Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: En su libro “Ciudadano Jesús” usted escribe “Sin duda el pueblo de Jerusalén, no galileo, debió intervenir en la condena”. A que llama usted el pueblo de Jerusalem no galileo (en términos cuantitativos) y cuando fue convocado, teniendo en cuenta que Jesús es arrestado de noche y a la madrugada del día siguiente juzgado por Pilato? No existe una posibilidad que la intervención masiva de judíos (Pedido por Barrabás, indulto habitual por festividad, etc) sea un invento de los evangelistas con miras a culpar a los judíos en general, con intención propagandística, ya sea para diseminar su religión entre paganos por sobre el rechazo judío a Jesús o bien para justificar la tragedia judía del año 70? Acaso habría necesidad de ofrecerlo como posible candidato a indultar si el veredicto de Pilato hubiese sido que no tenía culpa alguna? No habría ese veredicto significado su liberación? Acaso Pilato interrumpía sus juicios por el clamor externo de la muchedumbre que, según Marcos, solo pide el indulto para Barrabás? Y que harían los judíos en el exterior del Pretorio el día que se supone estarían en el templo? Es creíble que Pilato altere su agenda tan ajetreada el día de posibles revueltas a último momento por la irrupción de judíos a los que no esperaba y peor encima, (citando solo a Juan) se quede esperando que lo lleven a Herodes, que éste lo juzgue y que lo vuelvan a traer? No existen suficientes inconsistencias en los canónicos y elementos ilógicos en general que al menos ameriten una duda respecto de la participación masiva de judíos en la muerte de Jesús? Desde ya, muchas gracias. RESPUESTA: 1. “El pueblo de Jerusalén no galileo”: quiero decir con esto que la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén debió de ser acompañada ante todo por su seguidores de Galilea, que le habían seguido en su decisión de ir a Jerusalén, una vez que el Maestro sintió que su proclamación del reino de Dios en Galilea no había tenido el éxito esperado. 2. Respecto a la participación masiva de judíos contra Jesús en el proceso contra Jesús: estoy de acuerdo con Usted en que probablemente los evangelistas exageren (al final de la pasión) la actividad de los judíos contra el Nazareno. Es inverosímil, sin duda, de que los judíos, de sentimientos antirromanos por lo general, hayan pedido la muerte de un nacionalista judío, profeta y taumaturgo, etc., como Jesús ante la autoridad romana. En todo caso la actuación se debió a la súper estructura del pueblo, sumos sacerdotes y altos saduceos, más herodianos que estaban interesados en mantener el status quo con los romanos porque salían muy beneficiados económicamente. Se ha escrito muchos sobre esto: vea la obra de P. Winter, The Trial of Jesus, , 2ª edición ampliada, Brill, Leiden 1974; mi obra “La verdadera historia de la pasión”, de EDAF, Madrid, 2011, y la de Josep Montserrat, “¿Quién mató a Jesús? La patraña del pueblo deicida”, DStoria Ediciones, de Sabadell; tiene 251 pp., y su ISBN es 978-84-941455-2-0, con mi comentario en el Blog de 26 de marzo de 2015. Pregunta: Estimado Don Antonio, ¿donde puedo comprar sus libros? RESPUESTA: La lista de mis libros está en mí Pagina Web, en la sección "Curriculum". De la mayoría hay versión electrónica en la editorial que los ha editado; otros se pueden comprar de segunda mano por Amazon. Otros están pirateados en la Red. En general son conseguibles de uno u otro modo, por ejemplo, venta por correo, por vía de la editorial que se indica en cada lema de mi curriculum, donde están todos los datos. La empresa “Casa del Libro”, de Madrid, tiene una excelente página web y en ella puede encontrar cosas mías. Pero antes, tómese su tiempo y consulte mi Página Web. Hay muchísima información. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 4 de Enero 2016
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Algo que me ha llamado la atención en lo referente a temas bíblicos es lo relacionado a las "profecías", por ejemplo, las supuestamente realizadas o cumplidas en la vida de Jesús. ¿ como se explica por ejemplo las profecías del A:T sobre un hecho puntual de Jesus? La profecía entra en el terreno fantástico o de la invención humana? RESPUESTA: Su pregunta es demasiado general para contestar en pocas palabras, ya que se han escrito innumerables libros sobre la profecía hebrea y la mántica-profecía pagana y sus posibles continuaciones en el Nuevo Testamento y el cristianismo primitivo en general. La profecía entra dentro del terreno de lo fantástico para aquel que, tras madura reflexión, haya llegado a la conclusión de que la religión tradicional y en concreto la judeo-cristiana no es aceptable racional e históricamente. Pero si el punto de vista es el de la fe, la cosa cambia radicalmente, y la profecía es entonces la voz de Dios transmitida por los humanos por medios humanos. Escoja Usted su propia posición, u otra si hay intermedia. En cuanto a cómo se aplican las profecías del Antiguo Testamento a Jesús: ahí toca Usted el punto decisivo para comprender la generación de toda la teología del Nuevo Testamento. Esta comienza por aclarar cuál fue la verdadera figura y misión de Jesús una vez pasada toda su vida y muerte, y –sobre todo—una vez que a través de las apariciones (cada uno que las explique como pueda; pero los primeros cristianos creían que eran auténticas, sin duda) llegaron al convencimiento de que Dios había resuictado a Jesús. Entonces se pusieron a releer toda la biblia hebrea buscando textos que pudieran parecerse a pasos de la vida y pasión de Jesús para confirmar su creencia de que la vindicación de Jesús tras su muerte, se había realizado por medio de su resurrección y exaltación al cielo: Dios Padre, había constituido a Jesús como “Señor y Mesías”. Entonces hubo que encontrar la confirmación de estas convicciones en la Biblia, la palabra de Dios que tenían en sus manos. Y comenzó una relectura de toda la Biblia para encontrar pasajes que confirmasen la susodicha interpretación de la figura, misión y vindicación divina de la muerte de Jesús mesías en la cruz, es decir –repito e insisto en este punto capital— que Dios lo había hecho Señor y mesías tras su resurrección Este proceso reinterpretativo no fue puramente fantasioso. Cada uno de los pasos y avances de la teología del Nuevo Testamento, que se plasma en los libros que ahora editamos, debió de basarse de algún modo en algo que dijo o hizo Jesús, sólo que ese algo fue visto o considerado desde una óptica distinta. Tal visión surgió a partir de la creencia en su resurrección, probada según sus discípulos por diversas apariciones. Tal creencia, y sobre todo la idea nuclear que tras su elevación al cielo Dios «lo había constituido Señor y Mesías» (Hechos 2,36), modificó radicalmente la percepción y el recuerdo de lo que fue Jesús en su vida sobre la tierra. La reinterpretación de su figura no se hizo de modo puramente personal, sino a base del escrutinio de textos de la Escritura –considerada palabra de Dios-- que pudieran entenderse como referidos previamente a Jesús, en especial todos aquellos que parecieran servir de esclarecimiento al fracaso de la muerte en cruz del Mesías. Así –y esto es importante para la formación del Nuevo Testamento que son los textos que dan testimonio de este proceso--, un hecho o dicho de la vida de Jesús adquirió nueva luz precisamente por lo que se deducía del texto escriturístico a través del cual tal hecho se contemplaba. Se trató, pues, de un proceso circular. Por ello, el desarrollo de la ideología cristiana manifestada en los libros del Nuevo Testamento puede definirse como un «fenómeno exegético» o de interpretación de textos sagrados aplicados a la figura de un Jesús recordado por sus seguidores tras su muerte. Lo peculiar, dentro del judaísmo del siglo I, que nos manifiestan los libros del Nuevo Testamento nace de una reinterpretación de la figura del que sus autores consideraban el Mesías a partir de las Escrituras antiguas vistas con ojos nuevos. Pregunta: Que libros fueron descanonizados, es decir un grupo los acepto, pero al final no quedaron entre los canónicos. Por ejemplo la Didache El pastor de Hermas RESPUESTA: No fueron admitidos como canónicos el libro de la Sabiduría (sí dentro del canon ampliado del Antiguo Testamento, pero no en el del Nuevo Testamento, como curiosamente pretendía el desconocido autor del “Canon de Muratori”, hacia el 200 y en Roma [todo “probablemente]). Tampoco fueron admitidos el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, la Epístola de Bernabé, Primera Clemente, Tercera Carta de Pablo a los corintios… no sé si alguno más. Por supuesto tampoco el Evangelio de Tomás gnóstico, del que tenemos fragmentos griegos del siglo II en los Papiros de Oxirrinco. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 3 de Enero 2016
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Estimado Profesor, Al hilo de San Juan 1:1, me gustaría conocer cuál es su interpretación de la palabra \"Logos\", en función de su etimología. En las más de 200 biblias que he podido consultar se suele traducir casi exclusivamente por \"Verbo\" o \"Palabra\" pero me gustaría saber si cabría también alguna traducción diferente, como por ejemplo: \"relación\", \"proporción\" o \"razón\". RESPUESTA: En razón de la etimología podría caber lo que Usted propone. Pero sería en el ámbito de la filosofía griega y tras un estudio de los léxica/diccionarios, tanto generales como filosóficos, o mejor, tras un estudio de todos los pasajes por medio de programas en lo que están todos los textos de la literatura griega como «Diogenes» y “Mousaios”. Además, si consulta Usted un buen comentario al Evangelio de Juan, como el Raymond E. Brown, verá abundante bibliografía sobre el tema. Otra fuente indispensable es el Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, del que hay versión italiana e inglesa, pero no española. Pero, en el caso concreto del Evangelio de Juan y el Prólogo, hay que rastrear el uso de Logos en la literatura judía del Segundo Templo (desde a destrucción del denominado Templo de Salomón en el 587 hasta la destrucción del templo de Herodes en el 70 d.C. Y ahí Logos es igual a Sabiduría o Palabra (Memrá en arameo y Hoqmáh en hebreo) de Yahvé. Por tanto hay que traducirlo como “Palabra” y no cabe lo que Usted propone. En castellano tiene Usted bibliografía en las obras de Domingo Muñoz León y del Agua Pérez (vea Usted Google). El Logos en el Evangelio de Juan es una derivación midrásica (a modo de comentario) de la Sabiduría divina de Génesis 1,1. Esa Sabiduría/Palabra divina, como mano derecha de Dios era concebida unas veces como algo real, otras como un mero modo de Dios (es decir, el mismo Dios actuando hacia fuera como Sabiduría o Palabra. Algunos rabinos posteriores pensaron que el Logos/Sabiduría era algo así una de las entidades que fueron creadas por Dios antes de la creación. Son en concreto siete: “La Ley/Torá, el arrepentimiento, el paraíso, la gehena o infierno, el Trono de Gloria, el templo celestial y el nombre (o esencia) del mesías” (Fuentes: Talmud de Babilonia Pesahim 54a; Nedrim 39b y Midrás Tehillim 8,72 y 90,2-3) Lo que hace Pablo es pensar, como el autor de 1 Henoc 48 que el “nombre” del mesías es preexistente y que luego se nombre/concepto (ya sea como “mano derecha de Dios o sabiduría de Dios) toma cuerpo en un hombre concreto, Jesús de Nazaret/ o el Nazoreo. Eso explica que en las cartas de Pablo el mesías, el Cristo, aparezca como preexistente (por ejemplo, 1 Corintios 10,4), pero a la vez sea un hombre (Romanos 1,3-5) y a la vez, después de la resurrección sea una entidad divina subordinada al Padre (como en 1 Cor 15,28), doctrina esta, el subordinacionismo que luego será condenada por la Iglesia. En el Evangelio de Jesús se da un proceso mental análogo. Pero hay una pequeña diferencia, al menos la impresión que da todo el Evangelio: el autor del Prólogo piensa que ese Logos preexistente existe junto a Dios Padre como entidad “consistente”, se encarna, toma carne en un hombre concreto Jesús, y ese Jesús queda como divinizado, hijo de Dios ya en su vida durante la tierra. Actúa como la Palabra divina encarnada y es divino aquí abajo, antes de la resurrección. De este modo se va abriendo la vía para los Concilios de Nicea y Calcedonia. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com P. S. Ayer, 1 de enero de 2016 fue un día pleno de “jaleo” y no pude felicitar a mis amigos lectores. Lo hago hoy, con un poquillo de retraso, deseando a todos algo para mí muy deseable y que repito con frecuencia: “Salud y Paciencia”. Si este año que ha comenzado nos concede ambas cosas, opino que casi todas las demás se nos darán por añadidura. Saludos muy cordiales de nuevo a todos.
Sábado, 2 de Enero 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Una vez le vi en cuarto milenio con un sacerdote catolico (las demas veces iba solo),y por lo que yo se tambien se ha reunido en ocasiones con sacerdotes catolicos y masones (por lo que publicó en el blog) pero en este tiempo que llevo consultando su blog(es mi punto de vista) le veo con mas diferencias o discrepancias con el catolicismo que con el protestantismo, aun habiendose confesado agnostico en varias ocasiones,¿es realmente asi?¿cree que ya se ha perdido la esencia del Cristianismo Primitivo en general?¿que Fé Cristiana diria usted (o "religion")que se acerca mas a todo lo transmitido por los Apostoles,y al modo de vivir la Fe que ellos tenian? RESPUESTA: En algunas cosas me parecen los protestantes mejores entendedores del Nuevo Testamento que los católicos. Pero no porque sean más listos, sino porque emplean mucho más tiempo e interés en estudiar la Biblia, y porque algunas de las confesiones protestantes tienen menos barreras dogmáticas que los católicos. No sé qué cristianismo es el más fiel a los apóstoles, porque, a pesar de las apariencias no conservamos nada o casi nada de la teología de los apóstoles, de un modo directo. Lo que sabemos de la teología del judeocristianismo es vía indirecta. Y sí podemos reconstruir la teología esencial de ese judeocristianismo, pero no se puede ni comparar con lo que sabemos del paulinismo e incluso de otros cristianismos como el gnóstico. Consulte el Buscador de mi Blog en la postal número 109 verá que hago un resumen del Judeocristianismo. Todo el Nuevo Testamento es o bien esencialmente paulino, o bien es asimilable. Pregunta: Desde hace unos días he estado leyendo algunos de sus escritos y también he visto algunos vídeos, en “Mis enigmas favoritos” usted dice que Jesús era judío y siempre lo fue, durante algún tiempo yo pensaba lo mismo pero leyendo detenidamente los evangelios y especialmente el de Juan, nos encontramos con un Jesús casi beligerante con los “judíos” y donde claramente les dice que el Dios y padre de él no es el mismo que el de ellos (Yahvé) refiriéndose a Él como ha Satán que es mentiroso y homicida desde el principio; por eso me he atrevido a escribirle pues como no poseo ni la millonésima parte de su erudición quiero pedirle el favor si le fuera posible aportarme algo (su opinión más ampliada o alguna referencia literaria) sobre su postura. RESPUESTA : De verdad, respecto a lo que Usted me pregunta, que es de tono muy general tendría que escribirle amplísimamente, cosa que no es posible. Pero me atengo a lo que Usted dice al final: ya he escrito suficiente de ello en tres o cuatro libros, que son totalmente accesibles, y de los que hay, creo, en algunos al menos, versión electrónica. Son los siguientes: 1: Guía para entender el Nuevo Testamento, Trotta, Madrid 2006. 568 pp. ISBN: 84-8164-832-9. 2ª edición 2007. 3ª edic. 2008. 4ª edic. 2011. 2: Cristianismos derrotados. ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos, heréticos y heterodoxos?, Edaf, Madrid, 2007, 325 pp. ISBN: 978-84-414-2005-2. 3: Año Uno. Israel y su mundo cuando nació Jesús. Ediciones del Laberinto, Madrid, 2007 285 pp. ISBN: 978-84-8483-323-9. 4: Ciudadano Jesús. Respuestas a todas las preguntas, Atanor, Madrid, 2012, 2ª edic. 2013, 343 pp. Con ilustraciones. ISBN: 978-84- 939253-9-0. Este libro está agotado, y la Editorial desaparecida, pero he firmado ya un contrato con Ediciones Adaliz, de Sevilla para una nueva edición, que aparecerá en los primeros meses de 2017. 5: Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Madrid, Trotta 2015, 576 pp. ISBN: 978-84-9879-586-8. En mi página web, www.antoniopinero.com, tiene Usted amplia noticia de los índices y el contenido de cada uno de ellos. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 31 de Diciembre 2015
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Hoy escribe Fernando Bermejo
“El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, pues es un número de hombre, y su número es seiscientos sesenta y seis” (Ap 13,18). El 666 es, sin duda, el número más famoso del Apocalipsis, y para el imaginario popular también el más misterioso, a pesar de que haya interpretaciones de él para dar y tomar (de la variante 616, muy antigua y que ya Ireneo de Lyón conoció, hablaremos otro día). De hecho, no es difícil buscar gran cantidad de nombres y expresiones que, mediante el método de la gematría, den un equivalente numérico de 666. Entre las hipótesis a las que se refirió Ireneo para hallar el equivalente gramatical del número, estaba la de τειταν, una variante gráfica de “Titán” para hacer cuadrar las cuentas (y para obtener, como observa Ireneo, una palabra de seis letras). El “titán” en cuestión debería ser una divinidad pagana, probablemente Apolo (llamado “titán” en algunas inscripciones). Semejante cálculo del 666 reflejaba quizás también la posible alusión a Apolo en Ap 9,11, y hacía referencia a la dimensión demoníaca del sol y de los astros. Otra de esas hipótesis se refería a λατεινος, la transliteración griega de “Latinus”, que se refiere a un personaje romano, quizás el emperador. Lo anterior muestra que la exégesis antigua daba por supuesto que el cálculo debía ser efectuado sobre letras (con valor numérico) en griego, y no en otras lenguas. Pero no siempre se pensó que el 666 correspondiese a un nombre, pues a veces se creyó que se refería a un período de tiempo. Así, por ejemplo, al aproximarse el año del Señor de 1288, en el mundo cristiano muchos creyeron y esperaron que el 666 indicaba el número total de la duración, en años, de la “herejía mahometana”, cuyo cómputo se hacía a partir de la Héjira (622). Como todo el mundo sabe, el 1288 pasó sin más catástrofes que las acostumbradas, como ocurrió también con el 1332 (el doble de 666) y con 1998 (triple de 666). La interpretación cronográfica del 666 ha sido ya abandonada en la crítica “científica”. En siglos pasados los grupos cristianos anticonformistas tendieron a identificar a las bestias apocalípticas con los papas de su tiempo. Por ejemplo, Ubertino da Casale –cuya figura popularizó Umberto Eco en Il nome della rosa- señaló que la transliteración griega del nombre de Benedicto XI da Βενεδικτος, cuyo valor numérico es precisamente 666. El teólogo y editor protestante Andreas Osiander no fue menos, observando que la expresión griega εκκλησια ιταλικα (Ecclesia italica, Iglesia de Italia) ofrece el mismo inquietante resultado. Lutero propuso buscar el significado tomando como punto de partida el hebreo, cosa que se demostraría con el tiempo fructífera. En el siglo XIX, varios estudiosos llegaron independientemente a la solución que hoy es casi universalmente aceptada, a saber, que 666 es el equivalente numérico de las letras con las que se escribe en hebreo «Nerón césar» (nrwn qsr). Saludos cordiales y feliz año a todos, aunque no quepa esperar que nos libre de las (y los) bestias.
Miércoles, 30 de Diciembre 2015
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Le pregunto... ¿Cómo es posible que el evangelio de Mateo tenga una concepción paulina con un verso como Mt 1,21? Los mismos judeocristianos que eran oponentes de Pablo precisamente éste era el único evangelio canónico que usaban. RESPUESTA: No veo inconveniente ninguno, teniendo en cuenta lo que Pablo dice en Romanos 1,1-5: Pablo, esclavo de Cristo Jesús, llamado, apóstol, separado para el evangelio de Dios, 2 que había ya prometido por sus profetas en las Escrituras sagradas, 3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad a partir de su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro, 5 por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe entre todos los gentiles, en pro del Nombre, 6 entre los cuales estáis también vosotros, llamados de Jesucristo. Segundo: se puede ser paulino en la estructura fundamental del “misterio de la redención” y no ser paulino en otros puntos de la teología. Le aclaro: El que un escrito tenga una concepción paulina de Jesús se descubre comparando sus ideas con otras perspectivas teológicas transmitidas por el mismo Nuevo Testamento. En líneas generales consiste en atribuir a Jesús una dignidad muy superior, casi divina, a la de mero profeta o mesías terreno; en interpretar su muerte y resurrección como eventos redentores con el que cambia la historia no solo de Israel, sino del mundo y de la humanidad. Esa muerte se considera como un sacrificio ofrecido a Dios en un acto decidido por la divinidad misma desde toda la eternidad. La divinidad acepta en la cruz el sacrificio de la vida de su agente mesiánico como reparación, o rescate, por los pecados de los humanos hasta ese momento. Ese sacrificio es «vicario», de ofrenda en pro de la vida y salvación de otros –concepto griego, no judío--; es la muerte del mesías como el hijo de Dios, mártir por toda la humanidad. Pero a la muerte sigue su resurrección como vindicación divina. El objetivo futuro de todos los fieles es conseguir una resurrección como la de Jesús, de la que participarán tras una vida sin pecado si siguen la ley del Mesías. La apropiación del valor redentor de la cruz debe ser conseguida por cada individuo por la aceptación, con un acto de fe en Dios y en su mesías, de que ese evento es el acto supremo de la salvación. Ser paulino es pensar también que, gracias a esa redención obrada por Jesús, todos los paganos tienen la posibilidad de salvarse, no solo los judíos como pueblo elegido, en pie de igualdad con estos. Aunque la ley mosaica siga siendo obligatoria en todos sus términos para los judíos, en adelante no será totalmente válida para los gentiles. Hay partes de ella que afectan solo a los judíos: normas concernientes a la circuncisión, los alimentos y la pureza ritual. Dios ha decidido que el mesías tenga sobre la tierra el poder de interpretar la ley de Moisés y aplicarla a la salvación de toda la humanidad. La ética se convierte para los gentiles conversos al Mesías ante todo en una moral universal cuyas normas están expresadas negativa y positivamente por el Mesías. Y naturalmente el Evangelio de Mateo era la bandera teológica del grupo judeocristiano dentro del cual estaba el evangelista “Mateo”. Pregunta: He estado leyendo una versión que hay en Google Drive de la Guía para entender el nuevo testamento. Por cierto aprovecho la ocasión para felicitarle por su fantastico trabajo. El caso es que no se si cuenta con su aprobación esta versión que puede encontrase en internet. Gracias por su atención y disculpe si le he molestado con un tema banal. RESPUESTA Naturalmente es todo pirata, y no tiene permiso alguno por mi parte ni por el de la Editorial Trotta a la que hace mucho daño. Y el pirateo hace daño a los autores. Pero normalmente solo se piratea lo que se cree de interés. Magro consuelo. El tema no es banal, sino grave. Los autores dirán, si todo el piratea… "Que escriba…” Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 29 de Diciembre 2015
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Estaba releyendo a Séneca y me di cuenta de esta reflexión que el filósofo hace en el pasaje que le adjunto de «Epístolas morales a Lucilio (I) (Libros I-IX, Epístolas 1-80). Editorial Gredos. Madrid 1986; libro VIII, epístola 73, p. 427», donde compara a Dios con un sembrador y a nosotros con mejores o peores tierras, más o menos como hacen los evangelistas en Mr 4, 1-9, Mt 13, 1-9 y Lc 8, 4-8, aunque con la puntualización de que Séneca escribe esta epístola 73 a Lucilio entre el año 62 y 64 de nuestra Era, mientras que dichos evangelistas (fuesen quien fuesen) escriben en el mismo siglo ora Marcos entre finales de los sesenta a principios de los setenta, ora Mateo quizás en la década de los setenta, ora Lucas en la década de los ochenta aproxim. De donde me surge la pregunta que le traslado a usted: ¿estará el autor de la parábola evangélica del sembrador, en su primer esbozo, influenciado por la lectura de Séneca o será pura casualidad de ideas comparativas? RESPUESTA: No se puede responder. En primer lugar porque parece que la parábola procede de Jesús. Y es absolutamente seguro por la fecha que no pudo leer a Séneca. A pesar de que hay literatura apócrifa de cartas entre Séneca y cristianos, no sabemos si Séneca leyó a algún autor cristiano, si es que lo había por aquella fecha (más que improbable). Esa imagen es en el fondo tan trivial, que se puede ocurrir a cualquier literato. Pregunta: Quiero saber que es el evangelio de Bermabe , gracias RESPUESTA: Supongo que quiere decir Evangelio de Bernabé. Pero a la verdad, no conozco el Evangelio de Bernabé, aunque he editado "Todos los evangelios” en la obra del mismo nombre publicada por EDAF, Madrid, 2010, con múltiples reediciones. Yo creo que Usted se confunde con el Evangelio de Bartolomé, que es del siglo XVI o XVII y que intenta acomodar la figura de Jesús al Islam. Conozco, y tengo, una tesis doctoral de L. F. Bernabé Pons, El Evangelio de Bernabé. Un evangelio islámico español, Alicante, 1995 y un libro posterior del mismo autor. El texto morisco del Evangelio de San Bernabé, Granada-Alicante, 1998. Información sobre este libre se halla en Internet, consúltela por favor. Desde luego es un libro con claras influencias del islam e interpretaciones sobre Jesús sacadas del Corán. Y como es así, le diré que no tiene valor alguno. Es tardía y nada añade a lo que sabemos. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 28 de Diciembre 2015
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: ¿Qué quería decir Jesús, o el autor de esta tradición, con "Allí donde este el cadáver, estarán los buitres"? RESPUESTA: El contexto del cap. 24 de Mateo es de Jesús profetizando el fin del mundo, la venida de él mismo como Hijo del hombre, es decir, como juez futuro de toda la humanidad. Es lo que se llama técnicamente la “parusía”, que quiere decir “presencia” de Jesús (de nuevo y, por tanto, se sobrentiende que esa presencia acontece en su segunda venida. Por ello se traduce a veces “parusía por “venida”). Todo esto según el evangelista, pero salvo la primera idea, es muy dudoso históricamente que Jesús dijera eso de sí mismo. Jesús utiliza un proverbio popular: así como se ve enseguida que hay un cadáver porque junto a él se congregan las aves carroñeras, buitres, igualmente la parusía o venida del Hijo del hombre no pasará inadvertida. La verá toda la humanidad. No hay escapatoria. Como se ve, es teología judeocristiana sobre el inminente fin del mundo presente. La profecía, naturalmente, aún no se ha cumplido. Pregunta: Quisiera preguntarle dos cosas: 1 ¿Qué biblia usó Jesús? me refiero directamente a si usó los libros intertestamentarios. He visto que varios autores como el Dr Phil Stringer dice cosas como estas: "Ninguna Biblia Hebrea los contenía. Ningún concilio Judío jamás avaló estos libros, y de hecho, sabemos de un concilio que los rechazó: el Concilio de Jamnia, 90 DC. Ningún maestro o rabino Judío jamás avaló cualquiera de los libros de los libros Apócrifos. Una de las razones por rechazarlos es porque fueron escritos en idioma Griego. No creían que cualquiera de sus libros sagrados pudiesen estar escritos en ese idioma. Los líderes Judíos usarían este mismo argumento para rechazar el Nuevo Testamento. Es inconcebible pensar que los Judíos de Palestina usaran un Antiguo Testamento Griego conteniendo los libros Apócrifos. Va en contra de toda la evidencia histórica pensar que usaran del todo un Antiguo Testamento en Griego." Quisiera saber su opinión al respecto... Mi segunda pregunta: ¿Tiene usted algún libro editado o me puede recomendar alguno sobre los libros escritos durante el período intertestamentario? RESPUESTA: Estimo que toda la cuestión está mal planteada, y las respuestas tan tajantes hacen ver que los rabinos no están muy al día, porque todo es mucho más confuso. Jesús no usó ninguna Biblia oficial, porque aún no había. Y desde luego jamás en griego. Eso era en la Diáspora. Hay que esperar hasta el siglo II, y bien entrado, para que se vayan aclarando posiciones entre judíos y cristianos Y ciertamente en Israel en el siglo I había copias en las sinagogas de algunos libros. Esas copias estaban en hebreo y se leían en hebreo. Y el pueblo, como no lo entendía (el lenguaje de todo el mundo era el arameo occidental desde la época del dominio del Imperio Persa sobre Israel: más o menos desde el 535 a.C. hasta el 323 a.C.: dominios de Ciro el Grande y muerte de Alejandro Magno) se le leía una versión en arameo, que se denominaba “targum”. Muchas veces era una paráfrasis. Pero para nosotros este hecho es estupendo porque de estos “targumes” o “targumim” se aprende la teología popular judía de la época en la que se escribieron Consulte para todo, si le es posible: Julio Trebolle, "La Biblia judía y la Biblia cristiana", Trotta, 4ª edic. 2010. Mi obra “Guía para entender el Nuevo Testamento”, Trotta, 4ª edic 2011. Y de la Editorial El Almendro, Córdoba, “Libros sagrados de las grandes Religiones”, de 2007, editado por mí y por el Prof. Jesús Peláez. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 27 de Diciembre 2015
Notas
Escribe Antonio Piñero
"Mandó entonces José parar la caballería porque había llegado para María el momento de dar a luz. La doncella, María, dijo: - Bájame, José, porque el fruto de mis entrañas pugna por venir a la luz. El anciano le ayudó a apearse de la acémila, mientras pensaba: "¿Dónde podré yo llevarla para resguardar su pudor? Porque estamos en un descampado". Y dando vueltas por el lugar encontraron una gruta próxima al camino. Acontecía que estaba cerca el sepulcro de Raquel, esposa de Jacob, madre de los patriarcas José y Benjamín, y aquella tierra era santa (Historia de José, el carpintero, 7,2). Tenía la cueva una entrada estrecha, pero se espaciaba luego, aunque en cuesta abajo, de modo que la parte más habitable de la gruta se hallaba bajo tierra. Había, pues, en ella muy poca luz. Mas al momento mismo en el que entró María, el recinto se inundó de resplandores, y quedó todo refulgente, como si el sol estuviera dentro. Aquella luz divina alumbró la cueva como si fuera mediodía (Evang. del Pseudo Mateo, 13,2). José dejó a María acomodada, junto con Simeón, y salió afuera, hacia la ciudad de Belén en busca de una comadrona. Al principio avanzaba a buen paso, pero de repente sintió que no podía caminar más. Al elevar sus ojos al espacio le pareció ver como si en un momento dado el aire estuviera estremecido de asombro. Volvió la cabeza y miró hacia otro lugar del firmamento, y lo encontró estático, y a los pájaros del cielo inmóviles. José, estupefacto, volvió su mirada a la tierra. Los vientos habían dejado de soplar y las hojas de los árboles no tenían ningún movimiento. A lo lejos percibió a unos trabajadores del campo en actitud de comer junto a un recipiente, con sus manos cerca de él. Pero los que simulaban masticar en realidad no masticaban; y los que parecían estar en actitud de tomar la comida, tampoco la sacaban del plato. Los que se disponían a introducir sus manjares en la boca no lo hacían: todos mantenían sus rostros mirando hacia arriba, también inmóviles. Había también unas ovejas que iban siendo arreadas por un zagal, pero no daban un paso, sino que se mantenían inmóviles. El pastor que levantaba su diestra para bastonearlas con el cayado, había quedado con su mano tendida en el aire. Incluso el río había dejado de fluir, y unos cabritillos que mantenían junto a la corriente sus hocicos, no movían sus labios ni bebían. En una palabra: durante unos instantes y sin saber por qué se había interrumpido todo el curso de la naturaleza y el movimiento normal de la vida había quedado interrumpido (Protoevang. de Santiago, 18,2). Esto ocurrió cinco mil quinientos años después de la creación del mundo , el día veinte de mayo (Descenso de Cristo a los infiernos, 3; Vida de Adán y Eva, 42). Esto es todo lo que hay en nuestros documentos sobre el nacimiento de Jesús. Parece como si a propósito del nacimiento de nuestro personaje se hubiera detenido incluso la pluma de sus autores. Al igual que Homero no se atrevió en ningún momento a describir la belleza maravillosa de Helena por temor a no hacer justicia a su hermosura con meras palabras, ninguno de los autores de los textos pertinentes se atrevió a intentar descripción alguna del nacimiento del héroe de esta historia, sino que veló con el silencio esos momentos trascendentales". (Tomado de mi libro La vida (oculta) de Jesús a la luz de los evangelios (canónicos) y apócrifos, Los Libros del Olivo, Madrid, 2014, pp. 139-140). Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 24 de Diciembre 2015
Notas
Hoy escribe el Dr. Gonzalo Fontana Elboj, Profesor Titular de Lengua Latina de la Universidad de Zaragoza
Hace unos días, un diario de tirada nacional se hacía eco de una publicación del Prof. Brent D. Shaw en el Journal of Roman Studies que ofrecía una hipótesis francamente sorprendente que podría haberse resumido en un titular periodístico de gran efecto: Nerón no persiguió a los cristianos: otra filfa histórica al descubierto. Así, el estudioso anglosajón habría debelado una de las imágenes más asentadas y poderosas en el imaginario histórico de occidente: las violentas y espeluznantes acusaciones de Tertuliano, las piadosas leyendas medievales, los romances hispanos (“Mira Nero de Tarpeya...”) y, sobre todo, aquel Nerón de Peter Ustinov que encandiló mis precoces y ya lejanos afanes de historiador. Y es que el relato no sería sino una más de las leyendas difamatorias que Tácito vertió en su obra para denigrar al último de los príncipes de la dinastía Julio-Claudia. Tácito en sus Anales (XV 38-44) habla del incendio de Roma del año 64 d.C. ocurrido en tiempos de Nerón, emperador en los años 54-68 d.C. incendio del que el propio Nerón hizo responsables a los cristianos para alejar de sí toda clase de sospecha. El texto dice así: Pero ni los recursos humanos ni la munificencia imperial ni las maneras todas de aplacar al cielo bastaron para acallar el escándalo o disipar la creencia de que el fuego había ocupado el lugar del orden. Por ello, para cortar los rumores, Nerón señaló como culpables, y castigó con la mayor crueldad, a una clase de hombres aborrecidos por sus vicios a los que la turba llamaba cristianos. Cristo, de quien tal nombre trae su origen, había sufrido la pena de muerte durante el reinado de Tiberio, por sentencia del procurador Poncio Pilato (auctor nominis [«christiani»] eius Christus Tiberio imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat), y la perniciosa superstición fue contenida durante algún tiempo, pero volvió a brotar de nuevo, no sólo en Judea, patria de aquel mal, sino en la misma capital (Roma), donde todo lo horrible y vergonzoso que hay en el mundo se junta y está de moda. El principal de los argumentos que el estudioso británico esgrime para defender su propuesta es el de que la descripción que el aristocrático Cornelio hace de los cristianos no corresponde a la realidad del siglo I, sino a la imagen que, un siglo después, construyó de ellos el poder romano. Ahora bien, una idea que, en otras circunstancias, habría quedado relegada al tranquilo y discreto ámbito de la discusión académica saltó a la prensa y, en consecuencia, quedo expuesta, con pocos matices, ante un público que, en general, carece de criterio para juzgar determinadas informaciones. El objetivo, pues, de esta nota no es tanto el de entrar en una discusión pormenorizada sobre la cuestión, cuanto el de presentar ante los lectores algunas reflexiones sobre la tarea del historiador, las cuales pueden contribuir a que se formen una opinión más fundada sobre la cuestión. Y para ello, lo primero que hay que saber (y esto es muy importante) es que, en todo relato histórico, siempre hay que distinguir nítidamente dos planos: de un lado, el de los hechos narrados (su veracidad vendrá determinada por el criterio de verosimilitud, como ya señalaba Aristóteles); de otro, el de la realidad cognitiva desde la que el narrador construye su relato. O de otra manera, todo relato histórico ha de ser contemplado desde dos puntos de vista: de un lado, es una fuente, y como tal, da cuenta de unos hechos que tendremos que evaluar con arreglo a su consistencia fáctica. Pero, de otro, ese mismo relato también es un documento, en la medida en que es un reflejo, siempre muy preciso, del estado mental desde el que escribe el narrador. Y así, puede darse la aparente paradoja de que un relato radicalmente falso como fuente sea, simultáneamente, absolutamente válido como documento. Pondré un ejemplo muy sencillo y zaragozano: el relato de la Virgen del Pilar es un desastre como fuente, en la medida en que da cuenta de unos hechos inasumibles desde el punto de vista fáctico; y como tales no pueden entrar a formar parte de una narración histórica seria; y, sin embargo, son un documento totalmente válido, un documento precioso, ya que reflejan a la perfección la manera de pensar de quienes, en la Edad Media, crearon la leyenda. En ese sentido, es una fuente de sumo interés para reconstruir la mentalidad medieval. Así pues, todo texto, siempre e independientemente de la verdad fáctica que transmita, es un fiel reflejo del “estado mental” de su autor y del grupo en el que se mueve y al que destina su obra. Ello se hace particularmente cierto a la hora de estudiar los propios textos cristianos, que no pueden ser considerados una “biografía” de Jesús, sino una proyección del conjunto de expectativas y anhelos de los grupos en los que surgieron tales textos. Así lo expresaba con más elegancia Rudolf Bultmann: We must recognize that a literary work or fragment of tradition is a primary source for the historical situation out of which it arose, and is only a secondary source for the historical details concerning which it gives information (versión inglesa ampliamente difundida del original alemán) “Debemos reconocer que una obra literaria o fragmento de la tradición es una fuente primaria para la situación histórica de la que surgió, y es sólo una fuente secundaria para la información histórica acerca de las cuales proporciona información”. Pues bien, por sorprendente que parezca, lo que es válido para los textos evangélicos lo es también para Tácito (y para cualquier otro historiador). Al fin y al cabo el historiador, por mucho que aspire en sus declaraciones programáticas a transmitir fielmente la verdad, no puede escapar a la percepción de la realidad que tiene su propia época, ni a los condicionantes biográficos y sociales que determinan la selección y el tratamiento de sus materiales. El historiador “objetivo” es, en el fondo, una quimera arrogante fruto de un complejo de inferioridad. En rigor, los historiadores antiguos no eran tan pretenciosos y jamás proclamaron ningún afán de objetividad, se conformaban con ser imparciales, que no es lo mismo. Más aún, en la medida en que el historiador es un sujeto, lo esperable es que produzca discursos subjetivos. Y subjetivo no es sinónimo de arbitrario o poco escrupuloso o deliberadamente falso. Simplemente, es un adjetivo que pone de relieve que la historia es una disciplina enormemente compleja en la que entran multitud de variables que no se pueden integrar en un algoritmo matemático. De hecho, el único historiador objetivo que se me ocurre es aquel individuo dedicado a transcribir guías telefónicas, y ya ven Uds. el interés que tiene labor tan exacta. Tras esta digresión, podemos volver de nuevo a Tácito y a su relato de la persecución neroniana. Y así distinguiremos los dos planos de los que hemos hablado. I. Desde el punto de vista fáctico: a) Los hechos acaecieron en vida del historiador. En el año 64 Tácito tenía unos nueve años. Es muy probable que semejante noticia estuviera perfectamente viva en el año 70, cuando ya le podemos suponer al futuro historiador capacidad para retener informaciones que circularían en su medio social y familiar. b) La noticia también aparece consignada en la obra de Suetonio (Nero 16, 3). En la medida en que Tácito no es fuente de Suetonio, es de suponer que el chismógrafo imperial de época de Adriano tomó la información de otra fuente. Él mismo, por su posición, tenía acceso a los archivos imperiales. c) Es muy posible que algún pasaje de la Carta a los Hebreos (10,32-33: “Traed a la memoria los días pasados, en que después de ser iluminados, hubisteis de soportar un duro y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a ultrajes y tribulaciones; otras, haciéndoos solidarios de los que así eran tratados”) haga alusión a los tormentos que padecieron los cristianos (Martin Dibelius). d) El estado romano persiguió con saña a otras religiones extranjeras. A los devotos de Dióniso, a los cultos isíacos. ¿Por qué no iba a perseguir al grupo cristiano? e) El estado romano, tomó en varias ocasiones medidas muy duras contra los judíos de Roma. Tanto en época de Tiberio, como en época de Claudio. ¿Por qué no iba a perseguir al grupo cristiano, que no era sino una excéntrica facción judía? f) Otra cosa es que los acontecimientos ocurrieran tal como los narra Tácito. En un artículo reciente que ya ha sido comentado en estas páginas por el Prof. Piñero, yo mismo expuse una hipótesis verosímil sobre las razones de la persecución. Resumo: los cristianos no fueron perseguidos como tales (sí lo serán en cambio en la acción punitiva que décadas después realizará Plinio el Joven en Bitinia), sino como miembros de una facción que las autoridades judías de la ciudad consideraban peligrosa y disolvente. En ese sentido, recuerdo la existencia de un lobby judío en la corte imperial, grupo de presión encabezado por Popea o el liberto Antonio Félix. O de otra manera, los cristianos no fueron perseguidos por Nerón como tales, sino como resultado de un conflicto intrajudío. Las autoridades sinagogales de Roma se habrían servido de sus contactos con el poder para exterminar a la amenazadora facción que estaba creando graves conflictos en la comunidad de la capital. Como ya señalaba el maligno Tertuliano: synagogae fontes omnium persecutionum: “Las sinagogas son las fuentes de todas las persecuciones. g) En cualquier caso, el hecho de que Tácito no sea capaz de explicar convincentemente las razones reales de la persecución, eso no hace de la noticia una mera invención. h) Los cristianos (en realidad aquí habría que matizar mucho) que él conoce a comienzos del s. II (fue gobernador en Asia en 112, y Éfeso es el principal centro cristiano de la época) como secta ya separada del judaísmo, en el siglo I todavía no habían realizado su ruptura con el judaísmo. II. Desde el punto de vista cognitivo Otra cosa es el conjunto de categorías mentales de las que se sirve el historiador para describir a los cristianos, las cuales, efectivamente, corresponden a una época posterior (los Anales fueron escritos ca. 115). Y en esto quiero recordar una ocasión personal: cuando mantuve una discrepancia pública con un eminente especialista, al sostener yo la idea de que el ideario que presenta Tácito no es sino una amplificatio retórica del material que le suministra la carta X, 96 de su amigo Plinio el Joven. No es este el momento ni el ámbito para entrar en un análisis estilístico de este tipo, pero es comprensible que Tácito acudiera a los materiales disponibles para describir a la desconocida secta, a la que desde luego el retrata como una realidad ya desligada del judaísmo, tal como hace el propio Plinio. He aquí su principal anacronismo. Un anacronismo descriptivo, pero básicamente válido en términos fácticos. Pues bien, si ponemos en tela de juicio con tan pocos argumentos la persecución neroniana, ¿por qué no negar también la crucifixión de Jesús? Al fin y al cabo, los textos que dan noticia de tal acontecimiento son los evangelios, Pablo, Josefo y el propio Tácito. En la medida en que, a través de Josefo, sabemos que los sucesivos mesías solían acabar colgados de un madero, ¿qué impide pensar que el mesías Jesús no acabó de la misma manera? ¿O qué prueba necesitamos? ¿Una grabación filmada? En conclusión, bueno es someter a los textos de la Antigüedad al examen crítico más minucioso, pero ello no nos debe arrastrar a actitudes hipercríticas que muchas veces solo buscan el sensacionalismo. Un cordial saludo a todos Gonzalo Fontana. Profesor Titular de Lengua Latina. Universidad de Zaragoza
Miércoles, 23 de Diciembre 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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