CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Niveles diferentes en el uso de la Biblia

El uso que los autores de los HchAp hacen de la Sagrada Escritura tiene diferentes aspectos o niveles distintos. Con esto quiero decir que la presencia del material bíblico en estos libros no tiene siempre el carácter de una cita consciente o intencionada. Es decir, no existe siempre una referencia expresa ni del autor ni de la obra o su contexto. Muchas veces, se trata de una simple alusión que será patente para los que tienen, lo mismo que el escritor que la hace, un cierto dominio de los libros canónicos de a Biblia. Por ello, considero conveniente y útil hacer una relación de estos niveles antes de iniciar el análisis pormenorizado del texto de los Hechos Apócrifos.

En la obra de E. Earle Ellis, Paul’s use of the Old Testament (Edinburgo-Londres, 1957), aparecen unas apreciaciones generales que pueden aplicarse al contexto de los HchAp. Habla el autor en el capítulo primero –“Paul and his Bible”- del hecho incuestionable del uso frecuente y espontáneo que hace el Apóstol de la Sagrada Escritura. Tres de sus afirmaciones pueden servir para explicar mi planteamiento:

a) Los escritos de Pablo, según Ellis, “revelan una persona inmersa en el contenido y en las enseñanzas del Antiguo Testamento” (o.c., p. 10). Esta misma consideración podemos hacer nosotros por lo que se refiere a los HchAp y al uso que en ellos se hace de la Biblia, particularmente del Nuevo Testamento. Y no sólo porque sus héroes o protagonistas están tomados de sus páginas, sino porque las ideas, las expresiones y el espíritu mismo de estas obras tienen, como podemos comprobar incluso con una lectura cursiva de los textos, profundas resonancias bíblicas.

Es un hecho tan evidente que los autores que traducen o publican estos libros suelen recoger, por lo menos, las citas más claras. Algunos de estos autores, como León Vouaux, dedican varias páginas a ilustrar este tema. En su texto y comentario de Les Actes de Pierre París, 1922, aborda la cuestión en la primera parte del cap. III, en la que trata sobre las “Fuentes” (pp. 43-49). Afirma allí que el autor de los HchPe hace un uso realmente constante de casi todos los escritos del Nuevo Testamento. “No es que los cite expresamente, sino que en cada instante, se encuentra el lector con alusiones” (p. 43).

b) “El estilo y el vocabulario del Apóstol, sigue diciendo Ellis, son de tal manera que con frecuencia es difícil distinguir entre cita, alusión y lenguaje coloreado con los modos del Antiguo Testamento” (o. c., p. 10). Lo que Ellis afirma sobre los escritos de Pablo es perfectamente aplicable a los HchAp. Por eso, no siempre hay uniformidad entre los autores a la hora de registrar las citas bíblicas. En algunas de ellas, hechas de forma más directa y con referencia explícita, no hay dificultad para comprenderlas. Pero son muchos los pasajes en los que existen ecos más o menos cercanos en doctrina, estilo y vocabulario. Depende entonces del criterio de los comentaristas o traductores el detalle de recoger esos pasajes como citas de textos bíblicos o simplemente como alusiones.

c) La tercera observación de Ellis, que podemos hacer nuestra, es la que se refiere al concepto de cita. Porque, en su opinión, “el Apóstol no tenía probablemente el mismo concepto de cita que nosotros tenemos” (o. c., p. 11). Por esta razón, ciertas citas que son introducidas con una referencia explícita no contienen luego las palabras textuales esperadas. Y al contrario, palabras recogidas textualmente aparecen sin la frase referencial, que las sitúe en la órbita de los libros escriturísticos.

Estas apreciaciones introductorias pueden servir para destacar las dificultades de nuestro estudio a la hora de plasmar los distintos niveles del uso del material bíblico por parte de los autores de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles. Recojo también del libro de Ellis las tres formas en las que concreta el uso que Pablo hace del Antiguo Testamento: “Citas propiamente dichas, alusiones intencionales y casuales, temas dialécticos y teológicos” (o. c., p. 11).

Citas, pues, alusiones y doctrina. A ellas pueden reducirse de hecho las distintas formas en que pienso dividir los resultados de mi estudio. Prefiero, sin embargo, introducir más distinciones para hacer más comprensible la respuesta al problema fundamental del uso de la Biblia en estos textos. Además, es tan variado el alcance de las citas y las alusiones que no siempre es fácil incluirlas bajo un epígrafe determinado.

En mi análisis de los textos distingo los grados o niveles que expondré en los próximos días. Reconozco, no obstante, que muchos textos podrían tener cabida en el ámbito de varios de estos niveles. Aunque siempre hay algún detalle que aconseja etiquetar un texto con preferencia en un campo mejor que en otro.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro




Jueves, 1 de Octubre 2009

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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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