CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Antes de pasar de nuevo a nuestro otro tema, la “divinización de Jesús” -en donde tenemos que tratar a continuación si el título “mesías” suponía en la mente del Jesús histórico que él tuviera alguna conciencia de que al asumirlo se estaba situando en una categoría superior a la humana- deseo presentar a ustedes, una breve aclaración a la Epístola a los filipenses, dentro del otro gran tema de nuestro blog, la guía o introducción al pensamiento de Pablo de Tarso.

Para muchos estudiosos es esta Carta a los filipenses la más atractiva de las que escribió Pablo por su tono alegre y por el afecto que rezuma hacia los destinatarios, convertidos por él al cristianismo y luego en amigos suyos.

Por otro lado, Filipense (Flp) nos presenta por primera vez en los escritos del Apóstol problemas literarios de importancia: no sabemos si la carta actual es una composición unitaria, o si está formada por dos o tres escritos de Pablo a los cristianos de Filipos que un redactor cristiano del siglo II, desconocido por lo demás, se encargó de recortar y ensamblar hasta formar la “carta” que hoy conocemos.

En primer lugar es preciso considerar las circunstancias exteriores que nos ayudan a comprender la carta.


1. La ciudad de Filipos

Filipos era durante el siglo I d.C. una ciudad de relativa importancia en el norte de Grecia, en la provincia de Macedonia (Hch 16,11). Había sido fundada en el s. IV a.C. por el padre de Alejandro Magno, Filipo II, y estaba situada cerca del mar y de una calzada romana importante, la Vía Egnatia, que unía el sur de Italia con Bizancio (la futura Constantinopla). Tenía, pues, un cierto movimiento económico, apoyado en la fertilidad de su llanura y en su riqueza en minerales (oro y plata).

Filipos se había hecho famosa en el s. I a.C. porque en su comarca se había librado la batalla de Filipos en la que Marco Antonio y Octavio (el futuro emperador Augusto) habían derrotado a Bruto y Casio, los asesinos de Julio César.

Parece además que en todo el entorno del norte de Grecia había barrios de judíos importantes en diferentes ciudades de la zona. Como ya sabemos, estas comunidades eran presuntamente la primera fuente de creyentes potenciales para la fe en Jesús mesías. Al parecer, a ellas se dirigía siempre Pablo en primer lugar cuando visitaba una ciudad nueva con ánimos misioneros.

2. La fundación de la comunidad

Según Hch 16,12ss, Pablo había fundado en Filipos una pequeña comunidad de cristianos durante su “Segundo viaje misionero” (50-52). La predicación del Evangelio fue un éxito relativo en la ciudad, donde se convirtieron al cristianismo algunos judíos y paganos: que la comunidad era mixta se deduce de los nombres griegos mencionados en la carta: 4,2: “Evodia (“De buen olor”), Sintique (“Participante de la [buena] Suerte”), Sícigo (“Uncido al mismo yugo”).

Pero algo debió ir mal ante las autoridades/magistrados de la ciudad, pues Pablo sufrió una fuerte persecución y, tras una estancia breve (Hch 16,12: “algunos días”) tuvo que abandonar la villa (1 Tes 2,2: se retiró

« “Después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas”.  »

Nunca volvió a Filipos (al menos ésta es la impresión que produce la carta: véase 1,30 [“Sosteniendo el mismo combate en que antes me visteis y en el que ahora sabéis que me encuentro.”]; 4,15-16 [“Y sabéis también vosotros, filipenses, que en el comienzo de la evangelización, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió cuentas de «haber y debe», sino vosotros solos. 16 Pues incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con que atender a mi necesidad”]).

Sin embargo, las relaciones del Apóstol con sus recién convertidos fueron excelentes y ello se tradujo en el envío de ayuda económica a Pablo por parte de los nuevos cristianos. Aunque el Apóstol tenía a gala sustentarse por sus propios medios y no ser gravoso a nadie (1 Tes 2,9: “Pues recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de Dios”), aceptó con gusto estas ayudas y mostró su agradecimiento por carta.

Aparte de este motivo, había también otros que impulsaron a Pablo a escribir esta misiva: interesarse por el estado de la comunidad, expresar hacia ella su confianza, anunciarles una próxima visita en cuanto fuera posible y avisarles de algunos peligros que podía correr la fe de los nuevos conversos por la predicación de otro modo de entender a Jesús difundida por misioneros cristianos venidos de fuera... quizá de la iglesia madre de jerusalén. Lo veremos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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Saludos de nuevo de Antonio Piñero

www. antoniopinero.com



Martes, 21 de Abril 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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