NotasEscribe Antonio Piñero Después de un amplio Prólogo y una larga Introducción de más de 200 páginas, el Prof. Santiago Guijarro (“Los cuatro Evangelios”, Edit. Sígueme. Salamanca) acomete la tarea de explicar una por una las secciones todas de los cuatro evangelios. Empieza naturalmente por Marcos. El primer apartado se ocupa de la transmisión textual del Evangelio. Es interesante sabe que hasta hace poco tiempo el testimonio más antiguo del texto de este Evangelio era un papiro del siglo III, en torno a 250…, es decir, casi 180 años después de que se escribirá el Evangelio en torno al 71 d. C. Pero siempre he dicho que por medio de las citas de los evangelios, en especial el de Mateo –que se creía el más antiguo e importante por haber sido compuesto directamente por un discípulo de Jesús–, se ha pensado comúnmente entre los estudiosos que la tradición evangélica se ha transmitido fielmente, aunque no tengamos testimonios explícitos de manuscritos. No se debe pensar que en esos 180 años se había desvirtuado el texto de Marcos, sino que con mucha probabilidad se había conservado el original bastante bien. Otra idea interesante de la Introducción es que probablemente el Evangelio de Marcos tuvo tres ediciones. Esta suposición es presumiblemente correcta. Resulta que en muy diversos lugares el texto de Mateo y Lucas coincide entre sí y a la vez es diferente del texto de Marcos. Estos casos se denominan “coincidencias menores” de Lucas y de Mateo en los pasajes en los que ambos copian de Marcos respecto a texto de este último. Es curioso que Mateo y Lucas coincidan entre sí en variantes / añadiduras respecto al texto que están copiando. Lo mismo ocurre con las omisiones. En algunas ocasiones Mateo y Lucas omiten algún vocablo o frase que sí aparece en el texto de Marcos (me refiero al “Marcos” que tenemos que tenemos hoy día que corresponde más o menos al año 200). La conclusión de estas coincidencias y omisiones respecto al texto que copian es clara. La edición de Marcos que tenían antes sus ojos “Mateo” y “Lucas” era distinta de la que tenemos nosotros ahora. Por eso coinciden u omiten Mateo y Lucas en los mismos lugares. Resulta además que –aparte de estas coincidencias y omisiones– hay una parte del Evangelio de Marcos, denominada la “sección de Betsaida” (desde Mc 6,45 a 8,26) que no aparece en el Evangelio de Lucas. El tercer evangelista no la conoce. Pero sí la tienen Mateo y Marcos. Por ello se ha pensado que hubo al menos tres ediciones de Marcos: 1. La primera edición, que no tenía Mc 6,45–8,26, que fue utilizada por Lucas. Esta edición se ha perdido. 2. La segunda edición, también perdida, es la que no contenía las variantes ni las omisiones en las que coinciden Mateo y Lucas y que hemos denominado “coincidencias menores”. 3. La tercera, que es la que leemos ahora en nuestros libros del Nuevo Testamento en griego, que contenía tanto la sección de Betsaida como las variantes y omisiones entre Mateo y Lucas respecto al texto de Marcos que tenían delante: la segunda edición. La tercera edición es, pues, un texto ampliado sobre todo respecto al que utilizó Lucas (añado: posiblemente compuesto en Éfeso) y también Mateo (añado posiblemente compuesto en Siria, en Antioquía u otra comunidad importante). Es también interesante la descripción del método con el que la crítica logra adivinar cómo fue el material tradicional, previo a Marcos, que él utilizó. Ese método consiste en estudiar detenidamente los empalmes propios de Marcos entre unas secciones y otras de su obra; examinar el estilo de los resúmenes que hace Maros de la actividad de Jesús; el examen atento de los vocablos que definen el estilo propio del evangelista en los pasajes que se puede denominar “materia redaccional”, que evidentemente procede del narrador. A partir de los resultados de tal estudio y observación se puede componer una especie de “gramática del estilo de Marcos”, en la que aparece su modo de utilizar determinados vocablos, los empalmes de textos ajenos que está utilizando; las palabras empleadas por el evangelista varias, o muchas, veces pero no por los otros evangelistas; la manera marcana de construir las frases, las uniones entre ellas; el uso de conjunciones o partículas, adverbios, etc.; las claras inserciones que revelan el pensamiento propio. Esta “gramática marcana” que detalla el vocabulario, la morfología de los verbos utilizados, la sintaxis y el estilo propio del evangelista ayuda muchísimo al investigador para saber qué es propio y exclusivo de Marcos, qué ha tomado de tradiciones orales que él reescribe (ya que varía el estilo y el vocabulario); cuáles pueden definirse como composiciones previas al evangelista de dichos o acciones de Jesús, como dichos, parábolas, expresiones, etc. Entre este materia previo a Marcos destaca una breve historia previa de la Pasión, que no es de Marcos, lo cual se sabe por la repeticiones innecesarias de algo dicho anteriormente o por pequeñas diferencias en temas y vocabulario. En una palabra: la filología con sus métodos minuciosos de análisis puede llegar a saber, más o menos, naturalmente, y con dudas, qué salió de la tradición oral que reelabora el evangelista con su propio estilo y qué toma este de la tradición escrita, por ejemplo, relatos de milagros; ciertas acciones renombradas de Jesús, relatos de discusiones con sus adversarios, parábolas escogidas, etc. Naturalmente la introducción al Evangelio de Marcos que presenta el Prof. Guijarro incluye también lo que se denomina como “temas de la redacción y composición del evangelio”, cómo elaboró Marcos un libro sobre Jesús relativamente biográfico (aunque en su obra falte algún elemento típico de las biografías antiguas, como la infancia del héroe y más detalles de su educación y familia) y cómo, probablemente, a partir del mencionado relato previo de la pasión de Jesús trató Marcos de esbozar los momentos importantes de su vida pública, que comenzó con la adhesión de Jesús a la figura de Juan Bautista, su mensaje y su bautismo por este. Por último antes de comenzar la lectura del Evangelio de Marcos, el Prof. Guijarro tiene unas breves páginas sobre la “disposición literaria del Evangelio”, es decir, cómo pensó las diversas secciones o partes de su narración y cómo la crítica literaria ha procurado dividir el Evangelio en secciones diferentes de modo que a través de esa división se pueda intuir el deseo del autor, Marcos, de presentar la figura de Jesús con ciertos rasgos prominentes que destacan en cada sección. Algún lector se preguntará por qué hago este resumen tan pormenorizado de la introducción del Prof. Guijarro a la lectura del Evangelio que efectúa luego línea por línea, dividiendo el texto en unidades de sentido. Lo explico: lo he hecho para que se vea someramente que la filología del Nuevo Testamento no es un invento de la imaginación de los comentaristas de hoy día; también para que quede claro que interpretar un texto de hace dos mil años no es una tarea fácil; que existe una técnica interpretativa que se ha ido desarrollando durante los últimos doscientos años; y porque cuando exponga ideas que puedan resultar distintas o contrarias a las del Prof. Guijarro no lo hago al buen tuntún, sino manejando las mismas técnicas. El interés del comentarista es presentar la voz del propio Marcos, lo que él quería decir en verdad, de modo que el lector no se desvíe por medio de interpretaciones propias del sentido que el autor quería dar a cada sección e incluso a cada frase dentro de una sección. El Evangelio de Marcos no fue una tarea sencilla y probablemente ocupó a su autor una buena parte de su vida recopilando materiales y elaborándolos Materia diferente es si el comentarista, el Prof. Guijarro (que a mi vez yo resumo y comento), logra penetrar con acierto –a mi modesto entender– dentro del pensamiento del Evangelio y de su autor sin introducir su interpretación propia de lo que el evangelista quiso decir y creemos que no dijo. Cómo lo logra, o cómo quizás no en algunos puntos…, lo cual será la materia de los siguientes comentarios por mi parte. Naturalmente adelanto que puedo equivocarme, y seguramente eso ocurrirá, en mis interpretaciones de las lecturas que propone el autor de esta obra explicativa sobre los Cuatro Evangelios. Saludos cordiales de Antonio Piñero www.antoniopinero.com P. D. Entrevista: “El Jesús gnóstico” https://www.youtube.com/live/8So83qYvqT4?si=B4nbVVEFGQvp_o_r
Martes, 7 de Noviembre 2023
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Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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