CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero
Una dificultad añadida a la tesis de M. Hengel sobre el Pablo precristiano es su conclusión subsiguiente: toda la teología paulina se apoya de modo exclusivo sobre concepciones del Antiguo Testamento desarrolladas por el fariseísmo de su época, aunque entendidas por el Apóstol de modo diferente y como vueltas del revés tras su conversión a las puertas de Damasco.

En realidad, en mi opinión, la cosa fue de otra manera: la “conversión” (= llamada por parte de Dios) de Pablo habría consistido en caer en la cuenta, como consecuencia de su visión del Resucitado, que los nazarenos "helenistas" –recordemos, aquellos que comenzaban a albergar dudas teológicas sobre la validez salvífica de la ley, que interpretaban la muerte en cruz del mesías como un acto expiatorio por todos los hombres, incluidos los paganos y no sólo los judíos, los que defendían la justificación por la fe del impío y no por haber cumplido la ley de Moisés- tenían sobradamente razón, sin salirse del judaísmo.

M. Hengel niega por ello cualquier influjo en el pensamiento de Pablo del mundo y la religiosidad helenística exterior, por lo que éstas y otras afirmaciones igualmente centrales de la teología paulina son ante todo judías.

Sin embargo, nos parece bastante claro que el esquema de salvación paulino -que contiene ya con claridad las ideas de:

• La elevación al ámbito de lo divino del mesías judío (Jesús como kýrios o Señor) aunque todavía no se explique cómo es divino Jesús; eso vendrá más tarde,

• La muerte violenta del salvador divino,

• Su resurrección e inmortalidad y la promesa de resurrección a todos los fieles que crean en la misión salvífica que representó tal muerte,

es absolutamente inexplicable dentro de una estructura de pensamiento judía, farisea estricta, por muy vuelta del revés que sea, tal como postula Hengel en su reconstrucción del Pablo precristiano.

Ni siquiera la ampliación de la idea del mesianismo que tenían algunos judíos del momento -que tan brillantemente expuso hace años F. García Martínez en su artículo "Nuevos textos mesiánicos de Qumrán y el mesías del Nuevo Testamento", Communio 26 (1993) pp. 3-31; o en “Esperanzas mesiánicas en los escritos de Qumrán”, en F. García Martínez y J. Trebolle (eds.), Los hombres de Qumrán, Edit. Trotta, Madrid, 1993, 187-224- en el judaísmo de la época sirve para dar una explicación suficiente de esta nueva concepción mesiánica y de la historia de la salvación que expande Pablo en sus viajes por el Mediterráneo oriental.

Es necesario acudir a fuentes externas –a la compleja religiosidad helenística, y en concreto la de las religiones de misterios- para encontrar paralelos cercanos a gran parte del núcleo de la teología paulina.

En conclusión: el trabajo de M. Hengel en El Pablo precristiano es minucioso, erudito, brillante y consistente una vez que se admite su interpretación sesgada del texto clave de Gálatas 1 y sus deducciones de Flp 3,5 y Rom 15,19b. Pero a este respecto no nos parece que Hengel haya conseguido plenamente su propósito.

Por lo demás el resto de los argumentos críticos usuales sobre la escasa veracidad histórica de ciertos pasajes de los Hechos de los apóstoles, en especial el cap. 15, siguen en pie y ponen en guardia contra los resultados de esta investigación que se basa en una estancia en Jerusalén de Pablo antes de su conversión de Pablo que no encaja nada bien, con los datos biográficos que delinean los dos primeros capítulos de la Epístola a los Gálatas.

Postdata:

Acaba de caer en mis manos un libro de Jerome Murphy O’Connor, Pablo, su historia, Edit. San Pablo, Madrid, 2008, que contiene interesantes ideas -algunas muy discutibles, como veremos cuando tengamos tiempo para reseñarlas- sobre la “conversión de Pablo”, es decir que aborda también el tema del Pablo precristiano. Las consideraremos en su momento después de explicar la estructura y sentido de alguna de las epístolas auténticas de Pablo. Éste será el tema de las siguientes notas y comenzaremos con la Primera epístola a los tesalonicenses.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com


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Lunes, 23 de Febrero 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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