CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Hoy escribe Antonio Piñero

Prometíamos en la nota pasada hacer un comentario más amplio al “beso santo”. Esto me parece interesante porque en torno al hoy famoso texto que habla del beso de Jesús (en la boca) a María Magdalena –relatado en un pasaje del Evangelio apócrifo de Felipe-, se han obtenido consecuencias absolutamente absurdas, tanto en las novelas, como en libros “de ensayo histórico” o que pretenden serlo.

El material que sigue está tomado de mi obra Jesús y las mujeres, Editorial Aguilar, Madrid, 2008. Mas información sobre ella en mi página web cuya dirección está al final de esta nota.

1. El primer pasaje que nos sirve para ilustrar qwué er entre los cristianos de los primero siglos el "beso santo" es del Evangelio de Felipe:

g[ La sabiduría denominada "estéril" es la madre [de los] ángeles, y la compañera del [Salvador es] María Magdalena. El [Salvador] la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en […].
Los demás discípulos dijeron: “¿Por qué la amas más que a nosotros?”
El Salvador respondió y les dijo: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?”
Un ciego y un vidente, estando ambos a oscuras, no se diferencian entre sí. Cuando llega la luz, entonces el vidente verá la luz y el que es ciego permanecerá a oscuras.
El Señor dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será” (pp. 63, 30 – 64, 5). ]g

El hueco (señalado por […]) que hay en el manuscrito suele ser suplido por los investigadores con la palabra “boca”, o bien con “mejillas” o “frente”, pues las tres palabras en copto caben en la laguna del texto. En nuestra opinión, con otros muchos, es más verosímil “boca” (Jesús besaba en la boca a María Magdalena), por comparación con otros textos en Nag Hammadi. Por ejemplo, en el Segundo Apocalipsis de Santiago, p. 56,10-20 (BNH III 107). Habla Santiago:

« Jesús me besó en la boca y me abrazó diciendo: Amado mío, he aquí que voy a revelarte cosas que los cielos no han conocido, como tampoco los arcontes (los ángeles del Demiurgo). »


El Primer Apocalipsis de Santiago, otro escrito de Nag Hammadi, dice en 31,3-7:

« Y el Señor se le manifestó. Detuvo, pues, (Santiago) su oración, lo abrazó y lo besó, diciéndole: Rabí, te he encontrado” (BNH III 91) »


Y en otro pasaje del Evangelio de Felipe se lee:

« Los perfectos conciben mediante un beso y engendran. Por ello nos besamos unos a otros, recibiendo la concepción por la gracia mutua que hay entre nosotros (59,1-5: BNH II 31). »


A tenor de los textos mencionados, es lógico sostener que –al parecer- el pasaje restaurado del Evangelio de Felipe decía claramente que “Jesús besaba en la boca a María Magdalena”.

Ahora bien, también parece absolutamente claro por los mismos pasajes aducidos que el beso en la boca –el “ósculo sagrado”- era el signo primero de un ritual de iniciación especial, entre los cristianos gnósticos, en la sabiduría revelada. Los gnósticos comenzaban su liturgia iniciática con un ósculo. El besado era digno de especial amor por parte del Revelador no por una relación sexual (¡impensable con Santiago, su hermano, según la tradición!), sino por ser discípulo fiel y recipiendiario de una especial revelación.

Por tanto, de la mención “Jesús besaba en la boca a María Magdalena” no se sigue necesariamente, ni mucho menos, que Jesús tuviera relaciones sexuales con esta mujer.

Tendríamos de nuevo, al parecer, en grado excelso, la relación Maestro/discípulo perfecto en referencia en este caso no a Salomé, sino a María Magdalena. Empezamos a entrever ya que el sentido podría ser similar a lo que en el capítulo pasado expresábamos acerca del dicho 61 del Evangelio de Tomás: María Magdalena, como también Salomé, podrían ser “pareja” espiritual del Salvador por la comunicación de la sabiduría, pero no una pareja carnal con la que se mantienen relaciones sexuales.

Saludos cordiales de de Antonio Piñero

www.antoniopinero.com

Sábado, 7 de Marzo 2009

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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