CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema Figuras a medias entre el cielo y la tierra (IV), es decir comentamos las figuras “mesiánicas” semicelestiales que son una suerte de «mesías celeste» (términos que para un judío de la época serían una paradoja, porque si es mesías, es humano). Se trata un agente de la salvación escatológica del que se acentúa la naturaleza «sobrehumana», aun siendo un ser humano, y al que se atribuyen acciones claramente mesiánicas.

Este tipo de figura aparece igualmente en dos escritos apócrifos judíos (Las Parábolas de Henoc y el IV Libro de Esdras, que más tarde consideraremos) en los que su presencia era generalmente atribuida al influjo cristiano. Su presencia en los escritos de Qumrán prueba, por el contrario, que también aquí nos hallamos ante un desarrollo precristiano de ideas seminales del Antiguo Testamento, en este caso provenientes del Libro de Daniel.

A este respecto hay otro texto importante en Qumrán: la segunda columna del único fragmento conservado de una composición aramea, datable paleográficamente (es decir por el tipo de las letras y el modo de la escritura en general) en la primera mitad del siglo I y que lleva el título de 4Q246 “Hijo de Dios” (Pseudo Danielª). He aquí el texto:

g[ 1 Será denominado hijo de Dios, y lo llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas 2 de una visión, así será el reino de ellos; reinarán algunos años sobre 3 la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro pueblo y una ciudad a otra ciudad, 4 hasta que levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada. 5 Su reino será un reino eterno, y todos sus caminos en la justicia; juzgará] 6la tierra con justicia, y todos harán la paz. Cesará la espada en la tierra, 7 y todas la ciudades le rendirán homenaje. El Dios grande con su fuerza 8 hará la guerra por él; pondrá los pueblos en su mano y 9 arrojará todos ante él. Su dominio será un dominio eterno, y todos los abismos... ]g

Comenta Florentino García Martínez (en Los Manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios, Ediciones El Almendro, Córdoba, 1994, [eds. A. Piñero-D. Fernández Galiano] pp. 203-204)

« El contexto del pasaje conservado es el siguiente: nos habla de que alguien (¿un vidente?) cae ante el trono de un rey y se dirige a él. Le describe los males que han de venir, entre los que la referencia a Asiria y Egipto desempeña un papel importante. Éste es el contexto.

Aún más importante será la aparición de un personaje misterioso al que le serán dados los títulos de "hijo de Dios» e "hijo del Altísimo», personaje que "será grande sobre la tierra” y a quien "todos servirán». A su aparición seguirán tribulaciones, pero éstas serán pasajeras como una centella, y sólo durarán… hasta que él levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada… Vencerá a todos los reyes con la fuerza de Dios, dará fin a la guerra y establecerá un reinado eterno en el que todos harán la paz y en el que él dominará eternamente en la justicia.

Este personaje es descrito con los rasgos del “Hijo del Hombre” del Libro de Daniel, de donde provienen las expresiones “Su reino será un reino eterno» (Dn 7,27) y «su dominio será un dominio eterno» (Dn 7,14) que nuestro autor aplica al protagonista misterioso de su relato, al que considera sin duda alguna como un individuo.

Este personaje es presentado como juez del mundo entero y su dominio se extiende a todo el orbe. Su acción terminará el período de crisis precedente e introducirá la situación de paz escatológica, lo que permite comprender los títulos excelsos de «Hijo de Dios» e «hijo del Altísimo» que se le aplican.  »

Y éste es precisamente el elemento que aquí conviene subrayar: en Qumrán, junto a un «mesías-rey » y a un «mesías sacerdote», se esperaba la venida de un agente de salvación escatológico tan excelso como el “Hijo del Hombre” preexistente del Libro de Las Parábolas de Henoc (del que también hablaremos en notas sucesivas) o como el «mesías» del Libro IV Esdras.

Y aunque nuestro texto no emplea la palabra «mesías» para designarlo, este término sí aparece en otro de los textos qumránicos ya conocidos desde antiguo (que hemos comentado en la nota anterior), 11QMelquisedec, en el que a este mismo tipo de figura salvadora de naturaleza sobrehumana que ejecuta el juicio divino, libera del poder de Belial y rescata a los hombres de su lote en la primera semana del último jubileo de la historia, no sólo se le llama elohim «dios», sino «ungido del espíritu», es decir “mesías”.

Estamos, pues, muy cerca del ambiente en el que desarrollará el cristianismo su concepto peculiar de “mesías”.

Es muy claro que los Manuscritos del Mar Muerto –y como veremos los Apócrifos del Antiguo Testamento- nos iluminan poderosamente el contexto, la atmósfera en la que nace el cristianismo. No en vano éste nace como una secta judía, a la que al principio se llamaban “nazarenos”/ “nazoreos” y luego “mesianistas” o “cristianos”.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“El conjunto del texto de Gálatas 2,1-10”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.


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Magíster de religiones de la Universidad

PABLO DE OLAVIDE de Sevilla 2009-2010

Información en la nota del día 27-06-2009 y en el enlace siguiente:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.


Viernes, 3 de Julio 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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