CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Gonzalo del Cerro


Con toda razón afirmaba el Predicador bíblico que “nada es nuevo bajo el sol” (nihil sub sole nouum). Los sucesos más sorprendentes o aparentemente extraños han tenido sus paralelos en tiempos pasados. Con frecuencia vienen a nuestra mente imágenes que parecen recuerdos del pasado. Para Platón es lo más natural desde el momento en que “aprender es recordar” (máthesis anámnesis estin: Fedón 73 b). “Lo que fue, eso será; lo que ya se hizo, es lo que se hará; nada es nuevo bajo el sol” (Ecles 1, 9). Quizás el fenómeno sea, como quieren los psicoanalistas, fruto del inconsciente colectivo que vaga sigilosamente por mentes y por épocas.


La historia de José, el hijo de Jacob, recoge un acontecimiento que resultó decisivo para el destino futuro del que sería virrey del país del Nilo. Me refiero al acoso con que la mujer de Putifar trató de doblegar la honradez y la virtud del joven desterrado. Cuenta el relato de los hechos que “José era de hermosa presencia y hermoso rostro” (Génesis 39, 6). El detalle atrajo la atención y despertó la pasión de aquella mujer. Putifar era no solamente el amo de José, sino también ministro del Faraón y jefe de su guardia. Pero su mujer no anduvo con rodeos, sino que abordó a su servidor de forma directa y descarada: “Acuéstate conmigo” (hebreo: Schikhbah immî: Gén 39, 7).

José le dio razones de su negativa, pero ella insistía “un día y otro día” (hebreo: yôm yôm). Y sucedió que un día encontró a José solo en la casa, lo tomó del manto y le repitió su exigencia: Schikhbah immî. José huyó dejando el manto en manos de su acosadora, que lo utilizó como cuerpo del delito para acusar a José de haberla querido violar. Así las cosas, José dio con su castidad en la cárcel.

Pero “Yahveh estaba con él”. Su protección cambió la suerte del prisionero, cuyas dotes adivinatorias le granjearon la libertad y la gloria. José interpretó para el Faraón el sueño de las siete vacas gordas y las siete flacas. En consecuencia fue nombrado jefe de toda la tierra de Egipto para sortear los problemas anunciados por el sueño del Faraón. José emparentó con otro Putifar casándose con su hija Asenet, que fue la madre de Manasés y Efraím.

El perfil de la mujer de Putifar rebrota en la cultura griega más clásica por la mano y la imaginación de Eurípides. Este autor, detestado visceralmente por las mujeres, dio vida literaria a figuras espléndidas de mujer. Una de ellas Fedra, esposa de Teseo y algo así como la mujer de Putifar en versión griega. Tuvo un percance similar al de la egipcia, ahora con ocasión de otro joven hermoso y honesto, que era su propio hijastro Hipólito.

Fedra, hija de Minos y de Pasifae, era hermana de Ariadna y hermanastra del Minotauro. Teseo contrajo una deuda con Ariadna, que le prestó el hilo necesario para acceder al Laberinto y escapar de él una vez que eliminó al Minotauro. Se la llevó como esposa, pero la abandonó en la playa de una isla desierta. El dios Dionisos acogió a la abandonada, mientras Teseo se casaba con Fedra.

Como Teseo había repudiado a su anterior esposa, la amazona Antíope (o Hipólita), su boda con Fedra fue todo menos pacífica. Las amazonas quisieron vengar a la repudiada. Pero el novio no era un cualquiera, sino un héroe legendario, autor de un decálogo de hazañas que lo etiquetaban como invencible. Venció a las amazonas y mató a Hipólita. Teseo era, en efecto, el héroe local de Atenas, del que se decía como signo de veneración y respeto: “Nada sin Teseo”. Después de Heracles (Hércules) era el más grande en el elenco de los héroes de Grecia.

De su unión con la amazona había tenido un hijo que aportó a su nuevo matrimonio con Fedra. Era Hipólito, el joven candoroso cuya memoria inmortalizó Eurípides en su tragedia homónima. La obra de Eurípides gira sobre el eje del conflicto enconado entre dos divinidades antagónicas, Afrodita (Venus) y Ártemis (Diana). Venus pretendía atraerlo a las lides amorosas, de las que era patrona y protectora. Pero Hipólito no estaba por la labor y se inclinaba más bien por la caza, práctica preferida por la diosa Diana. Venus consideró la actitud de Hipólito como un desaire a su persona y a sus aficiones. En consecuencia se tomó una venganza digna de su genio y su figura. Hizo que Fedra se enamorara perdidamente de su hijastro.

Hipólito, como era obvio, rechazó las pretensiones de su madrastra. Consideraba indecente mancillar el lecho de su padre. Además, se lo impedía su particular devoción por la diosa de la castidad. La reacción de Fedra ante el rechazo fue la misma que la de la esposa de Putifar. Acusó a Hipólito ante su padre de acoso e intento de violación. Un conjunto de temores la impulsaron al suicidio, pues tuvo miedo de que su actitud llegara a conocimiento de Teseo. Temía que su nodriza, conocedora del problema, se fuera de la lengua.

Pero antes de morir dejó Fedra un escrito acusatorio contra su hijastro en el que declaraba que Hipólito había pretendió tener relaciones sexuales con ella. Teseo creyó sin vacilación a su mujer y aceptó en su interior sus alegaciones. Maldijo a su hijo y pidió a Poseidón que lo castigara. Y cuando el joven marchaba al destierro, el dios de los mares envió un toro marino que espantó a los caballos de su carro. Hipólito quedó malherido y murió como consecuencia de las heridas. La misma diosa Diana reveló a Teseo toda la verdad del caso. Pero todo fue inútil. La intemperancia de Teso recibió un durísimo castigo al perder a la vez a su hijo y a su mujer. En ambos casos con dosis especiales de amargura.

Un suceso similar forma parte de los Hechos Apócrifos de Juan escritos presuntamente por su discípulo Prócoro (cc. 42-44: s. V-VI). El Apóstol se encontraba en Caros, población de la isla de Patmos, visitada a la sazón por el procónsul Macrino. En la misma ciudad vivía una madre viuda, de nombre Procliana, que tenía un hijo de veinticuatro años. La mujer era muy rica. Su hijo, llamado Sosípatro, era hermoso en su exterior sobre toda ponderación. Y como quería Platón, poseía en su interior una sabiduría que el autor de los Hechos compara con la de José. El detalle le traía a la memoria el recuerdo del hijo preferido de Jacob.

Procliana se enamoró locamente de su hijo, a quien propuso el proyecto “diabólico” de vivir con ella como marido y mujer. “Todavía soy joven y hermosa”, argumentaba. Le sugería que no tratara con otra mujer, como ella se mantendría alejada de cualquier otro hombre. Los dos podrían ser felices, dueños como eran de grandes riquezas. El hijo se defendía del acoso con toda su capacidad de resistencia. Por fortuna, Juan andaba predicando en la ciudad. Entre sus oyentes se encontraba Sosípatro a quien interpeló el apóstol Juan con una parábola llena de intención y de alusiones.

En una ciudad, contaba Juan, vivía una mujer con su hijo único. La mujer se llamaba Seducción; su hijo, No Seducido. Aquella madre intentó seducir a su propio hijo. Pero al no lograrlo después de varios intentos, lo entregó a la muerte acusándolo ante el juez de haberla querido violar. La justicia divina resolvió el problema iluminando el corazón del joven. A un requerimiento de Juan, Sosípatro confesó que consideraba inocente a No Seducido y culpable a Seducción.

Pero Procliana insistía en sus “planes diabólicos” y veía con malos ojos su trato con el apóstol Juan. Después de tres días de ausencia del hijo, Procliana lo buscaba como loca. Al verlo junto a Juan, lo sujetó por el vestido y lo retuvo con violencia. Y en ésas estaban cuando pasó por el lugar el procónsul, a quien abordó Procliana. “Loca como estaba por su hijo Sosípatro, rompió en un diluvio de llanto”. Sin el menor recato declaró al procónsul que su hijo la acosaba pidiéndole “que se acostara con él”.

El procónsul se indignó contra Sosípatro y lo condenó a perecer miserablemente atándolo a pieles de buey llenas de animales venenosos. Cuando Juan quiso interceder a favor del joven, Procliana lo acusó como instigador y responsable de la conducta injusta de Sosípatro. El procónsul mandó arrestar a Juan y aplicarle el mismo castigo que al muchacho.

No había remedio humano que pudiera resolver tan embarazosa situación. Y una vez más, la solución vino de arriba en clave milagrosa. Un terremoto sacudió la tierra en la que sucedían los hechos. Tanto el procónsul como Procliana sufrieron la parálisis de sus manos, mientras mucha gente moría como consecuencia del terremoto. Solamente Juan, Prócoro y Sosípatro permanecían ilesos. El procónsul pidió a Juan que pusiera remedio al desastre.

La plegaria del Apóstol hizo que todo volviera a la normalidad. Más aún, el procónsul se convirtió a la fe cristiana con toda su familia. La misma Procliana se transformó en una nueva persona, libre del domino del diablo. Juan vivió mucho tiempo “como huésped de ambos” y fue testigo de sus buenas acciones. Procliana pasó el resto de su vida dedicada al ayuno y a la oración. A esto se le llama un final feliz.

Saludos, Gonzalo del Cerro

Lunes, 4 de Mayo 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


Continuamos con la explicación y aclaración del contenido de la Carta a los filipenses.


Frente a estos adversarios que hemos descrito en la nota anterior Pablo presenta cuatro argumentos (3,3-11). Sostiene que:

1. Los cristianos son los “verdaderos circuncisos”, el verdadero Israel (la expresión como tal no aparece en esta carta sino en Romanos), los que dan un culto espiritual a Dios (3,3: “Pues los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carne”).


Con otras palabras: aunque los cristianos no cumplan la ley de Moisés, no por eso son imperfectos y dejan de salvarse. Aparece aquí una contraposición espíritu / carne (la circuncisión es carnal) que hemos visto ya en la Epístola a los Gálatas. La circuncisión ue trajo Cristo es espiritual: el alam se circuncida -que es lo que importa, no el cuerpo- al creer que Cristo murió en la cruz por salvar a la humanidad.

Este argumento se fortalece con un ataque personal a esos adversarios judeocristianos (3,3b-6):

“Nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carne, 4 aunque yo tengo motivos para confiar también en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, más yo. 5 Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable”

Aclaración:

• Ellos, los adversarios de Pablo, afirmaban: nosotros entendemos mejor a Jesús, judío, porque somos verdaderos judíos.


• Pablo responde a orgullo con orgullo: Yo, que esto afirmo, soy tan judío como mis adversarios y podría jactarme de ello: soy de la tribu de Benjamín, fariseo, celoso de la Ley. Ahora bien, precisamente por ser tan judío, por haber practicado y conocido tan bien el judaísmo, mi negativa a exigir para el nuevo Israel el cumplimiento de la antigua Ley tiene todo su valor.

Esta negativa está bien fundada teológicamente (recordemos de nuevo la argumentación de Gálatas). Ahora hay una ley nueva: la Ley del amor, traída por Jesús, el mesías. Y esto no lo dice un ignorante, sino quien lo sabe bien.

Denominar a los cristianos “verdaderos circuncisos” (3,3) o el “verdadero Israel” (Carta a los romanos) no supone que Pablo interprete su teología cristiana como una nueva religión. Todo lo contrario. Para el Apóstol el cristianismo es sólo una revivificación o renovación del judaísmo. La ley antigua ha sido sublimada y recogida en su mejor sustancia por la nueva ley, la del amor.

Después de la muerte y resurrección del mesías-cristo, el cristianismo es el único judaísmo posible, un judaísmo bien entendido y auténtico, no una religión nueva. Pablo no se siente traidor a su pueblo.


2. El segundo argumento es un refuerzo de la idea anterior: el conocimiento de Cristo Jesús hace que la observancia de la Ley, que antes de llegada del Mesías era un bien, sea ahora una auténtica basura. Así lo expresa en 3,7-8:

“Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. 8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo”.

Esta expresión era bien ofensiva a sus adversarios judeocristianos. La nueva ley es sabiduría de verdad: es “superexcelente sabiduría de Cristo”: 3,8.


3. El tercer argumento: la “justificación” /salvación (recuérdese Gálatas de nuevo) no viene de la observancia de la Ley, sino de la fe en Cristo (3,9: “No con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe”).


4. El cuarto: la nueva fe lleva a participar de la resurrección. Sólo al compartir los padecimientos de Cristo se consigue la resurrección (3,10: “y conocerlo a él, a Cristo, y el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte”). Pablo afirma que los adversarios creen falsamente que van a conseguir la resurrección practicando la Ley; pero así no la alcanzarán.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pablo, su historia. Un libro de Jerome Murphy-O’Connor (y II)”

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Saludos de nuevo.
Viernes, 1 de Mayo 2009
Aspecto doctrinal de los Hechos Apócrifos "El encratismo o 'continencia sexual'"
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El encratismo en los HchAp (II)

En el sentido encratita deben interpretarse las historias de la hija de Pedro y la de la hija del jardinero, consideradas como pertenecientes a los primitivos Hechos de Pedro. La historia de la hija de Pedro está contenida en el papiro copto de Berlín 8502,4 en sus páginas 128-135 y puede verse en A. Piñero & G. Del Cerro, Hechos Apócrifos de los Apóstoles, I 540-543. La de la hija del jardinero, recogida en la Epístola del Pseudo Tito, citada por Agustín en Contra Adim., 17,5 puede verse en la misma edición, I 544-545. Un estudio de la carta Epistula Titi, discipuli Pauli, de dispositione sanctimonii, con el texto completo fue publicado por Donatien de Bruyne en la Revue Bénédictine 37 (1925) 47-72.

Pedro predicaba en una asamblea de fieles un día de domingo y curaba a numerosos enfermos. Uno de los presentes se atrevió a dirigirse a Pedro para preguntarle por qué, mientras curaba a tantos enfermos, no se cuidaba de su hija que estaba paralítica de uno de sus costados. Pedro quiso explicar que no era cuestión de incapacidad, sino de interés y utilidad. Mandó, pues, a su hija que se levantara y caminara sana para demostrar que nada era imposible para Dios. Hecha la demostración, le ordenó que volviera a su sitio y a su situación.

Contó luego que cuando nació su hija, fue advertido por una visión de que nacía con ella una tentación (peirasmós). En efecto, cuando creció, se hizo motivo de escándalo para muchos, porque era muy bella. Entre otros, se enamoró de ella un rico potentado que la reclamó para casarse con ella. Falta un folio del papiro, pero cuando vuelve el relato, los criados del pretendiente traían a la muchacha, enferma de parálisis. Era la providencia divina que velaba por la utilidad de la joven y la había librado de aquella “mancha y vergüenza” (el matrimonio). El frustrado, de nombre Ptolomeo, lloró tanto de pena que se volvió ciego. Pero una visión le recomendó que buscara a Pedro, quien lo sanaría de cuerpo y alma. Después, al morir dejó un legado para la hija de Pedro que el apóstol repartió entre los pobres.

El texto del Pseudo Tito cuenta en breves palabras el caso de la hija del hortelano: “Había un hortelano que tenía una hija única, virgen, y suplicó a Pedro que rogara por ella. Así lo hizo, y el apóstol respondió al padre que el Señor le concedería lo que fuera útil para su alma. Y al punto cayó muerta la muchacha… Pero aquel anciano, desconfiado, y sin comprender la grandeza del favor celeste, ignorando, en efecto, los beneficios divinos, suplicó a Pedro que resucitara a su hija única. Así ocurrió, y no muchos días después entró como huésped en casa del anciano un hombre que se fingía creyente. Sedujo a la muchacha, desaparecieron ambos y nunca volvieron a aparecer”.

La intención de los autores estos dos relatos delata una mentalidad encratita. El primero no sólo califica negativamente la opción del matrimonio, sino que justifica los hechos con la secuencia de los acontecimientos. Ya lo había previsto la visión, pero quedó bien probado con la evidencia de la realidad. De manera más trágica lo demostraba el Pseudo Tito, pues habla de que el huésped perdidit (perdió) a la hija del hortelano.

Los HchTom abundan en calificaciones negativas referidas a las relaciones sexuales entre casados: “Sucia comunión” (12,1), “sucio deseo” (13,1), “relación impura” (51,2), “insensata relación” (52,1). La presencia y la predicación de Tomás provocan reacciones de conversión a la continencia que llegan a su clímax en el caso de Migdonia, la esposa de Carisio, pariente del rey. Carisio se lo explica así a su esposa: “He oído que aquel mago y seductor enseña que nadie debe cohabitar con su esposa” (96,1). Luego, da razón al rey de lo que sucede con una expresión más radical todavía: “Es imposible, dice Tomás según Carisio, que entréis en la vida eterna, que os anuncia, si no os apartáis de vuestras mujeres; e igualmente, las mujeres de sus maridos” (101,3). La situación alcanza su punto álgido cuando Tercia, la esposa del rey, oye la predicación de Tomás y se convierte a la vida de continencia (134-135). Son precisamente las actitudes continentes de Tercia y Migdonia las que motivan la muerte de Tomás.

En conclusión, la tendencia encratita es clara en todos los HchAp y está presente en expresiones y comportamientos. Otra cosa es si tal tendencia alcanza los niveles de la herejía. Mi opinión es negativa. Se estima en términos hiperbólicos la vida de castidad. Las calificaciones peyorativas de las relaciones sexuales se dan en boca de toda clase de personajes. Pero la conexión de la continencia con la salvación solamente aparece en contextos polémicos y en boca de personajes resentidos o apasionados, como Demas y Hermógenes, los enemigos de Pablo (HchPlTe 12) o Carisio, el esposo frustrado (HchTom 96 y 101). Lo mismo pasa con las afirmaciones genéricas de que los apóstoles prohíben el matrimonio. Así lo afirman Támiris, el pretendiente rechazado de Tecla (HchPlTe 11 y 16) y Demás y Hermógenes. Carisio dice lo mismo de Tomás. En todos estos casos, de lo que se trata es de subrayar la situación creada por la predicación del apóstol hasta el punto de que será en definitiva la causa de su muerte. Los demás casos pueden interpretarse como la recomendación de una conducta personal expresada en términos rigoristas, cuando no se refiere a las consideradas perversiones, tales como el adulterio, el peor de los pecados para HchTom 51 y 58, o la homosexualidad (HchTom 55).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro







Jueves, 30 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero


Querido amigos:

A causa de la abrumadora tarea de unos recientes compromisos de trabajo, me veo obligado temporalmente a reducir el número de mis notas en este blog. De este modo, mis postales aparecerán los lunes, miércoles y viernes. Como es habitual, los jueves contarán con la colaboración de mi amigo y colega Gonzalo del Cerro. Agradezco por adelantado vuestra comprensión.

Y ahora, continuamos con la explicación y aclaración del contenido de la Carta a los filipenses.

El problema con los adversarios en 3,2-21:

« 2 Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos circuncisos.

3 Pues los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carne, 4 aunque yo tengo motivos para confiar también en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, más yo.

5 Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable. 7 Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. 8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, 10 y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, 11 tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos.

12 No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. 13 Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, 14 corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús.

15 Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sentís de otra manera, también eso os lo declarará Dios. 16 Por lo demás, desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante. 17 Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que tenéis en nosotros. 18 Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, 19 cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no piensan más que en las cosas de la tierra.

20 Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, 21 el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas.  »

Aclaración:

Vamos en primer lugar a obtener una idea –a partir de lo que acabamos de leer- de quiénes son estos adversarios del Apóstol y qué nociones teológicas sostienen. Nos enteraremos también con qué razones se defiende Pablo de ellos.

Los enemigos son:

• Falsos maestros, “obreros” de (otro) Evangelio: 3,2.

• Defienden la necesidad de la circuncisión (3,2), es decir, no basta con proclamar que Jesús es el mesías; para salvarse y ser perfecto es obligatorio cumplir la ley de Moisés, simbolizada en la circuncisión (3,19).

• Probablemente se consideran cristianos perfectos (se deduce indirectamente de las afirmaciones en contrario de Pablo en 3,12.15).

• Creen que han conseguido ya la resurrección (3,11).

• Más en concreto, obedecen las prescripciones sobre las alimentos de la ley de Moisés: Pablo despectivamente afirma por ello que “su Dios es el vientre” (3,19).

• Son gente jactanciosa: “se glorían en su vergüenza” (3,19), es decir, en su miembro masculino circuncidado (recordemos la frase ofensiva de Pablo sobre el mismo tema en Gálatas 6,13: sus adversarios “desean ver a los gálatas circuncidados para gloriarse en su carne”).

Según estos rasgos, los adversarios parecen ser gente de talante parecido a los que encontramos en Gálatas. Podemos concluir tentaviamente, por tanto, que son judeocristianos del “partido de la circuncisión”, es decir, otros cristianos, procedentes probablemente de la iglesia madre de Jerusalén que tienen de Jesús otras ideas distintas a las de Pablo. Con otras palabras. Interpretan a Jesús de otro modo y albergan nociones diferentes respecto a cómo es la salvación

La idea principal de estos adversarios es: para ser cristiano perfecto hay que seguir observando la ley de Moisés. Pero, a la vez, tienen un cierto barniz "gnóstico": que la resurrección sea ya algo presente y no futuro era un rasgo típicamente gnóstico. Es lo que se llama “escatología realizada”: no hay que esperar al fin del mundo que vendrá: la salvación se ha realizado ya en el interior de los creyentes. Puede decirse que incluso ha tenido lugar ya la resurrección.

Dos impresiones se obtienen de lo que acabamos de leer:

• Primera: Pablo encontraba en muchos sitios una fuerte oposición a su manera de entender el Evangelio. Como sabemos ya por la Epístola a los gálatas una de sus ideas centrales es: tras la muerte y resurrección de Cristo la antigua ley de Moisés no tiene validez. Esta proclamación levantaba muchas ampollas tanto entre los judíos normales como entre los judeocristianos, que compaginaban su creencia en Jesús como mesías con la observancia de la ley de Moisés.

• Segunda: en el cristianismo primitivo no se formó de inmediato una ortodoxia; había modos muy diversos de entender lo que a la larga iba a ser una "nueva religión", pero que ahora estaba formándose entre agrias discusiones teológicas.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“La plegaria de las emanaciones. Una oración maniquea del siglo IV (V)”

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Saludos de nuevo.

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Mi amigo y colega José Montserrat Torrents me remite l siguiente nota para que la haga pública:

« "El barquero de los dioses",  »

novela histórica, aparecerá publicadan por entregas periódicas en el blog

http://totmes.blogspot.com/.

El argumento transcurre en Egipto en el siglo V de la Era Común, y narra los esfuerzos de los últimos paganos por preservar la cultura del antiguo Egipto, y en particular la escritura jeroglífica, de la desaparición definitiva. El contexto histórico y geográfico está rigurosamente contrastado.

Saludos de José Montserrat


Miércoles, 29 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con la breve explicación del contenido de la Carta a los filipenses de Pablo de Tarso

2,12-18:

« 12 Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra salvación, 13 pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.

14 Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones 15 para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación tortuosa y perversa, en medio de la cual brilláis como antorchas en el mundo, 16 presentándole la Palabra de vida para orgullo mío en el Día de Cristo, ya que no habré corrido ni me habré fatigado en vano.

17 Y aun cuando mi sangre fuera derramada como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegraría y congratularía con vosotros. 18 De igual manera también vosotros alegraos y congratulaos conmigo. »

Aclaración:

“Temor y temblor” es una frase querida por Pablo que usa de nuevo en 2 Corintios 7,15. Expresa la reverencia y la sumisión del ser humano ante lo divino.

Sigue la parte exhortativa de la carta que se traduce en un apremio a los filipenses a que continúen con la tarea de vivir conforme a la fe recibida para conseguir la salvación (v. 12: “trabajad por vuestra salvación”): el objetivo es ser hijos de Dios sin tacha en este mundo corrompido. La salvación es gracia de Dios (v. 13): tiene la compensación de la gloria / buen estado de reposo y gozo final en el paraíso.

El “día de Cristo” nos es ya conocido: el fin del mundo, que está muy cercano. El v. 17 expresa de nuevo el temor de que su encarcelamiento acabe en condena a muerte.


2,19-30:

« 19 Espero en el Señor Jesús poder enviaros pronto a Timoteo, para quedar también yo animado con vuestras noticias. 20 Pues a nadie tengo de tan iguales sentimientos que se preocupe sinceramente de vuestros intereses, 21 ya que todos buscan sus propios intereses y no los de Cristo Jesús. 22 Pero vosotros conocéis su probada virtud, pues como un hijo junto a su padre ha servido conmigo en favor del Evangelio. 23 A él, pues, espero enviaros tan pronto como vea clara mi situación. 24 Y aun confío en el Señor que yo mismo podré ir pronto.

25 Entretanto, he juzgado necesario devolveros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, enviado por vosotros con el encargo de servirme en mi necesidad, 26 porque os está añorando a todos vosotros y anda angustiado porque sabe que ha llegado a vosotros la noticia de su enfermedad. 27 Es cierto que estuvo enfermo y a punto de morir. Pero Dios se compadeció de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza.

28 Así pues, me apresuro a enviarlo para que viéndolo de nuevo os llenéis de alegría y yo quede aliviado en mi tristeza. 29 Recibidlo, pues, en el Señor con toda alegría, y tened en estima a los hombres como él, 30 ya que por la obra de Cristo ha estado a punto de morir, arriesgando su vida para supliros en el servicio que no podíais prestarme vosotros mismos. »

Aclaración:

Pablo inicia un tema personal que da toda la impresión de ser el paso previo al final de una de sus cartas, como ocurre en otras ocasiones: concluye la exhortación y comienzan las noticias sobre personas y eventos. Habla con devoción del caso de Epafrodito: cómo sufrió al verlo enfermo. Pronto enviará a Filipos a su fiel Timoteo, para que conforte a la comunidad y vuelva con noticias. Si puede, también él, Pablo, piensa viajar a la ciudad. Además devolverá a los filipenses a Epafrodito, un cristiano enviado por aquellos a Pablo para llevarle una ayuda económica y servirle de apoyo en la prisión.

Posteriormente trataremos de la cuestión de como parece que aquí va a acabar la carta: ¿ha fundido un redactor posterior varias cartas de Pablo?

3,1:

« Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor... Volver a escribiros las mismas cosas, a mí no me es molestia, y a vosotros os da seguridad. »


Aclaración:

Este versículo tiene visos de ser como las dos o tres líneas finales de una carta que resume lo anterior. En ellos se repite un tema importante: “Por lo demás, alegraos en el Señor…”, la alegría de Pablo por la fe y el amor de los filipenses que penetra toda la carta.

3,2:

« Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos circuncisos. »

Aclaración:

El pensamiento del Apóstol se interrumpe, cambia bruscamente de tema y se inicia lo que parece ser una misiva o escrito distinto. En el v. anterior había escrito: “Volver a escribiros las mismas cosas a mí no me molesta…”. Pero a continuación nos topamos con una diatriba fortísima contra un grupo de enemigos, antes no mencionados (salvo, quizás, la leve alusión de 1,28: “Sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y para vosotros de salvación”) o, al menos, no con este tono tan feroz: “Atención a los perros…”

“Perros” es el vocablo despectivo que utilizaban los judíos para referirse a los paganos. Así, el mismo Jesús lo usa, con una cierta delicadeza, cuando se dirige a la mujer sirofenicia –por tanto, pagana- que le pide que cure a su hija: “No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (Mc 7,27). Este uso se da también en otras culturas, como es bien sabido.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pablo, su historia. Un libro de Jerome Murphy-O’Connor”

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Saludos de nuevo.


Martes, 28 de Abril 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos comentando y aclarando brevemente el contenido de la "Carta a los filipenses":

2,6-11:

« 6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. 7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;

8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. 10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, 11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre. »


Aclaración:

Es éste uno de los textos más importantes para comprender la teología de Pablo, pues en él se expresa probablemente, por vez primera en la historia del cristianismo, la noción de la preexistencia de Cristo, lo que supone la concepción de la plena divinidad de éste, sea cual fuere el modo exacto como se entienda o se explique. Probablemente no hay añún nociones claras.

Como ejemplo supremo de humildad presenta Pablo a Cristo en este famoso himno. Es éste un texto muy discutido: no se sabe a ciencia cierta si esos vv. son una creación de Pablo (cf. Hch 16,25: Pablo y Silas están en la cárcel y pasan la noche cantando himnos a Dios; es decir, los primeros cristianos componía himnos, salmos y cánticos espirituales para sus oficios litúrgicos) o algo heredado por él de cristianos anteriores, que transmite a sus lectores filipenses.

Probablemente es herencia previa, quizá de su comunidad de Antioquía, pero una herencia que él ha remodelado. Se trataría de un himno a Cristo compuesto por cristianos que se inspiraron en temas de la Sabiduría divina -pensada como una “hipóstasis”, es decir, personificada- como si fuese una entidad autónoma divina que ha sido emanada por la divinidad, que baja a la tierra para tener su morada entre los hombres.

El texto clave se halla en Eclesiástico 24,3.6-8.10-12:

« 3 Yo salí de la boca del Altísimo, y cubrí como niebla la tierra. 6 Las ondas del mar, la tierra entera, todo pueblo y nación era mi dominio. 7 Entre todas estas cosas buscaba reposo, una heredad en que instalarme. 8 Entonces me dio orden el creador del universo, el que me creó dio reposo a mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel".

9 Antes de los siglos, desde el principio, me creó, y por los siglos subsistiré. 10 En la Tienda Santa, en su presencia, he ejercido el ministerio, así en Sión me he afirmado, 11 en la ciudad amada me ha hecho él reposar , y en Jerusalén se halla mi poder. 12 He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. »

También parece haber ecos en el himno de los poemas del “Siervo sufriente de Yahvé” (Isaías 53), que finalmente triunfa:

« 1 ¿Quién dio crédito a nuestra noticia? … 2 Creció como un retoño delante de Yahvé, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. 3 Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. 4 ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. 5 El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados.

6 Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros. 7 Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. 8 Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; 9 y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca.

10 Mas plugo a Yahvé quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahvé se cumplirá por su mano. 11 Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará. 12 Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes. »

Entre los judíos de la época de Pablo no se sabia muy bien a qué personaje se había referido el profeta. Lo normal era que se interpretara como una profecía del sufrimiento del pueblo elegido en su conjunto, personificado, que luego sería vindicado por Dios.

Los cristianos, por su parte, interpretaron que este pasaje se refería a los sufrimientos de Jesús en la Pasión. A partir del v. 10 se veía una alusión oscura a la resurrección de Jesús. Pablo por su parte quizá exprese tal doble herencia (Eclesiástico e Isaías) e interpretación redondeándola con sus propias palabras.

El pensamiento del himno corresponde al esquema siguiente: un ser divino desciende a la tierra (= humillación), sufre la muerte, pero luego es exaltado (“conceder un nombre” es en el pensamiento hebreo igual a otorgar a alguien un estado especial al que lo otorga).

VV. 6-7:

“El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. 7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre”

Aclaración:

No es seguro el sentido de estas palabras: Cristo “tiene la forma de Dios”, o existe en la “forma de Dios”; pero no “retuvo como botín el ser semejante a Dios, sino que se hizo semejante al ser humano”. ¿Es ésta una afirmación parecida a la del prólogo del Evangelio de Juan: Cristo es Dios y preexiste como Dios antes de encarnarse como hombre? Probablemente sí, hay que verla como un precedente.

De lo contrario, si aquí se afirmara que Cristo no es Dios sino sólo creado a imagen o forma de Dios (como sostienen algunos intérpretes), el “rebajarse” a ser mero hombre no tendría mérito alguno y no valdría como ejemplo supremo de humildad. Pero si Jesús es realmente Dios y se hace hombre, se le puede presentar también realmente como un caso formidable de humildad o autohumillación.

Ahora bien, se trata de una humildad recompensada (Pablo implícitamente piensa: igual pasará con los cristianos): Dios “exalta” a Jesús y le “otorga el Nombre que está por encima de todo nombre” (v. 7).

Es decir: la divinidad confirma ante los ojos de todos que su Hijo es verdaderamente Dios como Él mismo. Por tanto, toda rodilla debe doblarse ante Él (Cristo) y confesar que es el Señor = Dios.

Si Pablo ha heredado de cristianos anteriores esta confesión de fe, y si –como veremos luego— Filipenses está compuesta en torno a los años 54-58 (unos 25 años después del ajusticiamiento de Jesús), ello quiere decir que la teología sobre Jesús como mesías-Dios (cristología) avanzaba muy deprisa en el cristianismo primitivo.

Pablo recibe ya una herencia que sitúa a Jesús en la esfera de lo divino: Cristo resucitado tras su muerte en cruz tiene un poderío cósmico (v. 10: poder terrestre / celeste / subterráneo); es Dios. Al ser heredada, no sería ésta una teología que se invente Pablo partiendo de la nada. Todo consiste en aplicar a Jesús, porque se cree que es así, lo que antes oscuramente la Escritura había dicho de la Sabiduría divina. Cristo es esa Sabioduría encarnada. Humillada al encarnarse y sufrir por la humandidad; pero luego exaltada al cielo y victoriosa tras su sacrificio.

Aparte de la teología, la lección moral del himno es clara: los cristianos no deben aferrarse a su situación de privilegiados (por su fe), sino ser humildes siervos de Dios, obedientes a Él hasta la muerte si es preciso, como Cristo.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Pedro, príncipe de los apóstoles”

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Lunes, 27 de Abril 2009
Hoy escribe Gonzalo DEL CERRO

La situación social de la mujer ha llegado afortunadamente en nuestros días a cotas desconocidas en otros tiempos. Cada vez se van logrando unos niveles de igualdad acordes con los postulados de la naturaleza. Sin embargo, como en muchos aspectos de la cultura humana, “fuit quando no erat” (hubo momentos en que no era así). Los griegos, a pesar de sus adelantos y méritos en todos los órdenes de la ciencia, no supieron descubrir los valores del “eterno femenino”. Algunos autores, como L. Goodwater, atribuyen la decadencia de Grecia al escaso aprecio en que tuvieron a sus mujeres.


Hesíodo (siglo VIII a. C.) está sin duda en la base de los criterios misóginos en Grecia. En concreto con el mito de Pandora. Como vimos en otra ocasión, el titán Promteteo engañó, o pretendió engañar, a Zeus en el sacrificio de un buey. Pero consumó sus engaños robando el fuego de los dioses para favorecer a los hombres. Zeus se irritó en su corazón y tramó contra ellos un mal, que no fue otro que “la perniciosa estirpe de las mujeres, gran desgracia para los hombres” (Teog., 570ss y 591s). Por el robo del fuego Zeus proyectó un mal encantador que los hombres amarían sin darse cuenta de que amaban su propia desgracia (Trabajos, 57s). La humanidad, que hasta entonces vivía en una felicidad imperturbable, fue víctima de todos los males. Porque Pandora, la mujer, abrió la jarra que los contenía e inundó con ellos todos los caminos de la vida.

Pero la llama de la misoginia no quedó anclada junto a la “caja de Pandora”. Se dispersó por los aires de Grecia hasta formar parte de su mentalidad social. De ella es testigo cualificado el yambógrafo Semónides de Amorgos (s. VII a. C.). En un largo poema, etiquetado por los comentaristas con el título de “Espejo de mujeres”, compara a la mujer con diferentes animales llegando a resultados clamorosamente negativos. El poema está compuesto por 118 trímetros yámbicos (tres medidas de dos yambos cada una). En el primer verso asienta la afirmación de que “Dios hizo la inteligencia al margen de la mujer”. Luego enumera a la cochina, la zorra, la perra, la burra, la comadreja, la yegua, la mona y la abeja. A su lado menciona a la mujer barro y a la mujer mar. En todos los casos la mujer reproduce los defectos propios de las hembras citadas, así como la “torpeza” o “insensibilidad” del barro y las “mudanzas” del mar. El único animal que representa a la mujer ideal es la abeja. En efecto, las mujeres abeja son las únicas “buenas y prudentes” en grado excelso. “Todas las demás, una calamidad” (pêma). Porque “Zeus ha creado el mayor mal (mégiston kakón): las mujeres” (v. 86 s), verso que repite al final del poema (v. 115). Y glosa su afirmación diciendo que las mujeres son un lazo o nudo atado en los pies.

Tales de Mileto (s. VI a. C.) compendiaba la misoginia de los griegos en el dicho famoso que nos ha transmitido la tradición: “Doy gracias a los dioses porque nací varón y no mujer, hombre y no animal, griego y no bárbaro”.

El mismo Eurípides (s. V a. C.), que trazó magníficos personajes femeninos en sus tragedias, hace decir a Medea: “Las mujeres somos por naturaleza ineptas para el bien, pero excelentes artesanas para toda clase de males” (Medea 407-409).

Y Aristóteles proclama en su Política que “el libre debe mandar sobre el esclavo; el varón, sobre la mujer; el adulto, sobre el niño” (Política 1260 a). Todo depende, dice, de la capacidad de deliberar. La mujer la tiene, pero sin autoridad (ákyron). La mujer, se dice, tiene ciertos detalles de inmadurez natural, como los niños: ni tiene barba ni padece de calvicie.

En este aspecto, los criterios griegos y los bíblicos son bastante coincidentes. El autor del libro del Eclesiástico expresa su convencimiento de que es “un castigo, una ignominia y una gran vergüenza la mujer que domina a su marido” (Eclo 25, 20 LXX). Y recuerda que “de la mujer viene el principio del pecado, y por ella todos morimos” (v. 24). Un judío tan preclaro como Flavio Josefo dice de forma un tanto descarnada: “La mujer es inferior al varón en todo” (gynè khéiron andròs eis pánta). Y argumenta diciendo que ello es porque Dios ha otorgado la fuerza y la autoridad (krátos) al varón (Contra Apión II 201).

Por eso hablan algunos (D. F. Sawer) de lo que se denomina “jerarquía sexual”, una jerarquía que parece refrendar la ley de Moisés desde el momento mismo del nacimiento. Según el Levítico (12, 1-5), el nacimiento de una niña provoca en la madre una impureza que dura dos veces la del nacimiento de un varón.

Frente a estas posturas francamente negativas, los Hechos Apócrifos de los Apóstoles representan un cambio drástico en la percepción de la mujer y su peripecia personal. Permítaseme citar la edición española, bilingüe que es la última, que sepamos, de las realizadas en ámbito científico mundial y que recoge lo mejor de ediciones anteriores:

« Hechos apócrifos de los apóstoles
Edición bilingue (greigo/latín - español) con Introducción, Traducción, Notas e Índices
de Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro.
Madrid, B.A.C. 2004-2005.
Tomo I: Hechos de Andrés, de Pedro y de Juan
Tomo II: Hechos de Pablo y Tecla, de Tomás »


Estas obras forman parte de un contexto más amplio que procede de la actitud de Jesús en su trato con las mujeres. Ch. Seltmann cree que esa actitud contribuyó a desarrollar durante el siglo I d. C. una presión social que trataba de igualar a la mujer con el varón. En la apreciación de Schüsser Fiorenza, el Cristianismo invirtió la escala social de valores tomando partido por los habituales perdedores sociales, entre ellos, la mujer.

Según J. Donaldson, “la mujer debe su alta posición actual al Cristianismo”. Para ello fue necesaria una reacción frente a los postulados de la época. El mismo Pablo, natural de una familia hebrea y de una ciudad helenística como era Tarso de Cilicia, se vio envuelto por los aires de una mentalidad poco favorable a unas actitudes igualitarias. No obstante, dejó en su carta a los gálatas un aforismo programático sobre el tema: “Ya no hay judío ni griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni mujer, pues todos vosotros sois uno solo en Cristo Jesús” (Gál 3, 28).

Entre los aspectos que llaman la atención en los Hechos Apócrifos de los Apóstoles destaca de manera sorprendente la presencia de las mujeres, tanto cuantitativa como cualitativamente. En ocasiones, alcanzan un protagonismo tan evidente que llegan a dejar entre sombras a los apóstoles protagonistas. Este dato, junto con su actitud de castidad perfecta, ha hecho pensar en la posibilidad de que la postura de las mujeres en los Hechos Apócrifos fuera más que una actitud ascética la búsqueda de libertad y autonomía frente al poder totalitario y tiránico de sus maridos. Estas mujeres tienen la suficiente fuerza y personalidad como para desafiar la autoridad de sus poderosos maridos o pretendientes. Es la tesis, por ejemplo, de Virginia Burrus, vista con buenos ojos por otros colegas americanos.

Entre otros casos variados recordamos aquí las figuras señeras de Maximila en los Hechos de Andrés, de Drusiana en los de Juan, de Tecla en los de Pablo y de Migdonia en los de Tomás. Estas mujeres presentan datos y aspectos comunes:

1) Son mujeres de la alta sociedad, casadas con personajes importantes en la vida política y social de sus ciudades.

2) Son personas hermosas, capaces de despertar profundas pasiones, pero para quienes hay algo más importante que la belleza corporal.

3) Se convierten a una existencia de castidad perfecta gracias a la predicación de los apóstoles protagonistas.

4) Al margen de esta decisión maximalista, suelen ser piadosas, generosas y discretas.

5) Los autores presentan a estas mujeres como personalidades más firmes y consistentes que sus respectivos maridos, entre los que hay reyes, generales, procónsules y otras altas magistraturas del Estado.

La mujer no es ya la persona pobre, sumisa e ignorante. Muchas féminas de los Hechos Apócrifos son realmente “mujeres de armas tomar”. Maximila, por ejemplo, no tiene reparo en buscarse una hermosa y disoluta joven para que la sustituya en el lecho conyugal. Una joven que trata de sacar provecho material a su situación bajo la protección de su silencio. Su señora puede así practicar tranquilamente una vida de castidad absoluta a la sombra del apóstol Andrés. Sólo la ambición y la intemperancia de la sustituta dio al traste con el proyecto encratita, es decir de absoluta contiencia sexual, de Maximila.

Saludos de Gonzalo DEL CERRO

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“El águila y el león / El Hijo del Hombre sobre las nubes”

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Domingo, 26 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con el contenido de la carta a los Filipenses

1,15-20a:

« Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad; mas hay también otros que lo hacen con buena intención; 16 éstos, por amor, conscientes de que yo estoy puesto para defender el Evangelio; 17 aquéllos, por rivalidad, no con puras intenciones, creyendo que aumentan la tribulación de mis cadenas. 18 Pero ¿y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente, Cristo es anunciado, y esto me alegra y seguirá alegrándome. 19 Pues yo sé que esto servirá para mi salvación gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo, 20 conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; »

Aclaración:

El Apóstol establece una distinción entre los que predican el Evangelio tal como él lo entiende (1,16-17) y ciertos rivales, que lo hacen por envidia o rivalidad (vv. 15 y 17). Afirma, sin embargo, que lo importante es que Cristo sea anunciado y glorificado (vv. 18-20).

Atribuir a “envidia" o " a rivalidad” el que otros prediquen una interpretación distinta de la figura y misión Jesús, y de la consecuente salvación de quien en él cree, es una especie de juicio superficial voluntario por parte de Pablo. Probablemente lo hace por denigrar a sus adversarios teológicos. Sabemos ya por la Epístola a los gálatas, que misioneros venido de Jerusalén, totalmente contrarios a la teología de Pablo y enemigos suyos a muerte, deseaban a toda costa defender el modo cómo ellos entendían a Jesús, muy distinto al del Apóstol.

Pablo desea quitar importancia al hecho de que los de Jerusalén –y algunos de Antioquia- no estaban de acuerdo con él en puntos sustanciales de su visión cristiana. Es importante señalar que ya al inicio mismo de su andadura, el grupo cristiano no era homogéneo. En principio, y a priori, la interpretación de Jesús por parte del grupo de la comuidad primitiva, hebrea, de Jerusalén debía de ser más cercano al pensamiento del Jesús histórico que la reinterpretación paulina.

1,20b-26:

« 20 Antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte, 21 pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. 22 Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger… 23 Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; 24 mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros. 25 Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe, 26 a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús cuando yo vuelva a estar entre vosotros. »

Aclaración:

El resultado de su proceso judicial pendiente es incierto, y puede acabar en pena de muerte (v. 20), como dijimos. Pero si ello ocurre, será una ganancia para Pablo: conseguirá abandonar la materia (su cuerpo y el mundo) de una vez, y estar por siempre con Cristo (v. 21). Nótese la contraposición entre materia y espíritu, muy típica de Pablo y también de los gnósticos. El mundo material paa Pablo no tiene importancia alguna. En esto no se muestra judío.

Por otro lado, le parece bien a Pablo seguir viviendo y predicando el Evangelio, pues ello ayudará al “progreso y gozo de la fe” de sus conversos (vv. 22-26).

1,27-30:

« 27 Lo que importa es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del Evangelio, 28 sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y para vosotros de salvación. Todo esto viene de Dios. 29 Pues a vosotros se os ha concedido la gracia de que por Cristo... no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él, 30 sosteniendo el mismo combate en el que antes me visteis y en el que ahora sabéis que me encuentro. »

Aclaración:

Es una exhortación a vivir y luchar por la fe. Pablo promete que si sale con vida, irá a visitar a los filipenses; de cualquier modo –les dice— es importante conservar siempre la unidad, “firmes en un mismo espíritu”, y continuar el combate por la fe a ejemplo de él mismo (vv. 28-30).

Nótese aquí y en otros lugares cómo el Apóstol se pone de ejemplo para sus fieles, y a la vez cómo hace de sus vivencias y modo de actuar un tema de exhortación moral. Se trata de convertir la mera anécdota en algo positivo, una exhortación al bien obrar. La imitación de Dios (Evangelio de Mateo 5,48: “Sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial”) se convierte ahora en imitación de Cristo (Tomás de Kempis), y de su discípulo Pablo.

Es importante el v. 28, con su mención por vez primera de unos “adversarios”, aunque nos quedamos sin saber quiénes son exactamente. O bien paganos de fuera, los que habían provocado la prisión de Pablo (en Filipos y el disturbio de Éfeso), o bien los que “predican el Evangelio por envidia y rivalidad” (1,15): un frente de judeocristianos parecidos a los enemigos de Pablo en Gálatas, como dijimos más arriba. Mejor esta posibilidad.

El Apóstol no parece concederles de momento mucha importancia: sabe que la comunidad es fuerte a pesar de los sufrimientos, y que el éxito es seguro con la ayuda de Dios (vv. 29-30).

2,1-5

« Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de toda comunión en el Espíritu, de toda entrañable compasión, 2 que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. 3 Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, 4 buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. 5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo »

Aclaración:

Continúa Pablo con diversas recomendaciones: se debe fomentar todo aquello que fomenta la unión del grupo o la comunidad. Ya dijimos que el Apóstol, como buen judío, aunque piensa en una salvación individual cree firmemente en el espíritu de pueblo o grupo: el individuo se salva dentro del Israel verdadero escogido por Dios. Por tanto, hay qye vivir el Evangelio -con su secuela de salvación- con unidad de pensamiento, de espíritu y de amor, procurando la humildad y evitando la rivalidad y el interés propio. La síntesis es “tener los mismos sentimientos que Cristo”: aunque Pablo no mencione la vida de Jesús, la da por supuesta. Jesús es modelo de "santo" y de "justo", como expresará claramente más tarde la teología del Evangelio de Lucas.


Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Sábado, 25 de Abril 2009
El aspecto doctrinal en los HchA
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El encratismo en los HchAp (I)

Es sin duda uno de los rasgos característicos de los HchAp. Estas obras tratan del tema con amplitud y con una cierta obsesión. En este aspecto se fijaba Rosa Söder cuando calificaba el aspecto erótico como uno de los elementos principales de los Hechos Apócrifos. Lo que separa, sin embargo, las opiniones de los autores es el alcance y hasta el sentido técnico del encratismo. En mi opinión, es la falta de acuerdo en el concepto y en la definición de encratismo la que determina la divergencia en las posturas sobre el problema. Como ejemplos que ofrecen luz sobre el `tema pueden valer los artículos de A. Tissot, “Encratisme et Actes Apocryphes” en Les Actes apocryphes des Apôtres, de F. Bovon (ed.), Ginebra 1981, pp. 109-119, y el de G. Sfameni Gasparro, “Gli Atti Apocrifi degli Apostoli e la tradizione encratita”, Augustinianum XXIII, 1983, pp. 237-307.

Porque una cosa es la insistencia en la recomendación de la continencia como una conducta preferida, y otra la agamía o renuncia al matrimonio como exigencia de la fe y condición para la salvación. Por entender el encratismo como una “tendencia que hace de la continencia sexual una exigencia de la fe”, adopta Tissot una postura negativa sobre el aspecto encratita de los HchAp. Era por lo demás la opinión defendida ya por J. Flamion en RHE 10 (1909) p. 15. Sin embargo, el mismo Tissot parece matizar su negativa en el artículo que dedica al tema en Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, “L’encratisme des Actes de Thomas”, ANRW II 25,6, pp.4415-4430. Otros autores difuminan el concepto considerando que tal conducta consistiría en un conjunto de restricciones en el uso de los bienes materiales.

El hecho de defender la continencia hasta convertirla en condición indispensable para la salvación sí que sería abiertamente herético en el sentido de las palabras de Ireneo (Adu. haer. I 28,1), recogidas por Eusebio en su Historia de la Iglesia, IV 29,2: “Partiendo de Saturnino y Marción, predicaban los denominados encratitas la agamía (abstención del matrimonio) y rechazaban con ello la antigua obra de Dios, acusando sin más al que había creado al varón y la hembra para la multiplicación de la especie humana. Recomendaban la abstención de lo que ellos llamaban alimentos animales, con lo que se manifestaban desagradecidos hacia el Creador de todas las cosas”.

Los HchAp no parecen adoptar esas posturas extremas, aunque su mentalidad sea propia de una época de actitudes rigoristas. Bovon, en la obra ya citada, nota el impacto de la época, entre otras cosas, por sus tendencias encratitas. Tengo la impresión de que es ahí y no en el movimiento monástico, como quiere E. Peterson en su trabajo sobre las “Observaciones sobre el principio de la ascesis cristiana” en Frühkirche, Judentum und Gnosis (Iglesia primitiva, Judaísmo y Gnosis), pp. 209-220) donde debemos buscar el “Sitz im Leben” de los HchAp.

De todos modos, sabemos que hubo quienes llevaron la recomendación de la continencia sexual hasta la prohibición del matrimonio. Lo hemos visto en Ireneo y lo recuerda el autor de la carta 1 Tim 4,3 cuando dice que algunos “prohíben casarse y se abstienen de los alimentos creados por Dios”. Detalles típicos de las posturas encratitas. Satornilo, por ejemplo, afirmaba según Hipólito que “el matrimonio y la procreación proceden de Satanás” (J. Montserrat Torrents, Los Gnósticos, II 212). Ideas similares eran compartidas y defendidas por Marción y Taciano. Y Taciano tuvo gran influencia en la iglesia siria, lugar del origen de los HchTom.

Pero desde mi punto de vista, no es ésa la postura de los HchAp. Y ello, aun cuando la predicación y la práctica de la continencia sea una constante en estas obras. En los HchAnd reciben las relaciones conyugales las más negativas calificaciones. Y la resolución de Maximila, la esposa del procónsul, es tan firme que no duda en buscarse una joven que la sustituya en el lecho conyugal (HchAnd 17). De todos modos, la terquedad de Maximila y la complicidad de Andrés acabarán siendo la última razón del martirio del Apóstol.

En los HchJn, recuerda Juan en su plegaria postrera que Dios, o el Señor Jesús, lo mantuvo siempre puro y libre de unión con mujer. Hasta en tres ocasiones le impidió contraer matrimonio porque se lo reservaba para él (HchJn 113). Ahora bien, que en la predicación de Juan debía de entrar de alguna manera el tema de la continencia, parece evidente por la historia de Drusiana. Cuando Calímaco se enamora de Drusiana (HchJn 63), nos enteramos de que las relaciones de Drusiana con su marido Andrónico atravesaban un período de tensiones, como más tarde lo recuerda ella misma (HchJn 82). Y su resolución era tan decidida que “prefería morir antes que realizar aquella abominación”.

El autor de los HchPlTe resume la predicación de Pablo diciendo que anunciaba la palabra de Dios sobre la continencia y la resurrección (HchPlTe 5,1). A continuación proclamaba bienaventurados a los que “guardan pura su carne” y a los continentes. Támiris, el novio frustrado de Tecla, entiende que Pablo enseña a los jóvenes y a las doncellas que no deben casarse (HchPlTe 11,2). Y ésa es también la interpretación que hacen Dimas y Hermógenes de la doctrina de Pablo, añadiendo que la continencia sería condición para la resurrección (HchPlTe 12). Lo mismo declarará Támiris ante el tribunal del procónsul. El león, bautizado por Pablo, demostró su indiferencia frente a la leona que le salió al paso con intenciones lascivas. Como si el bautismo realizara en los bautizados esa transformación acorde con la presunta doctrina cristiana.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro




Viernes, 24 de Abril 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos hoy con el contenido de la carta a los Filipenses

1,5:

« “A causa de la comunión que habéis tenido respecto al Evangelio, desde el primer día hasta hoy”

Otra posible traducción: “A causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy”. »

Aclaración:

Cuando se lee en griego este versículo, expresa gracias a su preciso vocabulario un concepto clave del cristianismo primitivo: la “comunión” (participar de todo en común: koinonía en griego) entre los fieles, una comuinión que se genera casi de modo espontáneo vez que se ha oído y creído en la “buena noticia”. Por ello es preferible la primera traducción.


1,6 + 10:

g[ 6 Firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús […] + 1, 10 con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, ]g

Aclaración:


La expresión el “día de Cristo Jesús” de estos vv. manifiesta la esperanza de un retorno próximo de Jesús lleno de poder para juzgar al mundo (la “parusía”). Encontramos aquí la misma confianza y seguridad que Pablo había expresado ya en 1 Tesalonicenses 4-5 acerca del fin del mundo presente con el retorno previo de Jesús, esa vez con poderes de juez universal que retribuye conforme a sus acciones durante la vida terrenal vivos y muertos.

La expresión “día de Cristo Jesús” parece aquí una transposición del “Día de Yahvé”, un frase que es común en el Antiguo Testamento para designar el momento en el que Dios se presentará en la tierra para exigir cuentas por las acciones cometidas, ya sea en el Juicio Final, o antes.


1,7-8:

« Y es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en mi corazón, partícipes como sois todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio. 8 Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús. »

Aclaración:

Esto vv. nos dicen que el Apóstol está en la cárcel (“en cadenas”), y que echa de manos y lleva en su corazón a los filipenses. Al final de la explicación del contenido, cuando tratemos el tema del lugar de composición, discutiremos cuál pudo ser el lugar de encarcelamiento de Pablo.

¿Dónde estaba encarcelado Pablo? La respuesta no es fácil en absoluto. Se han propuesto tres ciudades, Roma, Cesarea y Éfeso. Las dos primeras tienen a priori a su favor el que son las únicas nombradas por los Hechos de los apóstoles como lugares de encarcelamiento de Pablo: 23,33-26,32 y 28,14-31. La tercera tiene también sus posibilidades. Lo veremos.

1,9:


« Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, »

Aclaración:

Pablo pide “conocimiento perfecto” para los filipenses: que sepan escoger lo mejor acerca de cómo entender a Jesús. Probablemente alude aquí el Apóstol indirectamente a posibles adversarios, “malos obreros” (3,2), que predican en la comunidad una interpretación del evangelio distinta a la suya, es decir, otro “conocimiento” (como en Gálatas). Los recién convertidos tienen que saber juzgarla, y escoger con conocimiento y sabiduría entre la nueva interpretación de Jesús propuesta por otros misioneros y el evangelio (“mensaje”) paulino, el primero que recibieron.

B. 1,12-4,20: cuerpo de la carta actual.

1,12-26: Estos vv. ponen de relieve la situación de Pablo en prisión y su actitud respecto al final de la vida física. Ahora el Apóstol reflexiona sobre las consecuencias de estar encarcelado: su muerte es posible y ello tendrá efectos sobre el anuncio del Evangelio.

1,12:

« Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso del Evangelio; »

Aclaración:

“Lo que le ha sucedido” se refiere a su detención y a su proceso aún pendiente en la ciudad desde donde escribe.

1,13:

« De tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo. »

Aclaración:
Al menos parece claro que él, Pablo, no es un delincuente: está en cadenas “por Cristo”, por algo relacionado con la predicación del Evangelio, no por delitos comunes. En esos años ser cristiano no era todavía delito en el Imperio; por tanto debió de tratarse de algún problema de “orden público”, al estilo, por ejemplo:

· Del que tuvo al principio en la ciudad misma de Filipos (Hch 16,16-38: Pablo expulsa del cuerpo de una adivina un espíritu impuro que profetizaba. Como la chica era esclava, los dueños se quejaron de que perdían dinero, al faltarle los clientes)

· O el motín de los orfebres en Éfeso (Hch 19,23-40: la nueva fe predicada por Pablo ponía en peligro la devoción a Ártemis, la diosa patrona de la ciudad. Los orfebres que hacían imágenes en plata de su templo, se quejan de Pablo ante la autoridad).

1,14:

« Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra. »

Aclaración:

Sea lo que fuere del episodio concreto que originó su encarcelamiento, una de las consecuencias de hallarse en la prisión fue –según Pablo mismo— un progreso en la difusión del Evangelio.

Como sabemos por la historia antigua en general, y en concreto por los Hechos de los apóstoles a propósito de Pablo mismo (28,30-31: “Permaneció Pablo dos años enteros en una casa que había alquilado [¡aunque estaba en prisión en espera de juicio!] y recibía a todos los que acudían a él; 31 predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno), y por los Hechos apócrifos de los apóstoles, las condiciones de la prisión en la Antigüedad eran verdaderamente en cuanto a visitas muy tolerantes, y permitían el apostolado. Así, debemos deducir que no sólo “los hermanos”, sino Pablo mismo seguían difundiendo el Evangelio a pesar de la prisión.

Señala Rodney Stark, en su obra The Rise of Christianity (“La expansión del cristianismo”) que los romanos en general fueron muy tolerantes para con el cristianismo y su proselitismo, en general. Si hubo algún problema –de orden público, o de momentos en los que se exigía adoración a la efigie del Emperador y los cristianos no lo hacían, etc.-, las autoridades se contentaban con perseguir a los cabezas de la comunidad, pero dejaban en paz al resto de los fieles, con la idea de que descabezado el grupo, el resto perdería toda fuerza.

En el cristianismo no era así y la percepción de las autoridades romanas estaba muy equivocada, pues juzgaban al movimiento cristiano como si fuese una de las religiones del imperio, que eran controladas desde arriba por sacerdotes. Eliminados éstos, cesaba el grupo. en el cristianismo, por el contrario, la eliminación por el martiro del cabeza de grupo afianzaba el valor de la "mercancñia" religiosa que éste propagaba, se conseguían nuevos conversos y la comunidad seguía hacia adelante más fortalecida dirigida por una nueva persona.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

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Saludos de nuevo.

Jueves, 23 de Abril 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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