CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


Hoy escribe Antonio Piñero


6,1-10:

« 1 Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado. 2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo.

3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo. 4 Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para glorificarse, 5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga. 6 Que el discípulo haga partícipe en toda suerte de bienes al que le instruye en la Palabra. 7 No os engañéis; de Dios nadie se burla.

Pues lo que uno siembre, eso cosechará: 8 el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. 9 No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. 10 Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.  »

Aclaración:


Pablo desciende en estos párrafos al terreno de la práctica comunitaria donde se puede percibir el contraste entre “espíritu” (= Cristo) / “carne” (= mundo terrenal, corpóreo, ámbito de control de Satanás) , entre ley antigua (= ley de Moisés) / ley del amor (la traída por Cristo). Llega así a un máxima general:

“Obrad según el Espíritu (divino); también según el espíritu (humano, renovado) y el amor, pero no según la carne.


6,11-18 es la conclusión de la carta. Lo dividimos por secciones. La primera es 6,11-12:

« 11 Mirad con qué letras tan grandes os escribo de mi propio puño. 6:12 Los que quieren ser bien vistos en lo humano, ésos os fuerzan a circuncidaros, con el único fin de evitar la persecución por la cruz de Cristo. »

Aclaración:

Pablo se deja llevar de la emoción, toma la pluma de su amanuense o copista, y escribe con su puño y letra las últimas palabras.

Aunque está ya en el final arremete de nuevo contra sus oponentes: si éstos fuerzan a los gálatas a circuncidarse, a “judaizar”, es por “evitarse la persecución”. Esta extraña frase indica probablemente que los adversarios misioneros –los que habían extraviado a los gálatas con la predicación de un evangelio distinto al de Pablo- procedían de Israel, donde los judeocristianos que seguían guardando la ley de Moisés sufrían menos ataques, menos persecuciones por parte del judaísmo oficial que aquellos otros convertidos a la nueva fe que no cumplían con las exigencias de la Ley y eran mucho peor vistos (los paulinos). Los nuevos misioneros desean que los gálatas sean como ellos.

El contexto de estas frases nos hace percibir unos momentos en los que la nueva interpretación del judaísmo (el cristianismo) se va separando del “judaísmo oficial” y es atacada por éste.

6,13-16:

« 13 Pues ni siquiera esos mismos que se circuncidan cumplen la ley; sólo desean veros circuncidados para gloriarse en vuestra carne.
14 En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!
15 Porque nada cuenta ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la creación nueva.
16 Y para todos los que se sometan a esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. »

Aclaración:


Pablo insiste una vez más y contraataca a sus adversarios acusándolos de vanagloria. Luego, toma el vocablo “gloria” como palabra puente y expresa con viveza otro de los puntos fuertes de su teología: es necesario tomar parte en la crucifixión de Cristo. En contraste con los oponentes, la única gloria de Pablo es participar de la cruz (el escándalo o paradoja de la cruz); los que se glorían en la circuncisión intentan escapar de esta necesidad de aceptar la cruz que está en la raíz misma del cristianismo según Pablo…, una cruz que lleva a la salvación, o lo que es igual, a la paz y la misericordia de Dios para el verdadero Israel.

6,17-18:

« 17 En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. »


Aclaración:

La carta concluye drásticamente: “Que nadie me moleste más” dice Pablo a la vez que desea de gracia para sus lectores.

Seguiremos en la próxima postal con la aclaración más pormenorizada de quién eran, en cuanto se puede precisar, los adversarios de Pablo según esta Carta a los gálatas.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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“Pedro, príncipe de los apóstoles. Pedro en la terna de los preferidos”

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Lunes, 13 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

La importancia de los textos apocalípticos judíos y cristianos para entender el cristianismo primitivo, y en parte el actual es enorme. Merece la pena detenerse un momento en ello.

La lectura de los textos apocalípticos que presento en mi libro "Los Apocalipsis", publicado por la Editorial EDAF, Madrid 2007, ofrece una solución a algunos de los múltiples misterios que presenta la historia del cristianismo primitivo. Voy a enumerar unos cuantos de estos temas, a veces enigmas, que son de interés y que encajan dentro del mundo de la apocalíptica.

1. ¿Es verdad que los apocalipsis tratan también de otros temas que no son simplemente el cuadro terrible de las desgracias finales antes de que este mundo concluya y que afectan al conjunto de la teología?

2. ¿Es verdad que tanto Jesús de Nazaret, como Pablo de Tarso y muchos cristianos primitivos estaban convencidos de que el fin del mundo era inminente? Y si la respuesta es positiva, ¿de dónde les venía la idea de que el final del mundo “estaba la vuelta de la esquina”?

3. ¿De dónde provienen las ideas del “reino milenario” al final de los tiempos –es decir, que antes del fin del mundo habrá una serie de justos que vivirán mil años sobre esta tierra en un reino lleno de todos los bienes antes de acceder al paraíso definitivo- que albergaban ciertos estratos del judaísmo y del cristianismo primitivo?

4. Hay muchas personas que están absolutamente convencidas de que al ser el Apocalipsis de Juan un libro inspirado encierra dentro de sí claves únicas para adivinar o al menos conjeturar los signos del fin del mundo. ¿Puede una recta intelección de este libro ofrecer tales claves? ¿O bien este apocalipsis fue escrito para un momento determinado de la historia, y una vez pasado esta etapa el Apocalipsis de Juan no es válido ya como instrumento de adivinación para el fin del mundo?

5. Y una pregunta aún más crucial: la tradición de la Iglesia afirma sin dudar que el autor del Apocalipsis puso por escrito simplemente lo que Dios tuvo a bien revelarle a él y sólo a él sobre los momentos finales del mundo. Pero cuando se lee este libro junto con tantos otros apocalipsis, ¿puede decirse que se trata simplemente de la puesta por escrito de una serie de visiones que tuvo el autor y sólo él? ¿Tomó “prestadas” la descripción concreta algunas de sus visiones? ¿Es acaso el Apocalipsis de Juan más bien un libro de laboratorio?

6. Mucha gente se pregunta: ¿qué hace hoy la Iglesia con estos apócrifos? ¿Desea que se publiquen o que permanezcan ocultos?

7. Hay también una pregunta muy importante que afecta más a nuestro tiempo y que se suscitó en la reflexión teológica e histórica sobre el cristianismo primitivo hace relativamente poco. En 1960 en una serie de artículos de grandísimo impacto en el mundo de los estudios científicos sobre el Nuevo Testamento, un teólogo protestante alemán llamado Ernst Käsemann, planteó la cuestión de si no sería la apocalíptica la matriz de toda la teología cristiana. O más afirmó contundente: la apocalíptica es la matriz de la teología cristiana.

La pregunta y la respuesta fueron un bombazo. ¿No está de acuerdo todo el mundo en que la matriz, judía se entiende, del cristianismo se halla en todo caso en el Antiguo Testamento y no en estos escritos en su inmensa mayoría luego declarados apócrifos? ¿Cómo se atrevió a mantener semejante afirmación un estudioso reputado? Inmediatamente se sucedieron artículos y libros en el mundo científico que refutaban o matizaban esta propuesta, y creo que hoy se ha llegado a una suerte de consenso al respecto.

8. Hay una última cuestión importante planteada también en las últimas páginas de mi libro: ¿dónde están, dónde se conservan los originales cuya traducción española se ofrece en este libro? ¿De dónde me he sacado yo tantos apocalipsis?

Pues bien, creo que a todas estas preguntas puede encontrar respuesta suficiente el lector de este libro, de esta curiosa colección de apocalipsis -45 apocalipsis- quizá nunca antes puesta en manos del público, así cómodamente reunida.

Les doy la pista sólo de una de las preguntas ¿Qué hace la Iglesia con los apócrifos? Yo diría que la pregunta debe ser matizada: ¿qué hizo la Iglesia con los apócrifos? Y la respuesta está bastante claramente expuesta en varias secciones de los apocalipsis judíos que presento en el libro, y más claramente en una, en la sección número 13 que trata del “Ciclo tardío del profeta Esdras”.
Ahí verán Ustedes clarísimamente qué hicieron los escribas cristianos con los originales antiguos judíos y cómo los manejaron… hasta dejarlos casi irreconocibles…

Esto es, repito, un solo ejemplo. Si se leen las páginas del libro con calma, creo sinceramente que las respuestas están más o menos a la mano.

Ahora bien, como en una buena novela, las respuestas no están siempre expresadas directamente, sino que deben deducirse de todo el conjunto del libro.

Pero no se asusten: yo creo que la deducción será bastante fácil; mucho más fácil que en otras obras, por supuesto. Sólo hay que tomarlo y leerlo…

Con un cordial saludo, Antonio Piñero
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Preguntas usuales acerca de los Evangelios, en especial los apócrifos”

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Domingo, 12 de Abril 2009

Hoy escribe Antonio Piñero

Hemos ya concluido la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”. Pero la carta a los Gálatas continúa: 5,2-6,18.

En esta sección -terminada la exposición de las razones en favor de su tesis sobre la "justificación por la fe y no por las obras de la Ley"-, Pablo añade a su escrito unas líneas fundamentalmente exhortativas (técnicamente se dice “parenéticas”; paráinesis en griego significa “exhortación”) que insiste una vez más en la libertad y los bienes que trae Cristo.

5,2-12:


« 2 Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada. 3 De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley. 4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la gracia. 5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia. 6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad.  »

« 7 Comenzasteis bien vuestra carrera, ¿quién os puso obstáculo para no seguir a la verdad? 8 Semejante persuasión no proviene de Aquel que os llama. 9 Un poco de levadura fermenta toda la masa. 10 Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea. 11 En cuanto a mí, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué soy todavía perseguido? ¡Pues se acabó ya el escándalo de la cruz! 12 ¡Ojalá se mutilaran los que os perturban! »

Aclaración:

Si los gálatas hacen caso a los enemigos del Apóstol y se circuncidan, Cristo no les aprovecha de nada; lo que vale para la salvación es la fe que actúa por el amor. Ésta ley del amor es la nueva ley de Cristo, que sintetiza y supera a la del Sinaí (5,14).

Debemos insistir en el último versículo de esta sección: 5,12:

« ¡Ojalá que se mutilaran los que os perturban! »


Aclaración:

La negación por parte de Pablo de la necesidad de la circuncisión para los conversos desde el paganismo llega hasta el sarcasmo insultante que se suele traducir más suavemente que lo que signfica en griego: "¡Ojalá se castren (o se “corten el pene”) los que os insurreccionan…!” = mis adversarios insisten tanto en la necesidad de la circuncisión, que ojalá se les vaya la mano con el cuchillo: en vez de circuncisión... ¡que se castren!

En la Epístola a los Romanos Pablo se mostrará mucho más suave.

5,13-26:

« 13 Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros. 14 Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros! 16 Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne. 17 Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais. 18 Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley. »

« 19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, 20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, 21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. 22 En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, 23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley.  »

« 24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. 25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. 26 No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos mutuamente. »


Aclaración:


Pablo sale aquí al paso probablemente de un nuevo argumento de sus adversarios. Es probable que los que él llama “falsos hermanos” arguyeran que la libertad de Cristo llevaba al libertinaje: éstos podían haber afirmado que predicar la libertad respecto a la Ley –es decir lo que hace Pablo con su evangelio—, podía o de hecho favorecía la caída sin freno en un libertinaje moral.

Por el tono de Pablo en esta exhortación da la impresión de que el peligro de caer en tal libertinaje era real entre los gálatas.

Ahora bien, ¿cómo se explica que el “evangelio de la libertad” de Pablo pueda llevar a un libertinaje insano? Probablemente porque la predicación paulina favorecía una religiosidad en la que se daban toda suerte de fenómenos espirituales: trances, visiones, profecías, cánticos espirituales, “hablar en lenguas”. Los cristianos impulsados por el Espíritu se sentían libres respecto a su cuerpo; podían llegar a creer que estaban “por encima de la carne” (el cuerpo). Algunos llegaron a pensar que pecar con el cuerpo no afectaba para nada al espíritu humano, o parte superior del hombre, renovado por el bautismo y por el Espíritu santo.

El argumento paulino es así:

· Los gálatas son espirituales (6,1):

· Por ello han de poner en práctica los frutos del Espíritu y no tomar pretexto de esa libertad (5,13) para caer en el libertinaje.

· Afirmar que se es del Espíritu pero practicar las obras de la carne (5,17-21) y abandonar las obligaciones de la ley del amor mutuo que se manifiesta en la caridad (5,14), es una contradicción.

· Quien vive en esa duplicidad (ser espiritual y a la vez caer en pecados de la carne) no heredará el reino de Dios (5,21).


Una parte de este largo pasaje - 5,19-23 (véase el texto transcrito más arriba)-
exige un breve comentario o aclaración particular:

Para explicitar la idea de que los que han conseguido la libertad en Cristo, a los que se puede llmar "espirituales", no deben cometer pecados con su cuerpo, Pablo recoge elementos de las variadas listas de obligaciones morales transmitidas por la tradición (5,19-23). En este caso el Apóstol aduce una lista de virtudes, “obras del Espíritu”, y de vicios, “obras de la carne”, que debe leerse a la luz del trasfondo de la equivalencia “libertad–evangelio de Pablo = obras del Espíritu”.

Ya nos acercamos al final de la carta. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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“”

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Sábado, 11 de Abril 2009
El aspecto doctrinal en los HchAp (II)
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

En uno de los Salmos de Peregrinos, denominado “Salmo de la paciencia” (C. R. C. Allberry, A Manichaean Psalm-Book,part. II, del s. IV) se mencionan los siguientes datos de los apóstoles:

1) Pedro es crucificado cabeza abajo (HchPe, AV 37s; Mart 8s).
2) Andrés, cuya casa incendiaron los impíos, sufrió igualmente muerte de cruz (HchAnd 54)-
3) De Juan, el apóstol virgen (HchJn 54) se cuenta que fue objeto de intento de envenenamiento y encerrado catorce días para que muriera de hambre.
4) Tomás sufrió el martirio alanceado por cuatro soldados (HchTh 138).

En el mismo salmo se refieren detalles de los sufrimientos de Tecla, que fue condenada a morir en la hoguera. La santa se hizo el signo de la cruz y saltó sobre el fuego, en el que permaneció indemne (HchPlTe 20ss). Fue luego condenada a las fieras (osos, leones, focas) que sin embargo no le hicieron ningún daño (HchPlTe 33-35). Siguen menciones de Drusiana, personaje importante de los HchJn, así como de la heroína de los HchAnd Maximila, de Aristóbula, citada en los HchJn 59,2. En otro de los salmos maniqueos, que tiene una exégesis de la parábola de las diez vírgenes de Mt 25,1-13, aparecen citadas con epítetos muy laudatorios Tecla (HchPl), Maximila e Ifidama (HchAnd), Drusiana y Aristóbula (HchJn), Eubula (HchPe) y Migdonia (HchTom), personajes femeninos representativos de los cinco grandes Hechos (Focio, Biblioteca, cod. 114; E. Junod, “Actes Apocryphes et hérésie: le jugement de Photius”, en F. Bovon, Les Actes Apocryphes des Apôtres, 1981).

Como recapitulación de todo lo dicho, podemos recordar una vez más elo testimonio de Focio en el código 114 de su Biblioteca. Después de criticar negativamente el estilo y la doctrina de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, concluye diciendo que tal libro es “la fuente y la madre de todas las herejías”.

De todo esto podemos concluir que los Hechos Apócrifos de los Apóstoles son, para los escritores eclesiásticos, sospechosos de herejía cuando no abiertamente heréticos. Pero reitero lo que ya he dicho en otro lugar, que el hecho de que estas obras no se hayan conservado en su integridad nos obliga a proceder con cautela a la hora de emitir un juicio sobre sus posturas. En esta actitud están de acuerdo la mayoría de los autores modernos.

Pero sigue en pie la pregunta fundamental sobre este aspecto: ¿Están los Hechos Apócrifos dentro o fuera de la ortodoxia? ¿Qué hay de ese presunto “lazo estrecho entre los Hechos Apócrifos y la herejía”, como se pregunta Junod? Porque no podemos olvidar que muchos de los juicios negativos de carácter genérico están en contextos polémicos. Más aún, muchas veces la sospecha de heterodoxia brota del hecho de que esas obras son leídas y usadas por los herejes.

Pero no debemos olvidar que, a pesar de todo, los HchAp se han conservado en buena parte, y han gozado a lo largo de la historia de un aprecio y una utilización que no parecen conciliarse fácilmente con las afirmaciones categóricas de ciertos Padres. Los HchAnd, por ejemplo, han sido objeto de numerosas reelaboraciones, lo que indica que se trata de una obra apreciada entre los fieles. El mismo Gregorio de Tours, al presentar su resumen de los HchAnd, lo que censura de ellos es únicamente su “excesiva verbosidad”.

Los HchJn son citados sin ningún recelo por san Agustín en varias de sus obras, como el Tratado 124 sobre el evangelio de Juan. También los cita Dídimo el Ciego († 398) en su Comentario a Zacarías. En los HchPl busca Hipólito una argumentación para justificar la actitud de los leones con el profeta Daniel, lo mismo que el león que se postra a los pies de Pablo y se los lame (Com. in Dan., III 29). También los cita Orígenes al referir el episodio del Quo uadis? (Com. in Ioh. XXII 12). El sirio Efrén comenta la correspondencia de Pablo con los corintios, contenida en los HchPl, al lado de las cartas canónicas a los corintios.

Otro día hablaremos de dos de los principales aspectos, presuntamente heterodoxos, que suelen atribuirse a los Hechos Apócrifos de los Apóstoles: el gnosticismo en sus diversas variantes, y el encratismo.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro



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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pasión por el reino de Dios”

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Viernes, 10 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.


Hay una pausa entre los agumentos: Gálatas 4,12-20:

« 12 Os ruego que os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros. Ningún agravio me hicisteis. 13 Pero bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez; 14 y, no obstante la prueba que suponía para vosotros mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni repulsa, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde están ahora los parabienes que os dabais? Pues yo mismo puedo atestiguaros que os hubierais arrancado los ojos, de haber sido posible, para dármelos. »

« 16 ¿Es que me he vuelto enemigo vuestro diciéndoos la verdad? 17 El celo que ésos muestran por vosotros no es bueno; quieren alejaros de mí para que mostréis celo por ellos. 18 Bien está procurarse el celo de otros para el bien, siempre, y no sólo cuando yo estoy entre vosotros, 19 ¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en vosotros. 20 Quisiera hallarme ahora en medio de vosotros para poder acomodar el tono de mi voz, pues no sé cómo habérmelas con vosotros. »

Aclaración:


Entre el quinto argumento y el sexto que sigue Pablo interrumpe su razonamiento sobre la Escritura e introduce unas evocaciones personales con la intención de convencer a los gálatas por medio de razones afectivas para que vuelvan al redil.

El Apóstol rememora lo bien que le trataron cuando estuvo entre ellos, y el enorme cariño con el que lo rodearon. ¿Cómo ahora pueden considerarle su enemigo, como si les hubiera predicado falsamente a Cristo? Pablo se siente desconcertado… ¿Cómo van a hacerle los gálatas la mala pasada de abandonarle…, a él y a las verdades que predicó?


6. El sexto y último argumento se halla en Gálatas 4,21-31:

« 21 Decidme vosotros, los que queréis estar sometidos a la ley: ¿No oís la ley? 22 Pues dice la Escritura que Abrahán tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la naturaleza; el de la libre, en virtud de la Promesa. 24 Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar, 25 (pues el monte Sinaí está en Arabia) y corresponde a la Jerusalén actual, que es esclava, y lo mismo sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre, 27 pues dice la Escritura:  »

“Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada” (Isaías 54,1).

« 28 Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la Promesa. 29 Pero, así como entonces el nacido según la naturaleza perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, pues no ha de heredar el hijo de la esclava juntamente con el hijo de la libre. 31 Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre. »

Aclaración:

El sexto argumento es repetición en parte del tercero: los cristianos son los verdaderos descendientes de Abrahán.

Pablo lo demuestra con una interpretación alegórica de los capítulos 16, 17 y 21 del Génesis. La argumentación consiste en comparar a un hijo legítimo con otro ilegítmo y obtener las consecuencias:

· Los cristianos son los hijos de Sara, esposa legal del patriarca; son los hijos legítimos de Abrahán.

· Los judíos y los judaizantes, los que observan la Ley, son hijos de Agar, esclava y concubina de Abrahán, cuya descendencia no es el verdadero pueblo de Dios; por tanto los judíos y los judaizantes son hijos ilegítimos del patriarca.

Este razonamiento sería también muy ofensivo para los judíos, quienes interpretaban estos capítulos del Génesis justo al revés. Pablo dice más o menos: los judíos que no creen en Cristo son como los ismaelitas (“moros”), que tampoco creen en Cristo.


Este argumento termina con una exhortación que es una especie de resumen (5,1:

« Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud »

De nuevo presenta Pablo la oposición libertad / esclavitud = seguidores de Cristo / los que aún siguen sin creer en el él = judíos y judaizantes.

Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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“El Sanedrín y el ius gladii en tiempos de Jesús”

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Viernes, 10 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.

Hoy escribe Antonio Piñero

5. El quinto argumento se halla en Gálatas 4,1-11:

« 1 Pues yo digo: Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, con ser dueño de todo; 2 sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo fijado por el padre. 3 De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo. 4 Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, 5 para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. 6 La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! 7 De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.  »

« 8 Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses. 9 Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? 10 Andáis observando los días, los meses, las estaciones, los años. 11 Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros. »

Aclaración:

El quinto argumento es el siguiente: los convertidos en cristianos gracias a la fe en Cristo han sido declarados hijos de Dios y gozan de la libertad de ser tales; volver al cumplimento de la ley mosaica es caer de nuevo en la esclavitud. Aquí se insiste en la idea básica:

“Antes de Cristo, esclavitud; después de Cristo, libertad”.

Pablo establece así una atrevida equiparación: los paganos –lo que eran los gálatas anteriormente— son esclavos de los “elementos del mundo” (4,3).

· Estos elementos son llamados erróneamente dioses por los gentiles, pues no lo son en realidad (4,8);

· En verdad –según Pablo- son espíritus/ángeles que controlan el mundo por orden divina.

· Además los ángeles en general son secundarios respecto a Dios: fueron los mediadores en el acto de otorgar la ley divina a Moisés; por el contrario, la Promesa fue otorgada a Abrahán por Dios directamente.

Para confirmar qué es lo que Pablo entiende por “elementos del mundo" es preciso ir a Colosenses 2,20-23. Se duda si esta carta es auténtica. Probablemente no lo es; pero un discípulo de Pablo explica el pensamiento de éste. En concreto sobre los “elementos del mundo” dice:

« 20 Una vez que habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo ¿por qué sujetaros, como si aún vivierais en el mundo, a preceptos como 21 «no tomes», «no gustes», «no toques», 22 cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a preceptos y doctrinas puramente humanos? »

Aclaración:

Los gálatas ya cristianos, al volver a la observancia de la ley de Moisés (dada por ángeles como mediadores), se hacen de nuevo servidores de los “elementos del mundo” como se dice en 4,9, es decir de esos mismos ángeles. Se trata de los mismos ángeles que controlan el mundo, pero Pablo piensa ahora sobre todo en su función de ángeles mediadores para la promulgación de la Ley, entregada a Moisés por medio de esos espíritus, como dijo en Gálatas 3,19.

La comparación es, pues, suficientemente clara: el que siendo ya cristiano y libre se hace observante de la Ley es como si se hiciera pagano de nuevo (= esclavo), puesto que tan servidores de los “ángeles/elementos del mundo” son los unos como los otros:

• Los paganos adoran a ángeles/elementos del mundo (“dioses”) en su faceta de controladores del orden del universo;

• Los que siendo ya cristianos “judaízan” y se disponen a observar la ley de Moisés promulgada por ángeles, están adorando de alguna manera a estos elementos del mundo/ángeles en la faceta de transmisores de la ley de Moisés (4,3-9). Es como si omitieran el hecho de que Cristo ha venido al mundo y que con Él todo ha cambiado.


Volveremos a esta cuestión cuando tratemos el tema de quiénes eran los oponentes de Pablo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Miércoles, 8 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.


4. El cuarto argumento se halla en Gálatas 3,19-29, con tres pasos:

« A. 19 Entonces, ¿para qué la ley? Fue añadida en razón de las transgresiones hasta que llegase la descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la intervención de un mediador. 20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno solo.  »

« B. 21 Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley. 22 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera otorgada a los creyentes mediante la fe en Jesucristo. »

« C. 23 Y así, antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. 24 De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. 25 Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. 26 Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: 28 ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y si sois de Cristo, ya sois descendencia de Abraham, herederos según la Promesa. »

Aclaración:

Este pasaje contiene el cuarto argumento, que tiene tres momentos:

A. 3,19-20:

La función de la Ley –que se sitúa cronológicamente entre Moisés y la venida de Jesús— es meramente provisional: es la de un puente provisorio hacia Cristo. La gente pecaba tanto (contra la ley natural, se entiende) que Dios no tuvo más remedio que promulgar una Ley.

Ésta, sin embargo, es una ordenanza de segundo rango: fue promulgada por medio de ángeles, no por Dios directamente, y a través de un mediador, Moisés. La “promesa” por el contrario fue hecha por Dios directamente y sólo por Él (3,20).

B. 3,21-22:

La Ley y la Promesa no pueden estar en contradicción, porque Dios no puede contradecirse. Si la Ley “justificara”, no lo haría la Promesa. Eso sería contradictorio. La contradicción se evita al caer en la cuenta de que la “justificación” viene sólo por la fe, es decir, por la Promesa (= tercer argumento: 3,21). La línea del penamiento de Pablo es:
· La Ley complementa la Promesa; simplemente demostró que todos los seres humanos eran pecadores;
· Vino Cristo (“la descendencia”) e hizo realidad la Promesa:
· El hombre se salva por la fe en Jesús como se salvó Abrahán (3,22).

C. 3,23-29:

En estos versículos Pablo remacha el cuarto argumento: hay un antes y un después de Cristo. El antes es la esclavitud; el después, la libertad.

La Ley es un mero maestro o pedagogo provisional hacia Cristo. Una vez llegada la fe, sobra el pedagogo. Al ser todos uno en Cristo, todos (gentiles y judíos) forman la descendencia de Abrahán… que se salva por la fe (la “Promesa”). Ya no hay diferencia entre esclavo y libre, ni entre hombre y mujer o entre judío y pagano (3,28).

Es ésta una frase que se ha hecho célebre, pero que no debe entenderse como la proclama de una equiparación social al modo moderno, sino como la expresión de una igualdad religiosa en el terreno de la salvación. A Pablo, que estaba convencido del fin inmediato del mundo, no le importaba de hecho la igualdad social entre hombre y mujer, sólo la espiritual. Era inútil, para tan poco tiempo, intentar cambiar la sociedad.

Seguiremos el próximo día con el quinto argumento.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Todos los Evangelios. Presentación”

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Martes, 7 de Abril 2009

Notas


Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en la nota anterior que iniciaríamos hoy la aclaración de los seis argumentos con los que el apóstol Pablo defiende su interpretación de Cristo y de la “justificación” o salvación del ser humano, lo que él llama su “evangelio”.

1. El primer argumento ( Gálatas 3,6-9) está tomado de la Escritura:

« 6 Así Abrahán creyó en Dios y le fue reputado como justicia. 7 Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abrahán. 8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a Abrahán esta buena nueva: En ti serán bendecidas todas las naciones. 9 Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con Abrahán el creyente. »

Aclaración:

Pablo afirma que –según la Escritura misma- Abrahán fue salvado (“justificado”) por su fe en lo que Dios le decía. Y esto ocurrió antes de cumplir la Ley, puesto que ésta no existía aún. Dice Gn 15,6:

“Abrahán creyó en Dios y eso le valió ser considerado justo”. A los gentiles que se convierten a Jesús les ocurre lo mismo, pues son descendencia legítima de Abrahán (“En ti serán bendecidas todas las naciones”: v. 8).

2. El segundo se desarrolla en 3,10-12 (primera parte) + 13-14 (segunda):


«  A: “Porque todos los que viven de las obras de la ley incurren en maldición. Pues dice la Escritura: Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la Ley. 11 - Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues el justo vivirá por la fe; 12 pero la ley no procede de la fe, sino que quien practique sus preceptos, vivirá por ellos -

B. 13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros, pues dice la Escritura: Maldito todo el que está colgado de un madero, 14 a fin de que llegara a los gentiles, en Cristo Jesús, la bendición de Abrahán, y por la fe recibiéramos el Espíritu de la Promesa”. »

Aclaración:

Según Pablo, la Escritura misma, donde está contenida la Ley, dice –si se sabe leer bien- que vivir bajo la Ley no implica salvarse, sino condenarse, porque la Ley es de hecho fuente de maldición divina.

Es éste realmente un argumento audaz en boca de un judío, aunque no carece de ciertos precedentes en el Antiguo Testamento, por ejemplo, Jeremías 13, 23:

« “¿Acaso cambia un etíope su piel o un leopardo sus pintas? Del mismo modo, habituados como estáis al mal, ¿llegaréis alguna vez a hacer el bien?”.  »

Según Pablo, la Alianza con Dios tiene unas normas de imposible cumplimiento y lleva de hecho hacia un fracaso, que la misericordia de Dios sólo podía postergar. La Alianza/Ley jamás habría llevado a los israelitas a la salvación porque el hombre habría seguido siempre transgrediéndola.

Con otras palabras: es imposible para el ser humano cumplir la Ley entera; por tanto, en el fondo, al someterse a ella pero no poder observarla, la Ley es una fuente de maldición. Digan lo que digan, ningún judío cumple la Ley en su totalidad por muy buena voluntad que tenga. Ahora bien, el Deuteronomio (27,26) dice: “Maldito todo el que no observe totalmente los preceptos escritos en el libro de la Ley”. Por tanto, la misma Ley lleva a la maldición divina.

La segunda parte del argumento (vv. 13-14) tampoco carece de audacia: Cristo vivió bajo la Ley y fue crucificado. Ahora bien, la Ley declara maldito al que es “colgado del madero” (Dt 21,23). Luego la Ley es inconsecuente, pues su letra misma declara maldito a Cristo…, lo que es imposible. Luego el principio básico de que la Ley salva es falso.


3. Tercer argumento: 3,15-18:

« A. 15 Hermanos, voy a explicarme al modo humano: aun entre los hombres, nadie anula ni añade nada a un testamento hecho en regla. 16 Pues bien, las promesas fueron dirigidas a Abrahán y a su descendencia. No dice: «y a los descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo.

B. 17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley, que llega 430 años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada. 18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios otorgó a Abrahán su favor en forma de promesa. »

Aclaración:


El tercer argumento es doble:

A. Dios hizo a Abrahán “la promesa” de que él y su descendencia (literalmente: su “simiente”) se salvarían antes de existir la Ley. Es así que esta promesa (es decir, la salvación / justificación) es anterior a la Ley, luego la salvación es anterior a la Ley, ya que Abrahán se salvó. Por consiguiente, la Ley que es posterior no puede ser causa de salvación.

En esta argumentación Pablo está interpretando Gn 12,7:

“Yahvé se apareció a Abrahán y le dijo: «A tu descendencia he de dar esta tierra.» Entonces él edificó allí un altar a Yahvé que se le había aparecido”.

La promesa a Abrahán (que es de salvación porque dar la tierra prometida equivale a ala salvación) le fue dirigida a él y a su descendencia. Obsérvese que la Escritura dice “descendencia” en singular, no “descendientes”. Con ello la Escritura alude simbólicamente a Cristo, que es uno. Los paganos que se convierten son uno con Cristo, luego son también descendencia de Abrahán.


B. El patriarca Abrahán recibió la salvación por la “promesa”, no por una Ley que vino 430 años más tarde. La “promesa” es como un testamento válido de Dios; la Ley es como un apéndice (“un codicilo”) añadido a ese testamento. Y es claro que un apéndice no puede modificar un testamento anterior.

Realmente, la argumentación de Pablo tenía que sonar muy duro a los oídos de los judíos. Seguiremos con el cuarto argumento el próximo día.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pedro, príncipe de los apóstoles”

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Saludos de nuevo
Lunes, 6 de Abril 2009







Hoy escribe Gonzalo Del CERRO:

Una de las evidencias que no precisan demostración es la presencia del mal en la Historia. La grande de la humanidad y la pequeña de cada hombre. Los griegos, “cuya literatura codifica en cierto modo la experiencia humana” en opinión de A. M. Malingrey, lo expresaron en sentencias de corte lapidario.

Según Teognis de Mégara, “para los hombres terrenales lo mejor de todo es no nacer” (v. 425). El mismo Sófocles, uno de los griegos más afortunados, lo proclamaba en su Edipo en Colono: “El no nacer supera todo encarecimiento” (lógon: v. 1225). Eran en la apreciación de Hesíodo las tristes consecuencias del gesto de Pandora cuando abrió la caja prohibida: “Miles de desgracias andan vagando contra los hombres, la tierra está llena de males y lleno está también el mar” (Trabajos, 94-104). Pero ya el mismo Homero había afirmado que nada hay sobre la tierra más desdichado que el hombre (Odisea, 18, 130). Y los griegos no eran espectadores de nuestros telediarios, que no son precisamente, lo que se dice, “la alegría de la huerta”.


Parecida visión, llena de pesimismo, encontramos en la literatura bíblica. Como consecuencia de la desobediencia de Adán, traza Dios un cuadro de maldiciones, enemistades, trabajos y pesadumbres (Génesis 3, 14-18). La convivencia humana da inicio con la muerte de Abel a manos de su hermano Caín. Y el mal crece a tal ritmo que se hace necesaria la gran kátharsis ("purificación") del Diluvio (Génesis 6, 5-7).

Del pesimismo bíblico tenemos un testimonio estremecedor en las palabras del Eclesiastés o Qohéleth. El predicador, el “arcipreste” en poética calificación de León Felipe, establece como tesis reiteradamente repetida que “vanidad de vanidades; todo es vanidad” (Qohéleth 1, 2). La teoría de amarguras y tristezas de la vida tienen su resumen en un solemne y tremendo aforismo: “Es mejor el día de la muerte que el día del nacimiento” (Ibid. 7, 1). En boca del mismo Qohéleth suenan unas palabras que recuerdan la sentencia de Teognis. Es el pasaje en el que compara al abortivo, que no llegó a ver la luz ni a conocer nada, con el que tiene numerosos hijos, vive muchos años y es presuntamente afortunado. De las dos suertes es preferible la del abortivo (Ibid. 6, 3-5).

Frente a esta realidad, tanto en Plutarco como en la Biblia, se percibe la sensación de que Dios no se ha olvidado del hombre. El desconcierto del hombre ante la presencia del mal nace de la dificultad de hacer compatibles las desgracias humanas con la bondad de Dios, con la afirmación bíblica de que Dios ha hecho bien todas las cosas. Era como el estribillo que cerraba cada una de las obras de la creación: “Vio Dios todo lo que había hecho, y era todo muy bueno” (Génesis 1, 31).

La Providencia es una actitud divina que significa atención y cuidado de Dios hacia sus criaturas. Plutarco aborda el tema en varios de sus tratados Morales. El término griego profusamente utilizado por el queronense es prónoia (previsión, provisión). Va usada como cualidad de Zeus, de Afrodita, de Dike y como opuesta a týkhe (fortuna, suerte). El hebreo bíblico carece de un término equivalente a prónoia. Dos palabras podrían traducirla, y de hecho la traducen en la Vulgata: pequdáh, que la Biblia griega traduce por episkopé (visita) y etsáh que da en el griego boulé (consejo). La expresión latina del Eclesiastés (5, 5) non est Providentia en griego es ágnoiá estin (hay ignorancia). En un contexto en que Plutarco trata del destino (eimarméne), después de afirmar que el destino lo comprende todo, añade que la Providencia abarca el destino.

Es entonces cuando da una solemne definición de la prónoia: “Es –dice- el primer proyecto (nóesis) o designio (boúlesis) del Dios primero, que es bienhechor de todos” (Sobre el destino 572 f). Nada sucede al margen de la Providencia, porque el hecho es que los dioses lo presiden (prytaneúousin) todo (Consolación a Apolonio 111 e), frase que recuerda las palabras de Pablo sobre Cristo (en pâsin proteúon: Colosenses 1, 12). En el mismo diálogo Sobre el destino cita a Platón cuando decía que este mundo vino a la existencia dià tèn toû theoû prónoian (por la providencia de Dios: Timeo 30 b).

Como en Plutarco, la Providencia de Dios tiene en la Biblia un componente intelectual y una actitud de benevolencia. “Con Dios está la sabiduría y el poder, el consejo y la inteligencia” (Job 12, 13). Y ese Dios fuerte, sabio y prudente mira con atención lo que sucede en la tierra. La fórmula ofthalmoì kyríou (los ojos de Yahvéh) se usa para describir esta actitud. “Sus ojos están sobre los caminos del hombre” (Job 34, 21). Sencillamente porque Dios “cuida de todos” (pronoeî perì pánton: Sabiduría 6, 7).

Entre tantos pasajes que abundan en estas ideas, podemos quedarnos con los capítulos 38-41 de Job, que son una especie de canto a la Providencia. En Job 38, 2 se queja Dios de quien empaña su Providencia (etsáh). Y termina en 41, 26 diciendo que Dios, en efecto, lo contempla todo “desde arriba”.

En su hermoso diálogo sobre la "Tarda venganza de la divinidad" (De sera numinis uindicta), relaciona Plutarco con gran agudeza la Providencia con la inmortalidad del alma, la prónoia con la diamoné del alma. Asegura que un mismo argumento (lógos) fundamenta ambas realidades (560 f). Y aunque Plutarco distingue claramente los conceptos de lógos y mýthos, explica y desarrolla por medio de un mito el tema de la inmortalidad del alma como solución al problema del mal. Es el mito de Tespesio (563 b-568 a).

Tespesio de Soles pasó la primera parte de su vida en el desenfreno y el desorden. Se arruinó, perdió su hacienda y se hizo un malvado. Sufrió un accidente, tras el que quedó aparentemente muerto. A los dos días regresó a la vida convertido en un hombre honrado y virtuoso. A sus sorprendidos paisanos les explicó los motivos de su transformación. Desprendida su alma del cuerpo, fue a parar a un lugar en el que vio el estado de las almas en el más allá. El alma de un pariente cercano le explicó que todavía seguía anclado en su cuerpo, pero que los dioses querían instruirle sobre el estado de las almas en la otra vida. Allí contempló cómo las almas eran atormentadas en poder de cuatro vengadoras: Adrastea, Pena, Dike y Erinis. Esta última era la encargada de las almas incurables. La descripción de las penas y castigos a las almas pecadoras es la respuesta definitiva al problema fundamental del diálogo. Según los comentaristas, la inmortalidad del alma lo explica todo y justifica la tardanza de los dioses en el castigo. En un famoso aforismo griego se decía que “los molinos de los dioses muelen despacio”. Pero muelen.

Sobre el tema en la tradición bíblica conviene distinguir con Van Imschoot (Théologie de l’ Ancient Testament) tres conceptos:

1) La supervivencia de la persona después de la muerte, creencia perceptible desde la más remota antigüedad. Los difuntos siguen “viviendo” de alguna manera en el Sheol (Hades).-

2) La retribución en el más allá se va abriendo paso en los últimos libros del Antiguo Testamento.-

3) La inmortalidad del alma está contemplada ya en el libro de la Sabiduría y en el Nuevo Testamento.

Saludos cordiales de Gonzalo Del CERRO

Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

"La actividad exorcista de Jesús y el Reino de Dios"

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Domingo, 5 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

3,1-4,31 (reproduciremos el texto dividiéndolo en partes, según la argumentación; antes aclaramos lo siguiente):

A partir del cap. 3 el Apóstol defiende su reinterpretación de Cristo y de la doctrina de la justificación/salvación del ser humano por la fe, no por las obras de la Ley (lo que él llama “su evangelio”, su proclamación, su anuncio de la “buena nueva”) con argumentos no personales, sino de índole doctrinal, tomados de la Escritura.

Esta argumentación teórica y doctrinaria vale tanto contra los adversarios como para el propio Pablo, que halla así razones de peso (¡la Escritura!) para defender sus interpretaciones.

Es admirable que el Apóstol exponga sus argumentos deducidos del Antiguo Testamento a unos cristianos recientes que procedían del paganismo. En poco tiempo éstos debían conocer bien los textos sagrados, tanto como para que –como destinatarios de la carta— pudieran seguir los razonamientos paulinos. O bien las conocían antes de convertirse...

Hay que pensar, por un lado, que el cristianismo primitivo no tenía Escrituras propias: no había más libro sagrado que lo que hoy llamamos Antiguo Testamento, por lo que los convertidos recibirían pronto instrucción sobre su contenido y, por otro, que la catequización debía ser muy intensa y en ella no se utilizaba ni se tenía a mano todo lo que hoy conocemos por Antiguo Testamento, sino pasajes selectos (“florilegios”) que servían sobre todo para demostrar que lo relacionado con Cristo estaba predicho por las Escrituras. Además la mayoría de los convertidos serían “paganos simpatizantes”, asiduos de la sinagoga que conocían ya las Escrituras previamente.

En este momento de su carta Pablo se revela como un representante de la escuela farisea, no por las ideas, sino por el modo cómo interpreta la Escritura y argumenta a partir de ella.

En concreto aduce seis razones a favor de su tesis. Pero veamos primero el prólogo a estos argumentos:

3,1-5:

« ¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado? 2 Quiero saber de vosotros una sola cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación? 3 ¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne? 4 ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería! 5 El que os otorga, pues, el Espíritu y obra milagros entre vosotros, ¿lo hace porque observáis la ley o porque tenéis fe en la predicación? »


Aclaración:


El prólogo a estos argumentos es todavía de tipo personal: comienza sacudiendo la conciencia de los gálatas por medio de un insulto: “¡Estúpidos!”. Los gálatas fueron “justificados” por Dios, salieron de su situación de pecado manifestada en su adoración de los ídolos, antes de cumplir la ley de Moisés. Por tanto no fueron “justificados” por las obras de la Ley…, ¡puesto que ni siquiera las conocían! Y resultaron ser tan perfectos cristianos que incluso recibieron los dones del Espíritu Santo, de modo que el Apóstol les puede llamar “espirituales”, no carnales (6,1).

Seguiremos en los próximos días con los seis argumentos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” trato del siguiente tema:

“El Reino de Dios, los pobres y los violentos”

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Sábado, 4 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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