CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero

El contexto de este importante dicho de Jesús es el siguiente (Mc 14,32-38):

« “32Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia.34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad.»35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora.36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú.»37 Viene entonces y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «Simón, ¿duermes?, ¿ni una hora has podido velar?38 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»” »

La lectura atenta, detenida y crítica, del contexto más amplio (Mc 14,32-42) hace ver que el texto está lleno de dificultades de todo tipo, de estructura literaria y de verosimilitud. Da la impresión de que el evangelista Marcos ha recogido una tradición heterogénea y la ha ido zurciendo a retazos.

Los estudiosos opinan que todo este relato aparece mal organizado, repetitivo y confuso: Jesús toma consigo a tres discípulos predilectos, Pedro, Santiago y Juan, pero luego el relato los presenta dormidos por tres veces a pesar de que el momento es trágico, solemne y de gran tensión. Tampoco se dice si vuelven o no los tres al grupo general de discípulos, aunque el final del episodio parece suponerlo.

Obsérvese también la contradicción interna del v. 41 “Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora. Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.”. Podéis dormir/Basta ya y la reproducción en el relato de palabras de Jesús, que no pudo oír nadie salvo él, ya que por la hipótesis del relato los discípulos estaban dormidos…

Se ha discutido también mucho si los vv. 35-36 son un duplicado redaccional de una misma y más simple oración de Jesús. Pare ello se ha analizado hasta la minuciosidad el estilo, los vocablos empleados, los temas (abbá, copa que se ha de beber, voluntad de Dios contraria momentáneamente a la de Jesús, y a la éste se somete, etc.), concluyéndose que lo más antiguo de la doble oración es probablemente el v. 36 “«¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras tú»”, aunque su antigüedad no resuelva el problema de la historicidad.

Para dilucidar este punto se ha analizado la estructura y contenido de la oración, comparándola con el tipo de plegarias similares que puede encontrarse en la tradición judía o griega. Este punto es importante, porque si fuera posible probar el segundo término (oración de tipo netamente griego) tendríamos una dificultad casi insuperable para adscribírsela al Jesús histórico.

En general se está de acuerdo en que la oración es de tipo judío, por lo que no hay problema por esta parte. Igualmente son muy judíos ciertos vocablos y motivos: la expresión aramea “abbá” para dirigirse a Dios (que comentaremos más ampliamente en una nota posterior), el motivo de la “copa que debe beberse” –aunque la metáfora de la copa no se encuentra entre los símiles empleados frecuentemente por Jesús- y sobre todo el tema teológico de la sumisión a la voluntad de Dios.

Una vez afirmado como probable que la oración de Jesús se corresponde con su pensamiento y con el del judaísmo de la época (su historicidad es, por tanto, plausible al menos), se ha utilizado para probar de algún modo tal historicidad el criterio –que ya conocemos- de dificultad: es muy improbable que la comunidad cristiana, convencida de que Jesús es el hijo único y real de Dios se invente ese momento de un Jesús tan humano, tan angustiado, que debe hacer un esfuerzo de sometimiento notable a la voluntad de Dios que tendría que conocer de antemano, puesto que su pasión, por hipótesis es una parte de un plan divino de redención.

Este argumento es fuerte, aunque se pueda contraargumentar que a lo mejor lo inventó la comunidad para presentar un contraste heroico entre un Jesús que acepta la voluntad divina y unos discípulos cobardes, que en el fondo no la aceptan y huyen.

Esta dificultad me parece poco fundada, por mucho que se piense que en época del Evangelista Marcos aún estaba poco desarrollada la cristología/teología y no se caía bien en la cuenta de las dificultades… Más bien me convence la idea de que se trata de una tradición sobre Jesús que se imponía aunque no se quisiera. Además que Jesús lo pasó mal ante su muerte está recogido también al menos indirectamente en dos pasajes del Nuevo Testamento: en la Carta a los hebreos 5,7-8 (“El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia;”) y en Jn 12, 27 (“Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!”).

Por consiguiente, aunque no sepamos exactamente incluso si Jesús pronunció estas desoladas palabras en Getsemaní o en otro lugar antes de su muerte, nos parece que el criterio de dificultad se impone a favor de la historicidad, y también porque el tema de la sumisión (de Jesús) a la voluntad divina no aparece con frecuencia dentro de la estricta tradición comunitaria.

Así pues, tenemos aquí un nuevo caso, dramático y tremendo, de un Jesús humano, que se distingue de Dios netamente, que se somete a su voluntad, que acepta la autoridad divina sobre los acontecimientos que le llevan a una muerte que –por lo que se ve- no entraba en absoluto en sus planes y que proclama que a Dios se le debe absoluta obediencia.

Parece, pues, que este texto –a pesar del cúmulo de dificultades literarias- encaja también con la pintura del Jesús meramente humano que laboriosamente estamos dibujando con los trazos que nos proporcional los evangelistas mismos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopiñero.es

Viernes, 16 de Enero 2009

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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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