CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero



Hoy escribe Antonio Piñero

Estamos ya en la última cuestión que nos ocupa acerca del Pablo precristiano. La primera observación respecto a la llamada "conversión de Pablo" afecta al vocabulario. No debemos emplear el término “conversión”, porque Pablo nunca lo hace y porque para él el concepto que expresa el vocablo no es apropiado. Él designaba como “llamada” ese cambio de mente que aceptó a Jesús como mesías y que csmbió radicalmente su vida.

Escribe en Gálatas 1,14-16:

« "Yo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres. Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles” »

En este pasaje se ve claro que la “conversión” fue más bien una llamada hacia el profetismo, es decir el paso de ser un particular muy “celoso” de la religión judía a convertirse en "proclamador / profeta" de que Jesús, el que había muerto ignominiosamente en la cruz, era el mesías.

Esa llamada se produce en un momento determinado, pero estaba “planeada” por Dios desde siempre. Al hablar Pablo que estaba predestinado por la divinidad “desde el seno de su madre” para esta misión se compara a sí mismo nada menos con el profeta Isaías (el “segundo” profeta que lleva ese nombre, caps. 40-55; pero en época de Pablo no se sabía esto: era el profeta Isaías sin más), que dice:

«  ¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahvé desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre. Hizo mi boca como espada afilada, en la sombra de su mano me escondió; hízome como saeta aguda, en su carcaj me guardó. Me dijo: "Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré" (Is 49, 1-3). »

Con otras palabras: la denominada conversión sólo fue caer en la cuenta de que los judeocristianos perseguidos tenían razón cuando proclamaban en Jerusalén y Galilea –en contra de todas las expectativas y creencias judías- que el ajusticiado Jesús era en verdad el mesías. Además, la "llamada" llevó a Pablo a aceptar también que como a Jesús, en su vida terrenal y por las circunstancias de la maldad del pueblo, no se le había permitido cumplir plenamente la misión a él otorgada por la divinidad, él tendría que venir de nuevo a la tierra a llevarla a cabo en su totalidad. Esta llamada le designaba como mensajero y proclamador de esta verdad a todos, primero a los judíos naturalmente, pero si éstos no oían a los gentiles, si estaban dispuestos a escuchar.

Es interesante a esta luz leer el comienzo de la Epístola a los Romanos:

« “Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios, que había ya prometido por medio de sus profetas en las Escrituras Sagradas” »

¿Cuándo se produjo esta "llamada"?

Creo que he dicho ya que para calcular cronológicamente en qué fecha se produjo esta “llamada”, los estudiosos hacen referencia a la primera estancia de Pablo en Corinto según nos cuentan Hch 18. Una vez calculada la fecha de esta estancia, como veremos ahora, se empieza a calcular hacu¡ia delante y hacia atrás.

Allí, en Corinto, tuvo Pablo un incidente con los judíos de la ciudad, a quienes les molestaba su predicación Los judíos lo acusaron de desórdenes públicos ante el procónsul de la provincia romana de Acaya –cuya capital era Corinto- llamado Galión.

Una inscripción tallada en griego sobre una piedra de mármol, hallada en Delfos a mediados del siglo pasado, dice que Galión fue procónsul de Acaya desde junio del 50 d.C. a junio del 51 d.C. (durante el reinado del emperador Claudio). A partir de ahí se calcula que la llamada reunión o “concilio de Jerusalén”, descrito en Hch 15, tuvo lugar en el año 49.

Luego basándose en los datos, más o menos imprecisos del capítulo 1 de Gálatas se piensa que entre la “llamada” y la estancia de Pablo en Corinto pasaron unos 15-17 años.

Luego se calcula la muerte de Jesús como referencia básica. Como sólo dos opciones parecen posibles (tuvo que caer la luna llena a mediados del mes de nisán, cuando fue crucificado Jesús, pues era muy cerca de la Pascua), a saber o bien 7 de abril del año 30, o bien 3 de abril del año 33.

La mayoría de los autores se decanta por esta última fecha porque el Evangelio de Juan da a entender que quizá Jesús tuviera al morir algún año más que los que, benévolamente, supone Lucas. Según Juan, le dice a Jesús un adversario dialéctico: “Aún no tienes cincuenta años…” (Jn 8, 57). Por tanto, podemos elegir la última fecha, año 33, momento en el que Jesús tendría entre 36-39 años (no 33), es decir más cerca de los cincuenta.

Si la muerte de Jesús fue en el año 33, y la estancia de Pablo en Corinto coincide con los años 50-51… y entre ésta y el inicio de su vida como cristiano pasaron unos 15/17 años, hubieron de pasar unos dos o tres años desde el acontecimiento de la cruz y su denominada "conversión".

Por tanto: ésta debió de ocurrir entre los años 35/36 de nuestra era. Y Pablo debió de morir hacia el 64, en Roma, a manos de Nerón, cuando este emperador inició una persecución local contra los cristianos a quienes acusó del incendio de Roma, que él mismo había provocado.

Según M. Hengel (pp. 265-6), se debe adelantar la muerte de Jesús al año 30, manteniendo a la vez las fechas insinuadas por el capítulo 1 de Gálatas. Por tanto, según esta hipótesis, Pablo tuvo unos tres años más de vida misionera (hasta el 64 d.C.): era tres años más joven cuando recibió la llamada. Y ya dijimos que Pablo era un “joven” (no sabemos cómo hay que entender exactamente esta palabra), según Lucas en Hch 7,58, cuando estuvo presente en la lapidación de Esteban. ¿Cuántos años tendría Pablo como "joven"?

1 Corintios 15,3-8 deja entrever que pasó un cierto tiempo entre la muerte de Jesús y la “conversión de Pablo”, pero que no fueron muchos años. He aquí el texto:

« Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5 que se apareció a Cefas y luego a los Doce; 6 después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. 7 Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. 8 Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo. 9 Pues yo soy el último de los apóstoles: indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios. »


Seguiremos con los cálculos en la próxima nota. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

Lunes, 9 de Febrero 2009

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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