CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos hoy con el contenido de la carta a los Filipenses

1,5:

« “A causa de la comunión que habéis tenido respecto al Evangelio, desde el primer día hasta hoy”

Otra posible traducción: “A causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy”. »

Aclaración:

Cuando se lee en griego este versículo, expresa gracias a su preciso vocabulario un concepto clave del cristianismo primitivo: la “comunión” (participar de todo en común: koinonía en griego) entre los fieles, una comuinión que se genera casi de modo espontáneo vez que se ha oído y creído en la “buena noticia”. Por ello es preferible la primera traducción.


1,6 + 10:

g[ 6 Firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús […] + 1, 10 con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, ]g

Aclaración:


La expresión el “día de Cristo Jesús” de estos vv. manifiesta la esperanza de un retorno próximo de Jesús lleno de poder para juzgar al mundo (la “parusía”). Encontramos aquí la misma confianza y seguridad que Pablo había expresado ya en 1 Tesalonicenses 4-5 acerca del fin del mundo presente con el retorno previo de Jesús, esa vez con poderes de juez universal que retribuye conforme a sus acciones durante la vida terrenal vivos y muertos.

La expresión “día de Cristo Jesús” parece aquí una transposición del “Día de Yahvé”, un frase que es común en el Antiguo Testamento para designar el momento en el que Dios se presentará en la tierra para exigir cuentas por las acciones cometidas, ya sea en el Juicio Final, o antes.


1,7-8:

« Y es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en mi corazón, partícipes como sois todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio. 8 Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús. »

Aclaración:

Esto vv. nos dicen que el Apóstol está en la cárcel (“en cadenas”), y que echa de manos y lleva en su corazón a los filipenses. Al final de la explicación del contenido, cuando tratemos el tema del lugar de composición, discutiremos cuál pudo ser el lugar de encarcelamiento de Pablo.

¿Dónde estaba encarcelado Pablo? La respuesta no es fácil en absoluto. Se han propuesto tres ciudades, Roma, Cesarea y Éfeso. Las dos primeras tienen a priori a su favor el que son las únicas nombradas por los Hechos de los apóstoles como lugares de encarcelamiento de Pablo: 23,33-26,32 y 28,14-31. La tercera tiene también sus posibilidades. Lo veremos.

1,9:


« Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, »

Aclaración:

Pablo pide “conocimiento perfecto” para los filipenses: que sepan escoger lo mejor acerca de cómo entender a Jesús. Probablemente alude aquí el Apóstol indirectamente a posibles adversarios, “malos obreros” (3,2), que predican en la comunidad una interpretación del evangelio distinta a la suya, es decir, otro “conocimiento” (como en Gálatas). Los recién convertidos tienen que saber juzgarla, y escoger con conocimiento y sabiduría entre la nueva interpretación de Jesús propuesta por otros misioneros y el evangelio (“mensaje”) paulino, el primero que recibieron.

B. 1,12-4,20: cuerpo de la carta actual.

1,12-26: Estos vv. ponen de relieve la situación de Pablo en prisión y su actitud respecto al final de la vida física. Ahora el Apóstol reflexiona sobre las consecuencias de estar encarcelado: su muerte es posible y ello tendrá efectos sobre el anuncio del Evangelio.

1,12:

« Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso del Evangelio; »

Aclaración:

“Lo que le ha sucedido” se refiere a su detención y a su proceso aún pendiente en la ciudad desde donde escribe.

1,13:

« De tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo. »

Aclaración:
Al menos parece claro que él, Pablo, no es un delincuente: está en cadenas “por Cristo”, por algo relacionado con la predicación del Evangelio, no por delitos comunes. En esos años ser cristiano no era todavía delito en el Imperio; por tanto debió de tratarse de algún problema de “orden público”, al estilo, por ejemplo:

· Del que tuvo al principio en la ciudad misma de Filipos (Hch 16,16-38: Pablo expulsa del cuerpo de una adivina un espíritu impuro que profetizaba. Como la chica era esclava, los dueños se quejaron de que perdían dinero, al faltarle los clientes)

· O el motín de los orfebres en Éfeso (Hch 19,23-40: la nueva fe predicada por Pablo ponía en peligro la devoción a Ártemis, la diosa patrona de la ciudad. Los orfebres que hacían imágenes en plata de su templo, se quejan de Pablo ante la autoridad).

1,14:

« Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra. »

Aclaración:

Sea lo que fuere del episodio concreto que originó su encarcelamiento, una de las consecuencias de hallarse en la prisión fue –según Pablo mismo— un progreso en la difusión del Evangelio.

Como sabemos por la historia antigua en general, y en concreto por los Hechos de los apóstoles a propósito de Pablo mismo (28,30-31: “Permaneció Pablo dos años enteros en una casa que había alquilado [¡aunque estaba en prisión en espera de juicio!] y recibía a todos los que acudían a él; 31 predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno), y por los Hechos apócrifos de los apóstoles, las condiciones de la prisión en la Antigüedad eran verdaderamente en cuanto a visitas muy tolerantes, y permitían el apostolado. Así, debemos deducir que no sólo “los hermanos”, sino Pablo mismo seguían difundiendo el Evangelio a pesar de la prisión.

Señala Rodney Stark, en su obra The Rise of Christianity (“La expansión del cristianismo”) que los romanos en general fueron muy tolerantes para con el cristianismo y su proselitismo, en general. Si hubo algún problema –de orden público, o de momentos en los que se exigía adoración a la efigie del Emperador y los cristianos no lo hacían, etc.-, las autoridades se contentaban con perseguir a los cabezas de la comunidad, pero dejaban en paz al resto de los fieles, con la idea de que descabezado el grupo, el resto perdería toda fuerza.

En el cristianismo no era así y la percepción de las autoridades romanas estaba muy equivocada, pues juzgaban al movimiento cristiano como si fuese una de las religiones del imperio, que eran controladas desde arriba por sacerdotes. Eliminados éstos, cesaba el grupo. en el cristianismo, por el contrario, la eliminación por el martiro del cabeza de grupo afianzaba el valor de la "mercancñia" religiosa que éste propagaba, se conseguían nuevos conversos y la comunidad seguía hacia adelante más fortalecida dirigida por una nueva persona.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

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Jueves, 23 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

3. Seguimos hoy con el contenido de la carta a los filipenses

Como indicamos ya, no sabemos si nos encontramos ante una composición única, salida de una vez de la pluma de Pablo, o de un conjunto de cartas de éste unidas entre sí por algún desconocido.

Esta cuestión es importante, sin duda, pero por suerte afecta poco a la comprensión de lo que el Apóstol quiso expresar con su(s) escrito(s). Por ello, intentaremos en primer lugar entender bien el contenido del texto tal como ha llegado hasta nosotros y luego (sección 5.) sopesaremos las razones para interpretar este conjunto como una carta o varias.

Las cuestiones del lugar y de la fecha de composición de Flp van unidas sobre todo a los pocos datos internos que nos proporciona la epístola misma. Éstos deben encajarse en algún lugar y tiempo dentro del marco de la actividad del Apóstol, tal como indican los Hechos de los apóstoles y el resto de las cartas de Pablo. De ello trataremos al final.

Tal como está, la carta se divide formalmente en:

A. Fórmula introductoria: 1,1-11.

B. Cuerpo de la carta: 1,12-4,20.

C. Saludos finales y conclusión: 4,21-22.

Ésta sería la estructura de una carta normal de la época en la que vive Pablo. Pero esta división usual es engañosa ya que el contenido real es un tanto más complicado. Lo dividiremos en unidades de sentido, que iremos aclarando brevemente una por una:

A. 1,1-11: Fórmula introductoria con saludos y acción de gracias.

1,1-2:

« Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos, con los epíscopos (obispos) y diáconos. 2 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. »

Aclaración:

El saludo inicial es el corriente en las cartas de Pablo, pero contiene un dato interesante: el escrito va dirigido a los cristianos de Filipos y a los epíscopoi “obispos (en plural) y diáconos” que presiden o rigen la comunidad. Si entendiéramos esta frase tal como suena hoy, una pequeña comunidad, que quizá no tuviera más de cuarenta o cincuenta personas, tendría varios “obispos”.

En realidad, aunque los nombres de estos “cargos” nos son bien conocidos, no hay que pensar que en la primera mitad del siglo I la Iglesia estaba ya constituida en una comunidad cristiana como lo estaría más tarde: un obispo, varios presbíteros y diversos diáconos (o “ayudantes”), como cargos eclesiásticos fijos. Esa estructura corresponde todo lo más a finales del siglo I o comienzos del II, y no en todas las iglesias. Por tanto, los mismos nombres recubrían entonces entidades distintas.

Probablemente cada nuevo grupo cristiano se organizaba al principio a su manera; por lo que sabemos, eran más importantes los maestros y profetas que los “obispos” o “inspectores” (del griego epíscopos: “vigilante”; vigilantes o inspectores quizás del uso del dinero de la comunidad, por ejemplo para atender a las viudas y huérfanos), o presidentes de los oficios litúrgicos.

No es extraño que en Filipos la comunidad se organizara precisamente como otros grupos de culto griegos de la ciudad, que tenían sus “inspectores” y “ayudantes”. Probablemente eran puestos honoríficos. Tales “vigilantes” (a los que en algunos sitios se añadían “presbíteros” = griego: “ancianos”) debían ser los más viejos y prestigiados de la comunidad.

1,3-11: Pablo expresa aquí las normales acciones de gracias a Dios por el excelente estado de la comunidad y ruega a la divinidad que las perspectivas de futuro sean igualmente buenas.

1,3-4:

« Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros, 4 rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros »

Aclaración:

En estos versículos expresa Pablo por primera vez su alegría (véase también 1,18.25; 2,17.18.28-29; 3,1; 4,1.4.10) al pensar en la comunidad y al sentir añoranza de ella (1,8: “Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús”). Obsérvese esta última expresión. La devoción empero al "Corazón de Jesús" es muy tardía, si no me equivoc, emnpieza en Francia en el siglo XVIII.

En ocasiones ha extrañado a los comentaristas esta manifestación de alegría repetida, ya que Pablo estaba en prisión. Pero hay que pensar que se trata de una alegría “escatológica”: la muerte ronda a Pablo (2,17: “Aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros.”) y el fin del mundo y de la historia, la “meta”, está cerca (3,14: “Corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”). El triunfo con Cristo se halla a la vuelta de la esquina.


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Miércoles, 22 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


Antes de pasar de nuevo a nuestro otro tema, la “divinización de Jesús” -en donde tenemos que tratar a continuación si el título “mesías” suponía en la mente del Jesús histórico que él tuviera alguna conciencia de que al asumirlo se estaba situando en una categoría superior a la humana- deseo presentar a ustedes, una breve aclaración a la Epístola a los filipenses, dentro del otro gran tema de nuestro blog, la guía o introducción al pensamiento de Pablo de Tarso.

Para muchos estudiosos es esta Carta a los filipenses la más atractiva de las que escribió Pablo por su tono alegre y por el afecto que rezuma hacia los destinatarios, convertidos por él al cristianismo y luego en amigos suyos.

Por otro lado, Filipense (Flp) nos presenta por primera vez en los escritos del Apóstol problemas literarios de importancia: no sabemos si la carta actual es una composición unitaria, o si está formada por dos o tres escritos de Pablo a los cristianos de Filipos que un redactor cristiano del siglo II, desconocido por lo demás, se encargó de recortar y ensamblar hasta formar la “carta” que hoy conocemos.

En primer lugar es preciso considerar las circunstancias exteriores que nos ayudan a comprender la carta.


1. La ciudad de Filipos

Filipos era durante el siglo I d.C. una ciudad de relativa importancia en el norte de Grecia, en la provincia de Macedonia (Hch 16,11). Había sido fundada en el s. IV a.C. por el padre de Alejandro Magno, Filipo II, y estaba situada cerca del mar y de una calzada romana importante, la Vía Egnatia, que unía el sur de Italia con Bizancio (la futura Constantinopla). Tenía, pues, un cierto movimiento económico, apoyado en la fertilidad de su llanura y en su riqueza en minerales (oro y plata).

Filipos se había hecho famosa en el s. I a.C. porque en su comarca se había librado la batalla de Filipos en la que Marco Antonio y Octavio (el futuro emperador Augusto) habían derrotado a Bruto y Casio, los asesinos de Julio César.

Parece además que en todo el entorno del norte de Grecia había barrios de judíos importantes en diferentes ciudades de la zona. Como ya sabemos, estas comunidades eran presuntamente la primera fuente de creyentes potenciales para la fe en Jesús mesías. Al parecer, a ellas se dirigía siempre Pablo en primer lugar cuando visitaba una ciudad nueva con ánimos misioneros.

2. La fundación de la comunidad

Según Hch 16,12ss, Pablo había fundado en Filipos una pequeña comunidad de cristianos durante su “Segundo viaje misionero” (50-52). La predicación del Evangelio fue un éxito relativo en la ciudad, donde se convirtieron al cristianismo algunos judíos y paganos: que la comunidad era mixta se deduce de los nombres griegos mencionados en la carta: 4,2: “Evodia (“De buen olor”), Sintique (“Participante de la [buena] Suerte”), Sícigo (“Uncido al mismo yugo”).

Pero algo debió ir mal ante las autoridades/magistrados de la ciudad, pues Pablo sufrió una fuerte persecución y, tras una estancia breve (Hch 16,12: “algunos días”) tuvo que abandonar la villa (1 Tes 2,2: se retiró

« “Después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas”.  »

Nunca volvió a Filipos (al menos ésta es la impresión que produce la carta: véase 1,30 [“Sosteniendo el mismo combate en que antes me visteis y en el que ahora sabéis que me encuentro.”]; 4,15-16 [“Y sabéis también vosotros, filipenses, que en el comienzo de la evangelización, cuando salí de Macedonia, ninguna Iglesia me abrió cuentas de «haber y debe», sino vosotros solos. 16 Pues incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con que atender a mi necesidad”]).

Sin embargo, las relaciones del Apóstol con sus recién convertidos fueron excelentes y ello se tradujo en el envío de ayuda económica a Pablo por parte de los nuevos cristianos. Aunque el Apóstol tenía a gala sustentarse por sus propios medios y no ser gravoso a nadie (1 Tes 2,9: “Pues recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os proclamamos el Evangelio de Dios”), aceptó con gusto estas ayudas y mostró su agradecimiento por carta.

Aparte de este motivo, había también otros que impulsaron a Pablo a escribir esta misiva: interesarse por el estado de la comunidad, expresar hacia ella su confianza, anunciarles una próxima visita en cuanto fuera posible y avisarles de algunos peligros que podía correr la fe de los nuevos conversos por la predicación de otro modo de entender a Jesús difundida por misioneros cristianos venidos de fuera... quizá de la iglesia madre de jerusalén. Lo veremos.

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Martes, 21 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

A propósito de mi breve comentario a Gálatas 1,17 dond Pablo cuenta qué hizo después de su "llamada" por parte de Dios:

« No subí a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco, »

me escribe el biblista argentino Ariel Álvarez Valdés la siguiente nota que contiene algunas precisiones sobre mi comentario, y que publico con mucho gusto y agradecimiento:

Sobre la Carta a los Gálatas, usted dice que el viaje de Pablo a Arabia (de Gál 1,17) “probablemente sea una retirada al desierto para madurar sus ideas”. Pero de hecho hoy la mayoría de los estudiosos de Pablo sostiene más bien que se trató de un viaje misionero, evangelizador, el primero que realizó Pablo.


a) En efecto, Pablo escribe su carta a los Gálatas precisamente para intentar justificar su autoridad como apóstol. Y colocar el recuerdo de un período de retiro y recogimiento para orar y pensar iría precisamente en contra el desarrollo del discurso que está exponiendo, y además sería contrario a sus hábitos.

b) Por otra parte, Pablo conocía bien el cristianismo que predicaban los helenistas, y sabía quién era Jesús, según la perspectiva presentada por esos misioneros a quienes él había perseguido. A tal punto que lo consideraba un riesgo para el judaísmo legal de la rama farisaica a la que él pertenecía. Por eso, no tuvo mayor necesidad de ir a aprender quién era el Maestro de Nazaret.

c) La frase precedente, donde Pablo afirma que desde el primer día de su conversión, tuvo plena conciencia de que Dios lo había llamado para que anunciara a Jesucristo “entre los gentiles” (Gál 1,16), también parece excluir esa posibilidad de un retiro, e inclina la balanza a una misión.

d) El viaje a Arabia no tuvo un final feliz. En 2 Cor Pablo recuerda:

“En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta una guardia en la ciudad de los damascenos, con el fin de prenderme; por una ventana y en una canasta fui descolgado por la muralla; y así escapé de sus manos” (2 Cor 11,32-33).

Si el rey Aretas IV se molestó por la actividad de Pablo en su territorio, y lo hizo perseguir hasta Damasco, confirma que Pablo no había ido allí en busca de soledad sino de acción, y que la labor que desarrolló había tenido cierta trascendencia.

e) Pablo nunca guardó un buen recuerdo de este viaje, por su triste final (huir de noche, escondido, en una canasta, y descolgado por una ventana de las murallas). Por eso lo evoca como una etapa vergonzosa de su vida, entre sus “debilidades” (2 Cor 11,30). Lo cual desaconseja tomar este viaje como un retiro para madurar sus ideas.

Un cordial saludo de Ariel Alvarez Valdés

Estoy de acuerdo con estos argumentos, que creo que son razonables y que son conocidos. Quisiera añadir sólo que la denominada "conversión" de Pablo, a tenor del conjunto de sus cartas, parece ante todo una iluminación interior, una visión (ignoramos más precisiones) en la que el Apóstol cae en la cuenta de que sus adversarios, seguidores de Jesús -perseguidos hasta el momento-, tienen razón. El cambio, empero, de la teología de un fariseo a la cristología y soteriología (doctrina de la salvación) de un cristiano, justamente al estilo de Pablo y no al de la comunidad madre de Jerusalén, es tan grande, es un vuelco tan radical, que necesitó un tiempo de maduración.

A tenor del cambio que se produce en Pablo desde la Epístola a los Gálatas hasta la dirigida a los Romanos en sus precisiones sobre la "justificación por la fe" y las relaciones de esta doctrina con los judíos, es también tan notorio e importante -como espero que tengamos ocasión de ver en un futuro-, que se deduce de ello que Pablo estuvo madurando sus ideas toda la vida.

Por esta razón es de suponer que, inmediatamente después de su "conversion" / llamada, Pablo debió de dedicar más tiempo a la reflexión que a la predicación.

Sim embargo, acepto que un final tan peligroso, con su huida descolgándose por la muralla al amparo de la noche, implica que propagó en seguida sus nuevas ideas, que su nueva predicación deía de ser ya tan novedosa, que enseguida despertó las iras de los judíos.

Así, que en suma, acepto con gusto la precisión y desearía que las dos perspectivas -predicación y profunda reflexión- no se vieran como excluyentes: debieron de ir unidas en esa etapa de la vida de Pablo que duró tres años... y en territorio un tanto extraño: Arabia.

Mi error ha sido no dedicar ni una sola palabra a los que los Hechos de los apóstoles y al mismo Pablo, quien ofrece en otras partes noticias sobre el resultado de su estancia en tierras del rey Aretas. Gracias de nuevo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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Lunes, 20 de Abril 2009
Hoy escribe Gonzalo del CERRO

En las misteriosas lejanías de los principios era la mujer. Eva, en los orígenes bíblicos; Pandora, en los umbrales de la cultura griega. Recordando a Goethe, podríamos hablar del “eterno femenino”. La aparición de Eva en el texto bíblico va arropada bajo su condición de mujer. “Yahvé Dios formó a la mujer” (Génesis 2, 22) para que sirviera de ayuda a Adán, el hombre. Adam en hebreo significa precisamente hombre, un ser de tierra roja. Y no encontraba ayuda entre todas las criaturas creadas por Dios. Eva no tenía todavía nombre, pero el Creador la destinó para el matrimonio, de modo que los dos, el hombre y la mujer, fueran una sola carne (Génesis 2, 25).

Cuando la serpiente se lanzó al asalto de la especie humana, dirigió su estrategia hacia “la mujer”. “La serpiente, la más astuta de todas las bestias del campo” (Génesis 3, 1), sabía que, derribada la mujer, la fortaleza humana se vendría abajo. Y así fue. En el relato de la escena de la desobediencia y sus fatales consecuencias, el texto menciona a Eva hasta diez veces, siempre referida como “la mujer”. Solamente después de la sentencia contra los actores del desaguisado, “llamó Adán el nombre de su mujer Eva, porque ella fue la madre de todo viviente” (Génesis 3, 20).

Como en otros casos similares, tenemos aquí la explicación del contenido semántico del nombre. La raíz verbal hebrea es la trilítera, compuesta por heth (pronunciada como la jota castellana profunda), wau y he (hache aspirada, sin sonido en posición final). La raíz significa “vivir”. El nombre de Eva (Hawwáh) es de los denominados en la filología hebrea “nomina opificum” (nombres de artesanos o autores). Llevan geminada la segunda consonante y significan el autor de la acción expresada por el verbo. Según este principio, la interpretación del nombre de Eva dada por Adán no puede ser más exacta. Eva (Hawwáh) significa, en efecto, autora de vida.

Sin embargo, esta autora de vida fue la ocasión decisiva para que el mundo, creado como proyecto de felicidad perpetua, se convirtiera en una carrera de dolores y pesadumbres. La primera carta de San Pablo a Timoteo recuerda que “no fue Adán el seducido, sino Eva la que, seducida, incurrió en la transgresión” (1 Tim 2, 14). El dato parece ser el motivo para imponer a la mujer una actitud de sumisión y silencio. Eva es en la exégesis de los Santos Padres y Escritores Eclesiásticos, la puerta del pecado.

El primer relato después de la caída es la historia de Caín y Abel, que acaba en el asesinato de Abel a manos de su propio hermano (Génesis 4). Y después de un capítulo de nombres y generaciones, propio de la tradición P (Sacerdotal: siglo VI a. C.), sigue la historia constatando cuánto “había crecido la maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6, 5). Tanto que Dios se arrepintió de haber creado al hombre y tomó la decisión de purificar la humanidad mediante el diluvio.

Una figura paralela a la de Eva es la griega Pandora, una especie de duplicado de la Eva bíblica. No al revés, ya que todos los textos citados sobre la creación de la mujer y su decisiva participación en la desobediencia al mandato de Dios pertenecen a la tradición Yahvista, que se remonta al siglo IX a. C.

El mito de Pandora y toda su peripecia literaria es obra de Hesíodo, que componía sus obras “La Teogonía” y “Los Trabajos y los Días” hacia la mitad del siglo VIII a. C., unos doscientos años después de la fecha señalada por Wellhausen para el origen de la tradición Yahvista.
La aparición de Pandora tuvo una motivación contraria a las razones de la creación de Eva. Dios creó a la primera mujer para que Adán no estuviera solo, sino que tuviera una ayuda semejante a él. El origen de Pandora fue fruto de la intención de Zeus de vengar los engaños del titán Prometeo. Para ello idearon los dioses un castigo rebuscado que no era otro que la mujer.

La situación anterior recuerda la vida de Adán y Eva en el Paraíso. Cuenta Hesíodo:

“Antes vivía la raza humana sobre la tierra sin males y al abrigo de la dura fatiga, libre de las dolorosas enfermedades que conducen a la muerte” (Trabajos, 90-92).

¿Qué fue lo que torció la línea recta de una felicidad imperturbable? Unos sucesos nada simples. Japeto, uno de los Titanes tuvo entre sus hijos a dos que interesan a nuestra historia, Prometeo y Epimeteo. Prometeo es por su nombre el que piensa las cosas antes de hacerlas (pro); Epimeteo, el que las piensa después (epí). Prometeo era prudente, generoso y previsor; Epimeteo, según Platón, “no era lo que se dice un sabio” (Protágoras, 321 b).

Zeus tuvo la intención de destruir a los hombres. Pero Prometeo, “el defensor de oficio de la raza humana” (Luciano di Crescenzo) se opuso a tal proyecto. Para ayudar a los mortales o “seres de un día”, robó el fuego de los dioses y se lo llevó a los hombres en una férula. Era un elemento más que útil para el progreso de la humanidad. Diodoro Sículo, en su afán de racionalizar el mito, alude a la opinión de que lo que hizo Prometeo fue inventar el pedernal (Bibl. Hist., V 67, 2-6).

Pero Hesíodo ofrece otra causa para el castigo del Titán. Fue una trampa con la que intentó engañar al mismo Zeus. Preparó un buey asado con el que invitó al padre de los dioses. En la parte mayor y más vistosa envolvió en la piel los huesos y la grasa; en la parte pequeña puso los mejores trozos de carne. Zeus escogió la parte mayor en la que sólo encontró desperdicios en cantidad (Teogonía 545-560). En opinión piadosa de Hesíodo, Zeus eligió aquella parte a sabiendas buscando motivos para castigar a Prometeo. Pero el robo del fuego es la razón más socorrida para justificar el castigo: antì pyrós teûxen kakòn anthrópoisin (a cambio del fuego creó un mal para los hombres: Teog. 570). El mal era la mujer. Lo que pasa es que los dioses la adornaron con toda clase de encantos, suficientes para engañar a cualquiera que no fuera tan avisado como Prometeo. La mujer, explica Hesíodo, era un mal, aunque un “mal hermoso” (kalòn kakón: Teogonía, 585).

Los datos, presentados en la Teogonía de forma anónima, aparecen ampliados y completados con minuciosos detalles en los Trabajos y los Días (42-105). Allí se cuenta que Prometeo robó el fuego al prudente Zeus para dárselo a los hombres. Al engaño reaccionó el padre de los dioses proyectando para Prometeo y los hombres “una gran desgracia” (méga pêma: v. 56). “Yo, a cambio del fuego les daré un mal”, dice Zeus (v. 57). Dio las órdenes oportunas para que los dioses se pusieran manos a la obra. Hefesto, el artesano, modeló de barro “un amable cuerpo de doncella”. Pero en el producto final colaboraron los dioses aportando toda clase de dones: Atenea, Afrodita, Hermes, las Gracias, la Persuasión, las Horas. Por tratarse de un regalo de los dioses, Hermes le dio el nombre de Pandora (pân y dôra: “todo” y “dones”).

Pero Hesíodo deja bien claro que aquel regalo era nefasto para los hombres: kakón (un mal), pêma (una desgracia), dólos (una trampa). Y es que Zeus creó a las mujeres, esa raza funesta, para desgracia de los hombres (Teog., 600 s).

Prometeo advirtió a su hermano que no aceptara ningún regalo de Zeus si no quería hundirse en la ruina. Pero Epimeteo aceptó el regalo, la mujer, con la dote concomitante, la jarra (píthos). Se casaron, pero no fueron felices. Pandora no cumplió otra de las recomendaciones recibidas, la de no abrir la jarra. Como Eva cuando desoyó la voz de Dios que prohibía tocar el fruto del Árbol de la Ciencia. Erasmo puso en franquicia la denominación de “caja” para lo que era un píthos, una tinaja de las que, hundidas en tierra, servían como contenedores de grano, vino o aceite.

Pandora quiso cerrar la tinaja, pero cuando lo consiguió, sólo quedaba dentro la esperanza. Epimeteo comprendió el significado del hermoso regalo de los dioses, en palabras de Hesíodo, al experimentar la desgracia. Es decir, cuando ya no había remedio. Los males siguieron campando por el mundo sin freno ni limitación.

Saludos de Gonzalo del CERRO

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Hoy en "El blog de Antonio Piñero" se trata el tema:

"La distinción entre 'reino' y 'reinado' de Dios".

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Saludos de nuevo.
Domingo, 19 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos hoy, como prometimos, con la aclaración de la Epístola a los Gálatas. El último tema a tratar es la comparación entre los datos de los Hechos de los apóstoles y Gálatas sobre la vida de Pablo y el denominado “Concilio de los apóstoles” del año 49 d.C.


Ambos documentos están de acuerdo en unos datos y difieren en otros:


• Coinciden en la “vocación” o llamada de Pablo poco tiempo después de haber actuado como perseguidor de la Iglesia, pero Pablo no menciona el episodio del camino de Damasco (Hch 9).

• Hch no habla del viaje a Arabia (Gál 1,17: probablemente una retirada al desierto para madurar sus ideas).

• Hch presupone que Pablo se había formado como fariseo en Jerusalén y que asintió y consintió con la muerte de Esteban (Hech 7 y 8). Pablo afirma que él no era conocido las comunidades cristianas de Judea (Gal 1,22), lo que casa mal con una estancia prolongada en la capital como estudiante y activista religioso.

• Ambos textos coinciden en un viaje a Jerusalén donde Pablo fue presentado a los apóstoles (Hch 9,26-29 / Gál 1,18-20).

• Los primeros pasos como predicador de Pablo son distintos en Hechos y Gálatas:

- En el primero hay viajes misioneros a Cesarea y Tarso de Cilicia (9,30), Antioquía (11,26), de nuevo a Jerusalén (11,29s), a Seleucia, Salamina y Chipre (Hech 13,4-12) y a la zona sur de Galacia (13,13-14,25).

- Pablo es, por el contrario, muy escueto, y sólo menciona viajes misioneros a Siria y Cilicia (Gál 1,21-22) y la evangelización de algunas iglesias innominadas junto con la de Filipos (Flp 4,15).

• Coinciden Pablo y Hechos en la mención del Concilio de Jerusalén (Hch 15/Gál 2,1ss). Pero

- Hechos afirman que la celebración del concilio se debió a una decisión de la iglesia de Antioquía que envió a Bernabé y a Pablo a consultar a la Iglesia de Jerusalén (Hch 15,1-2). El Apóstol, por el contrario, sostiene que subió a la capital por cuenta propia, "movido por una revelación" (Gál 2,2).

- Pablo no menciona ningún decreto de la iglesia jerusalemita, a la vez que Hechos silencian la disputa entre Pablo y Pedro en Antioquía.

- Ambos textos coinciden en que Pablo recibe de algún modo el encargo de predicar a los gentiles.

• Respecto al segundo y tercer viaje misioneros de los Hechos (15,41ss y 18,23) puede decirse que los datos pueden encajar más o menos con los que proporciona Pablo en sus cartas. Lo único que llama la atención en Lucas-Hechos es la total ausencia o mención a la notable actividad de Pablo como autor de cartas, en general de gran trascendencia teológica. No hay mención alguna a la tremenda nueva teología que Pablo iba difundiendo. Por ejemplo, no se habla ni una palabra de la "justificación por la fe" y de la eliminación de la ley de Moisés como prerrequisito para la salvación.

Para valorar las diferencias entre el texto de los Hechos y los datos de Pablo hay que tener en cuenta que:

• La mayoría de los detalles autobiográficos de este último sobre este período de su vida que ahora nos concierne sólo provienen de esta Carta a los gálatas.

• La carta, sin embargo, no tiene un interés biográfico por sí, sino que su afán es sobre todo apologético, es decir de defensa del ministerio apostólico de Pablo. Éste pudo omitir ciertos detalles de su vida que no venían a cuento para el argumento.

De todos modos la reflexión teológica sobre los orígenes del cristianismo tiene que contar que existe un alto grado de discrepancia entre los Hechos y el Pablo auténtico.

Este hecho afecta al concepto de la revelación, sobre todo a la hora de reflexionar y precisar la absoluta “inerrancia” (imposibilidad de equivocarse) de la Escritura y sobre las divergencias reales entre diversos autores del mismo Nuevo Testamento.

En cualquier caso, si hay una contradicción insalvable en algunos momentos entre Hechos y el Apóstol, se debe preferir los datos proporcionados por Pablo.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Jesús nunca explicó directamente en qué consiste el reino de Dios”

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Saludos de nuevo.

Sábado, 18 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Hoy tratamos brevemente los dos temas siguientes: ¿Cuándo y dónde se compuso esta carta? Y ¿Tuvo éxito?


1. De todo el tenor del escrito que estamos comentando se deduce que entre la conversión de los gálatas y su abandono del “evangelio” de Pablo no había pasado mucho tiempo.

Según sabemos ya, la fundación de la comunidad de Galacia aconteció durante el segundo viaje misionero (en los años 50-52 d.C.) y que una visita ulterior tuvo lugar en el tercer viaje misionero (a partir del año 54). La irrupción de los predicadores debió de ser poco después de esta última visita, y tuvo desastrosas consecuencias, como sabemos también .

Pablo recibe noticias de ello y reacciona al punto con esta carta encendida y enérgica, a veces rallana en el insulto. Por tanto, dictó su escrito poco después del tercer viaje misionero, es decir, en su última estancia en Éfeso antes de emprender su funesto y último camino a Jerusalén. Así pues, entre el 54 y 57 d.C., mientras permanecía en aquella ciudad de Asia Menor.

En concreto: quizás más bien al principio de la estancia en la ciudad, puesto que en Gálatas 2,10 se habla de la colecta por los pobres, pero no se menciona aún su ejecución, que sí se supone que ya ha terminado cuando más tarde, al final de su estancia en Éfeso, escribe 1 Corintios, capítulo 16.


¿Tuvo éxito la carta a los gálatas?

El Nuevo Testamento nada dice directamente de ello. Pero es muy probable que la respuesta fuera muy positiva si aceptamos que 1 Corintios fue escrita después de Gálatas como acabamos de decir y que habla de la colecta de dinero entre los gálatas. Sobre esta cuestación que Pablo estaba promoviendo entre los nuevos convertidos para ayudar a la Iglesia de Jerusalén se dice en 1 Corintios 16,1:

« “En cuanto a la colecta a favor de los santos haced también vosotros conforme a las normas que he dado a las iglesias de Galacia…”.  »

Estas frases dan a entender que se estaba celebrando, o se había concluido ya, en Galacia una colecta dirigida por Pablo..., y que tuvo éxito. Es de suponer que los gálatas se habían reconciliado con el Apóstol y habían vuelto al redil de su evangelio, pues nadie da dinero a un enemigo.

Por tanto, los predicadores judeocristianos, venidos quizás de Jerusalén, fracasaron en su intento de:

Desacreditar al apóstol Pablo, afirmando que su evangelio no era genuino = no era “apostólico”, ya que su autor no había pertenecido al círculo de íntimos de Jesús… ¡ni siquiera había conocido al Maestro personalmente! Era, pues un evangelio distinto al de las máximas autoridades… Pedro, Juan el del Zebedeo, Santiago el hermano del Señor…

• Argumentar que el concepto de la salvación según Pablo -por la fe sólo, como hemos explicado- era superficial y falso

• Que la idea paulina de centrarse sólo en Jesús crucificado (propiamente en la cruz, pero como germen de la resurrección) olvidaba que Dios había sellado un pacto con Abrahán que incluía la circuncisión y ciertas leyes sobre alimentos.

Obligar a los gentiles a hacerse plenamente judíos. Jesús ciertamente era el mesías –argüían los adversarios-; pero sólo había inaugurado una nueva era en la que los judíos no debían poner impedimentos en que muchos gentiles entraran dentro del pueblo elegido… ¡pero tenían que hacerse judíos plenamente! Tenían que vivir como el Abrahán del final de su vida: aceptando la circuncisión y un adelanto de la ley de Moisés.

Este fracaso de los adversarios de Pablo significa el triunfo de la línea paulina de interpretación de la vida y figura de Jesús de Nazaret – centrada en la cruz de Jesús y en la no validez de la Ley- que -unido a la destrucción de la comunidad madre de Jerusalén en la Revuelta Judía del 66-70 d.C.- abrió el camino para el triunfo en toda la del cristianismo en menos de tres siglos.

Concluiremos la breve aclaración de Gálatas en la nota siguiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“¿Perfeccionar al religión judía?”

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Viernes, 17 de Abril 2009

Notas

El gnosticismo en los HchAp (I)
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Partimos de la afirmación básica de que en la época en que se escriben los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, no existe una doctrina a la que atengan los que son considerados gnósticos. Puieden consultarse, por ejemplo, en este punto la Introduction â l’étude du Gnosticisme au I et au II siécle, París ,1903, de E. de Faye, p. 141. Por consiguiente, no es posible encontrar una regula fidei con la que comparar los HchAp. El gnosticismo era una forma de pensar y de ser en la que entraban componentes tanto cristianos como paganos. Ya decía Hipólito que estos herejes tomaban sus opiniones no de la Sagrada Escritura, sino de la sabiduría de los griegos (cf. J. Montserrat Torrents, Los Gnósticos, Madrid, 1983, II 8 y 21). En efecto, las teorías de Platón dejan en la ideología gnóstica conceptos tan característicos como el del cuerpo como cárcel del alma. Pero también ciertos ambientes judíos, como el del monasterio de Qumrán con su tendencia a la expresión dualística del pensamiento, son perceptibles tanto en las doctrinas como en la terminología de los gnósticos.

En su versión cristiana, el gnosticismo tiene estos principios básicos:
a) El espíritu del hombre, consustancial con el ser divino, está prisionero de la materia y suspira por su liberación.
b) Tiene necesidad de un redentor que le otorgue el verdadero conocimiento (gnosis) de su origen y su destino.
c) En ese conocimiento consiste la verdadera salvación.
d) Una cosmogonía a base de emisiones por parejas a partir del Ser perfecto y mediante una terminología complicada que contiene elementos de origen tan variado como el pitagorismo, el hermetismo y la astrología.
e) Una teología basada en la exégesis alegórica del Nuevo Testamento.
f) Todo dentro de un contexto de elegidos o iniciados que han conseguido ya el conocimiento, mientras los demás siguen sumidos en la ignorancia.

Acerca de estos temas ofrece una excelente síntesis A. Piñero en su estudio sobre “El infinito asequible. El gnosticismo cristiano en los siglos II y III” en los Cursos de Verano del Escorial, 1989, La gnosis y el conocimiento de lo oculto, Universidad Complutense de Madrid. El hombre se siente, en consecuencia, extraño en este mundo, añora la paz, el descanso, la luz de la otra vida que es la verdadera. El regreso, en suma, a su primitivo y original estado.

Uno de los rasgos más característicos del gnosticismo es el dualismo, que da origen a múltiples antinomias: conocimiento-ignorancia, luz-tinieblas, materia-espíritu, vida-muerte, etc. La obsesión de conocer el origen es la razón del interés de los gnósticos por el libro bíblico del Génesis- Así se explican las palabras de Valentín, según Clemente de Alejandría, que pueden valer como una definición de su gnosis: “Lo que nos hace libres no es el bautismo solo, sino también la gnosis: (el conocer) quiénes somos, qué llegamos a ser, dónde estábamos, dónde hemos caído, hacia donde nos dirigimos, de qué hemos sido liberados, qué es el nacimiento, qué el nuevo nacimiento” (Clem. Alej., Excerpta ex Theod., 78, 2).

Desde el punto de vista literario, se aprecia en los gnósticos una clara tendencia retorizante y el uso de una terminología esotérica, que podría estar motivada por su afán de ocultar sus doctrinas a los no iniciados. En este sentido, son mu aficionados a la alegoría como forma de presentación de sus conceptos. Por eso, muchas de sus ideas teológicas están basadas en la exégesis alegórica de la Escritura. E. Peterson, en su artículo "Gnosi" en la Enciclopedia Cattolica V 876, afirma que “los gnósticos hacen un uso abundante de palabras figurativas”.

Después de esta rápida ojeada por la gnosis, se impone la pregunta: ¿Son los Hechos Apócrifos de los Apóstoles escritos realmente gnósticos? O lo que es lo mismo: ¿Contienen los HchAp los rasgos característicos del gnosticismo?

No necesitamos insistir en el hecho de que la línea divisoria entre ortodoxia y herejía no estaba clara y definitivamente fijada en el siglo II. Faltaba en los litigios doctrinales “un criterio seguro de ortodoxia”, como dice Montserrat Torrents en la obra citada (I 38). Además, en una época de enfrentamiento con las ideas judía y griega, no era difícil ceder a la tentación de aceptar elementos considerados compatibles con la doctrina cristiana. Y realmente, ciertos conceptos típicos del gnosticismo son susceptibles de una interpretación ortodoxa. Pablo suspiraba por verse libre “de es cuerpo de muerte” (Rom 7,24). Los cristianos, que antes eran tinieblas, ahora son luz (Ef 5,8). La economía del evangelio consiste en la revelación de unos misterios antes escondidos (Col 1,26; Ef 3,9). El concepto de “plērōma” tiene evidentes resonancias gnósticas en Ef 1,23; 3,19; 4,13; Col 1,19, 2,9. Como las tiene toda la teología del corpus ioanneum. Sobre todo este tema, es útil consultar el libro de W. Schmittals, Neues Testament und Gnosis (Nuevo Testamento y Gnosis), Darmstadt.

A pesar de todo, la antigua tesis de Lipsius sobre el origen gnóstico de los HchAp está hoy generalmente abandonada. Aunque no faltan quienes la secundan cuando analizan ciertos pasajes de algunos HchAp, como los de Juan y Tomás. Si bien, después de tantos estudios, se deben hacer algunas matizaciones. Entre otras razones, porque también el concepto de gnosticismo ha sufrido variaciones en la consideración de los expertos. Además, los distintos HchAp, a pesar de sus numerosas semejanzas, no pueden incluirse sin más en un mismo juicio genérico. Como también deben excluirse del juicio general sobre un Hecho Apócrifo concreto aquellos fragmentos considerados como ajenos al autor del texto primitivo.

En los HchJn, existen fragmentos clara e indiscutiblemente de origen gnóstico. Son los capítulos 92-102 y el 109. En ellos están contenidos el famoso Himno de la Danza y la revelación del misterio de la cruz (HchJn 94-102) y de una prolija plegaria con motivo de la última eucaristía celebrada por Juan (HchJn 109). Ya notamos en otra ocasión cómo el fragmento de HchJn 94-102 interrumpía un discurso coherente, que empieza en HchJn 88, queda interrumpido en HchJn 94 y continúa en HchJn 103. Pero el resto cabe dentro de los límiter4s de la ortodoxia, incluido el pasaje sobre la polimorfía de Jesús (HchJn 87-93). De todos modos, es natural que los que juzgan los HchJn sin excluir estos fragmentos, consideren esos Hechos Apócrifos como portadores de ideas heréticas. (Continuaremos)

Saludos cordiales de Gonzalo del Cerro


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Hoy, en el otro blog, "El blog de Antonio Piñero" el tema tratado es

"Pasión por el reino de Dios"

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Saludos de nuevo
Jueves, 16 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el intento de aclarar quiénes fueron los adversarios de Pablo en Galacia, tema fundamental para esclarecer el pensamiento del Apóstol en esta Carta

5. Tampoco hay indicios claros en la Carta de que se trate de dos clases diferentes de adversarios/predicadores/misioneros, de dos “frentes de adversarios”.

Más bien parece que Pablo no piensa en dos clases de enemigos sino que ataca siempre a un solo bloque. Sostener que Pablo no acaba de ver ese frente doble porque había sido mal informado, o porque no había entendido bien lo que pasaba en Galacia –como piensan algunos comentaristas- es demasiado suponer. Es pensar que un intérprete moderno de la Carta a los gálatas sabe más que Pablo mismo.

6. Igualmente es difícil afirmar con sólidas razones que estos judíos que arribaron a Galacia predicaban un judeocristianismo sincrético,

Es decir, con mezcla de ideas de otras religiones en concreto paganas. El punto principal en el que se basan los comentaristas que abonan esta hipótesis está en el cap. 4 de la carta, donde Pablo afirma que si los gálatas hacen caso a los nuevos misioneros y abandonan el evangelio de la libertad sirven a los “elementos del mundo” (4,9).

Estos intérpretes piensan que esa frase significaba rendir culto a espíritus astrales para garantizarse la benevolencia de éstos, idea que era muy propia de la religión pagana en general y de la gnosis: los “elementos del mundo” serían los espíritus que rigen este mundo en cuanto opuestos a Dios de alguna manera (estos espíritus se llaman técnicamente “arcontes”, es decir jefes que forman la corte del Demiurgo, la “otra divinidad” –distinta al Dios trascendente, que ha creado el mundo, según la gnosis).

Ahora bien, hemos indicado antes en la explicación de este pasaje que tal suposición es innecesaria y que choca con la afirmación de Pablo en 4,3:

«  “Nosotros, cuando éramos menores de edad” –es decir, cuando estábamos bajo la tutoría de la Ley y debíamos cumplirla— “vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo”.  »

¿Acaso Pablo sostiene que los judíos piadosos, observantes de la Ley tienen una religión sincrética o gnóstica porque adoran a elementos = espíritus o ángeles arcontes a las órdenes del Demiurgo o que adoran a espíritus astrales para hacerlos favorables a sus intereses? No parece en absoluto probable ni verosímil.

Es más sencilla la explicación que hemos propuesto y que no exige pensar en un fuerte componente astral dentro de la religión judía común (la de Pablo): los nuevos predicadores eran simplemente judeocristianos que intentaban corregir la, según ellos, deficiente predicación del Evangelio por parte de su adversario, Pablo; a éste le faltaba proclamar que la ley mosaica seguía siendo obligatoria. El Apóstol reacciona y argumenta: aceptar la versión del cristianismo de mis adversarios es volver a la esclavitud siendo ya libres. ¿Por qué? Porque significa algo así como ser paganos de nuevo y de algún modo servir a los “elementos del mundo”.

Para ejemplificar su audaz razonamiento Pablo utiliza dos veces el concepto de “elementos del mundo”, refiriéndose en ambos casos a los ángeles o espíritus, pero con su mente puesta en dos facetas de la actuación de éstos. Una la de seres espirituales que, según la tradición judía (p. ej., en el Libro de Henoc), controlan el universo por orden divina; otra como autores de algún modo de la Ley, transmitida a Moisés a través de ellos.

En síntesis: Pablo ha establecido una comparación osada dando a las palabras “elementos del mundo = ángeles” una significación ligeramente variante en cada ocasión de su argumento. Éste sigue los siguientes pasos:

1. Los paganos politeístas adoran a “elementos del mundo” a los que erróneamente llaman dioses. Son “falsos” dioses porque en realidad son espíritus/ángeles, que controlan el orden del universo tal como Dios quiere.

2. Los cristianos que han adoptado el evangelio de Pablo están libres de cumplir la Ley, pues han sido salvados por la fe en Cristo en el marco de la promesa a Abrahán.

3. Pero si se deciden a cumplir la Ley de nuevo, vuelven a servir a los “elementos del mundo”. Pero Pablo no alude ahora a ángeles que controlan los movimientos de los astros, sino a los ángeles que sirvieron como promulgadores de la Ley a Moisés a través de los ángeles.

Como se ve, Pablo viene a decir algo bastante ofensivo para unos oídos judíos: la Ley es hasta cierto punto un producto de los ángeles, no de Dios directamente. Es una estupidez, afirma el Apóstol, liberarse de un servicio a los ”elementos/ángeles”, controladores del mundo = salir del paganismo politeísta bautizándose en Cristo, para luego volver a servir de nuevo a los “elementos del mundo” = ángeles que fueron casi los autores de la Ley, pues la promulgaron y entregaron a los hombres a través de Moisés.

Un razonamiento contundente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“”

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Miércoles, 15 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


Una vez que se ha entendido –así lo espero- el contenido de la carta en sus líneas esenciales, sin introducirnos en menudencias que pueden hacernos perder la visión general-podemos ya sintetizar en un cuadro de conjunto los rasgos que con gruesos trazos nos dibujan en la epístola quiénes eran los adversarios de Pablo en Galacia, qué pensaban, es decir, las ideas con las habían seducido a los gálatas y los habían hecho apartarse del Apóstol:

1. Los enemigos de Pablo predicaban una interpretación del cristianismo distinta a la del Apóstol.

Como es natural en este período tan temprano, en el cristianismo no había aún ninguna autoridad doctrinal fija. Convivían en él una notable diversidad de interpretaciones de Jesús y de su significado, una variedad de teologías mayor de lo que quizá nos podamos imaginar hoy, teologías a veces opuestas. Por ello no es exacto en este momento calificar de “herejes” a los oponentes a Pablo, como hacen algunos comentaristas.

Entonces no había aún “herejes”, sino distintas interpretaciones de lo que había representado lo acontecido con y en Cristo. Debemos recordar que en alguna ocasión he expresado que el nacimiento del cristianismo no es otra cosa que el nacimiento de la teología cristiana, y que ésta se forma cuando los seguidores de Jesús, una vez muerto éste, reflexionan sobre el impacto que les había causado el Maestro. Y reflexionan sobre su figura y misión a la luz de la creencia de Dios ha resucitado a Jesús, es decir, lo ha confirmado en las líneas esenciales de su vida. Por tanto, cristianismo era interpretación de Jesús y había diversas interpretaciones.

2. Esos adversarios eran misioneros itinerantes judíos, cristianos, procedentes de Israel en general(Judea y Galilea), quizá de Jerusalén.

Aunque defendían una concepción diferente del cristianismo respecto a la paulina, sus ideas debían sonar muy plausibles, ya que obtuvieron un éxito rápido entre los gálatas (1,6).

Sostenían en primer lugar que el evangelio de Pablo no era en verdad “apostólico”, ya que no había conocido a Jesús; no había formado pare del grupo de sus “apóstoles”. Seguramente procedería ese evangelio, la doctrina de Pablo sobre Jesús, de alguna información meramente humana, es decir, del contacto con otros cristianos que le hubieran adoctrinado erróneamente.

Según la imagen que podemos formarnos del Jesús de la historia, hay que confesar que estos misionero judeocristianos defendían una teología que se acercaba mucho más a la del Jesús histórico que a la de Pablo en el punto crucial del valor que tenía la ley de Moisés como camino de salvación.

Los recién llegados a Galacia afirmaban que no había “justificación” completa ante Dios (= salvación) si no se sumaba al bautismo cristiano el cumplimiento de la ley de Moisés. Eran predicadores consecuentes con la sentencia de Jesús de Mt 5,17:

« “No penséis que he venido a abolir la ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles su cumplimiento. Os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes de que una i o un ápice de la Ley haya dejado de cumplirse”,  »

y eran consecuentes también con la idea -correcta a nuestro parecer- de que Jesús no había roto o se había salido del marco del judaísmo y del Antiguo Testamento. Por tanto, tenían buenas razones para seguir defendiendo la necesidad de observar la ley de Moisés, si alguien quería salvarse.

3. El cristianismo de estos adversarios confesaba que Jesús era el mesías, pero pensaban que esta afirmación no cambiaba nada respecto a otras normas del judaísmo.

Por tanto, al afirmar consecuentemente que había que volver a cumplir la ley de Moisés, sostenían que ello suponía guardar tanto preceptos importantes, como circuncidarse, como otras normas de no tanta relevancia pero significativas, por ejemplo observar las fiestas judías (4,10).

Afirmaban también que era cierto que en Abrahán y en la promesa a él concedida por parte de Dios cabían los paganos si se convertían, pero que los nacidos judíos tenían una cierta preeminencia: eran descendientes de Sara, la esposa legítima; los paganos, por su parte, lo eran de la esclava Agar.

4. Algunos comentaristas han apuntado la idea de que estos predicadores eran gnósticos judíos.


“Gnósticos” eran los cristianos que afirmaban haber recibido una revelación especial de la divinidad, de modo que prácticamente ellos solos eran los que iban a salvarse. Consistía en esencia esta revelación en caer en la cuenta de que lo más elevado del ser humano, el espíritu, es consustancial con la divinidad; que ésta no es la que la gente cree –el Dios normal de judíos y cristianos-, sino un Dios trascendente, superalejado y superoculto que habita más allá de los cielos; y en segundo lugar que la salvación consiste en que el ser humano obre de acuerdo con su espíritu, de modo que éste, desprendido del cuerpo, pueda retornar al lugar de donde salió, el cielo donde se halla el verdadero Dios trascendente, y allí unirse con Él y con los demás espíritus.

Pero, a decir verdad, por lo que hemos explicado del contenido de la carta no se observa en ella ningún rasgo nítido y claro que permita sostener esta suposición, ni siquiera la unión de espiritualismo y peligro de “libertinaje” (se puede hacer lo que uno quiera con el cuerpo, porque ello no afecta al espíritu: 5,13 y 6,8), pues es ésta poca base para caracterizar a alguien como gnóstico.

Aunque sea cierto que en algunos casos en el siglo siguiente, el II, se dio tal mezcla de espiritualismo en unas pocas sectas gnósticas, es deducir demasiado de pocos datos. Así que no afirmamos que tales adversarios sean “gnósticos”. Nos contentamos con decir que eran “judaizantes”

Seguiremos con esta caracterización de los adversarios nos ayudará para comprender mejor el pensamiento de Pablo y con ello el núcleo de su evangelio, la “salvación, o justificación, por la fe”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Martes, 14 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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