CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Volvemos a los momentos posteriores al retorno del exilio de Babilonia, donde hemos visto que empezaron a cuajarse elementos mesiánicos, aunque incipientes. Y comentábamos como el pasaje del Deuterozacarías 9,9-10 comenzó a tener una lectura mesiánica de futuro. Seguimos de la mano de Paolo Sacchi, quien ha hecho ya un resumen espléndido del tema.

"La versión griega del libro de Zacarías (compuesta en el siglo II a.C., aproximadamente: un momento en el que -como veremos- empiezan a crearse las concepciones más nítidas del mesianismo…, pero cuando ya se ha cerrado el Antiguo Testamento) subraya la interpretación mesiánica del pasaje sustituyendo “haré desaparecer” por “él hará desaparecer”: el mismo verbo, pero en tercera persona (Véase el pasaje reproducido en la nota anterior).

El sujeto por tanto de la frase se convierte en “el rey”, ya no habla Yahvé por medio de un oráculo, sino que se da protagonismo al rey como mesías. Hay además otro cambio interesante: el término “victorioso/salvado” (en hebreo nosha’) es sustituido por el participio activo del verbo griego para salvar (sózo), que debe traducirse como “salvador”. Gracias a estas transformaciones del texto porfético de la versión griega, podemos saber que en el siglo II a.C. se leía seguramente esta profecía con categorías mesiánicas.

Así pues,inmediatamente tras la época de Zorobabel -y antes de que se produjera la versión griega de este pasaje en el siglo II- la ideología mesiánica perdió vigor un tanto porque había desaparecido la monarquía davídica… Se necesitaba tiempo para que las gentes entendieran la promesa de Dios a Israel –hecha a David por medio del profeta Natán- de que nunca faltaría un descendiente sobre tu trono… (2 Samuel 7,16, literalmente: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente”) como algo comprensible también alegórica o ampliamente: vendría en el futuro un “rey” o dirigente que haría lo mismo que hizo David… restaurar a Israel en toda su gloria... aunque no fuera descendiente suyo directamente, es decir por familia.

A falta de mejores razones, no se puede afirmar que desapareciera esta concepción “mesiánica” aunque estuviera en sus momentos iniciales y tambaleantes. Al menos puede decirse que los textos de la Biblia hebrea que se consideraban “mesiánicos” continuaron leyéndose en las sinagogas. Pero el mesianismo permaneció inactivo durante unos dos/tres siglos al menos en el seno de la cultura de la clase dominante jerusalemita.

A la luz de la crisis de la dinastía davídica se explica la nueva interpretación de los “privilegios de la realeza unida a la familia de David” en 2 Is 55,3 (“Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y fieles promesas hechas a David”): en ausencia de la dinastía davíidica -que se ha terminado- tienen sentido aún porque se vinculaban o aplicaban a todo Israel.

El Tercer Isaías, defraudado quizás por los acontecimientos ocurridos en torno a Josué y Zorobabel, podía hablar entonces de un mundo futuro y feliz que habría de llegar sin mesías alguno:

“He aquí que pondré como magistrado la Paz y por gobierno, la Justicia” (Is 60,17).

En este caso tenemos un verdadero mesianismo sin mesías que muestra cómo las expectativas mesiánicas tenían cierta fuerza y razón de ser con independencia de cualquier situación contingente.

La espera de un tiempo feliz en el futuro sin intermediarios aparece también en los dos profetas que se pueden fechar con suficiente probabilidad en el siglo V a.C.: Abdías y Joel.

Abdías escribió seguramente después de la destrucción de Jerusalén que se recuerda en su obra. Más difícil es establecer cuánto tiempo después, porque no conocemos los acontecimientos posteriores a los que alude. La datación de Joel es particularmente controvertida, pero en conjunto el siglo V a.C. parece la fecha más probable.

Los judíos de Jerusalén vivieron después de Nehemías un periodo poco significativo pero tranquilo; los grandes ideales que habían animado a los profetas del exilio y a los de la primera época sadoquita habían quedado arrinconados, y la salvación parecía haberse limitado al buen funcionamiento de Jerusalén en su condición de estado vasallo del Imperio persa.

El libro de las Crónicas refleja bien esta actitud. Sin embargo, la espera de un mundo mejor tampoco estaba ausente de esta sociedad. Se esperaba y se glorificaba la restauración de Jerusalén, pero la atención estaba esencialmente dirigida al ser humano, no al rey.

Alguno podría pensar entonces que el “mesianismo”, al modo tradicional de un rey futuro no tendría ya sentido o era una esperanza demasiado nebulosa, porque esta esperanza estaba ya manifiestamente realizada. Así el Sirácida (Libro del Eclesiástico) cuando escribe lo siguiente:

g[ ¿Cómo haremos el elogio de Zorobabel?
Es como sello en la mano derecha (de Dios)
E igualmente Josué, hijo de Yosédec;
que en su tiempo construyeron un altar
y levantaron un templo santo [al Señor],
destinado a una gloria eterna” (Eclo 49,11-12). ]g

Puede pensarse que para este autor el “mesianismo” (la idea el posible reino feliz en esta tierra en donde dios gobierna) estaba centrado en que ya existía el Templo, en que éste era eterno, que el culto era lo único importante, y que las naciones acabaría convirtiéndose al culto a Yahvé… eso sería todo lo más a lo que podría esperar una “época mesiánica”…

Si aún existía una idea mesiánica de tipo tradicional, debe buscarse en el norte, entre los samaritanos, aunque su mesianismo no se basaba en la espera de un ungido, sino en la de un profeta (esto lo vemos también en tiempos de Jesús: seguía esperándose que al final de los tiempos vendría un gran profeta. Algunos pensaron que era Jesús).

Sin embargo, veremos que estas esperanzas diluidas o casi adormecidas en los siglo V-IV-III a.C. habrían de revivirse en el siglo II a.C., época de los Macabeos. Indicios hay bastantes.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

…………….…………………

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“La vista puesta en los lectores potenciales. Cómo y por qué puede esta visión haber conformado la presentación de su obra en el evangelista Marcos”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo.





Viernes, 19 de Junio 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile