CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero

Una vez que hemos concluido la brevísima explicación del contenido esencial de 1 Tesalonicenses, volvemos al primer tema eje de nuestras notas en este blog: la presentación de materiales para la construcción de una historia –si fuere posible- sobre cómo se produjo la “divinización de Jesús”.

Hasta el momento, hemos examinado -guiados por el libro de Jacques Schlosser, el Dios de Jesús, Editorial Sígueme, Salamanca 1995, obra de un sacerdote católico- qué testimonios podemos encontrar en los llamados Evangelios Sinópticos (= “que pueden verse en conjunto”), Mateo, Marcos y Lucas.

Schlosser se pregunta si, considerados todos los textos evangélicos que hablan de la paternidad de Dios y que pueden atribuirse verosímilmente al Jesús histórico –siguiendo las pautas e instrumentos de la crítica histórica y literaria-, nos es lícito responder a la siguiente cuestión: en la mente de Jesús ¿era la paternidad de Dios en la mente de Jesús de Nazaret algo universal, atribuible a todos los hombres? O más bien, cuando el Maestro habla de tal paternidad se refiere preferentemente a sus discípulos?

En líneas generales –y para sorpresa de los lectores- la mayoría de los investigadores, católicos y protestantes, opina que en conjunto Jesús “pone el acento en la paternidad de Dios para con los que le creen y le siguen, para con los discípulos” (p. 181), expresión que no debe entenderse sólo como los “Doce”, sino en un sentido más amplio: todos los que le seguían.

Los texto claves para sustentar esta opinión “particularista son los siguientes:

Mt 5,44-45: “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos”

Lc 6,36: “Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo”

• Lc 12,30.32: “ Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. 32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino”.

Mt 23,9: “Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo”.

Lc 11,2: “El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino…”

Esta afirmación sólo insiste en el hincapié especial de Jesús, que dirige sus enseñanzas sólo a Israel, y en especial a los que escuchan su mensaje. Pero de ningún modo implica que Jesús no tenga respecto a la paternidad de Dios una idea universalista. Lo pone de relieve, por ejemplo, el pasaje de Lc 11,11-13:

“¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra;:12 o, si pide un huevo, le da un escorpión? 13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!»”.

Concluye Schlosser con una afirmación que hacemos nuestra:

« Nada hay que autorice a decir que Jesús no tuviera un sentido universalista de la paternidad de Dios. No olvidemos –y esto es una afirmación obvia- que Jesús no propone en sus palabras un tratado de teología, y que nuestras cuestiones no fueron necesariamente las suyas. No olvidemos tampoco que el título de “Padre”, por muy capital que sea, no expresa todo lo que Jesús tiene que decir de Dios” (p. 181). »

Además, una cosa queda muy clara que es capital para nuestro propósito. No encontramos en todos los textos analizados en las notas anteriores en los que Jesús habla de Dios como padre que él, Jesús, expresara en ningún momento que su filiación era de ningún modo tan superespecial, que pudiera considerarse hijo real de Dios, y que por tanto que él creyera que fuera Dios.

Para cerrar este conjunto de notas, nos queda aún que consideremos el pasaje único de los evangelios, que se halla en Mc 14,36 en el que Jesús se dirige a Dios llamándole en arameo “Abba”, “padre” en sentido muy familiar. Lo veremos en las notas siguientes.

Saludos cordiales de de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


Nota informativa:

Creo que los lectores de este blog saben que mantengo otro blog en la página de religión ("Religiondigital") del periódico on line "Periodistadigital", y que se titula "El blog de Antonio Piñero".

En él escribo casi todos los días -menos lunes y miércoles que lo hacen Gonzalo del Cerro y Fernando Bermejo respectivamente-.

Me parece que podría ser de interés para algún lector indicar el tema o cuestión que se está tratando en él. Empiezo a indicarlo hoy mismo. El tema es

"El camello y el ojo de una aguja". Un breve comentario a Mt 19,23-24:

Intento explicar por qué algunos manuscritos del Nuevo Testamento en vez de la frase: "Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja...", traen: "Una maroma por el ojo de una aguja..."

La manera de entrar en el blog de manera sencilla, sin tener que copiar una larga dirección electrónica:

· Pinchando en la página del presente blog, abajo, a la derecha, donde está anunciado "El blog de Antonio Piñero".

· Copiando en Google estas mismas palabras ("El blog de Antonio Piñero") y pinchando en la primera línea cuando aparezcan los resultados de la búsqueda.

Saludos de nuevo.

Viernes, 13 de Marzo 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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