CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
¿Por qué los evangélicos / protestantes no admiten al Papa? (8-8-18) “Compartir (278) de 8 noviembre 2018.
Hoy escribe Antonio Piñero
 
Foto: Vaticano
 
Pregunta:
 
Perdone que le moleste, pero soy un católico centroamericano rodeado de evangélicos que me dicen, a veces burlándose, que eso del Papa no tiene fundamento alguno. Pero yo creo que está muy claro en San Mateo y en el Evangelio  de Juan. Y ¿Usted qué opina?
 
Respuesta:
 
Ya he escrito sobre el tema varias veces. Debería consultar el índice electrónico de Blogs y Facebook, que le paso a continuación: http://mynorte.com/cristoria   http://mynorte.com/cristoria/pyr.htlm
 
Brevemente, le respondo: el argumento de Mt 16,16-18 indica en primer lugar que lo que Jesús otorga a Pedro es un poder de perdonar… Pero resulta luego , en el mismo Evangelio, que Jesús concede ese mismo poder a toda la comunidad. No tiene nada más que contrastar Mt 16,16 con Mt 18,15-18.
 
Mt 16,16: “Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.» Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.  Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»”.
Mt 18, 15-18: “«Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que = todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.  Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.  «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo»”.
 
Me parece evidente, aun considerando auténtico, es decir, que proceda del Jesús histórico, el pasaje de Mateo, se ve claro que lo Pedro, en todo caso solo es un “primus inter pares”: el “primero entre iguales”, lo cual no autoriza que a pensar que –incluso por una evolución histórica—Pedro puede llegar a tener las prerrogativas temporales y espirituales que han tenido los papas a lo largo de la historia. Y modernamente menos: el catolicismo ha deducido de ahí el dogma de la infalibilidad papal cuando habla sobre cuestiones de moral y dogma… Naturalmente es demasiado deducir.
 
Y en segundo lugar, porque hay razones de peso para pensar que lo que transmite Mateo en 16,16-18 no procede del Jesús histórico. ES más que probable que se trate de un dicho de un profeta cristiano de la comunidad de Mateo, que habla pretendidamente en nombre de Jesús, y que se salvaguarda bajo el nombre de Pedro contra la preponderancia de las comunidades que se amparan bajo el nombre de Pablo. El texto no es más que el reflejo de una disputa sobre la preponderancia de los grupos posteriores a la muerte de Jesús sobre el mando de los cristiano divididos grosso modo entre el judeocristianismo y la el paulinismo.
 
Estas razones son:
 
1. Las presuntas palabras de Jesús  dirigidas a Pedro en el primer texto carecen de sentido en un Jesús que esperaba el fin del mundo de inmediato (trasfondo de Mc 9,1, por ejemplo). Y menos esta iglesia. Su idea del grupo era constituir un cuerpo de Doce seguidores que representara a las doce tribus de Israel; no otra cosa.
 
2. El apelativo “mi Iglesia” es impropio en labios de Jesús, puesto que Jesús es el mesías de Israel, según acaba de reconocer Pedro un momento antes Mt 16,15-16: “Les dijo: «Y vosotros ¿quién decís yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»”.
 
3. Porque el pasaje no está en el resto de los evangelistas. Parece imposible que una declaración de este calibre, nada menos que fundar una iglesia “semieterna” por parte de Jesús esté ausente del todo en los otros evangelios.
 
4. Porque el pasaje del Evangelio de Juan que se presenta como apoyo, indica sólo una respuesta a la triple negación de Pedro. Ciertamente lo constituye como un líder del grupo, sí, pero de nuevo un “primus inter pares”; de ningún modo como un papa, con sus enormes prerrogativas. El texto dice así:
“Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»  Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.».  Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas»”.
 
Además de este argumento, hay que decir que este pasaje del cap. 21 pertenece al Apéndice del Evangelio de Juan. Como se trata de una aparición del Jesús resucitado, no entra dentro del ámbito del Jesús de la historia. No pueden atribuirse las palabras dirigidas a Pedro como un mandato del Jesús histórico acerca de este discípulo como primado de los demás apóstoles.
 
Siento, pues decepcionarle, pero me temo que sus “amigos” evangélicos /protestantes, tienen razón, en cuanto a la iglesia. Pero que no se les ocurra tampoco argumentar que Mt 16,16-18 pertenece al Jesús histórico, aunque tenga otro significado.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.htm
Jueves, 8 de Noviembre 2018
“Sobre el estudio del Nuevo Testamento con los métodos de hoy”. “Compartir” (277) de 6 de noviembre 2018. Preguntas y respuestas  (6-11-18)
Hoy escribe Antonio Piñero
 
 Foto:  “Aproximación al Jesús histórico”
 
 
 PREGUNTA:
 
 
¿Qué me aconseja para aprender griego koiné, que es la lengua en la se escribió el Nuevo Testamento?
 
 
RESPUESTA:
 
 
 
Para empezar creo que lo mejor es  introducirse en el griego del Nuevo Testamento  con el libro de David Allan Black, "Aprenda a leer el griego del Nuevo Testamento", en español, traducción revisada por mí, y conseguible en Amazon. Luego, se puede leer una gramática más avanzada (hay varias que pueden rastrearse en Internet).
 
 
 
PREGUNTA:
 
 
Quisiera saber, a veces ha mencionado que el enfoque de la crítica histórica aplicado en la Biblia que usted comparte nació a mitad del siglo pasado, quienes son los autores que comenzaron y continúan con esta corriente? Ya yo buscaría sus publicaciones.
 
 
 
RESPUESTA:
 
 
 
Tiene Usted un libro mío, en el colabora el Dr. Jesús Peláez, en español (también está en inglés “The Study of the New Testament. A Comprehensive Introduction”, Deo Publishing, Leiden, 2001) que responde exactamente a su pregunta, y además hace un resumen amplio de las ideas de cada autor: “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, Edit. El Almendro Córdoba (hoy distribuido por Herder, Barcelona), 1996.
 
 
En el último libro que he publicado, “Aproximación al Jesús histórico” Madrid, Trotta, 2018,, hay algunos capítulos en los que he resumido lo más importante de la historia de la investigación, y de los métodos de la “Historia de las formas”, “Historia de la redacción”, “Crítica textual”, “Estudio sociológico del Nuevo Testamento”.
 
 
 
PREGUNTA:
 
 
Sr. Antonio adquirí su libro “Los cristianismos derrotados” por supuesto un excelente libro, mi pregunta de qué documentos se basó para sacar todas esas sectas cristianas primitivas.
 
 
 
RESPUESTA:
 
 
En el Nuevo Testamento sobre todo. Las colecciones de textos llamadas “Padres Apostólicos”, “Padres apologetas”. Hechos apócrifos de los Apóstoles; Evangelios apócrifos (todos editados por la B.AC.; y mi edición “Todos los Evangelios” (EDAF, Madrid), Textos gnósticos (colección de José Montserrat, en Biblioteca Clásica “Gredos” de 1998). Textos gnósticos de Nag Hammadi; obras de Clemente de Alejandría, Ireneo de Lyón y Tertuliano (en diversas editoriales). Comentarios hay en la “Patrística” de Johannes Quasten (B.A.C.), en las Historias de la literatura cristiana, como las de Philip. Vielhauer (Sígueme)  y otras, por ejemplo, la editada también por la Editorial B.A.C. “Historia de la literatura cristiana primitiva” de C. Moreschini y E. Norelli.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Martes, 6 de Noviembre 2018
¿Existe el original del primer evangelio (el de Marcos del año 60-70)? O, ¿de qué año es la primera copia de dicho evangelio y dónde se encuentra? (4-11-18)
 Hoy escribe Antonio Piñero
 
 Foto: Papiro Rylands 52
 
 
PREGUNTA:
 
 
Hola, tengo una duda que quizás usted me pueda resolver pues mis consultas en la red no han sido del todo exitosas.  ¿Dónde se encuentran las primeras copias o los "originales" de los evangelios? ¿De qué año datan?
Por ejemplo: ¿existe el original del primer evangelio (el de Marcos del año 60-70)? O, ¿de qué año es la primera copia de dicho evangelio y dónde se encuentra? ¿Cuál es el documento más antiguo que se conserva del Nuevo Testamento, independientemente de cuando haya sido escrito?
 
¡Muchas gracias!
 
 
RESPUESTA:
 
 
Todos los escritos del Nuevo Testamento tal cómo se imprimen hoy son copias de originales perdidos. No se han conservado los originales (denominados “autógrafos”) de los diversos libros del Nuevo Testamento, sólo copias. Si se hubiese conservado la primera edición de alguno de ellos en alguna iglesia o depósito eclesiástico o bibliotecario en general, bastaría consultarla para ver en qué se había separado cada copia de su modelo. Pero esto no es posible. Nuestro único acceso a ellos es a través de copias de copias más o menos cercanas a lo que salió de manos del autor.
 
Y de tales copias de copias de copias conservamos en su conjunto más de 5.000, sobre todo en pergamino, y entre ellas hay 129 papiros, algunos muy antiguos. El más antiguo es el Papiro 52, que contiene Evangelio de Juan 18,31-33.37-38, conservado en la John Rylands University Library de Manchester, que se cree del más menos 150 e.c. Y la obra datada con mucha verosimilitud, más antigua del Nuevo Testamento es la Primera carta a los tesalonicenses de Pablo de Tarso, fechada en el 51 e.c. Por tanto uno 20 o 25 años anterior a la composición el Evangelio de Marcos, el primero de todos.
 
 
A partir del estudio de este inmenso número de manuscritos, es decir, de los textos que presentan y sus variantes principales entre sí, los estudiosos reconstruyen el texto que se considera más cercano a los originales. El más prestigioso se designa como «Nestle-Aland, Novum Testamentum graece», publicado por la Deutsche Bibelgesellschaft, de Stuttgart en 2012, edición vigésimo octava.
 
 
Respecto a este texto hay que hacer varias observaciones:
 
 
Primero: el texto de N-A se retrotrae al estado textual que cada una de las obras del Nuevo Testamento podría tener en torno al año 200, como mucho. Así que entre la fecha de la 1 Tesalonicenses, y el texto que poseemos hoy median 150 años; y ese lapso de tiempo no puede acortarse.
 
 
Segundo: entre esta fecha de composición de 1 Tesalonicenses y el texto del Evangelio de Marcos y el momento en el que fue declarado más o menos sagrado, o canónico (la historia de este acto es oscurísima) hacia el año 200, todos los textos del Nuevo Testamento de hoy fueron manipulados o editados de alguna manera.  Fue cambiado, por tanto.
 
 
Tercero: este texto del Nuevo Testamento, tal cual ha sido reconstruido por N-A, no se encuentra estrictamente así en ningún manuscrito que haya llegado a nuestras manos hasta hoy, sino que es una reconstrucción teórica del posible original.
 
En cuarto lugar: los manuscritos que poseemos son el resultado del azar histórico, pues sin duda hubo otros, a priori también buenos, que resultaron destruidos en guerras, incendios u otros percances más o menos fortuitos.
                                
 
A pesar de estas advertencias, sin embargo, podemos estar relativamente seguros de que se ha reconstruido un texto bastante parecido al de los originales. Y ello por la razón de que poseemos textos de autores cristianos primitivos cuyas obras, que citan partes del Nuevo Testamento, no entraron en el canon de libros sagrados, pero que escribieron antes de esa fecha y esas son bastante parecidas al texto que se ha reconstruido científicamente hoy día.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Domingo, 4 de Noviembre 2018
¿En qué creen los modernos “judíos mesiánicos”? “Compartir” (275) de 2 de noviembre 2018. Preguntas y respuestas (2-11-18) (275)
Hoy escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Judíos mesiánicos de hoy día
 
 
PREGUNTA:
 
 
 
Estoy adentrándome al origen histórico del judaísmo, no soy judío ni siquiera persona de fe, solo por saber los antecedentes históricos y no me fío de fuentes religiosas del judaísmo, ya que el punto de vista de un judío siempre lo veo encaminado a defender su postura sobre el estado de Israel, que hay es otro tema que también adentrare en su momento. El interés me surgió porque acá en México, están muy populares una religión llamada judíos mesiánicos, que he platicado con judíos y no aceptan a este otro grupo religioso, ya que la otra postura es que los judíos mesiánicos están con su "fe" en ser el pueblo perdido de Israel, que por saber más de ellos y sobre sus orígenes y la opinión de un experto como usted. Ya que busco una orientación sin dogma de fe.
 
 
RESPUESTA:
 
 
 
Los judíos mesiánicos, es decir, que son judíos, observan la ley de Moisés completa se sienten el verdadero Israel, pero que a la vez creen que   el mesías ha venido ya y que es Jesús de Nazaret, es un movimiento relativamente moderno, del siglo XIX, y cuenta en todo el mundo –según se cree– con unos 350.000 fieles.
 
 
En su página web (consulte Internet) hay un buen resumen de sus creencias, que yo a mi vez resumo porque creo de interés para los lectores. Son las siguientes:
 
 
Dios es el Creador y dirigente de todos los seres y Él es quien por sí solo hizo, hace y hará todas las cosas.
 
 
La palabra de Dios no está solo en la Biblia hebrea, sino también en el Nuevo Testamento. Ambos conjuntos de textos son la palabra inspirada e infalible de Dios. El Nuevo Pacto no anula ni sustituye al Pacto Mosaico, sino que lo amplía.
 
 
Es Dios único se ha manifestado como Abbá (Padre), Ben (Hijo) y Ruaj haKodesh (Espíritu Santo); y Él es el único digno a quien hemos de dirigir nuestra adoración, a nadie fuera de Él, pero  no creen en la trinidad católica ni directa ni indirectamente. En todo caso en una suerte de “binidad”, tal como he expuesto en la Aclaración sobre la naturaleza del Mesías, en mi obra “Guía para entender a Pablo”, segunda edición 2018, Trotta, Madrid.
 
 
Dios se manifestó a los hombres en forma corporal en Yeshúa, Jesús de Nazaret que es el Mesías
 
 
Yeshúa/Jesús es de algún modo un ente divino. Creen en su nacimiento de una virgen, en su vida sin pecado, en su ministerio y milagros, en su muerte redentora, en su resurrección corporal, en su ascensión a la diestra del Padre celestial.
 
 
Yeshúa/Jesús es el Mesías, hijo de José, y que fue un mesías sufriente; creen en su primera venida, quien con su muerte y resurrección inauguró el Pacto Renovado prometido en Jeremías 31:31 y Daniel 9: 26, 27.
 
 
 Yeshúa/Jesús es el Mesías davídico, Mesías Rey. Creen en su pronto regreso, cuando este pacto hallará su perfecta y completa expresión.
 
 
Yeshúa, el Mesías, es el único camino provisto por Dios para la salvación tanto de judíos como de los gentiles.  La “justificación” ante Dios (es decir, que estos los declare “justos” y elimine la etiqueta de “pecadores”) de los judíos y de los gentiles siempre ha sido y siempre será por medio de la fe. Nuestras “obras fruto de la Fe” son aquellas acciones correctas producidas como resultado de nuestra fidelidad amorosa al Dios de Israel y a su Mesías, Yeshúa.
 
 
Creen en la resurrección de los muertos que son los justificados por Dios y admitidos para las vida eterna. Los impíos, por el contrario, están destinados a vergüenza y confusión perpetua.
 
 
Dios no ha desechado a su pueblo Israel, por el contrario, todo creyente en Yeshúa ha Mashíaj, sea de origen judío o gentil, ahora es el remanente fiel de la casa de Israel.
 
 
Esto es un breve resumen de sus creencias, repito, tomado de ellos mismos.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
Viernes, 2 de Noviembre 2018
Precisiones sobre la concepción de Jesús por María. “Compartir” (274) de 31 de octubre  2018. Preguntas y respuestas.
Hoy escribe Antonio Piñero
  
Foto: Raymond E. Brown
  
PREGUNTA:
  
 Soy un estudioso de las Escrituras desde su concepto histórico que considero muy importante para tener un información más acertada con respecto a lo que está en las Escrituras….y mi duda es la siguiente, con respecto a la “virginidad de María”, video que lo he visto en repetidas ocasiones, y es que no llego a comprender, perdone mi ignorancia, como fue dentro del casamiento hebreo de la época, la concepción.
 
 
Entiendo que fue el esperma de José y que el Espíritu Santo actuó sobre el óvulo de María o Miriam, pero entendiendo lo que es el Nisuim y el Erusim, porque se dio la relación entre ellos para consumir el acto sexual si en la mayor parte de las lecturas que he hecho en distintos escritos, principalmente rabínicos, no se consumaba el acto hasta pasado el año.
 
 
 
RESPUESTA:
 
 
La cuestión que Usted plantea no interesa a la historia, y menos a la filología, porque loa primeros capítulos de los Evangelios de Mateo y de Lucas se mueven dentro del ámbito de la pura teología, o de la leyenda y de las concepciones sobrenaturales de los antiguos, todas míticas.
 
 
Segundo: hasta los eruditos católicos, por ejemplo R. E. Brown, en su obra, “El nacimiento del Mesías”, de Editorial Cristiandad, Madrid, 1982 (todavía accesible)  llegan a pensar que lo que quiere en el fondo decir la leyenda es que María tuvo relaciones con José, su marido, antes de tiempo, que Jesús fue ilegítimo, y que la historia de la concepción virginal se construyó en el cristianismo primitivo para "arreglar" esa realidad y magnificar de paso al Mesías.
 
 
PREGUNTA:
 
 
Quiero de antemano comentar que la conferencia que he visto sobre su libro de “Guía para Entender a Pablo” de Tarso, me pareció muy centrada y con muy buenas conclusiones sobre el pensamiento de Pablo. Me queda Claro que la mayor parte de información, discusiones, discrepancias fue con el grupo judeo-cristianos de Jerusalén dirigido por Santiago. Sin embargo, me gustaría conocer que opinión tenía el grupo de fariseos sobre pablo, ya que el Libro de los Hechos menciona por boca de Pablo "Estudié bajo la dirección de Rabí Gamaliel\", nieto de Rabí Hillel.
 
 
Mi pregunta es: ¿Existe alguna postura del Judaísmo Rabínico, alguna mención, o información sobre este personaje Pablo de Tarso? ¿Existe algún documento del Talmud o escrito judío sobre discusiones de Rabinos con Pablo? ¿El historiador Flavio Josefo hace alguna referencia con respecto a quién fue Pablo?
 
 
 
RESPUESTA:
 
 
No tenemos ningún documento estricto del grupo de los fariseos sobre Pablo. y/Y tampoco, que yo sepa, una declaración expresa del judaísmo rabínico sobre la teología de Pablo o su persona, que yo sepa. Y si la hay, quizás algún lector pueda señalármela. Sí sabemos que los cristiano paulinos eran quizás el objetivo de la “Duodécima Bendición” de la plegaria llamada “Shemoné Esré” (la Dieciocho bendiciones) que tienen que rezar los judíos todos los días, iba dirigida en especial contra los herejes cristianos de esta rama. Y sabemos también por los fragmentos, o escasas obras, que quedan de la literatura judeocristiana, como la literatura Pseudoclementina, que Pablo era considerado un pseudo profeta y un traidor al pensamiento de Jesús y del judaísmo en general por su doctrina sobre la ley de Moisés (aunque esto se debe a que muy pronto se perdió el buen entendimiento de las cartas de Pablo).
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Miércoles, 31 de Octubre 2018
“El reino de Dios está dentro de vosotros ¿O “estará”? “Compartir” (273) de 28 de octubre de 2018. Preguntas y respuestas.
Hoy escribe Antonio Piñero
 
 
Foto:  Símbolo del Reino de Dios
 
 Le he escuchado decir muchas veces que para los primeros cristianos al igual que para Jesús, la venida del Reino de Dios estaba a la vuelta de la esquina o que llegaría en 10 minutos. Entiendo que es una exageración para dar a entender el punto de que lo veían como algo de plazo casi inmediato, pero me gustaría saber si de acuerdo con tus estudios puedes asignar un rango de tiempo más claro, es decir,  dentro de ese mismo año, o antes de que pasara esa generación de personas o cualquier otra referencia que nos ayude a entender el por qué era algo que estaba por venir de forma inmediata. Además me confunde que en otro texto diga Jesús “El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros” (Lucas 17:20-21)."
 
Ojalá puedas darme un poco de luz sobre estos dos temitas. Gracias de antemano. Saludos desde México
 
 
 
Respuesta:
 
 
No se puede decir nada exacto ni precisar nada, solo que era “inmediato”, porque no hay texto. Y no podemos hacer hipótesis sin textos fiables. Incluso el texto de Mt 24,33-35: “Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”, es probablemente un producto no del Jesús de la historia, sino de un profeta cristiano que anima con ello a gentes preocupadas por el retraso de la parusía.
 
 
A tenor de lo que pensaba Pablo (1 Tes 4,13-17) ese final sería ciertamente en su propia generación.
 
 
Y en cuanto a Lc 17,21: es un texto único en los Evangelios y probablemente amañado, o pronunciado por un profeta cristiano y adosado a Jesús. Vea el contexto: está dirigido los fariseos! Es imposible que el Jesús de los Evangelios, y menos el Jesús histórico, diga que el reino de Dios de está dentro de los fariseos, y además que es puramente interno, no material. Lo que diría probablemente el texto primitivo, si lo hubo, es que el “reino de Dios  está a vuestro alcance, a vuestra disposición (mediante el arrepentimiento)…” , pero nada más.
 
 
Fíjese, además, en el texto completo de esta sección…¡está repleto de verbos en tiempo futuro!
 
 
“Dijo a sus discípulos: «Días vendrán en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. Y os dirán: “Vedlo aquí, vedlo allá.” No vayáis, ni corráis detrás.  Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su Día. Pero, antes, le es preciso padecer mucho y ser reprobado por esta generación. «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca; vino el diluvio y los hizo perecer a todos.  Lo mismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían;  pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo perecer a todos. 0 Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste. 1 «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot. Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro dejado;  habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.» Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?» El les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se reunirán los buitres» “. 
 
 
 
Por tanto, es más pue posible que en la frase el “el reino de Dios está (a vuestra disposición)…”  el presente “está” sea “un presente por futuro”, como cuando digo “Esta tarde voy al cine”.
 
 
Con otras palabras, Lc 17,21  no es prueba alguna de que, según el Jesús de Lucas el reino de Dios ya ha venido.... No es así, sino que VENDRÁ, en el futuro.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
Domingo, 28 de Octubre 2018
El pensamiento de la modernidad y la Ilustración, ¿depende solo de la influencia del cristianismo?  (25-10-2019 (1024)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Jürgen Habermas, como teórico de los cambios sociales y de pensamiento
 
 
Me escribe un lector lo que sigue:
 
 
Soy un impenitente seguidor de sus trabajos y de algunos de sus libros. Solo quería molestarle en una cuestión de la que he tenido la sensación, de no tenerla aclarada por su parte o bien, la tiene diáfanamente expuesta, pero yo no he podido o sabido acceder a la misma.
 
 
En una ocasión leí una afirmación suya que consistía, en que la Modernidad o la Ilustración eclosionó en la historia de la humanidad gracias a la influencia ejercida por el cristianismo. En esa proposición me dio la impresión que de lo se trataba era, de defender que el pensamiento cristiano era una creación pura del propio Jesús y sus seguidores y cuyo único y posible influjo vendría, de su propia raíz judía.
 
 
Hace un tiempo en la segunda parte y en los últimos párrafos de la crítica que le hizo a  "El otro legado de Jesús" ponía en duda la influencia en Jesús o en el judeocristianismo, de las filosofías del Lejano Oriente. Pero sin embargo, estaba abierto a contemplar los influjos sapienciales del Cercano Oriente desde Persia hasta Egipto.
 
 
Lo extraño para mí ha sido, que usted no haya destacado en ambos casos la influencia del pensamiento griego y en concreto la de los epicúreos, cínicos y estoicos, en toda la ideología religiosa judía y de rebote, en el pensamiento de Jesús y en sus seguidores. Hago excepción del ciudadano Pablo de Tarso que como usted brillantemente explica, estaba bien formado en las tradiciones judías pero también bien influenciado por la cosmovisión grecorromana. 
 
 
Este reconocimiento de la influencia del pensamiento griego, concedería todo el mérito de los distintos saltos cualitativos de la humanidad como el Renacimiento, Ilustración y la Declaración Universal de los derechos del hombre con lo que el cristianismo, sería solo el transportin de aquél inmenso saber griego  Seguramente si lo habrá tenido en cuenta y se me disiparían así, todas mis dudas. Pero de no haberlo hecho, sí que me gustaría conocer sus razones.
 
 
Muchas gracias, Profesor y disculpe mi impertinencia
 
 
RESPUESTA:
 
 
 

He dedicado un libro entero, en colaboración con otros colegas, “Biblia y Helenismo” (EL Almendro, Córdoba, 2006, distribuido ahora por la editorial Herder, a la influencia del pensamiento griego en el cristianismo.  Y ahí queda clara bien clara esa inmensa influencia de tal pensamiento en general en la formación del cristianismo a través de Pablo y de sus discípulos que en ética, por ejemplo, asimilaron todo lo bueno que tenía el pensamiento estoico. Y ciertamente, defiendo que a través de un judaísmo evolucionado, el cristianismo recibió influencias de la teología egipcia (sobre todo lo referente a la encarnación de la divinidad en un ser humano) y del pensamiento persa/griego (a través del zoroastrismo y los órficos) en materia de concepción del ser humano y de la vida post mortem.
 
 
 
He defendido también que el Nuevo Testamento como corpus, es un producto de un pacto de la Gran Iglesia paulina con otras ramas del cristianismo naciente que aceptan su ideario básico sobre el sentido de la redención, y el acto de ella, la muerte del Mesías en la cruz y su resurrección.
 
 
He escrito igualmente en un artículo en inglés, hace tiempo (está en Academia.edu) que la teología cristiana es griega o no es:
 
 
“On the Hellenization of Christianity: One example: The Salvation of Gentiles in Paul”, en A. Hilhorst – É. Puech – E. Tigchelaar, Flores Florentino. Dead Sea Scrolls and Other Early Jewish Studies in Honour of Florentino García Martínez, Brill, Leiden, 2007, 667-684. ISBN 978-90-04–16292-1
 
 
Y respecto a la evolución de la humanidad hasta llegar a la Revolución Francesa y la Declaración universal de los derechos humanos, no niego la influencia del pensamiento grecolatino desde el Renacimiento. Ni muchísimo menos. –el pensamiento griego fecundó totalmente el cristianismo primitivo y luego el renacimiento. O mejor el pensamiento griego a  través de los latinos, por ejemplo, Lucio Anneo Séneca. Pero sí afirmo que todo se fue filtrando a través de un cristianismo “laico” que había ignorado los dogmas, y que había convertido el cristianismo en un humanismo. Sin más.
 
 
Ese sustrato se halla –en mi opinión– en todos los movimientos sociales de mejora de la vida humana, de la concepción del hombre, etc., porque todos los pensadores laicos que han impulsado el movimiento que ha llevado a la declaración de los derechos humanos han tenido una formación cristiana de pequeños; eran culturalmente cristianos y no budistas o islámicos o sintoístas, etc. Todos los movimientos sociales se han generado en Occidente.
 
 
 
Ahora bien, en exposiciones orales, de radio, etc. donde dependo de la pregunta de alguien, he destacado más un aspecto que otro… sin negar lo que no cito.
 
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 25 de Octubre 2018
La iglesia de finales del siglo I y el primado de Pedro (23-10-2018) (y II) (1023)
Escribe Eduardo Prado, desde México (y Antonio Piñero)
  
 
Termino hoy esta contribución de nuestro amigo mexicano, que he reordenado:
 
 
 
IV. Algunos ejemplos más: Barbara E. Bowe, A Church in Crisis, (Minneapolois: Fortress Press, 1988):
 
 
“Sin embargo, no hay indicación a partir del texto de 1 Clemente, de que tenía lugar en Roma un episcopado monárquico, o de que Clemente fuese el obispo. Por el contrario, el hecho de que la carta de Ignacio a los Romanos (la única entre todas sus cartas) no mencione a un obispo, junto con el hecho de que Hermas (Vis. 2.4.2) hable de ancianos (episkopoi) que están a cargo (proisthmi) de la iglesia de Roma, es un fuerte indicador de que la estructura monárquica era desconocida en Roma antes de mediados del siglo segundo. Como voy a argumentar en este estudio, por lo tanto, 1 Clemente es una carta escrita de iglesia a iglesia y no lleva consigo ninguna demanda [claim] especial de superioridad eclesiástica” (p. 2)
 
 
V. Raymond E. Brown, Antioch & Rome, (London: Geoffrey Chapman, 1983); Francis A. Sullivan, From Apostles to Bishops (New York: The Newman Press, 2001).
 
 
“Una generación anterior de eruditos católico romanos suponían que la práctica del obispo único ya existía en Roma en los años 90 [del primer siglo d.C.] o antes; y ellos opinaban que, como cuarto papa (tercero desde Pedro), Clemente ejercía la primacía del obispo de Roma al dar instrucciones a la iglesia de Corinto. El hecho de que Clemente no use su propio nombre o que hable de manera personal debió haber puesto en duda esa teoría desde el principio, de no haber habido ninguna otra evidencia en contra de ésta. Como lo afirmó el libro ecuménico Pedro en el Nuevo Testamento (elaborado por católicos y protestantes conjuntamente), la conexión entre la función Petrina en el siglo primero y una primacía romana totalmente desarrollada, requirió varios siglos de desarrollo” (pp. 162-163)
 
 
Otra cita del mismo libro:
 
 
“¿Significa esto [el hecho de que haya otros testimonios tempranos de que la Iglesia de Roma escribía cartas a otras iglesias] una primacía de la iglesia romana aun si ésta no estaba conferida [invested] en un solo obispo? Cualquier comunidad cristiana (especialmente una comunidad preeminente con una herencia apostólica) pudo haber tenido el derecho en Cristo de corregir a otra comunidad, pero de hecho Roma parece haber ejercido este derecho con mayor frecuencia que cualquier otra iglesia del periodo y parece que sentía que tal ejercicio era algo esperado. Esto ha llevado a algunos a hablar de una primacía de facto, no de iure; pero ni “de facto” ni “primacía” puede ser la palabra que haga justicia a esta situación” (p. 165).
 
 
 
Hay otros autores que abundan en esta misma opinión. Los siguientes:
 
 
 
VI.  Horacio Lona (Introducción a la historia de la literatura cristiana en los tres primeros siglos (Buenos Aires: Claretiana, 2012) y, claro está, su comentario en alemán a 1 Clemente:
 
 
Cualquier intento de hacer de Clemente un obispo, fracasa frente al hecho de que en el siglo primero no hay en Roma ningún tipo de obispado monárquico. Clemente no pudo haber ocupado un cargo que aún no existía. La denominación del remitente de la carta […] es significativa: la que escribe es la comunidad romana. La autoridad que se adjudica al intervenir en un problema de otra comunidad, no se deriva del autor de la carta, sino del hecho de que la comunidad está en Roma, la capital del imperio. (pp. 14-15) […] En orden a evitar proyecciones en el pasado de concepciones eclesiológicas posteriores, conviene considera la intervención de la comunidad de Roma en el conflicto de Corinto no como expresión de un primado jurídico-disciplinar, sino de la corresponsabilidad fraterna que supera los límites de la iglesia local” (p. 17).
 
 
VII. Enrico Norelli, Historia de la literatura cristiana antigua griega y latina Vol I, (Madrid: BAC, 2016):
 
 
“La carta no prueba todavía que Roma se atribuya la autoridad de inmiscuirse en los asuntos de otras iglesias, más bien al contrario el lenguaje y la amplitud de los temas tratados demuestran precisamente que Roma no podía reclamar ningún derecho; pero el texto es sin duda alguna un documento de la voluntad de la comunidad romana de intervenir en las otras iglesias para conservar en ellas condiciones correspondientes a sus propios intereses” (p. 120).
 
 
 
VIII. Francis A. Sullivan, From Apostles to Bishops The Development of the Episcopacy in the Early Church (New York: The Newman Press, 2001):
 
 
“La iglesia de Roma escribió esta carta [1 Clemente] para exhortar a los corintios a que terminaran con los conflictos y restauraran la armonía que habían perdido. En el pasado, los escritores católicos interpretaron esta intervención como un ejercicio temprano de la primacía de Roma, pero ahora por lo general se reconoce como la clase de exhortación que una iglesia le dirigiría a otra [iglesia] sin ninguna pretensión de [tener] autoridad sobre ésta” (p. 91).
 
 
“Por lo que se refiere al autor de la carta, como se ha dicho, Clemente no es mencionado en ella; aparee como obra de la comunidad romana (¿de parte de las comunidades cristianas de Roma?), aun cuando el estilo y la unidad de pensamiento presuponen la personalidad de un autor, que podría haber sido un Clemente, miembro de la prestigiosa iglesia: en todo caso no “papa”, ya que en Roma en este período, no hay episcopado monárquico, sino dirección colegial de presbíteros/obispos (las listas de sucesión episcopal conocidas por Hegesipo e Ireneo son una creación del siglo II)” (p. 121).
 
 
Pero otros estudiosos son ambiguos y no entran al problema de fondo como el Cardenal John W. O’Malley (Historia de los papas Desde Pedro hasta hoy[Santander: Sal Terrae, 2011]).
 
 
 
Johannes Quasten en su Patrología vol 1, es un caso bastante excepcional. Pero otros, la aplastante mayoría, diría yo, son claros en que 1 Clemente no puede fundamentar la tradicional interpretación de que Clemente estaba interviniendo como un Papa en los asuntos de Corinto, pues para empezar ni siquiera era un obispo monárquico.
 
 
 
En otras palabras, ya no se interpreta “en general” que 1 Clemente muestre que la Iglesia de Roma “tenía ya el primado”. Sólo un cierto perfil de teólogos católicos contemporáneos siguen afirmando tal cosa y son minoría, académicamente hablando. Curiosamente son personas relacionadas con agrupaciones como el Opus Dei, por poner un ejemplo, José Orlandis (El Pontificado Romano en la Historia, [Madrid: Palabra, 2003]).
 
 
 
Espero que estas citas ilustren algunas de las razones, hay más, por las que ya no se puede sostener la vieja interpretación de 1 Clemente».
 
 
Saludos cordiales de Enrique Prado desde México (y de Antonio Piñero).
 
 
 
 
Martes, 23 de Octubre 2018
Sobre el primado de Pedro en la iglesia de finales del siglo I  (1022) (21-10-2018) (I)
Escribe Eduardo Prado, desde México (y Antonio Piñero)
 
 
«Estimado amigo:
 
 
Acabo de leer su respuesta en su blog de Periodista Digital a la pregunta sobre si Pedro fue el primer Papa.
 
 
Lo cito a usted de su blog: “Y en general esta carta [1 Clemente] (de fecha muy dudosa) se interpreta como que la Iglesia de roma a finales del siglo I tenía ya el primado ya que se atreve a corregir nada menos que a la Iglesia de Corinto. El título de la carta entre corchetes es mío, pero es muy claro que usted se refiere a 1 Clemente».
 
 
Yo respondí:
 
 
 
«Cuando digo "en general" porque estuve hablando con un alumno de la Escuela de Teología de Málaga (o quiera llamarse) y a una me indicaron que se seguía enseñando que 1 Clemente era una cierta prueba de primado puesto que Roma tenía la sede episcopal más antigua de la cristiandad y porque se atrevían a intervenir en Corinto, exigiendo una cierta obediencia».
 
 
Continúa Eduardo Prado:
 
 
«A mí me ha interesado mucho este tema y por eso lo he investigado. Un estudio particularmente interesante es la tesis doctoral del sacerdote alemán John Fuellenbach, Ecclesiastical office and the primacy of Rome (Washington: The Catholic University of America, 1980). Obra que el destacado biblista Raymond E. Brown llamó, elogiosamente, un tratado enciclopédico sobre el estado de la investigación católica y protestante acerca del testimonio de Clemente romano para fundamentar la primacía de Pedro.
 
 
Ahí van los textos de este autor y de otros:
 
 
I.  Según ya constataba Fuellenbach en 1980, los eruditos católicos del siglo XX ya tenían tiempo de haber abandonado esa interpretación pro papal, o pro primacial. Pienso que dos trabajos en particular marcaron el punto de inflexión en este asunto. He aquí los textos de John Fuellenbach (Ecclesiastical office and the primacy of Rome. An Evaluation of Recent Theological Discussion of First Clement, (Washington: The Catholic University of America Press, 1980):
 
 
“El efecto positivo del desafío de Cauwelaert a una afirmación del primado en 1 Clemente parece haber sido, como Altaner ya muestra con claridad, que los autores católicos llegaron a ser más cautos en su evaluación de tal afirmación en esa carta” (página 79)
 
“Pero debe señalarse que ningún erudito católico serio desde Altaner ha afirmado que la carta es una ‘aseveración categórica’ o una ‘afirmación explícita’ de un primado romano. Todo lo que presenta es un ‘despertar’, o una ‘primera insinuación’, o una ‘indicación indirecta’ de una afirmación expresada posteriormente de tal primado”. (Ibíd. Página 115)
 
 
II.  El artículo de Robert van Cauwelaert “L’Intervention de l’Église de Rome à Corinthe vers l’an 96,” en Revue d'histoire ecclésiastique, 31, 1935, pp. 267-306,
 
 
“No es éste un sentimiento muy natural en una comunidad donde la conciencia de la solidaridad cristiana, la preocupación por la piedad y por la justicia, por el buen nombre de los hermanos y el honor de su Dios delante de los paganos y de los judíos ocupaban un lugar tan grande, ante este futuro de persecución? Hace referencia a 1 Clemente 63,4” (página 275).
 
 
“Pero el único deber del que los romanos se muestran expresamente conscientes, es el de la solidaridad cristiana. Por lo demás, si la Iglesia de Roma se disculpa aquí por su tardanza, en otro lugar se disculpará por presentar ciertas reprimendas y se esforzará en hacer olvidar que es ella la que se ha hecho portavoz de la crítica. ‘Os escribimos esto, nuestros bien amados, dice ella, no solamente para advertiros sino aun como un recordatorio para nosotros mismos, puesto que estamos puestos en la misma arena, y la misma lucha nos espera a nosotros’” (Ibíd., página 277).
 
 
“En el escrito de Clemente, la Iglesia de Roma se confunde con la de Corinto. En medio de ellos, los corintios escucharon la voz [del escritor] que hacía el examen de conciencia común y repetía con gravedad las palabras de Dios que ellos amaban. Este plan de igualdad, Clemente no lo retira ni por un instante” (Ibíd., página 279).
 
 
En la tercera parte de su artículo, Cauwelaert (pp. 282-306) echaba mano de los descubrimientos arqueológicos recientes en aquel entonces para demostrar que las ciudades de Roma y Corinto estaban estrechamente vinculadas por razones culturales y políticas: la Corinto de la época de Clemente, no era la ciudad griega de la antigüedad (pues fue destruida y abandonada por mucho tiempo), sino el resultado de una reconstrucción y colonización por parte de los romanos en el año 44 a.C.
 
 
III.  El artículo que acabamos de citar tuvo un efecto desdogmatizante en Berthold Altaner en las diversas ediciones de su Patrologie (que por cierto fue mal traducida en su sección dedicada a 1 Clemente en la edición española de Espasa Calpe, y también en las traducciones italianas, y la primera francesa, pero no así la inglesa de Hilda C. Graef ni en la traducción-ampliación al francés de Henri Chirat). Berthold Altaner escribe en Patrology, (New York: Herder and Herder, 1960), pp. 100-101. Traducción de Hidla C. Graef:
 
 
 
“La Iglesia de Roma procura reconciliar a los partidos en Corinto sin que se le haya solicitado que lo hiciera. (47, 6-7). Es cierto, no podemos leer en toda la carta una intervención precisa y directamente autoritativa que pusiera a la iglesia hermana bajo una obligación jurídica. Este proceder de la Iglesia de Roma – Clemente mismo en ningún lado juega un papel inmediatamente activo – puede ser parcialmente explicado por la vigilancia del cristianismo primitivo y por el cuidado que las Iglesias tenían unas por las otras, también por las relaciones políticas y culturales especialmente estrechas que existían entre Corinto y Roma, ya que la primera había sido nuevamente fundada como colonia romana (44 a.C.). Sin embargo, esto puede ya prefigurar el espíritu, el poder y la pretensión de Roma a una posición especial entre todas las demás comunidades de la katholiké ekklesía (Ignacio., Esmirnenses 8:2); cf. 59.1 f.; 63,2. La especial estima en que se tuvo a esta epístola en una época tan temprana como el siglo segundo señala en la misma dirección”.
 
 
Saludos cordiales de Enrique Prado desde México (y de Antonio Piñero)
 
 
Domingo, 21 de Octubre 2018
El otro legado de Jesús. Una lectura en clave oriental de la Carta de Santiago (1021) (18-10-2018)
Escribe Antonio Piñero
 
 
El título de esta postal es también el de un libro. Su autor es Joaquín Riera Ginestar, licenciado en Geografía e Historia y Profesor de Enseñanza secundaria en la especialidad de ciencias sociales. Ya he comentado un par de obras suyas sobre el Evangelio de Tomás copto en el que intenta llegar a un estrato profundo de la enseñanza original de Jesús a través de un análisis del texto copto de este evangelio apócrifo muy importante.
 
 
La ficha completa del libro: Editorial Almuzara, 203 pp. 14x24 cms. ISBN: 978-84-17418-90-8. El libro presenta en primer lugar un esbozo biográfico de Santiago, el hermano del Señor, según Gal 1,19 (citado luego en también, pero sin el apelativo, en Gal 2,9.11 y Hch 15,13ss. Trata también el autor brevemente las relaciones de los dos judeocristianismos principales de los primeros momentos de lo que luego sería el cristianismo: el de la comunidad de Jerusalén y el formado por los grupos paulinos; dibuja también con brevedad los rasgos principales del Jesús histórico en contraste con la teología el Cristo celestial paulino; echa una breve ojeada a la historia para constatar la derrota física de los judíos ante Roma (Gran Revolución del 66-73 d. C.) y cómo eso llevó la desaparición física de muchos judeocristianos y el consiguiente triunfo del paulinismo, aunque solo fuera porque el campo había quedado libre.
 
 
Dentro de  este ámbito preparatorio, antes de introducirse en la lectura en clave oriental de la Carta de Santiago del Nuevo Testamento, hay también una importante tarea por parte del autor para desbrozar el camino hacia tal lectura, muy enriquecedora desde su punto de vista. Así estudia la Carta de Santiago en sí, su género literario (Carta, o más bien un tratado sapiencial de moral), la cuestión de si pudo ser realmente un texto redactado por el hermano de Jesús y –si así fuere– si es el documento más antiguo del cristianismo.
 
 
Luego procede Riera Ginestar a introducir al lector en las posibilidades de un contacto cultural del Israel de la primera parte del siglo I con la espiritualidad oriental que procede de tierras al pie del Himalaya. La respuesta del autor es clara: “Jesús (y por tanto las enseñanzas que recoge su hermano) no estuvo en el Himalaya físicamente…; pero cultural y espiritualmente, sí” (pp. 81-92). Su conclusión es la siguiente: está comprobada “la secular influencia cultural sobre la zona geográfica de Israel de los pueblos, religiones y filosofías asiáticas, un influjo especialmente notable en Galilea, patria de Jesús y de Santiago. Por ello no es difícil imaginarse a un rabino galileo, constructor de oficio, adquiriendo nociones de filosofía oriental a través sobre todo de los libros sapienciales hebreos  (Eclesiástico/Sirácida, Tobías, Eclesiastés/Qohelet; Sabiduría, Proverbios, Job, etc.), pero también del trato con sus clientes gentiles de origen asiático, y trasladando la esencia de esas enseñanzas universales a su predicación del reino de Dios. Unas enseñanzas reformuladas y recogidas de manera sintética, tras la muerte de Jesús, por su hermano Santiago, líder de la iglesia nazarena de Jerusalén hasta el año 62 d. C., en un documento judeocristiano de raigambre sapiencial oriental, la Carta de Santiago” (p. 92).
 
El libro procede luego a esbozar sintéticamente las características básicas de las filosofías y religiones orientales, y a señalar los ecos de ellas en la Carta de Santiago, que el autor resume en tres ideas: A. “Fe en algo trascendente y superior”; B. Fe en una realidad o sustancia espiritual aparentemente individual, que procede lo siempre permanente, que está presente en el ser humano y que de algún modo pervive más allá de la muerte; y C. Voluntad de unión (re-unión o re-integración) de la sustancia espiritual aparentemente individual o personal con  la sustancia espiritual superior.
 
 
El libro continúa con la versión en clave oriental de la Carta de Santiago dividida en sesenta y seis máximas (en número romanos), con la referencia exacta a la Carta original, en números arábigos. Finalmente, el autor ofrece una versión “del texto original de la Carta de Santiago, fruto de un laborioso cotejo de las diversas traducciones del griego disponibles en castellano e inglés” (p. 121),  a lo que añade dos apéndices: I. Paralelos entre la Carta de Santiago y la tradición sinóptica, la Fuente Q. En las “Notas” hay mucha discusión histórica sobre temas interesantes de interpretación del Jesús histórico, del pensamiento judeocristiano o paulino y sobre temas de ulterior conexión entre el pensamiento de la Carta de Santiago y la filosofía oriental.
 
Y ahora mi juicio sobre este trabajo. En primer lugar reconozco el esfuerzo loable por entender la Carta de Santiago, un documento muy relegado en los estudios sobre el Nuevo Testamento (sobre todo en ámbito protestante vulgar; por ejemplo, Marín Lutero la habría eliminado con gusto del canon del Nuevo Testamento, por su aparente insistencia en las obras en detrimento de la pura fe como “instrumento” único de la salvación) y hacer de ella un tratado ético con validez universal y de plena utilidad en el siglo XXI. No tengo nada que objetar, pues la inmensa mayoría de los preceptos morales y éticos del judeocristianismo pueden ser reducidos a una moral universal con la que construir una ética también universal, valedera para regular las acciones humanas.
 
 
Segundo: considero que las posibles relaciones e influjos de las religiones del norte de la India sobre el Israel del siglo Is son meramente posibilidades, que no se pueden negar, pero tampoco probar, de modo que la lectura en clave oriental de la Carta de Santiago me parece un buen ejercicio de ética universal, pero que no es posible probar en absoluto la influencia, tanto como para montar una tesis. Es totalmente cierto (y hay publicaciones, y muchas, que señalan las concomitancias de las doctrinas de Buda y las de Jesús; incluso hay alguna con el título “El evangelio de Buda”; concomitancias, que si no recuerdo mal fueron opuestas de relieve hace muchos decenios por J. Smit-Sibinga, erudito holandés, que leí en su momento) de la relaciones profundas entre éticas.
 
 
Pero esas concomitancias se deben a una reflexión sobre las circunstancias sociales del ser humano que se dan por igual en ámbitos histórico-geográficos alejados, porque son producto del cerebro de personas inteligentes sapiens-sapiens, que tienen un “software cerebral” básicamente idéntico. Los parecidos entre las religiones son obvios –además– porque las posibilidades de expresión de la relación ser humano-divinidad son muy limitadas. Siempre he puesto el ejemplo de que el erudito formalista ruso Vladimir Propp descubrió treinta y una posibilidades combinatorias en la estructura del cuento popular (por ejemplo, el bueno/ el malvado/ el joven y la joven enamorados/ las diversas adversidades / los viajes y sus efectos, etc.) pero opino que las posibilidades combinatorias para expresar las relaciones ser humano /divinidad superior son mucho más limitadas (en vez de treinta y uno  no creo que lleguen ni a diez). Por tanto no es extraño que se repitan los esquemas religiosos y morales en las diversas religiones sin necesidad de contacto e influencia laguna. Son mera posibilidades de nuestro software mental.
 
 
Creo muy implausible –conociendo por Flavio Josefo, la apocalíptica judía en general, los escritos apócrifos del Antiguo Testamento, en fin, todo lo que se llama “Literatura judía de la época de Segundo Templo”, incluida la inmensa riqueza de los textos de Qumrán… puramente judíos, judíos “a rabiar”– una aceptación consciente de modelos orientales de pensamiento religioso por los fanáticos religiosos judíos, inmersos en el ambiente religioso de la Biblia hebrea y sus derivaciones en su tiempo, entre los cuales tenemos que contar a Santiago y desde luego a Jesús de Nazaret. Las concomitancias, señaladas al margen de una edición el texto griego del Nuevo Testamento, como la N-A28 (ojo que no son ideológicas, sino sobre todo lingüísticas; si fueran ideológicas los paralelos al margen sería mucho mayores), bastan y sobra para explicar el pensamiento de Jesús y de la Carta de Santiago, sin recurrir a paralelos orientales.
 
 
Además, no creo probado en absoluto que la Carta de Santiago sea el primer escrito del Nuevo Testamento. Tendría que ser anterior a 1 Tesalonicenses, que ciertamente es del año 51 d. C. Y eso es imposible por varias razones: A. porque Santiago no habría escrito en griego, jamás, sino en arameo. Y la Carta de Santiago no es griego de traducción, sino compuesta en griego. B. Porque en esos momentos no se conocía ninguna carta paulina, no se habían difundido, ni nada de nada. Entonces es imposible explicar la contienda “fe-obras” (aclárese como se aclare) en la Carta de Santiago como procedente de un escrito anterior a 1 Tesalonicenses. El texto de Santiago es el siguiente (2,18-24):
 
 
“18 Ahora va uno y dice igualmente: «Tú tienes fe, y yo tengo obras; muéstrame esta fe tuya sin obras, y yo te mostraré la fe que se prueba a partir de mis obras». 19 Mira: ¿crees que hay un solo Dios? Haces bien, también los demonios lo creen y tiemblan. 20 Pues ahora, ¿quieres saber, necio que eres, que la fe sin obras es inútil? 21 Nuestro padre Abrahán, ¿no fue justificado con las obras cuando llevó a su hijo Isaac al altar del sacrificio? 22 Ahí puedes comprobar cómo la fe cooperaba con sus obras y cómo esta fe alcanzaba la perfección gracias a las obras. 23 Así se cumplió la Escritura, que dice: «Creyó Abrahán a Dios y le fue tomado a cuenta de justicia», y fue llamado amigo de Dios. 24 Ya veis pues que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe” (Traducción de G. del Cerro, revisada por J. Montserrat, para la edición del Nuevo Testamento que, espero, saldrá el año que viene).
 
 
A mí me parece evidente que esta polémica no se entiende sin la lectura previa de Gálatas y sobre todo de Romanos 4. Y eso hubo de ocurrir bien entrado el siglo I, cuando se empezaron a expandir las cartas de Pablo entre una Gran Iglesia que era ante todo paulina, ya que de Pedro nada se había conservado.
 
 
Tampoco creo que se pueda hablar de “texto original” de la Carta de Santiago, y publicarlo con este calificativo, aquello que no esté hecho exclusivamente sobre el texto griego (nada de traducciones) y siguiendo las normas de la crítica textual del Nuevo Testamento.
 
 
Por último siempre hay alguna que otra cosilla discutida y discutible sobre el exacto dignificado del pensamiento paulino en sí mismo o bien sobre el Jesús histórico. Pro no voy a entrar aquí porque en líneas generales me parece correcta la intelección del autor en ambos campos y –desde luego– se seguirá discutiendo eternamente sobre ellos.
 
 
¿Suponen estas críticas o disensiones que descalifique yo el libro de Riera Ginestar? De ningún modo. Me parece que es para mucha gente interesante hoy día el tender puentes entre las religiones (y lo está haciendo la moderna teología católica hasta extremos insospechados para algunos, como negra la unicidad de Jesús como mediador entre la divinidad y el ser humano); me parece muy correcto el resaltar el valor universal de preceptos socio-religiosos del judeocristianismo, que siguen luego en el cristianismo a secas y que acabarán por cristalizar en la Declaración universal de los derechos humanos (impensable sin el influjo soterrado del cristianismo durante siglos), y me parece interesante el intento de valorar la figura de Santiago. Por tanto, en estos aspectos se trata de un libro válido.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
 
Jueves, 18 de Octubre 2018
1 ... « 54 55 56 57 58 59 60 » ... 299


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile