CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema iniciado en la nota del día anterior. Los textos judíos sobre la filiación divina del israelita piadoso que estamos presentando sirven también como comentario a todos los pasajes sobre Jesús como “hijo de Dios” en los Evangelios Sinópticos que hemos ido desgranando en notas anteriores.

Geza Vermes, en la otra obra anteriormente mencionada, Jesús el judío, afirma que para responder a la cuestión si Jesús se consideraba hijo o no especial de Dios hay que plantearse antes cuál fue el significado original de esta expresión en el mundo judío y si experimentó o no un cambio sustancial al pasar de este mundo judío al ámbito helenístico grecorromano.

Critica Vermes la hipótesis de algunos investigadores sobre que la última evolución del simple título judío “hijo” (implícito: del Padre, que está en el cielo, o de Dios) pasaría a ser explícitamente “hijo de Dios”. Esta evolución se hallaría en los Evangelios Sinópticos y correspondería a lo que ocurrió históricamente aún en vida de Jesús.

Un ejemplo: en Mc 13,32 se encontraría aún un uso judío, e igualmente en Mt 11,27 y Lc 10,22:

« “Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Mc) / “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera” (Lc) / “Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” »

Pero en otros pasajes, referidos igualmente a Jesús, se especifica “hijo de Dios” que sería también auténtico y representaría esa evolución en vida de Jesús, a saber la gente precisaba bien porque creyera que era un hijo especial de dios, o bien porque se lo había oído decir a Jesús mismo.

Un texto de prueba sería, por ejemplo, la pregunta del sumo sacerdote a Jesús durante el llamado “proceso judío a Jesús en la Pasión” (Mc 14,61 y Mt 26,63):

«  “Tú eres el mesías el hijo de Dios vivo” / “Tú eres el mesías el hijo del Bendito”. O también Lc 1,32: “El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre”. »

Ahora bien, estoy de acuerdo con Vermes en que

a) o bien los dos primeros textos tienen un significado puramente judío, puesto que el título se halla puesto en boca –nada menos- que del sumo sacerdote, y por tanto no pueden tener el significado de “hijo de Dios” que entendería un griego o un romano,

y b) que el segundo texto, puesto en boca de un arcángel, no puede ser considerado histórico.

Lo mismo ocurre con otro posible pasajes, que son muy pocos. Por tanto, en los textos judíos que siguen -más o menos paralelos a los que aparecen en los Evangelios y que no sirven de material comparativo- no debe hacerse una distinción entre “hijo” e “hijo de Dios” y similares a la hora de penetrar en el sentido que para un judío de la época de Jesús tendría esa expresión en relación con "Padre".

Vayamos, pues a los textos judíos:

1. Eclesiástico 4,10 (más o menos hacia el 190/180 a.C., vertido al griego unos cincuenta años más tarde):

“Sé para los huérfanos un padre, haz con su madre lo que hizo su marido. Y serás como un hijo del Altísimo; él te amará más que tu madre”.

2. Libro de la Sabiduría 2,17-18 (hacia el 50 a.C.), que expresa más bien la creencia popular:

“Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos”.

3. Dicho atribuido al rabí Aquiba (primer tercio siglo II d.C.):

“Israel es amado por cuanto que es llamado hijo de Dios. Un extraordinario amor le fue manifestado (por Dios) en cuanto que es llamado (en las Escrituras) hijo de Dios, puesto que está escrito: ‘Sois hijos del Señor vuestro Dios’ (Deut 14,1)”.

4. Por último, en los escritos rabínicos se comenta repetidas veces el texto mesiánico de 2 Sam 7,12-14: Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. (El constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.) Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres”,

haciendo alusión a que David y su descendencia, el futuro rey mesías son ambos (especialmente el último) hijos de Dios, el Padre que está en el cielo.

Creo que esta primera muestra de textos es interesante para observar que el sentido de la paternidad de Dios que tenían los israelitas se manifestaba expresamente. Citmos los libros bíblicos del Eclesiástico y Sabiduría, porque se consideran que son obras producidas por "rabinos", o "maestros", expertos en las Escrituras, anteriores a la época de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Saludos de nuevo

Miércoles, 18 de Marzo 2009

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.







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