CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

3. Seguimos hoy con el contenido de la carta a los filipenses

Como indicamos ya, no sabemos si nos encontramos ante una composición única, salida de una vez de la pluma de Pablo, o de un conjunto de cartas de éste unidas entre sí por algún desconocido.

Esta cuestión es importante, sin duda, pero por suerte afecta poco a la comprensión de lo que el Apóstol quiso expresar con su(s) escrito(s). Por ello, intentaremos en primer lugar entender bien el contenido del texto tal como ha llegado hasta nosotros y luego (sección 5.) sopesaremos las razones para interpretar este conjunto como una carta o varias.

Las cuestiones del lugar y de la fecha de composición de Flp van unidas sobre todo a los pocos datos internos que nos proporciona la epístola misma. Éstos deben encajarse en algún lugar y tiempo dentro del marco de la actividad del Apóstol, tal como indican los Hechos de los apóstoles y el resto de las cartas de Pablo. De ello trataremos al final.

Tal como está, la carta se divide formalmente en:

A. Fórmula introductoria: 1,1-11.

B. Cuerpo de la carta: 1,12-4,20.

C. Saludos finales y conclusión: 4,21-22.

Ésta sería la estructura de una carta normal de la época en la que vive Pablo. Pero esta división usual es engañosa ya que el contenido real es un tanto más complicado. Lo dividiremos en unidades de sentido, que iremos aclarando brevemente una por una:

A. 1,1-11: Fórmula introductoria con saludos y acción de gracias.

1,1-2:

« Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos, con los epíscopos (obispos) y diáconos. 2 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. »

Aclaración:

El saludo inicial es el corriente en las cartas de Pablo, pero contiene un dato interesante: el escrito va dirigido a los cristianos de Filipos y a los epíscopoi “obispos (en plural) y diáconos” que presiden o rigen la comunidad. Si entendiéramos esta frase tal como suena hoy, una pequeña comunidad, que quizá no tuviera más de cuarenta o cincuenta personas, tendría varios “obispos”.

En realidad, aunque los nombres de estos “cargos” nos son bien conocidos, no hay que pensar que en la primera mitad del siglo I la Iglesia estaba ya constituida en una comunidad cristiana como lo estaría más tarde: un obispo, varios presbíteros y diversos diáconos (o “ayudantes”), como cargos eclesiásticos fijos. Esa estructura corresponde todo lo más a finales del siglo I o comienzos del II, y no en todas las iglesias. Por tanto, los mismos nombres recubrían entonces entidades distintas.

Probablemente cada nuevo grupo cristiano se organizaba al principio a su manera; por lo que sabemos, eran más importantes los maestros y profetas que los “obispos” o “inspectores” (del griego epíscopos: “vigilante”; vigilantes o inspectores quizás del uso del dinero de la comunidad, por ejemplo para atender a las viudas y huérfanos), o presidentes de los oficios litúrgicos.

No es extraño que en Filipos la comunidad se organizara precisamente como otros grupos de culto griegos de la ciudad, que tenían sus “inspectores” y “ayudantes”. Probablemente eran puestos honoríficos. Tales “vigilantes” (a los que en algunos sitios se añadían “presbíteros” = griego: “ancianos”) debían ser los más viejos y prestigiados de la comunidad.

1,3-11: Pablo expresa aquí las normales acciones de gracias a Dios por el excelente estado de la comunidad y ruega a la divinidad que las perspectivas de futuro sean igualmente buenas.

1,3-4:

« Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, 4 rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros »

Aclaración:

En estos versículos expresa Pablo por primera vez su alegría (véase también 1,18.25; 2,17.18.28-29; 3,1; 4,1.4.10) al pensar en la comunidad y al sentir añoranza de ella (1,8: “Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús”). Obsérvese esta última expresión. La devoción empero al "Corazón de Jesús" es muy tardía, si no me equivoc, emnpieza en Francia en el siglo XVIII.

En ocasiones ha extrañado a los comentaristas esta manifestación de alegría repetida, ya que Pablo estaba en prisión. Pero hay que pensar que se trata de una alegría “escatológica”: la muerte ronda a Pablo (2,17: “Aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros.”) y el fin del mundo y de la historia, la “meta”, está cerca (3,14: “Corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”). El triunfo con Cristo se halla a la vuelta de la esquina.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Saludos de nuevo de Antonio Piñero

www. antoniopinero.com



Miércoles, 22 de Abril 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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