CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Lo notable respecto al desarrollo de las ideas mesiánicas, que van a emerger en el siglo II a.C. y que tendrán grandes consecuencias posteriormente, se halla en que las esperanzas judías se irán fijando más y más en varios personajes del pasado que son humanos ciertamente, pero que ocupan un lugar intermedio entre el cielo y la tierra.

Ya antes del 200 a.C. la religiosidad judía sabía de dos personajes de su tradición que se distinguían por no haber muerto y, en consecuencia, por vivir en algún lugar celestial, sin precisar demasiado: Elías y Henoc.

El primero había sido llevado al cielo en un carro de fuego. 2 Re 2,11 dice:

« 11 Iban caminando - Elías y su discípulo Eliseo- mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino. 12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. 13 Tomó el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. 14 Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está Yahvé, el Dios de Elías?» Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo.

15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se postraron ante él en tierra, 16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos; que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahvé se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún valle.» El dijo: «No mandéis a nadie.» 17 Como le insistieran hasta la saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron cincuenta hombres que le buscaron durante tres días, pero no le encontraron. »

Obsérvese que la leyenda es en extremo poderosa:

· Elías desaparece;

· Continúa vivo;

· Su lugar de residencia está en los cielos;

· Pero su espíritu sigue actuando en la tierra: Eliseo hace con el manto de Elías un milagro igual al de Moisés en el paso del Mar Rojo: dividir en dos las aguas.

Un pasaje agregado por algún profeta desconocido al final del libro de Malaquías (3,23-24; en otras versiones se numera como 4,5-6), de fecha imposible de precisar, afirmaba lo siguiente:

« 5 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahvé, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema. »


El profeta afirma que

· Elías habrá de regresar a la tierra algún día

· Su misión es pacificar a Israel e invitar al pueblo a convertirse antes del Gran Día de Yahvé (el Gran Juicio que se concibe no como absolutamente final, sino el previo antes del establecimiento del reino de Dios. Elías ha de intervenir para evitar que Dios castigue a Israel.

Así pues, la tarea de Elías parece concebirse como relativamente limitada: no tenía que establecer el reino de Israel, sino colaborar de algún modo a la salvación, sin necesidad de ser rey ni sacerdote. Pero el resultado de tal colaboración con Dios es de tipo mesiánico: la salvación. Y ésta sería algo diferente y algo superior a un mero reino temporal, sin que se piense que éste va a dejar de existir. La "salvación" es acá en la tierra.

Henoc es un personaje de características semejantes. El Libro del Génesis dice de él:

« “Desapareció porque había caminado con Dios y Él lo tomó (consigo)” (Gn 5,24). »

Henoc tenía las mismas características sobrehumanas de Elías (había nacido pero no muerto) y se le recordaba en el Génesis como una figura ligada a la astronomía: vivió 365 años, tantos como los días del calendario solar. Con otras palabras era un ser humano y al mismo tiempo celeste.

Alguna vez hemos dicho que en torno a Henoc se desarrolla una gran literatura apocalíptica. Este personaje será el escogido por Dios para revelar verdades desconocidas. Así, en el Libro de los Vigilantes (cuyos orígenes son del siglo IV a.C., aunque las copias que tenemos sean posteriores y se han conservado como parte del Libro I de Henoc = Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. V, Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 39ss ) se lo presenta como aquel que va manifestar cómo es en verdad el universo.

Afirma el inicio del Libro I de Henoc que éste personaje bendice a los “elegidos y a los justos que van a estar presentes en el día de la aflicción -el fin del mundo presente- fijado por Dios para apartar (= aniquilar) a todos los malos y perversos”. Esto quiere decir que el enmarque de su revelación es escatológico: el fin de los días:

« Hubo un varón justo… visiones que no son pera esta generación, sino para una lejana que ha de venir. (En esos días) saldrá el Santo de su morada… y se mostrará con su milicia y aparecerá con toda su fuerza desde el cielo… »

Pues bien, Henoc además del final del mundo revela cómo es el orden del cosmos, las cámaras de los vientos, toda la creación, los fundamentos de la tierra… cómo fue la caída de los ángeles malos y cómo ellos se encargaron de difundir el mal en la tierra enseñando a los humanos cosas que no debían aprenderse…

La posición de Henoc es altísima, superior a la de los ángeles, pues hace de mediador entre éstos y Dios. Lleva mensajes a la divinidad de parte de los ángeles caídos, que invocan el perdón, y devuelve a éstos la respuesta negativa de Dios (1Henoc [Libro de los Vigilantes] 12-13).

Henoc fue también el primer judío que hizo un viaje a los infiernos (1Henoc [Libro de los Vigilantes] 22), en el extremo de occidente, donde visitó el lugar donde estaban las almas de los difuntos ya juzgadas individualmente (las buenas separadas de las malas) y en espera del Gran Juicio colectivo y final.

Así pues, la tradición presenta en Henoc una figura imponente que es humana pero que habita en los cielos. Lo que revela Henoc son verdades que sirven para la salvación, para comprender mejor los planes de Dios y sus intervenciones. Es una figura humana y a la vez sobrehumana porque Dios le utiliza como mensajero y revelador.

Realmente no se puede decir que en estos siglos (IV-II a.C.) Henoc fuera considerado un mesías estricto, como se entenderá después. Pero Henoc es un intermediario entre Dios y los hombres; tiene una posición importante… para la salvación.

Seguiremos en la próxima nota con otro personaje sobrehumano y salvador, Melquisedec.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Teología básica del judeocristianismo (I)”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo.



Viernes, 26 de Junio 2009

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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