CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Queridos amigos:

Ahí va el enlace de la 
última entrevista con Pedro Riba en "Luces en la Oscuridad, que creo trata de un tema interesante
 
 
Otro link de la misma entrevista es: 
 
Jueves, 28 de Febrero 2019
A vueltas con la reconstrucción del Jesús histórico.  Segunda entrega (24-02-2019) (1047)

 
Hoy escribe Antonio Piñero
 
Foto: Códice Sinaítico
 
Sigo con la idea de explicitar la lógica interna del libro “La invención de Jesús de Nazaret” de Fernando Bermejo, que es la mejor manera el desarrollo argumental del volumen, que me parece único en la bibliografía española, y diría que también extraño en la extranjera.  La primera parte, “La constitución de Jesús como objeto de estudio (puramente) histórico” comienza lógicamente por las fuentes, y dentro de ellas con la exposición del valor de las cartas auténticas de Pablo como dijimos, anteriores a la literatura evangélica.
 
Es natural que valore luego los evangelios “canonizados”, como fuente histórica, y es lógico también que insista en su carácter mixto: pretensión histórica y a la vez propaganda del personaje que presentan como héroe. Insiste en su abundante material taumatúrgico, es decir, milagrero, de dudoso valor histórico, en su anacronismo (a menudo los dichos y hechos de Jesús están retocados de modo que el crítico cae en la cuente de que están reflejando no la época exacta de Jesús sino la de composición de los evangelistas, después del año 70. To lo que ocurrió tras el asedio de Jerusalén y su toma por los romanos influyó notablemente en la mentalidad de los autores evangélicos, quienes adoptan una posición antijudía (los perdedores de la guerra) y prorromana, la de los vencedores.
 
Insiste Bermejo en que el lector debe de tener en cuenta que gran parte de los evangelios fueron escritos para consumo interno, es decir, para lectores ya previamente convencidos de la verdad evangélica. Este hecho haga que no puedan ser imparciales ya que funciones con categorías y convicciones previas. Aquí pone como ejemplo de falta de historicidad el relato marcano de la pasión de Jesús, que se funda en parte en otro más antiguo de autor desconocido. Es un argumento contra esa historicidad el uso evidente de alusiones y citas a las Escrituras hebreas, lo cual hace provocar al menos la duda de que los acontecimiento hayan sido moldeados, o incluso inventados, para hacerlos coincidir con textos escriturarios.
 
Bermejo pone también como ejemplo el uso por parte de los evangelistas del modelo judío usual, y en gran parte mítico, del siervo de Dios sufriente y perseguido, al cual acoplan las vicisitudes de la muerte de Jesús. También insiste el autor en que los procedimientos de redacción de los evangelios incluye la omisión de información relevante o la disposición del material presentado en un sentido muy preciso para que el lector se vea forzado a entenderlo de una manera y no de otra.
 
Es también obligada una breve discusión en este apartado sobre el uso de los evangelios apócrifos. Opina FB que “la desestimación tajante y genérica de los escritos evangélicos no canonizados traiciona (sic) un apriorismo metodológicamente indefendible, ya que confunde una categoría teológica (canon) con una historiográfica (fuentes relevantes para el estudio de una figura histórica)” (p. 41).
 
Pero esta suerte de posición “buenista” respecto al uso teórico de los apócrifos (ya que luego queda muy matizada, porque en la práctica apenas, o nada salvo del Evangelio de Tomás gnóstico) hará uso de los apócrifos a lo largo  del libro. A la posible utilización de este evangelio griego, pero casi todo él conservado en copto, probablemente de mediados del siglo II, dedica FB casi cuatro páginas, discutiendo si hay en él, o no, material coetáneo o previo respecto a los Sinópticos. En la p. 45 reconoce que la discusión es de tal talante que ha de concluirse que solo un número muy limitado de dichos de Jesús tiene trazas de remontarse a él (en concreto el 77 y el 82), por lo que lo utilizará exclusivamente como confirmación y con ciertas reservas. 
 
En síntesis la posición de FB respecto a las fuentes principales para la reconstrucción del Jesús histórico (Pablo, poco; evangelios canonizados, sobre todo sinópticos y con mucha crítica; y solo muy poco de los evangelios apócrifos) no difiere en nada del punto de vista usual respecto a las fuentes de la inmensa mayoría de los investigadores independientes y la enumeración de las debidas cautelas.
 
Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero
Www.antoniopinero.com
Domingo, 24 de Febrero 2019
A vueltas con la reconstrucción del Jesús histórico. Perspectiva etic (21-02-2019) (1046)
 Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto:  Retrato de Philip Melanchton
 
 
Los lectores que todavía me aguantan saben perfectamente cómo estoy dedicando una serie de postales a comentar aspectos y perspectivas del libro de F. Bermejo, “La invención de Jesús de Nazaret”. Pero dándole vueltas se me ha ocurrido que, en vez de seguir comentando esas perspectivas de un modo asilado, quizás fuera más conveniente interrumpir ese propósito y ofrecer una visión de conjunto del libro, ya que su estructura es aparentemente extraña, pero tiene una lógica subyacente muy clara, a mi parecer. Por eso, me detengo en lo que estaba haciendo y empiezo un nuevo camino: ofrecer un análisis y exposición-comentario de la estructura de esta obra, que me parece muy buena, valiéndome del índice general del libro en cuestión.
 
 
Esto puede ser interesante en cuanto que a muchos lectores puede apartar de la lectura de este libro el estilo de Bermejo: muy técnico; a veces da por entendidas cosas que en realidad el lector medio no sabe, con frases complejas para algunos y con un vocabulario no usual. Además, hay muchas ocasiones en las que Bermejo cita palabras en lenguas extranjeras que no traduce, o títulos de libros, tampoco traducidos, algo así como si supusiera –aunque no explícitamente– que el lector de su libro ha de saber, como poco, inglés y alemán y por supuesto latín. Y otro cosa que yo noto en su estilo –creo que ya lo indiqué– es que cuando abreva de fuentes bibliográficas inglesas, su español se “anglifica” y puede resultar extraño.
 
 
La primera parte del libro son prenotandos absolutamente necesarios, y lleva el título “La constitución de Jesús como objeto de investigación histórica”. El apartado primero, “Las fuentes”, como es de rigor, hace alusión en primer lugar no a los evangelios, sino a las cartas de Pablo, puesto que las auténticas (1 Tes, Gal, 1 2 Cor Flp Flm y Rom) se escribieron –algunas– casi dos decenios antes de que se expandiera el primer evangelista cronológicamente hablando, Marcos.
 
 
Pero vayamos al inicio de la argumentación del autor. Inmediatamente antes de lo expuesto, en la “Introducción”, pp. 19-25, Fernando Bermejo (en adelante FB) se queja de que la investigación actual, por muy histórica que se crea, está construyendo una imagen de Jesús llena de elementos ficticios, no históricos, una imagen mistificadora y mistificante impropia del siglo XXI.
 
 
Por ello un nuevo tratamiento del tema “Jesús de Nazaret”, tan aparentemente manido, es necesario e importante, según él. Hay que situar a Jesús dentro de su contexto histórico, lo cual lo hace inteligible. Y si se hace, el lector caerá en la cuenta  de que A) es posible investigar a Jesús de Nazaret no desde el punto de vista de la teología, sino de la historia, y de que B) la Escritura (y la figura de Jesús ) no se entiende teológicamente, si antes no se ha estudiado filológica e históricamente (Philip Melanchton, añado). No han aparecido en los últimos tiempos fuentes nuevas sobre Jesús (ni se espera que aparezcan, al menos en las zonas desérticas de Israel, muy bien exploradas; ojalá apareciera algún ejemplar de la “Fuente de los dichos de Jesús o Fuente Q). Por ello hay que contentarse con las fuentes que hay.
 
 
Argumenta FB que se sigue negando la existencia de Jesús y se sigue afirmando que es inútil investigar históricamente sobre él, dada la escasez de fuentes o su sesgo. Pero aunque esto sea verdad, argumenta, sí se puede sacar algo histórico de ellas. Distingue FB dos perspectivas, emic y etic, en la investigación actual. La primera es la que considera en el fondo a Jesús un objeto de adoración, como un personaje singular, un héroe moral y espiritual que descuella sobre todos sus contemporáneos y que es inclasificable dentro de los paradigmas de personajes de su tiempo… y aún hoy día.  La segunda perspectiva, etic, es externa, no confesional, y es la que estudia a Jesús con “la misma distancia reflexiva” con la que el historiador aborda cualquier otro personaje de la historia antigua. Esta última perspectiva es la que él adopta en su libro, y la debe aceptar todo historiador que se precie.
 
 
Si se estudia bien a Jesús en su contexto, la divinización de Jesús no es asombrosa ni enigmática, afirma FB. La obra del historiador ha de sustraerse a la fascinación del mito que rodea a muchos personajes de la antigüedad y sobre todo a Jesús. Hay que recuperar la verdadera identidad del rabino galileo. Para lo cual hay que hacer un ejercicio notable de clarificación de los argumentos y métodos. Si se recupera la verdadera identidad de Jesús, argumenta FB, es totalmente posible explicar y comprender bien los procesos de magnificación y divinización de su figura; procesos que son perfectamente entendibles tanto en el ámbito judío, como en el pagano en la atmósfera espiritual y cultural del siglo I en el Mediterráneo oriental.
 
 
Seguiremos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
 
Jueves, 21 de Febrero 2019
El encuadre de Jesús.  Un judaísmo muy variado y complejo fue la base de la religión de Jesús de Nazaret (17-02-2019) (1045)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto: Retrato imaginario del rabino Samay
 
 
Continúo con mi breve comentario u observaciones al libro de F. Bermejo “La invención de Jesús de Nazaret. Historia, ficción, historiografía”, Siglo XXI, Madrid 2018.
 
 
Dentro de la segunda parte del libro que pone las bases para una reconstrucción histórico-crítica de la imagen de Jesús es la preocupación del autor por denunciar la tendencia de muy diversos estudiosos por resaltar las peculiaridades de la figura de este de modo que Jesús  resulte ser un “personaje único y singular”, casi incalificable o no introducible en ninguna de las “casillas” teológicas del judaísmo del momento. Y si Jesús es un “únicum” se abre la vía para su heroización y en último término para su divinización dentro del marco  de un judaísmo e su época, supuestamente esclerotizado, al que se opone.
 
 
Este tipo de religión judía se caracterizó desde finales del siglo XIX y sobre todo al inicio del siglo XX con la etiqueta de “judaísmo tardío”. Según los estudiosos de entonces, sobre todo alemanes, ese judaísmo estaba impulsado por el afán legalista y la obsesión por las formas externas de la religión (p. 131). Bermejo, con el común de los estudiosos independientes, sostiene con razón que este tipo de judaísmo de la época de Jesús contra el que se rebeló  presuntamente Jesús fue diseñado por medios cristianos para presentar a un Nazareno que superó y quebró las bases de este tipo de judaísmo.
 
 
Nada más lejos de la realidad histórica. Ahora bien, cuando la investigación histórica demostró que esta caracterización del judaísmo de la época era una caricatura y no una realidad, los estudiosos confesionales ofrecieron –utilizando de una manera acrítica la  obra del Flavio Josefo– “una imagen monolítica y simplificada” del judaísmo de la época para luego afirmar que Jesús no pertenecía, y que, además, superaba a todas ellas.
 
 
Pero esta idea no es tampoco sostenible hoy día, desde el punto de vista histórico, porque creemos que Jesús se encuadra perfectamente, con sus variantes personales naturalmente, dentro del judaísmo fariseo. Además su teología tiene ciertos contactos con el pensamiento esenio, sobre todo en sus ideas acerca de la negación del divorcio por cualquier causa. Por ello, se acerca Jesús a menudo a los maestros de la Ley que se encuadraban en la escuela del rabino Samay o Shammay, un poco anterior cronológicamente a Jesús, por oposición a un cierto laxismo de la escuela de Hillel. Jesús, pues, sería un judío piadoso, más bien rigorista.
 
 
Este encuadre supone que el fariseísmo estada también extendido, en cierta manera, en la Galilea del siglo I, lo cual se prueba por la constancia histórica de que el fariseísmo de Jerusalén enviaba a Galguéela con cierta frecuencia delegaciones de fariseos que “demuestran una preocupación extendida por observar ciertas leyes de pureza de forma específica, de manera similar en Galilea y en Judea. Ello testimonia la conciencia de una identidad religiosa común en las creencias y prácticas básicas, que eran compartidas. Sólo algunos grupos, como los samaritanos y la comunidad de Qumrán, muestran una fisionomía diferente (p. 132).
 
 
Estoy de acuerdo, pues, en el encuadre de Jesús dentro de ese fariseísmo común de Galilea y Judea e el siglo I.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
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Domingo, 17 de Febrero 2019
Programa de Radio Voz (La Voz de Galicia) sábado 16-02-2019
El programa gira sobre preguntas, algunas un tanto descabelladas, a propósito del último libro de Trotta, "Aproximación al Jesús histórico".

Saludos a todos.

Antonio  Piñero
Viernes, 15 de Febrero 2019
¿Hasta qué punto se puede decir que el texto del Nuevo Testamento es fiable? “Compartir” (282) de 14 de febrero  de 2019. Preguntas y respuestas   Escribe Antonio Piñero    Foto del Papiro 52, del siglo II (en concreto ¿hacia el 150?)= Jn 18,31-33.37
Escribe Antonio Piñero
 
 
Foto del Papiro 52, del siglo II (en concreto ¿hacia el 150?)= Jn 18,31-33.37-38. Conservado en la “John Rylands University Library de Manchester. Probablemente el más antiguo testimonio del texto del Nuevo Testamento
 
 
PREGUNTA
 
 
¿Hasta qué punto se puede decir que "nuestro" Nuevo Testamento es fiable si usted
mismo asegura que se remonta al año 200? ¿No habría sufrido ya añadiduras que favorecieran a la Iglesia Paulina tanto en interpolaciones a textos existentes como la adición de nuevo material que favoreciera a esta variante teológica?
 
 
 
RESPUESTA:
 
 
 
He escrito sintéticamente sobre ello en mi “Guía para entender a Pablo”, Editorial Trotta 2ª Edición 2018. Pero sobre todo en la Introducción General a la futura publicación que, creo, llevará por título  “Los libros del Nuevo Testamento”, el comentario histórico-crítico y crítico literario al Nuevo Testamento, que he anunciado varias veces y que esperemos vea la luz finalmente en septiembre del 2019, también en Trotta. Ahí se escribe lo siguiente, que ahora les adelanto:
 
 
 
“En primer lugar, el texto impreso de Nestle-Aland28 se retrotrae al estado textual que cada una de las obras del Nuevo Testamento podría tener en torno al año 200 e.c., como mucho. Así que entre la fecha de la Primera carta a los tesalonicenses, escrita con casi total seguridad en Corinto por Pablo en el 51 e.c., y el texto que utilizamos median 150 años. Y este lapso de tiempo no puede acortarse porque no hay manuscritos de esa carta –que tomamos como la obra más antigua del Nuevo Testamento– que hayan sido copiados antes del 200, fecha en la que creemos que se había constituido ya el núcleo del canon neotestamentario, al menos en la cristiandad del Mediterráneo oriental.
 
 
“Sin duda la canonización en torno a esa fecha contribuyó a que el texto del Nuevo Testamento se fuera fijando rápidamente como casi intocable, pero en verdad no sabemos, ni podemos aventurar –para el lapso de tiempo transcurrido entre la composición de la primera obra de nuestro corpus, la mencionada 1 Tesalonicenses, y el año 200– qué transformaciones pudo sufrir el tenor textual de las diversas obras. Respecto a los evangelios, sabemos con seguridad que su texto no fue intocable en principio, pues los sucesivos autores (Mateo y Lucas; Juan quizás indirectamente) utilizaron la obra de Marcos manipulándola a su antojo, o conforme a sus necesidades teológico-literarias.       
 
 
 
En segundo lugar, el texto reconstruido por Nestle-Aland28 no se halla tal cual en ninguno de los manuscritos que han llegado a nuestras manos. Con razón ha sido calificado como un mero «conjunto armónico» resultante de la combinación de las variantes de los mejores manuscritos. Es en realidad una combinación ideal realizada a partir de la combinación de lecturas de diversos manuscritos, que se estima que podría parecerse en alto grado al texto que salió de las manos de nuestros desconocidos autores neotestamentarios. Pero, al fin y al cabo, es una mera reconstrucción.
 
 
Y finamente, los manuscritos que poseemos son el resultado del azar histórico, pues sin duda hubo otros, a priori quizás también excelentes, que resultaron destruidos en guerras, incendios u otros percances más o menos accidentales. Ignoramos cómo habría sido la reconstrucción del texto neotestamentario con su aportación.
 
 
A pesar de estas advertencias, podemos estar relativamente seguros de que la crítica textual neotestamentaria ha reconstruido un texto bastante parecido al de los originales. Y ello por la razón de que poseemos textos de autores cristianos primitivos cuyas obras citan partes del Nuevo Testamento con un tenor muy parecido al que ofrece la crítica. Autores de este tipo son: Marción (140-160), Justino Mártir (hacia 150-160), Taciano el sirio (160-170), Ireneo de Lyon (hacia el 180) y Clemente de Alejandría y Tertuliano, en las obras que compusieron antes del 200. Por tanto, en algunas ocasiones y con ciertas dudas, podemos retrotraer nuestro conocimiento del texto unas décadas, en la dirección que indican los mejores entre los manuscritos utilizados, cuando coinciden con tales citas anteriores al 200”.
 
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
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Jueves, 14 de Febrero 2019
Filología y teología bíblicas ¿Puede la teología ser historia?  (10-02-2019) (1043)
Escribe Antonio Piñero
 
 
 
Foto: Cubierta del libro
 
 
 
Sigo tratando del libro reeditado por Herder hace muy poco tiempo: “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos” de los que somos autores Jesús Peláez y yo. Este libro pasó relativamente desapercibido en España en su primera publicación, y naturalmente me interesa que se conozca ya que no es una mera introducción al uso del Nuevo Testamento, ni una historia del cristianismo primitivo ni nada de eso.
 
 
 
Me parece que en España y en los países de lengua hispana el estudio y utilización del Nuevo Testamento sigue estando, salvo raras excepciones, en manos de círculos confesionales. El paso a la universidad civil, como estudio de materia histórica o filológica se intentó con la fundación hace decenios de una licenciatura en “Filología Bíblica Trilingüe”, en la que se cursaban en realidad cuatro lenguas: latín, griego, hebreo y arameo. Hubo alumnos brillantísimos. Pero fue suprimida por el Ministerio de Educación y Ciencia en la reforma de no sé qué año exactamente, con la concentración de departamentos y la eliminación de aquellas disciplinas “no rentables”, con pocos alumnos. Así, incluso la cátedra de Filología Neotestamentaria, que ocupé durante pocos años, fue convertida en cátedra de Filología Griega sin más.
 
 
Pues bien, la obra que ahora estoy deseando que vea una nueva luz estaba pensada para todos los estudiosos, tanto confesionales, como no, que desearan penetrar científicamente en este mundo del Nuevo Testamento por medio de información clara y precisa, con valoración acompañada, de todos los sistemas de aproximación técnica al Nuevo Testamento. Pero “técnica” no quiere decir exclusiva, ya que los autores hemos pretendido que el lenguaje de esta obra sea muy comprensible.
 
 
Quiero dejar bien claro que aunque el estudio científico del Nuevo Testamento no se identifica con la teología, es sin embargo el requisito previo para que esta última pueda desarrollarse. He escrito que si las posturas ideológicas/ teológicas que se adoptan al interpretar el Nuevo Testamento no tienen su fundamento en una intelección correcta de los textos, esa teología carecerá de cimiento sólido. Las aportaciones del estudio filológico-histórico son el necesario punto de partida de ulteriores interpretaciones teológicas, que deben tener siempre por base el texto y su significado en el momento en el que fue compuesto.
 
 
El estudio del Nuevo Testamento ha de ser imparcial, o procurarlo, ante el vasto campo de posturas ideológicas, con frecuencia tan encontradas, que toman pie de unos mismos escritos. La filología del Nuevo Testamento procura ser una ciencia histórica. Creo que la exégesis es en verdad pura historia.  Ha de ser crítica y racional; debe procurar no tener prejuicios. Si el texto del Nuevo Testamento comienza a ser estudiado de esta forma ayudará muchísimo a comprender. Y comprender es la base para vivir sensatamente.
 
 
El estudio del Nuevo Testamento como ciencia trata de conservar, transmitir, entender y presentar, gracias a una técnica determinada y múltiple –la que se explica en este libro– las experiencias religiosas de un grupo del pasado semi remoto, de casi dos mil años, el cristiano, que fueron expresadas por primera vez por escrito en el corpus de obras que denominamos “El Nuevo Testamento”.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
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Domingo, 10 de Febrero 2019
El Evangelio de Marcos y la Odisea de Homero. “Compartir” de 7 de febrero de 2019 ( 281)
Hoy escribe Antonio Piñero
 
Foto: D. MacDonald
 
 
PREGUNTA:
 
 
¿Tiene fundamento la hipótesis formulada por el profesor Macdonald sobre la relación entre el Evangelio de Marcos y la Odisea?
 
 
RESPUESTA:
 
 
1 Supongo que se refiere a la obra de D. MacDonald, “Mythologizing Jesus. From Jewish Preacher  To Epic Hero” (“La mitologización de Jesús. De predicador judío a héroe épico”), publicada por la  edit.  Lanham, Londres 2015. 
 
 
La tesis de este libro es que los evangelistas, y ya en concreto Marcos, engrandecieron la figura de Jesús por métodos literarios, y en concreto utilizando la épica, o poesía, homérica. Según MacDonald hacían así de Jesús un héroe (griego), cuando en realidad no había sido más que un humilde artesano, aunque un buen conocedor de las Escrituras y con un enorme talento retórico para cautivar a las masas.
 
 
Sin duda, de este modo, Jesús podría ponerse en igualdad de condiciones con los héroes estimados por el pueblo griego, por ejemplo, Hércules y Esculapio (también engrandecidos y divinizados. Pero respecto a la tesis concreta de un influjo directo de Homero, la Odisea, en Marcos estoy dubitativo. Las estructuras literarias en la antigüedad eran relativamente limitadas. Había géneros literarios que tenían sus normas y que los autores seguían. Eran como patrones. No era necesario copiar directamente. Existía entre las personas alfabetizadas una atmósfera “literaria” de ambiente, y diría que incluso entre los analfabetos por la influencia directa de la épica, la Odisea en concreto, que se recitaba entre el pueblo, y por el poderoso influjo del teatro. Al teatro iba todo el mundo que podía, era inmensamente popular. Y la gente aprendía allí  “literatura”.
 
 
Lo de la Odisea y Homero en concreto ha sido tratado en particular en nuestro “Seminario sobre Jesús” de La Ramallosa, un pueblecito cerca de Baiona, (Pontevedra), seminario que tengo para mis amigos, y cuyas clases se suben a You Tube. La tesis  ha sido vista como interesante y meramente posible. Nada más. Pero insisto en que Marcos en concreto, el primer evangelista era judío. Es dudoso que fuera al teatro. Y era un apocalíptico judío intenso. Es muy extraño por eso que estuviera familiarizado con Homero profundamente como para ser influenciado de un modo directo. El lenguaje de Marcos es demasiado pobre y semitizante como para ser un asiduo lector, u oyente, de Homero. Pero la atmósfera literaria griega estaba también en el ambiente en la Diáspora judía de lengua helénica.
 
  
En realidad, no lo sé seguro. Es meramente posible. Aceptar patrones literarios de héroes populares griegos ayudaba sin duda a la recepción de Jesús entre los gentiles de lengua griega, al menos en principio como un héroe. Y los héroes eran benéficos, sanadores, milagreros en general, benefactores… Todo lo que ayudaba a una apoteosis o deificación.
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
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Jueves, 7 de Febrero 2019
“Para empezar a entender el Nuevo Testamento”. Lo que otros opinan, no los autores (II) (3-2-19) (1042)
Escribe Antonio Piñero
 
 
Escribe Antonio Piñero
 
 
Hoy es la segunda entrega en la que intento dar a conocer el libro escrito con J. Peláez, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, que acaba de reeditar la prestigiosa editorial Herder de Barcelona y cuya ficha está en postal pasada.
 
 
Como todo el mundo sabe, el centro del Nuevo Testamento, aunque a veces no ocupe un espacio explícito en algunas obras del Nuevo Testamento, es Jesús de Nazaret. Pero no muchos han caído en la cuenta de que no hay prácticamente, o casi, ningún detalle de su vida en todo el Nuevo Testamento fuera de los Evangelio La investigación sobre este personaje tan crucial, de acuerdo con las normas y métodos que se van exponiendo en el libro que ahora se reedita, nos descubre que tal empresa no es un caso desesperado, ni mucho menos.
 
 
He repetido mil veces que en contra de lo que algunos sostienen –inclinados hacia un escepticismo radical al estimar, en mi opinión erróneamente, que la parte de principal del Nuevo Testamento, los Evangelios, son una mera construcción mítico-legendaria–, podemos saber sobre Jesús al menos un veintena de hechos que valen para situarlo en su época con toda justeza. Cómo se llega a esos resultados se expone en este libro. Por eso el volumen que presento es un complemento estupendo a otros que ha reeditado también la editorial, como “Orígenes del cristianismo” y “Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús”.
 
 
Parece que el libro es suficientemente bueno, aunque quizás no esté bien que lo diga uno de sus autores. Pero para usar voces ajenas, cuando la primera edición fue traducida al inglés, un eminente crítico internacional, se escribió lo que sigue por especialistas de prestigio internacional. Cito en inglés y traduzco más o menos literalmente:
 
 
 
“This is an outstanding introduction to the study of the New Testament, and deserves to be widely read. The volume treats most issues of importance in NT exegesis in a depth virtually unknown in introductions to exegesis in English. On top of that, the authors have a very balanced view of the issues. This is the best overall discussion that I know” (Stanley E. Porter, Journal for the Study of the New Testament).
 
 
 
"Es esta una excelente introducción al estudio del Nuevo Testamento, por lo que merece ser leída. Este volumen trata la mayoría de los temas importantes de la exégesis del Nuevo Testamento con una profundidad prácticamente desconocida en las introducciones a la exégesis en inglés. Además, los autores tienen una visión muy equilibrada de los temas. Este es el mejor tratamiento de tipo general que conozco" (Stanley E. Porter, Journal for the Study of the New Testament).
 
 
“Among the works of this genre, that of A. Piñero and J. Peláez takes pride of place. With its completely up-to-day information, the strength of its synthesis, the serenity and balance in its exposition, it takes its place among the best (and all too rare) works of the same type that are currently at the disposal of theological students and the educated public, A work for which one can only wish the best of success” (Simon Légasse, Bulletin de Littérature Ecclésiastique).
 
 
 
“Entre las obras de esta clase, la de Piñero-Peláez ocupa un lugar preeminente. Con su información totalmente puesta al día, la potencia de sus síntesis, y la serenidad y ecuanimidad de su exposición tiene un lugar entre las mejores –y demasiado escasas– obras del mismo tipo que se hallan a disposición de los estudiantes de teología y del público educado. Una obra a la que uno sólo puede desear el mayor de los éxitos” (Simon Légasse: Bulletin de Littérature Ecclésiastique).
 
 
 
“This work, which I think is unique in its genre as regards completeness and scholarly standards, marvelously meets the brief, which it set itself. I compliment the two authors on this masterly work” (Gilberto Marconi, Gregorianum).
 
 
"Este trabajo, que creo que es único en su género en cuanto a integridad y normas académicas, alcanza estupendamente la meta que se fijó. Felicito a los dos autores de esta obra magistral" (Gilberto Marconi, Gregorianum).
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
 
 
 
Domingo, 3 de Febrero 2019


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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