CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Finalizamos con el Libro de los sueños y comenzamos a tratar otra parte del riquísimo y complejo Libro I de Henoc.

Comenta P. Sacchi a propósito de los pasajes (Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982, 120-123) que he transcrito en la nota anterior:

g[ El buey esperado es evidentemente un hombre que volverá a gozar de la misma bendición divina que recayó sobre Adán y los patriarcas hasta Isaac. El buey gobernará a todos los pueblos (1Hen [Libro de los sueños] 90,37). El esquema del pensamiento del autor es éste: la historia siempre está destinada a empeorar hasta que intervenga Dios para castigar a todos los impíos, sean o no judíos. Después del Gran Juicio Dios construirá un templo nuevo y, finalmente, habrá un reino de justicia gobernado por este ser excepcional, que vuelve a ser el mesías en el sentido de “rey”, pero sin estar vinculado a la casa de David. Tendrá también una naturaleza superior a la de los hombres de su tiempo, hasta que todos los hombres lleguen a ser como él. El mesías vendrá después del Juicio y tendrá la función de administrador en la tierra del orden y de la justicia deseados por Dios. ]g

Veremos más adelante que esta concepción reaparece, con algunas diferencias en los llamados Salmos de Salomón (compuestos probablemente en Jerusalén hacia el 60/55 a.C.).

Aparte de Las Parábolas –que consideraremos a continuación- y lo que acabamos de mencionar del toro/buey blanco del Libro de los sueños (90,37) sólo hay una fugaz mención al mesías en todo el Libro I de Henoc: en 105,2-3: al final de los tiempos habrá “recompensas sobre la tierra” para los justos y “Dios con su Hijo” habitará entre los mortales eternamente, ya que los hombres caminan por senderos rectos y habrá paz.

Según esta breve mención se supone que hay un reino divino, gobernado por un emisario divino. Éste es el mesías y se lo denomina “Hijo de Dios” como en 4Q246de Qumrán, que ya hemos comentado en una nota anterior.

Y ahora concentrémonos en el Libro de las parábolas de Henoc, que ocupa los capítulos 37-71 del actual Libro I de Henoc, y que es importantísimo para nuestro propósito de caer en la cuenta de qué pensaban los judíos sobre el mesías y sus funciones en la época inmediatamente anterior a Jesús y en los años de éste. Veremos cómo las ideas sobre el mesías del desconocido autor de esta sección de 1 Henoc son notablemente parecidas a las de los evangelistas cristianos.

El problema de estos capítulos henóquicos radica en que no sabemos fecharlos con seguridad. Es la única sección de 1 Henoc que no ha aparecido entre los manuscritos del Mar Muerto, mientras que el resto del libro está bien representrado, poues hay incluso varias copias. De este hecho deducen los estudiosos que "Las Parábolas de Henoc" son de fecha tardía. De lo contrario, no se ve por qué no habrían sido copiados en Qumrán. ¿Qué fecha? No se sabe, pero los estudiosos oscilan entre comienzos del siglo I antes de Cristo hasta finales del siglo I después.

Por tanto lo que se plantea ante este texto es lo siguiente: dadas las concomitancias de ideas mesiánicas, como vremos, ¿copiaron los cristianos un material judío–o se dejaron influenciar- del Libro de Henoc? O ¿al revés: copiaron los judíos a los cristianos?

De cualquier modo dado que la figura del mesías del libro de las Parábolas es una combinación de diversos estratos de tradición –en los que aparece el Elegido; el Siervo de Yahvé; el Hijo del Hombre; el Juez final- y que estos estratos coinciden en gran parte con lo que hallamos en los Evangelios, es de suponer a priori que nos encontramos en un espacio cronológico similar.

En Las Parábolas de Henoc aparece el mesías con los títulos de “justo”, “elegido” (53,6; 40,5) y “juez” + “Hijo del Hombre”. Esta última expresión está tomadas sin duda del Libro de Daniel, cap. 7. En etíope clásico –lengua en la que se nos ha transmitido entero 1 Henoc; en griego conservamos los caps. 1-36- esta última expresión aparece con variantes como “hijo del varón” o “hijo de la madre de los vivientes = Eva”, y siempre significa “ser humano”.

En las Parábolas de Henoc (abreviado desde ahora en adelante LP = Libro de las Parábolas) la expresión Hijo del Hombre, aunque signifique "ser humano", deja de ser la designación de “mero hombre” y empieza a adquirir el tono de “título” del mesías, pues está como pegada a una figura misteriosa, sobrehumana, que tiene funciones mesiánicas…, y que el LP identifica expresamente con el profeta Henoc (71,14). De cualquier modo hay que insisitr que este título se fija sobre todo en la apariencia -al menos- totalmente humana del mesías.

La unión de “juez” y “mesías” aparece también en otras obras apócrifas del Antiguo Testamento, como el Apocalipsis siríaco de Baruc (40,1ss; finales del siglo I d.C.) 4 Esdras (12,32ss: del año 100 d.C.) y en los Testamentos de los XII Patriarcas (Testamentos de Leví y de Judá, que veremos en su momento; entre el siglo I a.C. y siglo I d.C.)

Lo más curiso de todo es que el mesías en el LP es un ser preexistente de algún modo, o mejor (ya que se identifica con Henoc y éste es claramente no preexistente) el concepto de mesías/Hijo del Hombre existe cabe Dios desde toda la eternidad. Siempre pensó Dios en el mesías de algún modo. Por exageración retórica se dice en el texto de LP que la figura es preexistente, aunque en verdad es sólo el concepto lo que preexiste y que luego "se encarna" en Henoc. He aquí el texto clave:

« En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay muchas fuentes de sabiduría. Todos los sedientos beben de ellas y se llenan de sabiduría, siendo su morada con los justos, santos y elegidos.  »

« En aquel momento fue nombrado aquel Hijo del Hombre ante el Señor de los espíritus, y su nombre ante el “Principio de días”. Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. Él servirá de báculo a los justos para que en él se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus corazones. Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre del Señor de los espíritus.  »

« Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad. Lo reveló a los santos y justos la sabiduría del Señor de los espíritus, pues reservó el lote de los justos porque aborrecieron y desecharon este mundo inicuo, y aborrecieron todas sus obras y maneras en el nombre del Señor de los espíritus, por cuyo nombre son salvos, pues ha sido él el vindicador de sus vidas (1 Henoc 48, 1-7). »

Parece, pues, que el Hijo del Hombre henóquico espera la hora de su manifestación permaneciendo junto al “Anciano de días” O “Principio de días” (Dios, como lo designa el texto etíope). Realmente es impresionante, pues a pesar de qye hemos visto entre los textos de Qumrán atisbos de que el mesías está conectado de algún modo con el ámbito celeste, ahora aparece con toda claridad como un personaje celestial. ¿Cómo es esto posible?

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Conclusiones a la explicación de Gálatas 2,1-10”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

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Magíster de "Ciencias de las Religiones"

Universidad PABLO DE OLAVIDE , Sevilla

Véase postal de 26-06-2009

Enlace de Internet para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.



Sábado, 11 de Julio 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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