CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Seguimos con el mesías davídico, político-guerrero en tiempos en torno a Jesús. Hoy vamos a leer un texto de uno de los apócrifos del Antiguo Testamento que más han marcado al cristianismo: el Libro IV de Esdras, escrito en torno al año 100 de nuestra era. Su materia, sin embargo, refleja el pensamiento judío, anterior al autor, de todo el siglo I.

Leemos la visión sexta: "El Hombre sobre las nubes y el combate escatológico" (13,1-15; Apócrifos del Antiguo Testamento , tomo VI, pp. 449-451; el texto está un poco arreglado para su abreviación y comprensión)

Y sucedió que, tras siete días, tuve un sueño durante la noche. Y vi que se levantaba un viento del mar de manera que agitaba todas sus olas. Y vi cómo volaba un Hombre sobre las nubes del cielo y hacia donde dirigía su mirada, temblaban todas las cosas que estaban bajo su vista, y hacia donde salía la voz de su boca, se encendían todos los que oían su voz, como se derrite la cera cuando siente el fuego. Y tras esto vi cómo se congregaba una muchedumbre de hombres innumerable de los cuatro vientos de la tierra, para luchar contra el Hombre que había salido del mar. Y vi cómo formó para sí el Hombre una gran montaña y voló hasta colocarse sobre ella. Y yo quise ver la región o el lugar donde se había formado la montaña y no pude.

Y tras esto vi cómo todos los que se habían congregado contra él, temían grandemente y con todo se atrevían a luchar. Y he aquí que cuando el Hombre vio el ímpetu de la muchedumbre que venía hacia él, no levantó su mano, ni tomó la espada ni cualquiera de los instrumentos de guerra, solamente vi cómo hizo salir de su boca como una ola de fuego y un espíritu de llama de sus labios; y de su boca hacía salir centellas y tempestades, mezclándose todas estas cosas: la corriente de fuego, el viento de llama y la fuerza de la tempestad. Todo ello cayó sobre el ímpetu de la muchedumbre que estaba preparada para luchar, y los incendió a todos de manera que nada se viese de la muchedumbre innumerable, sino solamente el polvo de la ceniza y el olor del humo. Y viéndolo me quedé atónito.

Y tras esto vi al mismo Hombre que bajaba del monte y llamaba hacia sí a otra muchedumbre pacífica. Y venían hacia él rostros de muchos hombres, unos gozosos, otros tristes, unos atados, otros trayendo ofrendas.

Y yo, por el pavor inmenso, me desperté y oré al Altísimo diciendo:

- Muéstrame, pues, ahora también la interpretación de este sueño […]


"El mesías. Interpretación de la visión del Hombre que procede del mar" (13,16-33; Apócrifos del Antiguo Testamento vol. VI, pp. 452-455; el texto está un poco arreglado para su abreviación y comprensión)

El hombre al que has visto precedente del corazón del mar, es aquél a quien el Altísimo ha venido manteniendo oculto durante muchas edades, y que liberará a su creación, y va a orientar a aquellos que andan defectuosos. Y respecto a lo que has visto, a saber que sale viento, fuego y una tormenta de su boca, y que sin blandir ninguna lanza o espada destroza a la multitud que se dirige contra él, su interpretación es la siguiente:

Ved, se acercan los días en los que el Altísimo va a librar a aquellos que están en la tierra. Y las gentes que la habitan sufrirán gran confusión. Entonces planearán guerrear unos contra otros, ciudad contra ciudad, lugar contra lugar, pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Y cuando ocurran estas cosas y tengan lugar los signos que os he mostrado de antemano, entonces se revelará mi hijo (o mi “siervo”), al que habéis visto saliendo del mar.


A continuación incluyo unas cuanta observaciones de Domingo Muñoz León, que es el autor de la traducción, introducción y comentario de este Libro IV de Esdras en la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” :

El “profeta” Esdras –es decir, el desconocido autor judío del siglo I- añade a lo largo de su obra a esta visión del mesías una serie de catálogos de signos cósmico y terrenos que precederán al final. En las últimas visiones del libro el autor presupone la inminencia del reino mesiánico, que parece ser un estadio en el camino hacia el juicio final. Al final de este reinado el mesías morirá.

En consecuencia, parece claro que la restauración de la situación ideal de la monarquía davídica no desempeña un papel de importancia en las esperanzas del autor en relación con su política ideal futura. La destrucción del Imperio romano, por el contrrio, sí era muy importante y ésta es el centro de las visiones 5ª y 6ª. Sin embargo, la destrucción de Roma se espera que tendría lugar a través del ejercicio de las funciones judiciales del mesías más que de sus (acciones) militares.

Un punto oscuro es la relación mesías-Hijo de Dios. El “Hombre” de la visión sexta es el Hijo (13,32: “Se revelará mi Hijo”; 13,37: “Mi propio Hijo acusará de sus impiedades a los pueblos”); a veces se habla de “mi Hijo y los que con Él están” (13,52; 14,9). La “revelación” del Hijo (7,28-29) podría reflejar la idea de que el mesías estaba escondido en Dios antes de manifestarse en la tierra. Sería lo mismo que ocurre con la ley de Moisés en el pendamiento judío de la época: estaba escondida en Dios antes de manifestarse en el Sinaí. En el caso del mesías no es la persoan la que estaba escondida, sino el concepto de mesías.

La victoria del mesías sobre el águila que aparece en una visión anterior de este libro (Imperio romano) es un elemento común de la apocalíptica. 4 Esdras nos ofrece una actualización profética de la Cuarta Bestia de Daniel (12,11): el último imperio perverso que se opone a Dios antes de la venida del mesías.

El combate escatológico (unas veces con la intervención del mesías, otras con la sola intervención divina) aparece en 4 Esdras como la actuación definitiva de Dios que aniquila a los impíos para “liberar” a su criatura, a los que están sobre la tierra (tambien en esgta visión 13,26.29).

En cuanto a Sión y a la Jerusalén celestial (10,20; una concepción igual a la del Apocalipsis de Juan: en el futuro reino mesiánico, el definitivo, todos los salvados habitarán en una ciudad celeste, maravillosa) en la visión tercera, no es fácil distinguir en el Libro 4 de Esdras en concreto si se trata de un símbolo o si se alude a la Sión terrestre (mesiánica) o a la Sión celestial (el correspondiente celestial de la Sión terrena).

Desgraciadamente el autor no describe claramente cómo era en su concepción la realidad maravillosa del reino mesiánico mientras dura en la tierra. Quizá porque supone que sus lectores ya la conocen.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Crítica a la crítica. La obra ‘El Hijo de Dios’ de Martin Hengel (II)”

• Información sobre la película acerca de Jesús de Nazaret, titulada “El discípulo”:

www.eldiscipulofilm.com


Viernes, 4 de Septiembre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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