CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

Esta reconstrucción de la vida del Pablo precristiano en la obra de M. Hengel -que él presenta ciertamente como hipotética - tiene como resultado reafirmar la validez de la opinión tradicional sobre la vida, educación y acción del joven Pablo (vindicación en especial de Hch 22,3; 26,4 y 23,6, como señalamos, y su valor plenamente histórico).

1. En este sentido aporta o añade poco a lo que se ha tenido siempre como cierto. A este propósito Gálatas 1 es reinterpretado (sí hubo en la vida de Pablo una estancia previa en Jerusalén antes de la señalada en este capítulo; en este texto el Apóstol dice la verdad, pero sólo una parte de ella, según Hengel) y Romanos 15,19b, junto con Hch 9,28, resultan ser un testimonio decisivo de una actividad misionera paulina que parte desde Jerusalén y no desde Damasco.

2. Hengel no ahorra pequeñas críticas a Lucas (por ejemplo:

· A veces este autor sacro va contra la realidad histórica;

· Su relato contiene alguna incongruencia;

· Lucas exagera los inicios de la persecución anticristiana en Jerusalén y atribuye en estos momentos a Pablo un papel nada claro;

· Hay cierta contradicción entre Hch 9,24 y 2 Cor 11,32, etc.).

3. Pero, a pesar de las leves críticas, su tesis lo enfrenta directamente contra la mayoría de los críticos, que desconfían de la historicidad de muchos pasajes de los Hechos de los Apóstoles y niegan radicalmente cualquier estancia previa de Pablo en Jerusalén anterior a la descrita en Gál 1,13ss (sólo al tercer año tras su conversión) y muy breve (quince días). En sustancia, según Hengel, el primer historiador de la Iglesia tiene razón en su presentación de los primeros años de la vida del Apóstol.

A pesar de la humildad de la puesta en escena en forma de hipótesis de la reconstrucción histórica, la obra de Hengel, cuyos resultados hemos sintetizado en nuestra primera entrega de este resumen, está llena de ironía y sarcasmo -en mi opinión totalmente innecesarios- contra los colegas que adoptan una postura más crítica respecta a la obra de Lucas:

• La crítica radical es, a veces, irracional -opina Hengel-;

• Algunos, como H. Stegemann no conoce bien las fuentes ;

• G. Strecker no se ha leído convenientemente a Flavio Josefo y desconoce las últimas investigaciones sobre los posibles habitantes de Jerusalén;

• El profesorado moderno de las facultades de Teología ignoran lo que es ir directamente a las fuentes, basándose en bibliografía secundaria ;

• Apenas valen los argumentos históricos entre ciertos estudiosos de hoy (especialmente, como es natural, los colegas de Hengel, de la escuela protestante liberal alemana) ya que funcionan con el a priori de que Lucas es un mal historiador, etc., etc.

Pero,

• En nuestra modesta opinión, y a pesar del denodado esfuerzo de Hengel por demostrar lo contrario, el centro del problema en torno a la primera estancia jerosolimitana de Pablo -testimoniada sólo por Lucas- permanece aún sin resolver.

• La bien trabada argumentación del profesor Hengel (me parece admirable la solidez de su reconstrucción partiendo de ciertos supuestos) no nos llega a convencer en su conjunto. El núcleo de la dificultad radica en la discusión de Gál 1,13ss y en especial de 1,17-23. Hengel debería haber tratado el problema absolutamente a fondo al principio sin postergarlo a las páginas finales, pues de la conclusión que se obtuviera ya de avance dependería si merecía la pena o no seguir argumentando largamente en pro de esa estancia previa de Pablo en Jerusalén y de su formación sinagogal farisaica en lengua griega, en la ciudad santa.

• Así pues, pesar del hilo argumentativo del libro que comentamos, las claras palabras del Apóstol en Gál 1,17ss: "Ni subí a Jerusalén...", "Personalmente era desconocido de la iglesias de Judea que vivían en Cristo..." (v. 22) me han parecido imposibles de casar con el relato de los Hechos canónicos.

Es evidente que en una iglesia en sus orígenes, tan exigua en su número de adeptos, se conocían prácticamente todos los miembros de ella, sobre todo aquellos sobresalientes por su celo y temperamento y elaboración ideológica, precisamente como Pablo. El v. 22 de Gál 1 ha de referirse sobre todo a la iglesia de Jerusalén, la más notable entre las pocas que había a la sazón en Judea.

• Tampoco me ha resultado claro que Romanos 15,19b sea una argumento definitivo en pro de esa primera estancia.

M. Hengel refiere estas palabras a Hch 9,28, pero las discusiones con los "helenistas" descritas en ese texto no encuentran hueco entre los acontecimientos descritos en Gál 1,17-22. Pero argumenté que eso es precisamente lo que está en discusión.

Romanos 15,19b ("De forma que desde Jerusalén y, describiendo un círculo, hasta el Ilírico, he llevado el evangelio de Cristo hasta el final") tiene un sentido global, generalizante, en la acepción de "desde un extremo a otro", pero no es una prueba irrefutable (de modo que haya que forzar y reinterpretar Gálatas) de una primera etapa en Jerusalén.

• El texto de Hch 8,3ss que habla de una persecución de Pablo "a la iglesia" permite una exégesis diversa a la propuesta por Hengel: el pasaje es situado por Lucas en el contexto de una persecución anticristiana que comienza contra la iglesia de Jerusalén. Pero tras la dispersión de los creyentes por "Judea y Samaría", la frase adquiere un tono general: no tiene por qué referirse precisa y exclusivamente a la iglesia en Jerusalén.

Ciertamente esta persecución es histórica en el sentido de que Pablo la admite en sus cartas y se denomina a sí mismo "perseguidor"( Gál 1,13s), pero lo que está en juego en la discusión en torno a la fiabilidad histórica de los Hechos de los Apóstoles es precisamente esa estancia previa de Pablo en Jerusalén que parece negada por la epístola a los Gálatas.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com


Viernes, 20 de Febrero 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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