CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Sigo con este enojoso tema. Continúo citando mi obra Jesús y las mujeres, p. 152:

“La consideración de la mujer como ser de segunda clase que este relato (Génesis 2) tiene en el judaísmo debió de ser asumida por Jesús, puesto que él, como el judaísmo de su época, cuando cita una parte de un texto bíblico tiene en cuenta todo el conjunto del pasaje y el sentido que usualmente se le daba, salvo que él lo discuta expresamente. Y no es éste el caso. Jesús no discute, sólo cita.”

Observo también :

• Jesús al parecer mantiene dos posturas distintas a la vez. Esto es posible en el siglo I porque la gente en general tenía un sentido de la lógica menos estricto que el actual. No sentían los contradicciones lógicas como nosotros. Como es sabido se podía defender a la vez, como es el caso de los textos de Qumrán, el determinismo, o predeterminación más estricta de las acciones humanas, decididas y aceptadas por la voluntad de Dios desde toda la eternidad, y a la vez sostener que existe plenamente la libertad humana: el hombre reo de un delito debía pagar por ello.

• Debo insistir que en el siglo I no hacía falta citar un pasaje completo de la Biblia: al citar una parte (por ejemplo, de un salmo) se aceptaba el sentido que se daba al texto completo, o a la sección completa, que se leía los sábados en la sinagoga y que normalmente se sabía de memoria.

Por tanto Jesús aceptaría tanto el sentido completo del texto de Gn 1 (igualitario) como el sentido completo del Génesis 2 (subordinación de la mujer al varón)… ¡y sin sentir en su interior contradicción alguna!

• Añado que para saber cuál es la mentalidad clara de un individuo en un caso de duda extrema como éste hace falta una declaración expresa de decantación por uno u otro texto. Y Jesús no lo hace: mezcla los dos pasajes y no discute el sentido igualitario o no expresamente.

Por tanto si no atenemos a lo citado hasta el momento no sabríamos cuál era exactamente la mentalidad de Jesús respecto al estatus de la mujeres.

Un poco más adelante, en el mismo libro Jesús y las mujeres aduzco el texto completo del cap. 19 del Evangelio de Mateo citado parcialmente más arriba. Léase por favor con detenimiento (pp. 155-156):

“Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: “¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?” El respondió: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre.

Dícenle: “Pues ¿por qué Moisés prescribió dar acta de divorcio y repudiarla?”. Díceles: “Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer –salvo por fornicación- y se case con otra, comete adulterio” (19,3-9).”


Observo:

• La defensa del matrimonio monogámico por parte de Jesús podría ser un argumento de que el Nazareno tenía una alta consideración de la mujer, a la que respetaba y respecto a la cual no quería que fuese un juguete de los caprichos del varón, como de hecho podía ocurrir con frecuencia entre otros judíos, los que seguían la laxa opinión de Hillel y sobre todo del Rabbí Aquiba (+ en 135: el varón puede divorciarse simplemente si otra mujer “halla gracia a sus ojos”).

Ahora bien, y desgraciadamente, esta conclusión no es posible. Quiero decir que el argumento no vale para sostener que Jesús no era patriarcalista.

Lo vemos en la siguiente y última postal

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


Viernes, 15 de Junio 2012


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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