CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

Vamos a analizar en esta nota y en algunas posteriores el empleo por parte de Jesús de la invocación a Dios como “Padre”. Ello nos valdrá para esclarecer un poco el sentido de la filiación divina que respecto a sí mismo tenía Jesús. Y, como es usual, el trasfondo de todas estas notas se halla en investigar si los Evangelios dejan traslucir la imagen de un Jesús humano que luego fue sublimada.

Un texto importante es Mc 8,38:

« Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. »

El sentido del pasaje es que Jesús, o el evangelista si se trata de un pasaje redaccional, establece una conexión entre la actitud que el ser humano adopta ante el Enviado divino que proclama la venida del Reino de Dios y la sanción futura en el Juicio final. Y, segundo, se afirma que Dios es el Padre (eterno) del Hijo del Hombre.

En una lectura rápida, y de acuerdo con otros pasajes evangélicos, el lector identifica a Jesús con el “Hijo del Hombre” y piensa respecta a la sanción futura lo que dice el capítulo 25 del Evangelio de Mateo respecto al Juicio final: él separará a las ovejas (buenas) de los cabritos (malos), que son condenados al fuego eterno (Mt 25,33.41).

Pero si se lee más despacio esta perícopa surge la primera duda: no es en absoluto clara la identificación de Jesús con el Hijo del Hombre. No se desprende en absoluto de sus palabras tal igualación. Más bien parece que una figura es Jesús, que proclama el Reino en la tierra y que recibe de sus oyentes diversas respuestas (creencia o increencia), y otra la figura del Hijo del Hombre que de acuerdo con esta actitud premia o castiga.

Es cierto que en el texto del Evangelio de Mateo, la identificación es total. Pero Mateo es posterior a Marcos y puede haber cambiado la tradición y la teología.

Tampoco es clara la identificación Jesús-Hijo del Hombre en el siguiente pasaje también del Evangelio de Marcos:

« “Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Y dijo Jesús: «Sí, yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo» (Mc 14,61-62)”. »

El Evangelista presenta la escena sin duda para que el lector haga la identificación. Pero la tradición primera que se trasluce por debajo del texto tal como está, parece también distinguir dos personas o figuras distintas: una es Jesús, el heraldo del Reino; otra el Hijo del Hombre sentado a la diestra de Dios.

Respecto a Mc 8,38, comenta así Schlosser, pp. 128-129 (recordemos que es un sacerdote católico):

« La precisión de que Dios es el padre del Hijo del Hombre es curiosa en sí misma e insólita en las tradiciones del Nuevo Testamento y en las judías; tal precisión parece tener la función de preparar la declaración divina de Mc 9,7 (la voz que se oye desde la nube en el episodio de la Transfiguración: “Éste es mi Hijo muy amado”), que da la impresión del proceder del redactor (= el evangelista). Sea de ello lo que fuere, Mc 8,38 supone la identificación clara y limpia de Jesús con el Hijo del Hombre y con el Hijo de Dios, lo cual implica que (tal declaración e identificación) proviene de la comunidad postpascual. »

Estas frases suponen, pues, que

• La declaración de que Dios es el Padre del Hijo del Hombre es extraña al conjunto de los Evangelios Sinópticos

• Que procede del redactor (Marcos) y que no pertenece a la primera tradición (= a nivel del Jesús histórico). Por tanto que no se puede probar que sea históricamente atribuible a Jesús.

• Que la voz divina de la Transfiguración (Mc 9,1ss) procede también del redactor; por tanto da a entender que esa escena no es situable en el ámbito de la vida del Jesús de la historia, sino que se encuadra en las ideas de redactor sobre Jesús. Con otras palabras que es el producto de una teología posterior.

• Que la identificación de Jesús con el Hijo del Hombre y con el Hijo de Dios (óntico, real, no metafórico), no procede de Jesús, sino de la comunidad primitiva (después de la Pascua en la que murió Jesús = “postpascual”) , que es la responsable de esta teología.

• Que el pasaje no vale para probar –al menos en este caso que Jesús llamó a Dios como Padre. Eso lo dice la teología posterior.

• Que Jesús no se identificó a sí mismo con el Hijo del Hombre, ni tampoco con Hijo de Dios en el sentido de la teología de sus seguidores.

Y todo ello afirmado por un intérprete católico en un libro editado por una editorial católica en España. Espero que los lectores obtengan la impresión de que los intérpretes no confesionales, independientes, cuando hacemos afirmaciones semejantes y con métodos analíticos semejantes, no piensen que estamos exagerando, que somos sesgados y que torcemos la inteligencia natural y de los textos evangélicos.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopiñero.es

Martes, 13 de Enero 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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