CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

¿Qué se puede deducir para el propósito de nuestra serie sobre la “divinización de Jesús” de la enseñanza en parábolas de éste?

El objetivo fundamental de estas parábolas era convencer al oyente, de un modo muy vivo y muy dinámico y colorista, que el reino de Dios estaba a punto de llegar y que ante él había que adoptar una actitud de apertura y recibimiento que cambiaba totalmente la vida. Y explícitamente los oyentes sabían que Jesús no era más que el anunciador humano, el heraldo del Dios de Israel que les avisaba del magno acontecimiento:

Escribe G. Vermes en su obra La religión de Jesús:

« El mensaje central de las parábolas puede reducirse a tres puntos básicos: la teshuvah o arrepentimiento/perdón (por parte de Dios), la emunah o confianza en Dios, y la forma superlativa de esta confianza, que entraña asumir altos riesgos en pro del Reino. Todas ellas reflejan la piedad escatológica profunda y sencilla de un Jesús judío (p. 143). »

La utilización de la Biblia por parte de Jesús

Jesús se muestra un piadoso judío más al utilizar los libros sagrados como instrumento y medio de su predicación. En las prédicas del Nazareno encontramos prácticamente todas las formas didácticas a base de la Escritura que practicaba el judaísmo antiguo. Éstas eran:

1) Reutilización de palabras o frases bíblicas. Por ejemplo: la parábola de la semilla que crece por sí sola (Mc 4,26-29) termina con una frase tomada de Joel 4,13: "Meted la hoz porque la mies está madura";

2) Cita de ejemplos bíblicos para justificar alguna actuación. Por ejemplo cuando el caso de la crítica de los fariseos contra los discípulos por comer espigas en sábado, Jesús recurre al ejemplo de David que comió con lo suyos de los panes de la proposición (Mc 2,23-26);

3) Deducción de un nuevo sentido de un texto bíblico por profundización o contraste. Por ejemplo el caso citado de las antítesis, en las que se discuten textos del Decálogo;

4) La interpretación de cumplimiento tipo denominado “pesher” (exégesis actualizadora de la Ley: un pasaje de la Biblia se aplica al presente por medio de una interpretación normalmente alegórica) como en los Manuscritos del Mar Muerto: Por ejemplo, un pasaje de la llamada “Fuente Q” donde Jesús identifica a Juan el Bautista como la persona predicha por el profeta Malaquías, cuyas palabras son modificadas por medio de Ex 23,20: "Qué habéis ido a ver al desierto?... ¿A ver un profeta? Sí, yo os digo que más que un profeta. Éste es de quien está escrito :'He aquí que yo envío a mi mensajero..." (Mt 11,7-10);

5) Finalmente, el modelo “midrásico” de utilización de la Biblia. Un midrás tenía varios significados: podía ser una suerte de paráfrasis de un pasaje de la Biblia para aclarar su sentido; podía ser la explicación del mismo pasaje por medio de historias o narraciones que los aclararan; o bien consistía en combinar diferentes pasajes de la Biblia en apoyo de una doctrina propuesta, como la reinterpretación de la ley del divorcio de Dt 24 a la luz de los textos combinados de Gn 1,27 y 2,24 como en Mc 10,2-9.

El pasaje es característico:

« Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?» El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre. »

Como puede observar el lector el evangelista presenta a un Jesús que corrobora su interpretación de la voluntad divina acerca del matrimonio escrutando esa voluntad por medio de la palabra de Dios recogidas en la Escritura: el matrimonio ha de ser monogámico porque así era al principio de la creación. El pasaje no muestra a un Jesús que sustente su opinión en una autoridad propia, como si fuera Dios, sino como un ser humano modesto para quien la fuente de la revelación está en las Escrituras

Por ello, con lo dicho hasta el momento, hemos preparado suficientemente el terreno para formularnos la cuestión fundamental: ¿entraba en la religión de Jesús que él se considerase a sí mismo Hijo de Dios, en un sentido absolutamente físico y real del término? En otras palabras: ¿dijo Jesús de sí mismo que era Dios?

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

Martes, 2 de Diciembre 2008

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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