CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Escribe Antonio Piñero
 
 
Terminábamos la postal de la semana pasada afirmando que María obtuvo un trato de favor por parte del ángel que le anunciaba su próximo embarazo: la pregunta de María
 
¿Cómo ocurrirá esto, pues no conozco varón” Lc 1, 34
 
era similar a la de Zacarías respecto al origen extraordinario de la concepción de su hijo Juan Bautista
 
“Entonces Zacarías dijo al ángel: «¿Cómo podré saber esto? Porque yo soy anciano y mi mujer es de edad avanzada».  El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte estas buenas nuevas. Así que te quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto acontezca, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo»”;
 
Ahora bien, tal pregunta de María no es interpretada mal por el ángel, como generada por la desconfianza, no recibe castigo alguno. Simplemente es respondida por el ángel indicando el cómo de esa concepción maravillosa. María es, pues, favorecida en el trato con el ángel.
 
 
El pasaje solo semiparalelo de Mateo (1,18) es el siguiente:
 
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
 
Contrástese con la explicación de Gabriel en Lucas “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (1,35)
 
No sabemos qué entiende Mateo exactamente por la expresión “obra del Espíritu Santo”, ni tampoco qué entiende Lucas por la expresión “te cubrirá con su sombra”, aunque por contraste con lo que se dirá en Mateo 1,25 es claro que se excluye el concurso de varón humano en la concepción del niño. Un lector griego de la época se imaginaría enseguida al Espíritu Santo actuando como Zeus u otra divinidad helénico-romana que se unía a una virgen o a una joven desposada y por medio de un acto sexual sui generis engendraba en el ella al niño portentoso.
 
En un ambiente judío en donde el Espíritu Santo no es otra cosa –sea como fuere como se imaginaba exactamente— que tales frases (“por obra del Espíritu Santo” / “el espíritu Santo cubre con su sombra) que imaginar que es Dios mismo como espíritu el que actúa hacia fuera, en María,  por su fuerza, pero que no hace daño es como una “sombra” benéfica. Así pues, las dos expresiones de un “Dios Altísimo”, que obra eficaz y poderosamente, sustituye al esperma del varón.
 
Aclaro más: el judío no pensaría seguramente en un acto sexual de la divinidad con un humano. La sombra es solo un signo de la presencia activa de Dios, Así puede entenderse respecto al relato de la transfiguración de Jesús según Lc 9,34-35 “Estaba diciendo estas cosas cuando se formó una nube y los cubrió con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor.  Y vino una voz desde la nube, que decía: “Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle”.
 
Para los dos evangelistas es éste un caso único en toda la historia de Israel y de la humanidad. El héroe de nuestra historia, Jesús, es concebido como nadie hasta ahora ni tampoco nadie lo será en el futuro, aunque el judaísmo de la época no pensaba nunca que el Mesías iba a nacer sin concurso de varón. Hay aquí una primera diferencia con la idea de cómo iba a ser el Mesías.
 
Una observación última a este respecto. Según la mayoría de los especialistas, la concepción del evangelista Marcos, el antecesor y modelo de Mateo y Lucas, era respecto a la filiación divina de Jesús que éste es un hombre normal, nacido presuntamente de una manera normal en un uso normal del matrimonio.
 
Marcos nada sabe de todas estas historias de un nacimiento virginal y prodigioso. Su idea, al parecer, era que en el momento del bautismo, en el que los cielos se abren y viene sobre Jesús la fuerza del Espíritu Santo en forma de paloma y una voz celeste proclama: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”, Jesús es constituido hijo de Dios por adopción.  Dios lo adopta como hijo especialísimo y le otorga el don del Espíritu Santo también de un modo especialísimo para cumplir su misión como Mesías. Pero este Mesías era un hombre normal, y sigue siendo un hombre normal hasta que muere y resucita. Solo entonces, ya en el cielo adquiere un cierto “tinte” de divinidad…¡no antes!
 
Así pues, los pseudo Mateo y Lucas corrigen a su antecesor Marcos y hacen que la filiación divina de Jesús comience en el mismo momento de su concepción en el seno de María. Se nota, pues, que la cristología, es decir, la “ciencia” sobre cómo Jesús es “cristo” o Mesías, adelanta el momento de su filiación. Obsérvese también que esta noción de Mateo y Lucas no implica para nada el concepto de encarnación y descenso del Hijo de Dios desde los cielos, como se verá claramente más tarde en el Prólogo del Evangelio de Juan, el cual indica especialmente que la encarnación en Jesús es la un ser divino preexistente, la Palabra o Verbo de Dios. No hay encarnación para Lucas y Mateo como tampoco la había para Marcos. Para los dos primeros Jesús es divino sólo desde la concepción.
 
 
El dogma de un Jesús divino y preexistente antes de encarnarse en María aún no está formado en tiempos de los tres primeros evangelios canónicos. La concepción divina de Jesús en el vientre de María tiene lugar no en Jerusalén donde se esperaba que iba a presentarse al mundo el Mesías, sino en la humildísima Nazaret (según el Pseudo Lucas) o en la pequeña villa de Belén, según el Ps. Mateo, lugar muy secundario respecto a la capital de Judea, Jerusalén, la ciudad de David.
 
Y según el Ps. Lucas en un lugar más humilde todavía: Nazaret era un pueblecito insignificante que no aparece para nada en el Antiguo Testamento, aunque sí tenemos pruebas arqueológicas de que existía y estaba habitado en esos momentos. Es posible que Lucas quisiera dar a entender que el mesianismo de Jesús era algo totalmente único, ya que su concepción está fuera del ámbito de lo conocido por el Antiguo Testamento.
 
Seguiremos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Nueva presentación de "Los Libros del Nuevo Testamento" de la institución CERJUC de San José,

https://www.youtube.com/watch?v=YBqi8V8uIiQ
 
 

Miércoles, 17 de Enero 2024


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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