.

“En 1982 el ‘Centro Georges Pompidou’ de París organizó una gran exposición sobre las arquitecturas de edificios construidos a base de tierra. En esa muestra se analizaron los más diversos aspectos sobre el pasado milenario de esta forma de edificación. Allí se presentó la Torre de Babel como el primer gran rascacielos de la historia de la humanidad, unos 90 metros de altura. La pregunta se formuló de inmediato: ¿puedo construirse en verdad, a base de adobe, un edificio de tal envergadura en la antigua Mesopotamia?

El objetivo del grupo formado en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Coruña fue reconstruir con las mayores garantías posibles, cuál debió ser el aspecto de este célebre monumento. Miniaturistas, pintores y grabadores nos han ido transmitiendo a lo largo de la historia del arte cuál era su idea imaginativa de la Torre. A partir del siglo XVI pintores flamencos, holandeses y alemanes fijarán el modelo corriente hoy de un edificio de planta circular formado por galer´`ia superpuestas. Su modelo es sin duda la estructura del Colosseo de Roma. La imagen más famosa es quizás la de Pieter Bruegel de 1563.

A finales del siglo XIX los científicos europeos empiezan a interesarse por el tema. En 1892 se publicó la primera historia hipótesis científica. La teoría que defiende el libro que presentamos se basa en los análisis del dibujo de un monumento babilónico real, el “pintado” en una estela de piedra, denominada “Estela de Oslo”, un grabado que es una representación contemporánea de un zigurat, una torre de significado religioso, grabado que es probablemente contemporáneo del monumento real.

El contenido del libro me parece muy ilustrativo, interesante y entretenido:

• “Un paseo por la historia milenaria de Babilonia”, de Ignacio Márquez Rowe.

• “Babilonia. La gran metrópoli del Oriente antiguo”, de Juan Luis Montero Fenollós.

• “La Torre de Babel, un zigurat mesopotámico”, de Juan Luis Montero Fenollós.

• “Fuentes documentales para el estudio de la Torre de Babel. De los textos cuneiformes a los viajeros europeos” , de Juan Luis Montero Fenollós.

• “Historia de una arquitectura utópica. Hipótesis de reconstrucción de la Torre de Babel”, de Juan Luis Montero Fenollós.

• “Arquitectura de tierra. Materiales y técnicas de construcción de la torre de Babel”, de Fernando Vegas, Camilla Mileto, Jesús Busto

• “Etemenanki versus Torre de Babel. Nueva hipótesis de reconstrucción del zigurat de Babilonia”, de Juan Luis Montero Fenollós.

• “La construcción de la Torre de Babel. La organización de la obra”, de Fernando Vegas, Camilla Mileto.

• “Precipicio de soberbios y cima de sabios. Los procesos de apropiación simbólica del tema de la Torre de Babel”, de Juan Luis Monterroso Montero.

Y quizás uno de los temas que más pueda interesar a la mayoría de lectores es el último:

• “La religión babilónica. El triunfo del Dios Marduk”, de Francisco Caramelo.

Personalmente me ha interesado mucho el libro que es un disfrute para los sentidos. Como si estuviera paseando por el Museo rodeado de sabios comentaristas.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Martes, 9 de Agosto 2011
Vida de Pablo según los Hechos de los apóstoles Pedro y Pablo
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en los Hechos de los santos apóstoles Pedro y Pablo

Pablo en Roma

Cuando Llegó a Roma la noticia de que llegaba Pablo, el hermano de Pedro, los fieles la recibieron con alegría, pero los judíos quedaron desconcertados. Se dirigieron a Simón Mago para decirle que fuera al emperador para avisarle de que Pablo no solamente no había muerto, sino que había llegado a la ciudad. Simón les preguntó intrigado: “¿De quién era entonces la cabeza que enviaron al César desde Putéoli? Porque desde luego era la cabeza de un calvo” (c. 21). Como vimos, los sabuesos de Nerón confundieron al armador del barco con Pablo. Los dos eran calvos, por lo que decapitaron al armador pensando que era Pablo en persona.

El encuentro de Pablo con los judíos de Roma no resultó nada amistoso. Le exigían que se opusiera a Pedro, quien había adoptado una actitud totalmente contraria a la observancia de la ley de Moisés. Pablo era hebreo y de hebreos, de la secta de los fariseos. Tenían motivos para esperar de él que defendiera la trascendencia de la Ley. Era absurdo que estando circuncidado llegara con la etiqueta de Apóstol de los Gentiles. Pablo hizo una breve, pero contundente, apología de Pedro.

Entretanto se enteró Pedro de que Pablo había llegado a la ciudad. Y lleno de alegría, se dirigió inmediatamente a su encuentro. Ambos apóstoles se fundieron en un cariñoso abrazo y “se humedecieron mutualmente con sus lágrimas” (c. 24). Contaron el uno al otro sus éxitos y sus pesadumbres. Pedro hizo mención especial de los problemas que había tenido en sus debates con Simón Mago.

Enseguida se pusieron de manifiesto las disensiones entre los cristianos oriundos del judaísmo y los venidos de la gentilidad. La ocasión no podía ser más propicia. En Roma estaban los dos apóstoles encargados de proclamar el evangelio entre los unos y los otros. Por eso, defendieron cada uno de los grupos sus posiciones. Insistían los judíos en los datos y las exigencias de su cultura. Presumían de ser “estirpe elegida, sacerdocio real" y de ser descendientes de los patriarcas y alumnos de los profetas. Los oriundos de la gentilidad echaban en cara a los judíos su carácter de dura cerviz y las múltiples infidelidades con que respondieron a las bondades y privilegios que Dios concedió a su raza. Los que habían sido testigos de milagros excepcionales acabaron construyendo el becerro idolátrico. Pablo zanjó el debate recordando que Dios había cumplido sus promesas de que en la descendencia de Abrahán quedarían benditas todas las naciones de la tierra, porque en Dios no hay acepción de personas (c. 28).

La actuación de Pablo, experto en el trato con los judíos y los gentiles, logró apaciguar los ánimos de la cristiandad romana. Los jefes de los judíos abordaron a Pedro con el pretexto de que suprimía las sinagogas. Pedro respondió con una alocución larga y bien trabada, con la que logró convertir a muchos del pueblo. Las mismas mujeres de Nerón y del prefecto creyeron en la enseñanza de Pedro hasta el punto de separarse de sus maridos. Pablo, por su parte, habló de la milicia de los que siguen a Cristo de forma que “haciéndose cristianos, no querían volver ya ni al ejército ni al palacio" (c. 31).

Debate de Simón Mago con Pedro y Pablo ante Nerón

Ante estos acontecimientos, se levantó Simón Mago, empeñado en anular la doctrina de Pedro, a quien acusó de mago y falsario delante de Nerón. Aunque Simón ponía todo el énfasis de sus acusaciones en la persona de Pedro, concluyó ante el emperador diciendo: "Si no expulsas de aquí a estos hombres, tu reino no podrá mantenerse en pie" (c. 36). Nerón convocó a los tres contendientes para conocer la situación. Simón parecía tener una gran confianza con Nerón y hacía de presentador e informador sobre Pedro y Pablo. Mostró interés en comprender las alusiones al Nazareno y a Cristo para conocer el contexto de sus discípulos. Durante los capítulos 43-49, Pablo parecía haber desaparecido del debate. Pedro era el interlocutor preferido, detalle coherente con lo que sabemos de la relación entre Pedro y el Mago. Fue Pedro el que tuvo que interpretar la supuesta carta de Pilato al emperador Claudio, en la que hacía una defensa decidida de la inocencia de Jesús en su pasión y muerte.

A partir del capítulo 50 del apócrifo, vuelve Pablo a responder a la requisitoria de Nerón, que le pregunta sobre su punto de vista sobre el debate que mantienen Pedro y Simón. El Mago presume de poder demostrar que es Dios y promete ante Nerón que si es decapitado, resucitará al tercer día. Pero consigue con sus artes mágicas que sea decapitado un cabrito. Pablo, interpelado por Nerón, hace una larga exposición de la historia bíblica, mezclada con su misión personal, (cc. 55-59) para terminar en la venida de Jesús a la tierra a predicar un mensaje de paz y amor. Pero si el emperador confía en Simón, provocará la ruina de su imperio.

El alegato de Pablo impresionó a Nerón, que pidió a Pedro su opinión sobre las palabras de su compañero. La larga defensa pronunciada por Pedro puede resumirse en la primera frase de su alocución: " Todo lo que Pablo ha hablado es verdad" (c. 60,1). Continúa luego exponiendo las noticias de sus viajes apostólicos y las positivas referencias de las comunidades por él adoctrinadas. Recordó que antes de su actitud actual, había perseguido a la iglesia no por odio sino por ignorancia. Pero una voz llegó del cielo que lo trajo al buen camino y lo convirtió de perseguidor en apóstol.

Simón Mago persistió en su actitud fatua y en sus amenazas. Prometía demostrar al emperador que ante sus obras acabarían vencidos. El debate se amplió con una sucesión de presunciones y amenazas de parte de Simón, a las que ahora los dos apóstoles Pedro y Pablo se alternan en sus réplicas. Cuando Pedro hizo una revisión de toda la vida ministerial de su compañero, Nerón compulsó su criterio, a lo que Pablo respondió: "Todo cuanto has oído decir a Pedro, considéralo como dicho por mí, pues tenemos un mismo pensamiento, ya que tenemos a un único Señor, Jesucristo" (c. 62,1). Era una de las reiteradas ideas del autor, la identidad de posturas doctrinales de los dos apóstoles. Pedro y Pablo manifestaban una posición idéntica en palabras y doctrina.

Una alusión de Simón al carácter de circuncisos de los apóstoles tuvo la respuesta ad hominem de los apóstoles que dejaron de manifiesto que Simón también estaba circuncidado. El dato dejó de momento descolocado a Nerón. A la acusación de Simón de que Pedro y Pablo se habían puesto de acuerdo para perderle, Nerón echó en cara a Simón que era enemigo no solamente de los dos apóstoles, sino de su maestro. Simón afirmó solemnemente que Pablo no era discípulo de Cristo. Pablo respondió que lo había sido por revelación personal. Pero volvió al tema de la circuncisión preguntando a Simón por qué se había circuncidado, pregunta que trataba Simón de soslayar. Respondió, no obstante, que las circunstancias históricas habían cambiado. En el pasado Dios pedía que los hombres se circuncidaran, pero en la actualidad ya no lo exigía.

El debate entre Nerón y los tres contendientes se iba deslizando por cuestiones marginales. El emperador era consciente de una situación, en la que no veía salida airosa en ningún sentido. Confesó sin pudor: "No acierto a saber a quién he de creer" (c. 68). La discusión había llegado a su punto álgido. Pedro pretendió zanjar el tema diciendo que ellos predicaban a un solo Dios, Padre de Cristo, creador de cielo y tierra. Ese Dios era el verdadero rey del universo. Cuando Nerón preguntó por la identidad de ese rey, Pablo respondió que era el Señor y Salvador del mundo. Pero Simón, en el colmo de su osadía, proclamó que él era tal Señor y Salvador.

Busto de Nerón de la Gliptoteca de Munich

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro




Lunes, 8 de Agosto 2011
Episodios del Evangelio de Marcos unidos ideológicamente al “secreto mesiánico” (192-08)
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con el análisis de la presentación marcana de Jesús, según Gonzalo Puente Ojea, en episodios que están relacionados teológicamente con el secreto mesiánico.


4. El episodio de la purificación del Templo (11,15-18)

[Recordemos el texto:

Y entrando en el Templo, comenzó a expulsar a los que estaban vendiendo y comprando en el Templo, y derribó las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, 16 y no permitía que nadie transportara vasijas por medio del Templo. 17 Y les enseñaba y les decía: ”¿No está escrito que Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos”. 18 Y lo escucharon los sumos sacerdotes y los escribas y trataban de hallar cómo perderlo; pues lo temían, porque toda la muchedumbre quedaba impresionada a causa de su enseñanza].

1. La comparación del Santuario con una “guarida de ladrones” no pudo haber sido pronunciada por Jesús porque es un producto mixto concebido y redactado en griego, tomado de la Biblia de los LXX, que une Is 56,7 (“los llevaré al monte de mi santidad; y los recrearé en la Casa de mi oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi Casa, Casa de oración será llamada de todos los pueblos.”) con Jr 7,11 (“¿Es quizás cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta Casa, sobre la cual se invoca mi nombre?”).

2. El vocablo “ladrones” (lestaí) evoca in malam partem a los celotas y su uso trata de distanciar al Jesús de la historia del ideario religioso-político del judaísmo celoso de la Ley del siglo I.

El episodio en sí, para GPO, muestra a las claras el mesianismo judío de Jesús, que incluye la renovación del santuario y de la Ley y que no tiene en principio ningún rasgo que pueda presentarlo como fundador de un mesianismo de nuevo cuño.


5. Marcos exonera de culpa a Pilato, y a los romanos con él, cargando toda la causa de la muerte de Jesús sobre los hombros de los judíos. Éstos –representados en ciertos fariseos ya desde le principio de la vida pública de Jesús cuando apenas había mostrado éste su mesianismo- se unen incluso con sus propios enemigos (herodianos) para tramar ya la muerte de Jesús (Mc 3,6: “Y los fariseos, inmediatamente, saliendo, tuvieron un consejo con los herodianos, en contra de Jesús, a fin de aniquilarlo”).


6. Marcos, hasta la sorpresiva pregunta de Pilato (15,2) “¿Eres tú el rey de los judíos?”, oculta deliberadamente que Jesús había sido entregado al Prefecto acusado de sedición contra el Imperio. Esta acusación sitúa a Jesús en una luz que no le gusta al Evangelista, pero que parece más realista con la situación de Palestina en tiempos de Pilato.


7. La figura de Pilato es bien conocida en la historia por los escritos de Flavio Josefo y de Filón que lo pintan como un sujeto cruel, asertivo y que mostraba una profunda antipatía hacia los judíos.

Por el contrario, la imagen de Marcos de Pilato es la de un gobernador romano dubitante, que conoce la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén, la “purificación” del Templo y el episodio armado del arresto en Getsemaní, pero está deseoso de liberarlo. Esta pintura absolutamente inverosímil. Y mucho más cuando, en contra de todas sus obligaciones como prefecto, deja libre a Barrabás, enemigo declarado del Imperio, reo de sedición y acusado de un asesinato político, y condena a muerte a Jesús, que –según Marcos y Pilato mismo- es inocente y en nada enemigo del orden vigente.

GPO busca la explicación de estas anomalías en la tesis de Samuel G.F. Brandon sobre las circunstancias de la composición del Evangelio de Marcos, hacia el 71 d.C. tras el triunfo flavio contra los rebeldes judíos después de una guerra terrible. Junto con el investigador británico GPO sostiene que el “Sitz im Leben”, el marco vital está correctamente definido como una “apologia ad christianos romanos”. Es decir, como una defensa de su comprensión de Jesús ante los judeocristianos de Roma y los paganos que `podía haber a su alrededor.

Concluye GPO que, debido a las circunstancias tras la gran guerra judía (presentar ante los romanos a un salvador/mesías judío era muy poco atractivo; incluso muy negativo) junto con su adscripción ideológica del Evangelista dentro del pensamiento paulino, lleva a pensar que el interés principal de Marcos era presentar al Nazareno como un salvador universal, no sólo de los judíos, apolítico, puramente espiritual, amigo de los romanos, o al menos, como personaje inocuo para el Imperio. Según Marcos, Jesús -aunque judío de sangre- jamás fue apreciado ni entendido por su pueblo. Igualmente, según el Evangelista, el Nazareno repudió tal fraternidad racial y rechazó la teología y doctrina judías, superándolas.

Ahora bien, como el análisis crítico del conjunto del mismo evangelio marcano muestra a las claras, la imagen de un Jesús perfectamente encardinado en la religión israelita de su tiempo, un Jesús profundamente judío, observante celoso de la Ley y practicante de las costumbres de su pueblo, parece poder deducirse con toda legitimad que la imagen marcana de Jesús, contraria en bloque a estos extremos probados, no es histórica.

Con seguridad, prosigue GPO, Marcos sustituye la muerte de un mártir mesianista judío por obra de los romanos -en colusión, es decir, en combinación con los estratos elevados de la aristocracia sacerdotal judía colaboracionista con el Imperio por sus intereses comerciales y sociales- por la contraimagen de un justo perseguido, un inocente asesinado, un mesías de novísimo cuño que aceptaba su muerte, un nuevo siervo de Yahvé, el verdadero Hijo de Dios…, en suma un mesianista asesinato injustamente en una acción largamente madurada por las autoridades judías.

Marcos hace así de Jesús no un mesías judío, como lo fue en realidad, sino un salvador (griego sotér) universal perfectamente aceptable por las masas del Imperio, totalmente de acuerdo con el Cristo pacífico y celeste, hijo de Dios real, de Pablo.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 7 de Agosto 2011
Líneas teológicas maestras del "mesianismo" del Antiguo Testamento (194-06)
Hoy escribe Antonio Piñero



Como prometimos, y tras haber concluido la presentación del libro de la semana, finalizamos hoy con una exposición de las líneas teológicas maestras del artículo sobre el "mesianismo" del Antiguo Testamento según los autores del artículo “mesías” (Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica, de Editorial Herder.

Según tales autores del artículo “mesías” en su primera parte (son cuatro en total: Antiguo Testamento; Judaísmo temprano = desde el siglo V a.C. hasta el I d.C.; Nuevo Testamento = desde 70 hasta más o menos 120 d.C.; Judaísmo rabínico de los siglos II d.C. en adelante), la concepción del “mesías” en el Antiguo Testamento evoluciona a partir de la idea bíblica –y más en concreto judía- del carácter sagrado de la realeza: el rey es el conservador y el mantenedor de la justicia en su reino; es garante del bienestar de su pueblo y señor poderoso y pacífico frente al mundo exterior.

Tales expectativas no se vieron cumplidas en los monarcas de la Casa de David, y perdió su punto de apoyo real con la desaparición de la monarquía. De ahí que la mirada se dirigiera cada vez más acentuadamente hacia el futuro, comenzando por la esperanza de la restauración del reino davídico en Israel hasta llegar a la expectativa de un monarca israelita del fin de los tiempos que habría de reinar sobre un reino pacífico, universal e indestructible...

A este rey se denominaría posteriormente "ungido por Dios o mesías" por antonomasia y las concepciones sobre él adquirirían múltiples formas; además se hizo fluida la transición desde la esperanza de restauración en el tiempo histórico hasta la espera del reino definitivo en el final de los tiempos.

Las referencias a la casa de David se mantuvieron, pero al mismo tiempo se modificaron e incluso quedaron eliminadas:


• Dios hará que el nuevo reino florezca con el nacimiento de un nuevo retoño:


- Is 11: “Y saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.”
- Miq 5,2: “Pero tú, Belén Efratá, aunque eres pequeña entre los millares de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas han sido desde el principio, desde la eternidad”
- Jr 23,5: “He aquí que vienen días, dice Yahvé, en los cuales levantaré a David un Renuevo justo, y un Rey reinará y prosperará, y hará juicio y justicia en la tierra.”
- Ez 17,22: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Zac 3,8: “Escucha pues, ahora, Josué sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan delante de ti; porque son varones admirables: He aquí, yo traigo a mi siervo, el Renuevo.”
- Zac 6,12: “Así ha hablado Yahvé de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es El Renuevo, el cual brotará de su lugar, y edificará el templo de Yahvé:”


• Dios elegirá un David nuevo:

- Ez 34,23: “Así dice Yahvé el Señor: Y yo tomaré el más alto de los renuevos de aquel alto cedro, y lo plantaré; del principal de sus renuevos cortaré un tallo, y lo plantaré sobre un monte alto y sublime.”
- Ez 37,24: “Y mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un pastor. Andarán en mis decretos y guardarán mis estatutos y los pondrán por obra.”


• En Zacarías 9,9 (“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”) se mantendrá abierta la relación del futuro rey-mesías con Israel


• En los Salmos se mantendrá una dualidad. Por un lado habrá salmos del rey humano y, por otro lado, habrá salmos del rey que será Yahvé mismo, como 93-100.


• Sólo en los textos proféticos se llevará a cabo el teocentrismo, es decir, el gobierno de Israel por Dios, bajo otra modalidad, mediante una división de la tarea: ‘La confesión del poder de Dios se une con la confesión de la debilidad de su representante en la tierra… aumenta el ámbito del dominio del rey-mesías a la vez a que disminuye su poder soberano que pasa a Dios.


Hasta aquí esta reproducción un tanto alterada por mí del contenido de este artículo sobre el “mesías” (primera parte de cuatro: el mesías en el Antiguo Testamento) del Diccionario de exégesis y teología Bíblica de la Editorial Herder.

Mi valoración en conjunto es muy positiva por la claridad, orden y riqueza de textos. Si todos los artículos son como éste, y así lo parece en general, creo que el Diccionario que comentamos está muy bien; que es una obra que merece la pena tener en nuestra biblioteca como consulta básica junto con los diccionarios estrictamente históricos de la Biblia.

Y respecto al contenido expuesto sólo manifestaría un reparo: creo que habría sido interesante que los autores del artículo hubieran hecho mayor hincapié en la notable influencia de la teología egipcia de la divinidad ínsita del faraón y de sus cualidades, también ínsitas, de representante de la divinidad en la tierra, de encarnación de ella en el mundo de los humanos, y de ser el único garante de la justicia y de la razón universal (“Maat”, en egipcio)en el mundo de los humanos. Creo que sin el influjo de esta teología sobre el pensamiento israelita acerca de la monarquía en Israel no se habría producido a al larga el concepto de mesías o rey futuro universal, judío, que instaura el reino de Dios sobre la tierra y que media entre la divinidad y los humanos.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 6 de Agosto 2011
La profesora Avenoza escribe de su propio libro - Biblias Castellanas Medievales (y IV) (195-04)
Hoy escriben Gemma Avenoza y Antonio Piñero


Terminamos hoy con la presentación –en cuatro entregas- del libro “Biblias Castellanas Medievales”. Hoy concluimos con la transcripción de las páginas introductorias que la propia autora dedica a su obra:

“Por su parte, los centros de copia se servían de una serie de procedimientos que facilitaban la organización del trabajo. La preparación del soporte de la escritura realizado según unas pautas fijas, unas proporciones entre la altura y la anchura de la caja de escritura que variaban según el tipo de obra a reproducir y los gustos de los tiempos.

“La pulcritud de su trazado era fundamental para la belleza y equilibrio de la página y se encomendaba a veces a un artesano especializado y otras veces era responsabilidad de cada uno de los copistas que intervenían en la copia; en ambos casos, el resultado del libro acabado debía de ser uniforme, sin diferencias apreciables, lo que suponía el uso de reglas o de modos de calcular esas proporciones comunes a todos los implicados en la copia de una obra (estas proporciones giraban en torno al número de oro, al rectángulo de Pitágoras, al doble rectángulo de Pitágoras, a los rectángulos construidos según la fórmula a x a √2, etc.).

“Para marcar la pauta se empleaba una punta de plomo o de grafito, una punta seca que no dejaba trazo de color, tinta diluida, plegado tabeliónico (es decir, propio de los “tabeliones” o escribanos o se usaban mastaras o planchas de reglar y, para los renglones, si era el caso, se acudía al uso de una ruedecilla dentada que en los márgenes dejaba una hilera de perforaciones menudas que servían para trazar las líneas de guía para la escritura (Biblia de Alba).

“El orden de los bifolios que formaban cada uno de los cuadernos se aseguraba a través de signaturas de cuaderno, cuyas formas podían responder al uso del scriptorium o al gusto del copista y en este último caso su variación señala el cambio de amanuense en un punto determinado del manuscrito (BNM 10288 y Esc. I.i.4). Para que no se desordenaran los pliegos se acudía a la numeración de cuadernos y también a los reclamos, esas palabras anotadas en los márgenes inferiores del último folio de cada pliego que eran las primeras del cuaderno siguiente.

Buena parte de estos elementos desaparecían cuando el libro se terminaba y se le dotaba de una encuadernación, porque al igualar los folios se eliminaba parte de los márgenes. Ese era el momento en el que podían hacerse desaparecer las signaturas de cuaderno, las perforaciones que marcaban la justificación de la escritura o las anotaciones que los copistas dejaban para orientar a rubricadores y miniaturistas. Por fortuna para nosotros no siempre se han perdido estos elementos, bien porque estaban integrados en la decoración del volumen (caso de algunos reclamos) o porque su posición los mantuvo lejos de la cuchilla del encuadernador.

De todas estas técnicas quedan algunas señales en los libros, y la ciencia codicológica, actuando como una arqueología del libro manuscrito, examina todos esos indicios y busca darles una interpretación. Lo mismo que las piedras que quedan de una casa o de una calle permiten al arqueólogo explicar cómo era la vida ciudadana en un tiempo ya lejano, los elementos materiales que servían para organizar la copia permiten a la codicología explicar el cómo, el cuándo, el dónde, el quién y el para quién de la realización de los manuscritos medievales. Nos acerca al modo en el que trabajaban los copistas medievales y nos proporciona muchos datos sobre la historia de los textos y de su transmisión, de tal modo que a veces es en la constitución material de un volumen donde se encuentra la explicación a un determinado problema textual (los cambios de texto base, por ejemplo).

“En un corpus como el de las biblias romanceadas medievales hispánicas la aplicación del análisis codicológico ha sido especialmente rico en resultados; al estudiar un grupo de copias de la misma obra realizados en una época concreta (a mediados o en la primera mitad del s. XV), se ponen en evidencia datos que de otra forma, aislados, serían mudos. La materialidad de los volúmenes dice mucho de las variaciones textuales que presentan y existen elementos comunes entre unos manuscritos y otros, como el hecho de que más de un manuscrito registra la presencia de técnicas peculiares, la intervención de un mismo copista o el uso de un mismo tipo de papel. Los lazos materiales entre los testimonios van a la par de los lazos textuales y unos sirven a otros como piedra de toque para comprobar las hipótesis que relacionan entre si los distintos manuscritos.

“Para llegar a estos resultados ha sido necesario estudiar directamente todos los manuscritos conservados, aplicándoles un cuestionario codicológico elaborado a partir de la experiencia que desde 1989 acumula el grupo de investigación de BITECA. Los datos reunidos han sido contrastados y analizados teniendo en consideración las particularidades del corpus presente.

El estudio material de las biblias medievales romanceadas hispánicas que aquí se presenta ha surgido gracias a la Fundación San Millán de la Cogolla, con cuyo apoyo se ha podido pasar de una serie de estudios parciales, de notas tomadas sobre manuscritos medievales a lo largo de los años, a un estudio de todo el corpus bíblico castellano medieval.

Pese a la unidad el método de análisis empleado, la singularidad de todos y cada uno de los manuscritos ha orientado la investigación en un sentido u otro, primando a veces la perspectiva codicológica y otras la histórica, de modo que cada uno de los capítulos se puede leer como un artículo independiente.


Saludos cordiales de Gemma Avenoza y Antonio Piñero.

Viernes, 5 de Agosto 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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