CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero/Florentino García Martínez

Tema: Exposición y crítica del pensamiento de Ernst Käsemann, discípulo de Rudolf Bultmann, quien en un famoso artículo, que hizo época, defendió que la raíz de la teología específicamente cristiana es en gran parte una copia de la apocalíptica judía que esos mismos cristianos habían superpuesto al pensamiento genuino de Jesús. Prometimos que esta semana veríamos cómo –según Käsemann- la “síntesis” que es la teología paulina, logra unir y a la vez superar al judeocristianismo y a la teología de los “entusiastas de Corinto”.


La síntesis paulina

Esta negación de la esencia de la apocalíptica postpascual, representada por la religiosidad de los “entusiastas de Corinto” no será, sin embargo, la respuesta definitiva en el interior de la Iglesia primitiva. Käsemann cree descubrir una nueva fase de síntesis, en la que ciertos elementos de la apocalíptica postpascual son recuperados en la teología de Pablo.

En una forma que hemos designado ya como hegeliana -tal como afirmamos en una postal anterior- Käsemann subraya los elementos en los que la teología de Pablo ofrece una síntesis de ambas tendencias. Insiste Käsemann en que Pablo es apocalíptico, como el judeocristianismo:

• Por su escatología del “ya, pero todavía no”,

• Por su visión del presente no como el fin de la historia, sino como el comienzo de la época del fin, es decir, por su combinación de escatología futura de la apocalíptica con la escatología presente (“la resurrección ha tenido ya lugar”) tipificada en la comunidad de Corinto.

Para Käsemann, la autoconciencia apostólica de Pablo sólo es comprensible a la luz de la apocalíptica. Frente a la interpretación predominante desde la Reforma (y en polémica con otros discípulos de Bultmann como Ebeling y Fuchs) que ve en la doctrina de Pablo sobre la Ley y la justificación sobre todo una polémica antijudía, Käsemann subraya en el paulinismo los elementos de polémica anti-entusiástica, conducida bajo la bandera de la apocalíptica, presentes en los escritos del Apóstol y aparentes sobre todo en su concepción del ser humano o antropología.

Es característica en este sentido la precisión que Pablo aporta a la noción de la participación del cristiano por el bautismo en la crucifixión y en la resurrección de Cristo. Pablo habla en futuro y no en pasado de la participación en la resurrección; el bautismo anticipa, da la esperanza, pero no da aún la vida futura misma.

Igualmente es característica de Pablo la interpretación que 1 Cor 15,20-28 da de la resurrección. Afirma:


“¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de los que durmieron. 21 Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. 22 Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. 23 Pero cada cual en su rango: Cristo como primicias; luego los de Cristo en su Venida. 24 Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, después de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. 25 Porque debe él reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. 26 El último enemigo en ser destruido será la Muerte. 27 Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando diga que «todo está sometido», es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas. 28 Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo”.

Si se lee atentamente este pasaje se verá que el Apóstol no habla en una perspectiva antropológica, sino cristológica; Pablo hace aquí de la escatología presente de los entusiastas la base de la escatología futura de la apocalíptica. Transforma, por tanto, la religiosidad "entusiasta" más bien en apocalíptica.

Otros de los elementos en los que Pablo sintetiza el pensamiento de la apocalíptica serían:

• Su empleo del concepto “reino de Cristo” para designar el futuro escatológico,

• Su descripción del Señor no como “Señor invocado en el culto”, sino como “Cosmocrátor exaltado en los cielos”,

• Su empleo técnico de los términos “espíritu” y “carne” para referirse a los poderes cósmicos que dominan sobre el hombre y le someten a sus esferas de dominio y que reflejan el dualismo apocalíptico.

• La misma concepción paulina de la justificación por la fe, la tensión entre el “estar ya redimido, pero aún no seguro”,

• Por último, la dialéctica entre el indicativo (la presentación de las “verdades” de la fe) y el imperativo (la parte moral o exhortativa de sus cartas que incitan a obrar el bien) paulino son un reflejo de esta síntesis de los elementos entusiásticos y apocalípticos.

Conclusión

En la hipótesis de Käsemann, la síntesis paulina habría asegurado a la apocalíptica postpascual la pervivencia dentro del sistema teológico que terminará por imponerse dentro del cristianismo. La matriz (“la apocalíptica judía asumida por el judeocristianismo”) habría dado a luz a la teología cristiana. Pero ¿qué sucedió con la matriz misma? ¿En qué quedaron las comunidades de la frontera siro-palestina en las que la apocalíptica postpascual se forjó y se desarrolló?

El final de la historia es para Käsemann tan oscuro como el comienzo. El hecho es que esas comunidades desaparecieron de la historia y con ellas esa apocalíptica. El motivo de esta desaparición lo encuentra Käsemann en el retraso de la parusía. Al prolongarse la espera del retorno del Hijo del Hombre, el ansia que motivó esta apocalíptica perdió su fuerza. Esta espera que no se hizo realidad constituyó el ocaso de la apocalíptica.

La apocalíptica postpascual, que había comenzado como una minoría judeocristiana al interior de la Iglesia, se vio reducida posteriormente a una secta y terminó por desaparecer de la escena, pero no sin antes haber influido profundamente en todo el desarrollo de la posterior teología cristiana.

La conclusión de Käsemann merece ser citada por entero:


“Hemos de constatar sin rodeos que esta esperanza se ha secado y que con ella ha fracasado al mismo tiempo la entera concepción teológica de la apocalíptica postpascual, con su espera de la parusía, cuyo centro se hallaba en la reunificación de las doce tribus, y también con su lucha por la ley mosaica y contra la práctica de la misión a los gentiles, Pero también tenemos su camino, que lleva de la Pascua a la Teología a través primero de una minoría judeocristiana, a través después de una secta al interior de la gran Iglesia, y que desaparece finalmente dejando solamente rastros literarios” (artículo “Anfänge”, p. 184).

Seguiremos en la próxima postal con una crítica a esta interpretación de una parte de los orígenes cristianos por parte de Käsemann

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues estamos comentando en los dos este libro.

• Información sobre la película acerca de Jesús de Nazaret, titulada “El discípulo”:

www.eldiscipulofilm.com




Domingo, 30 de Agosto 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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