CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

“Compartir” (307) Preguntas y respuestas de 15-10-2021.


Conversión, llamada y caída del caballo (y IV).

Finalmente vayamos a lo esencial: ¿hubo de “convertirse” Pablo desde su judaísmo esencial a un judeocristianismo ya bien formado? Desde luego que no. Téngase en cuenta que la “conversión / llamada” de Pablo tuvo lugar poco tiempo después de la muerte de Jesús, quizás un par de años o tres. Inmediatamente fue acogido en la comunidad de Damasco y salió (¿a predicar? ¿a meditar?), también de modo inmediato, hacia Arabia.
 
Así pues, no sabemos qué hizo allí.  A Pablo no le había dado tiempo más que para aceptar los puntos de vista sobre Jesús que albergaban los judeocristianos de Damasco, que suponemos quizá “helenistas” es decir, judíos cuya lengua materna era el griego, y por tanto parecidos a los del grupo de Esteban (cuya única fuente de información son los Hechos de los apóstoles…, libro poco fiable en ocasiones en mi opinión). De cualquier modo la teología judeocristiana no se diferenciaba esencialmente del punto de vista judío, teológico, del momento.
 
Si el viaje a Arabia de Pablo era para meditar y reflexionar, fue en ese momento donde empezó a madurar sus ideas sobre Jesús que en lo que sabemos históricamente proclamo de manera rotunda en el llamado “tercer viaje misionero”…, por tanto en la tercera etapa de su vida, cuando tenía unos 50 años, o más.
 
Por tanto, podemos decir que Pablo no pudo “convertirse”, en estricto sentido, en un evento repentino a ningún cristianismo plenamente formado. La teología cristiana se estaba constituyendo entonces; él mismo la estaba formando…, y desde luego él es el “responsable” de la teología que tiene hoy el cristianismo… La otra teología, la judeocristiana, murió de inanición. Empezó a declinar con el triunfo del paulinismo, y parece que en el siglo IV es ya historia pasada.
 
He insistido en que Pablo está convencido de que él y sus convertidos a Jesús-Cristo siguen siendo verdaderos israelitas. Por tanto, volvemos a afirmar que Pablo no pudo “convertirse”, en estricto sentido, a ningún cristianismo plenamente formado.
 
No sé si ha quedado claro mi pensamiento. Pero una cosa creo que es cierta: no niego por empecinamiento y sesgo mío la “conversión” de Pablo, sino que mantengo que debe entenderse bien el término y que el Apóstol prefería denominarla “llamada” /  “vocación”, evento visionario en el que Dios mismo le revela cómo es en verdad su Hijo.
 
En síntesis: lo que dije ayer ¡No hubo caída del caballo!
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Viernes, 15 de Octubre 2021

“Compartir” (306) de 14-10-2021. Preguntas y respuestas.


Sigo con el tema que publiqué ayer, y mañana terminaré, según espero
 
 
Los recién llegados a Galacia afirmaban en consecuencia que no había “justificación”, es decir, “absolución del pecador” completa ante el tribunal de Dios si no se sumaba al bautismo cristiano el cumplimiento de la ley de Moisés completa. Eran esos predicadores consecuentes con la sentencia de Jesús de Mt 5,17: “No penséis que he venido a abolir la ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles su cumplimiento. Os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes de que una i o un ápice de la Ley haya dejado de cumplirse”
 
También estaban de acuerdo esos predicadores con la idea, correcta a mi parecer, de que Jesús no había roto con la ley de Moisés, o se había salido del marco de lo que hoy llamamos el Antiguo Testamento / Biblia hebrea.
 
El apóstol Pablo contraataca y sostiene dos cosas:
 
1. Él ha sido “llamado” por 'el Señor' para la misión especial de predicar la fe en Jesús (= la salvación ante el hecho del pronto final del mundo). Esa llamada lo constituye en verdadero “apóstol”. Aunque pudo haber conocido a Jesús “según la carne” (2 Cor 5,16), ello tiene una importancia secundaria frente a la “llamada” directa de Dios (y de Jesús). Lo explico: El inicio de Gálatas, de 1 Corintos y de Romanos –y de las otras cartas –véanse, por favor– es revelador. Son así:  “Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos”  / “Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano”  / “Pablo, apóstol por vocación, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos”
 
2. La “llamada” (= “vocación”: latín vocatio, sustantivo del verbo vocare, “llamar”) tenía, además, como contenido una revelación: “Revelar en mí a su Hijo” (Gálatas 1,16). ¿Qué era eso exactamente? Por el conjunto de la Epístola a los Gálatas, sobre todo este mismo capítulo 1, se trata sin duda de cómo hay que entender correctamente la figura y la misión de Jesús mesías.
 
Esta revelación divina se le hizo a él directamente: Gálatas 1,11-12: “Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, 12 pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. Y tal revelación constituye el contenido del “evangelio” que él predica, a saber, que la muerte y resurrección de Jesús mesías, entendidos como sacrificio vicario y asumidos por la fe, constituyen la salvación.
 
Como consecuencia directa, probablemente, de otra o de la misma revelación, Pablo recibe de Dios que la ley de Moisés ha cumplido su misión. Era el “pedagogo hacia Cristo”; ahora que Jesús-Cristo ha venido al mundo, esta Ley queda sustituida por la “ley del amor” que trae el mesías.
 
Así pues, me parece bastante claro que Pablo preferiría que en vez de “conversión” se denominara “vocación” o llamada” de Dios a aquel evento que lo hizo cambiar –parcialmente- de mentalidad, adoptando las ideas que acabo de exponer sintéticamente.

¡No hubo caída del caballo!
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Jueves, 14 de Octubre 2021

“Compartir” (305) de 13-10-2021. Preguntas y respuestas.


 
Escribía ayer que Pablo era muy atrevido comparándose nada menos que con el profeta Jeremías y que semejante atrevimiento se debió a las circunstancias en las que se compuso la Carta a los gálatas. El motivo para escribirla fue un hecho muy doloroso para el apóstol Pablo: esta comunidad se había dejado seducir por otros predicadores del Evangelio y se había apartado de sus enseñanzas.
 
Y más doloroso porque de Gálatas 4,13 se deduce que Pablo había sido el fundador de la comunidad, que ahora se siente traicionado. Probablemente había establecido Pablo una serie de pequeñas comunidades domésticas (es decir, se reunían en la casa más espaciosa entre los conversos) en el llamado segundo viaje misionero cuando pasó por aquella región según Hechos de Apóstoles 16,6 (“Atravesaron Frigia y la región de Galacia…”).
 
En la Carta a los Gálatas habla Pablo de “falsos hermanos” que le negaban el título de apóstol. ¡A él nada menos! Argumentaban que él no pertenecía a los Doce; que no era seguidor inmediato de Jesús y que por tanto no era “apóstol” en sentido estricto (por cierto: éste es también el punto de vista de Lucas en los Hechos de apóstoles donde designa a Pablo con el título de apóstol solo una vez, si no me equivoco: Hch 14,14 y a la misma altura que Bernabé).
 
Esos adversarios eran muy probablemente misioneros itinerantes judíos, judeocristianos podrían denominarse, procedentes de Palestina, quizá de Jerusalén. Aunque defendían una concepción diferente del judeocristianismo, sus ideas debían sonar muy plausibles, ya que obtuvieron un éxito rápido entre los gálatas (1,6). Sostenían que la información de Pablo seguramente procedería de alguna información humana, es decir, del contacto con otros judeocristianos que le hubieran adoctrinado erróneamente.
 
Según la imagen que he ofrecido en tantas ocasiones sobre el Jesús de la historia, hay que confesar que estos judeocristianos defendían una teología que se acercaba mucho más a la del Jesús histórico que a la de Pablo en el punto crucial del valor que tenía la ley de Moisés como camino de salvación. Y que Pablo ciertamente se había “convertido” a esa fe (en ese momento totalmente judía) en el mesías de Israel, Jesús. No hay otra conversión e insisto en que aún no había “cristianismo” digno de ese nombre.
 
                                                        :::::::::::::::::::::::::
 
Hoy les transcribo el enlace a una entrevista que me pareció sorprendentísima, al menos para mí. No conocía de nada a la entrevistadora. Y por cierto no sé ni siquiera su nombre, porque firma con pseudónimo. Pero me pareció que al leer ella mi explicación sobre la suscripción/preventa de “Los libros del Nuevo Testamento”, la entrevistadora interpretó por su cuenta exactísimamente la “filosofía” de fondo que ha regido el proyecto. Ahí va el enlace y ustedes juzgarán si exagero o no. repito: No la conocía de nada…
 
https://www.youtube.com/watch?v=tdM_uvUrAGA
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Miércoles, 13 de Octubre 2021

“Compartir” (304) de 12-10-2021. Preguntas y respuestas.



 
Queridos amigos:
 
Como la denominada “conversión” de Pablo aparece continuamente en las preguntas que se me hacen, intentaré explicar este tema “tomando el agua desde el principio del río”.
 
Brevemente, mi tesis es: si entendemos por “conversión” lo que un hablante griego de la época del Apóstol, a saber, metánoia, sustantivo del griego metá-noéo, “cambiar de mente”, no cabe duda de que desde este punto de vista puede denominarse modernamente “conversión” al cambio de punto de vista teológico de Saulo/Pablo sobre Jesús, cuando se hizo creyente fervoroso en él.
 
Aunque sea este cambio aparentemente repentino, opino (también es muy discutido) que Pablo conocía ya a Jesús personalmente. Así me lo parece a partir de una lectura llana de 2 Corintios 5,16: “Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le conocemos así”. Opino que esta frase críptica ciertamente tiene mejor sentido si lo conoció, que lo contrario.
 
La cuestión es que Pablo no utiliza para sí mismo ese vocablo, “conversión”, y sospecho que no le gustaría en absoluto. Habla de este cambio en Gálatas 1,15-16. Él era ciertamente un judío observante, perseguidor encarnizado de los judeocristianos, y en muy poco tiempo ciertamente se convirtió en ardoroso propagandista de la fe en Jesús. Pablo se expresa así:
 
"Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles…”
 
Pablo compara audazmente su “llamada” (la que provocó el cambio de mente) a la vocación de uno de los profetas más estimados del judaísmo, Jeremías (1,4-5):
 
“Entonces me fue dirigida la palabra de Yahvé en estos términos: antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí…”
 
¡Pablo es bien atrevido! Semejante atrevimiento se debe a las circunstancias en las que se compuso la carta a los gálatas. Ahora bien, ciertamente no pudo convertirse a ningún cristianismo, porque este aún no existía. En todo caso sintió la llamada para convertirse en profeta, judío, del mesías Jesús a cuyos seguidores perseguía.
 
Continuaré. Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
NOTA
Como me siguen llegando algunos correos manifestando que tienen a veces cierta dificultad para entrar en página web de la editorial Trotta, vuelvo a recordar, y perdonad de nuevo que sea un pesadito, que la suscripción/preventa de la obra “Los libros del Nuevo Testamento. Traducción y comentario”, puramente histórico se logra fácilmente entrando (pinchando) sucesivamente:
 
1. www.trotta.es

2 .“Novedades”

3 .“Los libros del Nuevo Testamento” (aparece una foto)

4 .Seguir las instrucciones de la página.

Y si hay alguna dificultad, escribiendo a Javier Manso: comercial@trotta.es

Ese libro intenta responder desde el punto de vista histórico a la mayoría de las preguntas que se me hacen por correo electrónico.
 
Las peticiones que lleguen antes del 24 de octubre irán firmados por mí. Posteriormente el libro será más caro, y naturalmente no podré firmarlo.
Saludos de nuevo
Martes, 12 de Octubre 2021

“Compartir” (302) de 9-10-2021. Preguntas y respuestas.


 
 Queridos amigos:
 
Lo que sigue es la continuación de lo que escribí ayer:
 
3. La oposición Jesús-su familia se fue suavizando con el tiempo por razones que no sabemos, quizá por el prestigio ganado por Jesús.

4. En alguna ocasión sus hermanos -¿y hermanas?- debieron quizás de acompañar a Jesús en los viajes propios de su ministerio, aunque ningún texto lo diga expresamente: solo una leve insinuación en Jn 2,12 (Jesús invitado a las bodas de Caná junto con su madre, sus hermanos y sus discípulos)

5. Sobre todo su madre hubo de permanecer relativamente cerca de su hijo y quizás lo acompañó a distancia en el trance de la cruz. Desde luego no al pie de la cruz, porque es absolutamente inverosímil en una crucifixión colectiva (tres reos sediciosos contra el Imperio) en Pascua y en Jerusalén: Evangelio  de Juan 19,25)

6. Tras la muerte de Jesús y la creencia generalizada entre sus seguidores de que había resucitado, los hermanos de Jesús se unieron entusiásticamente, olvidando cualesquiera posibles rencillas, a esta causa y contribuyeron a extender lo que creían que había sido la misión de Jesús. A pesar de la inmediatez de la formación del primer grupo de seguidores de Jesús en Jerusalén, según Hch 1,13-14, quizá el lapso de tiempo de su formación fue más amplio: dio tiempo al acercamiento completo de su familia al grupo de discípulos.

7. Sus hermanos fueron pronto dirigentes de la comunidad “hebrea” de Jerusalén, que mantenían una teología más judía, más cercana al pensamiento del Jesús histórico, opuesta a la teología paulina, mucho más helenizada y que suponía ciertamente un salto cualitativo respecto al pensamiento teológico de Jesús. En esta facción judeocristiana se explica muy bien que la dirección de la comunidad pasara al hermano de Jesús.
 
Era típicamente judío en los movimientos “revolucionarios” el concepto de mando según una dinastía familiar, como ocurrió por ejemplo con el “bandido” (revolucionario antirromano) Ezequías que fue liquidado por Herodes el Grande. Su hijo, años más tarde, encabezó el grupo renovado de resistencia antirromana
 
8. El fracaso del movimiento paulinista de ganar para su causa a los judíos de Galilea y la oposición comunidad cristiana de Jerusalén/comunidades paulinas explica las referencias hostiles a Nazaret y a sus ciudadanos que se leen en los Evangelios. Éstas se extienden también a su familia. Tal hostilidad queda plasmada en los Evangelios, porque sus autores siguen de algún modo la línea paulinista. El enfrentamiento entre las dos comunidades cristianas principales fue muy serio, pues suponía dos visiones muy diferentes de Jesús y de sus consecuencias, la teología del cristianismo.
 
9. El resultado literario de la pugna dibuja con tintes más negros de los debidos la oposición familia carnal de Jesús / familia espiritual = oposición judeocristianismo carnal de Jerusalén / cristianismo espiritual paulino.
 
Por tanto, no creo que la conversión de Santiago sea una prueba ulterior de la resurrección de Jesús. Sí es una prueba de la absoluta y forme creencia de los seguidores de este: ¡Había resucitado!... pero nada más.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Lunes, 11 de Octubre 2021

“Compartir” (302) de 9-10-2021. Preguntas y respuestas.


 
 
La base de la no creencia de Santiago, el que estimo –con muchos comentaristas independientes del Nuevo Testamento y recientemente no pocos católicos– es sin duda Marcos 3,20-21: “ Jesús vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: “Está fuera de sí”.
 
Es decir, Jesús estaba más o menos “loco” quizás por dejar su trabajo (¿y su familia, como Pedro, Andrés, Juan y Santiago el Mayor?). En realidad no lo sabemos
 
Su cambio de mentalidad se refleja en Hechos 1,14: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos”.
 
¿Cómo pudo ser entonces la auténtica situación familiar?
 
Parto de la idea de que, en mi opinión, hay que modificar la exagerada pintura de los evangelistas en el tema de la oposición familia carnal/familia espiritual en Jesús, y obtener algunas consecuencias de esta corrección. La verdadera situación pudo quizás desarrollarse de una manera diferente. Se trata de una mera hipótesis, como pasa casi siempre en el cristianismo primitivo, y yo no puedo asegurar que sea totalmente cierta. Para no aburrir dividiré entre hoy y mañana los nueve puntos de mi respuesta.
 
1. Al principio, cuando Jesús dejó todo y se lanzó a predicar el Reino, hubo cierta oposición entre él y su familia, que lo consideró un exaltado, un “fuera de sí”.
 
2. No queda claro si su familia se unió en bloque al rechazo hacia Jesús manifestado por sus paisanos de Nazaret, según Mc 6,1-4:
 
“Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joseto, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio»” (algo parecido pero más duro ya que quieren despeñar a Jesús ocurrió en Nazará  según Lucas 4,16-29).
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
Domingo, 10 de Octubre 2021

“Compartir” (301) de 9-10-2021. Preguntas y respuestas.




 
Hago una primera síntesis: según lo dicho, el que Jesús anunciara su propia resurrección es sumamente improbable desde el punto de vista de la historia.
 
Añado: en mi opinión, el relato de la tumba vacía hace decir a los judíos, lo que los discípulos mismos no habían entendido, según el Evangelio de Marcos 10,30-32: “Tras marchar de allí iban caminando a través de Galilea y no quería que nadie lo supiera, pues enseñaba a sus discípulos con estas palabras: «El Hijo del Hombre será entregado a manos de hombres y lo matarán, y una vez muerto, resucitará después de tres días». “Compartir” (301) de 9-10-2021. Preguntas y respuestas. Concluyo por ahora el tema de la resurrección de Jesús. Pero ellos no entendieron lo dicho y temían preguntarle”.
 
Mi comentario: El pasaje que acabo de transcribir parece totalmente una construcción marcana, es decir, del evangelista. Como los anteriores, es igualmente poco verosímil que este anuncio de la pasión proceda del Jesús histórico, y la razón es la misma: los discípulos actúan luego como si la muerte de Jesús les cogiese de improviso.
 
Pero si aceptamos lo del relato de la tumba vacía (que como digo es sumamente inverosímil), nos encontramos con la idea de que los adversarios de los discípulos de Jesús temían que estos robaran el cadáver según dice Mateo 27,63: “Señor (hablan los jefes de los judíos a Poncio Pilato), nos acordamos que aquel engañador, viviendo aún, dijo: Después de tres días resucitaré”.
 
¿Es posible esto? Argumentando con nociones anteriores es igualmente poco verosímil que enterraran a Jesús en una tumba de un hombre rico y que los discípulos –que no creían en la resurrección– robaran un cadáver.
 
Y ahora argumento con nociones del autor que cité el otro día, Javier Alonso López, en su libro “La Resurrección” de Arzalia Ediciones, 2017: Solo hay dos soluciones: 1. Jesús resucitó / 2. Alguien robó el cadáver. Comento:
 
1. El que Jesús resucitara es un artículo de fe, manifestado por primera vez históricamente por Pablo en 1 Corintios 15,1-4: “Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;  que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”. Este tema de la resurrección no puede tratarse por un historiador, sino por un teólogo, y en ese campo no me creo competente.
 
2 ¿Alguien tenía interés en robar el cadáver de Jesús? También es muy improbable desde el punto de vita de la historia aunque ya lo defendiera el famosísimo Hermann Samuel Reimarus: no podemos pensar en saqueadores de tumbas, ni en órdenes del supremos Tribunal, el Sanedrín, ni en los familiares o discípulos de Jesús, ni en nadie… sobre todo si volvemos a considerar que no pudo ser enterrado en una tumba de ricos por sus propios enemigos, que o habían liquidado…No me parece posible y estas razones la explica muy bien a Javier Alonso López a cuya obra vuelvo a remitirme
 
Por todo esto mi resumen total es:
 
La historia de la tumba vacía en un relato apologético en defensa dela resurrección, que los cristianos fabricaron una vez que sus enemigos les atacaran diciendo que ellos habían robado el cadáver. No vale para probar la resurrección de Jesús. No es un indicio para dudar de la postura escéptica de la investigación independiente que como mínimo se abstiene al hablar de la resurrección de Jesús.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.trotta.es/libros/los-libros-del-nuevo-testamento/9788413640242/  

 
Sábado, 9 de Octubre 2021


La respuesta parece clara a tenor de lo que leemos tres veces en el Evangelio de Marcos (8,31; 9,31; 10,32). Transcribo la primera 8,31-32:
 
 
31 Comenzó a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera rechazado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los escribas, que fuera asesinado y que resucitara después de tres días; 32 y hablaba con franqueza de todo esto.
 
Creo que he escrito ya muchas veces que esta sección del primer Evangelio es claramente un añadido de Marcos, y que manifiesta ya una teología cristiana sobre la pasión, muerte y resurrección del mesías, manifestación contraria a la tradición normal judía sobre el mesianismo. Más tarde la incrementará el evangelista con una precisión, a saber, el sentido de sacrificio expiatorio de esa muerte en pro de la humanidad (10,45). No puede atribuirse esta concepción nueva del mesianismo sufriente al Jesús histórico.
 
Lo más probable, en el caso de que Jesús se sintiera el mesías ya en este momento (muchos estudiosos lo dudan), es que tuviera una concepción del mesianismo en el sentido que supone Pedro en lo que viene a continuación, al mesías le compete la victoria terrenal, no la derrota de la muerte.
 
En todo caso, como profeta, Jesús podría prever, o barruntar, su muerte en Jerusalén, como la de otros profetas, si su misión fracasaba, pero el evangelio da a entender que Jesús no fue a Jerusalén expresamente para morir.
 
Y ya he escrito también muchas veces que el comportamiento general de los discípulos tras la muerte de su maestro –su huida– indica además que no contaban en absoluto con el fracaso de la cruz y la resurrección.
 
Su comportamiento es inexplicable si estas predicciones de la pasión (más las de 9,31y 10,32) provinieran del Jesús histórico.
 
 Saludos cordiales de Antonio Piñero
Viernes, 8 de Octubre 2021

Notas

1Voto(s)
Pido disculpas. en mi comunicación de hoy me he saltado una palabra muy importante:
El investigador mencionado no  es naturalmente "Javier López", sino "Javier Alonso López".

Gracias y perdón por ese borrado fortuito.
Jueves, 7 de Octubre 2021

“Compartir” (299) de 7-10-2021. Preguntas y respuestas.


Ayer prometí comentar brevemente el v. 66 del capítulo 27 del evangelio de Mateo que lo vuelvo a transcribir ahora: “Ellos fueron al sepulcro (griego táphos), lo aseguraron sellando la piedra, y pusieron guardia” e insistí que se leyera  a la luz de la diferente tradición de Hechos de Apóstoles 13,26-29, que transcribí ayer en este lugar.
 
El famoso “códice Beza” del Nuevo Testamento lee el final del versículo 28 y el 29 del capítulo 13 de Hechos de apóstoles (donde aparece un vocablo, mnemeíon, “sepultura honorífica”, diferente al empleado por el evangelista Mateo) que conduce a ver lo de la tumba única y honorífica de Jesús de una manera bastante diferente. Dice este famoso códice:
 
«Lo (a Jesús) entregaron a Pilato para su eliminación. 29 Y como modo de cumplir todo lo que estaba escrito sobre él, pedían a Pilato que crucificara a este (y no a Barrabás). Después de haber logrado de nuevo (su deseo), lo bajaron del madero y (lo) pusieron en un sepulcro… » = también emplea “mnemeíon”
 
Señalo que la exégesis confesional no suele comentar demasiado (a veces incluso los pasa por alto estos versículos), aunque son una variante importantísima de la tradición sobre el descendimiento de Jesús: no fue José de Arimatea (y menos Nicodemo: Evangelio Juan 19,39), sino los jefes de los judíos por medio de sus servidores, quienes descendieron a Jesús (y a los otros dos crucificados con él).
 
Consecuentemente –como tales jefes eran enemigos acérrimos de Jesús y habían causado su crucifixión, según la tradición evangélica unánime– no le pudieron dar a Jesús una sepultura honorífica (enterramiento de lujo, con grandes cantidades de perfumes y ungüentos; sepultura donde nunca antes había sido sepultado otro), sino que muy probablemente enterraron a los tres en una fosa común, cavada en un terreno para inhumar malhechores, que existía en los alrededores de Jerusalén.
 
Por tanto, vuelvo a insistir en que el vocablo honorífico para tumba, sin más, utilizado por Hechos de Apóstoles, es claramente apologético, por tanto sujeto a duda, introducido dentro en una tradición poco favorable a Jesús.
 
Hay otros investigadores (como Javier López) que sostienen que el Gran Sanedrín de Jerusalén tenía unos funcionarios (que formaban un pequeño grupo, o “sanedrín”) encargados de enterrar a los malhechores que morían en Jerusalén, y que José de Arimatea pudo ser el jefe de esos servidores.
 
Opino que no se pueden conciliar la tradición de Mateo sobre el descendimiento y sepultura de Jesús con el texto de Hechos e Apóstoles 13. Y que  de cualquier modo, fueron los judíos quienes enterraron a Jesús, por lo que no pudieron darle en manera alguna una sepultura honorífica, sino común y propia de malhechores o sediciosos contra el Imperio, como lo eran los dos crucificados con Jesús,  a derecha e izquierda.
 
Así pues, mi conclusión (discutida por muchos) es que la historia de la tumba individual vacía no es auténtica y que no vale para probar la resurrección de Jesús.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Jueves, 7 de Octubre 2021
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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