CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Niveles diferentes en el uso de la Biblia

2. Alusiones

Otra manera de expresar una referencia a la Sagrada Escritura es la alusión a doctrinas, personas o acontecimientos. Es una categoría en la que aparecen ideas bíblicas en contextos similares. El autor alude a pasajes de los libros sagrados aunque no emplee siempre las mismas palabras. Mi criterio queda más claro con ejemplos tomados de los HchAp.

a) HchJn 107,3: “En consecuencia, si ya no continuáis pecando, (el Señor) os perdonará lo que hicisteis por ignorancia” (en agnóia epráxate). Estas palabras de Juan en su largo alegato pronunciado cuando se aproximaba a la muerte recuerdan en términos y en sentido las de Pedro en su sermón en el templo tras la curación del tullido junto a la puerta Hermosa: “Ya sé, hermanos, que hicisteis estas cosas por ignorancia” (katá ágnoian epráxate). En ambos casos, se trata de aducir una cierta excusa de los errores cometidos por el hombre.

b) HchPe 7,5. En el primer gran discurso que Pedro pronunció al llegar a Roma, recordó la escena de sus negaciones: “Yo negué a nuestro Señor Jesucristo, y no sólo una, sino tres veces”. Todos los evangelistas se hacen eco de las negaciones de Pedro en el atrio del Pontífice cuando Jesús había sido apresado (Mc 14,66-72 par.). Pedro alude a su amargo llanto y a otros detalles conocidos por los relatos de los textos canónicos.

En el mismo discurso avisa Pedro a los romanos que no pueden ya esperar a otro que a Jesús: “Ninguno de vosotros puede esperar ya a otro” (HchPe 7,9). Es lo que se entiende en la consulta del Bautista dirigida a Jesús por medio de sus enviados: “¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?” (Mt 11,30). También lo afirmaba Pedro en otro de sus discursos cuando proclamaba que no cabe esperar la salvación de otro (Hch 4,12). Es, por lo demás, una idea implícitamente contenida en todo el mensaje cristiano.

c) HchPlTe 16,1. Támiris, el pretendiente de Tecla, explica al procónsul que desconoce el origen de Pablo con palabras que recuerdan las de los judíos sobre Jesús: “Este hombre no sabemos de dónde es” (Jn 9,29). Las palabras son idénticas en ambos casos. Las palabras son proferidas por enemigos de Pablo (Támiris) o de Jesús (los judíos),

“Enseñar la palabra de Dios” es la fórmula empleada en Hch 15,35; 18,11 (didáskein logon toû theoû) y la que usa Pablo para encargar a Tecla la tarea de la evangelización (HchPlTe 41,1: dídaske ton lógon toû theoû). Como la expresión “dar alabanza a Dios” es la que usan el autor de HchPlTe 38,2 y Lucas al hablar de la reacción del pueblo ante la curación del ciego de Jericó (Lc 18,43).

d) HchAnd 12,1. En el contexto de una larga alocución, recomienda Andrés a sus fieles que guarden el depósito que se les ha confiado: “Guardemos, pues, hijitos míos, el depósito que se nos ha confiado” (pisteuthéisan parakatathēkēn). Era también la recomendación de Pablo a su discípulo Timoteo: Parathēkēn fýlaxon (“guarda el depósito”).

Y dentro de la bisoñez teológica del autor de los HchAnd, deja caer fórmulas tan bíblicas como “hombre de Dios” (HchAnd 5,1), “creer en el Señor” (6,1), “el sello del Señor” (10,1), “la gracia del Señor” (14,1), “no tener donde reclinar la cabeza” (42,2), “dar gloria a Dios” (45,1), etc.

e) Los HchTom comienzan con la escena del reparto de las tierras de misión, en la que son mencionados todos los apóstoles por su nombre. Tomás aparece con el apodo de “Mellizo”, tal como insistentemente lo denomina el evangelista Juan. El Señor para redactar su contrato de compraventa de Tomás, se autopresenta como “Jesús, hijo de José el carpintero” (HchTom 2,2).

Expresiones estrictamente bíblicas surgen de la pluma de su autor con sencilla espontaneidad: “Hágase tu voluntad” (3,1), “la gracia del Señor esté con vosotros” (13,1), “Cristo, Hijo de Dios vivo” (10,3), “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (27,2). En repetidas ocasiones Tomás prorrumpe en la invocación recogida en el evangelio de Juan (20,28): “Señor mío y Dios mío”.

Para quienes están habituados a poseer y leer los libros de la Biblia, son detalles suficientes para recordar la mentalidad que marca el talante de los autores de los Hechos Apócrifos.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro







Jueves, 15 de Octubre 2009


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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