CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Prenotandos necesariospara la explicación de 1 Corintios

La herencia literaria de Pablo no consistió sólo en la reunión y edición de sus cartas, sino también en el mantenimiento de su notable influjo en una suerte de “escuela paulina”. Ello llevó a la “creación” de cartas “paulinas”, evidentemente ya no salidas de la pluma de Pablo, puesto que estaba muerto, pero compuestas supuestamente en su espíritu para solucionar problemas prácticos de las nuevas comunidades, y a veces también para dar impulso a la teología con base en las ideas de Pablo, ya maestro venerado

A este impulso se debe que se añadieran al “canon” (“lista de escritos”) paulino –se cree que a principios del siglo II––

Colosenses, Efesios y 2 Tesalonicenses,

distintas en estilo, vocabulario y teología a las “siete” auténticas. Escribo “siete” entre comillas porque hemos afirmado ya que son más de ese número, unas trece. Quedaron reducidas a siete, porque es bien sabido que desde época del exilio babilónico, e incluso antes el 7 era el número de la plenitud…, por ejemplo para el autor del Apocalipsis.

El que se añadieran en el siglo II no quiere decir que Colosense Efesios y 2 Tesalonicenses fueran escritas en ese momento. Probablemente son anteriores (hacia el año 80 o antes), pero se consolidaron como paulinas sólo con el paso del tiempo.

Con este añadido fueron 10 las epístolas paulinas. Un poco después –no sabemos exactamente, pero quizá hacia mediados del siglo II- se añadieron:

las tres epístolas Pastorales: 1 2 Timoteo y Tito…,

también compuestas anteriormente (la mayoría supone que en torno al mismo tiempo de Col Ef y 2 Tes).

Con esto era ya 13 las cartas “de Pablo”… no un buen número, en verdad. Para lograr el número 14 (dos veces siete) se incluyó en la lista de cartas paulinas:

la Epístola a los hebreos…

ya en época tardía, probablemente en el siglo III. Esto lo sabemos seguro, porque Ireneo de Lyón, en su obra “Contra las herejías” (compuesta hacia el 180, conoce y admite como sagradas 13 epístolas de Pablo (incluidas las Pastorales), pero nada sabe de “Hebreos”. Probablemente esta “epístola” no es ni siquiera eso, sino una homilía bautismal, pasada a texto escrito, a la que se le añadió una conclusión epistolar secundaria, por la mano del editor posterior: Heb 13,22-25.

Señala con razón Senén Vidal (Pablo. De Tarso a Roma, pp. 209-10) que este lento proceso de recogida, edición y aumento del canon paulino produjo una tremenda transformación de lo que pudo ser el corpus original de las cartas de Pablo en caso de que su hubieran recogida tal cual en el momento de su muerte. Se produjo:

A. Una nueva configuración de las cartas originales, con notable pérdida de material primigenio

B. Una atribución al maestro, Pablo, de ideas teológicas no suyas, sino de sus discípulos. Estas nuevas ideas pudieron en algunos casos complementar las auténticas (Col y Ef); en otros fue una auténtica distorsión del pensamiento de Pablo en ciertos campos (2 Tes y Pastorales), o bien un añadido ajeno totalmente a sus ideas, como en el caso de Hebreos.

C. Se favoreció la creación de pequeñas o grandes glosas y añadidos a las cartas auténticas cuando éstas eran editadas…, aunque esas glosas pueden ser interesantes para ver qué pensaban en realidad los discípulos de Pablo.

S. Vidal cree (p. 210) que este acrecentamiento del corpus paulino produjo un doble movimiento: la creación de un “ultrapaulinismo”, y, segundo, la integración del paulinismo en la Gran Iglesia.

Por mi parte creo que mencionar una "Gran Iglesia" a la que debía integrarse el paulinismo es erróneo. Por hipótesis tendría que ser una "Gran Iglesia" ya bien conformada y con una base judeocrristiana a la que debía integrarse el "paulinismo"

Lo que verdaderamente ocurrió, en mi opinión, fue que el paulinismo (ultra o sencillo) barrió del mapa a los judeocristianos que cada vez eran más minoritarios: no se integró el paulinismo en ninguna “Gran Iglesia “, sino que la formó eliminando las demás formas de cristianismo (que salvo los gnósticos y análogos, que son “paulinos” o “johánicos”) que pueden reducirse a diversas variedades del judeocristianismo.

Cuando se empieza a formar el canon del Nuevo Testamento lo que hay –en mi opinión- es un pacto entre paulinos, absolutamente mayoritarios ya a finales del siglo II y comienzos del III, y algún breve residuo de judeocristianismo, representado principalmente en las Epístolas de Santiago y Judas, y secundariamente en el Evangelio de Mateo y el Apocalipsis de Juan (también paulinos en algunos aspectos).

Por tanto, creo que las circunstancias históricas y este proceso de edición y expansión del corpus paulino iba a crear el “Nuevo Testamento”, que es el fundamento no del cristianismo en general, variado en sus orígenes, sino de un tipo de cristianismo, el paulino. Naturalmente ese Nuevo Testamento tenía como piedra angular los Cuatro Evangelios, que son fundaentalmente paulinos, pues interpretan la figura y misión de Jesús desde un punto devista paulino y casi sólo paulino (piénsese que los judeocristianos no consideraban "Dios" a Jesús...)

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“¿Por qué decimos que el evangelio de Marcos es paulino (I y II)”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.

Viernes, 23 de Octubre 2009

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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